Autor/a: DelPacifico.
Disclaimer: Ace of Diamond no me pertenece, esta grandiosa obra pernetece a Yuji Terajima.
Cuestión de Verlo.
All/Sawamura.
Eijun se encontraba actualmente en un dilema, no uno tan importante como días anteriores, donde debió elegir si comer miso o ramen, esto le era aún más conflictivo, además podría o no afectar el rumbo de la práctica.
– Sawamura. – apremió el entrenador. – Elije a una persona, necesitas tener pareja para los ejercicios individuales.
Mordió sus labios, estaba en aprietos. Rei lo abandonó para buscar nuevos talentos alrededor del país, y él se había quedado, literalmente, desprotegido. Logró sobrellevar la situación los primeros dos días después de su partida, sin embargo hoy el boss decidió que los de primer año, –Furuya, Haruichi y él mismo–, debían incrementar el nivel de sus habilidades, por ello exigió que los tres fueran con un compañero de segundo o tercer año.
Como era de esperarse Haruichi fue en compañía de su hermano mayor, el otro Kominato de cualquier manera parecía no tener problemas. La elección de Furuya fue increíblemente obvia, iría con el cátcher titular, Miyuki. Y he ahí la situación actual, él rodeado del resto de los jugadores y el entrenador, obligado a elegir a una persona, justamente a uno de ellos, con los que se suponía estaba enojado.
¿Qué haría Rei de estar ahí? ¿A quién elegir? De pronto se sintió enfermo, el estómago se le contraía de manera dolorosa, y su garganta la sentía increíblemente seca.
– Sawamura. – insistió Tesshin. No quería importunar al pitcher, más la situación ya había llegado a extremos ridículos, necesitaban solucionarlo y arrancar el problema de raíz, aún si con ello enojaba a cierta mujer que no se encontraba ahí.
– ¡S-si! – gritó en respuesta. Levantó la vista y dirigió sus ojos en dirección a sus compañeros de equipo. ¿Siempre se habían visto tan altos e intimidantes? – Entonces… elijo a…. – ¿se estaban acercando más o era solo su impresión? – ¡Tanba-san!
Lo había dicho, por fin, aunque fue lo primero que pasó por su mente no resultó ser tan malo como pensó. Incluso el ambiente logró aligerarse, al menos eso pensaba ingenuamente. Por otro lado los jugadores fulminaban, disimulada o no tan disimuladamente, a Tanba.
– Si todo está bien entonces comiencen a practicar. – tomó la palabra Kataoka. – Los que no han sido elegidos agrúpense de dos y practiquen lo básico, si requieren otro tipo de entrenamiento lo harán después de terminar con el actual, eso es todo.
– ¡Ossu!
.
Tanba, –a pesar de lo que diera a entender con su dura expresión–, se encontraba increíblemente nervioso. Jamás había estado a solas con Eijun, además ahora este no estaba en buenos términos con él y los demás jugadores. No sabría cómo actuar. En su vida nunca se metió en semejante situación como para tener una idea acertada de que hacer. ¿Qué hacer?
– Tanba-san. – y he ahí el culpable de todos sus dilemas viéndose tan relajado. –La forma en la que sostienes la bola, ¿es así? – cuestionó y al mismo tiempo enseñó al otro su forma de sostener la bola.
Koichiro no reaccionó al inicio, fue la insistente mirada de Sawamura la que le permitió reaccionar. Caminó hasta él y con cuidado de no invadir su espacio personal tomó la bola entre sus dedos, mostrando la forma correcta. – Ejerces demasiada presión, debe ser más flojo y juntas tus dedos demasiado. – explicó. – Sawamura. – llamó y el aludido le miró de nuevo. – ¿Por qué la curiosidad? Mis lanzamientos y los tuyos difieren bastante, no creo que…
– Porque Tanba-san es la estrella de Seidou. – respondió. – Por eso. – al ver la expresión confundida del mayor prosiguió. Llevó una mano hasta su nuca y rascó esta con nerviosismo, no solía hablar mucho con él, –no a solas al menos–, y esto le dificultaba su forma de expresarse. – Yo también quiero ser la ace del equipo. – sus mejillas se encendieron un poco para sorpresa de Tanba. – Por eso… pensé que si imito tu estilo un poco… podría yo también… aunque sea solo un poco… mejorar como pitcher.
Le era difícil admitirlo, pero esa respuesta, además de sorprenderlo, le enternecía hasta cierto punto. Ahí no quedaba nada de esa persona indiferente que los estuvo evitando toda la semana, por el contrario, era el mismo Sawamura de siempre. De alguna manera eso lo aliviaba, no estaba tan enojado como parecía ser.
– Deja eso. – habló seriamente. Eijun bajó la mirada, seguramente Tanba estaría enojado, era lógico ya que después de todo podría resultar ser una molestia para él. – Tu estilo está bien como está. – alegó. – Si intentas cambiar el estilo que ha derrotado a un sinfín de bateadores, solo estarías ofendiendo a tus oponentes. – llevó su mano hecha puño al pecho del menor, colocándolo a la altura de su corazón. – Cada lanzamiento contiene no solo tu esfuerzo, ahí también están los deseos y anhelos de todos los que no lograron llegar a su meta, no los deshonres, Sawamura.
– ¡Ossu! – y esa fue toda la respuesta que necesito para sentirse de nuevo animado. – ¡Tanba-san es tan genial!
Ante el elogio el nombrado se ruborizó aunque levemente. – En cualquier caso… comencemos con los estiramientos y luego la práctica. – apremió. – El entrenador se enojará si no lo hacemos.
– ¡Ah! ¡Cierto! – gritó aterrado. El boss podía ser increíblemente atemorizante si se lo proponía, de solo pensarlo su piel se erizaba. – ¡El boss se pondrá como furia! – y motivado por el horror de recibir un castigo espartano comenzó a calentar en compañía del mayor.
Eijun aprendió bastante de Tanba, aunque no tenían estilos similares, y no fueran personas que lograran llevarse perfectamente, estaban en buena sincronía. Los consejos de Tanba sobre la postura y otras cosas le eran bastante útiles.
–¡HAHAHA! – rió. – ¡Solo espera, en unos meses yo seré la estrella, Tanba-san!
– No perderé, Sawamura.
Después de la práctica fueron por caminos separados, al parecer Tanba iría a hacer pesas, por su parte él iría a correr un poco con el neumático. A medio camino se detuvo, había recordado algo importante.
– ¡Maldición! – gritó. – ¡Va a matarme! ¡Olvidé el plan! – y estiró sus cabellos con desesperación, Rei estaría furiosa cuando volviera, había socializado con el enemigo.