Autor/a: DelPacifico.
Disclaimer: Ace of Diamond no me pertenece, esta grandiosa obra pernetece a Yuji Terajima.
Cuestión de Verlo.
All/Sawamura.
Sollozó, quedamente, era tan doloroso.
Su pecho se comprimía de forma que le resultaba asfixiante. ¿Cuánto tiempo pasó desde la última ocasión en que se había puesto de ese modo? Si lo calculaba unas dos semanas. Todos los sentimientos que se empeñaba en hundir en lo más profundo de su ser, emergían tan pronto se encontraba en soledad.
Esa noche sus compañeros de habitación decidieron ir a practicar un poco más su técnica de bateo. Ofrecieron la oportunidad perfecta para que todo aquello que guardó en su interior saliera a flote. No recordaba exactamente desde cuándo comenzó odiar el estar solo, se sentía vulnerable, desprotegido.
Profundamente herido como estaba se aferró a sí mismo, hundió su rostro entre sus rodillas. Pensó ingenuamente que el dolor se iría con el tiempo. Más un corazón roto no se curaba solo con el tiempo como algunos afirmaban, necesitaba de otra persona. Lo cierto era que no contaba con alguien así, de decírselo a su hermano mayor este no dudaría en realizar una venganza contra la persona que lo hería, aún si este no era consciente de ello.
Ir con Sawamura sería una pérdida de tiempo. En parte porque el joven era muy inocente en esos temas. Segundo, en parte él era causante de su desdicha, aunque indirectamente. Apretó los labios, creando una línea fina que sostenía su cordura, todos sus deseos e impulsos.
Solo debía mantenerse centrado, seguir erguido.
Nadie creería que Haruichi guardase tanto sufrimiento en su interior.
.
Miyuki sonrió, fingidamente por supuesto.
No encontraba motivo por el cual sonriera verdaderamente después de observar la escena de Tanba y Sawamura asistiendo juntos a la práctica, charlando amistosamente. Charla a la que pronto se unió Nori-senpai, parecía una reunión de pitchers titulares. O claro lo sería si Furuya estuviera incluido.
Aparentemente aunque hiciera las paces con Tanba eso no involucraba al resto del equipo. Su orgullo no le permitía preguntar al de tercer año como es que exactamente había logrado la aceptación de Eijun en tan poco tiempo; poco considerando los días que él y los demás habían dejado de hablar como comúnmente lo hacían con Sawamura.
Para distraerse caminó hasta Furuya y decidió mosquearlo un poco, como predijo unas palabras e insinuaciones sobre que él no pertenecía a ese círculo de pitchers bastó para que una interesante aura azul se extendiera a su alrededor, amenazando cual cartel de peligro a todos que se mantuvieran por el momento a menos de diez metros de él.
Haruichi quien observó en silencio, y por pura casualidad, la conversación, no podía hacer más si no sentirse miserable. Una cosa era saber que la persona que amabas no estaba interesada en ti y si estaba interesada por otra, que para empeorarlo era tu amigo, pero otra muy distinta era que lo demostrara justamente en tus narices.
Porque si, Kominato Haruichi estaba enamorado de Furuya.
– ¡Haruichi! – gritó Eijun ya percatándose de su presencia. Ignorando a los otros dos interlocutores corrió hasta su encuentro y le sonrió. Nadie podría odiar a Sawamura, además Haruichi sabía perfectamente que no lo hacía con intenciones dobles, Eijun solo era Eijun, eso en cierta forma lo hacía sentir peor. – ¡Haruichi! – insistió. – ¡Practica conmigo! ¡Tengo una nueva y súper secreta técnica que seguro me hará el ace del equipo!
– Eijun-kun es sorprendente, de verdad. – murmuró distraído.
– ¿Ah? – profirió confundido. – ¿Dijiste algo Haruichi?
– No. – mintió. – Vamos.
.
¿Qué clase de castigo divino era aquel?
Ese podría ser el pensamiento predominante en los miembros delSeidou. Ninguno recordaba haber realizado algo particularmente dañino para nadie, entonces, ¿por qué exactamente Kami estaba castigándolos de ese modo?
Tan cerca, tan lejos.
– ¡Que calor! – exclamó Eijun. – El boss quiere matarnos, ¿ne? Haruichi.
– S-sí.
Ninguno de ellos se encontraba herido, no existía razón física por la cual sufrir. Mentalmente, además de lo normal, estaban completamente destruidos. Y es que al entrenador le pareció brillante la idea de prestar servicio a la comunidad, véase la comunidad en este caso era el instituto, y por prestar servicio se refería a ayudar al club de embellecimiento del Seidou a plantar algunos árboles, también flores, alrededor del edificio.
– Sawamura no utilices el agua para mojarte. – reprendió en un tono amable Kawakami. Apoyándolo a su lado se encontraba Haruichi, este temía seriamente por la salud del resto de los jugadores después de tal espectáculo. – Es para las plantas, lo sabes.
– Pero, Nori-senpai. – se lamentó el pitcher. – Tengo calor.
– En ese caso deberías deshacerte de tu camiseta directamente. – aconsejó sabiamente.
¿Acaso Norifumi estaba confabulando con Kami a escondidas de ellos?
Ya era suficiente castigo mental ver a Sawamura sudado, lo soportaron bastante bien. Después tuvieron que ser testigos de Eijun mojándose el cabello y parte del cuello, empapando su camiseta, permitiendo una vista de su piel a través de la camiseta blanca ya mojada y pegada a su torso y espalda. Ahora, gracias al consejo de Kawakami, vivirían la tortura –y placer–, de contemplar a Eijun desnudo de la cintura para arriba.
¿Deberían considerarlo un castigo o una bendición?
Aparentaron mantener la vista en sus actividades, mientras observaban por el rabillo a Eijun, completamente concentrados. ¿En verdad lo verían? ¿Así de sencillo?
Miyuki a escondidas preparó la cámara de su teléfono. En esta ocasión no usaría la fotografía para subirla al sitio de internet, la guardaría para sí mismo. No era un idiota, de subir la fotografía quien sabe que cosas harían con ella los miembros del grupo.
– ¡Los de tercer y segundo año! – llamó el entrenador. – ¡Vayan a la parte trasera y ayuden al resto! Los de primer año terminen con el lugar, ya casi está listo.
Tesshin no sabría decir a ciencia cierta por qué pero sus jugadores lucían increíblemente desanimados, ¿habría ocurrido algo?
.
Furuya mordió su mejilla interna.
En cierto modo sentía alivio y por otro lado decepción. Después de la marcha de los senpais Sawamura no se había deshecho de su camiseta al ser reprendido por el entrenador, y a base de esto no iría con el resto de los de primer año a tomar un baño para oír el sermón que seguro le brindaría Takaoka. He ahí el motivo del por qué se encontraba caminando a un lado de Haruichi, en silencio.
Aunque exteriormente se vieran como amigos la verdad es que sin Eijun de por medio no tenían mucho tema de conversación. Jamás había intentado ahondar su relación con el pequeño Kominato, y es que no se sentía tan interesado en él como con Sawamura o el béisbol.
– Satoru-kun. – llamó Haruichi. Dirigió su mirada al otro de reojo, demostrando que le prestaría atención. – Tengo algo que decirte.
Eso sí era extraño. No tenían mucho en común, ¿Qué podría decirle exactamente el otro? Asintió en respuesta.
– Me gustas.
Detuvo su andar abruptamente. Lentamente se volteó para confirmar que había escuchado bien, siendo recibido por una sonrisa tímida, un rubor notorio, y unas mejillas empapadas de lágrimas.