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Doce Veces Después de Hades por Aurora Execution

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen. Son propiedad de Masami Kurumada.

Si bien dice doce, Shion y Kanon tambien estarán.

Notas del capitulo:

Primer capitulo. Espero sea de su agrado.

 

El Escultor

 

Y sí tendrían que dar una idea general, esa justamente sería que: No fue fácil adaptarse a ésto; a la paz.

Acostumbrados a guerras y batallas donde la muerte era el premio mayor, la paz era la utopía a la que anhelaban. Y ahora la tenían, todos ¡Y vaya que fue difícil asimilarla! Pero la felicidad no tardó en hacer mella en ellos, nuestros protagonistas, nuestros hombres, nuestros salvadores, nuestros Santos… Los Santos de Athena.

He aquí que me encuentro para contarles lo ocurrido con cada uno de éstos doce guerreros que dejaron a todas y todos con el corazón enamorado. Enamorado por su valentía, su voluntad y su infinita devoción y fuerza.

Sí me permiten el atrevimiento, me adentraré a esas doce moradas, donde otrora albergaban épicas batallas, y sus paredes susurraban gritos de guerra… Hoy en esos Templos reina la paz, y la felicidad, cabe aclarar, la suprema felicidad., y sus gritos son…bueno… prosigamos…

El Santuario fue levantado a fuerza de voluntad, la Guerra Santa contra Hades había destruido la mitad de los Templos, y la otra mitad estaba en pésimas condiciones por las batallas pasadas. Hoy, dos años después, el Santuario brilla por su majestuosidad. Athena a pesar de que la Tierra al fin estaba en paz y que existía tregua entre los Dioses, eligió permanecer allí, no subió al Olimpo, ella seguiría siendo Athena para sus Santos, pero hoy tan sólo era Saori Kido… Una fuerza mayor la empujó a tomar esa decisión…

Comenzaremos haciendo mención de los dos Santos más experimentados y mayores entre los Dorados, por supuesto hacemos referencia al Patriarca – o ex Patriarca – Shion de Aires, y a su más fiel amigo, Dohko de Libra. Quienes se negaron a revivir, declarando que ellos ya habían estado lo suficiente en la Tierra, y vivido plenamente durante más de 250 años, dos Guerras Santas fueron suficientes, ahora descansarían en paz junto a sus queridos compañeros de la antigüedad, volverían a reunirse los doce en el Elíseos donde Athena decidió que descansaran sus almas.

La decisión conmocionó a todos, deseaban que se quedaran entre ellos, pero también entendían sus razones, nuevas generaciones vendrían, y ellos por fin tendrían el descanso que merecían. Y esa mañana, allí, en el campo donde descansan los restos mortales de todos los Santos de ésta y otras eras, se dio el simbólico entierro de los dos últimos caballeros de la antigua Guerra Santa. Shion y Dohko se unieron a Sísifo y compañía para velar por Athena y la Tierra desde el firmamento.

Shion desde el fondo de su corazón deseaba reunirse una vez más con su amada Yuzuriha…

Dohko, después de enseñarle su última técnica, y de dejarle un gran legado a su discípulo, como última voluntad, le entregó su Armadura a Shiryu, pasando el joven oriental, a ya no más ser el Santo de Bronce de Dragón, sino, a partir de ahora, sería conocido como Shiryu de Libra, y tendría a su cargo entrenar a un nuevo niño para que vista la Armadura de Dragón. Pero para que eso suceda, faltaban varios años todavía.

Sólo quedaba un asunto más, la asunción del nuevo Sumo Pontífice, y aquí habría sorpresa y no tanto, pero ya llegaremos a esa historia.


Ahora nos encontramos a las puertas del Carnero Blanco, Aries, donde su guardián se encuentra amenamente conversando con su más querido amigo, Aldebarán.

Dos años atrás

 

—Mu de Aries ¿Cuál es tu decisión?

 

Doce Santos Dorados se encontraban reunidos en la sala principal del Templo del Patriarca, Athena había hecho la pregunta. Uno a uno deberían responder a que dedicarían su vida a partir de la paz emergente. Decidirse si tendrían una vida normal de humano, entregando su Armadura y su condición de Santo, o continuar en el Santuario.

Mu, hincado con una rodilla sobre el suelo, no lo dudó.

 

—Yo, Mu de Aries continuaré custodiando la Casa de Aries, así como el Santuario, y mi Diosa, Athena.

 

—Bienvenido entonces, Santo Dorado de Aries—declaró la Diosa.

 

Y es así que el lemuriano regresó a su hogar, o segundo hogar, no vamos a mentir, más allá del Santuario, Jamir era su lugar.

Descendiente o sobreviviente de la, ya casi extinta, raza lemuriana, Mu fue el prodigio de su generación, bendecido por las estrellas para ser Santo, y no cualquier Santo, sino el aprendiz del mismísimo Patriarca, alcanzando su rango a la corta edad de siete años, como ya todos sabemos.

De fuerza y templanza envidiable. Sus hazañas como guerrero y mediador son enseñanzas para la posteridad. Pero, más allá del Santo, estaba el hombre, el soñador, el arista. Mu de Aries tenía las manos de un escultor. Sólo sus más cercanos conocían más allá del "reparador de Armaduras" Y es que él tampoco lo dejaba ver.

Su vida fue, nacer, aprender, entrenar, luchar…morir y resucitar. Solo apenas, esos años de exilio, pudo dar total albedrio a su pasión.

Aldebarán, su amigo, era quien más conocía los dotes del carnero. Cómplice de noches, que entre charlas y té, Mu delineaba la forma de su creación, ésta vez no era distinta a aquellas noches de antaño. Aldebarán sonreía, era la Armadura de Virgo, en su forma Tótem, sobre una flor de loto. Pronto sería el cumpleaños del venido de Dios, y para Mu, era una excelente ocasión de agasajarlo con algo creado con sus propias manos.

Mu tenía mucho aprecio por Shaka, así como por el de Tauro, eran sus dos mejores amigos, pero el toro sabía perfectamente cuales eran los sentimientos ocultos tras esa "amistad".

 

— ¿Piensas declararte con este obsequio? —Le preguntó de sobresalto, haciendo que el ariano se atragante con el té.

 

— ¿Pero que dices Alde? ¿Dé donde sacas esas ideas? —Dijo apenado.

 

—Oh, vamos Mu, ¿a quién quieres engañar? Te conozco demasiado, y no deberías avergonzarte de tus sentimientos, has vivido demasiados años con ese sentir oculto en tu corazón, debes darte la oportunidad de expresarlos abiertamente, nunca se sabe que ocurrirá, puedes llevarte una grata sorpresa, amigo mío—Mu observó extrañado a su corpulento amigo ¿Tan evidente era?

 

—Sabes que yo…

 

—Debes perpetuar el linaje lemuriano… Excusas mi amigo, sólo excusas que te dices a ti mismo. Jamir tiene su aldea, y confiemos que Kiki pueda darte algunos nietos postizos—Tauro se echó a reír con ganas, dejando que Mu se contagie de su buen humor.

 

— ¿Tú crees que pueda tener una oportunidad?

 

—A decir verdad, Shaka es impredecible, nunca se supo que es lo que le gusta o si siente deseo, he escuchado que tiene impuesto un voto de castidad en honor a nuestra Diosa, aunque nunca lo dijo abiertamente. Pero es hombre como cualquiera de nosotros, debe tener sus preferencias y deseos ¡Y que me parta un rayo si lo que veo en su mirada cuando esta contigo no es amor! En fin, será tu decisión, debo retirarme, nos vemos Mu.

 

—Sí, gracias, prometo que lo pensaré.

 

Y Mu si que lo pensó, y no durmió durante esa semana previa al cumpleaños numero veintitrés de Shaka.

Ese día, alentado por el siempre enérgico Milo, Shaka aceptó tener una reunión en su honor, para festejar su cumpleaños. Se llevaría a cabo en su Templo y claro que todos los Dorados y Bronceados estaban invitados. Y Mu vio en ésta, la ocasión perfecta para declararse, después de meditar tanto, se dijo ¿Por qué no?

La casa de Virgo se fue llenando de gente y bullicio, pequeños grupos se formaban, algunos calmos, como el siempre recto Saga, quien conversaba con el cumpleañero y Camus o los escandalosos Milo, Aioria y Seiya, quienes con sus chistes llenaban el ambiente de risas.

Mu llegó en ese momento junto con Aldebarán, en su mano llevaba el regalo. Buscó con la vista a Shaka y lo encontró conversando con el acuariano. Tauro le dio unas palmadas en la espalda, a modo de ánimos, y se fue rumbo a la mesa, donde no tardó en encontrarse animadamente hablando con Aioros.

 

—Buenas tardes Caballeros… Shaka, Felicidades—saludó al grupo de Dorados y luego le entregó el presente al Virgo.

 

—Buenas tardes Mu – Saludaron Saga y Camus.

 

—Muchas Gracias Mu, no debiste tomarte tantas molestias, me ha encantado—dijo un sorprendido y emocionado Shaka al ver el obsequio.

 

— ¡Vaya! Es una excelente representación de tu Armadura Shaka, Mu ¿Dónde la has obtenido? —preguntó curioso el de Géminis.

 

—Le he hecho yo—dijo con timidez, propia en él.

 

— ¿Tú? Es asombroso, no sabía que eras un escultor, te felicito Mu—Le dijo animadamente Camus.

 

—Mu siempre ha pensado que sus esculturas no son buenas, pero yo conozco su habilidad, y puedo garantizar que él es un gran artista—Mu que ya se encontraba apenado, no pudo ocultar el furioso sonrojo en su rostro.

 

La reunión siguió su curso, y pronto, Aries y Virgo se encontraban solos.

 

—Debo agradecerte una vez más por tu presente, nadie se había tomado tantas molestias por mí.

—Honor me haces, nada me hace más feliz que escucharte decir eso—Shaka lo observó, al mismo tiempo que sus mejillas se tornaban rojas.

 

"Es ahora o nunca"

 

—Shaka, debo de hacerte una pregunta, espero no tomes a mal lo que diré, ni tampoco como una ofensa hacia tu intimidad…—Virgo se quedó sorprendido por esas palabras.

 

—¿Qué es eso que debes decirme Mu?

 

—Es… ¿Es verdad que te impusiste un voto de castidad? —Shaka jamás en su vida abrió tanto sus ojos como en ese momento.

 

—He escuchado esos rumores sobre mí, no es cierto ¿Por qué preguntas? —Mu sonrió aliviado.

 

—Sabes que cuando un Santo se enamora, su corazón pertenecerá para siempre a aquella persona amada ¿No es así?

 

—S… sí—Shaka estaba cada vez más rojo.

 

—Bueno, con mi presente, también vengo a ofrecerte mi corazón, ya que te pertenece hace tiempo. No quiero que respondas de inmediato, o te sientas atado a elegir estar a mi lado, sólo quiero que sepas que mi amor es para ti.

 

—Mu…

 

La fiesta terminó, los días pasaron y el más que radiante Mu, al fin tuvo lo que siempre quiso, el amor de Shaka.

Sus obras hoy tenían rostro y cuerpo, porque, pensaba Mu ¿Qué podía ser más bello que esculpir el perfecto cuerpo de Shaka?

Sí… sí que había algo más perfecto… Esculpirlo con sus propios labios…

Y aquí nos detenemos, cerrando las puertas, para darles intimidad, mientras continuamos nuestro camino hacia la casa de Tauro.

Notas finales:

Muchas gracias por leer. Será hasta el proximo capitulo.


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