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Doce Veces Después de Hades por Aurora Execution

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Notas del capitulo:

Camus de Acuario, fue leyenda.

Camus de Acuario fue una leyenda.

 

El gran mito por aquellos años de inocencia, el concebido de forma divina, y el mago capaz de generar los hielos del mundo. Camus de Acuario, era una leyenda. Nunca poseyó un apellido, porque no hubo vientre ni padre al quien adjuntar descendencia.

 

Cuenta la leyenda, que Camus nació de una flor de Iris, y que cuyos pétalos rojos se transformaron en sus cabellos, y sus pistilos, en sus ojos azules. Que cuya flor fue plantada por la misma Diosa enviada por Zeus, para que de allí naciera la perfección, la sabiduría y la caballerosidad, al que algún extraño decidió llamar Camus.

Él había nacido para ser diferente, y por eso fue su divina venida, porque todos los Santos destruían, Camus no, Camus poseía la increíble habilidad de detener la vida, en vez de destruirla.

 

Todos escucharon atentos aquella historia que Milo narraba con emoción, Aioria a su lado asentía con igual entusiasmo a cada palabra de su amigo… Todos desearon saber ¿Quién era Camus?

 

**

 

El niño había nacido muerto, los médicos sin importarles mucho el asunto y comprobando lo pálido y helado que estaba el bebé, así lo dijeron, y la mujer sonrió de satisfacción en aquel hospital clandestino.

 

Un hombre alto, de cabellos rubios cortados al ras, y de ojos celestes acuáticos, le miró fijo, estudió la situación y después llegó hasta donde se encontraba el cadáver del bebé.

 

 —Me llevaré al niño—Le dijo.

 

La anónima mujer lo miró extrañada.

 

 —Está muerto ¿Para qué lo quieres?

 

 —No está muerto, respira, y lo quiero para entrenarlo, para convertirlo en el mejor Santo de Acuario que haya existido.

 

La mujer carcajeó pensando que ese hombre, que para nada lo aparentaba, estaba loco.

 

 —Lléveselo y haga lo que quiera… Intenté deshacerme de él durante meses, pero no pude, al final nació muerto el desgraciado…

 

El hombre entrecerró los ojos y frunció el ceño asqueado por las palabras de la insensible mujer.

 

 —Deseo con toda fuerza… que usted se pudra en la miseria…

 

Tomó al niño, lo envolvió  y salió de ese horrendo hospital, escuchando los insultos de la mujer, a los cuales no les dio atención.

 

 —¿Es él?

 

 —No hay dudas Patriarca, éste niño es el futuro guardián de Acuario, se puede sentir el aura helada emanando de este pequeño—dijo observándolo.

 

 —¿Su madre…?

 

 —Una hija de puta…

 

 —Etienne… modera ese vocabulario—Le reprendió Shion.

 

 —Lo es, y disculpe exaltarme ante usted… éste niño no recibió ninguna clase de atención durante su gestación, incluso me confesó que intentó deshacerse de él en varias ocasiones. Si no murió está claro que fue por voluntad de las estrellas.

 

 —De él te encargarás ahora, quiero que lo cuides y eduques. En su condición no puede ir al Santuario todavía, el calor de Grecia lo mataría. Cuando cumpla los cuatro años lo llevarás para entrenarlo allá, debe adaptarse al calor antes de partir a Siberia a recibir su verdadero entrenamiento.

 

 —No entiendo como un niño destinado a un futuro tan grande, haya nacido bajo éstas condiciones…—dijo el hombre esbelto mientras observaba al bebé con cierta tristeza—¿Cómo lo llamaremos?

 

 —Camus…—escucharon una voz, era la mujer que lo había parido—ese quiero que sea su nombre… Yo no recuerdo el mío, padezco amnesia, vivo de las limosnas que me da la gente en la calle… sufrí una violación hace unos meses, y quedé embarazada… Es por ello que no lo deseaba, pero si su destino era vivir… quiero que así se llame.

 

La mujer se desplomó en el suelo, cayendo como bolsa de papa inerte. Había muerto por la negligencia de los pseudo médicos que la trataron.

 

Camus siempre elegiría la versión de Milo para su nacimiento…       

 

**

 

Salvo los griegos y Mu, Camus fue el único que pisó el Santuario antes de convertirse en Santo, debido a que necesitaba adaptarse al lugar.

 

Etienne lo había educado durante esos cuatro años, para ser un niño culto e inteligente, cualidad que ya demostró desde el primer año de vida, al caminar y hablar fluidamente. Etienne también era francés, por lo que sus dos primeros años tan sólo le habló en ese idioma. El idioma griego fue lo primero en enseñarle, después las básicas ciencias, descubriendo para su orgullo, lo tremendamente determinado que era Camus. Etienne deseaba que su alumno sea el mejor, quería que Camus se limpiara de su sucia concepción. Aunque él era un hombre al que los ultrajes y muertes no le afectaban en lo absoluto, dando a veces cierta inclinación a justificarlas, no podía soportar que su alumno estuviera marcado por tan aberrante herencia.

Quería darle a Camus un linaje superior, como el suyo… Etienne era descendiente de nazis, siendo esa su crianza y enseñanza.

 

Unos meses antes de que Camus cumpliera los cuatro años, decidió emprender el camino hacia el Santuario considerando que el niño era lo suficientemente fuerte para soportar las condiciones climáticas. Su trabajo era estar allí y entrenarlo, pero una misión de suma urgencia lo mantuvo alejado de Camus por casi un año entero, Camus quedó a cargo del Patriarca durante su primera estadía en el Santuario.

Quedó a cargo del Patriarca, y en manos de ciertos griegos…

 

Cuando la criatura que parecía un niño, pero que en es esos momentos consideró como un monstruo de barro le saludó, su primera reacción fue retroceder con cierto asco en su rostro, luego analizando un poco más la situación, decidió responder inclinando su cabeza en un gesto respetuoso y pronunciando un «hola» (ni de broma tomaba esa mano tan sucia) que a oídos del “monstruo” llegó como algo melodioso.

 

Otra criatura de barro llegó a los tropezones vociferando palabras hasta ahora desconocidas para el altivo francés, reconociendo de la criatura, unas indómitas turquesas que se dilataron en su presencia.

 

 —¿Quién eres tú?—Le preguntó el monstruo de ojos turquesas.

 

Camus tardó en responder, se encontraba completamente hipnotizado por esos ojos.

 

 —Me llamo Camus, aprendiz de Acuario—respondió, completamente ignorante de las reacciones que había provocado en las dos criaturas.

 

Lamentablemente para el primero, sólo uno se llevaría toda su atención.

 

 —Mi nombre es Aioria.

 

 —Y yo soy Milo, Santo de Escorpio—dijo con altanería.

 

 —¡Deja de mentir Milo! Apenas y eres un aprendiz como todos—Le retó Aioria.

 

 —¡Cállate Aioria! Yo ya soy un Santo, mi maestro me dijo que siempre me presente como tal…

 

El pequeño pelirrojo observó atónito la discusión que llevaban a cabo esos que ahora poseían nombres y gemas; Aioria el monstruo esmeralda, y  Milo el monstruo turquesa.

 

Su brazo derecho fue jalonado, inmediatamente su brazo izquierdo también sufrió un jalón, y Camus se vio columpiándose de derecha a izquierda sin entender por qué.

 

 —¡Quédate tú con Mu! Camus es mi amigo—escuchó.

 

 —¡No seas egoísta Milo! ¡Yo lo vi primero!—la voz respondió.

 

 —¡Tú tienes a Aioros!

 

 —¡Y tú a Saga!

 

Espantados, las criaturas soltaron el pequeño cuerpo francés, mirándose las manos con horror, mientras se frotaban con insistencia en el barro/ropa que poseían, pero la sensación de entumecimiento todavía perduraba. En un intento por liberarse, Camus elevó su cosmos bajando la temperatura de su cuerpo hasta provocar el cuasi congelamiento de las dos pares de manitos morenas.

 

 —¿Qué has hecho?—dijo Aioria con espanto.

 

Milo no lo tomó tan mal, es más, se fascinó por las habilidades que poseía su nuevo y ya mejor amigo (así lo consideró desde un principio).

 

 —Disculpa… mi maestro me ha dicho que no haga eso, porque aun no controlo mis poderes—dijo apenado, ocultando sus ojos tras el flequillo.

 

 —¡Eres asombroso Camus!—dijo con alegría el pequeño rubio.

 

Aquella afirmación hizo que una cálida sensación se apoderara del pecho francés, sensación que con los días, meses y el año que estuvo allí antes de partir, se hiciera cada vez mayor.

Milo comenzó a invadir cada célula de su organismo como una enfermedad infecciosa, pero Camus, que apenas si sabía de emociones, se dejó consumir plenamente por el dulce veneno que era el Escorpión. Sin saber que él mismo comenzaba a carcomer cada rincón en el interior de un par de monstruos.

 

Cuando Etienne regresó una semana antes de partir a Siberia, notó dos cambios (o tres), Camus sonreía, y descubrió a monstruo esmeralda y a monstruo turquesa.

Asustado por ver que aquel defecto podría destruir a su intachable y perfecto alumno, se lo llevó de inmediato, teniendo Camus apenas un saludo y una promesa de regreso para Milo y Aioria.

 

Y dos años después Camus regresó… Pero ya no sonreía.

 

Lo primero que hicieron sus compañeros al verlo, fue reírse. Cuando Milo relató que existía un ser extraordinario, capaz de congelar al mundo entero, los demás Santos se amontonaron en la entrada a Aries para verlo llegar, encontrándose con un niño de aspecto frágil, y demasiado delicado, a simple vista era muy débil.

Pasada la decepción cada quien regresó a su Templo, Saga y Aioros felicitaron al acuariano por la obtención de su Armadura y también se marcharon. Los únicos que quedaron allí fueron Milo y Aioria.

 

**

 

Cada vez que el fuego en su interior amenazaba con exteriorizarse, recordaba las severas palabras de su maestro, lo inmundamente terrible que era su desvío y la humillación que padecería si dejaba salir a la bestia anti natura.

 

Pero Milo no se desalentó con la enorme muralla de hielo que había puesto entre él y sus verdaderos sentimientos. Nunca dejó de demostrarle abiertamente que lo amaba, se lo decía a diario, explicándole que nada había de malo en ello, planeo toda una vida juntos. Y el interior del francés era una guerra sin tregua entre sus verdaderos deseos y las aseveraciones de su maestro.

Camus se mostraba impávido y sobrio durante el día, y un niño perdido en la noche.

No había un mayor a quien pedir consejo, Saga y Aioros habían dejado de existir y el Patriarca ya no se comportaba como la persona amable que siempre recordaba, las únicas personas con quienes hablaba, eran juntamente a quienes quería evitar.

 

Una mañana en la que Aioria y muy a pesar de Milo, ambos estaban de guardia, Camus se encontró solo en las escaleras de su Templo, extrañando aquellas voces que ya no discutían por tonterías, sino que sus discusiones venían cargadas de odio, rencores e impotencia. Extrañaba sus días de niñez, donde pudo conocerlos en otras circunstancias, donde los tres juraron ser amigos por siempre dentro del lago en el bosque, en un extraño ritual que aun lo hacía sonreír, todos juntaron sus dedos índices y pulgares, en una especie de anillo, los cuales entrelazaron pronunciando su juramento de amistad.

 

Dejó escapar un suspiro, recientemente había recibido la noticia de que partiría nuevamente a Siberia para entrenar al próximo Santo de Cisne. Aceptó sin vacilar, esperando que con ello, redimir sus propias acciones. Hacía tiempo que había dejado de luchar con el recuerdo de las miradas cargadas de odio hacia lo que Etienne llamaba inmoral e inmundo, había comprendido que lo que él padecía no era una enfermedad como también le llegó a decir su maestro, sabiendo que, aunque luchara toda su vida, esa batalla la tuvo perdida desde que conociera esos ojos de fulgurosas iris turquesas, por lo que asustado pero emocionado, dejo caer la barrera para reconocer al fin que él también amaba a Milo.

 

Esa misma tarde recibió una cachetada al corazón.

 

Aioria de pie junto a él respiraba furiosamente y se dejaba consumir en el fuego que despedían sus ardientes mejillas coloradas.

Camus no salía de la estupefacción que el beso le había producido, su primer beso, el robado por un enamorado León que vino a confesarse ante él. Sintió una cálida sensación al contacto con los temblorosos labios del ateniense, pero recordó las manos de Milo, cuando se encontraba con la guardia baja y se dejaba acariciar por el rubio,  recordó la sensación de plenitud que tan inocente contacto le producía.

Lo apartó, mirándolo con un dolor que pocas veces dejó reflejar tan abiertamente.

Se sintió tremendamente miserable al rechazarlo, Aioria era para él un ser especial, lo admiraba y estimaba por encima de lo normal. Admiraba la fuerza de voluntad y la inquebrantable lealtad que demostró cuando sucedió el golpe de estado y la supuesta traición de su hermano. Se supo su único amigo durante esos años, y forjó una estrecha amistad basada en la confianza mutua, lo quería, pero jamas podría ofrecerle su amor.

No porque después de tanto luchar y llorar, decidió que no era malo amar a un igual, y ese igual era Milo, no Aioria…

 

Lloró junto al castaño, se abrazaron esperando encontrarse en esos recuerdos de niños, donde eran felices y las emociones sólo se limitaban a producirse cosquillas entre ellos. Lloró como no recordaba, pidió perdón por algo que escapaba de sus manos, sintió como Aioria se desarmaba y hacía pequeño entre sus brazos, como se aferraba a su espalda y le pedía perdón también.

¿Perdón por amarlo? Se sentía conmovido y honrado, y un desgraciado infeliz en provocar la desdicha de su amigo.

Por años procuró que Aioria dejara de sentirse miserable, y se odió por ser él quien provocara la infelicidad de Aioria. Se odió por no poder corresponderle, se odió cuando le confesó que amaba a Milo…

Con los días, la relativa calma se había instalado de nuevo entre ellos, aceptando uno, la felicidad del otro.

 

Nunca pudo olvidar la plena felicidad que sintió al entregarse a Milo por primera vez…

 

**

 

Camus de Acuario fue una leyenda.

 

Quienes tuvieron la suerte de verlo en acción, de sentirse compañeros relataron el encuentro como trascendental: Era el maestro contra el alumno, era el “padre” contra el “hijo”, era el orgullo contra la admiración… También fue la muerte más injusta (y hasta cierto punto, más egoísta)

Sacrificarse para enseñarle a su alumno el cero absoluto, y así poder demostrarle a su propio maestro, lo que era sentirse plenamente orgulloso de un alumno…

 

Y fue una leyenda porque se levantó de entre los muertos para luchar por Athena en condición de renegado. Se convirtió en leyenda junto a sus doce compañeros, dando la vida ante el Muro de los Lamentos.

 

Camus fue una leyenda que Milo escribió,  moldeó y recorrió hasta lo inaudito.

 

Juró ante Athena volver a portar su Armadura para el bien de ella y la humanidad, y se casó con el autor de su mito.

 

Se entregó a él con convicción, desmintiendo que lo que ellos hacían era insano, porque Milo era su enfermedad, pero su veneno no mataba, su veneno lo llenaba de vida. Milo es la enfermedad que Camus jamás aceptaría curar, porque en ella se dejará consumir hasta el final de sus días.

 

Y su Templo se encuentra vació porque en alguna playa paradisíaca, las blancas piernas se aferran a la cintura de la morena enfermedad, para llenarse del veneno, y así conocer la gloria una vez más.

Notas finales:

El iris es la flor nacional de Francia, y se utiliza una versión estilizada de la flor en la insignia del país y el emblema nacional. El iris, o flor de lis, se ha utilizado para representar a la realeza francesa desde el siglo 13, y se dice que representa la perfección, la luz y la vida. En los diseños heráldicos usados por la monarquía francesa, los tres pétalos también representaban la sabiduría, la fe y la caballerosidad.

 

Generalmente es de color púrpura, pero hay una gran variedad, entre ellas el rojo.


 Bueno, espero lo hayan disfrutado, tan solo queda Afrodita ;) 
Sin más, será hasta el proximo capitulo.
 


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