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Errores imperdonables por Jerrow

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CAPITULO 10

 

 

 

 

Ya habían pasado más de una semana desde que Bernardo tuvo el accidente, hasta el momento no se ha podido hallar con el paradero del culpable y por la forma en que terminó el auto del mayor se tiene total certeza que no fue él quién lo provocó. Santiago estaba furioso a causa de la incompetencia de los policías. No entendía como no eran capaces de encontrar al criminal, en este momento ya debería de estar preso, sin embargo, se encuentra libre y quién sabe dónde.

Alexia se encontraba junto a Armando quién desde que se enteró de lo sucedido vino a acompañarlos, mientras tanto Santiago había ido a averiguar alguna novedad, pues desde hacía varias horas que no sabían nada al respecto.

-Por favor Miguel…debes de decirme algo –Su pregunta sonó más como una autorización que como petición.

-Lo siento…yo no sé nada…pero debes despreocuparte, tu abuelo se encuentra en las mejores manos –Santiago suspiró resignado, debía de confiar, además fue en este hospital donde lo habían atendido desde su accidente, por eso conocía a la mayoría de las personas que trabajaban aquí. Entre ellos Miguel, un joven Doctor de unos treinta y dos años, con el cual Santiago desarrolló una pequeña amistad.

Regresó junto a donde estaba su madre frustrado por no haber conseguido noticias, ella al verlo se separó del abrazo de Armando. Santiago negó con la cabeza para indicarle que no consiguió nada.

-Va a estar bien –Les animó Armando.

-Eso espero –Susurró el menor.

Los minutos iban pasando y aún no sabían nada del estado de su abuelo. Cada vez que Santiago iba a preguntar le respondían lo mismo: “Aun está en terapia intensiva”.

Santiago estaba harto de esas palabras, necesitaba respuestas, pero respuestas concretas y concisas. Cuando estaba por volver a ir a preguntar, vio como uno de los doctores se acercaba a ellos.

-No puedes ir a verlo –Santiago lo fulminó con la mirada –Todavía está muy delicado, por ello no puedes visitarlo… además…necesita un transfusión de sangre –Le indicó.

-Pues hágalo de inmediato –Exclamó con cierto tono de obviedad.

-No es fácil. El Señor posee una sangre rara…el cual no contamos en el hospital –Le explicó Miguel.

-¿Qué tipo de sangre es? –Preguntó Alexia, ya que ninguno sabía sobre el grupo sanguíneo de Bernardo.

-Es el AB negativo, un tipo de sangre muy poco común. Lo peor de todo es que tenemos poco tiempo, sino hacemos la transfusión pronto la vida del señor correrá peligro.

Santiago observó a su madre, ninguno de los dos tenían ese tipo de sangre, tampoco Armando. El menor se sentó colocó sus manos pro su cabeza. Necesitaba pensar. Debía encontrar la forma de hallar ese tipo de sangre.

Una ligera idea surgió por su mente. Sabía quién poseía ese tipo de sangre. Lo recordaba bastante bien. En esa vez se encontraba jugando con sus amigos, cuando Héctor sufrió un accidente y debieron llevarlo a un hospital.

Héctor también necesitó una transfusión de sangre, y su sangre era “AB negativo”. Virginia también lo tenía, gracias a eso Héctor se salvó.

El problema era como se lo decía. De seguro los del pueblo ya estaban enterados de lo sucedido, pero nunca hacen nada, ya que siempre piensan que es algo menor.

Pero este caso era diferente, la vida de su abuelo corría peligro, y no permitiría que le suceda algo. Debía contactar con Héctor a como fuera lugar. Sacó el celular de su bolsillo y marcó rápidamente el número de un conocido, no podía ir el mismo al pueblo, sería perder el tiempo.

Marcó el número de un ex compañero suyo que vivía en el pueblo vecino de Petrón para que fuera en busca de Héctor. El muchacho al escuchar su pedido accedió de inmediato, pues le debía un favor a Santiago. Y este era el momento de pagarlo.

-Mandé buscar a Héctor –Le comentó a su madre.

-¿Qué? –Alexia no podía creer lo que había escuchado.

-Lo que oíste. Mande buscar a Héctor, ya que es del mismo grupo sanguíneo que el abuelo.

-Ahora que lo dices tienes razón…pero ¿cómo sabes de que aún vive en Petrón?

-Porque de seguro sigue siendo el mismo inútil de siempre –Soltó con amargura – ¿Acaso crees que esa gente va a salir adelante?

-Hijo…no hables de esa manera.

-Es la verdad. Esa gente gracias al abuelo es que tienen un lugar donde vivir y más vale que ahora sirvan de algo para devolver el favor.

-Santiago –Le llamó en tono serio –No hables así. Recuerda que nosotros también vivimos alguna vez como ellos.

Calló inmediatamente. Su madre tenía razón, si no fuera por el mayor, quien sabe dónde estarían en este momento. Lo más probable, es que muertos.

-Lo siento –Suspiró tratando de tranquilizarse –Pero no puedo evitarlo… la sola idea de saber que tendré que verlo de nuevo hace que se me hierba la sangre de rabia.

-Han pasado siete años desde eso…ya debes tratar de dejar lo sucedido en el pasado, retener el rencor por lo sucedido no te permitirá ser feliz jamás.

Santiago desvió su mirada hacia otra zona, ya había escuchado esas mismas palabras pero de parte de su abuelo. A pesar de las veces que se lo dijeran, cada vez que recordaba el pueblo, sentía que la herida aún estaba completamente abierta.

-¿Y cuánto tiempo tardará en llegar? –Preguntó Armando.

-No estoy seguro…pero a más tardar serán 3 horas.

Santiago sentía su corazón palpitar con nerviosismo. Ya pasó mucho tiempo desde que mandó traer a Héctor. Este debía estar por llegar. Lo malo es que no sabía cómo actuaría al tenerlo frente a él. Ya que ciertas emociones aún estaban latentes en lo profundo de su ser.

Percibió como su celular vibraba, a causa de recibir un mensaje. Santiago lo revisó, era de su compañero. Su rostro cambió drásticamente al leerlo.

“Fui al pueblo y en efecto conseguí la casa de ese hombre llamado Héctor. Pero lamento informarte que no resultó como esperaba, pues me atendió una joven mujer quien al contarle lo sucedido, me cerró la puerta de inmediato. Intenté explicarle de nuevo pero me fue imposible. Ella desde el interior me gritaba que me fuera, que esto no era de su incumbencia, de inmediato salió un hombre quien supuse como a Héctor, este me dirigió una mirada amenazante y no me quedó más remedio que irme. Lo lamento amigo, pero no pude hacer más.”

Sintió como su cuerpo comenzaba a estremecerse. Su respiración estaba muy acelerada, sus piernas apenas podían mantenerlo en equilibrio. Cuando estuvo a punto de caer, los brazos de Armando lo sujetaron.

Su madre se acercó a él, en su rostro había una mezcla de confusión y preocupación. Santiago le pasó su celular para que leyera el mensaje. Al hacerlo Alexia abrió sus ojos al máximo a causa de la impresión, ahora comprendía lo que estaba sucediendo.

-Es un hijo de puta…incluso después de años sigue siendo un traidor…cuando más lo necesitas te da la espalda –El rostro de Santiago estaba cargado de furia. Alexia no sabía que decir, no podía creer que Héctor le hiciera esto a Don Bernardo.

-Debemos buscar otra opción…de inmediato.

-Pero claro…si es tan fácil conseguir esa puta sangre –Exclamó Santiago iracundo –Por algo mandé buscar a ese imbécil…porque…porque creí que en todos estos malditos años había cambiado algo…pero al parecer me equivoqué con él…me equivoqué otra vez –Las lágrimas comenzaron a caer sobre sus mejillas, habían pasado tantos años desde la última vez que había llorado.

-Tranquilo Santiago…buscaremos la manera…aún hay tiempo…tal vez si averiguo entre mis compañeros de trabajo puede que alguno de ellos tenga ese tipo de sangre –Le trató de calmar Armando al ver como Santiago perdía el control y las demás personas los observaban con curiosidad.

-Hijo, tranquilo…no perdamos las esperanzas.

Armando comenzó a llamar entre sus conocidos. Alexia hizo lo mismo. Santiago escuchaba las negativas que le daban a los dos, agarró su celular y empezó a llamar entre sus contactos. No permitiría que le sucediera algo a su abuelo.

El tiempo pasaba y todos los que llamaba le decían lo mismo. “Lo siento pero no lo tengo”.

-Maldición –Gritó con fuerza. Las demás personas se volvieron a él pero no le importó. Es más, comenzó a preguntar entre cada persona que se encontraba allí, debía agotar hasta la última posibilidad. Incluso se puso a ofrecer dinero a cambio, la desesperación lo invadía.

 -Tiene que tranquilizarse –Un guardia del hospital lo tomo del brazo y lo llevó hacia uno de los asientos –Sé por lo que está pasando…pero desesperarse no resolverá nada.

-Y usted ¿qué demonios puede decirme? –Le gritó amenazante –Usted no sabe por lo que estoy pasando.

-Mi hija necesitó un trasplante de corazón…estuve como loco…la inscribí en todas las listas de espera…a pesar de eso jamás nos rendimos hasta que logré conseguirlo…así que créeme sé por lo que pasas, por eso te digo que te tranquilices, pensar con la cabeza fría es mucho mejor.

Santiago empezó a tranquilizarse, el guardia tenía razón, debía calmarse y pensar. La última vez que lo hizo consiguió una gran idea, aunque este haya salido muy mal. El guardia le ofreció una ligera sonrisa y volvió a su puesto.

-Santiago…hijo…

El mencionado se giró hacia su madre, esta venía con una gran sonrisa, ¿será que eran buenas noticas?

-Hay un donante –Le anunció con alegría –El doctor acabó de mencionarme que un donante acabó de llegar.

-Gracias…gracias…dime… ¿quién es?

-No estoy segura…solo sé que es una mujer.

Santiago se dejó caer al asiento, sentía como el peso de su cuerpo se alivianaba. Con la aparición de esta persona estaba seguro de que su abuelo iba a salvarse. Ahora solo debía esperar, esperar para ver a su abuelo y también para agradecer al donante.

Su madre y Armando estaban a su derecha, se les notaba que estaban muy contentos. Santiago vio a su alrededor encontrándose con la mirada de las demás personas que estaban allí, todos les sonreían, se dieron cuenta que estaba relajado.

El menor se incorporó lentamente. Se puso en camino hacia la cafetería, no había podido conciliar el sueño en varios días y sentía como sus parpados comenzaban a tornarse pesados. Compró un vaso de café y se sentó en una de las tantas mesas presentes.

Bebió un gran sorbo del líquido para tratar de despertarse. Hace un rato el sueño no lo molestaba, pero ahora que habían encontrado un donante estaba más tranquilo y en definitiva necesitaba descansar.

Apoyó sus brazos sobre la mesa y sobre estas su cabeza. Observó a dos muchachos que estaban a dos mesas de la suya, uno de ellos el que era más joven se encontraba sollozando en silencio, mientras que el otro lo abrazaba cálidamente, brindándole la más sincera sonrisa.

“Son novios” Pensó.

Una sonrisa se dibujó en sus labios. Una sonrisa de burla.

“Iluso. Te va a traicionar. El amor entre dos personas del mismo sexo no existe. Solo es una mera fantasía”

Cerró sus ojos lentamente. Disminuyendo su respiración. Poco a poco fue cayendo, a pesar de tomar el café, en las garras del sueño.

 

 

 

-Maldito puto de mierda, como te atreves a poner tus asquerosos labios sobre mí.

-Héctor…no…por favor…no.

-Efraín…

-¿Papá?

-Efraín… ¿Por qué hijo?… ¿por qué no me lo dijiste?

-Papá, por favor perdóname…

-¿Por qué me decepcionaste de esta manera?

-No papá…yo no quise…por favor…Papá…¡¡¡Papá!!!

 

 

 

El estruendoso sonido proveniente de su celular lo hizo abrir los ojos de golpe. Llevó una de sus manos hacia su semblante sintiéndolo húmeda  ¿Estuvo llorando de nuevo mientras dormía?

Con cierta brusquedad se limpió el rostro con ayuda de sus manos. Odiaba las veces que pasaban, pero en especial el de hoy, debido a que había ocurrido en público. Al instante, recordó el porqué estaba aquí. Buscó la hora en la pantalla de su celular. Media noche. Ya era muy tarde había dormido casi dos horas.

Salió de la cafetería a pasa rápido. Para estas horas ya debería de saber el estado de su abuelo, al menos eso esperaba.

En la sala de espera estaban su madre y Armando. Ambos dormidos, ya que él no había sido el único que no ha dormido bien.

No quiso molestarlos y fue a buscar a Miguel, necesitaba un dictamen certero, ya no aceptaría las mismas respuestas. Visualizó al Doctor a pocos metros, este se encontraba charlando con una joven a quién no dio importancia.

Lo tomó del brazo casi con fuerza, haciendo que Miguel se voltease a verlo con cierta molestia ante el acto del menor.

-Puedes ser un poco más amable –Le dijo con disgusto.

-Necesito saber cómo se encuentra mi abuelo –Le soltó ignorando completamente las palabras del médico.

Miguel simplemente suspiró.

-Todo depende de él ahora, necesitamos esperar esta noche a ver como evoluciona…además –Una enfermera vino corriendo junto a ellos. Le indicó a Miguel sobre un paciente que había llegado y que lo necesitaban de urgencia.

Santiago trato de detenerlo, no podía permitir que se fuera así de repente.

-Lo siento Santiago…pero necesito cumplir mi obligación…Don Bernardo es el que debe poner de su parte por ahora…

-Si pero…

-Tranquilízate…ya hiciste todo lo que estaba a tu alcance…además…esta joven es la que se ofreció como donante –Le señalo a una mujer joven, quién había estado callada desde que Santiago había venido, dicho esto el médico se retiró apresurado.

Santiago por fin decidió fijarse en ella. Era una mujer rubia, con un peculiar tono de ojos azules. Espera ¿ojos azules? Abrió sus ojos con sorpresa, no podía estar equivocado, esta mujer era…

“Jessica” Pensó. Su mirada cambió de forma automática, virando de asombro a dureza, una inquebrantable dureza. No podía estar equivocado, era ella. La examinó de arriba abajo, la muchacha no había cambiado mucho. Seguía manteniendo el vigor de sus rubios cabellos. Su manera de vestir tampoco fue sustituido, continuaba usando esas ropas de segunda.

“Típico de una cacera de pueblo”

La muchacha quién vestía un vestido de un color completamente azul, bajó su mirada al sentir la fría y arisca mirada que Santiago le dirigía.

-Yo…yo no sabía que Don Bernardo tenía un nieto –Habló al fin la muchacha con cierta cortedad.

-¿Cómo?

-Sin ofender…pero...todos en el pueblo creíamos que Don Bernardo no tenía ningún pariente.

“¿Acaso no me reconoces Jessica?”

-No me ofende –Le dijo encogiéndose de hombros y siguiéndole el juego –Creo que es mejor. Igualmente quiero agradecerte por ofrecerte de donante.

-No…no debe agradecerme…yo lo hice…

-Claro…tienes toda la razón…yo no tengo el por qué de agradecerte…es lo mínimo que pueden hacer…tú y todas las personas de ese pueblito –Recalcó la última palabra de manera sátira –Ya que gracias a la benevolencia de mi abuelo, es que ustedes tienen donde vivir, ya que todos los de ahí…pues no son más que unos simples muertos de hambre –Finalizó realizando ciertos gestos con una de sus manos.

La muchacha quedó en shock. En su rostro denotaba la confusión y pavor, ante tales palabras que había escuchado. Unas lágrimas recorrieron sus mejillas, tomó su bolso del asiento y salió con rapidez.

Santiago escuchó los llantos de la joven por el pasillo. Cierto aire de tranquilidad comenzó a penetrar en su cuerpo. El sonido de las lágrimas serenaba su ambiente. Inhaló profundamente cerrando sus ojos, oler el aroma del lamento lo hacía sentir dichoso y poderoso. Podía incluso sentir como un aura de satisfacción emanaba de su ser. Realmente le agradaba esto.

La mano en su hombro lo hizo voltearse, encontrándose con su madre y Armando. Alexia lo observaba con cuidado. El menor se veía algo diferente y quería saber a qué se debía.

-Hijo…

-Todo está bien madre…todo está perfectamente bien –Le dijo con toda serenidad y un extraño brillo en sus ojos.

 

 

 

 

 

 

Desde el día anterior que no sabían nada del estado del mayor. La última vez que Santiago tuvo noticas, fue la noche anterior en la que <<conversó>> con Jessica. Estaban por ser pasado el mediodía y Miguel no les había dicho nada.

“¿Qué demonios sucede?” Pensó. Se levantó de su asiento y fue en busca de Miguel, su paciencia llegó al extremo de su límite. Estaba a un segundo de mandar a la china a todo el personal del hospital.

-¿Dónde está Miguel? –Le preguntó irritado a la secretaria.

-Está con pacientes…por favor tenga paciencia –Le respondió con el mismo tono, ya que había sido como la séptima vez que le hacía la misma pregunta en menos de una hora.

Santiago frunció el ceño. El carácter atrevido de la secretaria había sido la gota que llenó el vaso. Golpeó con fuerza la mesada con sus palmas. Haciendo que la mujer se estremeciera por tal inesperado acto.

-Me lleva diciendo lo mismo todo la mañana…y fui lo más paciente que pude…así que ahora necesito que me diga ¿¡Dónde demonios está Miguel!?

-Aquí estoy –Dijo una masculina voz por detrás del menor.

Este se volteó hacia él y lo encontró con un aspecto no tan agradable. Las ojeras pronunciadas revelaban que había trabajado toda la noche.

-Lamento no haber venido a darte noticias sobre tu abuelo…

-Deja tus disculpas para luego, lo que ahora quiero saber es como se encuentra.

-Hubo una complicación Santiago…nuestros intentos de reanimarlo fueron inútiles…no respondió al tratamiento, creemos que puede ser debido a la transfusión tardía que le hicimos.

-¿Creen? ¿Qué demonios?

 -Lo siento Santiago te fallé.

-¿No puede ser? –Susurró con temor. Rogaba en su ser para que no sea eso.

-Se ha ido –Soltó con voz apagada.

Santiago solo miraba. Buscando en el rostro del médico que le indicara que es una broma. Pero no lo encontraba., sino que vio como una gruesa lágrima cayó por el rostro de Miguel, entonces lo comprendió. En verdad…

-En verdad se fue.

Su cuerpo volvió a temblar. Su respiración comenzaba a acelerarse a un ritmo violento. Miguel comenzó a decirle muchas cosas, pero ninguno las comprendía.

Cayó al suelo sin darse cuenta. Escuchó como Miguel gritaba con desesperación. Varias voces inundaban en su alrededor de las cuales ninguno entendía, sin embargo, todo comenzó a tornarse silencioso y  teñirse un color negro. Era igual que la última vez. Cada sentimiento, razón y causa. Se volvía a repetir, igual que hace siete años.

Volvió a perder a otro ser elemental para él.

“No puede ser…no de nuevo”

Notas finales:

Dos muertos!!! Vamos por más!!! :D okno ._.

Lamento la demora...sé que debía actualizar el sábado pero tuve muchos contratiempos que me imposibilitaron hacerlo. En realidad, todo el fin de semana estuve fuera de casa y pues no tenía el capítulo para subirlo hasta hoy que al fin estoy en casa...

Trataré de subir el siguiente lo más rápido posible ya que culminaron mis semanas libres y pues debo de estar vuelta a la obligación...

Bueno eso es todo me despido...hasta la próxima...

Nos vemos...

Suerte y cuídense...!!! :)


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