Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Errores imperdonables por Jerrow

[Reviews - 19]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

CAPITULO 9

 

 

 

 

-Felicidades hijo –Esas fueron las primeras palabras que Alexia le dirigió a Santiago, quién en manos traía su título junto a una medalla de oro.

-Gracias madre –Respondió con tranquilidad.

Una mano se posó sobre su hombro, haciendo que Santiago se volteara. Se encontró con un joven rubio quién le ofrecía una bella sonrisa. Ricardo.

-Felicidades Santiago…te lo merecías –Le dijo sin borrar su sonrisa para luego soltar una carcajada –Rayos, me pasaste por poco, pero en fin me pasaste.

Santiago solo asintió con una leve sonrisa, su madre le indicó que era hora de irse.

 A medida que se dirigían hacia la salida fue rodeado de varios compañeros y profesores quienes le daban sus gratas felicitaciones.

En la puerta de entrada del salón de eventos, se encontraba Don Bernardo quién los esperaba con una amplia sonrisa y un pequeño obsequio en manos.

-Mi muchacho –Soltó con emoción para luego darle un cálido abrazo –Ya eres todo un profesional…

-Gracias abuelo –Le agradeció correspondiendo al abrazo.

Al separarse, el mayor lo observó por un tiempo en silencio, no pudo evitar que cierta lágrima se le escapara, cosa que a Santiago no le agradó.

-Te dije que no vinieras porque te ibas a emocionar más de lo necesario –Le reprochó con suavidad.

-¿Pero cómo no iba a hacerlo? –Le cuestionó fingiendo enojo –Mi adorado nieto, ya es todo un hombre hecho y derecho…por dios, que rápido pasa el tiempo.

-Lo que tú digas.

-Deja de ser tan aburrido y formal chico frio –Se burló Ricardo rodeando con su brazo el cuello de Santiago –Además…hoy es día de fiesta.

Santiago solo suspiró resignado, sabía que no podía hacer nada para cambiar de opinión. Todos fueron hacia el estacionamiento rumbo a su casa, para disfrutar de este “Día de fiesta” como había dicho su Ricardo.

Durante el trayecto Ricardo contaba todas las anécdotas divertidas que había pasado durante la universidad, a veces contaba una que otra ocasionada por Santiago, pero este solo observaba el paisaje pensativo ignorando la conversación.

El día de hoy había cumplido todas sus metas personales, ya era un Ingeniero industrial recibido con los mejores honores…se preguntaba si él se hubiese sentido orgulloso por sus logros obtenidos. Ya habían pasado 7 años desde entonces, pero aún lo recordaba.

Iba junto a él cada fin de semana para platicarle sobre todo lo que ocurría en su semana.

En este tiempo, todos en su alrededor había cambiado, su madre había encontrado a un hombre que le había vuelto a hacer sonreír como antes, cosa que a Santiago no le desagradaba, es más cuando su madre lo presentó a él, sintió como una carga desaparecía pues le agradaba verla feliz.

A pesar de esto, ella acudía frecuentemente a ver a su padre, al parecer para hacer lo mismo que hacia Santiago contarle todo lo que estaba pasando.

En cambio, él no había sufrido tantos cambios, todo el tiempo lo dedicaba a estudiar y a planear. Aún no todo podía quedar olvidado.

En la universidad conoció a Ricardo, al principio no le prestaba ninguna importancia, el hacer amigos no le llamaba la atención en lo absoluto. Pero el muchacho fue tan persistente que al final se resignó a aceptarlo. Toda su familia lo apreciaba mucho, al igual que Ricardo a ellos.

Sin embargo, sabía que había algo más detrás de Ricardo, algo que a pesar de intentar ocultárselo, lo había descubierto.

Frente al portón de la casa, Santiago se encontró con un gran pasacalle que poseía un mensaje un tanto vergonzoso para su gusto. “Felicidades Ingeniero Navarro…este es el fruto de un gran esfuerzo y dedicación…”

Colocó su mano sobre su rostro, definitivamente estaba rojo. Afuera de su casa se encontraban sus vecinos, quienes al verlo salir del auto comenzaron a aplaudir. Agradeció rápidamente a todos ellos e ingresó a su hogar rápidamente, la puerta de entrada se encontraba adornada con globos de diversos colores.

“Por dios…esto parece un cumpleaños infantil” pensó por sus adentros.

El interior de la casa no era muy distinto, estaba decorado también con globos y tiras de colores. Varios de sus vecinos entraron tras él y comenzó la “fiesta”. La mesa estaba adornada con un bello mantel blanco, en medio se encontraba un gran pastel con su nombre y el de Ricardo, rodeada con varios tipos de bocados.

-¿Qué te parece tu fiesta? –Le preguntó con cierta gracia Ricardo.

-Hubiera estado mejor si tan solo no hubiese tenido tanto adorno innecesario –Le contestó un tanto fastidiado por la situación –Al parecer mi mamá piensa que tengo diez años y no veintidós.

-Deja de ser tan amargado chico frio  –Dijo soltando una carcajada al ver la expresión de su amigo, sabía bien que odiaba que le dijera de así –Pero hablando enserio hoy debemos disfrutar…yo quiero disfrutar, hoy más que nunca.

Santiago lo miro sin entender a lo que refería, cuando iba a preguntarle escuchó una fuerte voz masculina que lo llamaba. Se volvió y se encontró con Armando. La pareja de su madre. El hombre se acercó a él y le revolvió el cabello, gesto que también Santiago odiaba.

-Perdón…perdón –Dijo sonriendo, alejándose del joven al ver la fulminante mirada que le dirigía a causa de ese gesto –Olvidaba que ya eres un Ingeniero…ahora debo de estrecharte la mano porque ya eres todo un hombre.

Santiago correspondió al gesto de su padrastro, al menos el hombre ya había aprendido.

-Gracias Armando –Agradeció casi en un susurro.

-Y dime ¿qué te parece el pastel que te hornee? –Le preguntó divertido –Porque lo hice con todo esmero, cariño y sudor. No espera, olvida lo último.

“Como siempre malos chistes” pensó Santiago, negó con la cabeza y una leve sonrisa se formó en su rostro.

El novio de su madre era un chef profesional. Trabajaba en uno de los restaurantes más caros y prestigiosos de la ciudad. Don Bernardo les había dicho que los llevarían a comer en el mejor restaurante de la ciudad. Cuando probaron la comida quedaron asombrados, pues el sabor era excepcional.

Cuando les presentaron a Armando, Santiago no pudo evitar soltar una soltar una leve sonrisa, pues el hombre había quedado inmóvil observando a su madre, allí supo que estaba interesado en ella. Armando era alto, de piel blanca y ojos grises, su cabello denotaba la gran cantidad de canas que poseía, pero aun así era un hombre elegante y apuesto.

 Además, tenía una virtud extraordinaria en la cocina, la cual Santiago admiraba; una capacidad muy mala de hacer bromas, esto no admiraba; pero sobre todo era perseverante, pues a pesar de las innumerables negativas que su madre le había dado cada vez que la invitaba a salir, nunca se dio por vencido. Al final, lo logró.

-Hagamos un brindis por nuestros chicos –Dijo Armando levantando una de las copas, lo que los presentes imitaron –Por un futuro lleno de éxitos. Salud

-Salud –Exclamaron los demás.

Al anochecer, ya solo quedaban unas cuantas personas en la casa, Ricardo estaba conversando con Armando y Alexia, mientras que Santiago estaba sentado en el sofá con Don Bernardo. En todos los años, nunca le había hablado sobre Petrón, lo cual Santiago agradecía, no quería saber nada de ese pueblo, al menos no por ahora.

-Casi lo olvidaba –Exclamó de repente Bernardo, mientras buscaba algo en los bolsillos de su chaqueta –Aquí esta.

Le tendió un pequeño obsequio envuelto en papeles de colores. Santiago tomó el pequeño regalo el cual era muy plano. Sacó la envoltura y al ver lo que contenía abrió fuertemente sus ojos, estaba bastante sorprendido.

Lo observó cuidadosamente. Era una fotografía suya y de su papá. Carlos lo alzaba con sus brazos, mientras el niño estaba con las manos al cielo. En la foto ambos estaban muy felices. Bernardo observaba cada reacción que hacia su nieto, sorpresa, melancolía y alegría.

-Creí que ya no quedaba ninguna foto de mi padre –Murmuró prácticamente para sí mismo.

-Lo había tomado aquella vez cuando fuimos de campo –El mayor lo había escuchado –Hace tiempo que la encontré pero no te la di porque creí que esta sería la mejor ocasión.

-Gracias abuelo –Los labios del menor temblaban ligeramente, se sentía muy emocionado de tener un recuerdo de su padre. Todas las fotografías que tenía habían sido calcinadas, pero el recuerdo siempre lo mantenía en su memoria.

-Ya se fueron los últimos invitados –Aviso Alexia quien venía con Armando tomándose de la mano, detrás de ellos estaba Ricardo –Ahora que solo estamos nosotros, necesito anunciarles algo.

Santiago y Don Bernardo no entendían, pero al ver la dicha que irradiaba el rostro de Alexia, empezaron a comprender de que se trataba.

-Don Bernardo, Hijo y también Ricardo, aunque ya lo sabes…quiero decirles que Armando y yo vamos a casarnos en tres meses.

-Felicidades Alexia –Le agasajo Bernardo levantándose del sofá para darle un gran abrazo, al igual que con Armando.

-Estoy tan contento por ti mamá –Abrazó a su madre e hizo lo mismo con Armando –Cuídala bien.

-Como siempre –Le dijo Armando esbozando una sonrisa mientras colocaba una mano sobre el hombro de Santiago –Pero ahora te debe tocar a ti ¿no crees?

-¿Cómo? –Le preguntó sin entender.

-Que te toca ahora a ti ser feliz con esa persona especial…

-Eso no es para mí…ni ahora ni nunca –Soltó con amargura desviando la mirada.

Santiago observó como la expresión de su amigo cambió radicalmente para luego salir del comedor, al parecer se había ido al segundo piso. Todos excepto Santiago se observaban entre sí, sabían lo que sucedía, pero también lo sabía el menor quien decidido fue tras él.

Lo encontró  en el balcón de la pieza que solía utilizar cuando se quedaba en la casa a estudiar, estaba apoyado a las rejas con la mirada perdida. Santiago se acercó lentamente hasta quedar al lado suyo.

-Buena vista ¿verdad? –Comentó el mayor sin mirarlo.

“Sabías que te seguiría” pensó.

-Creo que si –Respondió –Ricardo yo…

-Te amo –Le confesó se giró y lo observó a los ojos –Te amo Santiago…te amo desde hace tanto tiempo.

Santiago quedó inmóvil observando los bellos ojos azules del rubio. Debía admitirlo, Ricardo era un muchacho muy apuesto, tenía una piel blanca con facciones muy masculinas y atractivas, era más alto que él y también más fuerte, fruto de las continuas idas al gimnasio.

-Yo hace tiempo que…que lo sospechaba –Ricardo quedó sorprendido ante esto, no esperaba que Santiago ya supiese sus sentimientos.

-¿Y yo te gusto?

-Lo siento Ricardo…pero yo…yo no puedo, tu eres una increíble persona, te mereces a alguien…-El dedo que colocó el mayor por sus labios le impidió hablar.

-No me digas que yo merezco a alguien mejor –Le dijo con una gran seriedad –Porque eres tú lo que necesito.

-Ricardo…

El mayor sacó de su bolsillo una fotografía recortada de un periódico. Y se la entregó. Santiago quedó sorprendido, en el diario estaba él, de cuando era solo un niño, estaba recibiendo una mención de las manos del que en su tiempo de escuela fue su director, un reportero había tomado la foto para su periódico. Recordaba bien el título. “La primera promoción de la escuela Reibit y el primer mejor alumno”.

-¿De dónde sacaste esto?

-Investigaciones –Respondió –Esa foto me gusta mucho.

-¿Por qué? –Le cuestionó confundido ¿Desde cuando investigaba cosas sobre él?

-Porque esa foto revela lo que siempre supe…que posees una bella sonrisa Santiago o como eras antes Efraín… –Se acercó lentamente al menor hasta quedar a pocos centímetros de su rostro –No sé lo que sucedió antes de que llegaras aquí, pero estoy seguro que antes eras muy diferente.

-Yo…-No sabía que responder, nunca había tenido a Ricardo tan cerca suyo.

-Yo quiero ver esa sonrisa y esa alegría que transmites en esta foto…yo quiero hacerte feliz Santiago –Colocó su mano suavemente su rostro –Yo quiero que se seas mi pareja… que seas mi novio.

Ricardo rompió la escasa distancia que los separaban, sintiendo los suaves labios que hacia tanto tiempo quiso probar. Lentamente comenzó a moverse incitando al menor que hiciera lo mismo. Santiago comenzó a moverse, correspondiendo al beso, la forma como Ricardo se movía le gustaba, en definitiva el mayor besaba muy bien.

Los recuerdos de lo sucedido en el lago lo hicieron reaccionar. El beso, sus ex amigos…su padre. Todo volvió a cobrar vida en ese instante. Apartó con brusquedad a Ricardo, quién quedó confundido ante tal acto.

-Yo…yo…lo siento.

-No tienes que disculparte, además fui yo quien te bese –Mencionó con cierta tristeza, se dio media vuelta quedando frente a la habitación.

-Ricardo…perdóname…

-Mañana me regreso a Australia –Anunció –Mis padres me necesitan…por eso quiero compartir al máximo este día…contigo.

-¿Cuándo volverás? –Santiago sintió un fuerte dolor en el pecho…temía que la respuesta no sea buena.

-No lo haré por un tiempo…pero voy a volver, porque necesito escuchar tu respuesta –Se volvió hacia Santiago, quién vio como una gruesa lágrima recorría el rostro del rubio –Por favor…cuando vuelva dime lo que sientes por mi…

Dicho esto, Ricardo se retiró. Santiago aún no se recuperaba de toda la información que recibió. Recordó la foto que sostenía en una de sus manos, las palabras que le había dicho Ricardo resonaban en su mente. “Quiero hacerte feliz”.

-Cuando vuelvas de tu viaje…te voy a responder…

Y con esto salió de la habitación. Haría que el último día de Ricardo en el país sea el más agradable.

 

 

 

 

 

 

Ricardo había viajado a Australia hace ya casi un mes. Prácticamente todos los días se comunicaba con Santiago, ya sea por teléfono o por chat, el horario era variable, a veces por la mañana otras por la noche.

Santiago se encontraba regresando a su hogar en su automóvil. Había estado prácticamente toda la mañana visitando a su padre, estar junto a él le daba cierto aire de paz, pero debía regresar, le prometió a su madre preparar el almuerzo ese día. Gracias a todas las enseñanzas que recibió de parte de Armando sabia preparar una amplia variedad de comidas.

Se encontró a su madre divirtiéndose en el jardín con sus rosas. El jardín de la casa estaba repleto, lleno de vida verde, que le daba un aire vivo y fresco a la casa. La saludo y fue para su cuarto, al estar frente a la puerta de su habitación escuchó el sonido del teléfono.

-Hijo teléfono –Grito Alexia a lo lejos.

-Voy.

-Buenas ¿Es usted pariente del señor Bernardo Navarro? –Le preguntó una voz femenina en el teléfono.

-Si…es mi abuelo –respondió -¿Quién es usted?

Alexia escuchó la fuerte voz de su hijo quien parecía estar alterado. Fue corriendo hacia la sala.

-Hijo ¿qué sucede? –Preguntó preocupada nada más llegar junto a él.

Santiago cortó la llamada. Se volteó hacia ella con su cuerpo temblando. Alexia se acercó a él espantada, hace tanto tiempo que no había visto a Santiago de esa manera. Tiró suavemente del brazo de su hijo y lo llevó hacia el sofá para que se sentara.

-Santiago ¿qué ocurrió? –Alexia comenzaba a desesperarse, la expresión de su hijo la inquietaba.

-El abuelo mamá…el abuelo sufrió un terrible accidente.

Notas finales:

Hasta aquí el cap. 9

No estoy seguro si les parece lo que ocurrió...pero quiero resaltar que esto ya lo había pensado desde hace años (sí años...este fic lo empecé a escribir en el 2011 O.O) y pues la trama era de esta manera...

Pero no se preocupen...sus deseos serán concedidos :P

Ah por cierto...gracias por sus deseos...mis exámenes y trabajos me salieron súper bien...tengo dos semanas de libertad jaja...

El capítulo 10 creo que será el sábado...

Bueno...me despido de todos...

Nos leemos pronto

Suerte y cuídense :) 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).