Caminé hacia el salón intentando ocultar la rabia y la tristeza. Al entrar, Sucrette me saludo con una sonrisa
-Buenos días Nath
-Buenos días. Respondí sin mucho ánimo
-¿Sucedió algo? Te vez un poco decaído
-Estoy bien, solo un poco cansado. Dije intentando lucir menos triste.
Parecía que iba a decir algo pero el profesor la interrumpió y tuvimos que seguir con la clase. De todas formas no puse demasiada atención, y termine pensando en que tendría que decirle adiós a todos mis amigos. Suspire e intente mantenerme lo más tranquilo que pude por el resto del día.
Al final de las clases me despedí de Sucrette, Armin y Alexy que estaban con ella y me dirigí a la sala de delegados donde por cierto aún tenía una pila de papeles que atender. Suspire como por enésima vez en el día y comencé a trabajar hasta que cinco minutos después alguien golpeo la puerta.
-¿Nathaniel?
La voz de Lysandro se escuchó del otro lado de la puerta mientras este la abría ligeramente.
-¿Necesitas algo? Pregunte con la cortesía con la que el albino solía tratarme
-El sótano tiene un candado nuevo.
Asentí y busque entre los cajones una pequeña llave dorada.
-Asegúrate de poner el candado de nuevo al final o si no la directora notara que alguien estuvo ahí
El simplemente me dedico una de sus típicas enigmáticas sonrisas, un agradecimiento y luego se fue.
Suspiré de nuevo y seguí con la pila de papeles que tenía delante.
-Mierda. Estaba agotado y la estúpida pila no estaba ni a la mitad. Pero lo peor es que ya estaba bastante tarde, eran casi las diez y estaba seguro que si no me iba ahora, mi padre me mataría.
Tome mis cosas y me dirigí a la salida viendo como todo se encontraba oscuro y solitario.
Serán 30 minutos hasta mi casa si camino rápido y 15 si corro. Me pase una mano por el cabello y me dispuse a correr hasta que un pequeño sonido me distrajo. Caminé hasta unos arbustos donde un pequeño e indefenso gato maullaba quizá por el hambre o por la herida en el lomo.
Lo tome con delicadeza y lo puse contra mi pecho. Maldecía por lo bajo, no podía llevarlo a casa por las alergias de mi madre, pero tampoco lo podía dejar ahí en el frio de la noche sin alimento y con aquella herida que lucía profunda. Quizá podía pedirle a alguien que lo cuide pero tendría que esperar hasta mañana.
-¿Delegado de tercera?
Voltee mi mirada lentamente esperando no tener que encontrarme con los estúpidos ojos grises de cierto estúpido.
-¿Qué tienes ahí? Continúo con su típica sonrisa sarcástica
-Nada que a ti o a tu egoísmo les importe. Respondí con intención de dirigirme a casa.
Pude escuchar como sus pasos se acercaban lentamente a mi. Probablemente iba a golpearme, así que intente proteger al indefenso animal cubriéndolo con los brazos. Sin embargo sus acciones no fueron esas.
Castiel me volteo con brusquedad y agacho su cabeza a la altura del gato para luego acariciarlo delicadamente.
-No pensé que te dejaran tener animales. Dijo con un tono suave que no escuchaba hace tiempo
-No lo hacen. Respondí con algo de amargura
El simplemente se levantó y comenzó a caminar hacia su eterna motocicleta negra.
-Deja de mirar y súbete. Dijo con su típico tono de enojo
Yo me quede parado ahí, aun con el gato entre mis brazos y una ceja levantada esperando a que Castiel comenzara a reírse por mi incredulidad, me insultara y se fuera.
-Rápido que no tengo toda la noche. Continuo mientras se quitaba su chaqueta de cuero y me la aventaba en la cara.
Yo simplemente me acerque aun dudoso y con la cara adolorida por el golpe de la pesada chaqueta de cuero preguntándome quien estaba más loco: El por dejarme subir en su motocicleta, o yo por estar subiéndome en ella.
Luego de subirme y enrollar al gato en la chaqueta de cuero, pase el brazo que tenía libre por la cintura de Castiel, el cual no había dicho nada en todo el rato. Solo acelero y comenzó a conducir en dirección a mi casa.
Supongo que aún se acuerda de donde vivo, solía ir bastante cuando éramos amigos. Después de clase iba a mi casa para tocar la guitarra y le solía ayudar a componer canciones, jugábamos video juegos y ´´hacíamos los deberes´´ Todo antes del incidente de Debrah.
No voy a mentir, debí ser más maduro y hablar con él, pero estaba demasiado enojado y con el ojo inflamado para tener una conversación civilizada. Después de todo lo que habíamos pasado juntos, el simplemente dejo que unas cuantas palabras de su novia derrumbaran años de amistad.
No pude evitar apretar la cintura de Castiel hasta que llegamos unas casas cerca de mi casa. Me baje de la motocicleta e intente pensar que decirle.
-Dámelo
-¿Huh?
-El gato. Dijo mientras estiraba el brazo para que le entregara el pequeño gato aun enrollado en su chaqueta.
-Pensé que tenías un perro. Le dije sin fiarme
-Lo tengo, pero no significa que se lo va a comer. Además el Sr. Perfecto no puede llegar a casa con un animal, ¿o si? Su tono era diferente y casi pude notar una pequeña sonrisa en sus labios.
Suspire derrotado mientras le entregaba delicadamente aquel pequeño gato.
-Estará bien. Dijo de la nada mientras pasaba su mano por mi cabello.
Sonrojado y a punto de decirle algo vi como acomodaba al gato en sus piernas y aceleraba dejando solo el eco del motor de la motocicleta.
-Estúpido pelirrojo de bote. Susurré para mí mismo aun con las mejillas rojas