-¿Están bromeando cierto? Pregunte mientras me reía ligeramente tratando de esconder mi desesperación.
Mi padre simplemente ignoro la pregunta mientras la sonrisa de mi madre se desvanecía poco a poco igual que la mía.
-Pensé que lo tomarías mejor que Amber. Dijo mi padre con un tono más enojado que antes.
-¿Amber ya lo sabía? Pregunte molesto pero aun confundido
-Se lo dijimos esta mañana. También te lo íbamos a decir pero ya te habías ido cuando se lo dijimos. Respondió mi madre intentando aligerar el ambiente.
Yo solo me dirigí a mi cuarto si escuchar el reclamo de mis padres. Cerré la puerta con llave y me tire a la cama mientras cientos de preguntas se amontonaban en mi mente. ¿A dónde iríamos?, ¿Cuándo nos iríamos?, ¿Por qué no iríamos?
Golpee mi cabeza contra la almohada esperando a que eso respondiera mis preguntas, pero en lugar de eso, solo conseguí romper un poco la almohada y un ligero dolor en mi cabeza. Al final solo me quede dormido, esta vez deseando no soñar con nada, no quería recordar que si me iba no podría ver a Castiel de nuevo.
-Mierda. Me repetía mientras corría de un lado a otro intentando prepararme para ir al instituto. –Solo tengo 10 minutos para llegar.
Corrí a la cocina mientras me ponía mi corbata e intentaba que todos los libros que llevaba en la mano no se cayeran.
-Hijo. Llamo mi madre
Yo solo levante la cabeza mientras me metía un trozo de tostada en la boca.
-Te importaría sentarte. Dijo mientras me hacía señas para que me sentara junto a ella en la mesa del comedor.
-Si lo hago llegare tarde. Respondí mientras me ponía los zapatos y me dirigía a la puerta.
-No iras la primera hora. Dijo mi padre sentándose junto a mi madre en la mesa con su típico tono autoritario
Los mire con confusión pero la mirada de mi padre me decía que era mejor obedecer.
-Solo te diremos los detalles de la mudanza, luego podrás irte. Dijo mi madre lo mas calmada que pudo.
Yo solo asentí y escuche.
Nos iríamos a Nueva York, en dos o tres meses por el trabajo de mi padre. Eso fue lo único escuche, el resto fueron detalles que no me importaron. Nos iríamos del lugar donde nací y el único lugar que me gustaba, esa fue mi conclusión
-Todo va a estar bien. Aseguro mi madre. –Lo prometo.
También me prometiste que tendría un gato cuando tenía dos años, en lugar de eso me dieron una víbora que aseguraban era mi hermana. Tus promesas no valen nada pensé en mi camino al instituto.
Cuando llegue ya podía sentir como la migraña empezaba.
Había una montaña de papeles del día anterior y la directora a punto de colapsar por culpa de Castiel.
-Nathaniel, te dejo a Castiel para que le aclares las reglas de este instituto. Y dicho dejo al pelirrojo mientras cerraba de un portazo la puerta.
Suspire pesadamente y pregunte lo mas cortésmente posible:
-¿Qué hiciste está vez?
-No te importa, delegado de tercera. Respondió casi como si intentara golpearme también con sus palabras
Chasquee la lengua mientras me sentaba en mi silla y buscaba uno de los famosos justificantes de ausencia entre la montaña de papeles para que firmara.
-Sí que luces mal delegado. Ser el esclavo de la directora sí que te sienta mal. Dijo con una sonrisa sarcástica
-Solo serán los próximos tres meses. Dije sin darme cuenta.
-¿Huh? No me digas que te aburriste de ser un delegado de tercera
-No. Dije secamente. –Simplemente me iré del instituto. Continúe lo mas casual que pude, intentando ocultar el nudo que se estaba formando en mi garganta.
Ambos permanecimos en silencio mientras buscaba el justificante.
-Ya no tendrás que aguantar al delegado de tercera. Dije mientras le entregaba en justificante y me dirigía rápidamente a mi salón. Después de todo eso era para él: Un simple delegado de tercera