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Somewhere I Belong por Nao_Ran

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Notas del capitulo:

Hola! ya es sábado (y me he saltado la actualización del miércoles, lo siento... pero tuve una semana de locos en el trabajo y no he tenido energías realmente para nada más que no sea comer o dormir xD) y es el momento de subir el penúltimo capítulo! 


Y como he leído en los RW (que como siempre serán respondidos de inmediato!) si en el anterior odiaron a Potter... creo que en este me van a matar... o querrán matarlo a él, quizás las dos xD.


Un saludo a todos lo que se pasan a leer esta historia, a los que comentan y a los que dejan su cometario, a los que apoyan y dicen que esta bueno este fic... me alegra un montón, mucho!


Gracias a todos! Nos leemos en la próxima actualización. 


:3

Capítulo 8

XXIII

 

Era martes y con ese se cumplían siete días exactos desde su encuentro con Zabini y el seguimiento que lo llevó hasta el departamento de Malfoy a escuchar su confesión de amor. La constante presencia del rubio fuera de su casa y el encierro tenían sus nervios destrozados por lo que decidió que ese día saldría de allí porque un segundo más en Grimmauld Place iba a volverlo loco. Hecho una última mirada a la calle y Draco no estaba, por lo que con ánimos renovados se dio una ducha relámpago y luego de vestirse con zapatillas, jeans y una sudadera con capucha se metió a la chimenea y pronunció, con ganas, 'La Madriguera'.  

Al llegar lo recibió el olor de un contundente desayuno y al entrar a la cocina solo estaba George, Ginny, la señora y el señor Weasley. Luego de saludar preguntó por Ron, y le informaron que estaba de turno en el ministerio, de pasada se enteró que Hermione había asistido a una audiencia en el Wizengamot. Sus esperanzas de hablar de cualquier estupidez se vieron truncadas y mientras bebía una taza de café recordó a Teddy y todas las tardes en que no lo había visitado. Despidiéndose con una sonrisa en la boca que le estaba costando horrores mantener se metió de nuevo a la chimenea con rumbo a la casa de Andrómeda y Teddy.

Al salir de ella se topó de lleno con la sala de la mujer. Quitó el polvo de su ropa y se encaminó hasta la cocina.

-¿Andrómeda? -llamó al no encontrarla donde pensó que estaría. Giró sobre sus pasos y cuando estaba a punto de salir al jardín escuchó la voz de la dueña de casa a su espalda.

-Harry! que sorpresa!  

-Hola! -contestó con una sonrisa falsa.-He venido por Teddy.

Andrómeda lo miró un poco extrañada porque Harry siempre avisaba antes de llegar, por lo que la improvisada visita se le hacía extraña. Pero rápidamente pensó que él era padrino de su nieto por lo que tenía todo el derecho de verlo cuando quisiera, sin tener que anunciarse como si fuera un completo desconocido dentro de su casa.

-Pues está arriba, con Draco... es realmente increíble que los dos hubieran decido venir el mismo día a ver a Teddy.

Potter abrió los ojos completamente sorprendido. Eso no podía ser verdad, sus oídos había escuchado mal, Andrómeda no podía estar diciendo ese nombre! ¡¿En qué especie de extraño y loco sueño estaba para haber juntado a Andrómeda, Draco y Teddy en el mismo lugar?!

-Draco? –preguntó solo porque su cerebro no pudo formular nada mejor.

-Sí, Draco.

-Qué Draco?

-Draco Malfoy. –respondió con cierto tono de incomprensión al no entender el extraño comportamiento del joven jugador.

-¿Draco Malfoy?

-Sí Harry!-contestó exasperada por tanta pregunta obvia- Draco Malfoy, mi sobrino, hijo de Narcissa, mi hermana! Por si lo has olvidado!

-¿Y por qué?- el pánico se escuchó en su voz y la mujer lo miró asombrada por lo que sus oídos escuchaban. Desde que conocía a Harry jamás lo había visto actuar de esa manera tan poco natural y por sobre todo a punto de entrar en pánico. Él siempre actuaba de manera tranquila y relajada, como dando a conocer al mundo que el hecho de ser el ‘salvador’ no tenía nada que ver con su persona de la actualidad.

-Siempre viene una o dos veces al mes a ver a su primo, Teddy... él y Ninphadora eran primos y por lo tanto Teddy también...

Harry estaba hiperventilando. Él no sabía que Draco visitaba a Teddy, Andrómeda nunca se lo había comentado y la noticia le caía como balde de agua fría sobre su cabeza. El rubio tampoco, jamás, en ninguno de sus encuentros le comentó que mantenía lazos con su tía repudiada por haberse casado con un hijo de muggles… y repentinamente se dio cuenta de que aparte de la música y de los cómodos silencios entre ellos, las charlas nunca habían sido conducidas a terrenos más privados, solo sus experiencias en la guerra, el quidditch y la música.

Recordó que una vez leyó en el diario que Malfoy estaba de novio con una chiquilla de elite, igual que él, que incluso se hablaba de un matrimonio… Draco nunca le preguntó si le gustaba alguien, jamás le hablo de su corta relación con Ginny, de las otras chicas que alguna vez le habían gustado… y un montón de cosas parecidas comenzaron una tormenta en su cabeza, revolviendo recuerdos y sentimientos que él realmente quería sepultar.

 ¿Qué hacía? Que mierda hacía ahora?!

-Hola Harry... -miró por sobre el hombro de la dueña de casa y vio como Draco sostenía a un Teddy cómodamente acurrucado en los brazos.

Oh por Merlín.

Draco.

Y el torbellino de pensamientos desapareció tan rápido como había comenzado. Simplemente todo era eclipsado por la presencia de Draco… y el miedo fue lo único que sobrevivió a la impresión, sin que él lograra controlarlo. Dio media vuelta y corrió hasta la puerta para salir de ahí sin siquiera decir nada. No iba a esperar que otras palabras escaparan de la boca del mago medio vampiro y salió lo más rápido que pudo de la casa. Y Draco, quién hubiera esperado cualquier reacción menos otra huida descarada e infantil, le entregó en un segundo al niño a su abuela y al siguiente salía disparado detrás del jugador, sintiendo como el nerviosismo por ver otra vez a Harry se transformaba en un solo segundo en enfado que rallaba la tristeza.

-Harry! no corras maldita sea! -gritó Malfoy detrás de él mientras intentaba darle alcance antes de que el moreno saliera de los límites de la propiedad de su tía y pudiera usar la aparición.

Potter ni siquiera contestó, lo único que su cabeza procesaba era la orden de correr lo más veloz que pudiera. No contó con el hecho de que por ser un vampiro Draco era mucho más rápido que él y tres o cuatro segundos después de haberlo escuchado gritar, el rubio ya lo tenía fuertemente abrazado, deteniendo su marcha abruptamente, haciéndolo sentir como si se hubiera congelado por el solo hecho de sentir sus brazos rodear su cuerpo.

-Te dije que no podías escapar de mí. –y la voz que escuchó se incrustó en su interior abriendo la herida de ese encuentro tan terriblemente placentero que había despedazado su mundana existencia sin que pidiera volver a unir los trozos de ésta, todo por la separación que impuso entre su corazón y Draco.

Harry comenzó a forcejear de inmediato con el otro dándole fuertes golpes en los brazos y el pecho para escaparse de él y todo lo que lo estaba inundando en ese momento. No podía, simplemente no podía sentir la piel del rubio tocando la suya sin recordar los momentos que pasaron juntos en un colchón con sábanas blancas atiborradas de sangre y semen. Draco, por su parte, no se alejaba ni esquivaba ninguno de ellos, solo se proponía seguir fuertemente anclado a su cintura para evitar que escapara de él... principalmente porque tenerlo un día más alejado de su presencia lo haría morir de angustia y desesperación. Para el músico no había nada más importante en ese momento que Harry y hacerle entrar en razón, ni siquiera el hecho de que su tía Andrómeda estaba observando todo desde el porche de la casa con Teddy en los brazos sin poder creer lo que ocurría en su jardín.

-No quiero verte! desaparece! lárgate y no me toques!! -exigía Harry al borde del colapso por la cercanía del Draco, su perfume y el frío de sus manos que a pesar de todo quemaban todas las partes de su cuerpo que tocaban- ¡Vete a la mierda! ¡Déjame Malfoy, no quiero verte!

-No me iré... –intentó que su voz se escuchará tranquila y pausada,  contrastando completamente con el tonó de ira y frustración que dejaba escuchar el salvador.-Tenemos que hablar, tranquilízate por favor y hablemos... sólo tienes escúchame Harry y solucionaremos todo...

-No tengo nada que escuchar! no quiero volver a verte! jamás! No sé qué ideas raras tendrás en la cabeza pero yo no quiero nada contigo, ni ahora ni nunca! Así que suéltame ya!

Draco, temiendo que Harry se pusiera más y más violento decidió realizar una jugada osada y que esperaba no fuera visible para la mujer mayor por la distancia. Para calmar al buscador puso sus manos en cada mejilla y lo acercó hasta besarlo con calma, esperando tranquilizarlo un poco por lo menos por la sorpresa de ese acto tan inesperado.

-Cálmate y respira... –le dijo mientras Harry guardaba silencio a la vez que le lanzaba una mirada de odio profundo por la licencia que se había tomado sin siquiera preguntarle, todo con la sola intención de no dejar entrever que ese corto e ínfimo beso le había llegado hasta la parte más honda de su corazón, deteniéndolo otra vez del puro nerviosismo- tenemos que hablar Harry y de nada sirve que escapes esta vez.

-No estoy escapando –le rebatió de inmediato molesto por advertir que seguía siendo voluble ante la voz profunda del rubio- sólo no quiero verte ni saber nada de ti ¿es tan difícil de que lo entiendas?

-Por supuesto que es difícil para mí comprender porque simplemente no te creo -le contestó Draco paciente- no lo dices en serio, puedo leerlo en tus ojos.

-Mis ojos no dicen ni una mierda! Maldita sea! ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué simplemente no desapareces y me dejas solo, como siempre he estado?

El rubio suspiró pesado, Harry en ese momento lo miraba pidiendo explicaciones que desde un inicio se había negado a recibir. ¿Cuál era la mejor manera de entablar una conversación civilizada con un Potter a punto de explotar? No tenía ni la más mínima idea, aun así, no iba a claudicar.

-Sé que tienes miedo Harry, -comentó tratando de ganar un momento de respiro en esa discusión que parecía sin sentido- yo también lo tengo... como te dije hace días esto que tenemos...

-Nosotros no tenemos nada -le corrigió molesto.

-Si tenemos algo... o mucho más que algo... y no porque lo niegues va a desaparecer.

La molestia aún permanecía dentro del jugador y se alejó un paso del rubio esperando que este aflojara el agarre… tenerlo tan cerca realmente estaba provocando estragos en él.

-No voy a correr -le dijo serio- así que suéltame.

-Lo prometes?

-Yo no tengo que prometerte nada. Debería bastarte con mi palabra.

Draco rogó a Merlín por paciencia y soltó a Harry quien se acomodó la sudadera. La mirada de hostilidad no mermaba y por un momento el rubio pensó, sinceramente, que iba a perder esa batalla.

-¿Por qué estás tan molesto conmigo? Qué te hice para que reacciones así si cuando fuiste a mi casa estábamos bien, tan bien Harry...?

-¡¡Es por eso mismo que te odio!!  -respondió furibundo-Yo estaba bien antes de ir a tu casa! no! -se corrigió de inmediato- me encontraba perfectamente hasta que te vi en ese puto elevador del ministerio, e incluso hasta cuando hablamos en mi cumpleaños pero después de eso... todo se volvió extraño y la música, tu presencia... y luego hicimos todas esas cosas y....

-Yo no te obligué a nada... -acotó con obviedad.

-¡Ese es el problema, que no me obligaste! -al parecer el ataque de furia estaba lejos de terminar y lo que más impresionaba al rubio era que no sabía si ese odio estaba dirigido a él, o era un odio que sentía Harry hacia sí mismo o una mezcla de ambos.- yo lo hice por propia voluntad, porque algo dentro de mí me gritaba que tenía que estar contigo, pero después de eso toda mi vida se volteó de cabeza y no sé… no sé qué hacer...  

-Mi vida también está de cabeza, -le contestó Draco para darle a conocer a Harry que no era el único de los dos que estaba confundido y hasta cierto punto disperso- yo nunca podría haberme imaginado que llegaríamos hasta aquí... que verte en el ministerio y luego aceptar la invitación a la fiesta de tu cumpleaños iba a acarrear toda esta situación pero que quieres que haga? -preguntó- si ya estoy irremediablemente enamorado de ti...

-El amor no existe Draco, ni tampoco es para siempre-pronunció con molestia por el atrevimiento de esa confesión que parecía seria y de verdad pero que él simplemente no podía creer.

-Mi amor por ti si existe y por supuesto que es para siempre... ¿Por qué no querría estar contigo hasta el día de mi muerte? -Preguntó retoricó- yo te amo Harry, jamás mentiría con esto… tienes que creerme.

-Tú no me amas Malfoy -soltó con desprecio porque nadie en su vida le había dicho que lo amaba y mantuvo ese sentimiento con el pasar de los años. Sus padres muertos, Sirius asesinado… Ginny timada diciéndole ‘te amo’ pero que fue porque estaba a punto de morir… y Draco… Draco solo le decía eso porque se había hecho adicto a su sangre. Solo aquello lo había llevado a esa confesión. - tú no puedes amar a nadie porque eres un mortífago.

Draco se tocó el brazo izquierdo de inmediato como acto reflejo pasmado y desconcertado por las palabras que acaba de escuchar. Miró sorprendido a Harry quien le respondía con una mirada que había mutado de la molestia y desdén al arrepentimiento por la magnitud de las palabras que soltó con la intención de herir a Draco y que esté se diera por vencido con él y dejara de jugar con su mente y su inservible corazón. Lo que no previno fueron los ojos afligidos, angustiados y avergonzados con los cuales el rubio lo observó por unos cortos dos o tres segundos, haciéndolo recordar todas las confesiones que le había hecho durante sus reuniones al son de la música: “muchas veces quise desaparecer, dejar de existir, no tener padre o madre porque el dolor y la degradación a las que  fui sometido por el lord eran tan terribles como ver a la profesora Burbage siendo devorada viva por la pitón del amo… está marca en mi brazo estará todos los días recordándome que fui un cobarde y que a pesar de todo no hice nada bueno con mi vida en ese momento… el terror me paralizó y si no hubiera sido por ti, realmente, no estaría vivo en este momento, bebiendo una cerveza, tocando piano para tan solo agradecerte que me has salvado de todas las maneras en que una persona puede ser salvada Harry… y eso tampoco jamás lo olvidaré”  - yo no... –intentó disculparse por haber tocado la única fibra que sabía realmente resquebrajaba la fortaleza que Draco había construido a su alrededor. Su egoísmo de intentar protegerse de los sentimientos ajenos que amenazaban su cordura, como esa confesión de amor, lo hacían olvidar rápidamente que a pesar de los nuevos talentos del rubio este seguía siendo un hombre, un joven que sufrió al igual que él en los años de la guerra y que solo intentaba seguir adelante, perseguir sus sueños.

Supo que había cometido un error peor que haber escapado la mañana que le siguió a todas esas horas de sexo desenfrenado… simplemente con una frase producto del egoísmo destrozó la cicatriz que llevaba Draco en su corazón y que solo le había mostrado a él, en una sola noche de debilidad.

-Entonces es por eso…  -le dijo el rubio cambiando automáticamente de comprensivo a modo 'encabronado', principalmente por sentirse completamente herido y casi traicionado por las palabras que Harry había soltado sin ningún tipo de delicadeza o empatía, con el solo hecho de hacerlo sufrir- Es porque soy Draco Malfoy, un maldito mortífago de mierda y asesino que no quieres estar  conmigo, -el sonido de su voz había dejado de ser conciliador para volverse frio y distante, como ni siquiera le había hablado en sus peores momentos de pelea o discusión que tuvieron alguna vez en la escuela, y es que el hecho de escuchar aquellas palabras abandonar esa boca que él amaba tanto lo hizo sentir pobre y miserable en un solo segundo- porque no soy perfecto, porque estoy en la lista negra de todos los magos del universo... Porque no soy tan idolatrado, ni humilde ni carismático como un puto Weasley, esos que si amas por sobre todas las cosas en este mundo… es por eso que no quieres estar conmigo… porque no soy lo mejor para el gran héroe que se supone que eres, no soy nadie, no me consideras digno de ti ni de aquellos que dices son tu familia, no tengo cabida en tu fantástico y maravilloso mundo de héroe, ni nunca lo tendré -y lo siguiente que salió de su boca fue para que Harry entendiera de una vez, dejando de culparlo,  que realmente él jamás lo había obligado a nada y que todo lo que había pasado entre ellos fue porque así lo habían querido no solo esa noche, sino que desde el momento en que sus ojos se habían cruzado dentro del cubículo del ascensor en el ministerio- solo quiero recordarte, Potter, que hace una semana, mientras abrías las piernas para mí, el hecho de ser mortífago no te importaba en lo absoluto… lo único que pedias en ese momento era en que la metiera fuerte y que no te soltara jamás… y sabes perfectamente que no estoy mintiendo.

Harry estaba tan avergonzado por el recuerdo que fue incapaz de sostenerle la mirada al rubio y este, inmensamente molesto, dio un paso alejándose de él y largarse para dejar de perder el tiempo en esa discusión que se había vuelto tan dolorosa para él que estaba haciendo grandes esfuerzos por no perder la compostura y mostrarse todo lo derrotado que se sentía momento.

-Para ti ni siquiera mi amor es suficiente... -le dijo con voz dolida- nada parece ser nunca suficiente para agradar al niño que vivió y triunfó dos veces… gracias por hacerme entender que yo simplemente no sirvo para ti.

Harry, al segundo siguiente, fue consiente de la magia de Draco desaparecer, dejándolo a él sin un mísero recuerdo de su presencia. Al mirar al frente se encontró con el espacio del basto jardín de Andrómeda sin la figura del rubio y respiró profundo, sin lograr sentir en ningún momento el increíble aroma del perfume que usaba el rubio y que a él tanto le gustaba. Todo se había desvanecido, inclusive las palabras de amor que Draco había pronunciado, porque al igual que su esencia, el viento se había llevado su confesión, disipando para siempre su existencia. Cerró los ojos ante el torbellino de pensamientos que le colmaban la mente y no supo realmente que hacer.

Muy bien. Se ha ido.

Para siempre.

 

XXIV

 

Sacudió la cabeza para alejar cualquier pensamiento relacionado al ex mortífago y, cuadrando los hombros, se encaminó de vuelta a la casa de la mujer mayor. Sabía que todo había acabado, quizás su última frase había estado de más, pero si no hubiera hecho eso tendría a Malfoy frente a él, mintiéndole descaradamente otra vez y no podía seguir en su juego un segundo más. Teddy, tan hiperactivo como siempre, salió a su encuentro y se lanzó a sus brazos sin el más mínimo cuidado con la intención de abarcar toda la atención de su padrino. Harry sonrió y pasó por al lado de la anciana sin decir nada, como si la escena anterior no se hubiera dado jamás. Ella estuvo tentada a preguntarle que había sido lo anterior, pero prefirió guardar silencio. A pesar de lo sospechoso de todo sabía que tanto como Harry y Draco eran adultos y probablemente tenía desavenencias que solucionar… aunque la escena anterior distaba mucho de parecer una simple ‘desacuerdo’, pues Draco simplemente había desaparecido sin siquiera despedirse de su primo menor.

-Harry, ¿quieres almorzar?  -preguntó Andrómeda solo por hacerlo. Lo que no se esperaba era la sonrisa radiante, que nunca vio antes, con la que el chico había aceptado su invitación.

La tarde se pasó mayoritariamente con los juegos entre Harry y Teddy, y a la mujer se le olvidó el encuentro de horas antes. Harry actuaba como siempre, se reía igual y atendía a su ahijado como todas las veces que estaban juntos. Teddy se le montaba encina y le exigía muestras de magia que le eran divertidas y alucinantes. Para Harry cualquier cosa que significara la felicidad del chiquillo era algo que haría sin pensar, incluso aunque significara bañarlo para hacerlo dormir. Esa era una lucha casi monumental, pero que disfrutó por ser un momento de relajo y convivencia entre padrino y ahijado sin otros seres humanos de por medio. Cuando el niño ya estuvo listo para dormir lo acurrucó en sus brazos y comenzó a mecerlo en silencio.

El silencio, la tranquilidad de la casa y el cariño y paz que sentía al arrullar a Teddy hicieron encoger su corazón porque el niño siempre le había mostrado un amor incondicional y maravilloso pero que no se asemejaba en nada a lo que había experimentado durante las horas que pasó entre los brazos de Draco. No supo cuándo, pero repentinamente las lágrimas comenzaron a deslizarse por su rostro hasta que tuvo que ahogar un sollozo que provenía desde lo más hondo de su interior.

Draco se había cansado de él y su terca actitud. Lo había dejado... él mismo lo empujó fuera de su vida, sin miramientos, por el miedo a lo descomido, por el terror de querer a alguien tan profundamente que dolía su presencia y aún más la ausencia.  Porque no sabía que gustar de alguien podía ser así de intenso y catastrófico… porque querer a Draco era una contradicción absoluta, pero tan correcta que lo hacía temer y morir de nervios a la vez.

Draco y sus besos, sus dedos en la piel de su cuerpo, marcando el ritmo mientras le susurraba que lo quería tan intensamente que se volvía loco. 

Harry. Te quiero. Tienes que creerme.

Ya no podía disimular los sollozos y el ruido alertó a la abuela quien entró de inmediato en la habitación. Vio como Harry sostenía a su nieto con fuerza y desesperación y Teddy abrazaba con sus cortos brazos el cuello de su padrino. El niño, inconscientemente, cambio el color marrón de su cabello por un rubio platinado y Harry comenzó a llorar con más fuerza. Andrómeda hizo el intento de quitarle a Teddy de los brazos pero el buscador no lo soltaba ni respondía a las preguntas de la mujer.

Luego de varios intentos fallidos para recuperar a su nieto, Andrómeda comprendió que algo muy grave podría estarle pasando al joven, por lo que asumiendo un riesgo, dejó a Teddy con Harry en la habitación y se encaminó rápidamente hasta la chimenea para ir a casa de los Weasley. Al llegar, buscó de inmediato a Molly encontrándola cenando junto a su familia. Luego de contarles que Harry tenía un ataque de pánico y que no soltaba a Teddy y tampoco parecía escuchar sus peticiones, Ron y Hermione se levantaron rápidamente de la mesa y se metieron en la chimenea para viajar hasta la casa de la mujer mayor. Al llegar subieron con prontitud la escalera y al detenerse en el cuarto del niño ambos se quedaron quietos en la puerta sin saber muy bien que hacer. Harry lloraba aun sosteniendo al niño como si estuviera a punto de ahogarse y Teddy fuera su única tabla de salvación.

-Hay... hay que quitarle a Teddy... -dijo la chica reaccionando luego del primer segundo de shock. Se acercaron juntos hasta su amigo y con voz tranquila y amorosa Hermione le pidió que le entregara al niño, que todo iba a estar bien, pero que debía soltar a Teddy para no preocuparlo o hacerle daño.

Las primeras tres o cuatro veces Harry no pareció escucharla, porque seguía con el rostro enterrado en el pequeño cuerpo de su ahijado. Hermione le tocó el hombro y lo llamó por su nombre, con el mismo tono que probablemente hubiera usado Lily en esa situación. Él la miró con los ojos anegados en lágrimas y el corazón de la chica dio un vuelco doloroso que amenazó con hacerla llorar de un segundo a otro. A pesar de eso, ella le tendió los brazos para que le entregara a Teddy y el buscador pareció reaccionar, como si solo en ese instante hubiera reconocido el rostro de la que seguía siendo su mejor, mejor amiga en el mundo. Suavemente le entregó el pequeño cuerpo y esta se lo llevó saliendo de la habitación, intentando contener los brazos del niño que a pesar de estar casi dormido no dejaba de pronunciar el nombre de su padrino. Ron se sentó a su lado y le pasó un brazo por el cuello, acercándolo hasta él para abrazarlo e intentar entender que era lo que le estaba ocurriendo a su hermano.

-Compañero... qué pasa? -le preguntó angustiado.

Hermione entró nuevamente en la habitación y se arrodilló frente a su amigo, tomando sus manos con extrema delicadeza. Harry las apretó con fuerza tratando de contener las lágrimas y apaciguar un poco el dolor, la rabia y la pena tremenda que lo estaba casi matando en esos momentos.

-Harry... cuéntanos que te ocurre. -la voz conciliadora de su amiga sirvió como el hilo conductor que lo devolvió a la realidad. Solo ahí se dio cuenta de que estaba llorando en el cuarto de Teddy porque...

-Lo amo... -aceptó por fin en medio de sus amigos, con el corazón hecho un nudo, empapado de incertidumbre y con la angustiante necesidad de ver y tener a Draco otra vez a su alcance.

-¿A quién amas? -preguntó Hermione ocultando de manera casi magistral su sorpresa, pues Ron, aprovechando que Harry miraba al suelo le mostraba a su novia un rostro cargado  de incredulidad por la confesión tan inesperada.

-A Draco... tanto, tanto... que me duele solo el hecho de intentar respirar -La voz le salía tibia y con rastros notorios de lágrimas. Hermione ahogó un gritillo con su mano por entender de inmediato quien era ese Draco y Ron, negándose a lo evidente, parpadeó confuso.

-¿Draco Malfoy? -preguntó el joven auror.

-Sí, Draco Malfoy. -Harry suspiró pesado mientras se limpiaba las lágrimas de las mejillas e intentaba encontrar algo de su autocontrol desaparecido por la pérdida que él mismo había propiciado. Al decir que amaba a Draco en presencia de sus mejores amigos indudablemente alivianaba su carga pero lo dejaba en la más absoluta indefensión por estar consciente de que su amor se sentía desde prohibido hasta irreal. Espero paciente la ráfaga de insultos y recriminación que estaba seguro sus amigos le lanzarían a continuación, pero a su confesión le siguió un silencio que más que incómodo era de incredulidad.

-Pero, no lo entiendo -continúo Hermione- cómo es ese posible si lo has visto una sola vez... o...

Dejar la pregunta abierta le daba el espacio preciso para contarle a sus amigos los encuentros que había tenido con el rubio y que habían desencadenado en esas lágrimas que no había derramado nunca en su vida. Por su parte Ron estuvo tentado, en un primer momento, a reírse del disparate que escuchaba, pero al ver el estado de terrible congoja en que su amigo se encontraba le hizo pensar que burlarse de eso sería el peor error que cometería en su vida.

Así, ambos novios escucharon atentamente como Harry les explicaba que todo había comenzado con un encuentro casual en un elevador del ministerio a mediados de junio. Que la noche de su cumpleaños la reunión entre ambos había sido tan extraña que incluso él lo había llamado Draco luego de prometerle guardar su secreto, ese de ser un mago vampiro. Que también se habían visto en la cena del campeonato, donde compartieron una copa y cuando Draco se marchó del salón le envió una nota encantada preguntándole si podían verse en el Londres muggle. Él había aceptado y al momento de encontrarse se encaminaron juntos hasta el departamento de Malfoy donde lo escuchó tocar piano tan bonito que sintió ganas de llorar. Luego de eso se veían con regularidad hasta que habían 'discutido' porque Draco había faltado a un encuentro sin darle ninguna justificación para luego simplemente desaparecer. Harry les relato que hizo su vida normal tratando de no pensar en él pero que todo se iba por la borda cuando recordaba su plantón y la rabia y frustración lo invadían de forma violenta y absoluta, como hacía mucho tiempo no pasaba. Y luego estuvo su interrogatorio con Zabini, quien se había negado a decirle cualquier cosa sobre el rubio y repentinamente se vio siguiendo al italiano hasta el apartamento de Draco. Fue en ese lugar y gracias al hechizo que Ron le había enseñado, sobre las puertas para poder oír a través de ellas, que pudo escuchar la confesión del rubio donde le decía a su amigo que no podía seguir viéndolo porque se moría de ganas de besarlo y beber de su sangre, porque su vampiro interno clamaba por él y que tenía miedo de perder el control y hacerle daño... que, en definitiva, se había enamorado de él y que no podría soportar, una segunda vez, su rechazo.

Se quedó en silencio en ese momento ya que las imágenes de ambos y el sexo lo avergonzaban porque nunca había hecho esas cosas con otra persona.  Hermione le animó a seguir con la mirada que demostraba preocupación y también incredulidad, mientras que Ron, sin bajar el brazo de los hombros de su amigo, miraba el piso porque no podía creer todo eso que hubiera pasado frente a sus narices, sin él darse cuenta de nada en lo absoluto.

-Zabini me dijo que todo estaba en mis manos a partir de ese momento -continuó el jugador- dejó la puerta abierta para que entrara. Yo pensé en escapar, en no volver a verlo y continuar con mi vida tan pacífica como siempre, pero -y se giró mirando a si amiga- no pude, algo dentro de mí me pedía que entrará, lo confrontará y terminara eso pero.... cuando lo vi ahí sentado, como si todo se estuviera derrumbando a su alrededor me quede parado, sin saber que decir...  y luego me miró como si yo fuera una alucinación, como si él estuviera soñando... y se levantó y me dijo que era verdad todo, que me amaba, que necesitaba de mí...

Suspiró. El pesar en su corazón se acrecentó y Ron afianzó el abrazo al presentir que su amigo podría seguir llorando a pesar de haberse calmado momentos antes.

-¿Te besó? -Preguntó Hermione con tono de sorpresa y animosidad que hizo que su novio rodara los ojos.

-Sí... y mucho más... en todo caso... -contestó sonrojado por la íntima confesión.

La chica soltó un pequeño 'oh' al comprender las palabras del buscador y Ron no detuvo el 'carajo'  que salió de su boca sin poder evitarlo. Harry dejó escapar el aire de sus pulmones mientras su cabeza trabajaba a mil por hora en esos segundos. Ahora que sus amigos conocían la historia no sabía que esperar realmente. Estaba terriblemente abrumado porque la pena de ser abandonado por Draco permanecía fresca en su pecho y su mente, a la vez que trataba de seguir negando lo innegable. Era un lío. Todo en su cabeza y corazón era un conjunto de pedazos que trataban de unirse pero que permanecían dispersos por la separación tan abrumadora que sentía hacía Draco. Haber luchado en contra de un señor tenebroso se le hacía en ese momento mucho más fácil que tratar de ponerle orden al caos de su interior producto del amor que sentía por Malfoy.

-Si el maldito hurón te quiere, y tú a él, ¿Por qué estás así de triste, completamente hecho polvo? -preguntó el pelirrojo sin poder evitar el tono de cierto reproche en su voz. Harry bajo más la cabeza sintiendo el frío de las palabras de Ron azotarle la mejilla, como el más potente de los golpes. Es imposible. Imposible. Le decía su mente  sobre el hecho de intentar poner a Draco y Ron dentro del mismo espacio sin que se mataran con los ojos. Si estaba con Draco no podría contar con Ron... y si elegía a su mejor amigo el dolor por no tener al rubio se haría aún más insoportable del que ya sentía en ese momento, haciéndole creer que incluso podría morir por el sufrimiento de su eterna ausencia. -Compañero, disculpa!-respondió de inmediato el joven auror sin siquiera alcanzar a recibir la mirada furibunda que su novia estaba dibujando en su rostro, dejando incluso a su amigo mirándolo desconcertado- no es que esté en contra de esto... es  decir si, no! Para nada! Yo te quiero y si te enamoraste del hurón me alegro, bueno no, pero sí... aaaah... ¡¿cómo te explico?! -Hermione estuvo a punto de soltar una carcajada al ver el nerviosismo del pelirrojo. Harry lo miró confundido por el arranque de explicaciones sin sentido y no pudo evitar una tímida sonrisa en su boca.  Ron suspiró nervioso pidiéndole a su novia que terminara de decir lo que él no podía comunicar de manera coherente por encontrarse aun sin poder creer que su mejor amigo, su hermano, estuviera enamorado nada más y nada menos de Draco-maldito-hurón-albino-mortífago-Malfoy.

-Lo que Ron intenta decir, Harry, es que no entiende porque estas así de triste si se supone que ambos albergan el mismo sentimiento hacia el otro… si están los dos enamorados no logramos ver el problema de todo esto…

Potter cerró los ojos y lanzó otro suspiro de cansancio mezclado con el arrepentimiento. Sentía que la discusión con Draco había ocurrido días atrás y no simples horas como en la realidad.

-Cuando me desperté en su apartamento -prosiguió el salvador- no pude creer realmente lo que había ocurrido entre ambos, entré en pánico y me desaparecí enseguida a Grimmauld Place. Estuve encerrado toda la semana en casa  no porque estuviera de concentración con el equipo -contó con cara de culpabilidad al admitir la mentira que le había dicho a sus amigos- sino porque Draco estuvo todos esos días frente a Grimmauld esperando a que le abriera para que pudiéramos hablar y aclarar las cosas... pero yo no podía Hermione, no podía ni siquiera mirarlo a la cara  sin recordar lo que habíamos hecho, y estaba tan avergonzado y furioso que no podía pensar en nada más.... y cuando encontré el espacio para escapar sin que se diera por enterado lo encuentro aquí, con Teddy en brazos y no lo podía creer... y los recuerdos se repitieron, y comenzamos a discutir... él me decía que por más que intentara negar lo que hicimos  lo 'nuestro' no desaparecería... y yo ahí, todo furioso y confundido, y él jurando que amaba y yo voy y le digo que él no puede amarme porque es un mortífago, y los mortífagos no aman.

-Harry... -y más que una reprimenda el sonido de la voz de la chica estaba cargada de asombro, pues Potter jamás había dicho algo tan hiriente en su vida, o por lo menos no que ella estuviera enterada.

-Lo sé, intenté disculparme de inmediato pero se alejó, diciendo que por eso yo no quería estar con él, porque era un mortífago odiado por todo el mundo, porque no era humilde como los Weasley... porque su amor no alcanzaba para superar las expectativas del héroe que supuestamente soy… que él simplemente no me servía, y era por eso que me negaba a que estuviéramos juntos.

-Y se fue después de eso... -acotó Hermione acariciándole la mano aun con esa actitud maternal.

-Sí, y yo estaba bien con eso, tranquilo, desaparecería de mi vida y yo estaría tan normal y solo como siempre... pero cuando me puse a pensar realmente bien en todo, en lo bueno que se estaba en sus brazos y que me quería a pesar del odio y el desprecio de antaño... no lo pude soportar y me derrumbe… Draco ha sido como un aire nuevo para mí, nadie me ha tratado tan mal y tan increíblemente bien como él… todo el tiempo juntos era como un sueño, no era ni Malfoy ni yo Potter, sino simplemente Draco y Harry, haciendo estupideces, disfrutando de su música, quedándonos en silencio para sentir la presencia del otro abarcar todo, como si estuvieramos más arriba del universo, compartiendo el polvo de la tristeza, pintando nuevos colores en mi existencia que siempre ha sido gris, insípida, abrumadoramente letal… lo amé por eso sin darme cuenta y ahora lo he alejado de mi para siempre… para siempre… no lo puedo soportar.

Harry terminó reclinado sobre la silla con los ojos cerrados intentando no volver a llorar. La cabeza se le partía por el dolor que ya pintaba como una jaqueca épica  y Hermione se miró durante largos segundos con su novio. ¿Qué podrían hacer ellos para aliviar la carga de su amigo? Ese Harry que siempre había solucionado solo sus problemas tratando de involucrarlos lo menos posible, sin demostrar fatiga, pena, derrota. Aunque se estuviera derrumbando por dentro Potter siempre permanecía estoico, recto, sin muestra de dolor o arrepentimiento. Verlo en ese estado por culpa de un amor que era correspondido pero tan jodidamente extraño e inoportuno los ponía en la encrucijada de por fin hacer algo por su amigo... pero ese algo necesariamente involucraba al estúpido de Draco Malfoy y todo lo que su ser y existencia representaba en cada uno de sus mundos.

-Quiero irme a casa... -pidió el jugador en un susurro y Hermione supo que era el momento preciso para solucionar pronto esa situación. No había porque seguir alargando la agonía del único ser humano del mundo que siempre se había sacrificado por otros, incluso a costa de su propia vida y felicidad.  

-¿Cuánto lo quieres, Harry?  -le preguntó su mejor amiga.

Potter la miró indeciso por un momento más que nada para tratar de buscar las palabras que intentaran definir su situación ¿Cuál era la mejor forma de decir que casi se estaba muriendo de amor y anhelo por Draco?

-Lo amo tanto que ya no hay espacio para querer a otra persona dentro de mi… todo le pertenece a él ahora y siempre.

Ron se puso de pie y estiró la mano para que su amigo la tomara y así se levantará de la silla en la que estaba. Hermione hizo lo suyo y los tres juntos abandonaron la habitación de Teddy estrechamente abrazados. Andrómeda le dio un beso en la mejilla a Harry quien intentó devolver el gesto en una mueca que ni siquiera se parecía a una sonrisa, dejando a la mujer más preocupada que minutos antes. Bajaron y antes de entrar en la chimenea el joven auror se quedó detenido en el salón.

-¿No vienes? -le preguntó su novia y él hizo un gesto negativo con la cabeza.

-Ahora no, tengo algo que hacer antes de ir a Grimmauld Place.

Hermione le entendió enseguida y no pudo evitar sentir como su pecho se llenaba de  orgullo ante la actitud madura y tremendamente masculina que Ron adopto en pos de mejorar la situación del que consideraba su hermano. Le acarició la mejilla con amor y le sonrió deseándole suerte. Ambos amigos se metieron en la chimenea y fue la chica quien pronunció la dirección de destino y rápidamente desaparecieron entre las llamas verdes que no quemaban hasta llegar a Grimmauld Place.

Ron salió de la casa luego de despedirse de Andrómeda y se desapareció para llegar a la madriguera. Evitó olímpicamente el interrogatorio que se suscitó a su alrededor al poner un pie en su hogar y se dirigió con prontitud hasta su habitación en busca de su capa de  auror y su identificación. Bajó las escaleras y salió nuevamente hasta su jardín dónde luego de un suspiró pesado y de pensar que todo lo hacía era exclusivamente por la felicidad de su mejor amigo volvió a usar la desaparición.

El tirón fue rudo como siempre y cuando sus pies tocaron el suelo levantó la mirada para observar el lugar sin ocultar su molestia. Con un pase de varita toco el grueso hierro que conformaba la casi monstruosa reja aristocrática que se levantaba frente a él. Un elfo apareció dentro de la propiedad y antes de que pudiera abrir la boca el pelirrojo se presentó con ese aire de ceremonia y dignidad que había entrenado durante tres años enteros en la Academia de Aurores.

-Auror del Ministerio de Magia Inglés Ronald Weasley y vengo a buscar a tu amo.

-¿Al amo Lucius señor? -preguntó la criatura temerosa ante el timbre de voz neutro y potente con  cual el auror le había dirigido la palabra.

-No, a Draco Malfoy.

Notas finales:

Dejen RW!

 


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