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La única forma de mar. por NEY OTAKU

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Notas del fanfic:

Hi! Aquí vengo a perturbar sus vidas xD ok no.  Aquí comienzo con una serie de  historias, diferentes, one , two o three shot, agrupadas para que no anden haciendo espacio en mi cuenta ok no, es para organizarme un poco. Me gusta así, lo he visto de otros escritores y me agrado la idea, es más cómodo.

Todo 2min, solo 2min.

Notas del capitulo:

Bueno, algunos ya sabían que escribiría un two shot tan triste como me fuera posible, no sé si lo logre, cuando lo lean me dicen lol

Esto es sobre todo, por los casi dos años que llevo fastidiándoles la vida con mis historias ewe

Todo es 2min señores J todo es 2min! Pero…no esperen que todo tenga un final feliz (ya están advertidos) so todo lo hago miel que bueno pero si no...Ya saben.

Pues bueno espero que este primer capítulo de un two shot les agrade(?) ;-; solo no me quieran matar ewe.

Capítulo 1, (Parte 1): Sad Romance 

 

Esperanza…una palabra con tanto significado, pero que pocas personas son capaces de sostener hasta en los días más oscuras de su existencia.

 

Cuando llevas una vida de miseria, la esperanza parece un sueño lejano, tan irreal e imposible, porque aunque te levantes cada mañana con  una sonrisa para decir: ya no más. Terminas envuelto en  la misma porquería de siempre.

Quieres creer que todo cambiará, pero sigues siendo la misma persona vacía… sin alma.

Te dices a ti mismo, que debes levantarte y sonreír, pero cuando los días pasan tan rápido y las cosas buenas escasean,  todo empieza a darte igual, entonces, te dices que no vale la pena esperar nada bueno de nadie, no ilusionarse con una quimera llamada felicidad o como otros interpretan, el amor.

 

Pero…está bien creer, el hombre vive de sueños, que aunque no siempre puede cumplir lo mantienen en pie, le dan una razón.

 

Algunas personas logran sobrevivir al tormento que se vuelven sus vidas, sobresalen de aquellos mortales que no intentan ir hacia la luz, pero hay otras personas que han visto más de lo que deseaban, que prefieren simplemente mantenerse medio vivos, aquellas que aceptan su realidad tal y como es.

 

Una real basura.

 

Personas realistas que no se van sobre las nubes a soñar alto y lejos, porque después de soñar tanto, cuando pones los pies en la tierra te das cuenta que todo sigue igual, que por más que ruegues, pidas, hagas, intentes, su destino está marcado para un final trágico.

 

El amor, es una palabra tan extraña que pica cuando la pronuncias.

 

Te acostumbras al dolor y los malos tratos que se vuelve tan normal, tal vez luego vuelvas a hartarte de toda la mierda y trates de trepar para salir del hoyo en que estas atrapado, pero como te  haces tan frágil y te asustan los cambios, un pequeño error te hace caer más hondo que cuando intentabas salir.

Te rodeas de personas que dicen querer lo mejor para ti, pero son muy pocas las que realmente lo dicen de verdad, aprendes que en la vida sobrevive el más fuerte y cualquier intento de ser valiente se castiga hasta con la muerte.

Te dicen que no lo intentes, que es peligroso, que no podrías durar un día fuera de tu jaula. Que eres tan débil que respirar el aire de libertad te matará.

 

 

Yo solo quería  libertar, para ser feliz y poder amar.

 

 

Le da una calada  a su cigarrillo mientras espera paciente que la hora en el reloj de la pared den las dos de la mañana. Su  cabello estaba oculto bajo una peluca peliroja y su rostro bajo una bien acentuada capa de maquillaje que ahora lucia corrida por el sudor.

Cruzado de piernas, medio tapado con una sábana, mira a su lado, como el tipo regordete que atendió hace cerca de 35 minutos se vestía lento y torpe, hizo una mueca para demostrar su repugnancia, se lamentaba de no haber tenido clientes jóvenes en vez de tipos que rondan en los 40, pero no siempre uno obtiene lo que quiere.

 

(Yo nunca tengo lo que quiero)

 

—Vendré seguido cariño —le dice acercándose  sigiloso como un gato.

Su aliento caliente choca con su cuello blanco, lo lame como si fuera un caramelo, empapándolo de saliva y el mal olor de su boca, tratando de obtener algo extra antes de marcharse del lugar y dejar semejante monumento a la belleza.

Pero solo consigue provocarle repulsión, la que se esconde en una falsa sonrisa,  de esas a las que se obligó a aprender después de casi seis  años de trabajo.

—Sabes que te esperare —le dice sonriendo travieso, dando la imagen de ternura y deseo que tanto le gusta  a sus clientes.

Aquel hombre busca su billetera en el bolsillo trasero de su pantalón, de ella saca una buena cantidad de dinero y se la entrega, no sin antes besarlo tan desesperado y rudo. Unas palabras más sobre su gran trabajo de la noche y se va con una sonrisa en su rostro.

Cuando finalmente la soledad es su única compañera se levanta dejando caer la sabana, desnudo va en busca de su ropa regada por toda la habitación; se coloca la falda roja y la blusa blanca escotada por la espalda, cuando mira hacia la puerta localiza sus zapatillas rojas de tacón número 15. Sus preferidas.

Va hacia el enorme espejo a su derecha de su tocador, toma una silla y al fin, después de tres clientes puede medio descansar, su trasero le duele pero rápidamente encuentra su frasco de píldoras que más que ayudarlo a quitar el dolor, lo hacen olvidarse que su vida vale menos que la de un animal.

Se mira, ve su reflejo, el despojo de persona que se ha vuelto y solo sonríe amargamente, del cajón a su costado izquierdo saca un cepillo y comienza a peinar su andrajoso cabello artificial, ocultando su cabello natural castaño.

Se retoca el maquillaje, se colora los labios, se pone rubor, un poco de rímel y en pocos minutos ya es otra vez el objeto sexual más deseado de la noche y  de esa casa de citas. Aun con el cigarrillo encendido hace todas estas cosas con mucha destreza.

 

La experiencia.

 

Se dice cuando acaba. Se levanta ya sin mucho dolor y se acomoda la falda, mira la cama desordenada y por un momento desea arreglarla, luego recuerda que hay alguien que tiene ese trabajo y solo atina a tomar su chaqueta morada y salir de la habitación.

Cuando camina por los pasillos puede escuchar los ruidos que hacen las demás parejas encerradas en las habitaciones contiguas, pero ya nada le sorprende, ni ver a sus compañeros de trabajo salir semi desnudos o prestándose un condón.

 

Mi casa, mis amigos, mi infierno.

 

Cuando está en la recepción, Erick, el enorme vigilante del lugar le dedica una agradable sonrisa, sin intenciones escondidas porque es de los pocos hombres que no quieren amarrarlo a una cama y comerse cada trozo de su piel.

 

— ¿Todo bien? —le dice mientras se cruzaba de brazos.

—Puedo estar mejor —le acaricia el cuello con sus delgados dedos cuando pasa junto a él.

—Taemin…sabes que no puedes salir sin su permiso.

—Solo iré al balcón a tomar aire…no tardaré.

— ¿A tomar aire o fumar  yerba? —le dice enarcando una ceja.

No le contesta, solo se gira sobre sus talones y sale del lugar.

Erick…ya me conoces tan bien.

En otra ocasión ese hubiera sido su plan después de una noche de trabajo, pero no, esta noche la tenía planeada desde hace tanto, tan solo necesitaba ir a aquel balcón del segundo piso, pararse en los barandales y dejarse caer.

Tan fácil, tan sencillo.

Sus tacones hacen eco cuando camina sobre la loza, su sombra es su única acompañante y el insaciable deseo  de morir. Estaba harto de su vida, de la explotación a la que era sometido, con 20 años de edad necesitaba liberarse de toda porquería que lo rodeaba, incluso si se trataba de sí mismo.

 

(Dolor, sin dolor)

 

Se sostiene de unas de las columnas de concreto, tan hábil  como es, logra subir sobre el barandal con esos zapatos puestos. Mira el suelo desde arriba, ve los pocos coches transitar por la calle, sin alguna persona cerca, solo el intenso frio de la noche.

Aspira profundo mirando hacia el cielo, rogando por un perdón que no sabe si se le será concedido después de tanto negar a Dios. Pensando en su vida de pecado se encuentra temeroso pero a la vez desesperado por dejar de sufrir.

 

—Hoy podré descansar —dice con la voz rota y una sonrisa torcida que ni su lápiz labial es capaz de hacer que se vea menos psicótica.

 

Con las piernas temblorosas poco a poco se desliza por la orilla, hasta que sus tacones rojos ya son capaces de sostenerlo cierra los ojos para lo que haría a continuación.

Se deja caer, sintiendo el aire frio pegarle de lleno, pero a los dos segundos sus manos se aferran a la columna y la abrazan hasta casi clavar sus uñas largas. Ha quedado tendido, con las piernas luchando por buscar alguna protuberancia en el concreto para trepar de vuelta. Su llanto comienza, se sienta para apoyar su cabeza en la columna y seguir llorando.

 

—Por favor…ya no más…

 

Se dice así mismo, azotándose con fervor, auto castigándose por ser tan cobarde para no acabar con sus problemas de una vez; su larga cabellera roja se pega a su frente y su cuello por el sudor que el miedo le había provocado.

Se muerde el labio con fuerza para callarse un grito de auxilio. Solo necesitaba a alguien que lo rescatará, y así como lo deseo, alguien lo tomo de la cintura y lo halo hacia tras, haciendo que soltara la columna y dejarse arrastrar hasta caer sentado junto al cuerpo de esta persona.

 

— ¡Taemin por Dios, que intentabas hacer!

 

Luhan, su mejor amigo y compañero de trabajo lo acunaba en sus brazos para dejarlo llorar como tantas veces lo había hecho para hacer que se desahogará. El cuerpo de Taemin se encorvo y como un niño pequeño apretó con sus manos la camisa blanca del chico rubio.

— ¿Otra vez pensando en dejarme? —Pregunta con una mezcla de tristeza y decepción—. ¿Por qué piensas que irte de esta forma te hará estar en paz? —le dice cuando no escucha la respuesta a su anterior pregunta.

— ¿Fue una noche pesada, eh? —insiste en crear una conversación. Sus dedos acomodan los hilos rojos sobre la frente húmeda de Tae.

—Somos esclavos de esta prisión Taemin, pero tengo la esperanza de que algún día logremos salir de esta jaula, de que podamos correr libres y sin nuestros disfraces de personas felices.

 

Lo abraza, reposa la cabeza sobre la ajena, escuchando como el chico se desmorona sobre él. Esta era la cuarta vez que lo sorprendía tratando de quitarse la vida, la primera vez fue cuando apenas cumplió un mes de ser oficialmente una “chica” y de trabajar en esa casa de citas. Estaba en el baño, sentado junto al inodoro con la mirada perdida, con una navaja que no sabe de dónde saco, apenas había cortado un pedacito de piel, afortunadamente llego a tiempo para evitar una desgracia.

Las siguiente ves, fue con unas píldoras en el cajón de su dormitorio, en la tercera vez y esta cuarta ha sido el intento de tirarse al vació, desde que llego al lugar, cuando tenía 14 años, supo que no debía despegar su ojos de él, siendo tan hermoso era imposible no seguirlo con la mirada, pero ese ha sido su principal problema, que su belleza atrae a todo tipo de personas enfermas que solo le hacen daño.

Y una de esa personas, la que se autonombra “su dueño” es quien lo obliga vesterse así para su propio placer y darle gusto a los clientes que siempre dejan buenas cantidades de dinero por estar una noche con él.

Al inicio, Luca, su “dueño” se mostraba receloso de prestarlo a alguien más, por eso lo tenía siempre a su lado, abusando de su cuerpo, exhibiéndolo como un trofeo, pero cuando se dio cuenta que darlo a los clientes con buena posición social le dejaba excesivas ganancias…bueno, ha sido cerca de seis años de que Taemin reciba a exclusividad de los adinerados.

Ha sido su miserable vida la que lo ha hecho perder el control.

 

—Oye, ya casi termina nuestro turno, solo me queda atender a una clienta que viene desde lejos, ¿Me esperarías, para que nos vayamos juntos?

—Taemin hoy se va conmigo.

 

La voz ronca de esta persona hizo eco en sus oídos, Taemin de inmediato se sienta y mira por encima del hombro de su amigo, sabiendo lo que ocurriría si no va a su lado enseguida, se levanta aun cuando las negativas de Luhan son tan obvias.

 

—Taemin…—le toma la mano cuando lo tiene de  pie frente él, que todavía estaba sentado en el suelo frio.

—Nos vemos mañana Luhan y discúlpame por preocuparte.

 

Le dedica la última sonrisa, sus caderas se mecen apenas da el primer paso hasta ser atrapado por los brazos tan duros de Luca, el alto chico de cabello negro y ojos azules que lo consideraba su muñeca personal, el cual desde que lo vio se apodero de su cuerpo y le arranco las alas para que no volara lejos.

Con tristeza, Luhan los ve alejarse, Luca besa con fuerza a Taemin, pasea sus manos sobre su cuerpo, susurrándole palabras que sabe que solo harán al chico sentirse más miserable de lo que ya se siente. Pero lo que le da más pena, lo que lo llena de odio e impotencia es lo que sucederá en cuando lleguen al departamento donde viven juntos.

Donde Taemin hace de todo, menos vivir.

 

 

La sangre descendía desde su nariz hasta su cuello, le había roto el tabique, además de partirle los labios entre bofetadas y mordidas que aprovechaba a darle cuando lo  besaba. Apenas llegaron al departamento de Luca, este tiró de brazo de Taemin y lo arrastró hasta la primera habitación, arrojándolo a la cama, se subió encima y empezó a arrancarle la ropa.

 

—Princesa te he repetido miles de veces que no te alejes, que si te descubro tratando de huir te mataría —le susurra en el oído causándole escalofríos—. Y tu amigo Luhan podría tener un accidente…

—No…—habla con temor—. No estaba tratando de…

— ¡No mientas! —Grita con la cara roja—. No trates de engañarme princesa, sé que a la pequeña oportunidad te irías de mi lado y eso no lo puedo permitir.

— ¡Pero tú no me quieres! —Al fin explota, su corazón ya no soportaba el silencio en el que se sumergió desde que dejaron la casa de citas—. ¡Solo me usas!

 

Luca lo fulmina con la mirada, su cara seria le congela los huesos, entendiendo que su impertinencia le costaría caro.

Rápidamente lo gira para que quede boca abajo, con una mano sobre su cabeza ejerce presión para hundir su rostro sobre el edredón, la sangre empezó a mojar la tela y Taemin se removía con desesperación por el dolor y la falta de aire.

 

—Vas a prender…—le baja de un tirón la falda y sonríe cuando las nalgas del chico queda expuestas pues no tenía ropa interior—-. Que a tus mayores tienes que respetarlos…

 

El sonido del zíper siendo abierto lo alerta, empieza a llorar, a tratar de gritar, pero en cada intento sus fuerzas disminuían, no era la primera  vez que lo disciplinaban de esta forma, de hecho así era siempre, pero cada vez era más dolorosa que la anterior, lo torturaba sin piedad.

(El no conoce la  piedad.)

 

—Dices que no te quiero— se baja los pantalones junto al bóxer. Se quita el cinturón y enrolla un extremo en su mano dejando al aire la parte que tenía la hebilla de metal— Taemin tu eres mío, siempre lo serás, pero los negocios son negocios.

 

Hunde su rostro aplicando más presión, sus dedos se han traspasado la peluca y se entierran en su carne.

Taemin se ahoga ente el llanto y al sangre, tomando bocanadas de aire cada que su rostro puede medio girarse antes de ser golpeada con furia contra la almohada. El maquillaje se ha corrido, el delineador se ha metido en los ojos, su perfume se ha ido solo apesta a sudor y miedo.

Su corazón bombea la sangre mucho más rápido de lo  usual.

 

—Dijiste que no te quiero—le repite al tiempo que golpea su espalda con la hebilla del cinturón.

— ¡NO! —apenas puede gritar.

 

Siente como la piel le quema donde lo golpeo.

 

—Pero precioso ¿Qué no te das cuenta? —Otro golpe—. Nadie nunca te ha querido.

 

Lo golpea tres veces seguidas logrando que Taemin dejara de patalear— ¡El único que te ha querido soy yo! ¡Yo y nadie más!

 

—Por… favor… —apenas susurra.

— ¡NO TAEMIN! ¡TIENES QUE ENTENDER! —deja de golpearlo y de nuevo ataca su cabeza alzándola con brutalidad para burlarse de su rostro herido y desangrado. Suelta una carcajada que solo consigue el cometido de humillarlo hasta las lágrimas, le muestra sus dientes blancos al acercarse a su mejilla y  dejar un beso lleno de veneno verbal:

—No me digas que yo soy quien no te quiere si el malo del cuento es tu padre que tan amablemente accedió  a venderte  a cambio de que no lo matará. Tú nunca valiste nada para él precioso, ningún padre deja a un hijo a la merced de un demonio como  yo. Entiéndelo de una vez, no le importas nadie, no veles nada.

 

¡No vales nada!

¡No vales nada!

¡No vales nada!

¡NO VALES NADA!

 

¡NO VALES NADA!

 

Que se lo dijera así, tan cruel y seco, solo fue para darse cuenta una vez más, que lo que le decía era una pura verdad. Ningún padre podría hacerle semejante atrocidad a un hijo, nadie vede a la carne de su carne por una deuda, nadie podría abandonar el  mejor regalo que un ser humano podría tener.

Un hijo, una vida.

Con su madre muerta estaba a merced de su único tutor que no hizo más que mentirle cuando le decía hijo.

Taemin recuerda las sonrisas que hace mucho tiempo atrás logro compartir con ese hombre que llamo padre y se pregunta si todo lo que  alcanzó a disfrutar en su infancia fue solo una ilusión, un sueño que termino la tarde que conoció  a Luca, la tarde que fue sacado a la fuerza de su casa por unos tipos desconocidos.

La última tarde que vio a  la cara a su padre y no hubo ninguna expresión de arrepentimiento por lo que había hecho. Porque solo se quedó parado en el marco de la puerta, mirando a lo lejos, sin intenciones de correr hacia él y llevarlo de vuelta.

 

No hizo nada, solo me dejo ir. Él no me quería, nunca lo hizo.

 

Luca aventó al cinturón por algún rincón de la habitación.

 

—Respeto, Taemin —lo toma de las caderas y lo alza para que su trasero quede al aire— Tienes que aprender a respetar a tu dueño.

 

Lo apretó de las caderas mientras se introducía en él de una sola vez, sin importar si le dolía o no solo embistió con fuerza para satisfacer su deseo de poseerlo. Sus gemidos solo le producían asco y ganas de morir ahí mismo.

No vales nada.  Se repetía una y otra vez en su mente, lastimándolo en lo más profundo de su alma, la brutalidad con la que era básicamente violado dejo de importarle cuando las palabras lograron el efecto de pensar en sí mismo como basura.

Apretaba los dientes solo para no gritar, para tratar de no humillarse más de lo que estaba, porque pedir ayuda no serviría, ni esperar qué alguien entrara para rescatarlo, no había milagro alguno que lo salvara del animal que tenía detrás de él.

 

No había esperanza.

 

Todo dentro de cuerpo se rompía como si fuera cristal, sintió la humedad en su trasero y no estaba seguro de que fuera semen o sangre o una combinación de ambos.

Su cabeza de nuevo fue jalada hacia arriba.

 

— ¿Por qué eres así Taemin? Vamos di algo…tu no…eres de los que se callan, sé que te gusta, lo sé.

 

Pero no había respuesta y porque no obtuvo alguna señal de dolor dio la última embestida tan profunda como pudo y solo un grito desgarrador salió de la boca del pelirrojo. Luca soltó su cabeza y esta reboto sobre el colchón como una pelota.

El chico se levanta y se acomoda el pantalón, cuando contempla al cuerpo desnudo de Taemin suelta una risita de satisfacción—. Sabes que no te haría daño si no fuera necesario.

Se acerca despacio y todavía con descaro le besa la frente. Luego solo se va, escuchar  la puerta del baño cerrarse confirma que está listo para darse una ducha.

Con un esfuerzo sobre humano logra sentarse en la orilla de la cama, mirando hacia su entre pierna el líquido rojizo que es absorbido por las sábanas. Se apoya de una mano y logra estamparse en la pared y  arrastrarse hasta el espejo del buró, se gira y se tapa la boca para omitir el grito de horror cuando ve las marcas de las hebillas en su espalda.

 

Luca fue muy cruel, debió estar enojado porque me vio con Lujan.

 

Maldiciendo al cielo y proclamando una oportunidad para desaparecer cae de rodillas al suelo, empieza a golpear el piso con sus puños sin importar si se desangra o se rompe algo, solo necesitaba que la impotencia que sentía se fuera, pero el pensamiento de morir regreso.

Solo necesito algo filoso, solo eso.

Desesperado miro por todos los rincones algo afilado, lo que sea.  Se hizo presa de la ansiedad hasta que visualizo un abridor de cartas del otro lado de la habitación, sobre la mesa donde yacía una pila de documentos bien acomodados.

De nuevo comienza su travesía de levantarse y a duras penas lo consigue, para cuando había llegado y tomar el abridor se dio cuenta de que la regadera ya no hacía ruido, entonces mirando el arma banca sobre su mano una idea vino a él, una verdadera locura de la que no podría salir con vida, pero que de alguna manera quería intentar.

Busco su ropa y como pudo se vistió, hubiera querido poder ponerse algún pantalón, pero tuvo que colocarse la misma ropa con la que llego, se puso a un costado de la puerta donde quedaría cubierto cuando esta se abriera. Espero solo unos segundos.

Cuando la puerta se abrió y miró la espalda amplia y blanca de Luca se llenó de ira, se le hizo injusto que no tuviera ninguna cicatriz, sintió ganas de venganza, como si un demonio se apoderara de cuerpo se abalanzó hacia él y le clavo el abridor de cartas sin temor.

 

— ¡AH!

 

Una segunda vez y se sintió tan bien que lo repitió dos veces más,  estaba tan extasiado y frenético que se sintió poderoso, ya no era la víctima, si no el victimario, pero en cuando la sangre le empapo las manos se detuvo, se miró así mismo, se incorporó aun cuando las piernas le temblaban amenazando con hacerlo caer.

Se miró otra vez, en ese mismo espejo y se vio convertido en una especie de mostro, sus ojos se hicieron tan grandes que sus pupilas se veían por completo. Escuchó un gemido y miro hacia el chico, tratando de incorporarse.

No supo que fue lo que reactivo sus neuronas, pero lo único de lo que estaba seguro es que prefería matarse el mismo antes de pasar por la tortura a la que será sometido si Luca lo atrapa. Rápidamente soltó su arma y salió corriendo del lugar; se quitó la peluca que todavía colgaba de su cabeza, el desgarrador dolor en su cadera lo hizo tropezar apenas llego  a la sala.

 

— ¡TAEMIN!

 

Se escuchó como si fuera el rugido de un animal dispuesto a atacar.

Solo el instinto de supervivencia lo hizo darse el empuje para levantarse aun adolorido, salió corriendo del departamento  hasta el elevador al final del pasillo, luchando contra sus nervios oprimió el botón para la planta baja.

Cuando las puertas se abrieron corrió con nunca hasta la entrada, ignorando al guardia que lo miraba con los ojos bien abiertos de pura sorpresa por su apariencia. Pero corrió y corrió sin detenerse, porque parar significaba su fin.

Y era el miedo a morir bajo esas manos lo que le inundo de terror, en cada intento de suicidio en el que había pensado, no incluía la maniaca forma de maltrato de su dueño.

 

¡Cobarde, cobarde, cobarde!

 

Se repetía en cada pisada.

Apenas se percató que el sol comenzaba a salir, la oscuridad se desvanecía mientras él seguía en su carrera hacia un lugar desconocido. Pasaron cerca de veinte minutos cuando sus piernas exigían un descanso, poco a poco aminoró la velocidad, llegando a un puente peatonal por el que subió a duras penas, con la ropa desgarrada, semi desnudo, con la plana de los pies ensangrentados por las ampollas reventadas, es capaz de detenerse en medio de camino tomar los barandales y subir un pie a la vez.

 

Porqué, porque Dios, que es lo que hice yo para merecer tu ira. ¿Estas molesto porque alguna vez te negué? ¿Estas molesto porque no fue un buen chico? ¿Estas molesto porque a pesar de que ese animal se merecía lo que le hice está herido?

¡Yo no pedí esta vida! No es mi culpa ser la porquería de persona que soy ¡NO ES MI CULPA QUE TU NO ME QUIERAS!

¡NADIE ME QUIERE! Solo soy un pedazo de basura inservible.

Por eso estoy aquí, en un intento más de liberarme, necesito la paz que tanto prometes, pero cuando te necesitaba no me respondiste, lo único que quería en la vida se me fue negado, ¡¿Por qué?! Mi cuerpo ha sido corrompido, abusado, maltratado y ni siquiera he podido librar al mundo de mi existencia.

 

Sus largos y finos dedos se aferran a los barrotes y logra pasar una pierna a la vez. Mira los autos pasar con más frecuencia y está seguro que un solo golpe basará.

 

Ya no puedo más.

 

Se inclina hacia delante, aspira profundo y va soltando un dedo a la vez, los mechones de cabello rozan sus  mejillas, la sangre de su nariz esta seca y apenas lo deja respirar.

 

Perdón

 

Cierra los ojos asumiendo su responsabilidad. Ahora solo un par de dedos de cada mano lo sostiene.

 

Es el final.

 

Siente el cuerpo flotar en cuanto se suelta. La brisa fresca acaricia su rostro y una sonrisa se forma entre sus labios, cuando cree que podría volar y conseguir su ansiada libertad algo lo toma del brazo, haciendo que abra los ojos y mire sus pies colgando por encina de los autos que pasan  a velocidad.

Cuando alza la mirada ve que alguien está tratando de subirlo, poco a poco es halado hasta arriba y  al llegar al tope se gira y cae sobre el cuerpo de esta persona. Asustado, no es capaz de articular palabra alguna. Solo se hecha a llorar como un niño.

 

— ¿Taemin eres tú?

 

Mira a su rescatador, pero la luz de la mañana  lo ciega.

 

— ¿Taemin son yo?

— ¿Quién…?

—Soy yo, Key tu amigo en la escuela secundaria, el chico que vivía cerca de tu casa.

 

Taemin se enfoca en el rostro de su supuesto amigo. Cuando se acostumbra a la luz y logra al fin verlo por completo, confirma que es  quien dice ser, pero no le sostiene la mirada, solo la desvía porque ahora está muriendo de pura vergüenza.

Dios, ¿Por qué estás haciéndome esto?

 

—Tae ¿Qué fue lo que…? ¡Oh por Dios! —dice cuando nota los moretones y sangre seca en sus muslos  y cuando siente la humedad en la espalda del chico. De inmediato saca su celular de su bolsillo y llama a los paramédicos.

Taemin apenas es consciente de lo que pasa, su mente está en otro lado, está tratando de procesar todo lo que está pasando pero  no puede, y lo único que consigue es congelar su mente y finalmente desmayarse en los brazos de su rescatador, un bonito ángel rubio.

 

 

Apenas el doctor salió de la habitación Key se apresuró a sentarse junto al amigo que hace unas horas encontró. Haciendo un lado su flequillo, logra ver un rostro pálido y maltratado.

 

—Hey…—lo llama despacito para que lo mire.

Sus miradas se encontraron solo unos segundos, porque después Taemin se concentró en el techo blanco de la habitación.

 

—Ok ya comprendí…no quieres hablar de lo que sucedió —el rubio se deja caer sobre el respaldo de la silla, jugueteaba con los dedos algo nervioso.

—Hace años que no te veía Taemin…fue una sorpresa encontrarte esta mañana.

Pero seguía mudo y ausente. Le daba vergüenza que lo vieran así.

—Bueno, yo debo de regresar a casa y cambiarme, solo había salido a correr y ahora tengo que irme a la universidad.

 

Se levanta lento, dando un gran suspiro, en verdad no quería irse pero ya que el castaño se niega a hablar no puede hacer mucho. Una vez más mira su aspecto, recordando cómo lo encontró no puede dejar de pensar en una sola posibilidad que el mismo médico le confirmo.

 

“Ha consumido cocaína, y juzgando por como llego, los golpes, la ropa rasgada, sobre todo el tipo de ropa que traía puesto, bueno señor Kim…usted se imaginara.”

 

—Solo respóndeme algo —se decide a preguntar—. ¿Tienes a dónde ir?

 

Taemin gira el rostro, con la expresión de sorpresa impresa en el rostro, analizaba a detalle las razones detrás de esa pregunta, había sentido preocupación y desinterés en Key. Apenas se apoyó en un brazo cayó a la cama de nuevo. El rubio lo sostuvo de inmediato y lo ayudo a sentarse.

Estando aun confundido por los recientes acontecimientos, trata de comprender su situación.

 

—No, no hay un lugar…bueno…—pensó que después de lo que le hizo a Luca, ni siquiera podría regresar al trabajo para pedirle a Luhan que lo deje quedarse con él, en definitiva no podría dejar que lo encontrará, eso significaría su muerte segura—. No tengo casa si es a lo que te refieres.

—Ok…sé que apenas me recuerdas y aunque te suene loco, siempre te tuve mucho cariño…—Key sonríe nervioso—. Lo que quiero decir es que, si tú quieres podrías venir a mi casa…es muy espaciosa, la comparto con un compañero de la universidad, pero aun así nos sobra lugar…

— ¿Vas a meter a un extraño a tu casa? —Sonríe de lado—. No deberías ser tan ingenuo.

—Siempre puedes rechazar mi oferta —contrataca molesto, o así aparentaba verse.

 

Le resultaba difícil entender que alguien quisiera ayudarlo desinteresadamente ha vivido tantos años al servició de gente que solo se ha aprovechado de él, acatando ordenes solo porque era la única forma de sobrevivir.

No sabía si haría mal en irse con el que dice ser “su amigo de la infancia”, pero dada la situación…y la horrenda vida que tiene, después de todo lo malo, si alguien, le ha extendido la mano, solo debería aceptarlo ¿no?

Y además…nada peor puede pasar…

¿Verdad?

 

 

Apenas bajo del taxi se dio cuenta de que cuando Key decía que le sobraba espacio no bromeaba. Su casa, era enorme, demasiado para dos personas. De dos pisos y no sabe cuántas habitaciones. Las flores que adornaban la entrada empezaban a cerrarse al caer de la noche.

Todavía  escéptico, medio consciente de lo que estaba pasando.

Key coloca su mano sobre la de su invitado y le dice que lo sigua. Mientras esperaba a que la puerta se abriera escuchó  una melodía, miro por los alrededores,  solo casas y mucha calle, su amigo lo halo de la manga de su camiseta —prestada por este mismo—para que pasara. Y apenas puso un pie dentro, la música se escuchó más clara y fuerte.

 

— ¿De dónde viene ese sonido?

—Ah…es mi compañero —dejó su bolso colgado en el perchero y le hizo una señal para que lo siga.

 

Taemin aun adolorido, lo siguió a pasos lentos mirando su espalda y como cada vez se alejaba más, el dolor de los golpes en su espalda comenzaba  a hacerse más fuerte al igual que la melodía. El rubio desapareció de su vista y no se dio cuenta, cuando llego a final vio una puerta abierta y la voz de su nuevo casero con la de otra  persona más que supuso era su compañero de la universidad.

Apenas pudo recargarse en el marco de la puerta para entrar a la espaciosa habitación, dónde lo primero que visualizo fue la espalda de Key, luego la cola del piano que momentos atrás era tocado y cuando al fin dio unos cuantos pasos más, lo vio a él.

Aquel chico de cabello marrón estaba sentado en una banca, frunciendo el ceño por la conversación que llevaba a cabo con el rubio. Desde el primer instante acepto lo malditamente guapo que era, sus músculos no podían pasar desapercibidos por la camiseta y pantalones pegados que vestía.

Lo observo los escasos segundos que le tomo avanzar y quedar frente a ellos, cuando el chico lo vio le regalo una de las pocas sonrisas sinceras que había visto en su vida, la sensación de calor lo inundo causándole un bochorno irremediable. Más pos la deplorable condición en la que estaba.

Sin maquillaje, sin bonita ropa, sin perfume y lleno de moretones.

Sus mejillas se tornaron de rojo, sintió los pies temblar y los repentinos mareos de la debilidad lo atacaron en cuanto el chico se puso de pie para saludarlo, se sostuvo en pie todo lo que  pudo, no deseaba desmayarse estando frente a una de las obras más perfectas de la creación.

El chico era más alto, fornido pero no tanto, estaba acorde a su estatura. Sus ojos grandes y las pestañas espesas, los labios gruesos lo invitaban a probarlos, y  sus brazos y pecho lo llamaban a ser acariciados y mordidos.

 

Lo deseo, por más pervertido e incoherente que pareciera, lo deseo.

 

—Kibum me dijo que eres un amigo de la infancia.

 

Su voz ronca era demasiado sensual.

 

—Choi Minho…es un gusto —extiende la mano.

—El…el gusto es mío…

Si lo hubiera conocido en el trabajo, ya lo habría derribado sobre la cama para bailarle encima. Pero se recordó que no estaba para pensar en perversidades cuando amablemente le habían ofrecido asilo.

Pero es que no podía evitarlo, tantos años trabajando como prostituta-travesti, encontrándose con gente tan deseable como asquerosa le ha hecho pensar que no podría encontrar nada que valga la pena.

Nada por lo que valga suspirar y soñar.

Pero Minho…a pesar de apenas conocerlo…

 

—Minho, Taemin puede dormir en la planta alta, en la habitación junto a la tuya.

—Claro, no hay problema.

—Bien, ya que no pude ir a clases hoy, tengo que preguntar qué tanta tarea tengo que hacer.

—Lo lamento —le mira triste.

—No, no te preocupes. Ah…Minho te llevará mientras yo hago llamadas.

—Gracias…

—No hay porque darlas.

 

Se despide de ambos y desaparece. Minho le dice que lo siga hasta las escaleras, pero cuando está apunto de subir, de solo ver los todos los escalones que tenía que pisar, trago saliva, una mano temblorosa se posó en el barandal armándose de valor para dar el siguiente paso.

 

— ¿Qué pasa? —su voz lo hace mirarlo y desconcentrarse de su tarea inicial.

 

Al notar que Taemin tenía algunos moretones en la piel, y su creciente temblor en las piernas, pensó en tantas cosas que lo hicieron ponerse nervioso, pero no pregunto nada, solo se acercó y lo tomo por el brazo para que se apoyara en él.

 

—Lo…lo lamento…

—No te disculpes, vamos…

 

Cada paso dado era un nuevo dolor que poco podía disimular, Minho se disculpaba por eso, a lo que solo le respondía con sonrisas. Lo suficiente para lograr un nuevo sonrojo en Taemin. Cuando estaban ya en la habitación, lo han dejado sentarse en la cama con suavidad y delicadeza.

(Demasiada delicadeza)

—Esta será tu habitación…bueno hasta que mejores —el silencio incómodo lleno la habitación—. Si necesitas algo estaré aquí a lado —señala con su dedo la pared de la  izquierda—. Por la cena no te preocupes, seguro Kibum te subirá algo.

 

¿Qué esta extraña sensación de confort?

 

Mientras más observaba a Minho se sentía seguro, más allá de la hospitalidad, de  la belleza del moreno y su sensualidad, había algo en él que lo hacía desear tenerlo cerca todo el tiempo.

¿Será la fuerza de atracción?

Minho se da la vuelta, yéndose para que la incomodidad desaparezca.

 

—Minho…—lo llama, cuando este voltea se levanta despacio para mirarlo de frete—. Key…él te dijo…

—Solo dijo que uno de sus amigos necesitaba ayuda, que tuviste un accidente y como no tienes a nadie de tu familia, pues él…

— ¿Solo eso te dijo?

 

“¿No te dijo como es que me encontró?, ¿No te dijo la deplorable imagen de mi cuando me ayudo?”

 

—Sí solo eso…descansa Taemin.

 

Cuando salió, y cerró la puerta, cuando se encontró solo en esa limpia y bonita habitación, cuando se cercioró que nadie podría entrar, ni verlo, ni escucharlo, solo cuando se dio cuenta que la soledad que en las primeras horas de la mañana había vivido han sido sustituidas por un sentimiento cálido en su pecho.

Solo así, con su soledad, pudo echarse a llorar.

Fue presa de la ansiedad y el miedo, corre al baño, con el objetivo de mirarse, de comprobar lo dañado que estaba su cuerpo, porque cuando se quita la camiseta y mira las marcas en su espalda, recuerda de inmediato los golpes, el abuso, las palabras, las amenazas, todo eso que parece que se ha quedado atrás.

 

¿Ya no volveré? No, ya no. Ahora estoy a salvo, puedo refugiarme aquí, esconderme de ese demonio mientras pienso como sobrevivir.

 

Se tira al piso, ahogando el llanto se muerde al labio inferior. El repentino cambio lo aturde, su mente le recuerda las cosas que estaría haciendo en ese preciso momento, su auto programación se activa, porque en su vida ya había una rutina que seguir, órdenes que acatar, lugares a donde ir, un trabajo sexual que cumplir y dinero que ganar.

Toca sus pies lastimados, se mira así mismo y de da cuenta que no hay vestido, falda, tacones, maquillaje…no hay cadenas imaginarias en sus tobillos o muñecas. No hay gritos, no hay reproches, no hay posesión, ni caricias toscas,  ni su cuerpo tomado como lo era siempre.

 

He vivido en una jaula desde los 14 años, he vivido de la única forma que sé, prostituyéndome, ahora que he escapado de mi prisión y he acabado en un lugar nuevo, no sé qué hacer, que decir, como actuar.

Como vivir.

 

El creciente deseo de un cigarrillo lo consume, sus nervios se alteran y comienza a sudar. Necesitaba de algo que lo calmará, necesitaba desahogarse, gritar, correr, tomar algo de alcohol o lo que fuera necesario para dejar de sentir tanta ansiedad.

Se coloca la camiseta, como puede sale del baño, descalzo se dirige a la habitación contigua, pensando en que quizás Minho tuviera un cigarro o alcohol se apresura a tocar la puerta, dos veces es suficiente para desesperarlo y patear la puerta y con ello darse cuenta que estuvo abierta todo el tiempo.

 

Tanto tiempo había tratado de escapar del infierno porque sabía que existía un paraíso al que podía ir cuando sea libre. Un lugar donde la malicia y los malos pensamientos no existían. En ese lugar, el paraíso, el sería un eterno pecador que no tendría una permanencia segura. Pero que ansiaba el perdón de lo que sea que haya hecho mal para ser condenado a la vida que tenía.

 

A veces me da miedo pensar que la maldad me ha alcanzado y contaminado tanto que donde quiera que vaya, sería el portador de inmundicia e impureza. Me da miedo manchar con mis pecados a personas inocentes.

 

Parado desde la puerta lo contempla, secándose el cabello y una toalla cubriendo de su cintura para abajo. Su amplia espalda brillaba con las gotas de agua corriendo salvajes hasta perderse en el pedazo de tela.

 

Mi corazón se aceleró en cuanto lo vi, fantasee con que su cuerpo me tomaba tan salvaje, que estar fundiéndome con él, sería lo mejor que podría disfrutar. Soy una mala persona por pensar estas cosas, pero es por tantos años de trabajar en la entrega y destrucción de mi dignidad que ahora no sé qué es lo bueno y lo malo.

 

Disfrutaba de su cuerpo con solo mirarlo, eso le bastaba para sentir ardor y choques eléctricos en todo su cuerpo.

 

No tengo derecho a mancharte como lo hicieron conmigo, pero francamente, estoy dispuesto a luchar para tomarte, aunque eso signifique lastimarte, molestarte, engañarte, seducirte y herirte el corazón.

 

Te pido perdón desde ahora, porque no espero que comprendas lo que siento. He muerto en vida, pero tú solo presencia me ha hecho revivir, si hay algo que tienes que saber es que el seducir e incitar es mi trabajo y lamentablemente aprendí bien durante muchos años de entrenamiento en la calle.

 

—Taemin —le dice cuando nota su presencia.

El castaño entra y cierra la puerta tras él. Le sonríe tan inocente que Minho no duda en corresponderle el saludo creyendo que su imagen tierna y pura es verdadera.

 

Perdóname, perdóname  por querer  arrastrarte a mi infierno, por querer que sufras conmigo, para disfrute aunque sea un momento, de lo que llaman felicidad.

 

Notas finales:

Hey! Me pase(¿?) soy mala ya lo sé. OAO yo misma muero por hacerle esto a mi Tae yo misma me castigaré ;u;

Pues, esperen el segundo, no mueran en la espera.

Les dejo: Carol-Taeminnie.  Mi pagina en face ahí les daré más info de la historia y el actual fanfic que escribo: Mi otra mitad

Gracias por leer  y si les alcanza dejénme un review ;; los amo –huye.


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