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My Obsession por WinterNightmare

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Notas del capitulo:

¡Actualización sorpresa! bueno, no tan sorpresa para quienes comentaron jaja

En fin, enjoy it :3

 

 

- Chicos, adivinen quien quiere visitarles… - Habló Simone mitad pregunta, mitad comentario, mientras caminaba hasta el sofá de la sala con un gran tazón entre sus manos repleto hasta el último centímetro de palomitas de maíz.

Tom y Bill yacían sentados sobre el amplio y cómodo sofá mirando atentamente el televisor. La mujer de cabellos claros, pidió a sus hijos con un leve movimiento de mano que se acomodaran uno a cada extremo del sofá entregándole a ella un espacio entre ambos, a lo que claramente Tom se rehusó a acceder…

Jalando suavemente del brazo de su igual le llevó a sentarse muy cerca de él, casi sobre su regazo, rodeando parte de su emblanquecido cuello con su brazo derecho, dejando descansar su mano cómodamente sobre el respaldo del mueble. Bill sonrió tímidamente, ruborizándose unos cuantos segundos mientras sentía la extraña mirada de su madre sobre él.

Ella se guardó toda palabra o pregunta muy dentro de su garganta, no le pareció nada tan fuera de lo normal aquella escena, pero evidentemente Tom estaba siendo muy posesivo con su hermano menor, a su punto de vista y muy dentro de sí misma, en cierto modo aquello le preocupó….

- Y… ¿quien quiere vernos? - Preguntó el de rastas, percibiendo el notorio nerviosismo que la incansable mirada de su madre provocaba en su gemelo.

 No quería que el ánimo de Bill decayera otra vez, le había costado un mundo entero hacerle sonreír nueva y contantemente después de aquel día (hace semanas atrás) en que decidió enfrentarlo y aclarar todo.

Bill había tenido una muy buena reacción luego de liberar su llanto reprimido, pero, no todo había sido tan fácil… y eso era lo que preocupaba a Tom, que su querido hermano recayera de nuevo, de ser así, él no sabría como salvarle del mismo infierno.

- Oh… pues, adivinen - Respondió ella, para alivio de los hermanos, sonriendo nuevamente.

- Hm… ¿Nelly? -Preguntó Bill al mismo tiempo en que miraba rápidamente el cochecito color rosa situado a un lado del sofá donde Catherine dormía profundamente.

Simone movió su cabeza de lado a lado en forma de negación y el gemelo mayor bufó frustrado. La niña no era un gran problema, pero, no era su trabajo ni obligación. A sus casi 17 años, él no estaba para eso.

- ¿Chewbacca? - Cuestionó Tom, riendo a coro junto con su gemelo menor, quien mencionaba a Godzilla en todo el asunto.

- No, Tom -Rio Simone, sonando cansada - Su nombre empieza con J… -Afirmó ella dándole un poco mas de entusiasmo a la especie de juego que ahora mantenía con sus hijos.

- J… Jacinto – Dijo el chico de ropas anchas, mirando a Bill.

- Neh, Tom, no conocemos a ningún Jacinto - Rio éste.

Luego de una infinidad de nombres ridículos que ambos chicos dijeron entre risas, Simone se rindió a que ellos le tomaran en serio, y habló con seriedad:

- Jörg Kaulitz.

Finalizó con eso todas las risas que rondaban por la sala.

Ambos chicos quedaron mudos, y sus sonrisas se esfumaron tan rápido como las ganas de bromear respecto al tema.

- Debe ser una broma - Dijo Tom intentado darle sentido a lo que había escuchado.

- Él… ¿quiere vernos? - Preguntó el menor tranquilamente, incrédulo.

- Claro, Bill - Respondió Simone sonriéndole y acercándose más a él - ¿No estás entusiasmado? - Acarició suavemente su mejilla derecha, Tom se tensó.

- No lo sé - Contestó con sinceridad - Creo que…

- Yo no quiero verlo - Interrumpió el mayor de los gemelos, parándose enfurecido de su puesto en el sofá - No después de… de todo lo que pasó.

- Tom, por favor - Pidió su madre en tono de suplica – Debes darle otra oportunidad.

- No, no debo -Respondió seriamente, desafiándole con la mirada - No estoy dispuesto a pasar por lo mismo nuevamente - Caminó hacia las escaleras siendo observado por un cabizbajo Bill y una sorprendida Simone.

Subió las escaleras de dos en dos escalones, hasta llegar al pasillo que lo llevaría a su habitación. Se encerraría y pasaría toda la tarde recostado en su cama. No podía creer que ahora, recién ahora, se acordara de su existencia y la de su hermano; después de haberlos abandonado y olvidado por lo menos desde hace unos 10 años, sin contar con aquella vez en la que armó semejante escándalo fuera de su casa…

 

*Flash Back (11 años)*

 

- ¡Abre la puerta, maldita sea! - Gritaba con voz ronca e inestable, golpeando fuertemente la puerta principal - ¡Sé que están ahí! ¡Simone! ¡Tom!... ¡Bill!

El menor estaba realmente aterrado sin saber que hacer, siendo las 1 y media de la noche y con su madre aún trabajando, su única compañía era su gemelo mayor quien miraba con furia en dirección a la ventana donde la sombra de su padre completamente ebrio arrojando lo que tuviera a su alcance estaba por hacerle llorar de auténtico odio.

- Tom… Tomi… por favor, cálmate, no me vayas a dejar solo - Rogó Bill con ojos suplicantes, mientras lágrimas rebeldes corrían por sus mejillas dejando un delgado camino de pintura negra tras ellas.

El mayor de los hermanos sabía cual era su labor. Proteger a su gemelo por sobre todas las cosas, lo habían aprendido desde pequeños, cuando aquel idiota fuera de su casa los había abandonado. Supo entonces, que Bill era y sería su única compañía de por vida. Desde ahí, fueron inseparables…

Habían encontrado en el otro el amor, dedicación y cuidado que tanto les faltaba. Siendo nada más que “vigilados” por una niñera descuidada que sólo veía televisión, por lo que no había problema en estar todo el día juntos si así lo quisieran.

Bill siendo el gemelo menor, siempre fue protegido por Tom, quien asumiendo como pudiese el rol de “padre”, le cuidaba, mimaba y amaba tanto como su pequeño cuerpo de niño de 5 años le resistiera… habían comprendido a temprano edad como era el mundo allá afuera… habían tenido que madurar y aprender a sobrevivir siendo tan sólo siendo unos niños…

La ausencia de amor y cuidado por parte de ambos padres no podía ser tapada más que por ellos mismos.

Creyendo que con todo el odio y desprecio que había acumulado en estos largos años podría enfrentar a su padre y decirle todo lo que sentía por él, se decidió a abrir la puerta tomando fuerte y inconscientemente de Bill, y acorralándolo contra una pared, besó suavemente sus labios mientras sus ojos se humedecían al mismo tiempo que los de su igual… le prometió que nada malo le sucedería.

Avanzó rápidamente hasta la puerta, quitándole el seguro, abriéndola y encontrándose cara a cara con su enfurecido padre. Pasaron unos segundos sin decir ni una sola palabra hasta que Jörg habló, evitando la mirada de completo odio que su hijo mayor le dirigía.

- ¿Dónde está tu madre? – Preguntó, recorriendo con su vista cada rincón de la casa...

Hasta que lo vio.

Sus ojos se ardieron en odio al ver a su hijo menor como nunca le gustó verle… había sabido de él, había visto fotos de él, pero nunca quiso creer que sería cierto. Intentó avanzar al interior de la casa siendo inútilmente impedido por Tom al que sin ningún mayor esfuerzo empujó y lanzó al suelo.

Los ojos del menor expresaban miedo incontenible y su cuerpo temblaba inestablemente mientras veía a su hermano caer - ¡Tom! - Gritó casi al borde de desmayarse, avanzando unos cuantos pasos en dirección a su igual; retrocediendo al ver a su padre mirarlo con furia y acercársele.

- Que mierda crees que eres… -Habló Jörg, bufando - Yo tuve dos hijos, yo vi nacer a mis dos hijos… ¡no a un maldito marica! - Gritó enfurecido, perdiendo el control y cayendo al piso de lo ebrio que estaba.

- ¡Bill, corre! - Gritó el chico de rastas completamente asustado viendo a su igual correr escaleras arriba inmediatamente. Ahora su único problema era aquel demente al que había dejado entrar.

Tom se puso de pie casi al instante e intentó seguirle los pasos, pero su padre era astuto y haciéndole una zancadilla lo lanzó al suelo nuevamente.

Jörg se incorporó lo más rápido que pudo, tomando fuertemente del brazo de su hijo mayor arrastrándole contra su voluntad hasta el baño del primer piso, encerrándolo ahí.

- ¡Sácame de aquí! ¡Abre la maldita puerta! - Gritaba Tom desde el interior, moviendo desesperadamente la manilla hasta que Bill volvió a su cabeza, palideciendo inmediatamente - Bill… ¡Bill! ¡Bill, cierra la puerta! ¡Bill!

Se dejó caer pesadamente al suelo, llorando y susurrando aterrado el nombre de su hermano. Le había prometido que nada malo sucedería, y ahora encerrado en ese frio baño no podía protegerle… todo estaba fuera de su alcance.

 

- ¡Sal de ahí, puta cobarde! - Gritó Jörg enfurecido mientras forcejeaba la puerta de la habitación de sus hijos - ¡Ningún hijo mío se vestirá y maquillará como una mujer! – Amenazó.

Bill se rindió, estaba solo… su delgado cuerpo no pudo mantener ni un segundo más esa puerta cerrada.

 

Habían pasado varios minutos desde que fue atrapado en ese oscuro baño. Sin saber absolutamente nada de Bill, lo único que podía sospechar era lo peor… en el estado de ebriedad, Jörg podría ser capaz de hacer cualquier cosa.

Había escuchado gritos en el piso de arriba. Gritos que le habían rasgado lo más profundo de su ser.

Unos pasos corrieron escaleras abajo cerrando fuertemente la puerta de entrada. Tom se sobresaltó, fue como en las películas de terror, como un asesino abandonando la escena del crimen.

- ¡Bill! - Gritó desesperadamente una y otra vez, mientras deslizaba sus manos por su cara humedecida de llanto y sangre de los fuertes rasguños y golpes recibidos por parte de su padre.

Unos débiles pasos se escucharon al fin fuera del baño, y Tom se congeló.

- ¿Tomi? -Llamó el menor mientras abría la puerta, siendo rápidamente atrapado por Tom.

- Gracias a Dios, Bill, estás vivo, ¡estás vivo! -Le besó una y otra vez mientras lloraba - Perdóname, lo siento mucho, no pensé que él…

Al separarse unos cuantos centímetros, pudo observar con claridad aquellas notorias marcas de golpes y ese hilo de sangre corriendo por el labio de su igual, lo que dejaba en evidencia la brutalidad de aquel hombre que se hacía llamar su padre.

Tragó saliva con fuerza, sintiendo el sabor de la sangre de su hermano impregnarse en su garganta.

 

*Fin flash back*

 

- ¿Tomi? -Llamó su gemelo mientras se escabullía en la habitación lentamente. La misma habitación que años atrás había sido testigo de aquella brutal golpiza que ese mismo delgado cuerpo había recibido.

- ¿Sucede algo, Bill? - Preguntó intentando que su voz sonara normal.

- ¿Estás bien? – Cuestionó preocupado, mientras se sentaba con cuidado al borde de la cama.

- No quiero volver a verlo –Contestó, evadiendo en cierto modo la pregunta - No quiero que pase lo mismo nuevamente.

- Pero, mamá…

- Simone no sabe lo que sucedió – Bufó - Así como tampoco sabe cientos de cosas porque simplemente nunca está con nosotros… al igual que él -Respondió Tom con frialdad.

El menor de los gemelos no podía negarle nada, pues sabía perfectamente que todo aquello era cierto. Era verdad y evidente la falta de atención de Simone, aunque ya a sus 16 años no les importaba demasiado.

Pero, Tom parecía ser rencoroso con respecto a Jörg… ni siquiera sabía si era buena idea una nueva oportunidad de las tantas fallidas que ya le habían dado.

- Está bien -Habló el mayor soltando un suspiro al terminar la frase - No quiero hablar mas de esto - Bill asintió lentamente. Simplemente seguía con la vista fija en su regazo, ignorando cualquier mirada de parte de Tom.

- ¿Quieres… jugar a algo? - Preguntó con dificultad. Se le hacia difícil y a la vez vergonzoso el hecho de pedirle aquello a su hermano.

¿Donde estaba su imagen de mujeriego y chico maduro frente a los demás? Todo lo que quedaba del antiguo Tom, se esfumaba al instante si se trataba de Bill.

El pelinegro sonrió. Los juegos de Tom eran algo extraños y hasta algunas veces vergonzosos, pero le encantaban. Amaba pasar tiempo con él, cualquier cosa sería asombrosa siempre y cuando Tom estuviese incluido en dicha actividad.

- Y bien… ¿qué propones? - Cuestionó Bill, cuestionó por saber que tenía en mente.

Tom sonrió con picardía - Es fácil - Afirmó poniéndose de pie seguido por la atenta mirada de su gemelo - Sólo tienes que… besarme - Finalizó con un leve rubor en sus mejillas, obligándose a bajar la mirada.

- Oh, ya veo… - Agregó Bill, incorporándose – Es fácil - Y, sujetando firmemente de los hombros de Tom apretó sus labios contra los suyos, contagiándose de ese suave sonrojo.

Se separó con cuidado intentado a toda costa ignorar la sorprendida mirada de su igual quien quedo como “paralizado” al ver su reacción… después de todo había quedado más que claro en juegos anteriores, que Bill no era tan santo e inocente como él creía.

Pero pensaba que sólo le seguía la corriente, ya que,  cuando jugaban de esa forma o mas atrevidas, era siempre el mayor de los hermanos quien tomaba la iniciativa, nunca lo hacía Bill…

El chico de rastas no estaba dispuesto a quedarse atrás:

- No es sólo así como así, esto será con puntajes - Continuó Tom con su explicación de cómo debían jugar. Bill pensó que el juego sería con más “estrategias” y arrugó la nariz, seguramente Tom modificaría el juego según su preferencia para poder ganarle.

- Está bien, nada tan complicado -Dijo el menor elevando un ceja y sonriendo, logrando la molestia de Tom en ponerle más dificultad al juego.

- Tendremos que perseguirnos e inmovilizar el uno al otro antes de besarlo, sólo así ganaremos puntos – Continuó - Cada beso vale un punto, del total de 10 – Finalizó, consiguiendo como única respuesta un intento de inmovilización de parte de su gemelo.

Tom logró zafarse de las rápidas manos de Bill y echar a correr escaleras abajo, seguido desde muy cerca por éste - ¡Te recuerdo que vamos uno a cero, Thomas! - Gritó Bill entre risas mientras perseguía a su igual hasta la sala.

Al llegar abajo, volteó lentamente y observó con dificultad todos los posibles lugares donde Tom podría estar escondiéndose, miró bajo la mesa, y nada… detrás del sofá, y nada.

- El baño… - Susurró por lo bajo.

Caminó hasta lo anterior mencionado y asomó la cabeza rápidamente en su interior: Nada.

Unos brazos sujetaron fuertemente de los suyos, empujándole por completo al interior del lugar donde fue rápidamente acorralándolo contra una de las paredes. Mientras aún sin soltar el agarre en los brazos de su igual, Tom no perdió tiempo en ganar un punto y quedar a la misma altura y ventaja que Bill - A uno – Susurró, y corrió fuera del baño.

Simone salió de la cocina con un pequeño mantel blanco con el que secaba sus manos, avanzó un poco más y se afirmó en el umbral de la puerta observando al final de aquel no tan largo pasillo a sus hijos correr de un lado a otro.

Bill corría hacia la derecha, Tom le perseguía. Luego un momento de silencio y el mayor de sus hijos cruzaba su campo visual nuevamente pero ahora siendo perseguido por el pelinegro.

Bill estaba perdiendo, era increíble -según el-, pero su hermano le estaba ganando ya por varios puntos. Le estaba costando demasiado poder obtenerlos. Todo era mucho más fácil cuando no era una competencia…

En un momento de descuido, el menor de los gemelos logró tomar firmemente del brazo de su igual y atraerlo hacia su cuerpo a lo que éste se negaba rotundamente, forcejeando con fuerza. Bill sonreía pícaramente, susurrando: “Ya eres mío, cabrón”.

Pero el chico de rastas no parecía muy contento, ni siquiera se veía contagiado por la adrenalina del juego… su mirada hablaba de pánico.

El pelinegro desvió la mirada confundido, percatándose de que estaba justo frente a la cocina donde la curiosa mirada de su madre los perseguía atenta a cada minúsculo movimiento de sus agitados cuerpos. Bill no sería capaz de besarlo ahí mismo, ¿o si?

- Yo… -Su madre avanzó hasta donde ambos se encontraban, aún peligrosamente juntos. Tom le pellizcó con disimulo antes de que pudiese decir alguna cosa que los perjudicara a ambos, Bill y el nerviosismo, no eran buenos amigos ni en lo más mínimo.

- Quiero que vayan por algo de leña - Habló Simone, tomándolos de un hombro a cada uno y separándolos un poco - Al sótano - Finalizó, caminando hasta la puerta de dicho lugar y abriéndola sonriente.

Ambos cruzaron miradas, torpemente sorprendidos. ¿Acaso sería que su madre no había notado nada de aquel juego “poco filial”? ¿O sería que lo sabía y quería hacer negarlo por su propio bienestar psicológico?

Eso por ahora no importaba, por lo menos así era para Tom, mientras su madre no se refiriese al tema y no les interrogara, todo estaría bien.

Era fácil: si lo suyo con Bill estaba prohibido, entonces sería un secreto. Aún no sabía como ni cuando había comenzado a ver esto como “lo mío con Bill”, sonaba demasiado comprometedor cuando no lo era en absoluto. Tom era libre y soltero, por lo menos hasta estos segundos en los que su retorcida mente pensaba en alguna futura… ¿formalización?

Ahora en lo más oscuro del sótano, (donde sólo llegaban rayos de luz de la puerta abierta al final de la escalera que los llevaba de vuelta a la sala, donde su hermano minutos atrás había conseguido la delantera nuevamente), el mayor sólo podía concentrarse en recoger una que otra astilla de madera para la estufa que Simone pretendía encender en el piso de arriba.

Unos emblanquecidos y suaves brazos se sujetaron a su regazo, mientras un delgado cuerpecito apegaba su pecho contra su espalda, haciéndole sonreír ampliamente. Podía sentir sus latidos, el ritmo de esos latidos le eran inconfundibles, era Bill… su Bill

El chico de rastas se dejó llevar por ese tibio y reconfortante abrazo, dejando caer uno a uno los trozos de madera que había recogido.

Ese lento vaivén de sus cuerpos se detuvo abruptamente, devolviendo a Tom a la realidad, el pelinegro sujeto de ambas manos a su igual por sobre la cabeza de éste y le volteó con rapidez, acorralándole contra la pared de leña que días antes ellos mismos había ordenado. Estaba jodido, completamente jodido, pensó el mayor… si esto significaría su descalificación del juego y ceder aquel último punto y con eso la victoria a su hermano, estaba dispuesto a hacerlo.

Entrelazando sus dedos con los de su igual, Bill comenzó a acercársele lentamente dejando a sus ojos cerrarse por instinto y a sus labios posarse sobre los de su gemelo, quien luego de unos cuantos segundos supo lo que era la verdadera derrota, sintiendo como cedía la entrada a su boca a la húmeda lengua del pelinegro.

Esto comenzaba a sofocarlo, todo ahora parecía tan caliente, el aire, todo… sentía que si no se movía luego de entre las astillas bien podría encenderlas con el propio calor de su cuerpo.

Tomó lentamente de las caderas de Bill e intento cambiar de posiciones, él volvería a dominar la situación como siempre lo había hecho y el gemelo menor volvería a ser aquel inocente pelinegro que estaba a su merced.

A lo que claro, Bill se negó y separando sus labios rápidamente de los de Tom - Diez a nueve – Susurró - He ganado, hermanito - Finalizó alejándose por completo de su igual, y, recogiendo unos cuantos trozos de madera, comenzó a subir las escaleras de vuelta a la sala.

Tom estaba atónito, y más que nada, avergonzado. Si, si, completamente avergonzado. Él nunca había sido dominado de esa forma, siendo acorralado y besado, permitiendo que su lengua fuese sometida a las más sensuales caricias de parte de su hermano. Pero no todo estaba a favor de Bill, claro que no…

Viéndole subir por las escaleras con dificultad, el pelinegro intentaba esconder aquella notoriamente despierta erección que llevaba bajo sus ajustados jeans, causando una pequeña risita burlona de parte de Tom, a quien volteó a mirar rápidamente.

El de rastas se incorporó y tomando vuelo, subió en un dos por tres las escaleras, quedando a un escalón de distancia de Bill.

Posó sus expertas manos a ambos lados en las caderas de su gemelo, quien apretó sus labios en un intento por no gemir al sentir la humanidad de su hermano presionándole el trasero. Era ese suave vaivén nuevamente, pero, sólo que esta vez, estaba a favor de Tom.

El rastudo se alejaba por unos segundos y luego volvía a presionar, cada vez con más fuerza, profundizando. Bill sostenía con uno de sus brazos y mano un pequeño montoncito de leña apegado a su pecho, mientras con la otra extremidad se mantenía afirmado a unos escalones más arriba, quedando un tanto inclinado (para el deleite de su hermano).

El mayor era realmente bueno, y la cabeza de Bill comenzaba a dar vueltas, al cerrar sus ojos veía destellos de luz tras sus párpados, siéndole imposible seguir aguantando las ganas de gemir… o incluso gritar.

Estaba en el momento máximo, Tom estaba haciendo un excelente trabajo y Bill lo agradecía, esos suaves y a la vez rudos movimientos contra su trasero le estaban volviendo loco.

De pronto, todo se detuvo.

- ¿Quién ganó ahora, hermanito? – Preguntó - Esto te pasa por calienta pollas - Molestó el mayor y Bill bufó completamente ruborizado siguiendo su camino hasta la sala de estar, mientras el mayor se reía por lo bajo.

Mañana será otro día, pensó Tom… mañana será un graaan día.

Notas finales:

¿Comentarios, sugerencias, críticas, opiniones?

PD: Muchas gracias a quienes dejan sus bonitos comentarios, me alegran la vida. <3


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