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My Obsession por WinterNightmare

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*Flash Back* (7 años)

 

- Billy, ¿puedes pasarme la sal, por favor? - Preguntó Jörg desde un extremo de la mesa y Bill obedeció sonriente.

Últimamente había notado un comportamiento extraño en su madre. Ella y Jörg ya ni siquiera se hablaban… no sabía el porque y tampoco le interesaba saberlo, ya que esa incómoda cena sería como la de todos los días. Terminando de comer el volvería a su cuarto a jugar con Tom.

- Uh… ¿dónde está Tom? - Preguntó el pelinegro desde su silla, mirando a Simone.

- No lo sé cariño, debe estar en el baño - Contestó sin prestarle atención a su pequeño hijo, seguía con su mirada fija en aquel plato de comida, revolviendo los ingredientes con su tenedor.

El castaño se encogió de hombros ante la reacción de su madre, pero aún seguía curioso de saber donde estaba su hermano. Si bien la pizza de aquella noche era su comida favorita, tuvo que fingir un horrible dolor de estómago para poder pararse de la mesa y dejar de comer, siendo su verdadera intención sólo correr escaleras arriba y encontrar a su hermano.

Él no solía perderse ese tipo de comidas, para ambos era la mejor de todas. Tampoco acostumbraba a perderse de la cena en familia de todas las noches, a Tom le encantaba contar las experiencias vividas durante el día en su escuela y demás.

Era algo extraño para Bill, que Tom estuviese en el baño por tanto tiempo, perdiéndose de la agradable plática familiar que solían tener todas las noches… pero que esta vez, no había.

El gemelo menor se puso de pie y cogió sigilosamente una manzana del frutero de la mesa, guardándola rápidamente en su bolsillo. Caminó en silencio hasta el baño del primer piso, a tan sólo unos metros de la sala donde sus padres cenaban. Al llegar ahí, se arrodilló y apoyando su cabeza en el suelo, miró por debajo de la puerta, sin encontrar siquiera la luz encendida.

Bill frunció el ceño, confundido. Su madre había dicho que Tom se encontraba en el baño, y no lo estaba. Además, ése era el único baño actualmente disponible en la casa.

Volvió nuevamente a la sala de estar, rascándose el casco. Al llegar, vio como su madre comía a duras penas, mientras Jörg le miraba. El hombre, al percatarse de la presencia de su hijo menor nuevamente en la sala, desvió su mirada hasta él, ladeando su cabeza levemente en signo de pregunta. Mientras Bill, en forma de respuesta, elevó sus brazos y se encogió de hombros con una expresión de “no tengo ni la más mínima idea”.

Jörg sonrió levemente, mientras con disimulo, apuntaba con su dedo índice hasta el segundo piso, haciéndole un pequeño gesto a su hijo, para que subiera las escaleras.

Bill le devolvió una sonrisa de oreja a oreja antes de echarse a correr escaleras arriba, siendo seguido por la mirada atenta de su padre…

Llegó hasta su cuarto, estaba oscuro. No esperaba encontrar a Tom allí.

Volteó, y caminó adentrándose un tanto más en la oscuridad del segundo piso, hasta llegar al final del pasillo y topar con aquella pieza que sólo era ocupada por los cachureos y chiches de la casa. Odiaba tener que entrar ahí, incluso de día, pero a su hermano… a él le fascinaba ese espeluznante lugar.

Tomó de la manilla y la giró, temeroso. Sus manos sudaban y temía ver las cosas que había dentro, con la oscuridad de la noche y la luz de la luna, todo se vería aún más horrible.

- ¿Tom? – Llamó en voz baja - Tomi, ¿estás aquí? - Preguntó casi en un susurro.

“Dios me protegerá, yo creo en él”, repetía casi desesperadamente en su cabeza el viejo salmo que alguna vez escuchó de Simone, a medida que se abría paso dentro de la habitación. La ventana estaba abierta y el fuerte viento entraba al cuarto haciendo volar por todos lados la montonera de papeles que se encontraban ahí.

Se apresuró en llegar a la ventana e intentar cerrarla pero estaba muy atascada como para que sus débiles brazos pudiesen con ella. Intento tras intento, con sus mejillas enrojecidas, él no se iba a rendir. Dejó la manzana a un lado, sobre una pequeña mesa y prosiguió a empujar la ventana hacía abajo con ambas manos.

Se quejó frustrado - ¡Ciérrate, estúpida cosa!

No dejó de empujarle hasta que lo logró. Se cruzó de brazos victorioso y sonrió. Pero, su sonrisa se apagó…

Algo se acercaba desde fuera hacia la ventana, no podía aún distinguir lo que era hasta que le vio chocar estruendosamente contra el cristal, sobresaltándolo y haciéndole dar un salto de miedo.

- Maldito pájaro - Dijo luego de unos cuantos segundos de asombro, mientras palpaba con su mano izquierda el lugar donde había dejado su manzana.

- No maldigas - Habló una voz a su espalda, haciéndole voltear rápidamente.

- ¡Tom! – Gritó, casi espantado – Me… asustaste - Dijo mientras miraba su manzana ya mordisqueada por su hermano.

- Pensé que era para mí, lo siento - Habló cabizbajo.

- Lo era - Afirmó el menor, dedicándole una sonrisa - ¿Estás bien?

- Claro, ¿qué te hace dudarlo? – Contestó sonriente, mientras mordisqueaba la manzana con tranquilidad.

- Te perdiste la pizza, la cena familiar… - El mayor dejó sonreír y miró el suelo - ¿Por qué intentas mentirme, Tomi? Me estás ocultando cosas, lo sé.

- Olvídalo Bill, no es nada… no quiero bajar y listo - Contestó con frialdad, sentándose en el suelo.

Con Tom, las cosas habían cambiado, no sabía el porque, por lo que optó por quedarse en silencio y sentarse a un costado de su hermano.

- Anoche – Continuó, luego de un rato - Quise bajar al baño, pero me arrepentí a mitad de camino - Habló el mayor - Ellos estaban peleando, gritándose palabrotas nuevamente. Yo… sólo escuché a mamá decirle que sería mucho mejor si él se iba de la casa… - Suspiró - Y que nos llevara a nosotros…

El más pequeño no sabía que responder, ni siquiera quería llorar. Sólo se quedó pensativo, sus enormes ojos castaños abiertos de sobremanera, humedecidos.

- Creo que en casos como éstos, ya sabes, cuando los padres se separan… tienen el derecho de llevarse a sus hijos – Habló el menor, elevando los hombros - Quizás nos hagan elegir – Dijo -  ¿Tú con quien te irías?

- Con papá - Contestó de inmediato, sin pensarlo dos veces - Si mamá dijo que quería que nos fuéramos con él, pues me voy – Bill pudo sentir el odio en las palabras de su hermano, no se atrevió siquiera a mirarle - ¿Y tú?

- No me importa con cuál de los dos… - Murmuró - Si tú te vas conmigo, todo estará bien - Respondió con sinceridad, elevando los hombros levemente.

Tom sonrió, cerrando sus ojos por un momento. Se le abalanzó encima, cayendo sobre su regazo. Se abrazó a él y durmió durante horas.

 Al día siguiente, despertaron acostados cada uno en su respectiva cama.

 

*Fin flash back*

 

Por Bill:

 

Los regalos estaban sobre la mesa, todos los invitados alrededor de ella. Nuestros tíos, habían “dividido” la mesa y los regalos en dos partes igualadas en cantidad posicionándonos uno a cada lado. Pude ver el brillo en los ojos de Tom al observar el regalo más grande que estaba de su lado, de seguro era lo que él esperaba.

Por mi parte yo no había pedido nada en especial, pero la lista de Tom era gigantesca, ni siquiera eso: ENORME. Creo que ni en un día podrían haber terminado de escucharle pedir tantas cosas.

Pedía guitarras, consolas de videos juegos, juegos para sus consolas, películas, un teléfono nuevo, lentes de sol, etcétera. Realmente un egocéntrico y adicto a los juegos. Aún así… es perfecto.

- Es tu turno, muchacho - Golpeteó  levemente mi espalda - Abre tu primer regalo, escoge el que quieras.

Tomé con ambas manos el primer regalo que encontré, su envoltura era curiosa. Una caja común y corriente con un papel de envolver de vivos y llamativos colores.

No quería pasar por el complicado y estresante trabajo de desenvolver cuidadosamente el obsequio, por lo que opté por lo más fácil y conveniente…

Dejé nuevamente la caja sobre la mesa, y como si fuese un gatito con unas pequeñas pero ligeras uñas, rasgué pedazo por pedazo el lindo papel de envolver. Incluso sonreía al hacerlo, no me importaban las miradas confundidas de mi familia entera. Quería ahorrar tiempo y abrir de una vez el puto regalo, ¡por  favor! tengo más de 15 cajas envueltas sobre la mesa esperando ser descubiertas.

Levanté levemente la mirada y vi a Tom palideciendo por completo, sus mejillas apenas alcanzaban un suave color rosa, no alcanzaba para más. Sus brazos apegados a sus costados, sus puños apretados con fuerza, y su boca semi - abierta denotando nerviosismo. Lentamente dejé de sonreír sin entender su rostro, aún así no me había percatado de que el papel de regalo yacía destruido a mí alrededor.

Era una caja común y corriente, nada tan delicado estaría ahí dentro. Abrí la caja sin cuidado alguno, por un segundo se me resbaló de las manos y Tom se sobresaltó, fue ahí cuando comprendí que era algo sumamente delicado…

Abrí una parte de la caja de par en par, lentamente y con curiosidad introduje mi mano hasta tocar algo de madera. Con cuidado y firmeza a la vez, sujete y jalé de el hasta poder verlo.

- Oh, pero, miren eso…  – Exclamó Angust, uno de  mis tíos. Se oía sorprendido - Es una de las cosas más delicadas y bonitas que he visto en mi vida.

- Parece hecha a mano - Habló mamá, acompañada de cientos de gestos o ruiditos de ternura frente a mi regalo.

- Me pregunto cuál de tus tías se habrá esmerado en comprarte esto. Son piezas definitivamente echas a mano, no he visto alguna similar - Habló una voz masculina que no alcancé a percatarme de quien era.

Esa pregunta silenció las risas y gestos de ternura. Un cuchicheo poco disimulado entre mis tías me hizo voltearme a mirar. Al parecer ninguna de ellas coincidía que el regalo le pertenecía, ninguna sabía de su existencia, ninguna lo había mandado a hacer, ninguna me lo había regalado.

Intenté ignorar aquella confusión y antes de que se llegara a alguna conclusión estúpida como la de todos los cumpleaños: “Regalo secreto de alguna novia”, tomé otro regalo y comencé a abrirlo.

 

 

La celebración había finalizado. Eran ya las dos y media de la madrugada, y nuestra familia comenzaba a dispersarse.

Tom y yo nos miramos muy contentos y entusiasmados, habíamos planeado nuestra propia celebración…

- Bueno, creo que es hora de ir a dormir - Dijo finalmente Simone, reincorporándose del sofá, estirando todo su cuerpo con pereza - Bill, Tom, sus cosas están abajo.

- ¿Q-qué? - Preguntó Tom con los ojos muy abiertos.

- No pretenderás que tus tíos y abuelos vayan a dormir al sótano, ¿o sí? – Cuestionó con severidad – Son muchachos jóvenes, se adaptarán.

Me preparé psicológicamente para al rabieta que vendría y observé por largo rato la cara de frustración de mi hermano. Definitivamente nuestros planes se habían arruinado debido a la falta de luz eléctrica allá abajo: Adiós a aquella entretenida noche de gemelos jugando con nuestra play nueva.

Me puse de pie y caminé hasta el baño. De verdad moría por ganas de dormir, pero al parecer mi familia no deseaba eso todavía.

Entré al baño y prendí la luz con el interruptor que se encontraba a mi izquierda. Inmediatamente mojé mi cara reiteradas veces con ambas manos.

- Mierda, no es gracioso - Advertí al momento de reincorporarme y observar el baño sumido en completa oscuridad.

- Tampoco es gracioso que no te interese perder una noche de juegos conmigo, justo para nuestro cumpleaños, Bill… - Habló obviamente Tom, con un tono de voz bastante atractivo e interesante. Su voz sonaba más ronca de lo normal.

En un abrir y cerrar de ojos me encontraba acorralado entre la pared y el húmedo calor que emanaba el pecho de mi hermano, ocasionándome un agradable cosquilleo en todo lo largo de mi espalda.

Sentí los deliciosos labios de Tom posarse en mi cuello, seguido de una corrida de besos y lametones que terminaron en mi abdomen desnudo.

Las finas y suaves manos de Tom se las ingeniaron en la oscuridad del baño para para poder despojarme de mi polera, deslizando sus húmedos y helados dedos por mi espalda causándome un temblor que remeció todo mi cuerpo, haciéndome elevar las caderas y chocar la dura entrepierna de Tom sin previo aviso.

Inmediatamente retrocedió y soltó un gemido frustrado que debe haberse oído desde la sala. Evité que otros ruiditos de dudosa reputación se escaparan por sus carnudos labios y le besé, con todas las ganas que le venía trayendo desde hace horas.

Tom definitivamente no pudo contenerse más, cogiéndome de ambas piernas me elevó y posicionó sobre el lavamanos, comenzando a frotarse contra mí con brutalidad.

Aguantándome las ganas de gritar de excitación y por el dolor que volvía a mi trasero por la noche anterior, le cogí de la cintura y poco a poco le fui deteniendo, calmando sus acaloradas embestidas.

Bajé lentamente del lavamanos, sin cortar el contacto entre nuestros cuerpos y le besé mientras acariciaba una de sus rastas.  Tom sonrió aún con sus labios pegados a mi boca y con una de sus manos buscó la manilla de la puerta para salir del baño.

- ¿A dónde crees que vas? - Le advertí susurrándole al oído - No pensarás que esto ha terminado, ¿o si, Thomas?

Pude imaginarme su cara en aquel momento, sus ojos brillando y una sonrisa traviesa cursando su delicado rostro. Lentamente me volteé dándole la espalda, separé levemente las piernas y Tom supo que hacer…

No hacía falta mayor contacto. Mi hermano conseguía llevarme a las estrellas con sólo frotarse contra mí.

- Ough… Tomi, Tomi - Gemí inclinando levemente la cabeza hacia atrás, apoyándome en él.

Volvió a besar mi cuello con ansias mientras una de sus manos se colaba dentro de mi pantalón. Como deseaba poder estar sumergido en la oscuridad de nuestro cuarto, sin nadie dentro de la maldita casa.

Los movimientos de Tom comenzaban a acelerarse. Cada vez se frotaba contra mi trasero con más y más necesidad de algo más. Quise desabotonar su pantalón y ayudarle un poco, pero me detuvo rápidamente a penas escuchó un ruido dentro del baño.

- ¿Escuchaste? - Preguntó sin moverse ni un centímetro.

Me separé levemente y me volteé hacia Tom, preocupado.

Dudoso decidió tomar la iniciativa de encender nuevamente la luz del baño, separándose un poco más de mí cuerpo.

- Dios mío…


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