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My Obsession por WinterNightmare

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Notas del capitulo:

Nuevamente fallé, les juro que lo siento en el alma :( estuve muy complicada de salud, ahora quien sufre es mi estómago y estoy llena de medicamentos y obligada a estar en cama... me hice un tiempo y aquí está, les he traído lo que les debía. Les pido disculpas por la ortografía o por si fallé en algo, repito, no he estado muy bien y todo ha sido más difícil (ayer me la pasé todo el día en el hospital). Bueno, y como verán, he tomado en consideración muchas sugerencias de parte de ustedes y he incorporado a los capítulos bastantes cosas que muuuuchas esperaban :o así que, espero que les guste. <3

PD: Iré respondiendo los comentarios poco a poco, cada vez que pueda y me sienta bien, pasaré por estos lados. :)

 

Por Bill:

 

Ya no recordaba la última vez que había pasado un fin de semana en casa. Cómo se sentía dormir hasta las tantas horas de la tarde; abrazarme a Tom por las noches, escabullirme hasta su cama… todo eso formaba parte del pasado.

Mamá había insistido en nuestro comportamiento y presentación personal. Todos los sábados por la mañana, era lo mismo: Jörg venía a por nosotros a eso de las 9:00, estacionaba su auto a las afueras de nuestra casa, fumaba un cigarro y habría el maletero, esperando. Se nos venía encima otro largo viaje hasta llegar a su casa.

-¿No crees que llevas demasiado para un par de días? – Habló mamá dirigiéndose a Tom, mientras observaba todos nuestros movimientos desde un costado del maletero.

Tom le miró con mala cara – Lo necesito – Contestó – De no ser así, no lo llevaría, ¿no crees? – Cuestionó con obviedad y mamá endureció la expresión de su rostro.

Guardé mi mochila con timidez, no estaba seguro de que tan buena idea sería, pero, de todos modos debía atreverme a algo nuevo. Tom había estado extraño en las últimas semanas, luego de dos meses con visitas innegables a la casa de nuestro padre, yo esperaba que ya estuviese algo acostumbrado; pero parecía ser todo lo contrario.

Bajo sus ojos marrones descansaban unas notorias ojeras, y eso era un pésimo indicio de algo. Tom y su falta de sueño me preocupaban, él no estaba bien, no funcionaba bien. Había intentado hablarle muchas veces sobre su estado, pero él sólo me sonreía con ternura al verme tan interesado en saber qué era lo que pasaba y decía que todo estaría bien.

 Tom era un cretino la mayoría de las veces, pero confiaba en él. Confié en él desde el primer momento en que toqué sus labios. Confié en él la primera noche en que dormimos juntos. Confié en él cuando me prometió que estaríamos por siempre juntos. Y confiaba en él ahora, cuando me decía que todo estaría bien.

-Hora de irnos – Murmuró Jörg en un suspiro profundo, dejando caer la colilla de su cigarro – Suban al auto, chicos.

Abrí la puerta trasera y subí al auto de mala gana, el olor a tabaco dentro de éste era asfixiante, ¿acaso no sabía el daño que se provocaba por tanto fumar? Bajé todas las ventanillas del auto, y me acomodé nuevamente en mi lugar.

-Hay un problema con mi trabajo esta noche, Simone – Habló rascándose el casco. Tom estaba por entrar al auto, pero se detuvo, curioso, para escuchar. No perdí el tiempo y me asomé por la ventana, bajando el cristal en tu totalidad.

- ¿A qué… te refieres? – Cuestionó, con notable confusión en su rostro.

- Lo que oíste, hay un problema en mi trabajo, y esta noche debo ir a trabajar. Vamos, mujer, no es tan difícil de entender – Bromeó Jörg, pero la cara de mi madre lucía seria y enferma, pálida y gastada. Su mirada vaciló un momento sobre él, luego en Tom y finalmente clavó sus ojos en mi - Han decidido contratar muchachos nuevos y darles una oportunidad laboral. Uno de ellos se accidentó esta madrugada en una ruta, llevaba una carga pesada y han tenido que ir a socorrerle. Nadie tiene la experiencia que yo poseo en cuanto a esas rutas, debo ir y responder como lo debe hacer un hombre… ya decidía yo que trabajar con tanto mocoso joven e inexperimentado sería un problema.

Pero mamá parecía no escucharlo. Se veía aterrada – Lo mejor será que ellos se queden conmigo –Interrumpió de pronto. Tom y yo nos miramos confundidos.

-Simone, por favor, son chicos grandes – Excusó, riéndose un poco – Ellos sabrán que hacer. El rostro de mamá se fue a piso, y observó como Tom entraba al auto con una sonrisa de medio lado rondándole el rostro.

- Estaremos bien, mamá, no debes preocuparte – Agregó mi hermano, pasándose por encima de mi cuerpo hasta llegar a la ventana, sonrió y subió el cristal por completo, para luego volver a su lugar.

Jörg también entró al auto, y yo aún seguía sin comprender demasiado. ¿Por qué mamá lucía tan asustada?

Volteé mi rostro hasta ella por última vez antes de que papá acelerara y nos sacara de la instancia. Ella se quedó viendo como el auto avanzaba hasta desaparecer.

 

La casa, al igual que el auto y toda la ropa de Jörg, tenían el mismo y desagradable olor a tabaco. Cada vez que ponía un pie en ese lugar, extrañaba mi casa, el aromatizante de olor a Lavanda que tanto me gustaba. El olor a ropa limpia, jabón, perfume… nada de eso estaba presente en esta casa. Todo olía a abandono, encierro, polvo y humedad.

La casa era demasiado oscura para mi gusto. El piso estaba siempre poco aseado y la mayoría de las cosas estaban tapadas en polvo. Pero, no lo culpo, después de todo, su trabajo no le permite pasar demasiado tiempo en casa, por lo que él sólo necesita un lugar donde dormir y comer en sus ratos libres.

A veces me preguntaba, cómo sería la vida si mi padre nunca se hubiese ido de casa…

Subí hasta el cuarto que papá nos había designado, la casa no era muy grande y los pasillos muy estrechos para mi gusto. Todo carecía de limpieza y presencia de luz, me era bastante espelúznate avanzar sólo a través de la casa.

-¿Tom? – Llamé una vez cerca de la habitación. Empujé levemente la puerta y pude ver como Tom se sobresaltaba, guardando apresuradamente algo dentro de sus tantas maletas. Le miré extrañado  - ¿Qué… ocultas?

- Me asustaste, Billy – Murmuró con voz suave – Pensé que era papá – Contestó elevando los hombros, cerrando su maleta con despreocupación.

Dejé las cosas que traía sobre mi cama y caminé directamente hacia él. Tragó saliva, nervioso – Es algo más, sé que lo es – Hablé señalando el bolso que mantenía tras su espalda – Has estado actuando muy raro, Tom – Bajó la mirada.

-No, no es…  - Suspiró - Vamos, Bill, no estarás imaginando tonterías.

La miré seriamente y luego me alejé de él, caminando directamente hasta mi cama, disponiéndome a acomodar todas las cosas que había traído conmigo éste fin de semana.

-Me evitas, Tom. Ya ni siquiera duermes conmigo – Hice un puchero, inevitablemente. Por suerte estaba de espaldas a él.

-Estamos en casa de Jörg, Bill – Bufó - ¿Realmente quieres arriesgarte a que él también lo sepa?

Mi cuerpo se congeló y pude sentir como los latidos de mi corazón se detenían para ir a dar justo contra mi cerebro - ¿”También”? – Él no contestó.

 

*Flash – Back*

(Relato normal)

Había sido una tarde agotadora. Se había excusado con “una visita urgente a casa de Georg” para desaparecer todo el día de la suya. Subió cada escalón con más pereza que el anterior, sintiendo como todo su cuerpo temblaba ante el mínimo esfuerzo. Sus manos se sentían ásperas al deslizarse por sobre la madera del pasamanos.

Al fin en el piso de arriba, levantó su cansado rostro y miró hacia su habitación. La luz estaba encendida - ¿Bill? – Llamó sonriente, mientras caminaba sintiéndose extrañamente más compuesto y animado. Empujó levemente la puerta y su sonrisa se esfumó tan pronto como apareció - ¿Qué estás haciendo aquí?

Simone no se movió ni un milímetro. Cerró el cajón de la mesita de noche de Bill, incorporándose nuevamente, volteando hacia Tom - ¿Acaso no puedo?

-No, no puedes revisar nuestras cosas – Habló mientras se adentraba en la habitación.

-Soy tu madre – Contraatacó son severidad y a Tom se le erizaron los vellos – Puedo hacer lo que quiera, donde yo quiera y cuando se me da la maldita gana – El mayor de los hermanos pudo notar como el rubor se tomaba sus mejillas.

La rubia comenzó a respirar irregularmente, y el rastudo desvió la mirada, nervioso. Ella avanzó unos cuantos metros hasta llegar al armario que ambos compartían. Tom se tensó, ella no podía registrar sus cosas. Menos aquel lugar… de ser así, estarían perdidos.

Tomó una bocanada de aire y la guardó en sus pulmones, conteniendo la respiración. Avanzó hasta donde estaba su madre y en el momento en que ésta abrió la puerta para inspeccionar el lugar, Tom la empujó fuertemente, volviendo a cerrarla.

Simone se espantó por un momento. Sus ojos se colmaron de lágrimas que no querían salir - ¿Qué crees que estás haciendo?

-¿Qué crees que estás haciendo tú? Por Dios, mamá, ¿te has vuelto loca? No entiendo que demonios te sucede, tú…

- ¿Yo? – Interrumpió la mujer, riendo sarcásticamente - ¿Yo soy la loca en todo éste cuento? – Tom tragó saliva, sin romper el contacto entre sus miradas – Hazte a un lado, Thomas, voy a terminar con todo este asunto antes de que termine igual o peor de enferma que…

- ¿Que quien?  – Desafió el mayor, a dientes apretados – Anda, dilo - La ira le recorría el cuerpo, con esa única palabra pudo sentir como su poco autocontrol desaparecía. Enfermo.

Simone le fulminó con la mirada, mientras unas lágrimas recorrían su rostro - ¿Por qué estás haciéndole todo esto a Bill?

Los ojos de Tom se expandieron de sobremanera, ¿qué era lo que había oído? Él no estaba haciéndole nada a su hermano, por supuesto que no. Si Bill estaba junto a él, era porque él lo quería, jamás le obligó a algo. El sentimiento de culpabilidad como el de la primera noche de amor que vivió con Bill le invadía nuevamente. Su rostro se acaloró.

-Jamás le he obligado a algo, jamás lo haré – Habló, retrocediendo unos cuantos pasos. Quería terminar con toda aquella conversación. No sabía que tanto su madre estaba enterada acerca de su relación con Bill, no quería meter la pata nuevamente.

- No me vengas con esas cosas, Tom, ¡por el amor de Dios! – Avanzó los pasos retrocedidos por Tom, sujetándole firmemente por su holgada ropa, las lágrimas rebeldes comenzaron a saltar fuera de sus ojos y Tom le miró anonadado. De pronto, ella comenzó a golpearlo.

Tom soportaba con dolor los fuertes manotazos, golpes y rasguños que su madre le daba en el vientre y brazos. Pero poco a poco su paciencia se agotaba…

Sujetó fuertemente de sus brazos y Simone que quejó - ¿Qué estás buscando aquí, mamá? – Preguntó y el llanto de la mujer cesó con atención a las palabras de su hijo mayor.

-Suéltame, Thomas, me estás haciendo daño – Tom sonrió de medio lado.

- Si buscas lubricante, no lo encontrarás. No lo necesitamos – El mayor soltó los brazos de su madre y está le propinó un duro manotazo en el rostro, volteándole la cara.

-Insolente – Acusó – Jamás me esperé toda esa mierda de ti, Thomas – Habló la mujer, con notable inestabilidad en la voz – Pero aún así te conozco. Y conozco a mi hijo menor. Él no es como tú, él es débil. Tú ya no podrás obligarlo a nada – Tom volteó a mirar a su madre y ella levantó su mano nuevamente, dispuesta a abofetearlo otra vez - ¡No te atrevas a mirarme!

- ¡No te atrevas a golpearme! – Escupió el mayor, sujetando el antebrazo de su madre, apretándole con fuerza hasta hacerle ceder altura e impulso. Podía oír los quejidos de Simone, y en el fondo, lo disfrutaba.

- ¡¿Acaso no te das cuenta del daño que te haces?! ¡¿El daño que le haces a Bill?! ¡¿A toda tu familia?! ¡Tom, estás enfermo!

- ¡Mi familia dejó de importarme del momento en que supe que me darían la espalda por el hecho de acostarme con mi propio hermano! – La mujer se paralizó.

No quería pensar en eso. Si había pensado en que su hijo decía lo del lubricante para fastidiarle, ahora le confirmaba que era cierto. Todo era cierto… lo que ellos mantenían era grave, muy grave. ¿Qué tan tarde había llegado a saberlo?

-Te alejarás de Bill, los alejaré a ambos. Esto… Dios mío, hasta qué punto han llegado ustedes dos… – Su cuerpo se remeció ante la imagen de sus hijos compartiendo una misma cama. Su estómago se recogió con violencia y sintió ganas de vomitar.

-Tú no alejarás a nadie, mujer, ya deberías tenerlo claro. No lo lograrás – Habló con falsa serenidad.

-¡No me llames mujer! ¡Soy tu maldita madre y vas a comenzar a tratarme como se debe! – Simone sacudió sus brazos y se zafó del agarre de su hijo mayor, caminando hasta la puerta de la habitación – Que te queda claro que no seguirás con esto, hoy mismo se termina, Tom, hoy mismo se termina – Amenazó.

El de rastas desvió su mirada de la de su madre hasta la cama de Bill, y ella le imitó el gesto. Tom comenzaba a respirar con dificultad,  muchas cosas pasaban por su mente y le atormentaban. Pero una cosa estaba clara, ella no le separaría de Bill, nadie lo haría.

La mujer suspiró, intentando sonar más calmada – No te preocupes por Bill, no le diré nada – Tom volvió a mirarle – Su mente ha estado bajo mucha presión como para aumentarle las cargas – Miró a su hijo mayor nuevamente, culpándole – Trataré el tema con él con cuidado, cuando sea necesario…. hasta entonces, no le diré nada – Tom asintió, sintiéndose derrotado.

Simone permaneció en el umbral de la habitación durante unos segundos más antes de abandonar la instancia, con una mirada de reproche que le caló los huesos al castaño.

Tom se sintió derrotado, cansado, abatido de pronto por tantos problemas. Todo estaba saliendo bien, ¿por qué de la nada todo se iba a piso? Todo se desmoronaba… ¿valdrían la pena sus esfuerzos?

*Fin Flash – Back*

 

-Tom – Llamé al notarle distraído, mis ojos comenzaban a aguarse, algo estaba mal – Tom, ¿Quién lo sabe?

Vaciló unos segundos, me sentía desesperado – Nadie lo sabe – Sonrió, sentándose sobre la cama, dándome la espalda.

-Tom, no me mientas, no ahora – Insistí, sabía que algo no estaba bien. Caminé hasta su cama y me paré frente a él, demandando atención.

-Bill, tranquilízate, ¿sí? – Se puso de pie – Aquella vez en que fui donde Geri por las cosas que Catherine, la señora… su madre insinuó algo, no lo sé, no logré comprenderla – Se frotó la frente, nervioso – Sólo lo de siempre, ya sabes – Elevó los hombros, restando importancia.

Me mordí el labio y cruce de brazos, mirando hacia la ventana. Esa mujer siempre se entrometía donde no debía, pero nosotros hemos sido cuidadosos – Bueno, ella siempre ha pensado que yo…

-Lo eres – Bromeó Tom y sólo recibió un golpe en su hombro como respuesta – Hey, no dije que eso fuera malo – Alzó las cejas y las movió sugestivamente. Me ruboricé hasta las orejas.

-Cállate, Tom – Hablé mientras me sentaba a su lado, pasando una de mis piernas por sobre la otra, manteniendo los brazos firmemente cruzados sobre mi pecho.

Tom se giró hacia mí y me miró tiernamente, sonriendo. Tenía esa expresión nuevamente en sus ojos, esa mirada que decía “te amo”. Me encantaba la forma en que sus ojos brillaban cada vez que me miraba. Amaba estar cerca de él, donde sea que estuviésemos, si Tom estaba cerca, todo era perfecto.

Apoyé mis brazos sobre la cama, a mis costados, relajando mi cuerpo. Sin romper el contacto visual con él – Te amo, Tom – Murmuré, acercándome hasta su oído más próximo a mí; evitando ser escuchado por papá, quien aún seguía en casa.

Tom no respondió con palabras, sino con acciones; tomó de mi mentón y me beso con ahínco. Estábamos acostumbrados a esto, a besarnos, abrazarnos, tocarnos, compartir todo juntos… tener una vida privada, sólo nosotros dos. Pero en casa de Jörg, todo era distinto. El ambiente era frío y oscuro, deprimente, solitario. Nos necesitábamos más y nos teníamos menos, por miedo a ser descubiertos.

-T-Tomi… Jörg – No me permitía ni el habla. Lentamente y con cuidado presionó sobre mi cuerpo hasta recostarme en la cama.

Subí mis piernas a la cama con cuidado, mientras Tom se acomodaba entre ellas sin separar nuestros labios, depositando pequeños besos sobre ellos y mis mejillas, sonriendo como siempre lo hacia. Aferré mis manos a sus caderas, sintiendo como las presionaba contra las mías, estaba volviéndome loco y en el peor momento.

-¿Bill? ¿Tom? – Llamó una voz desde fuera del cuarto y nuestros ojos se abrieron de prisa. Tom se separó de mí con apuro, lanzándose hasta un lado de la cama, y luego rodando fuera de ésta, hacia la puerta.

Pensé que levantarme de prisa también, sería demasiado sospechoso, por lo que opté por quedarme sobre la cama, acomodar mi ropa y hacerme el dormido, volteando mi rostro hacia el lado opuesto de la entrada a la habitación; intentando calmar mi agitada respiración.

Sentí el ruido de la puerta abrirse y Tom hacer un ruidito de pregunta, todo fue silencio unos segundos hasta que Jörg habló – Debo irme justo ahora, chicos, hay… dinero sobre la mesa, pueden ordenar algo para comer o comprar cigarrillos, licor, no lo sé.

-Gracias – Susurró Tom, carraspeando para aclarar su voz. Luego, más silencio.

- ¿Qué le pasó a tu hermano?

- Sueño, creo… - Susurró - Digo, se durmió.

- Hm… - Tom comenzó a jugar con la manija de la puerta, podía sentir como su mano movía una y otra vez la perilla metálica, denotando todo su nerviosismo.

- Bueno… yo… suerte en el trabajo – Habló de pronto y Jörg agradeció, encaminando sus pasos lejos de la habitación. Tom le pisó los talones fuera también. Supuse que estaría un tiempo más en la sala hasta los ánimos estuviese calmados y nuestro padre alejados de las dudas.

Suspiré con pesadez, volviendo la mirada al techo. El recuerdo del regalo que había comprado hace un par de día para Tom, puso mis mejillas al rojo vivo. Reí por lo bajo, nervioso, ansioso, avergonzado. No sabía si era una buena idea, aún dudaba respecto a mi plan… pero, quería hacer que la mente de Tom volara lejos, se distrajera, se alejara de todo lo que pudiese estar afectándole. Pero, quería que él volase conmigo…

Me puse de pie, nervioso y ansioso en partes iguales. Caminé hasta el baño a pies temblorosos… pronto sería de noche, pronto estaríamos solos… pronto Tom se llevaría una gran sorpresa.

Notas finales:

¡Sugerencias! me encantan sus ideas locas jaja so, las espero :3


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