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My Obsession por WinterNightmare

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Notas del capitulo:

¿Lo notaron? sí, una semana. Desde ahora, actualizaré todos los miércoles (si es que no se presenta algún inconveniente).

Y bueno, aquí está, el capítulo 6; lleno de nuevas sensaciones, nuevos sentimientos... nuevas experiencias.

¡Enjoy!

Había pasado ya una semana, y aún tenia en mente tatuarse aquella estrella. Bill era un convencido de sus locas ideas momentáneas y eso nadie jamás lo cambiaría. Tom había asumido que no habría  forma de impedir aquel tatuaje. Sabía, además, de que su hermano era un canalla cobarde, había aceptado acompañarlo a lo de su primer tatuaje, sólo por si algún desmayo se presentaba.

El menor había tratado el tema lo más disimuladamente posible frente a su madre, Simone de seguro le castigaría severamente si descubría sus planes. Debía ser un secreto, sólo él y Tom debían saber. Habían ocupado el tiempo libre y se habían aprovechado de la extensa jornada laboral de su madre para escabullirse fuera de casa y buscar lugares para el tan anhelado tatuaje.

- ¿Bill? – Llamó el mayor, su voz temblaba ligeramente - ¿Estás listo? – Preguntó un impaciente Tom, desde fuera del baño.

- Espera, Tomi – Respondió el menor en tono de queja y súplica combinados en proporciones iguales. Tom gruñó con una mueca de disgusto en su cara y avanzó aún más cerca de la puerta que le separaba de Bill.

- Es que… Bill, apresúrate, necesito entrar – Protestó, sintiendo su vejiga doler fuertemente - ¿Qué mierdas haces tanto adentro? - Bill sonrió estúpidamente ante la idea de dejarlo pasar.

- Puedes entrar – Respondió el pelinegro desde dentro del cuarto de baño, y Tom luchó por controlar el calor que se plasmaba en sus mejillas – Si quieres… - Aclaró.

- Abre la puerta – Demandó Tom, casi inmediatamente, sorprendiéndose de lo rudo que había sonado eso.

Bill dejó la alisadora color negro en el suelo, y se apresuró a abrir la puerta. El de rastas entró a grandes y rápidas zancadas, caminando directo hacia el retrete.

Bill rio entretenido y el mayor rodó los ojos, su vejiga dolía intensamente por la presión.

- Mierda, Bill – Susurró Tom, sonando adolorido. El pelinegro frunció el ceño y volteó a mirarle.

El chico de rastas pudo sentir el peso de la mirada de su igual sobre él y se removió completamente nervioso. ¿Por qué Bill le miraba en momentos “íntimos”? Sólo quería mear tranquilo.

- Está bien, no miro – Dijo, y elevó una de sus manos para cubrirse los ojos mientras se giraba rápidamente.

- No me importa si miras… - Susurró Tom por lo bajo, logrando que su hermano se volteara y le mirase sorprendido. Él sólo se limitó a guiñarle un ojo coquetamente y verle voltear de nuevo.

Bill pudo sentir sus mejillas arder furiosamente. Se sentía estúpido por haberse ruborizado, pero, se sentía aún peor por haber sido descubierto; lo intentó, pero no pudo. No pudo evitar mirarlo. Se detuvo en variadas ocasiones a mirarle a través del espejo, su trasero completamente al descubierto y el ropaje ancho de su hermano le estaba volviendo loco. Sentía un completo enfermo.

Tom se volteó. Aún estaba todo al descubierto y Bill seguía mirándolo, con los labios entre abiertos.  Le vio todo. Comenzó a tener algunos problemitas “allí abajo” y rápidamente dejó de mirarlo, volteándose hacia la pared, de espaldas a Tom.

Tom rio ante la reacción de su hermano, tardando poco y nada en notar el “problemita” creciente en Bill, vacilando sobre la idea de hacer algo o no por él.

- Vamos, apresúrate – Susurró Tom cerca del oído del muchacho, quien se removió temblorosamente ante el roce del aliento de Tom contra su cuello – Te espero afuera, bebé – Se paralizó.

¡Tom, era un maldito!

 

- Mira, mira – Habló emocionado, pegando un brinco para posicionarse en frente de Tom, obstruyéndole el paso y forzándole a detenerse - ¿Qué te parece aquí, Tomi? – Preguntó, y el de rastas ahogó un gruñido.

Bill se veía tan feliz, él no podía negarse ahora, había prometido acompañarle y apoyarle. Era su cómplice en la locura que su hermano estaba por hacer.

Un  hombre barbudo y musculoso, con tatuajes en toda parte visible de su cuerpo, perforaba la nariz de un chico dentro del pequeño local. El pobrecito parecía estar sufriendo como los mil demonios ante la visible rudeza del hombre en su accionar, desde fuera Tom creía poder observar las lágrimas resbalando por las mejillas del muchacho.

- Mala idea – Dijo, y Bill rio ruidosamente, tomándose de su mano.

Avanzaron, y mientras más lo hacían, más se aterraban, sobre todo Tom, a quien todos los lugares le parecían una cámara de tortura similar al anterior. Se detuvieron nuevamente frente a un  local, este parecía ser el indicado.

El mayor de los hermanos, y actual crítico de la situación, pudo ver una chica de no más de 27 años quien limpiaba y ordenaba su tienda. Ella tenía el cabello teñido de azul, sus ojos pintados de negro, y vestía una polera roja, con unos ajustados jeans oscuros. El look de la mujer le pareció genial y Tom no pudo evitar encontrarla jodidamente atractiva.

El pelinegro jaló de la mano de su hermano, arrastrándole dentro del lugar. Tom estaba nervioso, no quería, no podía permitir que Bill se tatuara, pero ya no podía negarse.

La chica se acercó hasta ellos y les saludó amablemente. Parecía agradable y eso tranquilizó a Tom. Ya no podía negarse al tatuaje, él lo haría de todos modos; así que supuso, que al menos, no dejaría que Bill lo hiciera en otro lugar que no fuera ese –por conveniencia de ambos- pensó y rio sintiéndose tonto, no estaba realmente interesado en ella, aunque si la encontraba muy buena.

- Bien – Habló la muchacha y Tom sacudió su cabeza, volviendo a la realidad - Súbete ahí y recuéstate - Dijo sonriente y serena, mientras iba en busca de quien sabe qué.

- Bill… piénsalo bien, ¿estas realmente seguro? -Preguntó Tom, tomando una posición cercana a un costado de su igual, quien sonreía con una chispa de terror en sus ojos.

- Claro, Tom – Contestó intentando sonreír, pero el mayor ignoró por completo su respuesta. ¿Le había llamado Tom? ¿Así nada más? Frío.

El de rastas frunció el ceño instintivamente y sujetó la mano de Bill, apretándola con fuerza, sintiéndole gruñir ante el poco delicado toque.

Tom se sentó a su lado en una silla que la mujer amablemente le había facilitado. No quería mirar a Bill sufrir, pero, tampoco estaba dispuesto a soltarle y dejarlo sólo mientras la chica de cabello azul preparaba la zona descubriendo el bajo vientre de Bill, su Bill.

La chica se separó un momento de Bill y dejó de tocarle de sobremanera –según la apreciación de Tom-. Caminó hasta un pequeño mueble, recogió unas cuantas cosas y luego volvió hasta donde estaba siendo abatida por la intensa mirada del gemelo mayor.

- ¿Listo? – Preguntó amablemente, mirando a Bill quien asentía devolviéndole la mirada.

Su amabilidad era más de lo que Tom podía soportar.

La chica sonrió y acercó la ruidosa maquina con agujas hasta el vientre del muchacho pelinegro. Tom apretó los ojos y volteó su cara hacia otro lado.

De pronto el molesto chicharreo se detuvo - Tienes que quitarte la polera – Sugirió – No puedo tatuarte así.

Los ojos de Tom se abrieron de sobremanera. Contuvo el impulso de voltearse brutalmente hacia la escena, reemplazándolo por un cuidadoso y lento giro.

Bill se quitó la polera obedientemente y se la entregó a Tom, quien reprimió otro impulso de actuar con brutalidad. La sujetó con fuerza entre sus manos y clavó su mirada en Bill. Algo se revolvió en su estomago, causándole una sensación agradable que logró deshacer por completo la mueca de enojo plasmada en su rostro.

Ella se acercó aún más y comenzó a trazar la estrella sobre la blanca piel de su gemelo. Bill sujetó fuertemente de la mano de su igual. El de rastas ahogó un gruñido y le miró, viendo sus labios contraerse mientras apretaba sus párpados en evidente dolor.

Entrelazó su mano con la de Bill, sin dejar de mirarle, sin poder notar que ella sonrió ante el gesto e inmediatamente se detuvo un poco para ver como iba todo y limpiar un poco la sangre que había sobre las primeras líneas del tatuaje.

- ¿Son novios? - Preguntó si rodeos mientras limpiaba la zona y Tom sintió que se ahogaba en su propia saliva.

- N- no - Contestó ruborizado. Se sentía avergonzado, estúpido y descuidado. Se había permitido tomar a Bill de forma posesiva y controladora. Se había permitido ser observado - Él… es mi hermano…- Contestó con claro dolor en su casi inaudible voz.

- Somos… ough… gemelos - Dijo lenta y dolorosamente Bill, aparentemente sin notar las incontrolables ganas de ser invisible que Tom sentía en ese momento.

- Hm... – Murmuró la chica. El de rastas se sintió enfermo - ¿Y eso qué? – Preguntó levantando sus hombros y sonriendo - Eso no impide que puedan ser algo más.

Los ojos de Tom parecían estar a punto de abandonar sus respectivos lugares, y su corazón casi podía verse latir en su apretada garganta.

Bill, por el contrario, estaba mirando hacia la ventana sonriendo levemente sonrojado. Se alegró de haber escuchado eso. Se sintió aliviado de saber que las enfermizas cosas que había hecho con Tom, en realidad no eran tan enfermas como él pensaba. Al menos había un ser humano en el mundo que no se horrorizaba ante la idea de algo más entre ellos.

Todo en la mente del de ropas anchas estaba tan en negativo. El incesto era algo que le espantaba, espanta a la mayoría. Provoca asco a algunos, a otros dolor, furia, tristeza… como en el caso de su mamá… ella le mataría por haber besado a Bill. Le odiaría por dormir con él. Sentiría un asco incontrolable hacia él por hablarle de forma indebida a Bill, por tratarle de forma indebida.

- Dios, no… - Murmuró para si mismo, pero Bill pudo oírle, tensándose notoriamente.

Ya había pensado algunas noches atrás, en que pasaría si Simone le viera besando a Bill o durmiendo con él, le aterraba la idea de cómo ella reaccionaría. Los separaría para siempre, quitaría a Bill de su vida para siempre. Tom no podía permitirse eso, no lo haría. Él sería más cuidadoso.

- ¿Estás bien? – Preguntó la muchacha, al parecer había pasado gran rato sumido en sus pensamientos.

Tom asintió lo más rápido que pudo, sin poder decir una sola palabra.

- No es nada de que sentirse culpable o mal - Continuó mientras terminaba de tatuar a Bill. El mayor entonces supo que había pasado un gran tiempo sumido en sus adentros.

- Está mal – Habló de pronto Bill y el mayor soltó instintivamente el agarre de su mano, sin romper el contacto por completo.

- Lo está si así quieres que esté – Respondió con serenidad, haciendo una mueca - ¿Qué es lo que te preocupa? – Tom maldijo en su mente por el jodido ruido de la maquinita que tatuaba a Bill, le impedía escucharla bien.

- Tenemos 16 años. La familia… - Suspiró el pelinegro. Al parecer Tom no estaba escuchando, o quizás si lo estaba…

Su hermano conversaba del tema con tal convicción que le hacía sentir enfermo como nunca antes.

- No sabía que estaba tatuando a un menor de edad – La mujer fingió asombro intentando romper la incómoda tensión entre los chicos, haciéndoles reír brevemente a ambos – Escucha – Aclaró su voz mientras dejaba la máquina a un lado - No permitas que nada te impida ser feliz... Si juntos son felices, y el mundo está en su contra, pues a la mierda todos. Nadie es nada contra el amor. Amor es amor, sea como sea. Si te asusta las reacciones que puedan tener los demás, que éste sea su pequeño secreto - Dijo mientras terminaba de limpiar el tatuaje, elevando sus hombros – Tu familia no estará contigo por siempre.

- Gracias – Irrumpió Tom inmediatamente de ella haber terminado de hablar, y se preocupó por como habría sonado su agradecimiento. Pero al parecer la chica lo entendió y asintió sonriente.

- ¿Gracias? – Repitió Bill, con el ceño levemente fruncido - ¿Por qué, Tomi? - Preguntó y acto seguido, la mujer rio levantándose de su silla.

Bill caminó hacia un espejo y observó sonriente su hermosa estrella, mientras Tom pagaba a la chica.

 

Caminaron hasta su casa bajo la incesante lluvia, ni muy juntos, ni muy separados. Bill tenía su estomago descubierto y miraba su estrella constantemente, sin hacer caso a la lluvia que se estrellaba directamente contra él. Varios chicos le observaron mientras Tom le apresuraba para que caminara mas rápido, lanzándoles miradas de enojo a quienes miraban al pelinegro. Tomó de su mano de forma desafiante ante la mirada de los presentes y entrelazó sus dedos. Le importó una reverenda mierda si alguien cercano les veía así.

- Tomi… - Susurró sonando incómodo, mirando en todas direcciones.

-Bill, bájate eso –Demandó caminando a paso rápido.

- ¿Por qué, Tomi? – Preguntó con falsa inocencia en su voz y el mayor gruñó molesto.

Porque no quiero que nadie vea lo que es mío.

- Porque si - Contestó sonriendo con hipocresía, y siguió caminando - ¡Andreas! - Gritó y movió su mano en forma de saludo.

- ¡Hola, Tom! – Respondió, haciendo un gesto con su cabeza, y mirando inmediatamente a su acompañante. Tom no había notado que aún seguía tomado de la mano de Bill.

- Tomi… camina - Susurró Bill bajando la mirada, jalando de su ajustada ropa hasta que las costuras sonaron.

- Bill, ¿qué te sucede? – Preguntó confundido - Es Andreas, tonto, nuestro amigo.

- Sí, pero está lloviendo y tengo frío – Respondió cortantemente.

- Pues, no tenías frío hace algún rato, cuando te levantabas la ropa frente a todos – Gruñó y siguió caminando, despidiendo a su amigo con un gesto, viéndole entrar a su casa y cerrar la puerta tras de si.

 

Cuando por fin llegaron a casa, estaban empapados hasta las nalgas. Dejaron caer sus abrigos completamente mojados sobre la alfombra y corrieron escaleras arriba hasta su cuarto. Al llegar, el mayor se apresuró en desvestirse y ponerse pijama, esparciendo descuidadamente la ropa mojada en el suelo del otro lado del cuarto.

Bill secaba sus finas mechas de pelo con una pequeña toalla azul mientras el de rastas estaba recostado en la cama, pensando y mirando la nada. Una luz blanca y brillante como el flash de una cámara, iluminó la oscura habitación por algunos segundos seguido de un fuerte estruendo. La tormenta había comenzado.

- Tal como Simone dijo - Opinó el de ropas anchas mientras miraba el techo iluminado de un extravagante destello color blanco.

Un ruido aún mas fuerte que el primero sobresaltó a Bill haciéndole soltar la húmeda toalla y correr hacia la cama de Tom, lanzándose sobre él.

- Mierda, mierda – Se quejó mientras gateaba rápidamente hasta llegar a Tom. La lluvia y el viento chocaban con fuerza contra las ventanas de la habitación de los gemelos. El más pequeño estaba hecho un manojo de nervios; el mayor, por su lado, pensaba que la tormenta era una buena excusa para volver a dormir juntos y entrelazados.

- Miedoso - Bromeó Tom, sonriendo de medio lado mientras recibía en sus brazos a su querido y cobarde hermanito.

Bill con un brazo se abrazó al cuello de Tom y con su mano libre tiró de sus anchas ropas girándose al mismo tiempo, para que este quedara sobre él. Se miraron sin expresión alguna durante varios segundos, hasta que por fin el pelinegro decidió romper el hielo con un suave beso en los labios de Tom. Al separarse un poco de él, Bill estaba completamente ruborizado pero aún así sonreía, contagiándole el gesto a su gemelo.

Tom afirmó sus manos a ambos lados de la cabeza de Bill mientras lo besaba nuevamente. El menor de los Kaulitz abrió lentamente su boca dándole paso a la húmeda lengua de Tom, quien sin problema alguno, recorría toda su boca, pasando incluso por detrás de sus dientes.

Ambos comenzaban a sentirse extraños, "extrañamente bien", profundizando aún mas sus besos, convirtiéndolos en desesperadas muestras de cariño ahogadas en sus interiores, guardadas durante varios años, pero que recién ahora sabían de su existencia... Ellos sabían que sentían en ese momento, mientras sus cuerpos se rozaban lentamente... Excitado con tu propio hermano.

- Tomi - Llamó en un hilo de voz, liberándose un poco de la hambrienta boca de su gemelo.

Tom gruñó, alejándose un poco e intentando ver su cara entre la oscuridad.

- ¿Podrías… - Bill posicionó una de sus manos en el hombro derecho de Tom, acercándolo nuevamente y hundiendo su sonrojada cara en su cuello - Podrías... moverte un poco... contra mí?

Tom no contesto. Quizás porque su aturdido cerebro era incapaz de pensar en algo; quizás porque su boca se sentía adormecida y enredada; o quizás… porque su instinto estaba más despierto que nunca.

Comenzaron como pequeños movimientos contra las caderas de Bill, logrando que este abriera sus temblorosas piernas, elevara sus rodillas y las pegará a los costados de Tom.

Bill podía sentir su ahogado miembro doler dentro de su mojado y frío pantalón, el cuál fue liberado gracias a las hábiles manos de su ya excitado gemelo.

Tom se volteó sentando a Bill sobre su regazo, acariciando lentamente su pecho, estomago, bajo vientre, caderas y...

En medio de la oscuridad de la habitación solo se escuchaban los suaves gemidos del menor de los hermanos, mientras el de rastas agitaba de arriba a abajo su mano sobre el miembro de su hermano... Bill volteó nuevamente y sin aviso, llevándole con él, quedando debajo de Tom quien seguía con sus movimientos.

Bill llevó una de sus manos hasta su trasero, manteniendo sus ojos cerrados y labios entre abiertos. Tom le miraba atento, sentía como su ingle dolía ante la erótica imagen de su pequeño hermano satisfaciéndose.

De pronto algo ya no estaba tan bien, algo y no se sentía tan “correcto” dentro de lo incorrecto que era la situación en sí. El de rastas observaba con el entrecejo fruncido la escena. Pensó que con masturbar a Bill, podría calmar su excitación y la propia, pero al ver y sentir a Bill golpeteando su pequeña entrada con sus dedos... sintió como su entrepierna e ingle ardían más que nunca, queriendo desesperadamente calmar ese ardor de la única forma que había podido hacerlo antes.

No pudo soportar ver a Bill haciendo eso, escuchando sus gemidos de placer al tocarse a si mismo... Tomó lentamente la mano de su igual y la movió, quitando así los dedos que se encontraban amenazantes con entrar a su territorio.

Tom humedeció dos de sus dedos con su propia saliva y los introdujo uno a uno… lenta y cuidadosamente dentro del pelinegro haciendo que este arqueara su espalda.

La delgada figura bajo el imponente cuerpo del de ropas anchas se veía realmente deliciosa. Tom sentía su miembro latir como nunca, sentía las desesperantes pulsaciones presionarse contra las caderas de su igual mientras este contraía (de forma imperceptible) su cara en una mueca de auténtico dolor e incomodidad.

- Bill eres tan... jodidamente estrecho -Gimió Tom, mientras simulaba penetraciones con sus dedos dentro del trasero de Bill.

El menor no respondió. Su boca simplemente no soltaba palabra, grito o quejido alguno. Su trasero se sentía perforado de una manera bastante desagradable, quiso pensar que incluso dolía más que las agujas perforando su piel en el reciente tatuaje; pero no, estaba exagerando de ser así. No dolía más que el tatuaje, e incluso, en ocasiones Tom lograba hacerle sentir un cosquilleo agradable y enloquecedor que borraba cualquier tipo de rastro de dolor.

Estaba ahí, justo ahí. Tom estaba haciéndole sentir el agradable cosquilleo en su estómago otra vez. Elevó sus caderas y empujó fuertemente contra la mano de Tom, introduciendo aún más los largos dedos de este dentro de su trasero. Ambos gimieron al unísono.

Bill soltó un grito de satisfacción para luego derramar toda su esencia sobre el estomago de su igual quien llegando el final de su asfixiante excitación, se derramó en sus pantalones quitando lentamente sus dedos fuera del trasero del tembloroso pelinegro.

Sus respiraciones estaban agitadas y sus cuerpos sudados. Sus mentes estaban en blanco, desconectas de toda posible realidad alternativa a la que estaban viviendo.

¿Qué habían hecho?

Nada se comparaba a lo que acababan de vivir. Nada, absolutamente nada...

Notas finales:

Como siempre, comentarios, sugerencias, críticas, opiniones, serán siempre bienvenid@s. :D


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