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My Obsession por WinterNightmare

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Notas del capitulo:

¡No me maten! juro que intenté subirlo anoche, pero, la página o el internet me falló... pero, bueno, aquí está :D

- 39 y medio – Habló en tono de regaño, quitando el termómetro de la axila de su hijo menor quien había despertado como un muerto viviente.

- ¿Eso es malo? - Preguntó el pelinegro recostado en su cama mientras cubría su torso desnudo con las sábanas y mantas de ésta.

Bill lo había olvidado, había pasado por alto que él y su hermano estaban durmiendo juntos. Había olvidado por completo que sus camas estaban unidas. Casi desesperadamente observó su cama y luego la de Tom, frunciendo el ceño pero sintiéndose aliviado. Sus camas estaban separadas, y que él recuerde, anoche estaban unidas. Tom capturó la mirada confundida de Bill y comprendió inmediatamente lo que su hermano se preguntaba. El de rastas, picó con su dedo disimuladamente en el brazo de su igual y le hizo un gesto para que no dijese nada.

Tom había acomodado las camas muy temprano en la mañana, cuando Bill aún dormía, ya que los días jueves Simone se iba a trabajar más tarde de lo normal y ella no podía sospechar nada, ellos no podían permitirse que los descubriera. Había sido una larga noche de insomnio, acariciando el húmedo cabello de su gemelo que dormía plácidamente acurrucado a su costado.

Sus tacones sonaban  por la habitación de los gemelos, marcando su paso. Ella caminaba de un lado a otro rápidamente, buscaba algo.

- Dónde habré dejado esas cosas… - Se preguntaba a sí misma Simone, maldiciendo de vez en cuando. Revisando algunos cajones del armario de sus hijos – Nunca se ocupan, pero, cuando una realmente las necesitan, desaparecen.

- ¿Qué buscas? - Preguntó Tom, acomodándose aún más cerca al lado derecho de Bill, acariciando suavemente sus desnudos, delgados y blancos brazos, mientras veía a su madre hurgueteando entre sus cosas. Al mayor le desagradaba la imagen, ¿Dónde quedaba su privacidad?

- ¡Bien! ¡Los encontré! - Gritó Simone victoriosa, caminando hacia la cama de Bill.

- ¿Q-qué es eso? - Preguntó el pequeño, mirando con curiosidad y a la vez miedo, lo que su madre tenía entre sus manos. Sabía que no podría ser algo bueno.

- Supositorios, cariño – Contestó con naturalidad - ¿No los recuerdas? Cuando pequeño solía… ponerte de éstos, en casos así – Sonrió ante el recuerdo; su hijo menor era un maldito desastre cuando de remedios se trataba.

Bill recordó al instante que eran y se ruborizó por completo.

- No sabía que teníamos de esas cosas en nuestro mueble - Rio Tom y Bill le dio un severo codazo, sólo logrando que éste aumentara sus carcajadas.

Más que aterrado, ahora estaba completamente avergonzado, y se cubría por completo con sus blancas sábanas.

- ¿No hay algo… no sé… menos vergonzoso que me puedas dar? - Preguntó el menor de los hermanos, ruborizándose hasta las orejas.

- No… bueno sí, si hay. Pero, no tenemos otra cosa que pueda ayudarte por ahora - Respondió Simone, haciendo una mueca- Pero, no te preocupes. La incomodidad y dolor de tu trasero pasará luego de un momento – Bromeó.

El pelinegro sintió que iba a desmayarse de pura y auténtica vergüenza y pudo ver como Tom apretaba sus labios para no reír descontroladamente. Ambos estaban recordando lo mismo.

- Mier… - Bill estuvo a punto de soltar un garabato hasta que recordó que estaba su madre junto a él.

- Bill, la boca – Regañó severamente Simone – Dios mío, ¿es tan tarde ya? – Se incorporó casi de un salto, entregándole a su hijo mayor esa especie de píldora color blanco - Vuelvo a la hora de siempre, chicos, compórtense.

Simone se despidió de ambos, besando la mejilla del mayor y la frente de Bill.

- Creo que Tom podrá cuidarte bien, cariño - Concluyó con una sonrisa, saliendo del cuarto.

- No te preocupes, yo cuidaré muy bien de él - Respondió Tom sonriendo ampliamente, volteándose hacia Bill, guiñándole un ojo. El pelinegro sonrió tímidamente recordando lo sucedido anoche.

- Y… ¿Cómo se supone que funciona esto? – Bromeó seriamente Tom, observando detalladamente la pequeña píldora que Simone, minutos atrás, le había entregado.

- ¡¿No lo sabes?! - Preguntó un sorprendido pelinegro, sin poder siquiera procesar de forma correcta la situación.

Claro que Tom sabía, le había visto reír y bromear hace un rato atrás, cuando su madre les enseñó la jodida píldora. Pero su mente no lo procesaba.

- No - Respondió Tom, reprimiendo con todas sus fuerzas las ganas de sonreír con picardía. Quería que Bill lo dijera, quería que él le enseñara como hacerlo.

- Entonces no te lo diré - Bill se arrodilló en la cama, y Tom bufó derrotado.

De pronto, sin vergüenza alguna el menor bajó sus pantalones y aún con boxers, comenzó a tocar suavemente su trasero. Tom con sus ojos abiertos de sobremanera, miraba a su hermano quien con una mueca de dolor, se disponía a deshacerse de su ropa interior.

- ¡Ajá! – Exclamó el de rastas, ruborizado. Bill asintió lentamente, sintiendo a sus mejillas arder – Vamos, Bill… puede ser más divertido – Advirtió, arrebatándole con sigilo la pastilla blanca, posicionándose rápidamente detrás de Bill.

El menor de los Kaulitz ensanchó sus ojos al sentir las suaves manos de su hermano bajar de sus ajustados boxers, haciéndole sentir casi excitado al instante.

Tom empujó con cuidado del cuerpo delante de él obligándole a tomar una posición comprometedora. Bill afirmó sus sudadas manos sobre la cama, elevando sus caderas, quedando completamente expuesto a su igual, quien lamiendo su dedo índice derecho, lo introdujo dentro de su entrada. Esa estrechez que la noche anterior le había vuelto loco; le ponía duro con tan sólo recordarlo.

Bill gimoteaba suavemente cuando Tom movía su dedo de forma circular dentro de él, dilatándolo.

Tom quitó su dedo con cuidado, tomó la píldora blanca y la posicionó en la entrada de su gemelo, haciendo presión en ella con su dedo nuevamente humedecido por su propia saliva, volviendo a entrar en él.

El de rastas sacó su dedo por última vez y se sentó sobre sus rodillas, teniendo una excitante vista del trasero de Bill, quien seguía delante de él, afirmado sobre sus manos y rodillas.

- Ough, Tomi… -Fue el último gemido audible que soltó el pelinegro antes de voltearse y acomodarse sobre los muslos de su hermano. Tom sujeto de él, abrazándolo por la cintura con un brazo mientras con el otro se apoyaba en la cama, estirando su torso hacia atrás.

Bill enrolló sus brazos alrededor del cuello de su gemelo, mientras este acariciaba tiernamente su estomago, haciéndole reír. Entre las carcajadas que soltaba su hermano, Tom pudo observar que la creciente erección de éste, comenzaba a calmarse, sintiéndose aliviado, ya que si no fuese así, él tendría que ayudarlo nuevamente, y eso causaría que a Bill se le subiera la temperatura, y volviera a estar como cuando despertó. En este momento no importaba que tan grande fueran sus “problemitas” allá abajo, él quería lo mejor para Bill.

- ¿Cómo te sientes ahora? - Preguntó besando el cuello del menor, sin dejar de acariciarlo.

- Mejor, mucho mejor - Respondió Bill sonriendo – Gracias - Tom asintió, y lentamente descendió sus manos hasta los boxers de Bill y comenzó a subirlos con cuidado.

Cuando sus boxers estuvieron en su lugar, Bill miró a Tom algo confundido, había pensado que su hermano continuaría con el juego de la noche anterior. Se sentó sobre la cama, frente a él.

- ¿Qué pasa, Tomi? –Ladeó un poco su cabeza, e hizo un puchero encantador. Tom sonrió ante el gesto.

- Nada, Bill. Es sólo que no quiero que te afiebres más, tú sabes… quiero que estés bien -Contestó tranquilamente Tom, tomando de la mano de su hermano menor y acariciándola.

Bill nuevamente hizo un pequeño puchero ante esa respuesta, esa vez haciendo reír a Tom - Será mejor que te acuestes… o que te vistas - Dijo el de rastas, sonrojándose un poco y bajando la mirada. El hermano menor, rio a carcajadas ante el evidente sonrojo de su gemelo, y se le lanzó encima.

Tom cayó sobre su espalda, recostándose obligatoriamente en la cama de Bill, y éste se abrazó nuevamente a su cuello, besando con fuerzas sus carnosos labios. Tom correspondió a aquel abrazo y mientras se besaban, estiró su brazo y alcanzó una de las mantas cubriendo a su pequeño hermano que aún seguía tan solo en boxers y polera sobre su pecho.

 

- Mierda, no… - Gruñó - Aléjate de mí, maldita sea, ¡no! - Tom estaba de pie frente al gran televisor en la sala de estar, maldiciendo y gritándole a ese estúpido juego. Nuevamente era devorado por los zombies, y claro, ese era otro de sus sanos vicios… Aparte de aquel hermoso pelinegro al que llamaba hermano, el juego donde podías destruir cosas y matar monstruos era otro de ellos.

Llevaba horas jugando. Había dejado a Bill arriba, en su cama, cuando sin querer éste se había dormido en su pecho. Estaba ahí desde hace un buen rato, y aún sin poder avanzar ni un sólo nivel. Estaba realmente cabreado - No entiendo porque no puedo avanzar en esta puta cosa - Dijo al momento que suspiraba de puro y autentico estrés. Se lanzó al gran sofá que estaba a metros de él mientras intentaba nuevamente pasar de nivel.

- Esta mierda no funciona - Dijo rindiéndose al fin, dejando a un lado el joystick.

Estiró todo su cuerpo en aquel enorme sofá, pensando en que ahí cabían dos personas… sentía su ausencia, faltaba Bill. Es cosa de gemelos, estar siempre tan unidos, pero Tom hace algún tiempo, comenzaba a sospechar que el necesitaba estar realmente cerca de Bill y el mayor tiempo posible, como cuando eran pequeños, incluso iban juntos al baño…

Un lindo recuerdo llegó a la estresada cabeza de Tom, haciéndole sonreír tiernamente…

 

* Flash Back * (5 años)

 

Tom corría de un lado a otro en la habitación, emocionado. Hoy Simone los llevaría a ver una película en tan sólo unas horas más. Él ya estaba listo: bañado, vestido y peinado.

Pero… ¿y Bill?

Se detuvo de inmediato y miró en cada lado de la habitación a ver si lo veía por ahí. No estaba en su cama, tampoco estaba en la esquina de la habitación donde solía sentarse a dibujar en el tibio suelo de madera. Miró debajo de la cama y nada… salió rápidamente de su pieza, buscando a Bill por todos lados.

- ¿Billy? -Llamó al llegar abajo.

- Tomi… estoy aquí - Contestó con tono suave su hermano, algo triste.

La débil vocecita venía del baño, o cerca de el. Tom avanzó a pasos lentos y al llegar a la esquina del pasillo donde se encontraba el baño, vio a su hermano sentado a un lado de la puerta, con una toalla amarilla entre sus manos que descansaban sobre su regazo.

Corrió a sentarse a su lado - Bill… ¿qué pasa?

- Nada – Respondió el pelinegro, tapándose la cara con la toalla.

- ¿Tienes miedo de entrar al baño? – Vio como el pequeño niño escondido bajo la toalla amarilla asentía lentamente entre sollozos.

- E-es mu-muy… - Apenas podía hablar. Tom lo abrazó con fuerza mientras le decía que no tenía que sentir miedo. Que los niños grandes no lloran.

- Yo no soy grande, Tomi - Respondió cuando al fin dejó de llorar.

- Yo si – Tom se sintió fuerte - Yo te enseñaré a ser un niño grande - Dijo Tom inflando su pecho, sintiéndose superior a los demás niños de su edad. Él debía proteger a Bill por sobre todas las cosas, aún más que a sus tan preciados juguetes.

- Tú tienes 5 años, al igual que yo - Contestó Bill, quitándose la toalla de su cabeza.

- Pero yo soy grande - Dijo Tom, mirándole con el ceño levemente fruncido.

- No lo eres, sigues siendo pequeño -Respondió el menor, fastidiándolo, viendo como Tom fruncía el ceño cada vez más y se cruzaba de brazos.

- Soy más grande que tú.

- No.

- Sí. Por 10 minutos - Afirmó Tom, sonriendo ampliamente.

- Bueno, no me importa - Dijo Bill, poniéndose de pie y Tom le siguió.

Bill entró temeroso al oscuro baño, era el único que había en la casa en esos años, y el menor de los gemelos le tenía un miedo horrible. Tom le vio entrar e intentar encender la luz, pegando saltos lo más alto que podía, pero le era imposible poder encenderla.

- Creo que mamá no pensó en nosotros al hacer esta casa - Dijo Tom mientras caminaba hacia Bill tomándolo de su cintura y levantándolo para que éste pudiera encender la luz - ¿Y ahora qué? - Preguntó el mayor, dejándole nuevamente en el piso.

- Tengo que bañarme - Contestó Bill, quitándose la polera y pantalones.

Tom observo el delgado cuerpo de su hermano y claro, le pareció muy bonito, pero en su mente de niño de 5 años, le parecieron aún más atractivos los autitos y colores que tenía la ropa interior de su gemelo. El menor siguió la vista de Tom y se sonrojó inocentemente al ver en donde estaba.

- Son lindos -Dijo Tom elevando los hombros, y el menor rio nervioso.

- Lo sé, los elegí yo solito - Respondió Bill orgulloso y sonriente mientras entraba a la bañera - ¿Qué esperas, Tomi?

- ¿Qué? ¿Quieres que me vaya? - Preguntó volteándose rápidamente en dirección a la puerta.

- No – Tom se detuvo - Báñate conmigo.

- No puedo, Billy – Respondió con un puchero adornando su rostro - Mamá dijo que no debíamos bañarnos juntos, recuerda que ya somos niños grandes.

- Pero, ¡yo no soy un niño grande! - Se quejó Bill haciendo una mueca de dolor y Tom dudó de ir - Mira Tomi, ni siquiera sé decir “paralelopipodo” - Tom rio con fuerza ante la ternura de su pequeño hermano.

No lo dejaría ahí solo. Se desnudó lo más rápido que pudo y entró de un salto a la bañera, lanzándose sobre Bill, cubriéndolo de espuma y jabón. Nada le importo ya haberse bañado antes. Para él era Bill por sobre todas las cosas. Y como hermano mayor, -y como Simone le había enseñado- , siempre debía cuidarlo y ayudarlo. Sin importa en que… ella no se molestaría si supiera de aquella ayudita a Bill, ¿o si?

 

* Fin Flash Back *

 

- Por suerte nunca supo…  – Dijo Tom para si mismo - Y nunca sabrá – Sonrió victorioso.

- ¿Ahora hablas solo? - Preguntó Bill, sobresaltando a Tom quien inmediatamente volteó a verlo.

- Estaba recordando cuando le temías al baño - Comentó Tom, queriendo molestar a Bill.

El pelinegro corrió hasta el sofá donde se encontraba Tom y se le lanzó encima, posicionando sus piernas a cada lado de su hermano y sujetando fuertemente de sus brazos.

- ¿Qué has dicho, Thomas Kaulitz? – Inquirió, juguetón.

- Que mi hermoso…

- Y sexy -Interrumpió Bill y Tom sonrió asintiendo.

- Que mi hermoso y sexy hermanito menor…

El de rastas no continúo. Simplemente liberó rápidamente sus manos y tomo del suave y perfecto rostro de aquel pelinegro, acercando sus labios. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, Tom lamió sensualmente los labios de Bill haciendo que éste con un pequeño gemido ahogado en su garganta, abriera su boca para darle paso a la lengua de su gemelo.

Tom se inclinó hacia delante, logrando sentarse. Aún mantenía a Bill sobre su regazo. Ambos ignoraban el rumbo que habían tomado las cosas, todo estaba vuelto hacia arriba, todos estaba mal, erróneo. Pero ellos lo ignoraban. Simplemente se dejaban llevar por sus instintos, deseos y por el abrazador calor que les cubría cada vez que se acercaban de esa forma.

El menor estaba buscando la boca de su hermano con ansias, pero este aún jugueteaba con su lengua alrededor de sus labios y cuello. El de rastas sujetó fuertemente del trasero de Bill, apretándolo.

Comenzó a subir la polera de su gemelo. Bill levantó sus brazos para que a Tom le fuera más fácil de sacar, pero cundo la ajustada polera roja que llevaba puesta logró obstruir su vista, el de rastas empujó de él, y corrió escaleras arriba, riendo con fuerza.

- ¡Eres un jodido come pollas, Tom! - Gritó Bill, incorporándose del suelo mientras entre risas corría a buscar a su hermano.

No se salvaría tan fácil….

Notas finales:

Y como siempre; comentarios, sugerencias, críticas, opiniones... serán siempre bienvenid@s. :)


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