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My Obsession por WinterNightmare

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(Por Tom)

 

Me cubrí con las sabanas. El aspecto triste de mi hermano podía lograr que yo corriera a abrazarlo en ese mismo instante. Odiaba verlo así, odiaba verlo dañado desde siempre. A pesar de todo yo le quería, y mucho...

No lograba dormir, giraba para lado un lado y otro en la cama, hacia un calor de los mil demonios. Me quité la parte de arriba del pijama y me levante a abrir la ventana.

Con el brillo de la luna lograba ver a Bill, ahí estaba, recostado sobre su cama, solo con boxers y polera. La pintura negra de sus ojos esparcida en sus mejillas, su pelo desordenado, y él abrazado a la almohada.

Al abrir la ventana, una fuerte ráfaga de viento entró a la habitación, eso sin duda me refrescó.

Volví a mi cama y me quedé mirándole, otra vez, por largo rato...

 

Luego de una ducha, bajé a tomar desayuno. Simone ya se había ido al trabajo y Bill aún no despertaba, así que resignado tuve que desayunar solo.

Pasé toda la mañana jugando con la play. Mis ojos dolían pero no me dejaría matar por los zombies. Mi celular comenzó a vibrar en mi bolsillo, si contestaba perdería el juego, y si no lo hacia... Bueno, pensé que sería mamá quien me llamaba, así que dejé de jugar.

 

Saqué mi celular y vi quien me llamaba; Era Andreas, ¡maldito Andreas! me había hecho perder.

- ¿Qué cosa quieres? – Contesté molesto, viendo como los zombies me masacraban.

- Buenos días, Tom. Me alegra que estés de buen humor – Bromeó.

- ¿Sí? Pues jódete, me han devorado por tu culpa.

- Pues me alegro que perdieras. Debes dejar de jugar a eso, Tom, te volverás adicto... O peor... ¡Te convertirás en uno de ellos! - Bromeó, otra vez y rio ruidosamente.

- Ha-ha, cállate idiota y dime para que llamas.

- Ah, sí, sí, sí. Los chicos vendrán a mi casa en menos de media hora, traerán cosas para beber y cigarrillos, pero hay un problema – Rodé los ojos y esperé que continuara - Pues... se supone que hoy no estaría mi mamá en casa, pero cambió de planes y se quedó aquí y… bueno, como tu madre trabaja, yo pensé que...

 

- Ya, ya, ya entendí - Le interrumpí - Pues bueno, tráelos, pero a las 11 de la noche ¡y ni un minuto más!, los quiero a todos fuera de mi casa y nada de destrozos.

- Vale, Tom, nos vemos.

- Vale – Colgué y guarde el móvil nuevamente en mi bolsillo.

 

Los chicos llegaron. Traían consigo Ron, Vodka, y muchas cosas más.

- Y... ¿donde está Bill? - Preguntó Andreas.

- Arriba, supongo. No le he visto en todo el día.

- Subiré a verlo – Dijo rápidamente y le miré extrañado - Quiero saludarlo, hace meses no lo veo.

- Quizás esté durmiendo aún, ayer no tuvimos un buen día...

Tuvimos, plural, 1 + 1 = 2.

- Espera, subiré yo primero y te aviso.

Andreas frunció el ceño y volvió a lo de los chicos, alejándose de la escalera. Subí pensando porque Andreas quería ver a Bill. Probablemente quería jugarle una broma, pero por como lo vi ayer, mi hermano no estaba para bromas. Realmente, esperaba verlo mejor.

Me asomé silenciosamente por la puerta de la habitación. Ahí estaba, parado frente al espejo. Extrañamente no estaba maquillado y su pelo no estaba artificialmente alisado ni con ese peinado que siempre llevaba. Su ropa hoy también era poco común en él, se había puesto algo sencillo; Unos jeans y una polera roja. Nada de pulseras, collares, y lo más extraño, nada color negro.

- ¿Tom? – Volteó hacia la puerta e instintivamente quise retroceder - ¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así?- Preguntó nervioso.

No sé con exactitud, cuanto tiempo llevaba mirándole, sólo se que lo miraba con cara de idiota... Hace años no lo veía así.

- ¿Tom? - Estaba sonriendo. Moviendo su mano frente a mis ojos.

Se veía tan bien… sin ropa negra, nada de maquillaje, y su pelo al natural... Tan simple, tan sencillo, parecía un ángel... Mis ojos se abrieron en su totalidad, Thomas Kaulitz, ¿¡que mierdas estás diciendo!?

- ¡Bill! - Un grito estúpido. Mi única reacción.

- ¿Qué pasa, Tom? ¿Por qué me miras así? - Sentí como mis mejillas ardían de inexplicable vergüenza.

- Pues... nada - Miré hacia el piso - Te ves bien – Dije, y apenas pude mirarlo.

- ¿En serio? hace años no me vestía así - En este ultimo tiempo, mi hermano se había acostumbrado a vestir siempre de un negro opaco. Opacaba sus bellos rasgos.

- No, o sea, sí. Pero me refiero a todo; Sin alisar, maquillar...

- Oh, sí, pues... quiero terminar todo, sabes, ya no quiero mas peleas. Quiero que volvamos a ser como cuando pequeños... Y pensé que parte de eso sería volver a verme y sentirme como antes. Y que tú me sintieras a mí también.

- ¿Qué? - No reaccionaba, estaba perplejo. Él se alejó de mí y ahora él quiere acercarse.

¿Qué debería hacer ahora? ¿Alejarme yo de él, así como el lo hizo conmigo hace años?

Recordar que fue él quien me dejó sin motivo alguno, me daba un sentimiento de rabia y tristeza a la vez. Nunca pensé que se alejaría de mí, nunca lo esperé, no tenía razones para hacerlo.

Pero, siempre lo extrañé cerca, siempre extrañé su molesta y tierna insistencia por todas las cosas irrelevantes en la vida. Muy en el fondo de mi, siempre he querido volver a tenerlo a mi lado. No, no volvería a ser un estúpido, lo dejaría volver a mí...

- "¿Qué?" ¿No quieres que volvamos a ser como antes? ¿Es eso, Tom? - Su sonrisa se apagó – Ok, lo entiendo… - Suspiró y pasó por mi lado, saliendo de la habitación.

- No, Bill...- Giré rápido y le tome del brazo – Por supuesto que quiero - Le sonreí. Dentro de mí había un alivio único, una felicidad.

Me miró y devolvió la sonrisa.

- Tú… sabes que te quiero, Tomi.- Se sonrojó.

¡Tomi!, este chico lograría que el corazón se me saliera del pecho.

- Y-yo también,  Bill – Latidos acelerados - Vamos abajo, ¿quieres? Los chicos están aquí.

- Vamos – Dijo. No dejaba de sonreír y bajaba cada escalón con el entusiasmo de un niño.

Mientras bajábamos, no dejaba de pensar que mierda me pasaba. Que se acelere tu corazón porque tu gemelo te dice "te quiero", que te le quedes mirando como imbécil, y que te sonrojes por sus palabras, ¿es eso normal?

Al llegar abajo, mi hermano se quedó congelado mirando a Andreas, pero su mirada no era de felicidad... Lo miraba asustado. Creo que nadie más se percató de esa mirada, pues he vivido 14 años con el y he aprendido a interpretar todos y cada uno de sus gestos.

-  Miren quien llegó, ¡Bill! - Gritó Andreas y se le acercó rápidamente y con los brazos abiertos.

Bill no le devolvió el abrazo, se quedó ahí, inmóvil y mirándome... Su mirada me inquietaba, algo no estaba bien. Podía verlo temblar en los brazos de Andreas mientras este le murmuraba cosas por lo bajo.

Cuando Andreas por fin le soltó, Bill caminó rápidamente hacia la cocina. Me quedé viendo a mi mejor amigo... Miraba a mi hermano como si de un león mirando a un cervatillo se tratase.

Le lancé una mirada desafiante. No entendía absolutamente nada, todo era tan extraño. Andreas dejó de sonreír y caminó para acomodarse en el sofá, junto con los demás chicos que nada de esto habían visto.

Sin dejar de mirarlo, caminé hacia la cocina.

- Bill, ¿estás bien? – Él estaba de espaldas a mí.

- Sí, Tomi. Sólo me preparo una taza de café, ¿quieres una? – Contestó rápidamente. Me acerqué a él y tomándolo suavemente de los hombros, lo volteé hacia mí.

Fruncí el ceño - Estás temblando - Le dije, aún sosteniéndole por los hombros.

- Tengo frío, eso es todo. Tom, por favor deja de interrogarme - Se volteó dándome la espalda nuevamente. Estaba nervioso.

Me alejé del lugar viéndole beber del café y volví a la sala con los demás.

 

Bebiendo, fumando y jugando play station, así estuvimos toda la tarde. Yo no fumé, pero si bebí un poco de ron...

Eran las 10:30 de la noche y la casa finalmente estaba vacía. Mientras ordenaba un poco, apareció mi hermano en la sala, traía una botellita de desodorante ambiental que empezó a vaciar por todo el lugar.

Me miró y fruncí el ceño, odiaba ese molesto y repugnante olor a vainilla.

- Tom, es esto o que mamá descubra que estuvieron fumando aquí - Me sonrió.

 

Todo limpio y ordenado, igual a como mamá lo dejó antes de salir a trabajar. Pesadamente subí las escaleras y me “arrastré” hasta llegar al baño, me di una ducha, me puse pijama y fui a mi habitación. Al llegar vi a Bill empujando inútilmente su cama, vaya alguien a saber porque.

- ¿Qué haces? – Cuestioné mientras secaba mis rastas con cuidado.

- Quiero juntar nuestras camas – Contestó con naturalidad y frotó el revés de su mano derecha por su frente.

- ¿Qué? - Otra vez; En blanco.

- Lo que escuchaste. Juntaremos nuestras camas, así dormiremos mas cerca. Cada uno dormirá en su cama, pero como estarán una al lado de la otra, será como si fuera una sola ¿Entiendes? Como antes, Tomi.

“Como antes”… Tom sabía que ese “como antes” sería un escándalo de su madre si llegase a saberlo.

Le sonreí. A pesar de ser extremamente mezquino con mi espacio personal, me agradaba la idea de dormir con él nuevamente.

Me puse a su lado y juntos corrimos su cama al lado de la mía.

Estaba cansado. Para llegar a mi cama, ahora debía pasar sobre la cama de mi hermano. Algo incomodo, pero me acostumbraría. Claro que el gran problema sería por la mañana; Yo siempre despertaba primero que Bill y éste ni con un terremoto se despertaba, y ahora que dormiríamos juntos debía pensar en una manera para poder levantarme...

Juntos. 1 + 1 = 1.

Me acosté por fin, estaba agotado, Andreas y los demás dejaron la casa hecha un desastre. Bill estuvo parado a un lado de su cama durante unos 5 minutos, observándola glorioso y luego mirándome a mi. Ya comenzaba a sentirme nervioso.

- Bill, acuéstate ya. Llevas una eternidad ahí… mirándome - Le bromeé arqueando una ceja y sonriendo de medio lado.

- Hm, el señor Kaulitz ya demanda de mi compañía - Alzó una ceja con una mirada coqueta.

Reí – Acuéstate ya, pequeño fenómeno - le sonreí de costado, intentando ignorar esa miradita.

- ¿Fenómeno yo? primero párate frente a un espejo, Tomi - Ambos reímos. Me parecía increíble lo rápido que podíamos recuperar nuestra antigua relación cuando poníamos de nuestra parte.

Desvié la vista hacia el reloj, 00:35 y Simone aún no llegaba - ¿Por qué? tardará tan... - No pude terminar.

Mi hermano estaba casi completamente desnudo frente a mí. Claro debía ponerse pijama, pero, no pensé que se quitaría toda la ropa frente a mi - Bill... – Un hilo de voz entrecortada – Dios, no – Murmuré por lo bajo, completamente ruborizado. Algo comenzaba a notarse en mis pantalones, y mi cuerpo se estremecía.

¿Por que me pasaban estas cosas con mi propio hermano? ¡Qué clase de enfermo soy! Temí que Bill viera mi entrepierna endurecerse, así que rápidamente apagué la luz.

- ¡Tomi! ¡No puedo ver nada! - No le contesté. Sólo esperé a que se recostara a mi lado, y rogaba por todos los cielos que lo hiciera vestido.

Lo sentí dormirse. Pero la bestia que tenía en mis pantalones, no se dormiría fácilmente, ¡Dios, solo pido no hablar dormido!

 

 

Notas finales:

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