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Bajo un hechizo prohibido por Kadrika

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Notas del fanfic:

Este lo escribi apenas para un concurso y bueno no gane pero se los comparto. es original y por el momento se quedara como one shot pero la idea me gusto bastante para hacer una historia mas completa de Adriael :3

La luz de aquella ventana cubierta de mugre dejaba pasar finas líneas de luz matutina, que iluminaban un torso desnudo delgado marcado por el ejercicio de color salmón casi a llegar al blanco perlado. Esa mañana estaba fresca y en lugar de pajarillos dando un dulce concierto a modo de despertador se podía oír el ruido de los automóviles iniciando su jornada. Entre estas paredes viejas y la escasez de limpieza recostada en un sofá viejo se encontraba Alfred.

-Qué asco, debí buscar un lugar más silencioso- el joven Al de unos 25 años de edad se renegaba contra la almohada improvisada de telas viejas y polvosas.

Él era la única luz de aquel cuarto sucio, su imagen era encantadora alto de buen cuerpo, su cabello era de un bello y perfecto negro, sus ojos de color azul claro eran como un pozo profundo que te tragaba sin piedad, la perfecta combinación para tentar a alguien. Busco su camiseta arrugada que estaba tirada aun lado de una mesa de madera que tenía las patas chuecas, se la colocó y el color negro lo hizo lucir aún más deseable.

-Joder no debí  tomar tanto anoche- tomaba su cabeza con su manos tratando de hacer presión y poder bajar los síntomas de la noche anterior. Había estado en una de los tantos antros que amaba, coqueteando con cualquier chico que le pudiera invitar algo de alcohol. Era su pasatiempo favorito, vivir de manera libre, sin limitaciones, sin ataduras y disfrutando plenamente de su juventud. Pero últimamente se sentía vacío y sabía cuál era la razón. La razón era un sueño.

Meses atrás, en el día que cumplió 25 años hizo su rutina de siempre fue a su trabajo, una estética popular entre jóvenes señoritas que le coqueteaban a todo rato y aunque tenía suficiente dinero para rentar un departamento no le gustaba la idea en cambio buscaba algún lugar abandonado donde poder dormir o se dormía en el almacén de la tienda, terminada su jornada fue a un tranquilo bar a una cuadras del local, tomó un poco y después fue a un antro a divertirse con unos amigos. Estaban bailando por un rato cuando sintió un escalofrió que recorrió su espalda, una mirada penetrante cruzaba la pista de baile y se enfocaba en el contoneo de las caderas de Al que seguían sensualmente el ritmo de la música, sus miradas se cruzaron y el dueño de aquella mirada se acercó a Al mientras la música continuaba.

-Disculpa, no estoy acostumbrado a bailar enfrente de tanta gente pero al verte sentí una gran necesidad de bailar, así que me considerarías el honor de acompañarte por esta noche- Al, se ruborizo ligeramente por la sensación de calor abrazador de los cuerpo a su alrededor danzando o tal vez era por culpa del sujeto misterioso y su petición tan formal que lo hizo sentir nervioso.

-Claro, por mi encantado- Alfred se acercó con seductores movimientos al cuerpo del desconocido y empezó su danza. Al ritmo de música ligera y sensual sus cuerpos se movieron al unísono provocando la ilusión de uno solo. Sus encantadores movimientos dejaron embelesados a todos haciendo que la temperatura alrededor de ellos aumentara. Sus caderas rozándose delicadamente mientras intercambiaban miradas para dominar a su pareja y hacerla caer ante sus pies, sus brazos entrelazados tocando el cuerpo del otro si no fuera por la ropa seria la escena más erótica presenciada en ese antro. Dos bellezas deslumbrantes dejando sin aliento a los presentes hasta que se detuvo la música y el palpitar de los corazones continuo acelerado aunque las bocinas dejaron de emitir sonido alguno.

-Y decías que no estabas acostumbrado a bailar, lo hace muy bien- Al estaba sudoroso y sentía como la ropa se le adhería a la piel.

-Es que eres un excelente maestro, estoy casado, te parece si tomamos un trago- un sonrisa seductora provoco una curvatura deliciosa en sus labios.

-Claro.

Juntos fueron a la barra y Al se dio su tiempo para mirarlo mientras su acompañante pedía por ambos, era un poco más alto que él 1.90 quizá un poco más, cabello oscuro pero sin llegar a negro tal vez castaño oscuro, ojos marrones y piel ligeramente tostada, un moreno bastante cuidado y con abdominales bien marcadas por lo que había podido tocar. Tenía varias perforaciones en sus orejas adornadas con diferentes tipos de arillos y en su cuello sobresalía un decorado en color negro de las alas de un dragón.

El extraño estiró su mano ofreciendo una copa de coñac 1800 A.E. DOR. Alfred la tomó y dio un sorbo sintió el papable y caliente liquido en su lengua y después recorrió su garganta dejando la calidez y sabor embriagador a su paso.

-Gracias, pero tengo curiosidad por algo, me podrías decir tu nombre- decía alto en un tono suave y alto para que su compañero lo oyera por encima de la música que inicio una nueva ronda mezclas auditivas.

-Perdón por no decirte mi nombre antes es Adriael Valentine.

-Adriael suena lindo, ¿Qué significa?- preguntaba

-Significa magnificencia de Dios, ¿te gusta?- preguntaba Adriael regalando una media sonrisa que entonaba su coqueteo con Alfred.

-Sí, jamás lo había escuchado, pero siento que hay más cosas detrás de tu nombre que me atraen.

-Bueno eso es cierto Adriael es el nombre de  un príncipe también fue considerado un gran hechicero y tenía gran poder por eso era un enaltecido ayudante. Yo también tengo un poco de magia, ¿quieres una demostración?

-Eso sería interesante, quiero verlo.

Adriael saco un pañuelo de su bolsillo, tenía un borde dorado. Se lo mostro a Alfred y después lo hizo una bola y la tapo con sus manos sin dejar que se viera al siguiente segundo apareció una rosa color azul semejante al color de los ojos de Al. Le ofreció la flor y Al la tomó y percibió su dulce aroma.

-¿Qué te parece?

-Es asombroso, ahora dime donde ocultabas la flor por que no vi que la sacaras de tu saco.

-Ya te dije es magia, déjame mostrarte otro truco- Adriael tomó la barbilla de Al y la arrastro hacia sí mismo, toco los labios del joven pelinegro. Alfred solamente sintió como lo invadía un calor abrazador y sus brazos automáticamente buscaban la espalda del moreno. Pasaron quince o veinte segundos y su beso todavía no terminaba, al fondo la música se hizo imperceptible  y las luces se hicieron opacas. El calor recorría su cuerpo inundándolo pidiendo más. Por fin Adriael termino su beso.

-Te prometo, que hoy soñaras conmigo Alfred Morke, feliz cumpleaños.

Al no pudo decirle nada, se quedó estático en el taburete del bar hasta que uno de sus amigos se acercó para saber quiera con quien estuvo bailando, el solo dijo su nombre y que era un gran bailarín pero omitió la parte en la que Adriael le dijo su nombre completo y como rayos sabía que era su cumpleaños.

Esa noche se fue a dormir y como lo dijo Adriael había soñado con él. En su sueño lo consumía el deseo y las ganas de que lo tragara la lujuria que ese hombre le provocaba. El sueño se repitió cada noche, cada vez más intenso iniciaba con caricias y terminaba con la posesión salvaje de un par de amantes enloquecidos por la sensación del otro. Envueltos por un fuego intenso que se quedaba a poco de derretir su piel. Alfred sentía el deseo de que el sueño se hiciera realidad, por eso en el último él le había rogado porque lo llevará a su lado que ya no importaba nada sino podía volver a tocar sus labios.

Tomo todas sus pertenencias y salió del cuarto polvoso. Se dirigió a dos cuadras de ahí a una cafetería 24 horas, se sentó en una mesa del rincón y esperó a la camarera gorda que tomara su orden. Un café, pastelillos de frambuesa y el desayuno especial con jugo.

Termino su desayuno y se encontraba disfrutando su pastelillo junto con un sorbo de café algo amargo. La campanilla de la entrada sonó y atrajo la atención del pelinegro quien se atraganto al ver quien entraba por la puerta de cristal. Era Adriael, que con paso seguro se dirigió a la última mesa del rincón y como la primera vez Alfred sintió el escalofrió recorre su espalda.

-Adriael, eres tu yo…-Alfred se atraganto con sus palabras, Adriael quito una pequeña migaja del labio de su acompañante.

-Te tardaste un poco más de lo que pensé, pero al menos de que tú me llamaras yo no podría salir por ti. Alfred estas seguro de que quieres venir conmigo.

-Si por favor ya no quiero estar sin ti, te necesito.

-Ves soy un excelente mago, te deje loco por mí- mostró la rosa azul de la última ves- ven mi pequeña flor el infierno nos espera.

Alfred tomó la mano de Adriael cayó en un hechizo peligroso e inquebrantable. Amor hacia un ángel caído.

 

 


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