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Una ecuación veraniega (HUNHAN) por Lizzie_shawol_flamer

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Notas del capitulo:

Leí algunos reviews de lectoras que comienzan a perder su fé en mí. la verdad es que me mató de tristeza y decidí escribir esto, claro que eso me ha quitado horas de sueño y ahora tendré que recuperar xD Estoy muy cansada T-T

Tengo muchos trabajos y cosas que hacer, pero intentaré sacar tiempo libre para los fanfics que he ido dejando abiertos Ú_Ù

Enjoy it!

Las barracas tronaban con su balanceo irregular, acompañado de una música excesivamente alta que lograba anular todos mis sentidos y un calor extrañamente soportable. Era sofocante a ratos, debido a la gran cantidad de cuerpos humanos reunidos que pululaban de un lado a otro en actitud festiva, pero al mismo tiempo el calor seco de la noche allá dónde encontrabas un espacio libre era revitalizante. Me provocaba un nerviosismo derivado de la emoción que equivalía estar simplemente fuera. Las luces brillantes y coloridas, intermitentes, y el alboroto general ayudaban a crear el efecto de irrealidad. No había demasiado humo y desde luego no vaho, pero casi juraría que algo alteraba mi visión.

Contemplé amonedado a la juventud, grupos enteros de críos que no superarían los 11 años en su primera escapada, agarrados por los hombros y empujándose leventemente en un intento por transmitir el nerviosismo que yo mismo había descrito. Niñas que se habían arreglado con ahínco y esperaban ansiosamente una opinión al respecto, que coqueteaban con mayor o menor discreción y avanzaban, vibrantes, entre el intrincado mar de sentimientos que se entretejía en una sola noche. Pero no eran solo los pequeños, familias enteras que montaban en las atracciones más infantiles y enseñaban los diversos juguetes luminosos de los vendedores ambulantes y puestecillos, también encontrabas veinteañeros, treintañeros y en adelante. Ancianos que sonreían permisivos en una fiesta especial y reconocida en la que toda clase de público era admitido. No encontré personas recurriendo al conocido “botellón” (de hecho éste fue retratado como una “actividad social”  en el libro de español de Sehun) y supuse que no habría por la zona. La gente no estaba allí para una vulgar borrachera, acudían en masa a los festivales y montaban las barrancas infernales, pedían comida que solo sueles permitirte en contadas ocasiones como gofres prácticamente bañados en chocolate y  nata o algodón de azúcar. De primeras me estaba gustando, no se parecía a nada que hubiese vivido con anterioridad y la novedad era un agradable añadido.

- ¿Quieres montar en una? – Maylin refulgía, ebria de la misma clase de motivación colectiva que yo había acusado - ¡Es increíble Luhan! ¡Tenían razón, esto es increíble! – gritaba por encima del vocerío y supe que acabaría con ronquera. Yo prefería evitármelo, por lo que me acerqué a su oído en lugar de forzar la voz.

- Es una bestialidad, no sabes la de accidentes que hay por culpa de esos cacharros – repliqué, en un intento por meterla en vereda.

- Te pones así de gruñón cuando te da miedo algo y no quieres admitirlo – me retó, apuntándome con el dedo y esbozando una sonrisa traviesa – ¡creo que te hace falta algo de alcohol!

- No es buena idea – deseché. Sólo imaginarme dando tumbos por ahí, ebrio, me repelía y evitaba que cualquier mínimo deseo de coger un vaso de ron cola, por probar, se fijara en mi cerebro. Era justo lo que acababa de observar, juraría que los demás estaban razonablemente sobrios y quería disfrutar de la noche al completo, sin lagunas.

- No digo que nos chucemos – protestó – solo una cerveza o algo suave, por romper el hielo

- ¿Qué pretendes avivar, Maylin? – alcé ambas cejas, lamentando una vez más no saber enarcar una sola. Sería un puntazo.

- La llama de mi relación, tal vez – bufó. Se cruzó de brazos, ocultando parcialmente el escote. Se lo pensó mejor y traslado las manos a las caderas, con lo que éste quedó nuevamente al descubierto. Iba a matar

- ¿Algún problema a tratar? – interrogué. Era su psicólogo por excelencia.

- Exactamente, así que acompáñame a por algo antes de que Sehun termine con sus primos y luego ya nos perderemos los tres por ahí – sugirió.

Al rato nos encontrábamos con una bebida en la mano y un momento de sinceridad a tener en cuenta. A nuestro alrededor empezaban a hacer lo mismo e intuí que según avanzaran las horas las familias se retirarían y dejarían paso a lo verdaderamente memorable. La música resonaba incluso a distancia y comenzaba a taponar mis oídos.

- Nos va bien, ya sabes, nadie se está planteando romper ni nada – elevó la vista al cielo – pero juraría que soy la única que quiere…ya sabes, avanzar.

- ¿En qué sentido? – prefería que fuese ella quien afirmase mis suposiciones

- Últimamente hemos tenido algunos momentos muy tiernos, todo es tan idílico aquí de vacaciones… - suspira quedamente – pero no encuentro pasión, ¿entiendes? Cuando salía con Suho…

- No puedes empezar a hacer eso, comparar – corté bruscamente – no me irás a decir que Suho era lo más apasionado del mundo.

- La verdad es que no, tenía mucho miedo de precipitarme y que yo me sintiera presionada – se le escapa una sonrisita. Mala señal – pero se notaba que quería llegar a ¿tercera base? – se notaba que se esforzaba por buscar otras maneras de referirse a un tema muy concreto. Alzó su vaso y bebió ávidamente.

- Despacio –advertí – ¿entonces dices que Suho te quería más?

- No es eso, no hablo de sentimientos. Los chicos pensáis mucho en eso ¿no? No en los sentimientos, en lo otro, más físico – tanteó

- Depende de quién, cada cual maneja el asunto por su cuenta, aunque admito puede ocupar una posición más elevada en la lista de prioridades, si – comenté

- No lo entiendo, él tan siquiera me ha hecho una insinuación o algo que sugiera que quiere hacerlo. Bueno, antes de que viniéramos decía que tenía muchísimas ganas de tenerme aquí y eso, y yo lo pensé. Pensé que una vez llegara lo iríamos abordando y en este punto deberíamos haber hecho algún progreso – introduce el dedo en uno de los rizos y juega con él.

- ¿Y qué sí, al igual que Suho, no quiere presionar?

- Ya te digo que no es lo mío ¿Puedo ser sincera, Luhan? ¿Completamente?  - me mira con ojillos de cordero degollado.

- Adelante – la aliento.

- Vale, pues hubo una vez, antes de que yo enfermara, que creí que sería. Estaba echándome en cara nosequé tontería que yo había hecho, para picarme, y le respondí en plan dándole manotazos y riendo. Después me acerqué a gatas por la cama y te juro que casi le estampé toda la delantera en el pecho, si subía un poco más en la cara. Le hizo gracia y se rió ¡Se rió! Nos liamos y eso, pero no aprovechó para meterme mano ni nada. Se lo estaba dejando a huevo, le puse morritos y todo, pero ni se lo planteó – Me contó su experiencia del tirón, gesticulando mucho con cierta indignación. A mí me estaba dando un regustillo amargo el relato.

- Si fue sólo eso…

- Pero es que ayer ¿Fue ayer, no? Cuando estuvo cincuenta horas en el baño ¿Qué hacía, eh? Los chicos tenéis vuestras necesidades y eso pero, ejem, ¡Me tiene aquí mismo!

- ¡Maylin! – no había ni asimilado su exaltación, solo me sorprendí mucho, muchísimo.

- ¿Y si no le atraigo, Luhan? Cuando nos conocimos diría que le encantó mi cuerpo, pero ahora estoy tan confusa y su indiferencia hace que me sienta como una mierda. Como si no valiera nada.

- Menuda chorrada – solté - ¿No te manosea y ya te rebajas a ti misma? Ya hemos hablado del problema de la autoestima, dependes demasiado de los demás. Sabes que estás bien, ¿verdad? ¿Qué dijiste al probarte ese vestido? ¡Que te quedaba de maravilla! Y te sigue quedando, estás tan bonita como cuando lo compraste, así que éste incidente no debe variar tu punto de vista – respiré profundamente. Ya me podía considerar un experto en argumentar a favor de la belleza de una amiga para que ésta superase una depresión o similar. A nuestro alrededor la cosa se animaba, pero en nuestra reducida burbuja podíamos conversar en absoluta confianza - ¿Por qué no lo hablas con él?

- No siento que pueda – murmuró

Tal vez no fuese quién para diagnosticarle, pero que no tuvieran ni confianza ni química mermaba mucho sus posibilidades como pareja. Lo peor es que sentía que no me entristecía especialmente por ello. Recordaba perfectamente aquella vez que una amiga cercana a Maylin había interferido entre ella y el chico que le gustaba. Maylin había estado hablándome de él por meses, y eso que al principio no congeniaban muy bien. Me dejaba ver sus conversaciones, me daba a leer las historias que él le escribía y mostraba, incluso me representaba algunos encuentros en clase. Serían solo amigos por el momento, pero yo ya empezaba a ver algo más, y cuando esa ahora examiga acabó con todo me sentí tan furioso por dentro, como si la ofensa hubiese sido dirigida a mí, que le propuse mil métodos de venganza contra esa perra. Había sido la mayor ejemplificación de la unión que compartíamos, como si los males de uno se transmitieran al otro hasta que los interiorizaba y externalizaba como suyos propios. Pero estaba siendo muy diferente.

Para empezar no me estaba poniendo en su situación. No sentía para nada que Sehun la rechazase en ese ámbito, más bien era como si mi mente dijese “bien, es correcto” y eso me escamaba. ¿Por qué no podía apoyarla ahora? ¿Tanto nos habíamos distanciado? Era una opción probable, pero algo me decía que no era ni remotamente la correcta ¿En qué me estaba metiendo?

Intercambiamos más anécdotas y consejos, pero yo solo estaba pendiente de encontrar esa conexión perdida ¿Por qué no funcionaba? ¿Qué se había roto? Me estaba poniendo más nervioso, un cúmulo de circunstancias que provocaron que en un momento mi brazo sufriera un espasmo. Oh Dios, el alcohol y mis emociones no iban a llevarse bien precisamente.

Sehun llegó al poco de dar por finalizada la conversación, y estaba algo cambiado. Para empezar no evitó mi mirada, y eso  me hizo suponer que ya se le había pasado lo que fuese que tuviera. Eso no quitaba que yo estuviera resentido.

- Mis padres nos han dado dinero para que probemos las barracas – anunció, posando sus manos en la mesa y lanzándonos una mirada crítica. Habíamos tirado los vasos unos minutos antes de que hiciese su entrada en escena y por ello parecía que hubiésemos ocupado una mesa.

- Espera, pensábamos pedir algo – le hizo saber Maylin, aunque ninguno de los dos había expresado tal deseo.

- Maylin, no creo que sea buena idea

- Sólo una cerveza – eso era lo que me había prometido antes

- Mejor pasamos – apreté la mandíbula. No iba a salirse con la suya

- Eres muy restrictivo – insistió, molesta ¿Qué, planeaba emborracharse para olvidar lo que acababa de contarme?

- Os invito a un perrito caliente – intervino Sehun – y luego decidimos en qué montamos ¿os apuntáis?

- Yo por mí iría al tiovivo – mascullé – o a la noria

- ¿Te asustas del saltamontes y no de una noria enorme? Si el primero se estropea podrán sacarte fácilmente, en el segundo caso no lo veo tan claro – apuntaló él, con una sonrisa tirante. De repente parecía muy centrado en mí y creí reconocer algo llamado culpabilidad en su mirada. En ese caso encontraría orgullo en la mía. Podía llegar a ser contraproducente, lo sabía, pero en ese momento no estaba para atender a la razón. Lo ignoré olímpicamente.

Nos compró la comida y me encantó el pan crujiente por dentro (¡Calentaban el bollo pinchándolo en una barra de hierro caliente!) y blandito por fuera. La salchicha era mucho más gruesa de lo que había imaginado y derrochaba salsa, kétchup y mostaza. Delicioso.

- Es demasiado, voy a engordar… - refunfuñaba Maylin a mi lado. No tenía ganas de escucharla más, había agotado mi cupo.

- El alcohol engorda mucho ¿sabes? Así que deja de quejarte y trágate eso para que no se te suba

- ¿Qué se le suba el qué?

- La tontería

Me centré nuevamente en que no rebosara y me ocupé de ello con la servilleta, aunque eran tan inservibles, impermeables y todo, que no hacían gran cosa. Me limité a chuparlo y pronto atraje la atención de una pandilla que pasaba cerca de nosotros. Se rieron de manera poco sutil y me señalaron, haciendo gestos obscenos y carcajeándose a coro. Vaya, nunca faltan los gilipollas de turno que arruinasen un momento. Por si fuera poco tardaron bastante en alejarse, el efecto manada alejaba  un poco a la gente y ellos comenzaron a estirarse la piel alrededor de los ojos, tirando con los dedos, en un claro intento por emularme. Incluso cuando los superamos me llegaron sus gritos de “CHIN, GUAN, CHIIII ¡GOOONG!” ¿Qué tenían aquellos imbéciles en nuestra contra? Casi agradecía mi escaso dominio del idioma.

- ¡La jaula!  - exclamó Maylin. Ella también había presenciado las burlas, pero decidió fingir que nada había pasado - ¡Eso sí que parece peligroso!

- Ninguna me inspira confianza – concordé

- No seas cobarde – dijo ella, pero Sehun calló, abstraído en algo – aunque podemos escoger otra más sencillita ¡esa mismamente! ¿Cómo se llama?

Maylin apenas pudo estirar el brazo. Ya era imposible avanzar  sin tropezar y chocarse con alguien.

- Es la goma – nos informó Sehun – básicamente es un trenecito que va a la misma velocidad y de repente tiene un empujón – lo representó con el brazo. Unos niños saltaban alegremente portando globos con formas en la dirección a la que apuntaba – tiene su gracia.

- Me parece el más seguro – confirmé

- Entonces a ese, pero luego vienes a uno que yo diga – me propuso sin más. Seguía en mis trece, dispuesta a pasar de él, así que asentí mecánicamente.

La goma esa estuvo bien, me daba un calambrazo en las piernas y mi barriga hormigueaba pero no iba más allá. Desde luego no tuve dolor de cabeza ni nada después. De hecho sirvió para subirme el ánimo.

- Si vais a otra yo me retiro – concluyó Maylin, tras comprobar que su pelo salía gravemente perjudicado tras el traqueteo. Tardamos un poco en contactar con el resto, pero finalmente pudo reunirse con los primos y tíos de Sehun. Los pequeños ya se retiraban y sabía que si me acercaba Anhri me rogaría, mejor escapar para evitar la confrontación. No había nada que hacer.

A solas con Sehun, de nuevo. Seguía en pleno estado de excitación y quería descargar más adrenalina. Para encima separarme de Maylin había sido como liberarme de una carga pesada. Casi me puse a canturrear “i’m ready for bingo”

-  ¿A dónde vamos? – Sehun seguía anormalmente callado, con lo que me vi forzado a sonsacarle alguna palabra. Aunque fuera por no sentirme tan incómodo. Una cosa es ignorar y otra ser ignorado.

- A los coches de choque – reveló con una sonrisa, mucho más sincera en esta ocasión.

- Genial – silencio de nuevo.

Llegamos y él se ocupó de sacar las fichas, con lo que nos plantemos si ir juntos (ahorraríamos) o por separado. Decidimos alternar y la primera ronda la hicimos compartiendo coche, ya que de todos modos era difícil encontrar otro disponible. La cosa es que según terminaba una partida tenías que correr a por uno y alguno no lo liberaban entre turnos. Yo “cacé” el que teníamos al colarme por entre otro grupo y recibí algún comentario al respecto, aunque nuevamente el idioma suponía un muro infranqueable.

- ¡Gira a la derecha! ¡No! ¡El volante no, va hacía la otra dirección! – me llevaba las manos a la cabeza cuando no era yo el que conducía. Era un poco cardiaco.

- ¡Ya, ya! – recibimos un impacto por el frente y ambos golpeamos contra el respaldo. Mi espalda crujió - ¡Vamos a por ese cabronazo!

- Ese “cabronazo” debe tener 13 años, Sehun – reí

- Así aprenderá y llegará a los 17, ¡Vamos! – aceleró y me reí más si cabía. Una fina partícula de sudor cubría mi frente y, a pesar de la comida, un solo vaso con alcohol me había hecho más efecto de lo que parecía. Bueno, no creía que fuese eso – por cierto Luhan, tu maquillaje está todo corrido por aquí – liberó el volante y señaló la zona del párpado. Pasé un dedo y sentí que, efectivamente,  parte del eye liner se había despegado. No volvería a comprar esa marca de nuevo, aunque no le di mayor importancia. Se acercó un poco más y fue a decir algo, sonriente, cuando sufrimos otra embestida.

Me hizo mucho más daño y para encima reconocí al conductor. Era uno de los idiotas que me habían gritado, y juré tomar represalia. Encontré otro coche libre y comencé mi estrategia de busca y captura de todo aquel que se separara de los demás, porque era consciente de que en grupo me podían.  En una ocasión me rodearon, pero el molesto “tiruriru tirurí” me salvó por los pelos. Estaba más tenso que en toda mi vida por un simple juego, pero ya se sabe, eran muchas cosas al mismo tiempo.

Perseguí al que me parecía el “líder” del grupo y lo pagué caro, ya que no tardaron en marcarme como objetivo y casi salgo volando hacia adelante. Lo peor de que choquen desde diferentes ángulos sin apenas tiempo para recuperar es que acabas realmente dolorido y para encima creamos un atasco general que conllevó muchos más choques de  gente inocente ajena a nuestra particular batalla. Cuando ya creía que moriría aplastado ahí mismo, Sehun vino a salvar el día.

Nos cansamos antes de lo previsto a causa de tanta violencia y el grupito se retiró al mismo tiempo. No desvíe la mirada del líder ni un momento, recordando momentáneamente las películas del salvaje oeste cuando el forajido y el sheriff se quedan estáticos, aguardando con la mano en el gatillo a punto de desenfundar y emprenderse a tiros. Pero no hubo enfrentamiento, ellos lanzaron una mirada dudosa en nuestra dirección y se retiraron. Supe el motivo nada más girarme, al ver que una pandilla de asiáticos se acercaban, probablemente a jugar, y no me costó atar cabos ¿Se creían que nos conocíamos entre todos? Sehun interrumpió mi creciente resentimiento hacia esa pequeña muestra racismo.

- ¿Entendiste algo de lo que dijeron? – demandó

- Ni una sola palabra – reconocí con un encogimiento de hombros. Era lógico - ¿Era muy insultante?

- Bastante, aunque yo tampoco capté gran cosa – a pesar de sus palabras mantenía la línea de tensión.

- ¿Qué fue? ¿Nos llamaron “chinos de mierda” o algo parecido?

- Si… - seguía abstraído, posé mi mano en su hombro – se metían principalmente contigo

- Lo suponía –  de entre los dos realmente había sido yo quien más los había incitado a ello

- Me refiero, te llamaron gay – me miró y abrí los ojos. Tal vez esa palabra no debiera haberme pasado desapercibida – marica, más concretamente, y cuando nos los cruzamos antes bromeaban sobre qué harían contigo si… - apretó los puños. Curiosamente yo estaba siendo el menos afectado, ya conocía esa clase de acoso.

- No te preocupes Sehun, siempre habrá gente así en el mundo, no se puede evitar

- ¿Personas que vean a un chico en una fiesta y comenten a gritos como le darían, con la cara de zorra que tiene? Son despreciables – escupió. Yo estaba un poco en shock y mi ánimo, evidentemente, decaía con cada palabra – tenía ganas de darles un par de hostias a ver si después de eso…

- Sehun, te está afectando mucho – me alarmé. No es que no me importase, que lo hacía, pero ponerse violento no era la solución. Además ¿De dónde salía ese repentino ademán protector? Yo también me estaba sulfurando – Por cierto Sehun, ¿a qué viene esto?

- ¿Qué? – lo dejé completamente trastocado

- Empezamos el primer día con mal pie, lo reconozco, pero lo solucionamos ¿no? Y ahora volvemos de nuevo a la misma situación. Me ignoras, me repeles y luego te preocupas por mí y te ofendes de que unos gilipollas se metan conmigo. Explícame Sehun, porque entiendo mejor a esos chavales que a ti – y le miré de refilón, sin disminuir la marcha

- Es complicado

Me paré en seco ¿complicado? Oh si, lo era, y ya no quería complicarme más la vida de ese modo. Sacudí la cabeza y me evadí completamente, completamente indignado.

- Luhan, no puedo explicarte nada, pero prometo que a partir de ahora estaré más…estable ¿vale? ¿borrón y cuenta nueva? – propuso con voz suave.

- Escucha, te doy una oportunidad - ¿demasiado arrogante tal vez? – pero como esto sea por tus problemas con Maylin y estés descargándolo conmigo voy a cabrearme muchísimo. No somos la misma persona ¿de acuerdo? No somos un pack, ni nada parecido, así que no quiero que me impliques en los embrollos que la conciernan a ella ¿De acuerdo?

Se tomó unos segundos de silencio.

- Vale

- Bueno, entonces… - ¿de dónde salía tanta incomodidad? – esta noche ha sido un poco turbulenta y quería regresar a casa con un buen recuerdo de las fiestas españolas – me lancé - ¿alguna idea para mejorarla?

- Sí, creo que sí – afirmó. Me agarró de la mano y tiró de mí hacia el barullo de gente congregada en medio de la plaza.

Esa fue la última noche, tras la cual mi supuesta ingenuidad resultaría lapidada, troceada y  emparedada  por un cúmulo de sentimientos que se desbordaron allí mismo. También me afectaron en exceso las lecturas de miedo nocturno, pero eso va a parte. Como fuera, a partir de ese momento la historia se complicaría.

Notas finales:

Hay gente insoportable en este planeta... ¿Qué, como lo veís?


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