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Una ecuación veraniega (HUNHAN) por Lizzie_shawol_flamer

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Notas del capitulo:

Como compensación por la tardanza y por no estar actualizando mi otro fic (estoy de parón) he alargado este hasta las 11.777 palabras y creo que es el más largo que he subido jamás... aunque los anteriores no se quedaron cortos.

Bueno, ya van entrando en materia y hoy no pude evitar dijarme en que utilizo más de una expresión muy española que tal vez no todos entiendan... en ese caso tan solo comentarlo y os lo aclaro, intentaré si no ir poniendo asteriscos y emplear las notas finales para eso.

A veces Maylin me cae mal y eso que yo la escribo x)

Un ladrido me sacó de mi sueño poco profundo y brinqué de la cama, entusiasmado. Saqué medio cuerpo por la ventana y aspiré, el cielo se presentaba claro y vaporoso, con retazos de nubes blancas que avanzaban perezosamente desde las montañas más cercanas.

- ¡Vamos Sehun! - lo llamé desde mi posición, contemplando a las personas que bajaban de un coche plateado y viendo como otros dos se acercaban por el portón abierto - ¡Despierta perezoso!

Me sobraba energía a pesar de haber dormido poco, pero Sehun estaba más afectado.

- ¡Chicooooooooos! - la voz de Maylin resonó por los pasillos y se escuchó un derrape, tras el cual su cabeza surgió por el resquicio de la puerta - ¡Ha llegado la familia! ¡Que nervios que nervios que nervios! - dio vueltas sobre si misma de puntillas. Me reí por la escenita y ambos dirigimos nuestra atención al bulto arropado que ocultaba su cabeza y gruñía por lo bajo - ¡Sehun! ¡Sehun, Sehun!

- ¿A la vez?

- Vale

Nos pusimos cada uno a un lado, sin que nuestra desprevenida presa lo advirtiese, y esperamos un minuto para que se adormilase de nuevo. Entonces hicimos cruelmente ruidos de bocina y nos libramos por un pelo de sus zarpazos al aire. Bajamos corriendo las escaleras, todavía riendo.

La abuela estaba ocupada recibiendo a sus hijos, abrazando los por turnos y saludando a los pequeños con un par de besos y tirones en las mejillas. Distinguí a los perros correteando por el jardín, pero me contuve de seguirlos y esperé pacientemente a que nos presentaran.

- Buenas mañanas - la abuela nos sonreía cariñosamente desde la puerta - veo que os hemos despertado ¿Donde está Sehun?

- Organizando un asesinato - deduje, y ella me lanzó una mirada de incomprensión.

- Eso iba a decir yo - el aludido pasó entre nosotros y recibí un pellizco. Por la mueca de Maylin ella también obtuvo el suyo.

Nos vimos envueltos en la calurosa bienvenida y en un desorden de maletas, mochilas y niños en el que difícilmente podíamos sacar tiempo para cada miembro.

- Buenos días - se adelantó una señora con una ligera inclinación. Su rectitud, la cara alargada y delgada en la que reposaban unas gafas modelo culo de botella, junto a su camisa perfectamente planchada y la falda caqui hasta las rodillas le daba una apariencia de institutriz severa. De esas que no te permiten separar la zahanoria de la ensalada - Debéis ser Maylin y Luhan - su supuesta pregunta se transformaba en una rotunda afirmación.

- ¿Por qué estáis en pijama? - demandó su hija pequeña, una niña que no superaría los 11 años ni el metro y medio de altura, extremadamente delgada aunque sin resultar esquelética, su piel era de un blanco pálido y el cabello negro, con tonos castaños, le caía lacio a ambos lados de la cara con la línea en medio. Lo que me impresionaron fueron los ojos, muy grandes, que se abrían con evidente interés y parecían  capturarlo todo.

- Acabamos de levantarnos - le expliqué dulcemente. Maylin me miró con preocupación ¿Era esa la prima a la que se refería Sehun? ¿Con la que compartiría cuarto? He aquí el peor enemigo de Maylin: los niños.

Ella se desenvolvía sin problema entre los adolescentes, era risueña y ciertamente atractiva, con una curiosa habilidad para caer bien a la primera. Desde que éramos pequeños se llevaba mejor con los mayores: con 5 años se lanzaba a los brazos de sus primos, de 16 aproximadamente, para que estos la elevaran. Luego presumía de ellos en la escuela y menospreciaba a todos los que estuvieran  en algún curso inferior. Todavía recuerdo el día que superamos la escuela primaria y se negó a asistir a las fiestas, como hacíamos todos en nuestro primer año de instituto, para no mezclarse con lo "enanos"

- ¿Ahora? - la niña se mostró convenientemente alarmada y su madre frunció ligeramente el labio - ¿Os dejan?

- Oh no, no - negó Maylin, intimidada ante la tía de su novio.

- Hoy nos hemos despistado con todo el revuelo - mentí. Llevábamos días levantándonos cuando la luz solar se hacía demasiado insoportable - el primer día la abuela sopló un silbato frente a la puerta de nuestra habitación porque nos dormimos - esa parte es cierta.

- ¿Si? - la pequeña dejó escapar un sonidito divertido - ¿A qué hora fue eso?

- A las diez y media creo

- ¡Ahora son las 11! - exclamó, disgustada ¿Esperaba que su abuela se girase, silbato en mano, para soplarlo en frente nuestro?

- Ya te digo que hoy ha sido un poco más caótico - tercié

- ¿Mañana lo hará?

- Supongo. Si madrugas puedes acompañarla, y si me avisas podemos dar un susto a Sehun

Dudó, dividida entre la lealtad a su primo y las ganas de una pequeña travesura. Por suerte se puso de mi lado y le guiñé un ojo, cómplice. Maylin, a mi lado, las estaba pasando canutas con la inspección de la altiva tía. Fue bruscamente interrumpida con el gritito de su hija al ser cogida al vuelo por su primo.

Sehun la sostuvo como a un saco de patatas apoyándola en un hombro y luego la puso en horizontal para darle vueltas como un avión. El esfuerzo contraía los músculos de sus brazos y abdomen, pues a pesar de su tamaño la niña debía pesar lo suyo. Un crío apareció de la nada, rodeando la pierna de Sehun con intención de derribarlo. Otro chico de altura considerable y rasgos infantiles se unió guardando las distancias.

- Es mi hermano - señaló la pequeña, todavía en volandas. No me aclaró su relación con el otro pero até cabos sin mayor dificultad.

- Buenos días, veo que no somos muy madrugadores - otra mujer se presentaba ante mí, mucho más jovial que la anterior, de enmarañado pelo oscuro como el ala de un cuervo y gafas cuadradas de pasta negra. Apartó sin miramientos a sus alborotadores sobrinos y continuó su trayecto a la cocina, cargando con lo que parecían ser materias primas para una comilona considerable. No esperó respuesta.

- ¡Hola, hola! - un señor con calva incipiente nos tendió la mano energéticamente. La estrechamos, recelosos, y fue como si le hubiésemos dado cuerda - ¡Hoy nos espera un verdadero festín! Veis aquí las tres hermanas reunidas - hizo un amplio abanico hacia las tías de Sehun, de las cuales ya solo nos faltaba una, y el tío, por conocer - y son unas excelentes cocineras, todas ellas, bueno - tosió con disimulo - excepto aquí la mamá de Sehun, pero ella lo compensa con creces y compra unas empanadas que están de muerte.

- ¡Oppa! ¡Oppa! - la niña tuvo un aterrizaje de emergencia encima de la barriga de su padre, prominente y embutida en una camisa a rayas, pero si esto se debió a su comentario no lo sabríamos, ya que Sehun se atareaba en su otro primo.

La unión de aquellos dos, la tía estirada y el bonachón feliz, me parecía tan curiosa y dispar como sus hijos, la renacuaja alegre y el gigante sobrio que aguardaba a su lado.

La última tía no me causo mucha impresión, era lo que viene siendo una mujer normal que no destacaba mucho entre sus hermanas de caracteres tan marcados. Se llamaba Nana y fue agradable, sosegada. Ella también tenía dos hijos, chico y chica, más creciditos.

- Falta el hermano de Sehun ¿no? - cuchicheé a Maylin, buscando entre la multitud una cara que se asemejara a la suya. Cabía la posibilidad de que no se parecieran y me estuviese despistando.

- Creo que no viene hoy - respondió al mismo volumen.

Nos despedimos brevemente y me hice la promesa de aprender en adelante todos los nombres, porque iba a ser realmente incomodo que todos se dirigieran a mí por mi nombre yo no supiera que responderles.

- Mejor nos ponemos algo antes de que se piensen que... - Maylin dejó la frase incompleta - Oh Dios, ya deben pensarlo

- ¿El qué?

- Bueno, mira cómo vamos - se alarmó - ¿Qué habrán pensado de mí?

- Que eres natural - repliqué - tengo la sensación de que si te hubieras maquillado hubiera sido peor, de todos modos like por el camisón de corazoncitos.

Amaia chilló con voz aguda y tiró de él hacia abajo.

- ¡No tengo muchos de verano! Este me lo regalaron - protestó

Sonreí y me asomé por la barandilla

- ¡Sehun! ¿No vienes?

Levantó la vista y entrecerró los ojos antes de ver parte de mi cuerpo, en dudoso equilibrio.

- ¿Qué vais a hacer?

- No sé ¿Vestirnos tal vez?

Sehun dejó a su primo, al que había puesto boca abajo, y pareció darse cuenta en ese mismo momento de su situación. Él dormía en boxers y para bajar se había puesto una camiseta de tirantes surfera sin cuidado alguno.

El hombretón barrigudo de antes se rió con voz profunda y su único tío se unió, aplaudiendo entre carcajadas. Sus primos pequeños lo corearon

- Caray chico, que confianzas. Haz caso a tu amigo y ve a ponerte unos pantalones - su propia ocurrencia debió hacerle mucha gracia, porque la terminó en una carcajada.

Sehun trató de actuar calmado entonces, como si no le afectara en absoluto, pero distinguí un rubor en sus mejillas cuando cerró con un portazo la puerta de nuestra habitación.

Se caló unos pantalones-bañador sin quitarse los calzoncillos e hice tiempo mientras, haciendo la cama con cuidado. Se entretuvo con las camisetas, aunque en mi opinión no necesitaba cambiar la que llevaba puesta, y me quedé sin pequeñeces que hacer. Escogí la ropa y la coloqué en la cama, como si quisiera cerciorarme de que conjuntaba, planteándome cogerla y meterme en el baño.

- ¿En serio no piensas cambiarte delante mío? - directo al grano.

- No, yo... no, osea que es que... - me turbé entero y tartamudeé incoherentemente.

- Como al final sea cierto que estás acomplejado te saco ahí fuera en pelotas para que se te quite la tontería

Me quedé en shock ¿De donde demonios salía eso?

- Es broma, es broma - compuso una mueca que pretendía ser una sonrisa arrepentida - solo que... bueno, no sé que pensar de eso

- Ya... - cierto, sería mucho más sospechoso - no es nada.

De modo que me di la vuelta y me quité la camiseta. Miré de reojo y como comprobé que no me espiaba ni nada, suspiré aliviado.

La cosa era que sentía un quemazón en la nuca, y estaba un poco paranoico con si me estaba mirando o no, llegando a ser bastante estresante. Para cuando tocaba la parte de abajo estaba colorado y nervioso, con una sensación hormigueante en el estómago, y el hecho de que él estuviera sentado en su cama tan tranquilo no hizo nada por aliviarlo

- Te estoy esperando - me aclaró antes de que pudiera decirle nada.

Exhalé un "Ajá" y me obligué a ir lento, para no confirmarle lo de que no quería que estuviese delante.

Estaba abrochándome cuando Maylin picó repetidamente.

- Ehhhh chicooos ¡Vamos! nos están llamando y no pienso bajar yo sola ¿Por qué tardáis tanto?

- Es Luhan que se está exhibiendo - contestó su novio sin vergüenza alguna

- ¿¡Qué!? -  Maylin irrumpió en la habitación - ¿Luhan?

- A mí no me mires, yo solo me estoy vistiendo - gruñí

- Ya, ya veo. Oye súbete la bragueta - aconsejó, acercándose y moviendo todo de sitio.

- Déjame pesada, no me sobes

- ¡La camiseta no está planchada! Se dobla mucho - replicó ella, toqueteándola.

- ¿Qué más dará?

- ¡Tienes que estar presentable!

- Eres tú la que debería preocuparse de eso - ataqué

- ¿Eh? ¿Voy mal? - soltó otro angustiado chillido y se llevó ambas manos a la cara.

- Estás bien - intervino Sehun - los dos, ahora vámonos.

- ¡Ay Sehun! - ella parecía molesta sin motivo - no me lo digas para calmarme, quiero saber si de verdad voy bien

- Que sí

- ¡No! - me agarró del brazo - ¿Me queda bien, Luhan?

- Si

- ¿Ahora mi opinión no cuenta? - Sehun solo estaba echando más leña al fuego y no tenía ni idea de cómo detenerlo.

- Eres subjetivo, no es lo mismo - refunfuñó ella

- Él también lo es, pero confías más

- Por supuesto, es mi mejor amigo - replicó mordazmente.

- Ambos coincidimos en que estás muy guapa, me encanta la rebequita por cierto - yo se la había recomendado - así que no hace falta pelearse - sujeté su muñeca y la despegué de mí. Tuvimos un intercambio de miradas intensas.

- Vale, vayamos entonces - se apartó el pelo de la cara y nos adelantó como si nada hubiera pasado.

 

Nana me acercó la salsa con una sonrisa cariñosa, y se lo agradecí con otra silenciosa, sin interrumpir la sarta de acnédotas que vociferaba Shou, al que ya había apodado definitivamente como el "bonachón".

- Bueno, pues que la pequeñaja quería peces ¡Y pececillos para la niña! Anaranjados, chiquitines, ya sabéis de que tipo - su mujer asintió mientras untaba un panecillo - pues nah, que nos hacemos con los bichejos y a las dos semanas ¡Paf! Que se quedan dados la vuelta flotando en el acuario ese y viene ésta gimoteando "¡Papi, papi, cúralos papi!" - hizo unos aspavientos imitándola - y yo claro, meto ahí la mano, lo volteo y a los dos segundos está como antes. Ese día fue el que perdí la confianza de mi hija, porque claro, si su padre no puede curar a las mascotas ya no es tan invencible...

En la mesa todos disfrutaban de su particular forma de contar las historias, de forma directa y familiar. La aludida estaba trotando por el jardín tras el perro grande, habiéndole prohibido despertar al cachorro.

- Entonces de esto que la niña quiere un funeral y enterramiento para el pez, y resulta que llueve toda la semana, así que lo metemos en la nevera y cuando voy yo allí un día con pescao me empieza a gritar "¡No papá! ¡Qué burbujas lo va a veeer!" y yo como "¿Qué me importa a mí eso?" - exageró aún más los gestos, provocando risas a su alrededor.

A pesar del buen ambiente, Maylin estaba claramente presionada, forzando sus reacciones en un intento por parecer continuamente agradable, y Sehun no hacía nada por ayudarla. Yo no quería meterme ya más entre ellos dos, pero realmente necesitaban intervenciones.

- Vamos Sehun, dile que lo está haciendo bien o dale una caricia reconfortante, lo necesita - le susurré.

- Hazlo tú, seguro que te escuchará

- No seas infantil, es de ti de quien lo espera, es tu familia y eres su novio - le espeté

- Solo cuando quiere - bufó, y desvío la mirada de nuevo hacia su tío.

Le pegué un pellizco en la pierna y le pateé con disimulo hasta que me hizo caso de nuevo, mosqueado.

- ¿Qué te pica ahora?

- ¿A mí? nada - le golpeé con malicia.

- Otro día que la niña quiere un caballo, que si caballito por aquí que si caballito por acá y claro, sabéis lo caro que es uno de esos ¡No solo pagarlo! El establo, mantenimiento y para las competiciones hay que llevarlo y el coste de su alojamiento... - El hombre seguía hablando, incansable.

- Los caballos se deprimen si no tienen compañía - apuntó Maylin con acierto. Vimos un documental sobre las estepas americanas en la que aparecía ese dato.

- ¡Exacto! - parecía feliz por su participación - en resumen ¡casi tan caro como un barco!

- El puerto es terrible, no veas, tengo un amigo que... - las voces de los otros familiares se hicieron oír en ese momento, abriendo debate sobre diferentes precios según la costa. Pero a mí me llagaban amortiguadas.

- ¡Para! ¿Dices que yo soy infantil? - Sehun perdía su paciencia rápidamente, cubriendo las piernas con las manos frente a mi ataque

- Exactamente, y ya que estás comportándose como un crío celoso pues yo te contesto como uno - otro pellizco y con más fuerza.

- Te vas a enterar - advirtió, pero lejos de intimidarme solo logró que yo riera como si me estuviera diciendo algo encantador. Lo que no esperaba era que me atacase con cosquillas en ese preciso momento.

- ¡Eh! - no podía hablar y me retorcía de risa. Una vocecita en mi cabeza me recordaba que no era conveniente caer de la silla otra vez. Me defendí como pude, pero una vez acorralado él tuvo el control y ninguna piedad.

- Como un niño ¿no?

Para entonces ya habíamos capturado la atención de toda la mesa y la tía estirada nos miró con reprobación. Sentí el deseo de justificarme, como si no hubiera hecho los deberes y me tuviera frente a toda la clase.

- No te preocupes, querida - la abuela dirigió sus palabras a la persona más cercana, la madre de Sehun en este caso,  pero imprimiendo el volumen suficiente para que todos oyeran - se pasan así todo el día, la chica es mucho más formal.

Al menos Maylin salía beneficiada y más aún, era la misma abuela a la que ella temía caer mal la que la alababa de algún modo. A mí me pareció que no apreciaba especialmente este hecho.

Aparté a Sehun con fuerza, los ojos llorosos, pero él agarro mi cabeza con un brazo y restregó los nudillos por el cráneo, con lo que tarde un rato en arreglar mi apariencia.

- Bueno, ¿Luhan, no? - Shou me miró con interés. Ninguno de los adolescentes dijo una palabra, pero seguían la conversación. La chica mayor que nosotros, la primera nieta, aparentaba ser tímida, pero también me pareció aguda, inteligente, y supe que debía medir mis palabras.

- Sí, soy yo - me alisé el flequillo y los miré bajo este, peinando con los dedos.

- ¿Eres de China? - demandó Nana 

- Errr si...

- ¿Con que chino, eh? ¡Vaya, pero si es bien guapo el muchacho! no te ofendas pero todos los chinos que he conocido hasta ahora eran un poco... - su mujer lo taladró con la mirada y su voz se extinguió, pero solo unos segundos antes de añadir - ¡Me dirás que no! ¿Recuerdas al que montó aquel restaurante junto a la casa de mi madre? Compáralo con este, es muy apuesto ¿Tú qué opinas Eunji?

Ella se sobresaltó y agachó la cabeza

- Si bueno pero... supongo que igual que aquí los habrá guapos y feos, tío.

- ¡Claro que sí! - exclamó este como si les aleccionara- ¿Te parece guapete, eh? Y si es amigo de Sehun debe ser majo también, todo un partido ¿Estás soltero?

Supuse que si quería evitar parecer vulnerable debía seguirle el juego.

- Por el momento - esbocé una sonrisa pícara y él se carcajeó de nuevo.

- Desde luego, se os ve un aire de camarería, menudo par. ¿A ti como te encontraron? ¿Se pelearon mucho por ti? - se centró en Maylin, extremadamente pálida y con la boca convertida en una fina línea

- Ahhh no, ellos no... solo que, a ver eh... Luhan y yo... al principio, pues...nosotros...

Ellos obviamente malinterpretaron y Shou abrió los ojos como si se enfrentará a una exclusiva, sediento de información.

- Maylin y yo somos amigos de infancia - aclaré. Me alegró  comprobar que mi voz no fallaba, así como no di muestras de nerviosismo. Maylin parecía insegura e Incluso mentirosa en comparación.

- Si - esperaba que se hubiera recobrado, haberle dado un empujoncito, pero sonaba igualmente aguda y falsa al continuar - y esto... yo conocí luego a Sehun, Luhan no tuvo nada que ver ahí... luego ya los presenté

Todos asintieron, compasivos.

- ¿Cómo exactamente? - Era la madre la que preguntaba y, por suerte, su hijo abandonó el aislamiento y decidió cubrirla.

- Básicamente por otras amistades, coincidí casualmente con ella cuando mi grupo hizo una quedada - expuso.

- ¿Pero no ibais al mismo instituto? - el padre de Sehun apenas hablaba, por lo que me sorprendí.

- Si, pero a clases diferentes, nunca me los había topado. Bueno, a él sí

Como estaba sentado a su lado no tuvo más que amagar con la mano para señalarme. Lo procesé con cierta lentitud.

- Espera ¿Tú ya me conocías? ¿Cómo? - empiezo a recitar los nombres de todas las personas de clase, pero él no se encuentra entre ellas.

- Si, tú eras amigo de Kai ¿No? Maylin y yo nos conocimos a través de él y tú solías estar por ahí siempre, aunque no me notaras. Dejaste de venir hace ya unos pocos meses.

Sus palabras y la implicación en ellas me paralizó. La primera palabra que se me vino a la mente fue traición.

De repente entiendí el porqué del nerviosismo en Amaia. Ella me mintió sobre Sehun todo el tiempo para ocultar el hecho de que, según mis cuentas, siguió quedando con el grupo de mi exnovio aun cuando yo rompí toda relación con él.

Me dejó desahogarme después de eso, de que él decidiera que no estábamos hechos de la misma pasta y de que lo demostrara con creces al citarse poco después con una de las chicas más atractivas del instituto.

Kai y yo nunca lo hicimos público, por lo que para Sehun yo no soy más que un amigo con el que un conocido suyo se llevaba. Y Maylin... notaba un regustillo ácido que provenía al parecer de lo más profundo del estómago y que impregnaba mi garganta. Tragué saliva imperceptiblemente, ocultando mis sentimientos.

- Ya veo, realmente no me sentía muy a gusto allí, supongo que me pegaba demasiado a mi amigo - la palabra me quemaba la lengua - como no conocía a nadie más...

- Es lo que suele pasar cuando vas a una fiesta o evento, siempre te juntas con lo que ya conoces - el intento de Maylin por suavizar la situación no logró penetrar la barrera que estaba construyendo rápidamente a mi alrededor

- Claro - sentía un vacío que, casi seguro, debía reflejar de alguna manera. Me pregunté si estaba tan inexpresivo como Sehun.

Los adultos parecieron captar la tensión y los más jóvenes su reticencia a insistir. En ese preciso instante el pequeñajo de 3 años despertó y empezó a berrear, atrayendo a su prima, que trajo consigo al perro, con lo que el revuelo impidió que la conversación fuera más allá.

Recogí en silencio, y el chocar de los platos y cubiertos era todo cuando oía junto al agua helada en las manos y las lágrimas abrasándome los ojos ¿Por qué debería llorar? Era agua pasada, e intente convencerme de ello. Solo que no lo era. La mentira de Maylin me dolía, porque era solo la primera y muchas otras habrían llegado encadenadas ¿Cómo se había atrevido a enfadarse conmigo por rozar temas que la incomodaban en presencia de su novio? Lo peor es saber que ella fue mi "apoyo" en todo el proceso y rememorar la de veces que la he perdonado ya me hacía pensar que tal vez no lo mereciera.

No recuerdo cambiarme, pero de repente había atravesado la cocina, dirigiendo sonrisas tirantes a mí alrededor, y tenía puesto el pijama ¿Por qué si solo era mediodía? Puede que para sumirme en la oscuridad que tanto cuadraba con mi estado de ánimo. Aparté las mantas a manotazos, sin detenerme a pensar en cómo despegar la sábana del colchón. Me tiré encima a lo bestia.

- Luhan... Lulu... - Maylin se tambalea en la puerta, espectral - yo no... yo solo...

Me quedé mirándola y me pregunté si todo este viaje disparatado no sería otro plan suyo ¿Quién sabe? Podía estar siendo manipulado. Aprendes a desconfiar de alguien que ya te la ha jugado una vez.

- Seguiste quedando con Kai ¿Cómo sé yo que no tuviste nada con él?

- ¿Qué? ¡No Luhan! Simplemente fui con ellos....alguna que otra vez...

- Tú lo supiste antes ¿Verdad? - acusé

- Yo solo... bueno me comentó y... yo quería ayudarte a llevarlo mejor - se quebró nuevamente, seguía sonando aguda.

- Claro, lo pusiste a parir durante toda la semana antes de que rompiésemos, pasé un infierno por ello - mi mejor amiga y mi novio odiándose era lo peor que podía imaginar, motivo por el cual acepté llevarme bien con Sehun - y lo único que querías era "allanarme el camino" claro, me quitaste de en medio y seguiste tú - estaba horrorizada y parecía querer interrumpirme a cada momento. No la dejé - Kai nunca me dio un buen motivo, pero ahora sospecho que tal vez tú tuvieras que hacerme llegar algo ¿Es así, Maylin?

Se retorció las manos, angustiada

- Luhan, no lo hice con mala intención - ese no era un buen comienzo - pero Kai vino a hablar conmigo y él estaba...ehh.... inseguro sobre lo vuestro por dar otro paso y yo ehh... ¡No quería que te vieses metido en todo ese rollo! Te hubiese hecho mucho daño así que yo le... aconsejé que os dierais un tiempo ¡Era por tú bien! El plan era que pudiera descubrir si le gustaban más las chicas y...

Me negué a escuchar más, era suficiente. Traición era poco.

- Maylin, imagínate por un segundo que yo viniera y en medio de tu felicidad le dijera a Sehun que lo mejor es dejarlo por "tu bien" y él confiara en mi criterio por ser tu mejor amigo ¿Qué pensarías de mí si encima te lo oculto? ¿Si lo machacara toda esta semana y culminase con vuestra ruptura? ¿Si siguiera viéndolo y quedando con él a tus espaldas mientras te deshaces en lágrimas? Me llamarías egoísta, y realmente lo sería, y no solo eso - ella estaba llorando pero no me detuve - egoísta y estúpido, como lo has sido tú al pensar por un momento que estabas haciendo todo esto por un fin altruista.

Sollozó, de pie frente a mi cama.

- No Luhan, en serio que yo nunca...nunca...es que Sehun me gustaba y tú sabes... después de lo mío con...

- Al menos ahora empiezas a admitir que no era por mí - por primera vez en mi vida tenía ganas de arrearle un bofetón para que dejase de temblar como una hoja.

- ¡No! Yo pensé en los dos...lo hice...

- Pensaste en los dos y te elegiste a ti misma

- No, no, no - ya solo negaba con la cabeza, escondiendo la cara entre las manos. No tenía imaginación suficiente para inventarse otra excusa como las que me llevaba dando en los meses anteriores, coartadas para ocultar el hecho de que ella seguía a Kai como un perrito faldero esperando conseguir sus sobras. Yo le di el acceso a un grupo popular de los que siempre había admirado y, cuando yo me separé de ellos, no tuvo ni el valor ni la decencia de hacer lo mismo. La amistad no significa tanto para ella.

- Si al menos hubieses elegido bien, pero encima trataste de quedarte con todo, los nuevos y viejos amigos ¿no? Siempre que yo no lo descubriera...

Pero no tenía sentido, si Sehun podía decírmelo en cualquier momento ¿Para que exponerme a él todo un verano, trayendome? ¿Se arriesgaría con tal de no quedarse sola aquí en el caso de que, como esa noche, Sehun y ella discutieran? Tal vez no contara con la indiscreción de su novio o el enfado de este, con toda una familia cotilla ni con su poca habilidad para manejar situaciones complicadas.

- Luhan, escucha...

- ¡No quiero escucharte! Siempre te quejabas de Krystal ¿Lo recuerdas? Decías que ella era como el "pájaro veneno" de las historias infantiles, que solo envenenaba a los demás y los manipulaba, pero al final tú haces exactamente lo mismo - y pensándolo bien tan siquiera tenía seguro que Krystal fuera así. Nunca había hablado con ella.

- ¡Luhan! - tenía la cara empapada y se le había corrido el poco maquillaje que se había aplicado antes de la comida - Lo siento ¿vale? No creí que fuera a afectarte tanto

Eso sí que me cabreó, logró que la adrenalina me recorriese todo el cuerpo y me levantase, sacándole una cabeza.

- ¿¡Qué no iba a afectarme!? ¿¡Cómo no iba a afectarme!? ¡Rompimos por tu culpa! - se quedó lívida, todavía negando insistentemente - ¿Quién te crees que eres para controlar cualquier ámbito de mi vida sin mi consentimiento?

- tu amiga - no sonaba convencida.

- Ya, claro - repuse con sarcasmo, volviéndome

- Luhan por favor...

Algo la acalló y no tuve que preguntar para saber quién era.

- Sehun... - su voz lastimera, mezclada con hipidos, solo inflamaba la rabia que sentía - espera... yo... Luhan...

- Déjalo - su imperativa me sorprendió y estoy seguro de que ella se alteraba también - deja que descanse - añadió, suavizando algo.

- Pero...

- Maylin- volvía a ser un tono duro y cortante. Mi "amiga" abandonó nuestra habitación y sospeché que esquivaría la suya. Iría al jardín o a la piscina, con unas gafas de sol que ocultasen las pruebas y huiría de todo el mundo ¿A quién le importaba?

- No necesito descansar - dije, pero  él ya lo sabía - sólo quiero estar solo

Me pregunté qué haría ¿Ir tras Maylin? No parecía muy por la labor, pero debía cumplir con sus obligaciones. Kai siempre me consolaba fuera cual fuese el problema, aunque yo no quisiera admitirlo por parecer menos masculino. Era demasiado orgulloso, un defecto con el que debía cargar en todo momento y que me impedía buscar ayuda en Xiumin, a medio mundo de donde me encontraba, solo por no importunarlo mostrándole mi debilidad.

Unas lágrimas rodaron sigilosamente a ambos lados de mi rostro, cayendo sobre la colcha con un suave repiqueteo. Era mi forma de llorar, tan calmada y silenciosa que cualquiera diría que yo era un muñeco de cerámica sobre el que se deslizan gotas del rocío. Ya había oído esa comparación antes.

Me llegaban risas, tan lejanas y distantes que no me parecían reales. Era como si me estuviera durmiendo con los ojos fijos en la ventana, sin ver más que manchones difusos en verde y azul. La sensación de entumecerse al dejar de llorar es agradable, reconfortante, pero en esta ocasión no me inducia al sueño, sino que mi mente drogada pasaba al galope por un montón de recuerdos, cambiando la perspectiva de cada uno de ellos. No podía odiarla porque nuestra base era mucho mayor, sin embargo había malogrado la mayor parte del último año y era difícil de perdonar.

Me enfrenté entonces a lo más crudo, reviviendo mi ruptura una y otra vez con el nuevo conocimiento y sabiendo de mi ignorancia en aquel momento. Era terrible, humillante. Me mordí el labio inferior con fuerza y apreté los bordes de la cama, estrujándolos hasta que mis nudillos se pusieron blancos. Pero no era suficiente y lancé un puñetazo a la pared, en un acto impulsivo que me costó una mano dolorida. Me quité el pellejo y contemplé la sangre, lo suficiente asqueado como para olvidarme momentáneamente de Kai. Claro que en cuanto se me pasó me asusté y estremecí, preguntándome porque demonios lo había hecho. También me sangraba el labio y el sabor metálico solo lo empeoraba, la cabeza me dio vueltas y, de pronto, tenía a alguien pegado a mi espalda.

Sehun sujetó mi mano e impidió que la siguiera toqueteando. Apoyó la otra en mi pecho.

- Eh, tranquilízate, estás hiperventilando - así que esa era la función de esa posición tan comprometida, pero regular mi respiración se me hacía imposible y mi corazón seguía latiendo demasiado deprisa - ¿Te has mordido?

Me llevé la mano a los labios con aire distraído y, efectivamente, mis dedos se tiñeron de rojo carmesí.

- Pareces un vampiro - bromeó. Su aliento me hacía cosquillas en el cuello.

Me abrazó hasta que me calmé, lo que me llevó un buen rato, y no lo cuestioné. Todavía le daba vueltas a la discusión.

- Oye Luhan, no sé muy bien que ha pasado ni que rollo habéis tenido con otras chicas, amigos o lo que sea, ni qué relación tiene con Kai - arqueó una ceja, suspicaz - pero tiene que ser algo serio para que te pongas así

- ¿Para llorar? Bueno, pasa más a menudo de lo que me gustaría - fui a frotarme los ojos, pero me detuvo. Se separó unos centímetros y alcanzó un paquete de clinex de la otra cama, estirándose. Me los pasó mientras se planteaba su respuesta

- No, para que le hablarás así a Maylin

- No estoy para broncas - pero tampoco lo solté. En algún momento me había cogido a su brazo y repasé el contorno con las yemas de los dedos, ausente.

- Lo sé - volvió a rodearme con aplomo. No podría liberarme ni aunque quisiera - me refería a que siempre la proteges, tuvo que ser algo fuerte para que te volvieras en su contra.

- Lo fue, fue terrible - su contacto era extraño. No estaba seguro de hasta donde llegaba nuestra confianza, pero si tenía una cosa clara. Su novia y el amigo de esta se habían peleado y no era con ella con quien estaba.

Deje los brazos muertos, sintiéndome deprimido, y Sehun pasó el pulgar por el dorso de mi mano, consiguiendo que se me erizara el vello.

- ¿Qué pasó?

Vacilé. Tampoco quería contarle lo que para él sería una versión de los hechos que Maylin podía retocar a su antojo cuando estuvieran a solas. Ese pensamiento me molestó.

- No quiero hablar de ello.

Solo hundirme en la autocompasión hasta reunir el valor suficiente para hablar de nuevo con ella.

- Pero tampoco puedes quedarte aquí - dijo - luego me acompañas y te presento a mi primo, el pequeño, es una monada - asentí sin mucho entusiasmo - ¿qué pasa? ¿No te gustan los niños?

- Me gustan

- ¿Si? Perfecto - podía notar su sonrisa, sin malicia - ¿Te sientes mejor?

Me froté los ojos rápidamente y asentí. Estuvimos en silencio lo que pareció ser una eternidad. Me dolía un poco la barriga.

- ¿Lo suficiente para salir?

Estaba despistado y esperó hasta que me hubiera ubicado. Mi negativa lo decepcionó.

- Necesitas distraerte - comentó, como para sí mismo - pensar las cosas en caliente no suele dar buen resultado.

Lo que no sabía es que mi mente se alejaba cada vez más del tema, navegando a la deriva con los diminutos calambrazos que mi cuerpo transmitía, provenientes de todas las zonas en contacto con su cuerpo. Era raro, como si las líneas, aquellas que marcaban los límites en nuestra relación, se difuminarán, mientras que las sensaciones se volvían más nítidas. Hacía calor, era pleno verano y estábamos encerrados en una habitación a oscuras, fingiendo que no era de día y sabiendo que era un momento único. Al menos por mi parte, ya que dudaba que se repitiera y que jamás volviera a encontrarme con la guardia baja.

Sacó su móvil del bolsillo con bastante maestría y lo posicionó en frente mío, lo que significaba estar aprisionado en una especie de jaula de barrotes humanos. No era tan desagradable como pudiera parecerlo y de hecho tuve la libertad de recostarme. Mi cabeza encajó a la perfección en la curva de su cuello y la pantallita se iluminó, cegándome.

- ¿Qué es? - no hice nada por ocultar mi escaso interés. No pretendía ser grosero, pero poco me importaba apartarla de un manotazo si seguía fundiéndome los ojos.

- Un juego - rodé los ojos. Lo que faltaba - es de reflejos, creo que te gustará.

- Ahhh si gracias, pero ahora no... - acercó su boca a mi oído y chitó suavemente. Me revolví por una mezcla de cosquillas y estremecimientos. Esperé que lo atribuyera a mi intento por huir y evitar el supuesto grandísimo juego.

- Me dijo un pajarito que te gusta mucho el cubo de rubik y que eres un chico listo - sí, un pájaro muy charlatán al que le gusta callarse las cosas importantes. Asentí - así que por lógica vas engancharte, y aún más, vas a ponerte en stand by - retiró unos mechones de mi frente, algo húmedos. Realmente estaba subiendo la temperatura, hasta un punto insano, y temí que toda mi piel se pusiera pegajosa así como lo estaba haciendo parte de mi frente. Qué vergüenza.

La barrita se llenó y la ruedita giratoria que indicaba que estaba cargando se detuvo. Contemplé los colores intensos y cuadriculados del mapa que se extendía ante mí.

- Empieza ya ¡dale! - no dudé y mi mano se unió a la suya, temblorosa. Un simple toque a la pantalla y el cuadradito que debía manejar daba un brinco, apoyándose en otra de sus caras y esquivando por los pelos un triángulo a modo de pincho. No tuve la misma suerte con la siguiente barrera y el personaje estalló con un ruidito agudo y sonoro. La música de fondo era pegadiza, pero se repetía cada vez que perdías. No tarde en frustrarme.

- ¿Solo tengo que saltar? - inquirí

- Si, así de fácil - su rostro me daba ganas de gritar "it's a trap!"

En efecto era de todo menos fácil, al menos al principio, aunque no tarde en memorizar el espacio que debía darle de margen para saltar dependiendo del obstáculo en cuestión. Una vez calculado esto lo demás salió a pedir de boca, llegué al 75% en un tiempo record y me dispuse a superarme.

Lo mejor era que cada vez que mi malograda conciencia (conpinchada con mi corazón herido) daba marcha atrás, restregándome mis fallos y presentando mis obligaciones en un concienzudo orden de prioridad, el irritante "plof plash!" de la derrota me enrabietaba lo suficiente como para hacerla a un lado y entregarme por completo al vicio que suponía esta simple aplicación para smartphone

Sehun no deshizo la cárcel y se vio obligado a moverse conmigo cuando yo creía que inclinándome lograría alguna ventaja, como si este hecho aumentase la velocidad de la cajita saltarina. Me pasé varios niveles antes de que mis ojos se humedecieran por el suplicio de aquella luz penetrante en la oscuridad. Pero ya no quedaban más lágrimas, estaba seco y tenía sed.

- Gracias - tendría que llevar un recuento para agradecerle todo sin quitarle el mérito que suponía cargar conmigo en un momento tan delicado - ¿Cómo se llama?

- Geometric dash - se encogió de hombros - es una demo - bloqueó la pantalla, en la que pude "admirar" una foto de ellos dos juntos, posando en un día lluvioso allá en Seúl, antes de que se desvaneciera en negro. El rencor y otro oscuro sentimiento se me quedaron atrancados en la garganta, como una espina dolorosa, y eso que la visión duró lo que se tarda en pulsar un botón.

- La buscaré

- ¿Quieres beber algo? - bingo, pero no quería moverme. Estaba paralizado, sintiendo que no quería estar en ningún otro sitio a pesar de que mi camiseta del pijama se empezaba a adherir a mi espalda como una pegatina.

- ¿No tendréis bubble tea por casualidad? También me vale una infusión - ¿demasiado exigente maybe? - un vaso de agua también estaría bien

- Si, espera aquí - lo consideró mejor - no, ven conmigo

Recelé al instante ¿Se creía que iba a darme un bajón, que lloraría en cuando saliera por la puerta? ¿Qué me desmayaría como una chica tonta? Bueno, también podía ser que yo estuviera muy susceptible y solo quisiera mi compañía, por inimaginable que me resultara.

Separarnos fue bastante duro. Había encontrado la postura perfecta y estaba cómodo, sintiéndome seguro y protegido a pesar de que todo se desmoronaba a mí alrededor. Fue entonces, cuando me ofreció la mano para levantarme, que entendí que no podía quedarme solo o realmente volvería a caer al pozo de la amargura, y eso me reconcomía, porque lo que más odiaba en el mundo era el victimismo. Así pues me erguí y me fui repitiendo lo mismo, recordando mis numerosas críticas a las protagonistas de varios libros y películas que me habían tocado la moral con la continua alusión a su desgracia, lloriqueando en todas las esquinas y esperando a que las/los salvasen. Vale, lo mío no tenía mucho que ver, de hecho encontraba más similitud con alguna serie de televisión adolescente, pero evitar parecerme a aquello que detesto ayuda mucho. Al menos para guardar apariencias.

- Deberías ponerte algo - propuso con suavidad.

No hizo falta que me lo repitiera dos veces. Ya había llegado a la conclusión de que mi dilema interno y discusión con Maylin no debía llegar a ser la comidilla de su familia, una anécdota divertida que el tío Shou repitiera cada vez que se pasara de copas. Tampoco quería que se pensaran que tenía fetiche con los pijamas o algo.

Me saqué las dos prendas y quedé en boxers. Contaba con el factor de la oscuridad y para Sehun no sería más que un relieve, una sombra, de modo que mi cohibición habitual desapareció, si bien no pude evitar suspirar, con cansancio, en el mismo momento en el que el pantalón tipo chándal caía al suelo. En el armario había un espejo y me dediqué a mirarme. Tenía media cara en penumbra y en la otra se advertía el inicio de unas ojeras. Parecía un poco demacrado. De refilón podía ver a Sehun, o el perfil de este, sentado en la otra cama como la última vez, cuando dijo "te estoy esperando" Empecé a rebuscar entre la pila de ropa antes de recordar que la había tirado nada más entrar y que probablemente estaría dispersa por el cuarto. Genial.

Su cara al verme, acercándome a paso lento, abochornado y en gallumbos, fue épica. Por suerte quedó aclarado en cuanto localicé mi camiseta y él me ayudo con el pantalón. Una sonrisa jugueteaba en sus labios y tiraba de las comisuras, por mucho que se esforzara en reprimirla. Gruñí y no tardé mucho más en vestirme, deseando que fuese discreto. Al menos toda la pantomima servía de distracción, casi tanto como para tapiar la imagen de Maylin.

En la cocina nos esperaba una curiosa escena. Tres niños se posicionaban alrededor de la encimera y la renacuaja vigilaba la puerta. Dio la voz de alarma en cuanto nos acercamos, pero se relajó al instante

- ¡Sehun! ¡Luhan! - exclamó informalmente ¿Debía regañarla? Con la madre que tenía fijo que se reservaba aquellas incorrecciones para cuando no estuviera presente y no tenía ganas de actuar como un adulto.

- Hola, ¿Qué hacéis?

El primito de Sehun, el que había venido en sillita, brincaba a los pies de sus compañeros de juegos balanceando una bolsa de colores. Estaba seguro de que los habíamos pillado In fragati

- Vamos a preparar una batalla de globos de agua - nos confió, emocionada, revelando el interior del fregadero - mi hermano los saca fuera en los cubos

- Tenéis un grifo fuera - intervino Sehun - la abuela se enfadará si os descubre aquí.

- Si lo hacemos no podremos pillarlos por sorpresa - replicó esta, con amplios aspavientos. Parecía molesta con su primo por no haberlo entendido a la primera.

- ¿Pensáis mojar a las primas? ¿O a todos? - quiso saber él.

- Mamá se ha acostado un rato, le dolía la cabeza - nos miró con picardía. Sehun se carcajeó al captar el mensaje.

- Por supuesto - asintió

- ¿Seréis suficientes? - no era por menospreciarlos, pero eran 4 gatos, nunca mejor dicho.

- Puede que no...¿Nos ayudas, Luhan?

Sehun me miraba divertido, como si dijera "donde te metes tú solito", pero imaginar al enorme y extrovertido tío de Sehun empapado de pies a cabeza como aquel pececillo de sus historias me animaba.

- Claro, pero necesitamos un plan - la empezaba a barajar opciones - ir llenándolos y sacándolos fuera, luego vamos con vosotros - incluí a Sehun sin vacilar. Si se negaba lo convencería con una facilidad aplastante. Empezaba a entender cómo funcionaba - pero entre los coches, que nadie los vea si pasan por delante.

- ¡Vale! - representó una danza de la alegría y el pequeñajo me observó largo rato, examinándose con sus enormes ojazos oscuros. No me sentí incomodo, algo imposible frente a una criaturita como aquella, y me puse de cuclillas para que él tampoco lo hiciera.

- ¿Por qué no adudais ahora? - demandó este, equivocándose al pronunciar y frunciendo el ceño.

- Sehun y yo íbamos a beber un bubble tea - expliqué - cuando acabemos jugamos con vosotros.

- Bueno... - se puso adorablemente pensativo - ¡Luego juegas, promételo luego juegas! - me golpeó con sus diminutas manos convertidas en puño y me desequilibré. Sehun se agachó para sostenerme.

- No hagas eso - le recriminó, dándole en la frente con el dedo índice - discúlpate con Luhan, él dijo que jugaría luego contigo.

La prima se asomaba tras la espalda de Sehun aguardando al desenlace con curiosidad.

- Promételo - su boca se torció en un puchero.

- Lo prometo - le ofrecí mi mano y él se encargó de buscar el meñique, alzarlo y enlazar el suyo.

- Lo siento - dijo entonces, bajando la mirada.

- Un beso, vamos - le animó Sehun, entretenido con la reconciliación.

El niño se inclinó sobre las puntas de los zapatos y plantó un beso torpe, algo baboso, en mi boca. Ponía morritos y debía acostumbrar a hacerlo cada vez que se pasaba con alguien, aunque luego se alejara con cierto pudor.

Sehun me levantó como si fuera de trapo y eché la cabeza para atrás, apoyándola en su hombro.

- Ejem ¿Es esta manera de tratar a un invitado? Creí haberle pedido una bebida fría  - exigí con tono pomposo.

- Faltaría más, ¿Quiere algo el señorito? - me puso en pie y me giró. Le sonreí.

- ¿Qué estáis haciendo? - nos interrumpió la voz aguda y divertida de Ahri. Sacudí la cabeza en respuesta y me coloqué tras Sehun, empujándolo hacia las estanterías.

- ¡Escoge! - le urgí

- Mi favorito es este ¿Quieres probarlo? -me propuso, dubitativo. Cogió dos de la nevera y fuimos al saloncillo, conectado a la cocina y enteramente vacío. Los adultos estarían en la terraza, a juzgar por la información de los pequeños, y el resto se esparcía por el jardín o las habitaciones de la segunda planta.

- Tenías razón - acepté, sorbiendo de una pajita de intenso morado.

- ¿En qué? - removió un poco - ¿Te gusta?

- Mucho - lo confirmé con un "humm" - pero también lo decía por tu primo.

- Ahhh - se acordó entonces - yo me refería a mi otro primo pequeño, el bebé que va en carricoche. Pero este también es majo, cuando quiere.

- ¿Cómo se llama?

- El de 4 años (creo que tiene esa edad, puede que sean 5) es Leo y el otro Enzo - su prima vociferaba fuera. Alcé la mirada en un intento por descubrir el origen de su enfado, y supuse que algún globo terminó estampado en el suelo o en su ropa - ¿Vamos a hacerlo? - preguntó.

- Si ¿Por qué no? Me odiarán de por vida pero promete ser divertido.

- Parecías dispuesto a ser el líder - me imitó dándole órdenes a su prima y protesté.

- ¿Acaso no te hubieras unido a ellos? -acusé

- Claro que lo habría hecho, solo me sorprendió que tú estuvieras tan dispuesto - se terminó el vaso - eres más enrollado de lo que aparentas

Acepté el cumplido con una sonrisa, ladeando la cabeza para que el flequillo se deslizara.

- ¿Que aparentaba? ¿Aburrido y rígido?

- Me pareciste un muñeco - admitió - pero como ya te dije no te consideré frágil por eso, es solo que no sé qué esperar de ti si no actúas de acuerdo al estereotipo por tu aspecto. Dejémoslo en que todo me toma por sorpresa.

- Lamento comunicarte que yo sí creo haberte captado la esencia - empujé lo que me quedaba de bubble tea hacia él y lo aceptó sin dejar de mirarme.

- ¿Tú crees? - estaba realmente mono con la pajita entre los labios y esa mirada atenta.

- No puedo asegurarlo, pero por el momento...

Leo se abalanzó entonces contra mi pierna.

- ¡Juega! ¡Juega! - gritaba y elevaba sus brazos al mismo tiempo, de modo que no tenía modo de saber si eran espasmos o quería que lo cogiera en brazos. Lo coloqué en mi regazo de modo que quedase mirando a la cocina y se relajó un tanto.

- ¿Lo tenéis todo listo?

- Ahri quiere que levantéis los cubos - expuso.

- ¿No se encargaba Jong de eso?

- No - el niño negó rotundamente - él está poniéndoles agua dentro.

- Hinchándolos - le aclaré - vamos a echarles una mano - esta vez me dirigí a Sehun que se levantó inmediatamente.

La verdad es que ahora que tenía el cálido cuerpo de Leo reposando encima sin moverse como un poseso hiperactivo estaba realmente cómodo. No quise dejarlo en el suelo y permití que rodeara mi cuello para llevarlo así hasta la cocina. A él le gustaba y se dejaba. Era bastante cariñoso, aunque agresivo. Me recordaba a un gatito.

Fuera en el aparcamiento comprobamos que se les había volcado uno de los cubos y Ahri se afanaba en limpiar a los supervivientes de guijarros y suciedad para recolocarlos. Posé a Leo y me puse también a ello.

- No, no, Luhan tú llena más - me alargó una bolsa entera, con más de 100. ¿No era demasiado para los pocos que éramos?

- ¿Tienes alguno de los grandes?

- Si, ¿por qué? - demandó, dejando a un lado su tarea.

- Se me está ocurriendo una idea.

Una sonrisa enorme iluminó si rostro. Su primo me miró igualmente.

Entré y me encontré a Sehun con Jong.

- Engancha bien la goma donde el pitorro y sostenla mientras se llena, si no se te acaba soltando y estáis desperdiciando un montón de estos - le decía. De toda su familia me parecía que él era el único con el que compartía la poker face.

- Sehun - le llamé, seguido muy de cerca por los que ahora se habían convertido en mis subordinados. Me pareció que sonreía ligeramente al verme, pero era apenas imperceptible - se me ha ocurrido algo.

- No nos lo quiere decir - gruñó Ahri

- Shhh - le chitó - los capitanes tienen que decidir.

- ¿Por qué sois los capitanes?

- Porque somos mayores y muy listos. Confía en nosotros - sacudió su coleta y le revolvió el pelo allá donde no lo tenía recogido. Se fueron a paso lento, con poco disimulo.

- ¿Y bien?

- Verás, estos se han motivado y tienen ahí más globos de los que cada uno podríamos cargar, menos si necesitamos un brazo para arrojarlos. Las mesas y sillas están, normalmente, atechadas, pero hoy no porque querían ponerlas al sol. Eso significa que si subimos al primer piso por el tejadito inclinado quedamos justo justo encima y alguien podría soltar una gran cantidad de globos o agua que cayera sobre ellos a lo chaparrón - mis manos se movían solas, gesticulando para mostrarle como seria con todo detalle - una vez se hayan llevado el susto y miren arriba aparecemos los demás cargando con pistolas de agua y globos para rematar el efecto - sus ojos brillaron.

- Es una idea excelente

- ¿Quién irá arriba? - preguntó entonces Jong, en cuya presencia no habíamos reparado

- Yo mismo - era lo mejor, prefería permanecer oculto, por cobarde que pudiera sonar, y no tenía la confianza suficiente para encarar a sus familiares pistola en mano - pero creo que deberíamos alejar a los abuelos con alguna excusa. No estaría bien mojarlos.

- Ninguno de estos va a querer perderse la acción - señaló

Mi traicionera mente me mostró una imagen de Maylin como candidata y mi estado de ánimo se ensombreció.

- Pero tal vez no haga falta - hablaba apresuradamente, percibiendo mi cambio - ella entrará tarde o temprano  por más comida o para recoger algo y el abuelo está tomando una siesta.

- En ese caso no hay tiempo que perder - retomé mi papel de intrépido líder y llamé a los pequeñajos - en cuando yo vea que se aleja arrojaré la munición y sus gritos os servirán de aviso.

En apenas media hora teníamos todo montado y no faltaba mano de obra. Los tres niños trabajaron como diez, corriendo de un lado a otro, rebuscando entre la polvorienta pila de material deportivo y restos de juguetes hasta dar con las pistolas, vigilando que nadie saliese de la zona en la que planeábamos llevar a cabo la emboscada y ayudándonos, como no, a transportar los valiosos globos.

- Falta Min-Hee – dictaminó Ahri– no está en la terraza ni en las habitaciones, debe de estar con tu novia, Sehun

A pesar de su hipótesis, no se molestó en preguntar por ella, si iba a unírsenos o no. Yo ya sabía que si Maylin seguía rechazando cualquier intento de conversación por parte de la pequeña acabaría por caerle francamente mal ¿era por eso que se había fugado con la otra prima, la mayor? Bueno,  no tenía por qué ser así, esta podía estar dando un paseo o comprando. Lo importante era que las demás víctimas se encontraban donde debían.

Me coloqué de cuclillas en mi posición. Era poco probable que me viesen desde ese ángulo, pero mejor proteger el factor sorpresa. Como siempre que jugaba de pequeño al escondite, con el mero hecho de estar quieto esperando me entraron unas ganas terribles de ir al baño. Rememoré las veces que esto me había pasado con anterioridad. En una ocasión gané el juego porque a nadie se le ocurrió buscar en el baño y cuando salí era el último que quedaba sin pillar. Que tiempos.

Percibí movimiento y escuché las sillas rozar al ser apartadas. Temí que se estuviesen yendo y me asomé, pero por suerte era tan solo la abuela y las personas próximas ayudándola a levantarse. En cuanto desapareció sentí la presión del momento y apreté más de la cuenta, con lo que el globo que sujetaba casi me estalla a mí. Sin hacer ruido empujé toda la carga para que se deslizase por el tejadillo y, armándome de valor, levanté y arrojé el plato fuerte. Un globo de aire, enorme, que habíamos rellenado hasta los topes.

El resultado fue sonoro. Gritos y más gritos sobreponiéndose unos a otros. Chillidos agudos y exclamaciones de sorpresa. Reprimí una risita y me pegué a la pared, me temblaban las piernas. Entonces vi que alguien se acercaba por el pasillo y casi me da un infarto.

- ¡Sehun! – verlo ahí, con la, pistola no, bazooka de agua que portaba y esos aires de militar me sorprendió tanto como que se estuviera perdiendo la acción - ¿Qué haces? ¿Por qué no estás abajo?

- ¿Sin mi compañero? ¿Vas a quedarte resguardado en la trinchera? – negó con la cabeza, una sonrisa ladina se asomaba en su rostro y combinaba a la perfección con la picardía de sus ojos. Parecía todo un crío, uno con una buena figura y el aura de quien ha vivido mil batallas similares y sabe lo que hace. Me tendió la mano y no dude en aferrarme a ella, del mismo modo que tampoco recelé cuando juntó más nuestros cuerpos y, sin previo aviso, me rodeó y se aupó fuera de la ventana, aterrizando en el saliente y arrastrándome con él. Me hice un roce en la pierna (no podía ser una salida perfecta) pero salvo eso no hubo bajas. Los niños rociaban a sus padres, tíos y primos que trataban, en vano, de protegerse con los brazos o contratacar, como era el caso de los más jóvenes o intrépidos. Nuestra aparición sería estelar.

- ¿Confías en mí? -  preguntó, sin apartar la mano de mi cintura. Asentí y le arrebaté el arma.

- Creo que tendrás más potencia de brazos – expliqué, y se hizo con los globos sin protestar. De algún modo supe que mi afirmación iba más allá de la pelea y cerré los ojos unos instantes, sin comprender las señales que mandaba mi cuerpo en forma de atronadores latidos.

Visto lo visto, los pocos que opusieron resistencia fueron derrotados, sin tregua. Sehun me cogió de la mano para saltar desde el tejado, tras lo cual convertimos todo aquello en la matanza de Texas.

- ¿A que ha venido todo esto? – repuso Shou, chorreante, tratando de exprimir su camisa y revelando con ello más carne de la que todos quisiéramos ver. Su sonrisa no transmitía la seriedad que él pretendía imprimir, con lo que su hija respondió sin miedo.

- Diversión – concluyó, orgullosa. Todavía tuvo la osadía de dirigir otro proyectil su dirección.

- ¡Serás! Ay la niña la niña, se te va a caer el pelo cuando se levante tu madre – no pude menos que reír ante su amenaza. La palabra calzonazos flotaba en el aire.

- ¿Estás bien? – Sehun me removió el pelo, salpicando – pareces un perro – comentó, e hice un amago de morderle la mano. Brincó hacía atrás – vaya con el principito.

- ¿Hoy te ha dado por los motes? – Me cercioré de que mi ropa siguiese seca, ya que tan solo un globo había alcanzado mi cabeza.

- ¿No te gusta? Pega mucho contigo

- Lo he oído antes – me encogí de hombros y sonreí abiertamente, indicando que lo decía en broma,  para que no me tomase por presumido.  

En el segundo que me tomó hacer ese gesto una tromba de agua aterrizó justo desde el lugar desde donde yo había atacado el primer lugar, levanté la vista y ahí estaba la prima de Sehun, a la que creíamos desaparecida. No me costó mucho imaginar que, si andaba pululando por el recinto, se habría percatado de que los pequeños llenaban cubos y habría actuado en consecuencia al tomarse la venganza por su cuenta.  Intercambié miradas con Sehun y me dispuse a enfrentarla cuando recibí otro impacto en la espalda.

- Habéis tenido una victoria muy sencilla ¿no crees? – el chico que nos dirigía esas palabras me era completamente desconocido, aunque un solo vistazo a su cuerpo me bastó. No era especialmente parecido a Sehun, o al menos no la copia exacta que había imaginado, pero si se daban un aire.

- Parece que fuimos demasiado descuidados – Sehun respondió por mí, vigilando ambos frentes. Recogió una toalla del respaldo de la silla y me la colocó en la cabeza.

- ¿Cuándo se suponía que iba a llegar tu hermano? – demandé.

- Ni idea, pero no esperaba que fuese justo ahora. Como sea, tendremos que luchar – por algún motivo supe que aquello era, en su opinión, lo mejor que podría haber pasado. Los adultos se hicieron a un lado, todavía indecisos y dudando entre enfadarse o reír. De todos modos nos habíamos vuelto los villanos del asunto y animaban a los nuevos contrincantes con fervor - ¿Lo habéis oído?

La pequeña Ahri se hizo una coleta rápidamente y asintió, cogiendo al más pequeño de la mano. No localicé a Jong y recé para que, estuviese donde estuviese, pudiera ayudarnos lo más pronto posible.

Lo siguiente que recuerdo fue una secuencia de gente en movimiento y yo corriendo entre ellos. Utilicé a Shou de escudo al colocarme detrás y este protestó sonoramente. Sehun se había abalanzado  a lo loco sobre su hermano y nuestros pequeños soldados se dirigían al interior de la casa. Eso me daba un margen de tiempo para esconderme y pensar en algo, claro que estaba tan empapado que tal vez no mereciese la pena y fuera mejor actuar como lo hacía Sehun. Lo sopesé me alejaba de Shou y rodeaba el tronco del árbol situado cerca de la cancha de tenis. Si este juego iba de ganar, la derrota se mediría por la cantidad de agua que te alcanzase. Con ese pensamiento en mente me aupé en las ramas y encontré una posición en la que las hojas ocultasen lo suficiente mi figura pero me permitiesen ver un poco.

Los adultos se habían hecho definitivamente a un lado y la mayoría de los primos buscaban con qué armarse. Vaya, nunca habría soñado con tener una familia tan numerosa en la que se desatase semejante locura. Lo mejor era que se lo habían tomado con mucha naturalidad y no se contenían de gritarse unos a otros, olvidándose a veces de la educación en esos intercambios.

Sehun era extremadamente ágil y se las apañaba bastante bien, teniendo en cuenta que yo tenía su pistola-bazooka (¿Dónde comprarían una cosa tan grande?) mientras que su hermano si disponía de  pistola y munición. Por si fuera poco los primos que habían sufrido nuestra emboscada hacían todo lo posible por entorpecerle y en algún momento lograron tirarlo al suelo entre tres, con lo que su hermano pudo burlarse desde su estatura e incluso llegó a pisarlo (o al menos así me lo pareció) sosteniendo encima suyo otro globo gigante.

Cargué mi arma con dos sacudidas y apunté a su cara, disparando. Por suerte tenía la potencia suficiente y fue bastante humillante para él, ya que el flequillo le cubrió los ojos y Sehun aprovechó que se lo apartara, sosteniendo con una sola mano la pistola, y que los demás se distrajeran buscando el origen, para lanzar una patada, desarmándolo, y liberarse. Decidí que quedarme en las alturas ya no me serviría y me tiré, dispuesto a finalizar la guerra.

- Bien hecho principito – me felicitó cuando lo alcancé, a pesar de que estábamos en clara desventaja numérica

- Sigo siendo mayor que tú – le recordé, pero pasó de mí deliberadamente.

- ¿Qué estabas diciendo hace tan solo un momento?  - preguntó Sehun a su hermano, estirándose para superarlo en altura.

- Qué ya no estés en el suelo no significa que puedas ganar, enano – y dicho esto se contoneó dando vueltas a nuestro alrededor, dado que estábamos espalda contra espalda y rodeados – aprende la lección y sé más respetuoso con tus mayores a partir de ahora.

- En eso estoy de acuerdo – coincidí, y recibí un codazo por su parte.

- ¿De qué lado estás, principito? – gruñó, ladeando la cabeza.

- Sigo en el centro del círculo ¿no? ¿Oye, tienes algún plan?

- No, tampoco me queda nada que lanzar ¿Sabes aterrizar bien? – di un respingo antes de detectarlo como una broma

- Dejad de cuchichear, vosotros dos – él sonreía, satisfecho, y por su expresión intuí que quería ver a su hermano caído y derrotado. No en el mal sentido, ya que no me pareció malicioso, pero era un tema de orgullo masculino y, como de costumbre, eso bastaba para motivar a cualquier chico – Vamos Sehunnie, ¿te rindes?

- ¿Sehunnie? – no pude evitar reírme y eso le gustó, porque me coreó mientras Sehun me fulminaba.

- Oye principito, cuando acabemos aquí voy a hacerte morder el polvo – amenazó en un susurro

- Ooooh nooo – dramaticé – y yo que confiaba en ti.

- Sigue haciéndolo, porque te voy a sacar de aquí

- Y luego me darás una lección

- Exactamente

En lo que tardé en pestañear él ya había entrado en acción. Lo asimilé con más lentitud, pero su estrategia no era especialmente complicada, ya que se había arrojado contra su hermano ignorando el riesgo que esto conllevaba. Suspiré y me sacrifiqué plantándome frente a los primos y recibiendo sus golpes. Fue entonces, cuando giraba la cabeza para que no me diera de lleno, que distinguí a Ahri deslizándose por el tejado y me alarmé. Lo último que quería era que se rompiese una pierna por seguir nuestro ejemplo. Para encima me hacía señas y estaba tan asustado de que se desgraciase que no me di cuenta de lo que me decía.

- ¡Sehun! – este se encontraba en un enredo de brazos y piernas, sumido y concentrado en una especie de competencia por retener a su hermano (menos mal que lo era, si no me hubiera imaginado cualquier cosa) - ¡eh! ¡eh! ¡parad! - Solo Sehun me hizo caso y el otro tomó esa ventaja, con lo que se colocó justo encima – si queréis solucionarlo de verdad, de manera digna a poder ser – les lancé una convincente mirada de desdén – hacerlo al estilo de duelo

- ¿Cómo duelo? – demandó con curiosidad, apretando la mano contra la boca de Sehun.

- Como los del salvaje Oeste – comenté, tan ancho. Él arqueó la ceja y maldije por dentro ¿Acaso era genético?

- De acuerdo, uno frente al otro y armados ¿es eso? – asentí con un “hmm” – voy a ganar igualmente.

Sehun se irguió y quiso dar un par de zancadas para situarse, pero lo detuve agarrándole del brazo.

- Espera – le pedí, y su hermano me miró con desconfianza, como si conspirara algo - ¿pasa algo?

- No, nada – entonces él ocupó el puesto al que Sehun se dirigía y me felicité por dentro. Evité cuidadosamente desviar mi atención a Ahri, que sin duda estaría moviéndose por esas tejas con las manos ocupadas. Seguía preocupándome sobremanera.

- ¿Qué querías decirme? – Sehun se acercó a mi rostro, inspeccionándolo, y por primera vez me sentí incomodo por su cercanía. Me apartó un mechón y aguanté el aliento.

- Haz un poco de teatro, entretenlo para que no se mueva de donde está – ordené, sin desvelarle la información para que no se delatara.

- ¿Eh? ¿Por qué…?

- ¡Venga! ¿Es para hoy? – era una prima la que vociferaba, habiendo formado ya un corrillo alrededor. Sus rizos, producto de una plancha de pelo y alguna hora de dedicación, se habían echado a perder por el repentino ataque.

 - Claro – me separé unos metros y solo entonces me atreví a levantar la mirada. Ahri me guiñó un ojo y recé por que no la vieran antes de tiempo.

- Muy bien hermanito, después de esta aprenderás una lección de humildad – pregonó, dándose unos aires.

- Lo dudo – Sehun soltó una mano y se miró las cutículas como si fueran lo más importante en aquel momento – más bien creo que regresarás esta misma tarde a Corea con el rabo entre las piernas, aunque antes deberás ir y cambiarte los calzoncillos

- Oye mocoso, controla esa lengua – terció, frunciendo el ceño – te lo estás tomando muy en serio, algún día tendríamos que probar con paintball, esto es poca cosa – él también se dio aires de superioridad y sostuvo la pistola con una sola mano - ¿Por qué debería cambiarme la ropa interior? Ni que dieras miedo, no vas a traspasar ni la primera capa antes de correr llorando a mamá.

- ¿Eso crees? No me refería a que te mojaras a ti mismo, ya sabes, meándote encima o algo, solo que es una batalla con agua y moja ¿entiendes?

- Claro que lo entiendo – sonaba irritado, como si no soportara que lo tratara con condescendencia y le explicara las cosas como si fuera un bebé.

- Yo creo que no, ya que no acabas de pillarlo

- ¿Pillar el qué?

- Que te vas a mojar

- No tengo nada que asumir ahí, porque no va a pasar ¿entiendes? – imitó el tono de voz y le apuntó.

- Lo que tú digas.

Sehun sonrío, dejó caer la pistola y levantó ambas manos, como si se rindiera. Su hermano compuso una expresión de sorpresa e incertidumbre antes de que Ahri soltara sobre su cabeza el último cubo de globos.

- Como te decía, ve adentro a cambiarte y ya te pasamos ropa seca – comentó, socarrón.

- ¡Eso es trampa! – bramó, y sus primos lo secundaron.

- No lo es, nadie dijo que hubiese reglas ya que en principio era una broma dirigida a los mayores y vosotros os acoplasteis después – replicó – por si fuera poco habéis caído en el mismo truco dos veces.

- Sehun – volví a llamarlo, tirando de él hacía atrás – mejor corremos – aconsejé, viendo a su hermano levantarse con una expresión de auténtica ira - ¡Corre!

Y así se inició la persecución más larga y extenuante en la que jamás había participado. Fuimos más allá de los terrenos propiedad de la familia y corrimos por los caminos cercanos. Cuando creí que ya no podía más Sehun me tendió la mano y tiró de mí hasta que ambos nos derrumbamos, agotados.

- No puede seguirnos, su ropa pesa más que la nuestra y ya lo dejamos atrás – concluyó, jadeante.

- Aun así convendría que nos escondiéramos un ratito – y me salí del sendero, sentándome detrás de unos arbustos. Se me unió al poco. – ha sido muy divertido, a pesar de esto último.

- Contamos con un factor de peligro inesperado – sus ojos sonreían, achicados hasta formar medias lunas – y eres el mejor compañero de equipo con el que podría haber contado.

- Gracias, aunque no puedo decir lo mismo ¡Estás loco! ¡Por tu culpa nos matarán! – Exclamé, golpeando su brazo – los pequeñajos estarán bien ¿no?

- No les harán nada – me consoló – es por nosotros por quien deberías temer

- Lo hago –afirmé

- ¿Tienes miedo? – se acercó un poco más y temblé. Negué con la cabeza rápidamente - ¿Tienes frio?  - me frotó la espalda con la mano. A pesar del calor yo estaba mojado y a la sombra, si bien no era suficiente como para tiritar, ni mucho menos. Me pasó un brazo por los hombros y lo sentí cálido y reconfortante. Cerré los ojos y nos quedamos así un largo rato.

Mientras regresábamos yo no hacía más que mirar al suelo, a mis pies, sintiendo que el estómago se me agitaba y los músculos protestaban, doloridos por la carrera. Al volver tendría que hablar con Maylin, por mucho que quisiera evitarlo, y tal vez por eso deseé que ese camino durara para siempre, aunque mis pies se desgastaran, y que él siguiera a mi lado, apoyándome, fuera cual fuese el resultado.

Notas finales:

El lio con Kai es algo complicado, pero creo que poco a poco se va entendiendo mejor... sorry por las Kailu shippers 


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