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Una ecuación veraniega (HUNHAN) por Lizzie_shawol_flamer

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Notas del capitulo:

Lo he hecho especialmente largo (es el cap más extenso que he subido nunca) para compensar por no haber actualizado demasiado :(

Poco a poco se van acercando~ la mayoria de los encontronazos, lugares y situaciones son experiencias personales mias, así que es todo un poco subjetivo y me da cosa que la gente que me conoce lea esto...uff

¡A leer!

Maylin contemplaba las tarrinas de colores a través del escaparate como una cría, solo le faltaba babear. La heladería resultó ser una furgoneta blanca concienzudamente pintada a mano de colores que atrajesen la atención del público infantil, y era eficaz, puesto que un grupo nutrido de niños se arremolinaba a nuestro alrededor.

- ¡Mira Luhan! ¡Este es verde! ¿Será menta? Ese es más oscuro ¿Existen los helados de cactus? El azul me atraé - concluyó, señalando el artificioso color azul cielo descrito como "pitufo" - pero hay rosita chicle...

- Te decantas por los peores, los más insanos - remarqué, inclinado sobre su oído. Era una precaución innecesaria, ya que la gente de allí hablaba cinco veces más alto que nosotros.

- Que pesadito estás hoy con eso Luhan - replicó, enfatizando así mismo mí nombre para darme a entender que estaba disgustada con mi actitud.

- Me preocupo por tu salud - me escudé en eso y seleccioné mi combinación, también exótica - brownie y turrón - indiqué al encargado, un jovencito que, tal y como les había gritado a sus amigos cuando estos pasaron en bicicleta por el paseo, iba a pasar allí trabajando todas las vacaciones. Sehun era mejor traductor de lo que parecía y, desde luego, más implicado que sus abuelos.

- ¿En serio? - Maylin frunció los labios - ¿Me echas una bronca y coges brownie? - El chico nos miraba confuso, sin entender una sola palabra. No sabía si debía descartar mi pedido o seguir, viendo a Maylin gesticular a lo loco frente a él - ¿Qué demonios es el turrón?

- Ni idea, pero está recomendado - recibí mi cucurucho y lo sostuve, sintiendo como una gota se deslizaba hasta mi mano- tu turno.

- Eso y eso - señalo alternativamente dos sabores frutales y asentí, complacido.

- El turrón es un dulce típico - intervino Sehun desde atrás. Él pidió chocolate a secas, sembrado de virutas

- ¿Y sabe rico? - preguntó Amaia, mordisqueando un borde mientras Sehun pagaba

- No lo sé, nunca lo he probado - no parecía importarle mucho, la verdad.

- ¿Quieres? - ofrecí. Mi helado estaba todavía intacto - ¿Queréis? - corregí

Maylin no tuvo reparos, por los años de confianza. No sería la primera vez que bebíamos del mismo vaso o tomábamos el mismo helado. Sehun era otro cantar y le lancé una mirad de incertidumbre, con lo que él me sonrió, impasible. Dio un lametón por la parte baja, donde se derretía, y me lo devolvió. Creí distinguir una chispa de picardía en sus ojos marrones.

Nos apoyamos en la barandilla, con vistas al mar. Aquella panorámica merecía toda mi atención y saqué la cámara, dispuesto a capturarlo.

- Trae - Sehun me arrebató lo que quedaba de mi recompensa post viaje tortuoso. Se lo agradecí con un asentimiento, me centré en enfocar y, una vez sacada, me volteé para ver como delimitaba los bordes de mi helado con la lengua.

- ¿Qué haces? - se me escapó. Maylin levantó la vista con curiosidad y se rió suavemente, divertida. Pasó de nosotros y se fue a tirar el papel a la basura más cercana.

- Se salía todo - indicó, girando el cucurucho y mostrándome que, en efecto, se escurría por las grietas. Pasó el dedo y recogió algunas para llevárselas a la boca. "podrías haber hecho eso desde el principio" pensé, lejos de sentirme molesto por ello. En realidad no me importaba si no se ajustaba mucho a las normas sociales (no contacto) o estupideces del tipo "es un beso indirecto" De todos modos me paré a pensarlo, un poco.

- Anda, devuélvelo - exigí, pero él lo apartó lo máximo posible, aprovechando su mayor altura. Oh no, ya me había humillado lo suficiente en un solo día con lo del pulso.

Le rodeé la cintura antes de que tuviese tiempo a moverse para darle un tirón, desestabilizándolo. Entonces me aferré al brazo, cargando mi peso en él. Obtuve lo que quería y con intereses: aproveché su perplejidad para darle una ligera colleja. De las que solo pican un poco, pero sirven de advertencia. Quería dejarle claro que no era delicado y que no podía tratarme como a una chica. Yo no rogaría para que me lo diese ni trataría de acaramelarlo con aeygo, si podía evitarlo.

- Sí que tienes mal perder - protestó, con reproche.

- No soy fuerte, ya sabía que iba a perder en un pulso normal. No me gusta que la gente piense que soy débil por eso.

- Es contradictorio - repuso

- No, que no acabe contigo en un pulso no significa que me puedas quitar mi helado sin que yo te lo impida - insistí, lamentando no poder expresarme mejor.

- Ah, entonces dices ser ágil  - ladeé la cabeza de forma poco significativa - ¿Te han llamado débil muchas veces?

Me puse inmediatamente a la defensiva.

- No te importa - corté.

- Vamos Luhan - mi amiga aparecía tan oportuna como de costumbre - no te acomplejes

- No estoy acomplejado, solo no soporto que no me entiendan - me arrepentí al instante de haber dicho eso, ya que lo tomarían por un berrinche,  y busqué una salida fácil cambiando de tema - volvamos ya, quiero descansar un rato.

- Nos pasamos el día descansando - me recordó Maylin. Mira quien habla, la más perezosa del lugar.

- No he dicho que no te entienda.

Sehun había pasado olímpicamente de mis intentos por zanjar la conversación. Lo decía con total seriedad.

- No me conoces - le respondí, con la misma naturalidad con la que diría "el agua moja" Pretendía con ello que fuera él mismo quien la abandonara, aceptando que realmente no sabía nada de mí.

- A Luhan no le gusta la gente que se toma demasiadas confianzas - se apresuró a informar Maylin, sirviendo de "guía de consulta para descifrar a Luhan, tomo primero". Cogió del brazo a Sehun, tirando de él, pero no se movía ni un ápice, del mismo modo que sus ojos no abandonaban los míos al hablar

- A mí tampoco - y pareció que su voz hubiera bajado una octava, retumbando en el pecho como un tambor.

Se dio media vuelta y emprendimos el regreso a casa, mucho más silencioso.

 

Otra tarde noche improductiva precedió a la anterior y me hice con un calendario de esos de propaganda. La abuela me aseguró que no haría nada con él y que planeaba tirarlo. Taché los días que llevábamos allí con una cruz y subrayé los  que ya tenían plan fijo, como el centro comercial al que iríamos nada más despertarnos y... ¿Lo debía colorear en un solo color? Llevábamos tres sin movernos y ahora resultaba que dos en uno: compras y doramas al volver. Si Sehun no estallaba después de eso...

- ¿Puedo apagar ya la luz? - Hablando del rey de Roma, tumbado en la cama con las manos sobre los ojos.

- Claro, ahora termino - le miré por el rabillo del ojo. Me decidí por dos tonalidades de azul y rellené la casilla. Lo volví a mirar. Saqué mi bolígrafo azul brillante y añadí el título en la parte superior, poniendo cuidado en no salirme. Otra miradita. Un último retoque con el azul marino. Perfecto. Por instinto volví a dirigir mis ojos hacia él y lo descubrí observándome.

- ¿Qué miras? - imprimí un tono airado para compensar mi osadía.

- ¿Qué mirabas tú? - yo estaba a la defensiva desde lo de los helados y, al parecer, se había cansado de abordarlo con paciencia.

- A ti -opté por la verdad.

- ¿Puedo saber por qué? - se irguió en la cama, interesado, reclinándose contra la cabecera.

Desgraciadamente mi cabeza se dedicaba a mostrarme todas las otras posibles respuestas que podría haber dado y que, de hecho, me hubieran ayudado a salir bien de esta. Sacudí la cabeza como si quisiera arrancármelas

- Porque no sé cómo tomarme lo que dices - solté, hasta que me di cuenta de que, probablemente, era lo que él pensaba de mí. Su sonrisa sarcástica me lo confirmó.

- ¿Estás diciendo que no me entiendes? - se burló.

Lo encaré con el gesto más dramático y teatral que podía componer, poniendo los brazos en jarra y cruzando en dos zancadas hasta el borde de su cama para señalarle con el dedo. Aspiré y me dispuse a soltarle alguna frasecilla ingeniosa, pero me quedé a mitad. Bufé y apagué la luz. Me metí en la cama.

- ¿Qué ha sido eso? - resopló, ahogando una risotada.

- Paso de ti - repliqué - no merece la pena montar un numerito - solo nos enzarzaríamos en una estúpida discusión que terminaría conmigo yendo al cuarto de Maylin, y no la ayudaría mucho con el problema que me había contado "Ey, ¿recuerdas cuando me dijiste que te encantaba la amistad que estaba trabando con tu novio? ¿Qué necesitabas mi visto bueno en este momento crítico? Pues me he peleado con él porque no me entiende y me marcho a dormir a tu cuarto. Si, se enfadará mucho porque no sabe que me gustan los tíos"

- ¿En serio vas a ponerte así?

- No, se me pasa pronto - admití, buscando una postura cómoda - tampoco es tu culpa, solo no me gusta que me juzguen antes de tiempo.

- No lo estoy haciendo - me aseguró - intenta no hacer eso mismo conmigo

- ¿eh?

- Buenas noches

Podría pensarse que estaba dándome a probar mi propia medicina, pero no había burla ni rencor en sus palabras. Lo dijo con ligereza y me encontré lamentando mis decisiones de todo el día.

- Lo siento - murmuré contra la almohada.

- ¿El qué? - el cuarto estaba oscuro y no lo veía, pero oía el roce de la sábana y supe que se posicionaba mirando hacia mí. Hice lo mismo, solo nos separaba una mesilla de noche.

- Ahh no sé, precipitarme. Pensaba que me tratabas como a un debilucho y... creo que al asumirlo yo también cometí ese fallo... - vacilé - claro que todavía no sé qué pensabas y por eso me embrollo

- Le das muchas vueltas - se rió tranquilamente - ahora que estás más relajado te aconsejo que no te tomes esas cosas tan a pecho.

- Ya lo sé, me lo dicen mucho - mascullé, con los ojos cerrados y a las puertas del sueño - pero tienes razón, aprovecha ahora que estoy tranquilo - no sé de donde salió eso

- ¿Debería aprovecharme? - preguntó con sorda. Le contesté un ligero "hum" y hubo silencio el tiempo suficiente para que me adormilada aún más su cabía - ¿Por qué creíste que te estaba tratando como un "debilucho"?

- Porque eres muy dulce - las cartas sobre la mesa, quería abandonarme al sueño y no tenía fuerzas para hacerme el difícil.

- ¿y eso es malo?

- Depende, me frustra no conocer el motivo, si es por tu naturaleza o si me ves como una chica.

- ¿En qué sentido? - no supe interpretar esa pregunta, pero parecía afectado.

- Los chicos se consideran caballerosos cuando tratan a las chicas como seres adorables e indefensos, y no digo que esté mal que sean corteses y las defiendan, pero yo no soy una chica - argumenté

- Obviamente

- Pero como lo parezco tengo que aguantar que sean así o pasen de mí - continué

- No a todas las chicas se las trata como princesas, depende de con quién estés hablando - pausa - ¿Pasan de tí por eso?

- Bueno... - pasan de mí por ser gay - tienen prejuicios por el aspecto - concedí.

- Pues son imbéciles - opinó. Su voz se había endurecido - entonces ¿en paz?

- Claro - bostecé al articular la palabra - hace calor

Me revolví en las sábanas y lancé manotazos a las cortinas, buscando que se moviesen sin que yo tuviera que levantarme.

- Luhan - me llamó. Su silueta estaba ahora enmarcada por la luz que se filtraba por un resquicio, mérito mío por el apasionante enredo en la cortina, y que combinaba la natural, de la misma luna, y la de las farolas cercanas - yo no creí que fueses una chica

- Errrr...gracias - estaba algo inseguro sobre la respuesta - eso dice mucho.

- Solo gritas como una

- Oh cállate grandísimo idiota - le arrojé la almohada con toda la fuerza de la que fui capaz, pero como arma resultaba decepcionante.

- Eh, eh, era broma - se rió al interceptar el misil y siguió haciéndolo un rato más - tienes la voz grave, no hay confusión posible.

- Ya - estaba orgulloso de mi voz y acepte el "cumplido' sin falsa modestia - además no grito al asustarme

- Solo abres los ojos como un cervatillo

- Esa comparación te la ha dicho Maylin, no vale - refunfuñe ¿ciervo? Solo a ella podía ocurrírsele.

- Ella no me ha dicho nada, aunque habla mucho de ti - aseguró

- ¿En serio? - no pude reprimir una amplia sonrisa - siento decirte que no hizo lo mismo - la borré al instante. Me invadió la culpabilidad y recordé, de nuevo, que yo había pasado un poco del tema en esos meses porque estaba algo liado en mis asuntos...

- No te pierdes nada - dijo, pero la línea en su frente indicaba lo contrario. Era una ventaja poder distinguirlo ahora que no estábamos sumidos en la penumbra.

- ¿Qué deportes prácticas? - las noches anteriores no habíamos hablado nada y me prestaba el buen rollo (momentáneo) que teníamos

- ¿Sigues pensando en lo de los pulsos? - agh, lo había pillado a la primera ¿leía mentes? - no tengo uno fijo, de estos a los que dedicas cuerpo y alma, yendo todos los fines a competir, pero me gusta ir probando.

- ¿El que más? - insistí

- Bailo - parecía forzado a revelarlo y me miraba casi ansiosamente, esperando la reacción. Abrí mucho los ojos.

- ¿Bailas? ¿En serio? - ¿Por qué mi amiga no me lo había mencionado? Tal vez para evitar esto, justamente. Sabía que a mí me encantaba y que había ido a clases, le dedicaba casi tanto empeño como al canto. Claro que también noté un pinchazo, como una aguja helada. Mi ex era un excelente bailarín y desde que rompimos deje todo eso un poco de lado - ¿Qué estilo? ¿Tienes un grupo?

- Tengo algunos amigos que bailan también, así que me adapto a lo que estén haciendo en cada momento, porque ellos son más "profesionales" Tampoco es que pueda seguirles el ritmo pasando aquí todo el tiempo libre de verano - se encogió de hombros como si fuera un mal menor - ¿Y tú?

- Me encanta el fútbol y el baloncesto, pero también bailo - a medida que iba hablando me emocionaba y abría mucho los ojos sin parpadear apenas. De estar Amaia en la habitación me lo hubiera hecho saber, pero Sehun me escuchaba atentamente y no osó interrumpirme - bastantes estilos, y canto - afirmé, con mayor timidez.

- ¿Si? ¿Me cantas algo? - lo miré, atónito. Toda la casa estaba en silencio y su familia dormía plácidamente ¿Cómo iba a ponerme a cantar? - no ahora mismo, mañana

- No sé... - no era por ser modesto, pero en las primeras veces me ponían  nervioso y temía fallar o meter un gallo. La primera impresión es muy importante

- Yo rapeo, si me cantas algo haré lo mismo y podrás burlarte lo que quieras

- ¿Cada uno en su idioma? - si lo convertía en una competición podría ser más fácil, eso o lo empeoraría si lo hacía peor que él. No, mi vena competitiva no lo permitiría

- Como quieras, también tendrías que bailar algo

- Depende

-¿De qué?

- De si gano o no - un concurso de baile serviría como revancha o para ensalzar mi victoria.

- ¿Todavía crees que tengas la más mínima oportunidad? conservas la esperanza, eso es bueno, pero no te vengas abajo luego - busqué otra arma arrojadiza, pero no me quedaban más que las mantas

- Devuélveme la almohada, anda

- Nope - colocó una encima de otra y se tumbó. No debía ser ni cómodo.

- Vamos, no me apetece moverme - no me hizo caso - ¡Sehun! - nada - ¡O me la devuelves o...!

- ¿o...?

- decir que "o duermo sin ella y me jodo la espalda" no hará mucho efecto ¿verdad?

- En absoluto

Así que me levanté con un gruñido de molestia y me lancé encima suyo, cogiendo impulso. Expulsó todo el aire que retenían sus pulmones y aproveché para hacerme con ambas.

- Agh - colocó las manos en el abdomen - no me lo esperaba.

Yo tampoco, la verdad, había sido totalmente espontáneo e inesperado. Tan rápido que no tuve tiempo a plantearme que había estado encima y que él dormía sin parte de arriba. Mejor así, la oscuridad hacía de velo para ocultar cualquier posible rubor.

- Eso te pasa por estar desprevenido ¿ves? Has vuelto a infravalorarme - el sueño de hacía unos momentos se disipaba por culpa de nuestra agitación - ahora duérmete

- Te has llevado mi almohada

- Arréglatelas

- Me joderé la espalda - me picó

- Me da igual

- No necesitas dos, ¿Vas a abrazarla o qué? puedo dejarte mis peluches de cuando era pequeño ¿Eres alérgico al polvo?

Me contuve de arrojarle a mi rehén

- A callar, es tarde.

- Puedo esperar a que te duermas y recuperarla entonces - advirtió

Era una amenaza a tener en cuenta, si me hacia una jugarreta... o simplemente si se metía en mi cama... no soporto que nadie se meta en mi cama, lección que algunos deben aprender a base de patadas y arañazos. Se la tiré a la cara.

- Duérmete 

- Buenas noches, Luhan.

 

Parte 2

 

Me desperté bostezando y lo consideré una mala señal. Los mosquitos habían decidido bailar en mi oreja durante la noche y, a oscuras, no había sabido encontrar el spray conveniente. El resultado era que estaba más pálido que de costumbre y, teniendo en cuenta lo morena que era la gente de la zona, iba a destacar aún más.

No suelo maquillarme mucho sin motivo, menos en los días de ocio en los que pasábamos bañándonos o mojados tres cuartas partes del tiempo (aparecimos empapados a la hora de la cena, ya que el sol tarda en ponerse siendo verano y perdimos la noción del tiempo) pero aquel día iríamos de compras y, al volver, nos enfrentaríamos a la maratón que Maylin y yo fechamos esa noche por mutuo acuerdo. Además el sol había vencido a la protección y tenía enrojecida la parte superior de las mejillas, bajo los ojos, con lo que pretendía taparla con crema y base.

Sonreí con satisfacción ante el espejo y dediqué un tiempo a desenredar y amoldar mi pelo húmedo, al que no había hecho mucho caso mientras mantuvimos la rutina de baños en la playa (simplemente no merecía la pena, ya que estaba siempre lleno de sal o cloro) y el resultado fue impresionante. Dejé a un lado los pantalones cortos y camisas sin mangas  para prepararme un conjunto en condiciones: pantalones pirata tejanos color oscuro, rozando el negro, con desgastes en blanco y gris. Una camiseta blanca que dejaba un hombro al descubierto en una sutil caída con una imagen plasmada justo en el centro, de tonos grises igualmente. Me calé unas vans y recé para que no hiciese demasiado calor y hubiera buena ventilación en el interior, ya que el simple hecho de ponerme calcetines era un sacrificio por la moda.

Mis pulseras características, abandonadas también por mi miedo a estropearlas o perderlas en el mar. Elásticas y de diversos tamaños, con nombres de grupos inscritas en ellas,  combinaban a la perfección. Me retoqué los mechones que caían directamente sobre la cara (eran agobiantes cuando hacía bochorno) tratando de adaptarlos para que no se pegasen a la frente, y me plantee tornar mi pelo un poco más oscuro, no tanto como mi color natural sino de un marrón plomizo. Descarté la idea en cuanto me dio el sol, admirando nuevamente los reflejos rojizos anaranjados del actual tinte. Bajé las escaleras de dos en dos tras haber embutido en mi cartera varios billetes nacionales y haberme peleado conmigo mismo en mi intento por decidir si pintarme la línea del ojo. Había optado por unas sombras discretas que acentuaran su tamaño sin que se notase demasiado.

La parejita feliz se encontraba al final de las escaleras, un poco hartos de esperarme (o mejor dicho Sehun harto de esperarnos, ya que Maylin tardó unos segundos menos)  y recibí un silbido de admiración por su parte. Maylin aplaudió como si de una pasarela de modelos se tratara.

- Este es mi Luhan - celebró, ofreciéndome unas gafas de sol, que acepté encantado. Íbamos a juego, ya que ella también se lo había currado y usaba la ropa que yo le había regalado en su anterior cumpleaños.

- Prefiero las oscuras - le indiqué, y las intercambiamos - a ti te sienta mejor la de reflejos granate

Sehun nos empujó a ambos por la puerta con impaciencia. Podíamos pasarnos un buen rato chequeando hasta el más mínimo detalle de nuestros respectivos modelos y no estaba dispuesto a darnos la oportunidad, si bien aproveché el viaje en bus para ayudarla un poco.

- Estate quieta - le ordené, haciendo gala de mi buen pulso en las curvas moviditas con el eyeliner en mano.

- ¡No es mi culpa! ¡Sehun me hace cosquillas! - y se reía tontamente.

- Quieto tú también - le aparté la mano sin miramientos y continué con mi tarea. Maylin es zurda y le costaba el ojo izquierdo, con lo que el complicado diseño que pretendía emular, casi patentado por una de sus modelos favorita, era poco simétrico, tan perfeccionado en la derecha e inacabado en el contrario. Trazaba la curvatura del final, que se escindía en un dibujo triple, cuando alguien me tocó la barriga y casi salto hacia atrás.

- ¡¡Sehun!! - Bramé, observando el desastre. Empuñé la toallita desmaquilladora, doblándola antes con esmero, y utilicé la punta para borrar todo rastro del inconveniente desliz. Lo intenté de nuevo y esta vez fue perfecto. Maylin a sacó un espejito del bolso y me lo agradeció mientras yo ignoraba a su novio.

- Es la siguiente parada - dijo este

- ¿Hay que pulsar algún botón? - Maylin buscó ávidamente.

- No, la mayoría bajará aquí - en efecto la gente se removía en sus asientos, asegurando los bolsos y mochilas y posando la mano en la hebilla del cinturón.

No sé qué me esperaba, tal vez un local con aspecto de supermercado en el que vendiesen diversos objetos separados por estantes o un montón de puestos con carpa a lo largo de una calle, pero lo que me esperaba era uno de esos sitios en los que deseas pasar varios días seguidos. En primer lugar se accedía a través de un paseo de losas coloridas, amarillas, crema y rojas, bordeado de palmeras y césped verde. También había algún que otro árbol autóctono, aunque en menor medida. El paseo estaba claramente pensado para turistas.

Podías subir por dos escaleras, ya que estaba algo elevado, y en primera instancia encontrabas grandes carteles informativos como los de los parques de atracciones y zoos: marcaban las zonas por colores y numeritos. Los restaurantes abundaban en la entrada, desde italianos hasta chiringuitos de pescado frito. Lo curioso en la estructura era que había más pisos, pero lo parecía, ya que no era un edificio corriente. Era espacioso y aunque a techado estaba abierto por los lados. Distinguí las cristaleras plegadas en los extremos que servirían para cerrarlo cuando lloviese y las numerosas cafeterías con terraza del piso superior. No tenía hambre en aquel momento pero daban ganas de parar en cada escaparate y probar lo que te dieran.

Mi amiga y yo nos miramos con los ojos brillantes y entramos, recibiendo panfletos de publicidad en el pequeño recorrido. Sehun nos señaló el cine, empotrado a la derecha, con la entrada camuflada dado que la cartelera era bastante discreta, las portadas de las películas enmarcadas en un corcho y plantas con maceta de mimbre a ambos lados de la puerta. Supuse que era algo pequeño y me picó la curiosidad.

- Pero no podremos venir - dije - ninguno de nosotros entiende lo suficiente.

- Es muy familiar, las salas son diminutas. Se puede reservar - informó.

- Es un desperdicio si solo somos tres - planteó Maylin

- Pero mi familia también vendría.

Por el momento estábamos los abuelos y nosotros en la casa, con las apariciones de sus padres de pascuas a ramos (solo los vimos una vez, pero nos aseguró que se quedarían en cuanto acabaran sus viajes, ya que les gustaba investigar pueblos vecinos o apuntarse a actividades y excursiones. Aprendían el idioma al igual que Sehun) pero pronto llegarían sus tíos y primos con sus mascotas. Nos mostró una fotografía cuando salió el tema y no veía el momento de conocer al hermoso labrador y al cachorro retriever de su tía.

- Como tengo algunos primos pequeños tendrá que ser una película para todos los públicos - comentó

- No importa - le eché una ojeada a la cartelera, donde destacaban ciertas películas infantiles de dibujos animados que no me importaría ver.

- Nos gustan ese tipo de películas - afirmó mi amiga, balanceando sus manos entrelazadas con entusiasmo - cuando salió la de "enredados" Luhan se inventó una excusa para ir a verla al cine

- No es verd...

- Dos veces - atajó - e hizo lo mismo con la de "como entrenar a tu dragón" La de "Los Croods" nos la descargamos en casa - deslizó las gafas por la nariz y me guiñó un ojo.

- Son buenas, los gráficos han mejorado mucho desde que era pequeño - me defendí, inútilmente. Sehun se reía con disimulo.

- ¿Te gustan las Disney? - demandó, aparentando seriedad, como si estuviéramos en una entrevista de trabajo. Su cara inexpresiva ayudaba a remarcar el efecto y la burla.

- Pues sí

- ¿Cuál es tu favorita? - mantuvo la poker face.

- El rey león - me encantaba "la sirenita" pero no era lo mejor que podía decir.

- ¿Seguro? - alzó una ceja, y fue lo único que varío en su expresión - ¿No será blancanieves, o la bella y la bestia?

Podría tener un doble significado, tal vez por mi tez blanca o simplemente refiriéndose a las que tenían princesitas como protagonistas.

- No, pero también me gustan las de miedo y suspense - Agregué, pero supe que había metido la pata cuando Maylin rodó los ojos y Sehun sonrío con ironía

- ¿Si? ¿Vemos alguna?

- Hoy tocan doramas

- Tenemos muchos días - la sonrisa seguía ahí y Maylin esquivaba mi mirada ¿Era eso culpabilidad? ¿Qué le había contado? Oh, oh ¿Y si había contado a su novio alguna de las anécdotas de cuando hicimos maratones del "señor de los anillos" o quisimos ver cine de miedo japonés? En todas esas ocasiones había estrujado su mano en un intento por calmarme. Incluso la primera trilogía me ponía sumamente nervioso y cuando veíamos dramas tristes no mejoraba mucho. Terminábamos llorando, por mucho que me resistiera.

Casi podía recrear el escenario, Sehun y Maylin en una cita romántica, acurrucados en el sofá y ella diciendo algo del estilo "¡Ay, no! ¡esta no! Jooo siempre que la veo con Luhan acabo llorando..." seguro que se había ido de la lengua, jugaba con la desventaja de que él podía saber cosas mías y usarlas en mi contra mientras que yo mantenía un insano desconocimiento acerca de su vida privada.

Al menos el llegar a nuestro destino me distrajo y contemplé maravillado las tiendecitas de madera que componían los laterales del edificio, en cuyo centro se encontraba una fuente como si de una plaza se tratara, ésta al aire libre. Hice un esquema mental del plano de todo el recinto y admiré su belleza.

Lo primero que me robó el aliento fue una librería, de madera como las demás, que contrastaba sus oscuros pilares con un cartel en forma de nube pintado a mano que rezaba "El principito" en francés con tonos azules y la ilustración exacta del libro. A través de las cristaleras se diferenciaban varios pilares de novelas catalogadas y había carteles por todas partes, aunque yo solo reconocía los emoticonos.

- ¿Qué pone? - tiré distraídamente de la manga de Sehun sin apartar la vista de semejante obra de arte

- Son listas de recomendaciones para los diferentes públicos - me aclaró

- ahhh

Me hubiese gustado entrar, pero estaba fuera de mi alcance: no creía que hubiese nada en chino o coreano. Entre el nombre y la imposibilidad de hacerme con algo allí dentro se convirtió indudablemente en mi tienda favorita. Siempre queremos lo que está prohibido.

Pasamos a las demás tiendas, más accesibles para unos pobres turistas asiáticos, y pronto quedó claro qué, aunque Sehun y yo  éramos mayoría y queríamos ir directamente a las de chico, era Maylin la que llevaba la voz cantante.

Nos arrastró de un lado a otro atraída por las rebajas y, al principio, yo participaba activamente en sus decisiones. Le recomendaba que vestido se le ajustaba mejor y cual era demasiado flácido, asemejándose a un saco de patatas en el cuerpo de mi amiga, con la cintura extremadamente estrecha. Las ofertas de bikini la llamaron especialmente y en estas Sehun quiso estar presente, aunque se precipitaba sobre cualquier sofá que hubiera libre y fue asignado como perchero oficial.

Nos inclinamos por la ropa de marca y comparábamos varios sitios antes de hacernos con algo, de modo que nos pateamos el centro de arriba a abajo varias veces. A pesar de mi aguante y experiencia terminé agotado, con lo que la dejé en el probador con cerca de una veintena de prendas (Maylin era insaciable) y salí a respirar aire fresco.

Ya habíamos escalado al segundo piso, donde predominaban las cafeterías, y Sehun aguardaba en un banco con la cabeza girada para ver un partido de fútbol en la tele. Me pregunté si conocería a los equipos, anónimos para mí.

Me acerqué con sigilo y expiré un corto "buh" en su oreja, sobresaltándolo.

- ¿Qué? ¿eh? Ah Luhan  - se recuperó con rapidez e intento capturar mi cabeza con el brazo para frotarla, pero ya había sido víctima de esa técnica a manos de mi mejor amigo, Minseok, y la esquivé con agilidad, riendo - ¿Ya habéis terminado?

- Saldrá dentro de medio sigo, si hay suerte - me dejé caer a su lado. Hubo una ovación por parte de los aficionados del partido.

- ¿Te enteras de algo?

- No, pero me aburro. Sois muy pesados con esto de las compras - me confió.

- Todavía no hemos mirado nada para nosotros - protesté - pero ya estamos hasta arriba de bolsas - levanté la de las botas y otra con una camisola como prueba. Me preocupaba que no le cupiesen en la maleta y decidiera meterlas en la mía.

- Gajes del oficio - suspiró

- Y ahora espera que no vea algo que quiera dejar para el día del cine - me lamenté

- Mierda - como para corroborar sus palabras la muchedumbre soltó una exclamación entre indignada y enfadada - no debí haberlo mencionado.

- Ella te propondría volver de todos modos, no hay escapatoria - cuanto antes se enfrentara a la verdad, mejor.

Dejamos la conversación a medias por los gritos del público, tratando de descifrar que ocurría en el campo. Como era difícil de ver desde mi ángulo me distraje viendo a la gente que pasaba.

Era increíble la enorme cantidad de niños que había, montones de carricoches y bebés en brazos, criaturitas de no más de dos años que tropezaban en su intento por alcanzar a sus padres y chavales de 10 u 11 años pasándose una pelota mientras los mayores tomaban algo dentro. Parecía más un parque de recreación que un centro comercial y me entretenía comparándolo con mi país de origen y el de residencia.

En primer lugar me maravillaba la amplia gama de colores, rubios y pelirrojos naturales junto a imponentes morenos. Curiosamente no encontré a nadie que tuviera el pelo tan negro como lo sería el nuestro sin teñir, a excepción de una pareja de color. Hice una hipótesis, suponiendo que la mayor parte fueran extranjeros. Era eso o afrontar que existía una gran variedad en Europa que me hacía plantearme si no sería cierto eso de que  los asiáticos nos parecemos. No, es cierto que compartíamos rasgos, pero entre dos personad de diferentes zonas de China hay una gran diferencia. Me inclinaba por la primera opción.

Fue entonces, ensimismado como estaba, que presencie una escena que rayaba la adorabilidad absoluta.

En frente a nosotros estaba el pasillo, cercado con una valla, con vistas al mar por el que paseaban todas las personas a las que había estado analizando. Una pareja con su hija, de apenas tres o cuatro años (no más de cinco desde luego) rubia con el pelo recogido en una coleta de caballo y un vestidito rojo entero que contrastaba con su piel blanca, iban en dirección este. Al mismo tiempo una madre, eclipsada por su teléfono móvil, caminaba en dirección contraria con un aturdimiento característico de los zombies, sin prestar atención al pequeño, también rubicundo, vestido con una camisa a rayas azules y blancas y pantalones igualmente blancos (al estilo marinerito)  que lo seguía de cerca con torpeza.

Me llamó la atención la forma en la que, al cruzarse, ambas figuras se confundían al tener la misma altura. La niña, aferrada a la mano de su padre, el brazo levantado para asirlo, giró la cabeza y observó al muchacho con curiosidad. El niño se volteó entero y la miró del mismo modo, estático. Se habían alejado unos pasos (la pequeña retardaba a su padre al ser un peso muerto, pero él no parecía notarlo) cuando él agitó la mano lentamente y esbozó una sonrisa. No dijo nada, aunque no dudaba que ya sabría hablar, y la niña le respondió levantando la mano un poco, casi a la altura de mejilla, doblando un poco los dedos hacia la palma, con pudor infantil.

No rompieron el contacto visual hasta que ella se perdió, todavía ladeada, en una curva. El niño aguantó unos segundos hasta que su madre lo llamó con voz potente y acudió a ella, olvidado ya el suceso.

Había algo especial en ello, me dejó entumecido. ¿Nadie más lo había visto? ¿Era el único que lo había presenciado? ¿Cómo podían esos padres no darse cuenta? Se me agitó el corazón, por cursi que pudiera sonar. Me sentía como si cargara de repente con un secreto, porque era probablemente lo más bonito e inocente que había visto en mucho tiempo. Tan espontáneo... no costaba mucho enternecerme, aunque me volcaba en evitar que esto se notase.

- ¿Lo has visto? - le pregunté a Sehun, que en aquel momento me miraba atentamente. Supuse que me había quedado algo embobado.

- ¿El qué? ¿Qué pasó? - sentí un ramalazo de decepción - ¿Luhan?

- Nada - desvié evasivamente la mirada

- Anda cuéntamelo - me dio un empujoncito y me balanceé en el sitio.

Le expliqué lo que acababa de ver a grandes rasgos, imitando a los niños, y él no abandonó la sonrisa en ningún momento.

- pero ninguno de ellos lo vió - le dije acaloradamente, gesticulando - es como esas cosas que se ven en internet, de niños que se abrazan sin motivo en un parque o lo que sea

- Amor infantil ¿eh? - se amasó el pelo - debió ser muy bonito ¿Te gustan los niños?

- Mucho, aunque la mayoría de las veces me limito a mirarlos

- wow, eso suena muy pervertido

- ¡No! - sacudí la cabeza, frustrado - me refiero a que me los pasan para que los coja en brazos y tengo miedo de que caigan, pero me encantan. Cuando son un poco mayores son más manejable pero igualmente no soy de los que los agarran para tirarlos al aire y darles vueltas. Es una pena que no vieras a estos

- Los ví - alcé los ojos, esperanzado - no lo que tú dices pero estaban por ahí por las tiendas, la niña que dices estaba comiendo en el restaurante de la esquina cuando pasamos

Vaya, controlaba más de lo que parecía. Aunque también es cierto que yo había estado en plan obsesivo con las compras.

- Entonces puedes imaginártelo - le espeté, extrañamente alegre. Fui consciente de que acababa de compartir con él el momento "especial" y que no sabía cómo sentirme al respecto.

Maylin llegó para salvarme, más feliz que unas castañuelas.

- Holaaaaaa chicoooos - alargó el saludo para hacerlo más cantarín y alzó los brazos, de los que colgaban diversas bolsas - descarté la mayoría pero compré de los que me dijiste Luhan, esos y una falda que ví luego cuando salía

- Perfecto - comenté

- Genial - Sehun estaba perdido, pero lo disimulaba bien - a ver

Maylin volcó el contenido a nuestro lado y extendió todo como si fuera un top manta, señalándolo por partes y dándonos un parte completo.

- Esto me lo podría poner con las zapatillas verdes de lona, pero es más de primavera así que lo usaré menos ¿Tú qué opinas? Para ahora cogí este pantalón amarillo canario, es que venía con cinturón incluido y me encanta...

Cambió al chino casi sin darse cuenta, hablando a toda pastilla, pero a Sehun no pareció importarle mucho y propuso ir de una vez a las secciones de chico.

Para entonces ya estábamos agotados, pero Maylin y yo nos repusimos lo suficiente. Sehun se dejaba llevar por nuestra energía, se paró frente a las estanterías de gorras y lo acompañé, aunque a mí no me quedaban

- Tienes la cabeza chiquitita - dijo él, callándome tres gorras una encima de otra hasta formar una torre

- No es verdad - protesté - estas son grandes.

Sehun probó unas cuantas más, de todas las formas y tamaños. Se le ocurrió recurrir a las de chicas, donde estaba Amaia, y literalmente cogió al vuelo la que ella se estaba probando para encasquetarmela

- Mucho mejor - opinó

- Me queda justa, no se llevan tan apretadas - busqué alguna en la balda que cumpliese los términos. Había una negra y amarilla que me llamaba, pero vacilé al colocarla.

- Te queda bien Lulu, y podemos compartirla - Maylin me la arrebató y sacó su recién adquirido short para comparar - no es exactamente el mismo amarillo pero servirá

- Prefiero los gorros - Maylin ignoró mi comentario.

Ella quería que yo la comprase para usarla, usando de argumento la gran cantidad de dinero que ya había gastado.

- Vamos Lulu, todavía tengo que encontrar unas gafas de sol

- Ya tienes dos pares - señalé alternativamente las mías, colgadas de la camiseta, y las suyas, en la cabeza.

- Quiero otras, de espejo y polarizadas

- Como ordene

Cuando entramos en una tienda moderna, muy de mi estilo, exclusiva de chicos, Amaia se volcó en la extenuante búsqueda de prendas que, en su opinión, "nos quedaban"

A veces escogía alguna y nos la colocaba delante, con el ceño fruncido, muy pensativa, y finalmente exclamaba "¡Esta para Luhan!" o "¡Perfecta para Sehun!" en ocasiones dudaba y se quedaba indecisa, hasta que nos sugería con voz trémula que tal vez quisiésemos usar la misma o réplicas parecidas. Daba la impresión de que nos estaba vistiendo como a gemelos, eso o le gustaba conjuntarnos de pareja.

Horas después habíamos arrasado en el centro y nos dispusimos a buscar donde comer. Yo escogí el italiano, con un menú considerablemente barato, y Maylin en la hamburguesería (nuestro afán de cultura, probando comidas nuevas y exóticas, se limitaba cuando eran nuestras carteras las que asumían el costo)  Sehun quedó en medio, contando con el voto decisivo. Hubiera sido un momento violento si una mujer no se hubiese acercado, hoja de publicidad en mano, para instarnos a comer en la pizzería que yo decía. Por entregar el panfleto se obtenía un descuento de un euro por persona y eso sirvió para inclinar la balanza a mi favor.

Esa noche Sehun me confesó que, aunque estuvo bien, él habría preferido comer pollo.

- Pero no ví ningún establecimiento ni puesto de eso - repliqué

- Es que no está en  propio centro comercial, hay que caminar una manzana.

- Ahhh ahora que lo dices también me apetecería comer pollo - en Corea lo pedía de vez en cuando para que me lo trajesen a domicilio y no tuviera que cocinar (vagancia en puro estado) y mi exnovio había sido especialmente afán a esa tendencia - podrías haberlo dicho

- Nah

Aprendía rápido, y por debajo del desenfado aparente de Sehun solía esconderse un malestar del que pocas veces hablaba.

- Vamos, ¿Por qué no lo hiciste?

- No merecía la pena - bufé ante su pobre argumentación

- ¿Por? Me hubiera puesto de tu parte

- No lo podía saber, y a Maylin podía haberle sentado mal - alargó

- ¿Cómo mal? Si me salí con la mía al fin y al cabo

- Eso es porque eres tú - ¿Era cosa mía o había un deje de amargura en su voz? Recé para que no resurgieran los celos que tan difícil me lo habían puesto al principio

Esperé hasta que se decidió a seguir hablando.

- A ti te escucha, a mí solo me... "exige", por así decirlo. Creo que tiene el listón de novio muy alto y quiere que yo cumpla con todos los requisitos, uno de ellos sería no llevarle nunca la contraria - sí, definitivamente había amargura en sus palabras, pero no iban dirigidas  mí. Me complacía bastante que me lo contara, teniendo en cuenta que no nos conocíamos de demasiado tiempo.

- Intento educarla en eso -  bromeé para aliviar la tensión - dile las cosas a la cara, es lo mejor. Si no algún día estallarás

- Tal vez - apartó la manta que lo cubría de una patada - ¿Qué tal vuestra apuesta, por cierto?

Tardé un rato en recordar.

- ¿Apuesta? ¿Cuál? - tantée, poco seguro de que se tratara de la que yo tenía en mente

- Cuanto tardaré en acostumbrarme a vosotros - mostró una media sonrisa

- Bueno, durante las compras te desesperaste bastante, pero luego soportaste muy bien el dorama, así que va empate y veremos mañana ¿Cómo te enteraste de todos modos? no vale que ella te condicione...

- ¿Me creerías si te digo que os oí?

- No la defiendas, estábamos hablando en chino

- En ese caso digamos que encontró conveniente  el informarme para que yo, en mi libre albedrío, forzase la apuesta hacia uno u otro lado ¿Cuál es la recompensa?

- No hay - voltee la almohada para dejarla por el lado frío - la victoria y superioridad es suficiente, el que gana abusa de este hecho para meterse con el otro o exigirle cosas

- ¿Entonces depende de mañana?

- Sip

- ¿Me pondréis el resto de capítulos? - hizo una mueca de desconsuelo

- No te quejes tanto, sé que "un litro de lágrimas" es difícil de tragar pero "to the beautiful you" está genial y es muy entretenido.

- Nadie se creería que ella es un chico - no había hecho más que quejarse durante los primeros capítulos

- Quién sabe, si a ti te viniera a la escuela y todos los profesores lo hubieran asumido....

- Ya - no parecía muy convencido - creo que yo lo notaría

- ¿En serio? ¿Qué si te digo que yo lo soy?

- ¿Qué eres qué?

- Una chica

Sehun se enderezó de golpe y me miró, atónito. El sentido común pareció golpearlo entonces y negó varias veces con la cabeza

- No, no, no lo eres. Aunque estuviste quejándote de eso hace nada - me lanzó una miradita de reproche y yo no reprimí más mis carcajadas - eres bipolar.

- Ya te dije lo que me molesta exactamente, y prefiero reír que llorar ¿Cómo pudiste pensártelo? - sacudí la cabeza y aparté el flequillo - me has visto en bañador

- Pero a saber que se oculta ahí abajo.

Recibió un cojinazo en toda la cara.

- Con la parte de arriba es suficiente - gruñí

- Pero muchas veces te pones camiseta de baño

- ¿Qué tiene eso que ver?

- Nada, me gusta la cara que pones, así de incredulidad e indignación. Bueno, la de ahora es de enfado, pero está bien ¿Para qué te tapas tanto?

Eso podía tener otro significado, puede que no se estuviera solo refiriendo a la playa. Yo me cuidaba de que Sehun no estuviese en el cuarto cuando me cambiaba, y si no era así utilizaba mi experiencia en vestuarios para acabar antes de que él se hubiese desabrochado los pantalones.

- Las camisetas térmicas sirven, como su nombre indica, para protegerse del frío, además evita que me roce con la arena - concluí, orgulloso de mi salida.

- Claro, entonces solo eres friolero ¿no? - me dio la razón con poca convicción

- Un poco

- Ya...

Todo sucedió muy deprisa, unos cuantos movimientos borrosos y lo tenía encima, apresándome. Sus manos rodearon mis muñecas y se sentó al borde de la cama, con una pierna medio subida en la cama. Me debatí, pero la confusión parecía afectarme y no pude apartarlo.

- ¿Que se supone que estás haciendo?

- ¿Dónde están las vendas, eh? - exclamó con una excelente interpretación de villano en unos dibujos animados. Me buscó las cosquillas, literalmente, y me retorcí, jadeando entre risas.

Hacia amagos de bajarme la camiseta del pijama y yo chillaba con voz ahogada, consciente del resto de ocupantes de la casa. Desde el primer día, donde nuestro único contacto había ocurrido en la carrera hacía el mar, y en las breves disputas en los días consiguientes (tonterías esencialmente) generalmente supervisadas por Maylin, no nos habíamos tocado y una pelea sin mi amiga riñendo era refrescante y, en cierto modo, revitalizante.

Acerté a darle con la rodilla, lo suficiente fuerte para que me diese espacio y pudiera recolocarme. Me senté y esgrimí la almohada, hecho que no pareció impresionarle mucho. Se rió y en un instante una máscara seria sustituía a la sonrisa anterior, lo que me desconcertó.

- ¡Ajá! - aprovechó que había bajado la guardia para tumbarme de nuevo. Era extrañamente dominante en ese sentido.

La pelea fue cobrando intensidad, dentro de los límites de lo razonable, y me dediqué a arañarlo con saña cada vez que trataba de arrancarme la ropa a la fuerza. Realmente sigo pensando que fue increíble que no pensara nada raro, teniendo en cuenta que lo tenía encima, conmigo aplastado y respirando trabajosamente. Bueno, no pensé en nada hasta que terminé con medio pecho al descubierto y el juego terminó.

- Comprobado - me palmoteó allá donde la tela se había deslizado - me has dejado marcas - señaló

Era cierto, sus brazos presentaban varios arañazos rojizos, uno de ellos sangrantes. Comprobé mis uñas y me sentí culpable.

- Lo siento

- Solo explicárselo tú a Maylin.

Mi cara de horror solo le hizo reír más.

- No tiene gracia, se pondrá hecha una fiera, creerá que nos odiamos y pegamos en secreto

- ¿Acaso no lo hacemos? - por suerte capté el tono de broma bajo su inexpresión habitual - a lo mejor piensa que conspiramos

- ¿Contra qué exactamente? ¿Nosotros mismos? Di que te los hiciste tú mismo - no me apetecía afrontar a mi amiga

- ¿Dormido? Sabe que no soy sonámbulo - no pregunté sobre eso - y el ángulo no cuadra. De todos modos la automutilación no es lo mío.

Pasamos discutiendo tontamente otros tres cuartos de hora y gastamos un tiempo más en hablar de cosas banales. Que si baile, que si fútbol... debimos dormirnos a las 4 y se nos pegaron las sábanas, con lo que estábamos cansados y somnolientos por la mañana, el día de la llegada de sus tíos.

Notas finales:

¿Qué opinaís? ¿Acaban juntos?


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