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Psicólogo. por LittleMemories

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Notas del capitulo:

Holiwis ♥

Bueno,primeramente quiero agradecer a las BESHESAS (?) que me dejaron reviews súper lindas ♥ y, obvio también, a las personas que han leído esto :'3 asdasd me hacen muy feliz! ♥

Aca traje la Sesión 2 para la banda B| (?) 

Espero que les guste y gracias por sus reviews ♥

 

El punto de vista esta vez será omnisciente. Lo que está escrito fue lo que pasó después de la sesión de Clever(igual,se daran cuenta).


Sesión 2.

Se encontraba en el auto junto a su madre. No tenían buena relación, casi ni se hablaban y se peleaban por nada. Su madre era muy histérica y sensible, y él era un contestón, así que no se podían complementar en lo más mínimo.

—Ya llegamos—dijo la mujer mientras ponía el freno de mano y apagaba el auto—Vendré a buscarte luego, pórtate bien.

El chico la ignoró completamente, ya que simplemente se desabrochó el cinturón y se acomodó.  Su nombre era Mail Jeevas, ó para los “amigos” era Matt. Tenía diecisiete años recién cumplidos. Su cabello era un hermoso pelirrojo casi bordo, lacio y corto; su piel era blanquecina y a simple vista, suave. Sus ojos eran de un hermoso color verde esmeralda, eran grandes y con unas lindas pestañas rizadas. Sus labios eran pequeños y rosados. Era delgado, con su forma de cuerpo y cara, cualquiera lo confundiría con una mujer. Hace poco le había declarado a su madre, de nombre Agnés Jeevas, que le gustaban los hombres, que era homosexual y que estaba orgulloso de serlo.

Su madre, fue criada por el abuelo de Matt, el cual fue homofóbico. Por lo tanto, por la dura crianza y la infelicidad que pasó su madre tras que su padre no aceptará que ella quería ser feliz con una mujer, también se volvió homofóbica. El hecho de que Matt sea homosexual, a ella le sorprendió demasiado. Y, los traumas, la hizo que se llevaran tan mal que ella tenga que tomar antidepresivos y que Matt tenga que ir al psicólogo.

La madre del joven pelirrojo era joven y bonita. Era muy parecida a Matt, sólo que era un par de centímetros más baja que él. Sus ojos no eran color verdes esmeraldas, eran color Índigo. Su piel era blanquecina cómo la de su hijo, pero ella poseía unas tiernas pecas. Sus pestañas eran rizadas y largas ya por naturaleza, pero debajo de esos lindos ojos habían unas grandes ojeras. Tenía una linda figura, cualquiera le diría que seguro es alguna modelo. Su juventud se debe a que ella solo tiene treinta y tres años.

—Matt —dijo Agnés, mientras detenía a su hijo agarrándolo del brazo. — Te amo, hijo.

Matt sólo la miró con indiferencia y bajó del auto para tocar el timbre de su psicólogo, acción que hizo y que provocó una corta y linda melodía. Miró hacía atrás, su madre estaba esperando a que entrara. No es que la odiase del todo, pero que no acepte que le gustan los hombres le afectó y demasiado. Luego de unos minutos, un adulto joven castaño y de ojos miel abrió la puerta. Sí, su psicólogo era Light Yagami.

—Que rápido has llegado—dijo Light con una sonrisa dándole el paso al joven pelirrojo para que entrase a la casa. Matt entró y se dirigió directamente hacía el consultorio para sentarse en la silla que estaba frente a la mesa. Light le siguió el paso para también entrar en aquella habitación. Se sentó frente a Matt. — ¿Has logrado mejorar la relación con tu madre?

—No, es más, ni me interesa mejorarla. Dentro de un año cumpliré dieciocho y para entonces, me iré a vivir mi vida donde no tenga que estar necesitando de antidepresivos cómo ella. —dijo Matt frívolamente mientras miraba hacía otro lado.

—Deberías intentar mejorarla, Matt—contestó Light— Ambos pueden convivir en armonía si se ponen de acuerdo…

—Vivimos en armonía. —replicó Matt, cruzándose de brazos. — ¿O no es vivir en armonía ser indiferente con el otro?

—Técnicamente sí, pero no. Matt, ¡es tu madre! No vivirá para siempre y sabes porque te lo digo.

Light era el psicólogo de Matt desde que tenía quince años, en ese entonces, Light tenía veintitrés y apenas estaba empezando su carrera. Matt, al ser el primer paciente, le contó de todo. Tanto, que se hicieron amigos. Light le había contado a Matt sobre su hermana autista que se suicidó a sus pequeños doce años, además que le contó que sus padres habían muerto en un accidente tráfico cuando él había cumplido tan sólo dieciocho años. El castaño había descubierto también que Matt era un chico que se corta, un suicida. Y eso es en lo que lo ayuda.

—Sí, ya lo sé—dijo Matt mientras largaba un leve suspiro—

—Matt, muéstrame tus brazos.

—No.

—Mail Jeevas…

El joven de ojos esmeraldas largó un suspiro. No podía contra él, no podía engañarlo, siempre se daba cuenta. Se subió las mangas de la camisa que traía, la que era de rayas negras y rojas. Light pudo ver nuevas cortaduras, algunas más profundas que otras, algunas más recientes que otras, algunas más podridas que otras y algunas que otras diferencias más. Ahora el que suspiraba era Light, quién volvió a mirar a los ojos a Matt.

— ¿Otra vez? —Preguntó Light, que obtuvo cómo respuesta una pequeña afirmación con la cabeza por parte del joven pelirrojo—¿Por qué?

—No lo sé. —Contestó Matt, mirando a otro lado y rebajándose las mangas— A veces, siento esa necesidad. Es cómo una adicción, así como la tienen los drogadictos, ó los alcohólicos.

—Matt…—dijo Light— Tan sólo mírate. Eres tan joven, con una vida por delante, y sólo te haces daño…Yo soy un adulto, pero al verte, veo a un adolescente a un año de ser un joven adulto. ¿Quieres vivir tu vida así? No quiero hacerte sentir mal, y lo sabes. Tu indiferencia tampoco funciona, porque no eres así. Sé que esto empezó porque tu madre no aceptó que eras homosexual y que aún no lo acepta, pero, ¿Le has pregunto el por qué? A lo mejor tiene algún motivo o una razón. La solución, y esto te lo dije cuando tenías quince años; la solución no está en hacerte daño. Esa nunca será la solución, quieras verlo o no. Soy tu psicólogo y, además, tu amigo. Por eso mismo quiero ayudarte, y para ayudarte tengo que darte este sermón, ¡Lo haré! Y no lo hago sólo porque es mi trabajo, sino, que lo hago porque quiero verte bien. El día que ya no vengas, me gustaría que pasases y me digas “Gracias por tu ayuda”. Es eso lo que queremos alcanzar los psicólogos, es ayudarte emocionalmente y evitar daños físicos cómo tus cortadas. —decía Light, tan serio pero en un tono tan amable y gentil. ¡Oh, cómo deseaba que fuese su padre! —

Matt no pudo aguantar las lágrimas y se largó a llorar, a llorar como si fuese un niño pequeño perdido y que no encuentra a su madre. Puso sus blanquecinas manos sobre su rostro para cubrírselo, como si le diese vergüenza que alguien que no fuese el espejo no viera llorar. Nadie le iría a negar que Light tenía razón, que lo único que Light quería era ayudarlo, a que salga adelante con la relación con su madre y que ellos dos estuviesen bien. Lo único que quería Light es que sus pacientes se fuesen con la consciencia clara y limpia, que salgan de su hogar con sonrisas y no con lágrimas. Porque, Matt creía que Light era muy fuerte. ¿Cómo era posible que alguien hubiese soportado que su única hermana se haya suicidado por culpa de una enfermedad mental? Él no podría. ¿Cómo era posible que siguiera adelante a pesar de que sus padres murieron tan trágicamente justo el día de su cumpleaños? Él no hubiese podido salir adelante. Si comparábamos eso con la situación de Matt, lo de el pequeño pelirrojo no era más que una estupidez. Y era una estupidez, porque él era estúpido. Él se sentía estúpido, inservible, asqueroso, malo. Se sentía culpable de las lágrimas que su madre derramaba a escondidas, luego de que ambos peleaban. ¡Oh, como le jodía aquel maldito orgullo que no le permitía pedirle perdón, ó siquiera abrirse con su madre!.

Con sus mangas se secó la cara que estaba manchada de lágrimas, y luego, con sus ojos hinchados y rojizos miró a su psicólogo.

—Lo siento, no pude evitarlo.

—Sé que necesitas desahogarte. Hazlo aquí, ahora. ¿Quieres un vaso con agua?

—Sí, por favor.

Light se levantó de la mesa y se dirigió a la cocina, que se hallaba justo al lado del consultorio. Matt admiró un poco más el consultorio y pudo divisar un pequeño espectáculo. Había una pila de muchos que parecían cadáveres, era una pila grande, con forma de montaña. Encima de esa pequeña montaña había una muñeca rubia, algo parecido a la famosa  “Barbie”. Traía puesta—además de la ropa—una corona, y en sus brazos, un libro. ¿Acaso un niño o niña, pudo hacer eso?.

Light volvió de la cocina con un vaso de vidrio en sus manos, que efectivamente, contenía agua. Extendió la mano que tenía el vaso hacía el pelirrojo, el cual aceptó y con cuidado tomó un poco del líquido transparente. Como necesitaba ese líquido frío.

Dejó el vaso en la mesa y se aclaró la garganta, luego inspiró y exhaló, suspiró levemente y empezó a hablar.

—Esto está totalmente fuera de tema. —Dijo Matt mirando a Light— Aquella escena—volvió a decir mientras señalaba la pequeña montaña de muñecos— ¿Quién lo hizo?

—Oh, eso—contestó Light mientras volteaba para ver la pequeña montaña— lo hizo una paciente nueva.

— ¿Una niña? —Preguntó Matt—

—Algo así, tiene catorce años. —volvió a contestar Light, volviendo su mirada a Matt. —

—Ya veo.

—Matt, tienes que hablar con tu madre. —dijo Light, volviendo al tema principal— Si quieres, podemos hablarlo aquí, los tres. A lo mejor, aquí ella te cuenta porque no acepta que eres homosexual. ¿Quieres que hagamos eso?

No obtuvo como respuesta ninguna palabra, pero si un “Sí” con la cabeza.

—Bueno, en ese caso…—dijo Light— tú serás el que le dirá. La próxima sesión vendrás con tu madre y hablaremos los tres, ¿Qué te parece?

—Sí, esta bien. —contestó Matt con una leve sonrisa.

Al terminar de hablar, Matt se fue hacía afuera. Al ver que su madre aún no había llegado, le dijo a Light que iría al parque a refrescar su mente, el castaño solo asintió y lo dejó irse.

 

Ahora Matt se encontraba solo, sentado en una banca mientras admiraba el paisaje de un parque vacío. Era casi invierno y estaba oscureciendo, era razonable que los padres no trajeran  a sus hijos al parque. Se levantó de la banca y con unos auriculares puestos se dispuso a caminar por el parque.

Era tan pacífico aquel lugar. La claridad del atardecer lo hacía ver un lugar espectacular. Ver cómo el prisma dejaba que la luz blanca entrase a la atmósfera dando la ilusión de que el cielo era anaranjado, y que aquella pigmentación se reflejaba levemente en las pequeñas y verdes hojas de los árboles o de los pastos, parecía que le llegaban ganas de pintar un paisaje así.

Estaba tan concentrado en la bella imagen que sus ojos visualizaban, que no se dio cuenta de que iba a ser arrollado por un automóvil. Estaba parado justo en medio de la calle, si no fuese por alguien que lo empujó, no estaría vivo. Cayó sentado al suelo áspero e irregular de la superficie, vio como el conductor del auto le dijo unos insultos que no escuchó porque tenía los auriculares puestos, pero solo asintió y pidió disculpas. Luego de que el auto se fuera, alguien se acercó a él para darle la mano.

Matt ignoró aquella petición de ayuda y se levantó del suelo él solo. Miró a la persona que tenía en frente. Era un chico, definitivamente. Era alguien esbelto y más alto que él, a simple vista se le podían notas los músculos que tenía. Tenía cabello rubio y lacio, su cabello no era muy largo, pero era lo suficiente como para que pareciese el pelo de Willy Wonka. Tenía unos lindos hermosos azules zafiros, no tan grandes. Tenía la nariz respingada y los labios carnosos, además de la piel blanquecina que poseía. Él debía provenir de Inglaterra, aquellos rasgos faciales los conocía ya que él también era de ahí.

—Oye, ¿Estás bien? —dijo aquel muchacho rubio— Deberías estar atenta, ¡casi te matan!

—Disculpa, ¿Has dicho “atenta” con “a” al final? —preguntó Matt, medio desconcertado. —

—Pues sí…¿No eres una chica? —preguntó más sorprendido el chico de ojos azules—

—No, soy un chico. —contestó Matt con indiferencia y sarcasmo. —

—Oh, vaya, lo siento…eh…

—Mail Jeevas, dime Matt. —dijo Matt mientras le daba la mano para ser estrechada—

—Mihael Lawliet, dime Mello—contestó Mello con una sonrisa perfecta mientras estrechaba la mano con el joven pelirrojo— No quiero decir nada, ¡Pero hasta tu nombre es de chica!

— ¿Debería sentirme halagado u ofendido?

—Supongo que ambas.

Ambos se rieron. 

Notas finales:

¿Y y ? ¿Les gusto? :D —mueve la colita como perro— 

Bueno sí, la mamá de Matt es MADRE SOLTERA ,por si no se dieron cuenta (?)

Espero que les haya gustado, si es así dejen una review y nos vemos en la próxima!

¡Haasta luego! -feel like Lyragamer-


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