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Oscuro azul de medianoche por Gaaybriela

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 Casey, 8 años.

Un pequeño castaño sonreía mientras veía todos los estantes del supermercado, salió corriendo al pasillo de más feliz del mundo, con su amigo, el azúcar.

-¡Casey! ¡No te pierdas! -Gritó su madre en expresión falsamente preocupada

El niño se llevaba todo lo que sus manos eran capaces, aunque lo que más quisiese fuera alcanzar los cereales que estaban de la altura de un gigante… Lo que sería un gigante en un niño de 8 años.

Después de meter cosas como loco en una bolsa que hizo con su suéter improvisadamente, corría de nuevo por los pasillos en busca de su madre. Daba vueltas en su eje y mil vueltas en los pasillos pero no reconocía a nadie. Otra vez le habían olvidado.

Cansado, dejó lo que llevaba en el suelo, resignado a no comprar. Buscando al guardia de seguridad. No era la primera vez que pasaba, por eso de alguna manera se concentraban en buscar supermercados diferentes en cada ocasión.

El hombre viejo de aspecto cansado con el uniforme negro se agachó a su altura esperando que le diera una explicación, no es como si al oficial le gustaran los niños pero era su paga diaria al fin y al cabo. Casey busco en sus bolsillos hasta sacar el papel que Ioe le hacía llevar a todos lados, ponía el nombre de Casey, el de sus padres y su número de teléfono.

 Suspirando, el viejo se llevo al niño hasta la oficina de seguridad para llamar. Pasó como una hora y media cuando por fin alguien se digno a aparecer, no precisamente nadie que esperaba, era solo su tía, como siempre cada vez que se perdía.

El pequeño niño salto en sus brazos lloriqueando un poco, forzándose a sí mismo a no hacerlo mientras se sorbía los mocos. La mujer le dio dinero para que se callara un rato en lo que le llevaba a su propia casa y no con su desquiciada hermana a quien nadie engañaba con eso de dejarlo sin darse cuenta.

 

Casey, 9 años.

El timbre para entrar a clase siempre era bien recibido por el castaño, corría para llegar antes que nadie y poner una flor de esas que suelen tener los vecinos que creen que nos van a dejar picados por eso en la mesa de una niña tan tímida como un ratón. Se estuvo preparando mentalmente para el recreo »hoy es el día, hoy es el día« decía como un mantra.

Vaciándose los salones, el pequeño Casey tomó su merienda y se dirigió a la niña. Balbuceo todo lo que un niño puede balbucear hasta que la llevo al jardín trasero donde no había nada que a un niño pudiese interesarle.

Tomándole la mano pegajosa de jugo de manzana retuvo todo el aire que le fue posible y grito.

-¡Me gustas!

El ratón, digo, la niña su cubrió la cara con las manos, embarrándose el cabello de la sustancia pegajosa, negó con la cabeza en esa posición. Casey estaba planteándose en huir de ahí y hacer como que no ha pasado nada.

-Perdona –solloza- yo pensé –se sorbe los mocos- ¡qué eras una chica!

 

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Caliente y vaporoso. La tina estaba a rebalsar y yo casi desmayándome ahí, salí tirando los brazos por delante medio arrastrándome, me quede dormido en las baldosas del baño.

-AHHHHHHHHHH

Los escalofríos no abandonaban mi cuerpo, joder, lo peor es que estaba desnudo.

-Despierta, imbécil.

-¿¡Por qué me tiras agua helada a las –miré el reloj fijo en la pared- 3am?! –La risa de Ioe no mejoraba mi humor- ¿Por qué vienes a esta hora?

Me levanté tratando de calentarme, frotando mis manos por todos lados, tomé la toalla que me extendía mi primo sentándome en el váter. La gelatina no se mueve más que yo.

-Estaba soñando contigo –sonreí estornudando.

-Peleé con Santiago –Soltó al mismo tiempo.

-¿No se llamaba Jack? Lo conozco de menos de una semana y ya vienes contándome tus problemas amorosos.

-Sí, bueno –su voz ya estaba algo quebrada, tratando de mantenerse- también le dije que eras un chico.

Shock.

-¿Por qué? -atiné a responder, tenia sueño y dolor de espalda.

-Solo surgió, no es como si habláramos de ti...

-Llévame a la cama.

Levanté los brazos entrecerrando los ojos ya empezando a contar ovejas. No sé si estaba delirando pero sus orejas estaban rojas. Me tiró a la blanda superficie como un costal de papas y olvidé todo, sí, eso incluye mi desnudez.

Me desperté al escucharle hablar pero sin abrir los ojos.

-Jack dice que tengo un complejo contigo, porque te cuido, porque me preocupo por ti... Porque no dejo de molestarte –le salió un sonido de sorberse los mocos- Solo son excusas para dejarme... Yo lo quiero, Casey –me sacudió de los hombros-  No te duermas, ¡Ayúdame, hombre!

-Yo no sé de estas cosas, animal.

Le puse una mano en el cabello esperando calmarlo, lo que es un coñazo por que hizo lo contrario y se lanzó encima mío cubriéndonos a los dos con las sábanas.

-Vayamos a ver a la abuela mañana.

-Mañana tenemos clase, presidente –sonreí medio dormido.

 -¡JA! ¿Desde cuándo te preocupas por eso? –Reí, si no se callaba acabaría noqueándolo- ¿Qué soñaste conmigo?

-Recordé porque te quiero tanto….

Silencio.

El calor que emanaba del cuerpo de mi primo, lo protegía todo, tanto el pasado como el futuro.

Notas finales:

Le falta algo a ese fanfic, pero no sé el que... 

 

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