“-Kakaroto, por favor"- El príncipe estaba petrificado, conociendo tan bien a ese insecto lujurioso se cobraría la reacción del helado frente a todos. Por lo visto le encantaba ver su rostro mortificado porque el hombre no dejaba de sonreírle.
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-¡Feliz cumpleaños Papá!, sé que no te gusta esto pero es muy importante para mi mama y para mi ver que haces un esfuerzo por estar aquí con nosotros- Soltó Trunks emocionado mientras encendía con cuidado una vela en la cima del pastel. –Ahora tienes que apagarla y pedir un deseo- explico el niño a su padre.
Iban a cantar “feliz cumpleaños” pero la verdad a nadie le nacía recibir un insulto por parte del príncipe saiyajin, así que solo se limitaron a aplaudir y a secundar a Trunks con sus buenos deseos.
Aunque intento verse tranquilo, las miradas sobre él lo incomodaban demasiado. Levanto su pierna derecha para adoptar una posición más relajada en su asiento para así tratar de disminuir la extraña sensación en su trasero. Mala idea. El vibrador se hundió con más fuerza en su interior ahora apretado por las contracciones involuntarias de sus músculos. Un gemido trato de escaparse por su garganta nuevamente y en esta ocasión lo único que pudo hacer para disimularlo fue aclarar un poco su garganta.
-Papá, te ves extraño- dijo el niño con preocupación al ponerle atención al semblante colorado de su padre -¿te sientes bien?
Los demás miraban la escena con interés. A decir verdad el comportamiento de Vegeta los extrañaba aún más de lo normal. Parecía enfermo y daba la impresión de que en cualquier momento se desmayaría.
-Pero Vegeta, ¡estas ardiendo!- dijo preocupada la peliverde cuando toco la frente del guerrero y comprobar que las palabras de Trunks tenían razón.
-Tengo…tengo que…tengo que irme…ahh- era incapaz de continuar con esa humillación frente a todos. Con fuerza se apartó de la silla e intempestivamente salió volando con increíble rapidez hacia algún lugar desolado. Dejando tras de él la sorpresa y un desastre por haber tirado la mesa con su despegue. Kakaroto era el único que parecía tranquilo.
-Gokú, tienes que ir por el.- se dirigió a el Bulma con verdadera aflicción por el estado de su esposo –A ese hombre algo le pasa y es tan terco que no permitirá que ninguno de nosotros se acerque a él. Por favor, tráelo de regreso. Puede ser grave lo que le sucede-
-No te preocupes Bulma, yo me encargo de investigar que le sucede y traerlo inmediatamente de vuelta- dijo Gokú intentando calmar un poco a la mujer.
Puso sus manos en la cabeza y rápidamente desapareció, todo eso sin levantarse de su asiento pues era imposible que sus amigos no notaran su erección a través de la ropa.
-Ahh!... ahh!...mmhh…ahh- los gemidos del príncipe eran sonoros mientras volaba de manera errática sobre el desierto paisaje de las montañas naranjas que en más de una ocasión fueron escenario de sus entrenamientos con Kakaroto. Incapaz de seguir en el aire descendió rápidamente junto a la orilla de un pequeño y escondido lago el que a veces era testigo de sus impresionantes peleas con el saiyajin criado en la tierra. Apoyo sus manos y rodillas en el pasto y se quedó inmóvil gimiendo de manera audible al sentir con libertad el vibrador en su interior.
-ahhh…te…odio….ahh…Kakaroto…- fueron las palabras exactas al recordar al responsable de su “sufrimiento”.
-AHHHH!!! NO!!!! ¡¡¡¿¿¿PERO…QUE???!!!- el vibrador se agitaba con mucha violencia en su interior, era imposible, no había tocado nada por lo que era imposible que esa cosa hubiera subido por si sola la intensidad.
Su cuerpo temblaba por el placer, sus ojos estaban blancos y su mente no podía concentrarse en que era lo que sucedía. Todos sus sentidos estaban nublados por la intensidad del aparato removiéndose en su interior. Incluso su miembro comenzaba a doler demandando atención. Sus manos adquirieron vida propia y rápidamente desabrocharon sus pantalones, dejando su trasero al aire y exponiendo de manera obscena el enorme vibrador entre sus nalgas.
-¿Sabes que te ves exquisito cuando gimes así?-escucho la voz de Kakaroto frente a el quien lo veía con ojos lujuriosos que prácticamente lo devoraban con la mirada y esa eterna expresión de arrogancia en su sonrisa -Parece que necesitas ayuda…
—No…espera…— no pudo terminar su oración debido a que Gokú se acercó con rapidez y se colocó detrás de él, quedando apoyado sobre sus rodillas en el pasto.
Con su mano derecha sujeto firmemente el trasero del príncipe y con su mano libre comenzó a sacar lenta y tortuosamente el vibrador de su interior.
— ¡No lo saques! — grito de repente, asombrándose a sí mismo al entender como su subconsciente lo había traicionado al dejar escapar esas vergonzosas palabras de su boca.
Hubo un momento de silencio, el príncipe estaba demasiado concentrado en intentar controlar un poco sus gemidos (que estaba seguro que para ese momento ya se escuchaban como gritos) y Kakaroto verdaderamente se había sorprendido al escuchar la petición de Vegeta.
—Parece que a "alguien" le gustó mucho su regalo de cumpleaños— exclamo con orgullo el saiyajin de cabellos alborotados mientras movía en círculos el aparato dentro del trasero del príncipe, asegurándose de preparar adecuadamente al orgulloso saiyajin para lo que se avecinaba —no te preocupes, no lo voy a sacar. Mira…
Con cuidado lentamente fue introduciendo el grueso vibrador en su interior, intentando no lastimar al príncipe con un movimiento brusco. Para su sorpresa el aparato se movía con absoluta libertad, abriéndose paso con una facilidad increíble dentro de las estrechas paredes del príncipe.
Su cuerpo parecía poseído por alguna extraña fuerza que le impedía resistirse al placer provocado por un trozo de plástico y metal, aunado a eso tener a Kakaroto como único testigo de las sensaciones que ocurrían en su cuerpo y que estaba seguro lentamente lo estaba enloqueciendo a él también lo ponía aún más caliente (si es que era eso posible). Con desespero empezó a mover sus caderas para terminar de auto penetrarse con el vibrador, todo el tiempo sin dejar de gemir.
—Luces ansioso— señalo Gokú al sentir las embestidas que provocaba el príncipe al chocar buscando con desespero el vibrador— No te preocupes, yo te voy a ayudar a tocar el paraíso.
Tomo de la cintura al príncipe para acercarlo a él y dejar caer sus cuerpos hacia atrás, ambos terminaron sentados en el pasto. El príncipe recargaba su espalda sobre el pecho amplio de Kakaroto y él lo rodeaba con sus brazos de manera seductora mientras llenaba de besos la parte trasera de su cuello y mordía con lujuria el lóbulo de su oreja derecha.
Con un rápido movimiento, logro quitar el estorboso pantalón del príncipe dejando libres sus duras y bien formadas piernas. De igual manera, no le costó mucho trabajo desabrochar uno a uno los botones de su camisa para dejar al descubierto los erectos pezones del orgulloso guerrero quien se removía inquieto entre sus brazos sin oponer resistencia y dejando escapar suspiros con su nombre.
—Parece que después de todo, no necesitas mi ayuda— dijo con esa sonrisa socarrona que volvía loco al príncipe —Creo que tienes todo bajo control.
Si no hubiera sido porque para ese momento la lógica y su habilidad del habla lo habían abandonado, estaba seguro que hubiera matado a Kakaroto por jugar de esa manera con él. Abrió un poco sus ojos y balbuceo una palabra que seguramente era una grosería dirigida con todo su odio al saiyajin de cabellos alborotados quien soltó una pequeña risita al comprender cuanto deseaba el príncipe llegar al clímax de esa extraña situación.
—No te enojes, únicamente quiero que este día se quede en tu memoria como el mejor cumpleaños de tu vida y si para eso necesito que tu cuerpo literalmente explote de placer, créeme que lo haré—