—No te enojes, únicamente quiero que este día se quede en tu memoria como el mejor cumpleaños de tu vida y si para eso necesito que tu cuerpo literalmente explote de placer, créeme que lo haré—
Continuo mordisqueando el lóbulo derecho de su sensible oreja y de tanto en tanto le regalaba sensuales besitos para terminar de encenderlo (Si aún se podía más). Estaba seguro que si no se venía pronto, su erección comenzaría a dolerle y mucho.
—Ahh!...
—Tranquilo Vegeta, ahh… me encanta escuchar esos sexis sonidos de tu boca… respira...
Muy a su pesar, siguió a sugerencia de aquel hombre que estaba a punto de llevarlo a la locura (literalmente). Se removió inquieto intentando de alguna forma calmar el calor abrasador que expulsaba de su cuerpo.
—Vamos a convertir esos suaves gemidos en un largo y erótico grito... ¿listo?
Con un ademan brusco, sujeto la mano del saiyajin de oscuros cabellos para poder dirigirla hacia la entrepierna del necesitado príncipe. Inmediatamente busco en la bolsa de su pantalón el pequeño control daba órdenes al vibrador de seguir moviéndose en el interior de Vegeta.
Comenzó a dirigir el vaivén de la pequeña mano del príncipe, recorriendo de manera lenta y tortuosa la dura erección de su dueño al mismo tiempo que con cuidado recorría la piel del cuello con delicadas caricias de sus labios. Vegeta se estaba masturbando a su antojo, siguiendo el ritmo impuesto por la mano de Kakaroto sobre la suya.
Incremento la velocidad al recibir un aumento en los gemidos que se atoraban en la garganta del príncipe, y dejando lo mejor para el final, presiono la última velocidad de aquel enorme y grueso aparato que estaba seguro podía tocar aquel punto donde Vegeta se entregaba al éxtasis del placer.
— ¡Ahhhhh! ¡YA NO PUEDO! — Grito al sentirse incapaz de continuar soportando aquella embriagante sensación a la que estaba seguro ahora se volvería adicto.
Era demasiado: el vibrador sacudiéndose con una vulgar violencia dentro de él, los gruesos brazos de Kakaroto abrazándolo de manera posesiva, la mano del saiyajin de cabellos alborotados marcándole el ritmo y la enorme erección del hombre detrás suyo que se rozaba de manera notoria haciendo presión en su espalda.
El momento llego, sintió como sus pulmones aspiraban de manera desesperada por oxígeno, su vista se tornó borrosa cuando una sensación parecida a una descarga eléctrica recorrió sin piedad cada rincón de su cuerpo, las comisuras de sus labios dejaban escapar finos hilos de saliva y su rostro era bellamente coloreado por el carmín intenso que tanto le gustaba a Kakaroto.
Libero su semilla gritando con fuerza el nombre del responsable del mejor orgasmo de su vida (hasta ahora). Fue tanta la fuerza con la que salió disparada su esencia, que su cara quedo salpicada por un gran chorro de líquido blanco que le otorgaba un halo de sensualidad y erotismo que casi obliga al mismo Gokú a montarlo en ese mismo instante, no obstante, se quedó quieto sujetando con fuerza el cuerpo inerte de Vegeta el cual, yacía inconsciente respirando con dificultad a causa de las intensas sensaciones recién experimentadas.
Con cuidado, apago el vibrador usando el pequeño control remoto. Abrazo de manera protectora el cuerpo del príncipe y aspiro fuertemente su aroma, quedando embelesado por su olor. Lo amaba, estaba seguro. Sería capaz de hacer cualquier cosa por él, y quería que los labios de Vegeta no fueran capaces de pronunciar ningún otro nombre que no fuera el suyo.
Una lagrima bajo lentamente por la mejilla del príncipe quien cerraba los ojos con fuerza para impedir que otra escapara de sus ojos. Gokú se preocupó e inmediatamente se detuvo.
— ¿Vegeta? ¿Estas bien? — No hubo tiempo de recibir una respuesta pues sus labios fueron presionados con fuerza por parte del príncipe. Era un beso demandante, lleno de amor y que suplicaba por más de aquel hombre que había sido capaz de robarle el corazón para tal vez nunca más devolvérselo. Y no podía estar más feliz por ello.
—Por favor... por favor...ah... te necesito.