Capítulo 1: Paso a paso.
El viento casi cortaba la piel del Dios, a tal velocidad iba que tan siquiera podía distinguir los arboles, dio un rodeo a donde se encontraba aquel ultimo fantasma, para poder pillarle por la espalda.
-¡VEN, SEKKI!- grito Yato invocando a su tesoro divino
corrió hasta el, al mismo tiempo que la criatura se giraba, dispuesto a devorar al Dios.
-¡REND!- cortó a la mitad a aquel fantasma sin vacilar, ya no quedaban más. Había sido una noche dura, se distanciaron demasiado del templo y se perdieron de vuelta a el, la noche, y con ella, la oscuridad, habían ocupado toda la ciudad, lo que hizo que una docena de fantasmas anduviesen tras Yato y Yukine.
agotado, el ojiazul apoyo su espalda sobre uno de los arboles del bosque en el que se encontraban y fue bajando hasta sentarse, con la espalda aún apoyada.
-Yato...-musitó el shinki mirándolo desde arriba mientras recuperaba su forma humana.
El Dios, miro al rubio de reojo y sonrió. -No te preocupes, solo estoy un poco cansado-
-...¿quien ha dicho que este preocupado?de verdad, las manos te sudan demasiado, deberías ir a mirartelo, no es normal- dijo Yukine en tono burlón.
-¡ya estamos con lo mismo! tsk, no solo tengo que soportar tus pensamientos pervertidos, si no que también tengo que soportar esto- suspiro Yato
-¡N-no se a que pensamientos pervertidos te refieres!- trato de defenderse el mas joven con un leve rubor en las mejillas
-¿seguro? ¿quieres que te lo recuerde? fue cuando...- dijo el Dios intentando molestar al otro antes de ser interrumpido.
-CALLATE, ¡IDIOTA!- desvió la mirada que antes permanecía fija al mayor.
-¿¡Como que idiota?! el único idiota que hay aquí eres tú, idiota- contestó burlándose del rubio.
-¡YA,CLARO!, si no fueras un idiota, no tendríamos que dormir a la intemperie a las puertas de un templo- Yukine se cruzo de brazos.
- Ten paciencia, en un abrir y cerrar de ojos, tendré mi propio templo y miles de seguidores-Fantaseo el Dios- pero tu no dejas de darme problemas - suspiró.
- Ya...si no te sirvo para nada, soy inútil, ni si quiera soy humano, solo soy un muerto- el rubio susurró, casi inaudible, y con tristeza bajo la mirada, se sentía dolido, muy dolido, pero no por culpa de Yato, el lo sabía, pero quería desahogarse de alguna forma, era egoísta, también lo sabia, pero no le quedaba otra.
Hubo un silencio sepulcral, que al rubio se le hizo más largo de lo normal, ya que esperaba que el Dios contestara a su alocada contestación, cosa que no ocurrió y le extrañó, apunto de vocalizar algo, antes de que sus cuerdas vocales comenzaran a sonar algo le interrumpió.
-¿Tanto deseas irte..?- miro al rubio muy seriamente, si las miradas matasen, esa sin duda, seria letal.
-¿Q-qué?- el rubio casi petrificado por la respuesta del otro retrocedió un paso al ver como Yato se levantaba con algo de dificultad.
-Dime..Yukine, ¿tanto detestas estar a mi lado?-
Ambas miradas se cruzaron, los ojos azules de yato penetraban el interior de los ojos carmesí del rubio, paso a paso, el Dios se acercaba a el, sin articular palabra, solo mirandole, Yukine trato de retroceder, pero como si pudiera leer sus pensamientos, el mayor cogio del brazo al muchacho y lo empujo hasta un árbol cercano, acorralándolo, el aire se volvió pesado, y el rubio se sentía de lo más incomodo trato de librarse del agarre del otro pero toda la fuerza que hacia era en vano, el joven, ruborizándose más por momentos al notar la cercanía del ojiazul, desvió la mirada.
-N-no es que seas detestable..solo que...- cada vez estaba más cerca, casi sus narices rozaban la una con la otra,¿¡ que cree que esta haciendo Yato?! penso el rubio.
-Tal vez puedo hacerte cambiar de opinión...- el joven Dios se relamió los labios, tal vez, ni si quiera el era consciente de lo que estaba haciendo, en innumerables veces, había pensado que el muchacho era de buen parecer, pero nunca se le había pasado por la cabeza el hacer ese tipo de cosas, no por que sea un hombre si no por el hecho de que era su shinki.
Poco a poco Yato se iba acercando más,las respiraciones de ambos chocaban, yukine, cada vez estaba más nervioso, miles de cosas pasaban por su cabeza, al contrario que Yato, el cual parecía estar tranquilo, los segundos parecían horas,poco a poco, poco a poco, cada vez más cerca, el joven cerro sus ojos con fuerzas, el dios solo dejo caer sus parpados en el mismo instante en el que sus labios rozaron los del muchacho, fue un beso, sencillo, simple, para yato tal vez uno más, para yukine, el primero, ruborizado hasta las orejas, negándose a abrir los ojos, ¿como le miraría a la cara? ¿ que es lo que pretende? y cientos de preguntas como esas recorrían la cabeza de Yukine. Pasaron los segundos,el rubio, al no notar movimiento, abrió los ojos que para su desgracia, fue para encontrarse con unos azules, profundos como el cielo, el rubio quiso correr, gritar, salir de ahí, no por que estuviera enfadado, ni tampoco por que le hubiera disgustado aquel acto, se podría decir que hasta le había gustado, quería salir de ahí de la pura vergüenza que sentía.
El ojiazul, dejo de hacer presión sobre el brazo de su compañero, para deslizarla hasta sus mejillas ruborizadas, las cuales acaricio con delicadeza, sin más dilación, procedió a atacar de nuevo los labios de su compañero, sus labios se volvieron a fundir, pero esto no fue un mero roce, al cabo de los segundo, el dios quiso profundizar el beso, mordió el labio inferior de el rubio para que abriese la boca, acto seguido le volvió a besar, introduciendo poco a poco su lengua, el muchacho, comenzó a zarandearse, pero al ver que yato no paraba se resigno, sujetando las mangas con fuerza del chandal del Dios.
Yato, exploro cada rincón de la boca de su compañero, casi cuando el joven comenzaba a seguirle el beso, el oxigeno comenzó a faltar, obligando al ojiazul a separarse del rubio, un hilo de saliva aún unía sus bocas, el cual yato rompió al separarse por completo.
Yukine, totalmente rojo, se llevo los dedos a los labios, y desvió la mirada al suelo, todavía no se podía creer lo que acababa de pasar, miro, por un instante Yato, el cual se encontraba de espaldas, un silencio se volvió a crear, este tal vez sea más incomodo que aquel ultimo.
-Yukine...volvamos al templo antes de que las pocas farolas que hay se apaguen- dijo el ojiazul llevándose las manos a los bolsillos.
- eh..s-si- respondió el rubio, alcanzando al Dios hasta ponerse a pocos pasos de el.
Poco a poco, paso a paso, caminaron por el bosque, por donde vinieron, atraídos por los fantasmas.
La noche apenas acababa de comenzar y ellos tan solo habían probado un poco de lo mucho que les quedaba por probar.