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Solo me hace amarte más por devilasleep11

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Notas del capitulo:

Bueno como dije, comenzaré a subir dos capis por semana (O trataré de hacerlo... :3)

Lamentablemente se supoía que debería haber actualizado ayer peeeeero.... tuve algunas complcaciones y por eso subo hoy y ademas bastante tarde hahah xD

De todas formas puse lo mejor de mi en el capítulo... ESPERO QUE LES GUSTE!!!! >0<!!!!!

Capítulo 14: "Demonios bajo una nube"   I

 

Mientras uno más quiera ser otros, más se parece a uno mismo.

 

Ingrávidamente, su mirada flotó por los aires y cayó sobre la espalda de aquel con quien había pasado la noche.

 

Era bastante sensual, de sus hombros de huesos anchos caía delicadamente entre los relieves de sus músculos su piel clara, ésta se abreviaba en una cintura, le dieron ganas de pasear su lengua por esa espalda que no había podido saborear durante la noche.

 

La sábana blanca cubría su cuerpo hacia abajo.

 

Le inspeccionaba secretamente, él tenía un cigarrillo prendido entre los labios, el humo ocultaba su cara. Tan vacío, tan increíblemente vacío.

 

Él se gira y le mira. Quiere observarlo a la luz tenue de la lámpara en el velador. Quería ver frío y magnífico, sin saber quién es, sin saber cómo llegó hasta allí, una presa tan lujosa es de otra alcurnia, de otros brazos, una presa tan digna de banquetes de reyes y príncipes no merecía pintar con su cuerpo y algidez las sábanas de su cama.

 

Sin embargo advierte como sus ojos ele observan y se siente estremecer. Por alguna extraña razón no reflejarse en esos lagos congelados era abrumador, saber que en ellos no hay más que un enorme agujero negro que solo absorbe y no da nada le atemorizó. Quizá ya le había devorado, quizá donde le llevaría.

 

-          ¿Te desperté? – Dijo sacándose el cigarro de la boca. El moreno de ojos plateados resopló sobre la almohada y acomodándose entornó los ojos pero su mirada no le merecía, por eso le esquivó. El sujeto se volvió a estremecer.

 

Su cuerpo acanelado descubrió que entre esas telas sin color no tenía nada que hacer. Se fue levantando poco a poco, hasta quedar sentado al lado del sujeto del cigarrillo, aun no le daba la cara no había necesidad.

 

Finalmente se terminó levantando.

 

El sujeto no sabía qué decirle le dejó ir a donde quisiera. Era tan extraño verle caminar atreves de la habitación completamente desnudo sin pudor alguno. Paró sus pasos en el umbral. El sujeto en la cama volvió a acercarse el cigarrillo a la boca.

 

-          Me daré una ducha… - Dijo monótonamente.

 

-          ¿Huh? Cla-claro.

 

Entonces salió de la habitación y entró en el baño.

 

El reloj a lado de la lámpara marcaba que eran pasadas las cuatro de la mañana. El sujeto expulso el humo del cigarro y cerró los ojos.

 

Cuando vio a ese moreno en la barra de bar no esperó que aceptara irse con él. Pero aun así se aventuró y terminó ganando. Lo llevó a su departamento, le ofreció algo para beber, él aceptó sin ganas, conversaron unos cuantos minutos hasta que la farsa sucumbió entre los grados de alcohol en la sangre de ambos. Se fueron a la cama entre besuqueo y besuqueo. Vaya que su boca era deliciosa y entrenada.

 

Sinceramente le hubiese gustado estar con aquel moreno desconocido por más que dos rondas, era de esos extraños casos que saben llevar al cielo a cualquiera.

 

Los minutos fueron pasando uno tras otro tomados de la mano y el chico no salía de baño, comenzó a preocuparse. Dirigió sus pasos al baño y golpeó la puerta. Nadie contestó.

 

Dejando entonces de lado el pudor de ver como el vapor forme nubes a su alrededor, mientras las gotas traviesas nacieran de la regadera para caer por su cuerpo, deslizarse tranquilas y hambrientas por devorar un poco de esa piel adictiva, para morir sin esperanzas pero felices de haberle rozados y se desparramarían en el suelo de la bañera.

 

Sin embargo cuando entró no vio más que un cuarto vacío. Entonces, después de abrir los ojos desmesuradamente  soltó una pesada carcajada.

 

-          Vaya… Que desperdicio.

 

En ese momento Trafalgar Law se encontraba ya a unas cuadras con la ropa de ese chico. Agradeció que le quedara bien, aunque algo suelta.

 

Las luces de la ciudad le iluminaron la cara tenuemente. Que fastidioso.

 

¿Por qué, a pesar de que busco una buena presa esa noche, esa sensación de malestar no salía de su pecho?

 

Miró el cielo, tratado de buscar la luna pero estaba completamente nublado. Claro Ace le había dicho que unas noches atrás había tratado de mirar el cielo y no halló más que nubarrones.

 

Entonces bajó la mirada y añoró un poco de tranquilidad de una vez por todas.

 

Se sentía un idiota. Todo eso era su culpa, si tan solo le hubiese dejado tirado el día en que lo conoció lo más seguro es que a esa hora se encontraría en un departamento leyendo mientras Ace entrecierra los ojos para no quedarse dormido y no perderse su programa favorito y Luffy roncara a su lado dejando que un hilito de saliva derivaba sobre el hombro desinteresado de su hermano.

 

La molestia en su pecho se acrecentó considerablemente. Y entonces pensó en que si tan solo no hubiese leído esos mensajes estaría entonces en la casa de aquel de quien se sintió dueño y señor. Por dios como se sintió de humillado e ingenuo cuando descubrió que en verdad todo era su imaginación.

 

Inclusive se sintió aún más humillado cuando se dio cuenta de que aquel por el que se sentía e esa forma en verdad nunca le prometió nada ¿Cuando había sido el minuto en que había pensado lo contrario?

 

Ah… Ya lo recordaba, fue cuando esos labios asfixiantes le dijeron al oído envenenándolos y saturándolos de una promesa vacía ¿Que era especial? Mierda solamente.

 

Volvió a sentir ese malestar tan insoportable, junto con un ardor que le quemaba hasta la garganta. Sintió por primera vez en la vida esas ganas de gritar y destruir el mundo. Por alguna razón que no quería se sentía celoso.

 

Celoso de sus sentimientos, celoso del mundo, celoso de la vida, celoso de las parejas que a esa hora en donde no se distinguía si era momento de dormir o despertar, ese limbo de las cuatro de la mañana, esas parejas no sabían apreciara melancolía de esa hora, ellas eran felices o por lo menos aparentaban serlo. Por eso se sentía celoso de ellas. Más que celoso enrabiado.

 

No quería aun ir al departamento. Ver a Ace y tener que mentirle, tener que fingir que todo estaba bien, aunque supieran que así no era le molestaba aun más que los estúpidos sentimientos que hacían que su cuerpo reaccionara de manera anormal.

 

Suspiró, con el frío que hacía su suspiro formó humo que subió lentamente hasta desaparecer. Parecía que estaba fumando.

 

Aferró más a manos a los bolsillos esperando que se calentaran. Una fría mañana, de seguro que al día siguiente haría un frío  abrumador también, ese invierno estaba llegando tan  temprano que ya ni otoño alcanzaba a hacer gala.

 

-          Maldición – Soltó de improviso, unas chicas que pasaban por su lado le miraron intrigadas, al parecer su tono de voz fue aún más alto del que creyó.

 

Decidió ir vagando por ahí.

 

Ah… el aire frío le encantaba, esa forma en como las mejillas comenzaban a arder una y luego se entumecían, a forma en como sus manos se agarrotaban, la forma en como su cuerpo se estremecía ligeramente tratando de entrar en calor.

 

Era tan ilógico que llegaba a ser divertido.

 

Cualquiera que lo viera así al pasar diría que se ve mejor que nunca que inclusive sus ojeras que cualquiera diría que se habían quedado permanentemente debajo de sus ojos ya no se marcaban de esa forma… Tal vez sea por las noches completas que dormía en casa de otras personas.

 

A veces solo eso bastaba, un buen sueño para quitare de encima esos malestares tan fuertes en el pecho, en la mayoría de los departamentos en los que se quedaba a lo más dormía y si el tipo o tipa era demasiado insistente dormía con ellos, pero de una ronda no pasaba.

 

Esa vez había sido la excepción de su racha de perversión.

 

El sujeto era verdaderamente guapo y su cuerpo parecía esculpido a mano. Pero cada vez que paseó las manos por ese cuerpo sintió que algo le faltaba, ese no era el cuerpo que esperaba, ni la forma que necesitaba, ni mucho menos el deseo desbordante que añoraba.

 

¿Por qué molestaba tanto? ¿Por qué simplemente no podía olvidarse de las noches que pasaba con ese idiota egoísta y egocéntrico y disfrutaba de un buen polvo?

 

Quiso dejar que el frío le llevara y así lo hizo. Finalmente terminó volviendo a su departamento, Ace y Luffy estaban desayunando.

 

-         

 

-         

 

-          ¡TORAO! – El pelinegro menos dejó que la comida resbalada por sus manos y se tiró a Trafalgar, aunque no le botó al suelo.

 

Ah… Era cierto ¿Hace cuánto que no volvía a casa? No se acordó.

 

-          Luffy… - Dijo Ace levantándose lentamente, Luffy dejó de apretujar tanto a Law y miro a su hermano, Trafalgar también lo hizo, el tono de hace se escuchaba algo serio. Extraño en él.

 

-          ¿Mmm?

 

-          ¿No dijiste que Ussop te estaba esperando en la estación?

 

-          ¡¡CIERTO!! Pero es que hace tiempo es que no veo a Torao…

 

-          No te preocupes Luffy – Dijo con una sonrisa, Trafalgar sintió que una cascada helada caía por su espalda – Law estará aquí cuando vuelvas. ¿No?

 

-          ¿De verdad? – El menor de los D le miró con ojos de corderito y le apretujó aún más – ¿Lo juras? – Maldita sea ¿Cómo negarse a esa forma de perder las cosas? Fulminó con la mirada a Ace quien sonreía permanentemente.

 

-          S-sí… - dijo en un suspiro. Ace lo sabía, nadie podría resistirse a esos encantos de Luffy.

 

-          ¡Bien! Entonces me voy… Dijo dirigiéndose a la cocina.

 

Agarró la medialuna que había dejado a medias cuando vio a Trafalgar, luego se puso una chaqueta oscura cuando Ace lo llamó con voz de reproche, se echó las llaves al bolsillo de la chaqueta y sonrió para tratar decir adiós, pero su hermano dejó que la sonrisa de Luffy aun no intimidara al sol que comenzaba a salir.

 

Pasó por su cuello una esponjosa bufanda que de tanta vuelta le tapaba la mitad de la cara.

 

-          Ace… - Dijo como un niño berrinchudo – No hace tanto frío…

 

-          Sí, sí, lo que tú digas… - Ace le ignoró y le tiró fuera del departamento y cerró la puerta, luego volvió a abrirla para tirarle un par de guantes.

 

Cuando el pecoso volvió hacia donde se suponía que estaba Trafalgar se sorprendió que estuviese allí, tampoco en la sala, resopló harto de todo aquello. ¿Hasta cuándo iba este idiota a comportarse como un desconocido?

 

Dirigió sus zancadas hasta la habitación del moreno, la puerta estaba abierta y él estaba tirado cuan largo era sobre la cama, hojeaba lentamente un libro que estaba a su lado.

 

-          ¿Qué quieres?

 

Ese tono monótono de nuevo…

 

Ace suspiró y entró. Sabía que cuando Trafalgar usaba ese tipo de tono es que algo ocultaba, no es como si quisiera  esperara que Law soltara todos sus problemas a la cara como nada, él tampoco haría con los suyos, pero de toda formas quería hacer algo por él. Por lo menos que dejara de salir a lo loco, a ese paso quizá que le llagara a pasar, a ese paso quizá Law esperaba a que algo le pasara.

 

-          Nada…

 

Law le miró. En cierta forma sentía que estaba en problemas también, aunque diferentes, él sabía que algo también le ocurría al pecoso pero no quería que se viera en ese momento en donde sus malestares estaban en su apogeo.

 

Se quedaron en silencio. Últimamente eran tan recurrentes esos silencios desleales con uno mismo pero no incómodos.

 

En cierta forma era una buena idea ignorar los sentimientos de su compañero de departamento pero una vez comienzas no puedes evitar sentirte algo desgraciado, siempre cuesta un poquito comenzar a sentirse de esa forma.

 

Ace avanzó lentamente y se sentó a los pies de la cama. Trafalgar le dedicó por primera vez en todo ese momento la mirada directamente a los ojos.

 

-          Vaya mentira… - Dijo sonriendo y desviando sucintamente la mirada, los ojos de Trafalgar le daban escalofríos, como cuando se conocieron.

 

Law no contestó, la verdad es que no estaba dispuesto a ceder, pero el silencio se volvía muy insoportable mientras los segundos sonaban en los relojes del departamento.

 

Finalmente Ace suspiró y entrelazando as manos apoyó los codos sobre los muslos y escondió la cabeza entre los hombros.

 

-          Esto no está bien… ¿Sabes? La vista del cielo desde tu balcón es bastante bonita… Me hizo reflexionar sobre varios de mis problemas.

 

-          ¿De verdad? – De vuelta el tono uniforme, sin vida. Un poco enfadado se dio vuelta a mirarle, parecía un maldito círculo vicioso, le miraba y bajaba la mirada y en seguida sentía ganas de dirigirla hacia su cara nuevamente.

 

-          ¿Podrías dejar de hacer eso?

 

-          ¿Qué te ocurre? – Esta vez por fin el tonito había cambiado aunque ahora se escuchaba molesto.

 

-          ¿Que “qué me ocurre”? Bueno pues nada solamente que resulta que últimamente he estado pasando por muchas cosas… ¡Tengo un lío en la cabeza…! - Ace estaba al borde del grito.

 

-          ¿¡Y qué parte de eso es mi culpa para que me hables así!?

 

-          Ninguna, pero me molesta… ¡También estás mal! Mírate sales de juerga todas las noches y hay días en los que ni vuelves…

 

-          ¡Eso no es de tu incumbencia!

 

-          ¡Claro que sí! Me preocupo por ti… Luffy también lo hace…

 

Ambos se mantuvieron callados ordenando sus pensamientos… Tanto grito estaba comenzando a calentarles aún más. Para volver a la calma Ace volvió a la posición inicial y resopló.

 

-          Marco ha estado detrás de mí todo este tiempo ¿Sabías? No, no creo que lo sepas has pasado demasiado tiempo tratando de autodestruirte… - Law abrió los ojos un poco, por dentro estaba sorprendido. No esperaba que Ace le diera rienda suelta a ese tal Marco para que se acercara.

 

-          Y qué esperabas... No es como si te hubieses acostado con él o algo… - Realmente no sabía qué decir y dijo lo primero que le vino a la cabeza, extraño en él, pero en ese momento no le importaba nada.

 

-         

 

-          ¿...?

 

-          ¿Y s-si casi lo hubiese hecho? – Murmuró, apretó con fuerza las manos tanto que Law pudo ver cómo éstas se ponían algo rojas.

 

-          ¿Eh?

 

-          Marco y yo… N-no entró en mí, pe-pero…

 

Oh mierda…

 

¿Cómo se atrevía con todo lo que le ha hecho?

 

La mandíbula de Trafalgar se tensó… Ya era demasiado tiempo que no hablaban con la verdad, hace mucho que no desnudaban el alma y ya la ropa comenzaba a quemar como ácido corrosivo.

 

-          Me odio…

 

-          No deberías, la bolsa de mierda es él.

 

-          Puede que sea verdad, pero…

 

-          ¡No me digas que sientes pena por él o algo así! – Law comenzaba a levantar la voz más de lo que siempre lo hacía, Ace cerró los ojos - ¡No puedes simplemente perdonarlo! Maldición, espero que le hayas roto todos los huesos por hijo de puta… Se merece que…

 

-          ¡Me gustó!

 

¿Qué había dicho?

 

-          Me gustó… - dijo nuevamente pero esta vez a penas se escuchó, le dio la cara a Law nuevamente, ésta se veía inmersa en un extraño sentimiento –. Yo… Sabes que me encanta salir contigo y buscar una pareja decente y linda, sabes que me gusta dominarles, sabes que me encanta… Pero esa vez… A pesar de que pataleaba y lo maldecía, a pesar de que me tenía las manos atadas, a pesar de todo sentí más placer que con cualquiera con quien lo haya hecho… Solo fueron sus manos tocándome descaradamente, su boca lamiendo, besando, mordiendo pero yo… 

 

Aunque se veía claramente alterado su voz no estaba quebrada ni nada por el estilo, después de todo no puedes luchar contra un nudo de garganta que no está allí

 

Law suspiró.

 

-          Y eso no es todo… He caído… - Otra pausa – Hubo… Alguien quien dejaba ciertas notas para mí en mi mochila, eran bastantes y en cada una me decía diferentes cosas, hasta había algunas que tenían un dibujo tierno un corazón  - Sonrió – Llegué a pensar que era una chica… Pero resultó ser él…

 

-         

 

-          Yo, me alivié cuando supe que era él…

 

-          Ace… - Law iba a posar su mano sobre el hombro de ser amigo, pero no lo hizo. No era tan hipócrita como para tratar de consolarlo cuando en realidad no tenía ni idea que decirle, además sabía que Ace no esperaba ningún apoyo así de su parte.

 

-          Bueno… te conté que es lo que me pasa, deberías hacer lo mismo ¿No? – Law se estremeció.

 

-          No hay nada que decir…

 

-          ¿Cómo es eso? Si has estado tan mal desde hace días… Entonces qué pasó con el muchachito pelirrojo, hace mucho que no sé nada de él – Trafalgar entrecerró los ojos.

 

-          Mientes…

 

-          ¡No miento!

 

-          Claro que sí, arrugas la nariz cuando lo haces…

 

-          ¡No la arrugo! ¡Y quién se fija en esas cosas! De todos modos no cambies el tema – Sabía que Law trataría de evadirle. Esta vez le sorprendió al responderle.

 

-          No lo he visto desde hace mucho… Tal vez un mes, quizá más.

 

-          Oh… ya veo - Sabía que desde hace mucho que no se veían era más que obvio, esa especialidad de Trafalgar Law de no de decir más que lo necesario le molestaba.

 

-          Además… - continuó, Ace puso más atención – Nada importante, el idiota tiene novia eso…

 

-          ¿Eh? ¿Sólo eso?

 

-          ¿Cómo que sólo eso?

 

-          Bu-bueno es extraño, a ti nunca te ha importado realmente si tu acompañante de alcoba tiene o no pareja…

 

-          Eso… no es… tan así… - ¿O sí?

 

Era cierto. ¿Desde cuándo le importaba si la persona del polvo otro tenía o no pareja? ¿Desde cuándo que le dijeran que era una persona especial causaba estragos en su vida? Hubo personas que le dijeron cosas aún más románticas y comprometedoras que eso pero, siendo sincero nunca le tomó mayor interés

 

Por su parte Ace estaba un poco sorprendido. Por un lado se asombraba de que el moreno frío de ojos plata que trataba a todos los que no fuesen cercanos como insectos por primera vez se sintiera confundido por una persona. Y por otro lado le asombraba lo lento que era.

 

Cualquiera que lo mirara ahora diría “Vaya Trafalgar se ha enamorado de pies a cabeza”. Ese sonrojo tenue, la forma en como mordía su labio preocupado tratando de encontrar un buen argumento que desbaratara el gran problema al cual Ace le había dado acceso y no quería ver.

 

-          Yo… No quería meterme en problemas luego… Es sólo eso – Terminó diciendo no muy convencido de sus palabras.

 

Tal vez  para Law el muchachito se había vuelto importante, aunque no quisiera admitirlo. De seguro que en ese momento lo que sentía realmente era humillación por saber que no era dueño por completo de esa persona.

 

El pecoso quiso darle un consejo, pero por mucho que tratara no podía decirle nada si es que todavía no se daba cuenta de que en realidad el pelirrojo si era importante en su vida. Tal vez todas esas salidas tan alocadas y salvajes, tal vez esos comportamientos extraños no eran más que una defensa hacia sus propias conclusiones lógicas.

 

Ace llegó a una conclusión: Law no quería darse cuenta de nada.

 

Quizá lo mejor que en ese momento podía hacer era decirle cómo actuar, decirle con todas sus letras los sentimientos que no afrontaba. Pero conociendo a Law no serviría de nada, si no era él mismo quien daba con la respuesta no creería una palabra.

 

-          Ya veo…

 

Fue entonces cuando la conversación terminó.

 

Ace dijo que tenía cosas que hacer aquel día y que no llegaría si no entrada la noche. Le pidió a Trafalgar que se quedara y cumplirá su promesa con Luffy. Después de todo él era el que más se preocupaba con sus ausencias. Sin embargo Trafalgar no aseguró nada.

 

Unos veinte minutos más tarde Ace estaba en la puerta despidiéndose y diciendo que el almuerzo estaba en la cocina, solo bastaba calentarlo. A Trafalgar no le dejaban usar la cocina, la última vez hubo que llamar a los bomberos y a la ambulancia para que desintoxicaran a Ace que había probado lo preparado. 

 

La tarde pasó sin penas ni glorias, estaba bastante entumecido ya para querer seguir pensado en lo que sea que fuera. Había pensado bastante durante todo el tiempo que estuvo solo, sólo los libros que le rodeaban podían alejarlo un poco de la realidad, porque quería escapar de la realidad. ¿O no?

 

No iba a negar que extrañaba a Eustass Kid, le añoraba, quería que volviera a pasear su lengua insatisfecha por su cuerpo, que le quemara con esas manos de fuego, quería aferrarse a sus cabellos mientras marcaba el ritmo de un exquisito chupeteo constante. Quería que volviera.

 

Pero en seguida pensaba ¿Era sólo eso? ¿Extrañaba a Kid por los buenos ratos en la cama?

 

Claro, no es como si tuviesen tiempo para ser románticos o algo, eso no iba con ellos… o eso creía. Aunque se engañaba. Después de todo cada vez que se veían era sólo cuestión de tiempo para que sus cuerpos explotaban en pasión.

 

Todavía recordaba como sus músculos se tensaban y relajaban mientras atacaba a todos esos idiotas la primera vez que le vio, se tensaban de la misma forma que lo hacían cuando sabía que estaba por acabar y mordía su labio con una cara que decía claramente: “Tan malditamente delicioso”.

 

Tan benditamente delicioso.

 

Trafalgar sintió como se encendía de a poco.

 

Pero no era únicamente eso, aun recordaba cómo se sonrojaba cuando era él el tocado y no al contrario. Cuando recorría su cuerpo níveo y le daba una probada de cielo, cuando debía hacer una posición embarazosa para que tomara su cuerpo. Esa había sido la primera vez que su amante dominante se dejaba dominar también. Mordió el interior de la mejilla cuando sintió las falsas manos de la soledad quemarle en las entrañas.

 

No era sólo eso, también estaban aquellas veces en las que sonreía, en las que se enfadaba, en las que hacía desayunos o almuerzos, en las que con un tierno sonrojo le miraba en secreto mientras se hacía el dormido. Todo eso también le enternecía el alma.

 

¿Es que no sólo ansiaba su cuerpo?

 

Claro que no, hace mucho que había dado con la respuesta de que Eustass Kid era especial en su vida, que era alguien de quien tenía que tener cuidado porque era una pieza especial en potencia. Una pieza única.

 

Por dios como se sentía de bien creer que era dueño y señor de aquel cuerpo tan bien formado, de esa sonrisita victoriosa e infantil, de esas reacciones endiabladamente juguetonas, de esa boca irreverente, de esa aura desinteresada, de esos ojos bastos y culpables. Adoraba sus ojos.

 

¿Cómo resistirse a esos ojos de vencido? ¿Cómo resistirse a su lluvia desnuda y dorada? ¿Cómo resistirse al mundo que ellos mostraban?

 

Pero ellos ya tenían a alguien… ¿No? ¿Era eso lo que le molestaba? Al parecer sí.

 

Ya cansado decidió prepararse un café pero cuando estaba a la mitad cayó dormido en el sillón. Ya eran cerca de las cinco y media de la tarde.

 

Soñó que viajaba o que volaba no lo sabía bien, solo que sentía que iba de aquí allá solo con desearlo, soñó que era libre de cualquier atadura.

 

Pero luego se sintió ser atado ¿Cómo? Tampoco lo sabía, pero se sintió presionado, muy presionado como si las cadenas imaginarias le aplastaran.

 

~ ¿Fue bueno mientras duró? Dime Trafalgar… ¿Era bueno? ~

~ ¿Recuerdas porque te dije mi nombre? Ah si… lo recuerdas… ~

~ Para mí también era bueno… pero ya sabes cómo son las cosas… no eres el único. ~

~ No fuiste nadie especial ¿O sí? ~

~ Dime Trafalgar para ti… ¿Fue realmente bueno mientras DURÓ? ~

-          Claro, fue realmente bueno…

 

Trafalgar despertó agitado ¿Qué había sido todo eso?

 

Vaya sueño más extraño. Esa voz, tan distorsionada, tan rencorosa, tan ingrávida e insensible. ¿Era esa acaso la voz de Kid?

 

Miró a su alrededor, el sol ya se había puesto y la sala estaba a oscuras. Sintió el miedo bajarle por la espalda. La taza y el café estaban más que congelados. Hacía un frío horrible.

 

Miró a su alrededor. A parecer Luffy aun no volvía.

 

Bueno no era como si fuese a cumplir semejante promesa ridícula. Sonrió al recordarlo y paseó su mano por la cara, ahí se dio cuenta que esta temblaba ligeramente.

 

Al percatarse de ello un profundo malestar le apretujó el corazón. Más que malestar parecía daga incrustándose hasta lo profundo de su pecho atravesado el ventrículo y dejando que su músculo cardiaco se desbordara de sangre.

 

Sintió miedo por primera vez en mucho tiempo, sintió miedo de lo silencioso y oscuro, sintió miedo de las negras malezas que amenazaban con devorarlo, sintió miedo de su respuesta.

 

“Claro, fue realmente bueno”

 

¿A quién quería engañar con esa patraña?

 

Cierto. A sí mismo.

 

Dejando de lado todo aquello que lo amarraba a los sentimientos agarró sus cosas y huyó, lejos del tiempo, del silencio, lejos del espacio.

 

Lejos de todo.

 

No quería estar en esa sala solitaria, no quería que la soledad lo devorara. Desde hace mucho tiempo que no se sentía solo en el mundo como en ese momento y aun así no se atrevía a darse la respuesta que sabía que calmaría su ser porque era la más lógica.

 

Tomó su chaqueta una bufanda, sus llaves y el celular y salió a los brazos de la noche esperando que ella le consolara y le mintiera, la noche era una mitómana experta.

 

A penas la luna se comenzaba a coronar en el cielo, el cielo aun no se tornaba azul oscuro, parecía que iba a ser una noche despejada a pesar que todo el día estuvo nublado y frío. Los vientos de la tarde de los que no se había enterado siquiera, había empujado a las nubes.

 

Vagó por calles y vagó por callejones. Tratado de olvidar todo lo que le estaba sucediendo, olvidar recuerdos, olvidar incluso sus sueños.

 

Para un hombre que aun no es lo suficientemente maduro olvidar un sueño es como pedirle que olvide el alfabeto, aunque a veces este no basta para muchas cosas y traicionar a quien trata de darse a entender en temas del corazón. Esto mismo le pasaba a trafalgar.

 

Se había atrevido a pecar contra Morfeo y había desperdiciado sus manos mágicas que le hacían vivir lo que su interior gritaba, lo que su interior añoraba.

 

Ya cansado de tanto pensar se paró frente un pub. La música llegaba fuerte, las parejas libertinas entraban como si nada, a nadie le importaba quién era el otro ni mucho menos el sexo, el ambiente gritara “Diviértete con nosotros te daremos placer sin necesidad de identificación”.

 

Decidió entrar. Eran las nueve veinte aproximadamente.

 

Cuando entró se pasó media hora en la barra que tenía el lugar, habló un poco con el barman que al parecer era bastante callado, además de que su apariencia era de lo más extraña, parecería que había recién salido de la tumba con ese cabello largo y azulino y su boca cosida, habar de su ropa estaba de más.

 

A principio tomaba no que otro trago duce, luego fue pasando por el whisky y terminó con un vasito de aguardiente entre las manos. Quería olvidar todo esa noche.

 

-          Si sigues así lo único que terminaras consiguiendo será un coma etílico en vez de olvidar el porqué de tomar tanto… - dijo a su lado una voz un tanto profunda, misteriosamente melodiosa.

 

Miró a quien se había atrevido a habar y más aun darle una orden, aunque en realidad no era más que una sugerencia amistosa.

 

El sujeto balanceaba lentamente un manhattan casi acabado. Hubo algo que le llamó mucho la atención del hombre que estaba sentado a su lado, además de su altura, su níveo color de pie, casi tan pálido como el pelirrojo que trataba olvidar, se sorprendió también porque en cosa de cuerpo si bien le faltaba para ser de su arado no se quedaba atrás, por lo menos la polera oscura que traía se amoldaba bien a su figura haciéndolo ver bastante atractivo. Vaya si hubiese sabido que a aquel lugar iban hombres tan guapos como aquel tipo hubiese traído a Ace también, a ver si el idiota se animaba y terminaban los tres en la cama. Se aguantó la sonrisa satírica.

 

-          Tal vez lo que busque es un coma etílico, tal vez busque morir o simplemente espero que alguien con suficiente personalidad me hable y me lleve a la cama esta noche - dijo sin rodeos, apenas cambiando la expresión de su rostro.

 

-          Interesante…

 

El sujeto a su lado le dirigió la mirada y sus ojos le dejaron sin habla. Se reflejó en un par de rayos solare tremendamente vacíos ¿Por qué de todos los colores de iris que una persona puede tener los del hermoso sujeto a su lado tienen que ser ambarinos?

 

Se le quedó mirando fijamente. Tanto que al sujeto pareció incomodarle, acarició su cabello castaño.

 

-          ¿Te gustan? – dijo apuntando sus ojos.

 

-          Son de un extraño color – Su tono monótono le llamó la atención, soltó un carcajada.

 

-          Lástima que no son reales…

 

-          ¿Lentillas?

 

-          No me siento cómodo con lentes…

 

-          Oh ya veo.

 

Decidieron ir a un lugar más tranquilo para seguir conversando.

 

II

 

Llevaba días queriendo hablar con él.

 

Era en momentos como ese en que el corazón le dolía tanto que pensaba que lo mejor hubiese sido nunca conocer los hechizos de esos ojos plateados fríos y desgarradores.

 

Eustass Kid tomó asiento en la barra del bar.

 

-          Hola Wire – dijo en un suspiro.

 

El hombre que estaba ordenando las cosas detrás de la barra se dio vuelta y estiró completamente. Su altura era verdaderamente abrumadora.

 

-          Buenas noches capitán… - dijo el hombre. Kid sonrió, a veces le encantaba como sonaba ese apodo junto a su nombre.

 

-          Hoy estoy algo molesto… Sírveme algo fuer…

 

-          No le vendo a menores… - Movía las manos sacando diferentes licores

 

-          ¿Eh?

 

-          No soy Heat… Inclusive no deberías estar aquí. – Diciendo eso dejó un vaso de un espumeante y tranquilo Black Velvet*, tal como le gustaba a Kid.

 

El pelirrojo sonrió y Wire manteniendo su cara seria siguió con lo que hacía.

 

Si lo pensaba bien lo mejor hubiese sido ir al pub donde Heat era barman, pero en esos momentos no quería que miles de idiotas se le abalanzaran como moscas necesitadas.

 

Para eso estaba esta escapada al bar de su fiel Wire, que siempre se negaba cuando le dejaba sin ninguna expresión un vaso de algún trago sabiendo que le gustaría, no es como si tuviese un gusto predilecto por el trago tampoco, prefería un poco de vodka, ron y todos esos tragos que uno compra para hacer una fiesta rápida. Sin embargo le gustaba que Wire siempre le preparaba algo cuando estaba un poco cansado.

 

Fue tomando poco a poco mientras miraba e reloj en su muñeca. Se lo había regalado el día anterior el padre de Killer por haberle ayudado con algunos problemas que tenía con su auto.

 

El hombre estaba bastante feliz, inclusive llegó a decir que lo mejor era que se pusiera a estudiar en vez de andar de aquí para allá, tal vez algún día se convertiría  ingeniero mecánico, después de todo estaba seguro que Kid podía desarmar un auto y volverlo a armar en un par de segundos. Por lo general bromeaba de esa forma con él mientras le tocaba el hombro.

 

El padre de Killer no era un mal hombre sólo un poco, si no bastante, idiota. Sin embargo estaba bajo las manos de la peor mujerzuela que pudo encontrar en ese mundo.

 

Miró el trago que estaba bebiendo, era oscuro como las noches nubadas que pasaban a veces sin penas ni glorias, solo el afán de recordarle, era oscuro como cada hebra carbonizada de su cabeza, son embargo deslizándose hacia  abajo se tornaba de un color dorado. Maldición como deseo poder saborear su pie nuevamente su cuerpo seguro, ese mar canela en donde los labios se pierden y se sienten dichosos.

 

Si tan solo pudiese verle, armarse del valor suficiente, lo haría sin dudar le diría que es eso que arde en su pecho que lucha por salir a la luz en cualquier momento. Su alma vibraba con cada sensación que le evocaba.

 

Entonces en la oscuridad de ese bar, Wire’s se caracterizaba por su poca luz ideal para llevar una buena compañía para conversar y coquetear sin que nadie te moleste, allá a unos metros de él, detrás de un mesa de pool en donde dos muchachos jugaban mientras se lanzaban miraditas esporádicas e indecentes, una mujer comenzó a discutir con el tipo que la había traído; según ella ese lugar no tenía nada de romántico. Vaya estúpida, pensó Kid.

 

Aquel que no sabía apreciar el significado de un lugar en donde puedes conversar un poco y darte el lujo de ser algo caballero mientras pides otro trago y le ofreces un cigarrillo que encienden juntándolos mientras se observan con insana franqueza que roza ser hipocresía, es que no mereces la pena conocer este tipo de lugares. Un tipo gritó en la oscuridad “Llévate a la princesa a su castillo, aquí no se respetan a las niñas mimadas”, claro sacó unas cuantas carcajadas.

 

Kid por esas casualidades del mundo se dio ligeramente la vuelta, fue entonces cuando el corazón se le paralizó.

 

Ese cabello negro y un tanto descuidado, esa piel besada por el sol esa indomable perilla, esos ojos gélidos y electrizantes, ese cuerpo de pantera indomable…

 

¿Era el mundo realmente pequeño?

 

Allí a lo lejos en la mesa más apartada y oscura se distinguían sus ojos iluminando como faroles, dándole una luz de esperanza a su barca perdida. Sintió un fuego que nació en el estómago las mariposas lo subieron a su pecho en donde un ladito le hizo ascender a su garganta en donde un nudo le empujo. Sus labios sin poder contenerlo le dejaron escapar en forma de susurro.

 

-          Trafalgar…

 

En esos momentos recordó aquel poema que leyó alguna vez en clases… Nunca tuvo mayor fuerza que en ese momento, nunca mayor significancia.

 

Entonces comprendió lo que significaba sentí los brazos vacíos, sentir que sus ojos no tenían qué mirar y comprendió que era él solo en un bar bebiendo mientras Trafagar estaba tan cerca y a la vez tan lejos. Entonces fue ahí cuando lamentó haberle dejado ir.

 

Todo eso sucedió en los segundo que se demoró la chica en sentirse humillada y verter esa humillación sobre un pobre vaso que con furia lanzó a suelo.

 

Kid vio reflejado su corazón en ese vaso.

 

Trafalgar… su místico Trafalgar, su ansiado Trafalgar, su necesario Trafalgar… se besaba con otro.

 

Pagó el trago y se fue. El pecho le dolía como un demonio, tal vez un trocito de su alma se le había quedado incrustado, tal vez era ese pequeño tozo que le hacía sangrar de esa manera.

 

Por su parte Law abría los ojos solo para ver la silueta de alguien salir, el ruido de la pareja al ser echados no le importó, solo esa silueta melancólica y desgraciada.

 

“Se parece a Eustass-ya”, pensó, cuando ya era demasiado tarde para percatarse de los detalles de su forma de vestir o inclusive su color de cabello.

 

“Imposible si fuese él vendría y me llevaría”, el tipo con los ojos cerrados se entregaba por competo en ese beso mientras el moreno deseaba que de algún lado su demonio rojo apareciera y le reclamara como suyo.

 

Tal vez así ese malestar en el pecho, ese dolor en el alma, esa sensación de haber perdió algo verdaderamente importante.

 

 

¿Fue bueno mientras DURÓ?

Claro… fue… realmente… bueno…

Notas finales:

ÑEEEEE~~~~~

¿A quién más le dieron ganas de meterse en el Fic y golpear a Law o a Kid?

MALDITA SEA!!!!! PORQUE!!!???? TODO SE VEÍA TAN BIEN TT^TT LO ADMITO SOY UNA MALDITA!!!! :C

AAAAYYYY KID VENGACHEPACA QUE YO LO CONSUELO... ok no.... te dejo con Law, te dejo con Law... Pero es que me da tan ta penita ver tu corazoncito roto :C

AAAAYYYY LAW!!!!!!!! DEJATE DE TONTERÍAS Y TIRATE A LOS BRAZOS DE KID POR EL AMOR DE DIOS SI SABES QUE LE QUIERES, SI LO SABES!!!!!!!!

Estos días han sido un estres constate no solo por escribir y tener un buen capi si no que también me como las uñas por mi futuro!!!! tanto que creo que voy a llorar de ansiedad!!!!! Espero que no afecte tanto...

BUENO BUENO BUENO...

ESPERO QUE ES HAYA GUSTADO EL CAPÍTULO COMO A MI ESCRIBIRLO!!!!!!!!

ESPERO SUS CHISPEANTES Y EXTROVERTIDOS REVIEWS!!!!!

PD:

...

Solo me queda preguntar...

¿DONDE ESTÁ CHEKA-CHAN?

Querida te agradeco mucho lo que haces por mi pero desapareces mi niña!!!! hahaha xD 


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