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Solo me hace amarte más por devilasleep11

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Notas del capitulo:

LLeguéeeeeeeeee!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Juro que acabo de llegar de mis laaaargas vacaciones!!!!!

Por dios.... No saben como les extrañé TT^TT

Puedo decir qu me siento tan bien de volver a mi casa y tener internet :3

Creo que era lo peor... saber que tenía que escribir y no poder subir el capítulo... Por más que traté de anclar el internet del celular a mi computador juro que fue imposible :C 

Y cuando pude... No me pude meter a la página... Pero por lo demás estuo super... Si hasta más morocha estoy y también con una piernas extremadamente fuertes (Caminar por as dnas de erenas como diez kilómetros cansa demasiado)

YA!!!

NO LES DEJO ESPERAR MÁS QUE VENGA EL CAPÍTULO QUE ESCRIBÍ EN LA PLAYA A LA ORILLA DEL MAR!!!!!

 

Capítulo 18: "Entre el miedo y tus ojos"

 

 

Tenía el café entre sus manos mientras el aire que le salía de boca formaba pequeñas nubes. Otro día que hacía mucho frío.

 

Ace suspiró resignado mientras se aferraba a la taza de plumavit.

 

Estaba en el parque solo en un día nublado. Preciara como si el cielo tratara de plasmar su melancolía.

 

Había salido a tomar aire fresco aprovechando que los amigos de Luffy llegó bastante tarde y venía con sus amigos. No es que no se preocupara por su hermano pero necesitaba un tiempo a solas.

 

Esa mañana Trafalgar había salido algo temprano luego de tomar desayuno con él. Dijo que quería ir a comprar un libro  algo así, que en la biblioteca de la universidad no estaba y como habían tenido un “problema” en la biblioteca no tenía acceso a ella.

 

Para su buena suerte lo que pasó la noche anterior no afectó en nada su amistad con ese moreno de ojos plata y corazón frío.

 

Aunque esa mañana estaba verdaderamente nervioso por lo que podía ocurrir. Mientras se levantaba y miraba al mancillado Trafalgar tirado en el suelo no pudo evitar sentirse algo culpable. Él solo quiso olvidar por un segundo por qué en las noches le costaba conciliar el sueño, el porqué de que sus nervios estaba hechos trizas.

 

Desde que supo de Marco no pudo aguantar las ganas que tenía de verle, de conversar con él, de que tranquilamente dijera su nombre y que este resbalara tierno por sus labios en esa voz tan queda y endemoniadamente sensual

 

Aunque Law era un hombre que a cualquiera le gustaría tenerle en la cama gimiendo y apretado su miembro deseoso a Law no hizo más que removerle la conciencia y darse cuenta de lo idiota que era.

 

¿Tantos años sintiéndose miserable, tanto tiempo dándole y con un par de escenas tiernas ya le tenía a sus pies?

 

¿Acaso era tonto o algo así?

 

Marco había sido tierno y hasta se atrevería decir que encantador, desde esa vez en el día de campo nunca se comportó de nuevo así y la verdad es que era un comportamiento digno de admirar.

 

A veces se decía que con esa personalidad podía encontrar una linda novia, alguien que le hiciese feliz y quien sabe ya a esa edad era hora de pensar en formar una familia… Veintinueve años… Eso era bastante, Marco siempre fue algo casero, por así decirlo.

 

Aunque  a Ace no le gustaba la idea siempre se había imaginado a Marco casado  rodeado de bicharracos que se parecían a él, siempre se imaginaba visitándolo siendo tierno con sus niños mientras estos le decían “Tío Ace” o algo por el estilo. Pero luego le comenzaba escocer el pecho de rabia y frustración, de la misma forma que le escocía en ese momento sentado en el solitario parque en un día nublado.

 

Tenía que admitirlo, por lo menos para su yo interior, si no, no podría seguir mirándole a la cara sin la necesidad de monopolizarlo de hacerlo suyo, esas mismas ansias que cuando pequeño le llevaron a decirle que le quería que estaba loco por él esas mimas amias que le llevaron a entregarle su cuerpo y su alma, esas mismas ansias que le hicieron llorar por noches completas.

 

Ya tratando de no encontrar un paralelismo entre su situación y los algodone gris que corrían raudos por sobre su cabeza tomó otro trago de su café instantáneo comprado en una esquinita.

 

No sabía por dónde comenzar ese día. No quería volver a casa  tampoco quería llamar a Trafalgar. Una cosa es que todo haya salido bien y otra era tentar a la suerte, cosa que hace mucho había aprendido a ir reprimiendo aunque no estaba suprimida por completo.

 

Le entró el sueño y cabeceo por unos instantes pero justo cuando estaba por quedarse dormido en la anca y que el café se le derramara en los pantalones de mezclilla escuchó una voz un tato acoplada que le llamaba.

 

-          ¿Ace?

 

¿Podía ser más desafortunado?

 

Divisó frene a él su piel morena, sus ojos tranquilos su cabello rubio y su extraño corte de piña. Ace dio un brinco y abrió los ojos desmesuradamente.

 

El que estaba frente suyo con una sonrisa y jadeando por haber corrido hasta él era Marco ¿No? ¿O una jugarreta de su imaginación malvada que justo n el momento en que iba a dejar de pensar en cómo se sentía por esa persona le hacía recordar su hermosa sonrisa pacífica?

 

-          No puedo creer que tenga la suerte de encontrarte aquí… - La verdad es que le había visto corrió hacia él pero quien sabe desde cuando que estaba corriendo para terminar así de cansado agachándose un poco y resoplando – Lo siento dijo de pronto al ver que de Ace no tenía respuesta – Ya no estoy acostumbrad a correr…

 

-          ¿Marco? – Dijo el pecoso algo sorprendido. Esa sincronización de Marco a veces daba tanto miedo ¿Justo tenía que pasar por allí, ese día a esa hora? Ace entornó los ojos - ¿Qué haces aquí?

 

-          ¿Eh? – El mayor le miró y luego corrió la cara parecía algo avergonzado. Ace se encontró a si mismo pensando que un hombre que estaba punto de entrar a los treinta era endemoniadamente tierno – Pues…

 

-          No me esas siguiendo ¿Verdad? No me creo que me hayas encontrado en el parque que queda demasiado cerca de mi casa sea una simple coincidencia.

 

-          ¡No es eso lo juro! – Dijo sentándose al lado de Ace quien se corrió un poco para que sus hombros no se tocaran. Marco notó el acto pero no le dio mayor importancia aunque se sintió algo rechazado, pero de un tiempo hasta allí ya se iba acostumbrando a la reticencia de Ace – Aunque quisiera no sé dónde queda tu casa así que no podía hacer nada de eso tampoco…

 

-          ¿Entonces?

 

-          Estaba visitado a un amigo que vive en uno de los complejos de departamentos allí recto doblando por la segunda calle.

 

Ace miró mientras Marco apuntaba. Para su sorpresa eso quedaba hacia el otro lado de donde vivía así que se sintió algo ridículo al pesar que tal vez Marco había conseguido su dirección y ahora le perseguía.

 

Suspiró entre aliviado y decepcionado.

 

-          Ya veo… En ese caso… Buenas… - Dijo regalándole una sonrisa pequeña y algo trivial. Marco sintió que el pecho se le calentaba y ese calor se expandía en su cuerpo.

 

-          Buenas... – Respondió.

 

Para Marco saber que Ace ahora podía decirle “buenas”, era un avance enorme, más sabiendo todas las penurias que había hecho pasar al pelinegro.

 

Se mantuvieron en silencio mientras los minutos pasaban raudos. Ace sentía que podía vomitar en cualquier momento, sentirle tan cerca, sentir su calor rosándole el costado, sentir su sutil colonia, Sentir su esencia tan especial envolverle y emborracharse en ella le hacía sentir nauseas en la boca del estómago.

 

Definitivamente no había cambiado en nada, seguía siendo el mismo niño que se enamoró perdidamente… Algunos dicen que el primer amor no se olvida pero eso ya era demasiado.

 

Quería comenzar  conversar con él, contarle algo divertido y que riera, escuchar su nombre en su voz. Por dios, hubiese matado por escuchar su nombre en su voz.

 

Sin embargo hasta ese momento nunca se habían encontrado fuera de la universidad, solos y tranquilos, no había nada que los conectara, no había un tema de importancia que tocar. Por último cuando se encontraban en los recesos él podía contarle lo que habían pasado en la clase o lo bien que le había ido, de seguro que le regalaría una sonrisita amable casi paternal y le acariciaría el cabello. Cuando deseaba que paseara su mano por su cabello…

 

Estaba sintiéndose ansioso de nuevo.

 

¿Es que en todo se tiempo no haba  encontrado un Ema en común? ¿Es que acaso ninguno de los dos estaba conectado como años atrás que podía lanzarse a sus brazos sin problemas y contarle un millar de cosas, sacando temas de la nada?

 

Pero en ese tiempo conocía a Marco, sabía que le gustaba que sentía como lo sentía, hasta había aprendido a adivinar sus pensamientos en su estoica y serena expresión.

 

¿Qué le gustaba ahora? ¿Qué amaba hacer? ¿Cómo de bien le iba? ¿Tenía amigos? ¿Cuánto había aprendido en esos años? ¿Que esperaba? ¿Qué soñaba? ¿Le seguía importando la desigualdad social dentro de esta comunidad tan poco creativa? ¿Seguía pensando que todo podía mejorar?

 

La ansiedad estaba haciendo estragos den su mente.

 

-          Agrrr – Gruño Marco haciendo que Ace nuevamente pegara un brinco. Se giró a verle y este tenía la cabeza oculta entre los muslos,  las manos apoyadas temblorosamente sobre la nuca.

 

-          ¿Qué ocurre?- Preguntó tan rápido que pareció que lo decía en una sola palabra. Marco le miró por el rabillo del ojo por encima de su hombro y se enderezó mirando hacia la dirección contraria del pecoso, una de sus manos se había quedado en arriba solo que en esos instantes ya no se encontraban tímidas con su nuca su no que se paseaba por su cuello.

 

-          Estoy nervioso… - Murmuró.

 

-          ¿Eh?

 

-          Que me siento nervioso. Cuando estamos en la universidades fácil comenzar una conversación y terminarla también gracias al poco tiempo que tenemos per ahora que estamos solos, la gente se para y nos queda mirando, ahora que podemos hablar de lo que sea no sé qué decirte…

 

Ace se sorprendió al escuchar eso de la boca de Marco. Él era un hombre terminando su doctorado mientras milagrosamente ayuda a uno de sus profesores. Quizá con cuanta persona importante, en cuantas conferencias y en cuantas clases ha tenido que hablar y por lo que le era sabido siempre guardaba una cama que abrumaba pero en ese mismo instante, estaban en un parque cutre de la ciudad, solamente con él como único oyente y se podía ver como la anos le temblaban y se estremecía un poco.

 

Ace se conmovió. Sintió las ganas de abrazarle hormigueando en sus brazos, sintió las ganas de acurrucársele en el pecho.

 

Marco al ver expresión de Ace en el rostro se asustó un poco. No es que él estuviese incomodo ni nada pero así se reflejaba en su cara.

 

-          Ah… mmm… Lo siento… - Dijo relajando los hombros y tirándose para que su espalda tocara el respaldo de la banca. De nuevo la había cagado con todas sus letras. Cerró los ojos esperando el comentario caustico que le dejaría como un idiota.

 

-          ¿Por qué te disculpas?

 

-          ¿Huh? – Marco abrió los ojos y miró a Ace quien se removía algo inquieto a su lado y miraba e piso, se nota que su cara estaba algo sonrojada. En ese momento se sintió morir de ternura – Es que… Pensé que tú estarías algo enfadado conmigo…

 

-          No lo estoy… ¿Por qué motivo lo estría?

 

-          Bueno pues… no lo sé… antes era muy lindo  aunque te enfadabas a menudo eras bastante abierto, ahora te cierras…

 

-          Bueno… Disculpa haber cambiado pero creo que sabes el motivo de que ahora sea así… - Ahí estaba… Ya la había cagado. Marco frunció los labios y Ace dándose vuelta y viéndole se le subieron los colores al rostro, de nuevo pensaba que un hombre grande era muy dulce.

 

-          Lo siento… - Volvió´ a decir tranquilamente pero sonaba tan. En el último tempo escuchar decir eso a arco se había vuelto algo hasta cotidiano.

 

-          No tienes de qué disculparte… - Refunfuñó Ace.

 

Se quedaron en silencio nuevamente.

 

Era en esos momentos en que desearía ser un tipo genial. Tener algo que decirle a Marco y quedar como un ganador. Pero en vez de eso estaba allí avergonzado y nerviosísimo, al igual que la persona a su lado.

 

Lo que le impresionaba a Ace era que Marco no se comportara de esa forma tan egocéntrica, como todo hombre que sabe que está hablando con una persona menor, si no que pareciera un adolescente enamorado yendo a visitar a su novia por primera vez.

 

Ace necesitó de un conveniente suspiro para no caer en las garras del estremecimiento y dejar que su cuerpo deseara más de lo que ya estaba recibiendo...

 

El pecoso miró el reloj de su celular y luego levantó la cabeza.

 

-          Ya es bastante tarde, Luffy debe estarme esperando… - Antes de que se levantara sintió como Marco rodeaba su brazo con una de sus manos y le frenaba. Ace sitió que botaba el vasito de plumavit y derramaba lo poco y nada de café que le quedaba aun.

 

-          Espera por favor…

 

-          ¿Qué te ocurre? – Ace no quería mirar su cara así que dejó que el solo contacto de su mano con su extremidad calentara su cuerpo y le hiciera perder un poco la cabeza pero no lo suficiente como para que verle, reprimió ese capricho.

 

-          ¿Podemos vernos?

 

-          ¿No nos estamos viendo ahora? – Marco escuchó a Ace que aún no se dignaba a mirarle y dudó por unos segundos en decir aquello que hace tano que necesitaba decir. Al final casi se arrepintió pero su boca fue más rápida.

 

-          Quiero decir… ¿Te gustaría salir esta noche, o la siguiente o la subsiguiente? No importa cuando… ¿Te gustaría salir conmigo?

 

Ace tragó saliva pesadamente, casi estuvo segura que Marco pudo sentir como su tráquea subía y bajaba en una expresión de nerviosismo demasiado obvia. Ace no respondió.

 

Marco mordió su labio interior y su tristeza se mostró tan claramente en sus ojos pero no fue vista, esa tristeza nunca sería vista por Ace, él no quería saber cuánto habían sufrido esos ojos que estando lejos añoraban aunque sea ser capaces de visualizar su silueta brillante.

 

Entonces de esa ansia y de esa tristeza, de su añoranza sacó fuerza para insistir y comenzó a tentar el terreno espinoso a manos desnudas pinchándose, incrustándose , sangrando pero no tenía miedo porque a lo mejor al final de esa superficie difícil se encontraría el suave manantial tan negado.

 

-          Ya lo sabes… Quiero hablar contigo. No espero que con esto me perdones, ni mucho menos quiero que hagas un acto de cariad y me regales una sonrisa y olvides todo, no quiero que olvides todo., las cosas ya pasaron… Pero necesito hablar contigo. Por favor…

 

Ace Tragó nuevamente  se soltó de agarre de Marco. Sintió como su cuerpo ya no podría controlare, no podía dejarse caer en se momento. Trató de recordar las noches de llanto el sentimiento tan amargo que por tanto tiempo reinó en su pecho, trató de culparlo por conocer tantas camas sin amor. Pero en lo único que podía pensar era en ese Marco ya viejo, ya maduro, ya nuevo pidiéndole una oportunidad.

 

Por más que quisiera habar ni siquiera para negarse, ni siquiera para inventar una excusa sus labios se separaron. Marco sintió cierta desesperación.

 

Entonces sacando un papelito que resultó ser una tarjeta de presentación se la colocó en los bolsillos.

 

Ace sintió como la mano de Marco se adentraba en la tela debajo de esta la piel se le sensibilizó y casi lanzó un tierno chillido. Sus manos estaban heladas, se sentía.

 

-  Llámame, —dijo Marco.

 

Ace lo miró, luego salió corriendo.

 

Había visto una escena prohibida. Había visto esos ojos oscuros temblando conmoviéndolo hasta los huesos sintió como su cuerpo se estremeció con violencia.

 

Finalmente Ace llegó hasta el departamento que compartía con su hermano y un lunático amigo. No supo cómo, no recordaba que sus pies cruzaron calles, asaron por la recepción y subieron las infinitas escaleras. Mucho menos que en algún momento en su carrera había botado el café.

 

Ace entró por la puerta de su habitación sin mirar a nadie, dejó caer su chaqueta en el suelo, se dejó caer en la cama sin hacer.

 

 Luffy no estaba en casa.

 

Tomó su celular en el bolsillo delantero del pantalón y marcó. Luffy contesto al tercer timbrazo.

 

-          ¿Dónde estás? – Dijo apenas sintió la respiración de su hermano al otro lado de la línea.

 

-          Oh… ¡Ace! ¿Ya llegaste?

 

-          Si… solo había ido a dar un paseo… - Uno que duró como mínimo tres horas.

 

-          ¡Zoro me invitó a comer a su casa!

 

-          ¿Y porque no me preguntaste? – Replicó y paseó sus dedos índice y pulgar por los ojos.

 

Hubo un silencio en el cual Ace se percató que era la primera vez que le decía algo por el estilo a Luffy. No es como si fuese una especie de padre, su hermanito podía hacer lo que quisiese, estaba bajo su propia responsabilidad aunque solo fuese un mocoso de quince años.

 

 Ace suspiró.

 

-          Bueno no importa mucho ahora ¿cierto? Cuídate y no hagas rabiar al padre de Zoro.

 

-          ¡Lo prometo!

 

Al escuchar eso el pecoso colgó. Suspiró de nuevo, tenía que calmarse.

 

Por alguna razón ni siquiera escuchar la voz de su hermano lo había tranquilizado. Ya no sabía cómo comportarse ante una situación como la que estaba viviendo.

 

¿Qué debía hacer?

 

Si esto fuese un simple relato sería muy fácil, que la heroína o el héroe simplemente aceptara apenado la invitación de su amado caballero o damisela. Pero eso no era una simple ficción. Aunque creyó por un momento que podía decirle que si a cualquier cosa que Marco le pidiese.

 

Cuando se encontró con su expresión desesperada, luchó contra el mismo infierno no tirársele encima y besarle, entregarle el alma, jugar a que el pasado no existía.

 

Y ahora con el cuerpo tirado sobre el colchó mirando el techo. Sin nada que hacer tuvo que imitarse a esconder que sus mejillas comenzaban a arder y que el pecho se encendía como nunca.

 

Estuvo dándole vueltas a la situación hasta que cayó dormido de a nada.

 

XXXXX

 

Despertó a eso de las siete, gracias a que el celular sonaba a su lado. Contestó era Luffy anunciando que se quedaría hasta tarde en la casa de su amigo y que luego lo irían a dejar al departamento en auto.

 

Ace adormilado como estaba aceptó a todo, entonces cuando colgó se percató de la hora.

 

Sin nada que hacer, o más bien sin acordarse realmente de lo que debía hacer comenzó a ordenar su habitación que estaba hecha un desastre, llena de libro papeles, ropa, basura y más ropa.

 

Tardó una hora e ver de nuevo el suelo de manera. Solo le quedaba su chaqueta y mochila. La última la dejó colgada en la puerta y la primera la tomó algo brusco y un papelito cayó de ella.

 

Ace se acordó del motivo por el cual quiso dormir, el motivo por el cual quería olvidar que existía su ínfima vida sin sentido.

 

Recogió la tarjeta de presentación con los dedos temblorosos.

 

La miró unos instantes y siguió ordenando como si dicha tarjeta no existiría, como si dicho hombre de casi treinta años no existiera, como si dicho sentimiento no existiera.

 

XXXXX

 

No fue sino hasta su última hora  que Ace logró llamar a  Marco.

 

Al principio, todavía estaba dándole vueltas, más bien estaba volviéndose loco. Pero luego de estar ordenando y hasta llegar al punto de sacar el escobillón y envolverlo en una polera vieja y húmeda trapear su ya inmundo piso en donde encontró en el esfuerzo un momento para dejar de pensar y solamente mover su cuerpo mecánicamente como si no tuviese mente.

 

Al final, a las nueve y cuarto, Ace terminó y tirándose a la cama observó desde allí su venta que tenía as cortinas corridas. Afuera el cielo ya estaba oscuro y lleno de nubarrones que hacían que se viese de un solo color mate hasta la línea en el horizonte de edificios ¿Estaba bien que se hubiese puesto maniático de la limpieza en ese momento? ¿No se burlaría luego Luffy de su repentino cambio?

 

Simplemente toó el celular y antes de darse cuenta estaba marcando al número que se dibujaba en el papel.

 

Marco contestó al primer timbrazo.

 

-          ¿Sí? — Dijo bruscamente al otro lado de la línea.

 

-          Hola, — Dijo Ace con incertidumbre, se hizo un ovillo sobre la cama apoyándose en un lado.

 

-          Hola Ace— Marco respondió, su voz profunda hizo que la piel de Ace se erizara un poco. ¿Había estado esperando a que Ace llamara?  Contestó al primer timbrazo después de todo.

 

-          Um, ¿aún sigue en pie la salida?

 

-          Por supuesto, — Dijo Marco inmediatamente. Su voz se suavizó. — Quiero verte.

 

Ace sintió un escalofrío que le recorrió de arriba abajo, la nuca se le erizó haciendo que temblara ligeramente. Fue insoportablemente delicioso.

 

-          Ve-ven a buscarme al lugar donde nos encontramos esta mañana…

 

Sin esperar que él le contestara cortó la llamada. Tenía los dedos tiesos y el cuerpo tenso.

 

Se dio cuenta por el ritmo de su corazón y su respiración que se estaba agitando de más casi hiperventilando. Respiró hondo esperando que todo se calmara un poco ¿Cómo esperaba ver a Marco si su sola voz acoplada atreves del celular le ponía los nervios de punta?

 

No se la pensó más y dijo que tendría algún plan, o si era demasiado insoportable el sentimiento simplemente se iría ¿Qué podía perder?

 

Se levantó suspirando aun con los músculos tensos.

 

Ace estaba vestido con unos vaqueros negros un tanto ajustados a sus piernas y con un abrigo bastante normal también negro, lo único que se distinguía en su atuendo era la bufanda anaranjada que llevaba atada al cuello.

 

Law le había dicho un par de veces que botara esa cosa horrible, que cuando se la ponía parecía gritar “¡Mírenme seguir el camino de mi arcoíris!”. Pero no podía simplemente dejarla, además que era la única que tenía, no necesitaba otra esa había sido un regalo de su hermanito, definitivamente nunca se la sacaría.

 

Estaba de pie junto a la banca. Un farolito lo iluminaba.

 

Miraba el celular de tanto en tanto verificando la hora. Faltaban veinte minutos para que fuesen las diez y sentía que se había apresurado en llegar. El aire comenzaba a atacar de todas formas sus mejillas a pesar del vano intento de la bufanda, la nariz ya no la sentía al igual que la punta de los dedos.

 

En el momento que se mordía el labio y el cálido interior de su boca le acarició, llegó Marco un tanto apresurado.

 

Llevaba unos jeans y una abrigadora chaqueta de cuero. Tenía en sus manos unos gantes del mismo material. Llevaba también una bufada oscura, cuando llegó a su campo de enfoque y bajo la luz del farolito Ace se dio cuenta que era azul muy oscuro, pero no llegaba a ser azul marino.

 

¿Había corrido hasta allí? ¿Desde dónde? ¿Por qué?

 

-          Hey…

 

-          Hola. – Contestó entre jadeos – Había perdido la esperanza a que me llamaras…

 

-          Bueno… Yo…

 

-          No importa, es bueno que me llamaras, es un alivio…. – Marco sonrió. Ace sintió como sus mejillas se calentaban un poco.

 

-          ¿Dónde iremos? – Dijo tratando de no parecer derretido.

 

-          Eso es una sorpresa – Ace entrecerró lo ojos – No me mires así solo sígueme ¿Si?

 

Dicho eso el mayor se puso a camina y Ace resinado terminó yendo detrás de él.1

 

Llegaron hasta una motocicleta encadenada a un poste de luz. Ace no pensaba que Marco era un hombre que tuviese motocicleta y menos una tan ruda como la flamante que estaba ante sus ojos. Siempre pensó que se compraría un auto casi familiar.

 

Marco le pasó el casco y Ace se o puso. Se subieron y arrancaron. Recorrieron todo el camino en silencio pero para Marco sentir como Ace se aferraba a su cintura, ese ínfimo toque le era suficiente.

 

XXXXX 

 

 

¿Qué era ese lugar?

 

Manteles blancos y las reservas y las malditas mesas iluminadas con velas.

 

 ¿Qué estaba pensando Marco? El pecho de Ace  comenzó a endurecerse.

 

Se removió en su silla, tratando de ponerse cómodo ante Marco que conversaba con el camarero y pedía lo que sea que estaba pidiendo. Al parecer le había preguntado pero como no tomo atención a las palabras simplemente dijo que sí que le gustaría lo que fuese que había pedido.

 

Ace apoyó su mano en la barbilla y miró las demás mesas. A excepción de lo que parecía una rara pareja heterosexual que comía y reía sin importarle su alrededor, todas la demás mesas estaban ocupadas por dos hombres. El pecoso tenía los hombros tensos y encogidos, además movía el pie constantemente.

 

-          ¿Estás nervioso? —Preguntó Marco. Gracias a Dios  no era el único. Ace negó con la cabeza, sin dejar de mirar sus manos, sin embargo lentamente, comenzó a asentir. - ¿Por qué?

 

-          Nunca había estado en un lugar como este…

 

-          Oh…

 

-          ¿Cómo encontraste este lugar? – Dijo inspeccionando nuevamente sintiéndose fuera de tono.

 

-          He venido aquí un par de veces… - ¿Un par de veces? ¿Por qué? ¿Que había ido a hacer? ¿Con quién?

 

-          Y-ya veo… - Maco le miro y mordió sutilmente el interior de su mejilla tratando de no levantarse y besarle. Ace tenía un inocente mohín en su rostro cosa que al parecer no había percibido. En ese tipo de cosas era tan parecido a cuando era un niño, sus pensamientos se leían en su rostro claramente.

 

-          Vine con los chicos de la universidad. Shanks… El profesor Shanks… Me ha arrastrado con ellos.

 

-          Ah… - ¿Por qué había tenido que explicárselo? Ahora se sentía un idiota por pensar que  había vendo con otra persona a ese lugar.

 

-          ¿Cómo es que nunca te han llevado a un lugar como este? – Dijo Marco con una amable sonrisa en el rostro. Lo ideal era comenzar un conversación pero como no tenía mucha experiencia en ello sin que fuese la hipocresía e la cortesía o de la confianza de uno que otro amigo él no tenía mayor relación con las personas así que no sabía hasta qué punto preguntar o meterse en un tema quería tantear primero hasta donde ce le dejaba llegar.

 

-          Pues… Nada, no es que no tuviese citas y esas cosa pero no en lugares en donde hay manteles blancos y las velas nos iluminan.

 

-          ¿Crees que es algo exagerado? – Ace negó.

 

-          Está bien si tú crees que lo está después de todo tu hiciste una reservación…

 

La cena transcurrió mientras ellos olvidándose que estaban rodeados de gente conversaban y reían.

 

Por primera vez encontraron temas en común. Ace de esa cena aprendió bastante de Marco y viceversa. Su timidez algo torpe, su sarcasmo, su forma de cambiar de tema y luego volver al mismo, su descarada sinceridad. Todo le comenzaba a encantar, Marco era un hombre interesante y Ace se comenzaba a sentir afortunado.

 

Sin embargo como todos saben que en estos momentos decir algo que no cuadre es grave se quedaron en silencio luego de una ronda de risas, esperando a que uno de los dos se atreviera  a sacar otro tema.

 

Marco fue quien tanteó de nuevo el terreno, sentía que ya debía comenzar a explicarse con Ace a desnudar su alma.

 

-          A pesar de todo siempre ha sido fácil conversar contigo…

 

-          ¿Siempre?

 

-          Cuando niño eras bastante elocuente.

 

-          Oh… - Ace se dio cuenta que el tea ya había llegado

– Cuando niño… ¿Ya no lo soy?

 

-          Claro que lo eres…

 

-          Bueno tú en ese tiempo también eras muy amable… Hasta sentía miedo de que llegara cualquiera y se aprovechara e esa apariencia bonachona…

 

-          ¿Miedo? – En ese momento Ace cayó en cuenta de la bomba que había detonado en ese momento. Sin embargo siguiendo con la franqueza en la conversación miró a Marco y sonrió algo melancólico.

 

-          Siempre tuve miedo a que te fueras…

 

Para Maco esa frase fue peor que un puñal. Se sintió algo miserable y le costó encontrar el valor para seguir con la conversación.

 

-          Nunca quise irme… No de esa forma…

 

-          ¿Qué quieres decir? – Dijo Ace algo alterado rozando el enojo, pero logró serenarse - No vengas con una mierda como esa ahora…

 

-          Esa mañana… - Dijo Marco con la voz temblorosa, se aclaró la garganta y Ace a miró tomando una postura madura. Era hora de escuchar lo que tenía que decir y luego irse – Esa mañana Luffy nos vio… No sé si lo sabes o no, pero aquella mañana mientras me despertaba y te acariciaba sintiéndome el hombre más afortunado del mundo, Luffy nos me vio... – Ace quedó en Shock.

 

-          Nu-nunca me dijo…

 

-          Él era pequeño así no creo que hubiese forma de que entendiera que habíamos hecho… De todas formas me entró el miedo más grande que había sentido en mi vida. Él simplemente había entrado en la mañana diciendo que tenía hambre y me vio sentado a la orilla de tu cama n bóxer, menos mal que tú estabas tapad por as sábanas.

 

>>Cuando me miró sus ojos brillaron un poco y me preguntaron su podía prepararle algo para comer. Temblando me coloqué mi polera y ms pantalones y bajé con él. Cuando ya estábamos en la cocina y le preparaba uso cuantos sándwiches él soltó de repente “Marco y Ace se quieren muuucho ¿No?”. Yo no supe cómo contestarle solo me limité a sonreír y a decir que sí. Y luego dijo “Somos como una familia… y Marco es el hermano mayor…”.

 

>> Entonces me di cuenta de algo… Quizá yo me había aprovechado de ese cariño… - Ace estuvo a punto de replicar pero la mirada dolida de Maco le calló – Siempre me sentí un maldito por eso, siempre pensé que tal vez que cuando tú me dijiste que me querías no era más que una forma de decirme que era como tu hermano o algo parecido…

 

>> Si embargo mi mente se sentía tan confundida que simplemente salí corriendo, ceo que aun no era lo suficientemente maduro para hacerle frente a toda esta situación…

 

>> Paralelamente uno de mis profesores me había sugerido hacer un viaje al extranjero y continuar allá mis estudios. Todos decían que era una oportunidad única ya que iría sin pagar nada a una de las mejores universidades del mundo. Yo esa mañana había decidido declinar pero cuando llegué a mi casa y vi la cara orgullosa de mi padre no pude simplemente negarme a todo. No supe como pero en dos días ya estaba suido a un avión dejando a mi adorado niño atrás…

 

Ace escuchó tranquilamente la historia de Marco. El nudo en la garganta se hacía más apretado y fuerte a cada palabra. Mordió su labio inferior y se dejó caer sobre el respaldo de la silla, esta no podía contener el peso de tantos años de soledad.

 

-          Ni siquiera llamaste…

 

-          Lo siento.

 

-          Lloré por años…

 

-          Sinceramente lo siento.

 

-          Hiciste que Luffy me dijera que lo sentías…

 

-          Realmente lo siento.

 

-          Sentí que te burlaste de mí...

 

-          Lo siento… - Marco ya tenía la voz quebrada a ese punto. Ace golpeó la mesa. La pareja contigua a la suya se dio vuelta a mirarles.

 

-          ¿Crees que con un simple lo siento se solucionará todo?

 

-          No lo creo…

 

-          Me sentí miserable…

 

Marco miró a Ace y apretó los puños comenzó a odiarse por hacer que su adorado niño pusiera tal expresión

 

-          No sabes cuánto te amé… - Dijo en un sollozo ahogado. Marco le agarró la mano y Ace se la quitó como si fuese ácido sin embargo de todas formas se aferró a ella.

 

-          Yo… Puede que suene a mentira pero siempre te amé… Aun ahora te sigo amando… - Ace apartó la mano indagado.

 

-          Yo he cambiado… He cambiado demasiado desde que me dejaste…

 

-          Ace… Lo sé, es obvio que has cambiado, al principio me dije que debía dar por vencido pero me di cuenta que hasta las cosas que cambiaron me gustan.

 

-          No sabes nada de mi ahora Marco ¿Cómo puedes decir eso?

 

-          No importa que sea yo sé que te seguí queriendo.

 

Ace mordió su labio y cerró los ojos antes de que se llenaran de lágrimas.

 

-          Muchas veces traté de odiarte… No sabes cuantas veces estuve a punto de acostarme con tanta gente… pero no podía, nunca sentía deseo por nadie, nunca te pude olvidar… Nunca pude siquiera pensar a otra persona.

 

-          No te creo.

 

-          Pues hazlo porque es verdad.

 

-          No lo creo, no lo creeré.

 

-          Ace…

 

-          ¡No!

 

-          ¿Por qué no? – A Ace se le escapó el aire de los pulmones.

 

-          Porque yo si lo hice…

 

-          ¿Eh?

 

-          Yo te amaba más que nada. Pero no me costó acostarme con otros tipos… Si me dijeras que te contara cuantos tipos y tipas he conocido la verdad es que no podría contabilizarlos fácilmente…

 

Marco se quedó callado.

 

Ace ya no lo soportaba se levantó y pidiendo permiso se dirigió al baño.

 

Era demasiado doloroso, escuchar Marco, era como si la herida de hace tantos años volviese a sangrar pero a borbotones aún más grandes y lacerantes. Sintió como las lágrimas golpeaban contra sus ojos.

 

Menos mal que el elegante y pequeño baño del restaurante estaba desolado completamente. Ace entró atropelladamente y se aferró al lavamanos sin mirarse al espejo siquiera. Sus ojos habían pedido ante las gotas que comenzaron a surcar su rostro.

 

Abrió la llave y dejó que el agua se llevara sus lágrimas. Se refregaba una y otra vez.

 

Se escuchó sollozar  y gemir. Maldijo a su bocota, maldijo a la franqueza y maldijo a su cobardía.

 

Entonces escuchó la puerta abrirse y de ella salió la persona que causaba tanta tristeza y tanta rabia, pero también tanta culpa y lo que era peor tanto cariño.

 

-          Marco déjame solo.

 

-          No puedo, no quiero dejarte solo de nuevo.

 

-          Por favor… no me hagas esto.

 

Marco le agarró el codo y le obligó a mirarle. La cara llorosa de Ace le golpeo en la boca del estómago.

 

No pudo reprimirse ante esa escena acercó al hombre que tiritaba como una hojita y sollozaba como cachorrito lastimado. Le besó, solo fue un roce al principio pero se fue profundizando mientras el pecoso se pegaba al cuerpo de Marco inconsciente mente mientras le golpeaba fofamente el pecho para que lo soltara.

 

Ace sintió miedo de los sentimientos que sintió en ese momento. Sus ojos que al principio estaban llorosos y abiertos de par en par se fueron cerrando lentamente y las lágrimas cesaron. Sintió tanto miedo del calor que se apoderó de su pecho.

 

-          No me importa con cuantos tipos has estado, Ace… - Dijo sobre sus labios cepillando sus ojos seguían cerrados mientras el pecoso los había abierto ligeramente.

 

Marco le tomó de la mano y separando su contacto lo condujo hasta dentro del cubículo donde había un inodoro, un basurero y un dispensador de papel higiénico.

 

Marco con prisa cerró y empujó a Ace contra la puerta.

 

-          No me importa con cuánta gente has estado. Porque si yo hubiese podido también hubiese tratado de olvidarte, de hecho traté de hacerlo pero los sentimientos me fallaron.

 

Volvió a sorprenderle con un beso esta vez más osado. Necesitaba saber hasta dónde podía ir con Ace, hasta donde aprovechar la situación. Quería analizar cada minúscula facción cada minúsculo movimiento.

 

Marco paseó su lengua pretendiendo ser tímido por su labio inferior.  Ace se estremeció, en ese momento mientras el mayor le tomaba de a cintura y levantaba ligeramente mientras sus labios se aferraban a ese beso lleno de sentimientos Ace había olvidado que estaba llorando unos segundo antes, había olvidado que estaban en un baño, había olvidado que había sufrido por ese mismo hombre por tantos años.

 

Se aferró a su chaqueta de cuero, estaba fría, al igual que sus manos. Sin embargo por alguna razón sus labios estaban tan calientes que ese calor se propagó desde estos hasta la punta de sus pies. Cuando sintió la textura de la lengua de Marco sintió que casi se caía al suelo.

 

Marco tanteó su abrigo y rozó  botón.

 

-          Nunca he amado a nadie como te amo a ti… - Dijo gravemente sobre su oído Ace sintió como los dedos de sus pies de rizaban

 

-          Yo… Ya no te amo….

 

-          Siempre he estado pensando solo en ti. Solo en ti.

 

-          Yo no te he perdonado – Prácticamente jadeaba cuando sintió como Marco  abría unos de sus botones y metía la mano por su pecho, Ace sintió que su piel ardía donde él tocara.

 

Esa sensación surrealista se aferraba a la hemoglobina de su sangre y le recorría impúdica, haciendo que su cabeza se elevara y eso que solo era un roce, solo era sentirle demasiado cerca. Ni con el mejor de sus amantes había sentido tanta excitación como en ese momento.

 

-          No te pido que me perdones… Pero déjame cargar con el dolor yo solo tú debes olvida todo es, yo debo recordarlo. Por favor no huyas de mí…

 

¿Cómo negarse ante esa voz que silbaba en su lóbulo? ¿Cómo negarse a esa mano que encontraba su pezón endurecido y con el pulgar le mandaba oleadas de placer?

 

Ace se relamió los labios, gesto que volvió loco al mayor que sin previo aviso desabotonó por completo el abrigo de Ace.

 

-          Solo te he deseado a ti todo este tiempo…

 

-          Solo a mi…

 

-          Solo a ti…

 

Ace ya no daba más.

 

Se aferró como pudo a la puerta y apoyó su mentón en la clavícula tratando de ocultar su rosto hirviendo.

 

Esta vez Marco le besó hambriento con todo el deseo guardado por los años separados. Ace sintió que se moría.

 

Su lengua lamió tanto el interior de su boca, sus dientes mordieron con tanta fuerza sus labios, sus manos torturaron de tal forma sus endurecidas piedrecitas que ya no daba más.

 

Entonces tratando de huir se dio a vuelta y tomó el pestillo. Sin embargo Marco le frenó.

 

Esta fue la idea más mala que Ace pudo haber tenido puesto que en ese momento Marco se le pegaba de tan forma que sentía su miembro entre sus glúteos. Su propio endurecimiento se estremeció con fuerza.

 

Deseó ser poseído.

 

-          Ace… - Grave demasiado grave, demasiado manchado; ese susurro era veneno, el veneno más delicioso que Ace podría probar.

 

Los labios de Marco encontraron su nuca y se apoderaron de ella. Ace apretó su trasero al sentir el estremecimiento de su complexión. Marco se empujó contra él, el pecoso recorrió la puna de su lengua con el filo del colmillo.

 

-          Un-nunca te perdonare…  - Se negaba mientras tiraba su pare baja contra el miembro de Marco.

 

Entonces las manos de Marco vagaron raudas hasta el borde d su polera rozando ligeramente el pantalón.

 

Le levantó la polera hasta encima de pecho y le recorrió con sus manos calientes mientras Ace sentió como se hiperventilaba.

 

-          Dios mío… - Suspiró Ace cuando entre su recorrido Marco se paseó por su miembro encarcelado.

 

La chaqueta de Ace ya no se necesitaba Marco besaba el cuello y torturaba su torso con una mano y con la otra le había agarrado la entrepierna.

 

Ace gemía bajito. Olvidándose de todo, las manos de Marco parecían mágicas, demasiado buenas para ser de un solo hombre, gimió más alto cuando el mayor se empujó de nuevo contra su trasero.

 

Mientras Marco se aventuraba a desabrochar su pantalón Ace curvó la columna tirando de tal forma su culo contra el miembro de Marco que consiguió que este lanzara un ronco gruido de éxtasis. Ace tiritó.

 

Los dedos arácnidos de Marco encontraron su miembro que ya comenzaba a gotear y se aferraron a él. Ace sintió como las piernas le fallaban.

 

Entonces su piel se sensibilizó y su pupila se achicó. Marcó comenzó a mover su mano recorriendo su falo haciendo que perdiera la cabeza.

 

No supo cuánto había gemido, no se acordó que tiró la cabeza hacía atrás y Marco había aprovechado para birlar un beso. No supo si es que alguien había escuchado sus gemidos, que hasta el momento culmine fueron bastante altos.

 

Solo sabía que Marco rascaba sus pezones, que besaba su cuello, que se frotaba contra su trasero y que su pecaminosa mano tragaba su pene como una hambrienta boca.

 

Cuando se corrió calló hacia delante respirando con dificultad, con los ojos llorosos y un hilo de saliva hasta el mentón.

 

Había sido demasiado increíble demasiado delicioso.

 

Marco le ayudó a levantase y lo sentó sobre el inodoro. Ace parecía completamente adormilado, aunque respiraba desordenadamente y su cuerpo temblaba.

 

-          Ace… Juro que te haré mío de nuevo, porque yo solo soy tuyo…

 

Dicho eso Ace abrió los ojos y se puso colorad hasta las orejas.

 

 

-          Nunca…  - Susurró.

 

-          ¿Eh?

 

-          Yo nunca olvidaré.

 

Notas finales:

AAAAAAAAHHHHHHHHHHHH....

ACEEEE!!!!!

MALDICIÓN ERES TAN ENDEMONIADAMENTE ARDIENTE!!

Bueno... sé que muchas me tirarán tomates por el hecho de no subir la historia de Kid y Law... Perdónenme!!!

Es que mis maltratadas manos llenas de piquetes de zancudos tuieron que hacerlo por alguna extraña razón... De verdad perdónenme

UFFF!!!

Ahora que estoy en la ciudad... Admito que me estresaba estar en la playa.... Aunque me relaje ahí tirada con el viento playero, el sol, la arena, las caminatas de mil horas, los paseos en lancha, las noches desveladas con mi amiga que llevé viendo Sekaiichi hatsukoi.... etc, etc, etc... pero ESTABAN CASI TODOS MIS PARIENTES ALLÁ!!!!

Siempre que vamos no hay nadie pero esa semana decidieron mágicamente aparecer todos...

FUE HORRIBLE... MÁS AUN TODOS CHISMEANDO SOBRE LO QUE ESTABA ESCRIBIENDO.... (Hasta agarré a uno de mis primos por los hombros y le dije con cara de lunática que estaba tratando de hacer mi historia llena de GAY PORN y que me dejara de molestar... eso debió ser un tanto traumático hahaha xD)

EN FIN!!!!

GRACIAS POR SU LINDO APOYO LES QUIERO MÁS QUE NADA!!!!

ESPERO QUE HAYAN DISFRUTADO DEL CAPÍTULO COMO YO ESCRIBIENDO Y CHEKA-CHAN EDITANDO!!!!!

ESPERO SUS REVIEWS!!!! <3<3<3<3


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