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Solo me hace amarte más por devilasleep11

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Notas del capitulo:

Uff...

Seeeee actualizo para san valentin soy especial!!!!!!

Hahahahaha xD (Es que soy imbecil perdón)

BUENO QUERIDAS CMO HOY ES EL DÍA DEL AMOR ES TRAGO UN NUEVO CAPÍTULO!!!!

A decir verdad este capítulo debía ser para el miercoles pero ya saben... Estuve complicada de salud mental... me entro la bestia bruta y pues cuando tenía escrito el capítulo y estaba a punto de actualiar ¡¡LO BORRÉ TODO!! Es que no me conformaba de ninguna forma!!!!

Ni siquiera con este me conformo creo que no está a la altura que quiero que esté o lo que sea... 

De todas formas GRACIAS POR SU TREMENDO APOYO ES QUE SON HERMOSAS Y YO UNA TONTA QUE NO PUEDE SEPARAR LAS COSAS... :C

Ya basta de melancolía y aquí el capítulo 20!!!!!!!!!!!!!

 

Capítulo 20: "La paz de tus ojos..."

 

 

 

I

 

Su cuerpo era increíble.

 

Marco no podía creer que esto le estaba pasando a él, no podía creer que todo el tiempo que habían pasado separados solo había servido para que Ace se convirtiera en una máquina se sensualidad.

 

Tenerle así encima con la cara roja, la boca entre abierta, los ojos cerrados, sus manos afirmándose a su cuello, los codos que le temblaban de vez en cuando, su cuerpo tierno y exquisito.

 

No había nada en esa anatomía que no quisiera comer, se le hacía agua la boca cada vez que su cuerpo caía y el contacto producía el sonido indecente de una pequeña bofetada entre sus caderas.

 

Solo bastaba que el pelinegro se mordiera el labio en un intento vano de acallar un poco sus gemidos y Marco Phoenix perdía la cabeza, y empujaba fuerte haciéndole saltar más de la cuenta.

 

Tenerle así sentirle derretirse mientras arañaba  con ligereza su pecho y se desborda en la lujuria propia del acto del que por tanto tiempo se había privado, podía creer que se moría. La visión de vez en cuando se volvía borrosa, pero los detalles importantes seguían ahí.

 

La forma en como la extensión de su cuerpo entraba y salía. Por dios, si no dejaba de pensar en ese tipo de cosas pronto terminaría corriéndose.

 

No fue hasta que Ace dio un respingo que tuvo que moverse para depositar al pelinegro sobre el colchón, con cuidado para no salir de él y mucho menos hacerle daño.

 

Allí arrimó sus piernas hasta los hombros separándolas bastante dejándolo tan o más expuesto de como estaba antes.

 

Ace abrió los ojos de par en par y dejó que su espalda se arquera y su cuello dejara en bandeja de plata su piel ya tan mordisqueada y lamida que Marco no supo distinguir bien si era el sudor del pecoso o su saliva la que resbalaba indecentemente.

 

En una sola estocada Marco había dado de lleno y fuerte en su próstata.

 

La piel se le hipersensibilizó, le salieron pequeñas espinas que enloquecieron al tacto de Marco. Ace sollozó un “Ahí” entre gemidos y jadeos incontenibles.

 

Marco asaltó sus labios, hinchados ya de tanto ser besados. Ace no podía dejar de sentirse tan seducido y embriagado con la mirada de Marco esta parecía que se lo comía, que disfrutaba tanto de su cuerpo, tener esos ojos tan hambrientos encima de su carne hacía que una guerra entre el frío y el calor se desatara mandándole ondas de placer que hacían ondular a su complexión.

 

-          N-no… ahh… Aaahhh… Ma-Marco… Nnnhhhg… Kuh… – Marco lamió sus labios al verle rasguñar el colchón desesperado arrugando el ceño.

 

-          ¿No? ¿Quieres que me detenga? – Ace sintió como el aire que escapó de la boca de Marco le golpeó la oreja en ese susurró – Pero si estas disfrutándolo… Mira… - Agarró su miembro que de un tiempo que caía un poco de líquido de él, Ace se aferró al brazo de Marco que se apoyaba en la cama para no caer sobre él – está goteando… - De su oído pasó dando besitos hasta la mejilla en donde su lengua afiebrada le lamió – Caliente, mira cómo se sacude… está a punto de explotar… - Dijo cuándo su pulgar se dio el lujo de acariciar con lentitud su glande.

 

 

Ace entonces sucumbió ante la lujuria, sus ojos se encendieron y dejó de pensar en lo bueno, en lo malo, en cuanto le avergonzaba que en cada gemido su voz se agudizara cuando justo en los últimos segundos. Ya nada importaba.

 

Se dejó caer como mosca en la trampa de una planta carnívora, ingenuamente se fue posando sobre sus fauces y no se dio cuenta cuando fue devorado.

 

En la cúspide del placer creyó que se desmayaba, moría e iba al cielo. Delicioso, Ace sintió los espasmos mientras se derramaba encima, haciendo que hasta su pezón se viese cubierto por el líquido blanquecino.

 

Marco por su lado solo bastó de un par de estocadas mientras Ace se corría para hacerlo dentro de él, escurriéndose en sus entrañas. La sensación hizo que el pecoso apretara los dientes y aspirara entre ellos.

 

Era la primera ronda de la noche en que Marco se corría dentro del pelinegro.

 

Ace recuperando un cachito de su cordura entre los jadeos agitados típicos de post-orgasmo, se dijo que esto no era lo que buscaba cuando después de lo sucedido en el baño del restaurant, Marco le invitó a su departamento.

 

Después de pagar Ace se dejó conducir, más por calentura que por curiosidad por saber cómo era el lugar donde Marco estaba viviendo. Sin embargo ni siquiera había visto bien la sala cuando ya estaba siendo arrojado a una cama en donde su piel se encontró con los labios de Marco, en donde sus manos se encontraron con la piel morena del rubio, en donde su barba le raspó mientras se restregaba contra su estómago y bajaba hasta donde su miembro le esperaba duro y dispuesto a ser mimado.

 

De eso ya iban unas cuantas horas. Esta era la tercera o cuarta vez que lo hacían, sin embargo era la primera en que Marco en vez de salir se quedó duro dentro de él.

 

¿Duro? ¿Cómo podía seguir estando de esa forma si ya se había corrido tantas veces? Ace chilló sorprendido cuando entre las réplicas del reciente ejercicio Marco se enderezó.

 

Su cuerpo estaba tan tenso y su cara se comenzaba a teñir de rojo vivo. Marco lamió sus labios y suspiró mientras se deleitaba de nuevo con la anatomía temblorosa de Ace.

 

Las piernas del pecoso se le resbalaron y la planta de los pies de este tocaron el colchón, sus muslos envolvieron un poco la cadera de Marco, el cual pasó sus brazos por fuera de estos y se echó ligeramente hacia atrás, su miembro palpitó con fuerza dentro de Ace.

 

-          Mmm… - Pegó una lenta estocada en la cual apretó la mandíbula y entrecerró los ojos – Mierda…

 

Esta era una de las pocas veces que oía a Marco maldecir o tirar una palabrota. Volvió a entrar como a tientas, tratando de no ceder a los impulsos, en la cueva de Ace.

 

-          O-oye… nnggh… ¿No me digas que lo harás de nuevo? – La voz del pecoso temblaba y su cara dibujaba una tierna expresión de enfado, Marco sonrió de lado. “Maldita sea”, pensó Ace, “Esa expresión debería ser ilegal”.

 

-          Lo sé… Debería detenerme… - Dijo juguetonamente, empujando despacio nuevamente, la sensación era completamente diferente, Ace le estaba prácticamente asfixiando, tanto que llegaba a doler un poco, pero de todas formas se le hacía agua la boca de pensar que era en Ace donde estaba entrando su miembro.

 

-          ¿C-como puedes estar así todavía? – El pelinegro sentía un escozor junto con la nueva oleada de calor cada vez que Marco pretendía salir y luego se empujaba tranquilamente, rozando su punto sensible – De-déjame…

 

-          ¿Duele? Mmm… - Maldición, Ace lo único que quería era que dejara de ronronear de esa forma mientras con esa sonrisita y esos ojos le hacían despertar los sentidos – ¿Escuchas? – Dijo sin esperar a que Ace le contestara – ¿Escuchas cómo suena? – Mientras su falo desaparecía en sus entrañas se produjo el sonido, como una especie de squish, como agua, Ace no lo podría definir, sin embargo si podía definir la sensación que se recorrió de pies a cabeza, aquella llmada vergüenza – Ah… Esta escurriendo – Murmuró.

 

-          ¡Ya basta! – Gritó Ace.

 

-          Pero me está tragando…

 

-          No… Detente… Ya basta… sal, no sigas… Mmm…

 

Ace comenzó a sacudirse, entonces entre su retorcijones pasó a hacerse daño y en consecuencia también a Marco.

 

Ambos terminaron separados Ace acurrucado entre las sábanas en posición fetal y Marco sentado con las manos en su entrepierna aun levantada. Eran atacados por el dolor

 

-          No debí moverme tan brusco… - Sentía como una gotita de sudor le resbalaba por la sien.

 

-         

 

-          ¿Ma-Marco…?

 

-         

 

-          ¿Lo siento? También te dolió ¿no? – Mierda, que forma más estúpida y mata pasiones de terminar. Ace se giró delicadamente a mirar a Marco.

 

-         

 

-          ¿Marco? – Dijo sentándose frente a él, no levantaba la mirada. Ace se preocupó un poco tampoco había sido para tanto ¿O sí?

 

-          Cre-creo que iré al baño… - Susurró al cabo de un rato.

 

-          ¿Eh? – Ace vio como lentamente se iba acercando a la orilla de la cama con las manos aun sobre su miembro cubriéndolo a duras penas. Entonces se dio cuenta del problema; Marco aún estaba erecto y él más encima le había prácticamente golpeado en esas circunstancias. Se abofeteó mentalmente – E-espera… - Dijo tomándole del brazo antes que se bajara de la cama.

 

-          ¿Qué…?

 

-          Tú… Pues… Yo… como decirlo… - Ace se sonrojó y miró hacia otro lado.

 

-          ¿Ace? – Marco se giró ligeramente para verlo, parecía más avergonzado que tímido, cosa completamente distinta, una persona tímida era tierna, Ace en ese momento parecía más bien que se debatía entre decir o no decir lo que tenía en mente.

 

-          Pues… Ya sabes… - Dijo apuntando a su encubierto amigo – Yo… podría… con mi boca…

 

Marco abrió los ojos como platos al escuchar eso ¿No estaba todo yendo demasiado rápido?

 

Marco se había propuesto esa deliciosa alternativa cuando Ace se sintiese más cómodo a su lado, cuando le aceptase.

 

Iba a negarse, juro que iba a negarse pero cuando vio el deseo en las pupilas del pecoso no pudo hacerlo. El dolor se fue al carajo, terminó sentado en la cabecera de la cama con las piernas abiertas por donde Ace se introdujo y comenzó con su labor.

 

Primero tanteó y besó ¿Por qué ese hombre tenía que ser tan intimidantemente grande?

 

Ace estaba cumpliendo un de sus fantasías de adolescente; estaba frente a frente con el pene de Marco rozándole los labios, palpitaba, hinchándose un poquito más y se calentaba como si la sangre que le recorriera fuese lava.

 

Al lamer por primera vez se encontró con el sabor del esperma de Marco y la loción que habían ocupado. No era algo que supiera de maravilla pero en una mórbida forma le encendía un poco, solo un poco.

 

Marco se había corrido dentro ¿No? Claro, sentía como el líquido caía desde su entrada por el muslo hasta llegar a colchón, también como se contraía su entrada, estaba tan mojado, se sentía húmedo. Qué vergüenza…

 

Marco estaba muy duro, su lengua se derretía al contacto, aun no se atrevía a meterlo en la boca ¿Cabría? Por supuesto, no es como si fuese la primera vez haciendo algo como eso. Pero es que por alguna extraña razón estarle haciendo una mamada a Marco se le hacía tan sucio e irreal.

 

Se sintió una mujerzuela facilona… Pero qué más daba, por esa noche sería la mujerzuela facilona de Marco, aunque nunca lo admitiría, en su cabeza se repetía constantemente esas palabras. Estaba enfermo y lo sabía, le sorprendió que le diese exactamente igual.

 

Entonces contrario a lo que hubiese esperado Ace delineó sus labios con la punta, cerró los ojos y abrió la boca encima, sin chupar ni lamer.

 

Marco comprendió lo que quería y se empujó dentro, con expectativas que se derrumbaron al sentir la humedad de esa cavidad; al sentir como, cuando sacó miembro, Ace le recorrió el glande y se metió por debajo de su prepucio rápidamente. Tuvo que afirmarse al colchón para no  retorcerse de placer.

 

Sus labios mágicos le dejaron abrumado, la mano de Ace se deslizó sigilosamente hasta sus demás genitales. Acarició suavemente sus testículos, sintió como una cascada de agua fría le caía por la espalda para luego darse al calor infernal de esa boca, que ya comenzaba a succionar cada vez más avaricioso y agresivo. La respiración de Marco comenzaba a agitarse de más y de vez en cuando se le escaba un jadeo o un tenue gemido. Delicioso.

 

La boca de Ace era la perfección; era húmeda como si ensalivara como un hambriento con el hecho de estarle chupando, era caliente como el mismo infierno y apretada como su culo. Mierda, hasta llegó a compararla con eso, por el infierno, era realmente rica, era sublime.

 

La forma en que se paseaba por la punta dándole segundos de tregua y luego sondeaba tan fuerte que parecía que podía perder la cabeza.

 

No fue hasta que Ace abrió por fin los ojos que sintió como Marco se empujaba dentro hasta llegarle al fondo. Ace cayó rendido en la cama las piernas ya no le daban ni para afirmarse sobre las rodillas. Diablos, la forma en como lo miraba, parecía como si lo estuviese comiendo, aunque era él quien tenía su miembro en la boca, esa expresión tan sumida en la perdición, la sensación de su miembro en la garganta.

 

Ace abrió su boca y dejó que toda le envolviera; sus labios, sus mejillas, su lengua, su garganta, todo apretujaba su miembro haciéndole poner esa mirada.

 

El miembro del pecoso hizo contacto con las sábanas al caer y comenzó a restregarse contra ellas mientras sentía su trasero palpitar, estaba duro de nuevo y completamente deseoso.

 

¿Se podía sentir todo eso con una simple mamada?

 

Marco sintió como sus genitales le enviaban múltiples sensaciones al estómago. La sangre le recorrió el cuerpo y se concentró en su miembro, todo él parecía querer un momento en la boca de Ace.

 

Se corrió en un gruñido, Ace gimió al rededor, el líquido caliente le sorprendió por un momento pero luego comenzó a chupar para dejarlo seco. Se desesperó mientras él experimentaba su propio orgasmo contra la cama. Su cuerpo completo tiritó hasta sintió como sus pezones se sacudían.

 

Marco por su parte tenía todos los músculos de su cuerpo tensos con los puños apretados al igual que sus dientes.

 

El pecoso dejó que su cabeza se ladeara y cayera sobre el muslo tembloroso de Marco.

 

Los dos sentían los temblores replicantes.

 

-          I-Increíble…

 

-          Si…

 

II 

 

La luz de la nublada mañana se coló por la ventana al igual que el frío de la mañana.

 

Marco sintió su cuerpo estremecer y abrió los ojos, luego los volvió a cerrar mientras se giraba en su cama buscando caer de nuevo en el mundo de los sueños, la cabeza le dolió víctima de la falta de este.

 

Sin embargo cuando estaba por la mitad de la cama se topó con algo cálido.

 

Entonces abrió los ojos de golpe sin podérselo creer.

 

Portgas D. Ace estaba a su lado completamente desnudo, con el cabello desparramado sobre la blanca almohada haciendo un maravilloso contraste.

 

Marco tuvo que apartar la mirada antes de quedarse ciego con la luz que rodeaba al pecoso.

 

Era como una especie de ángel, lleno de chupetones, pero un ángel al fin y al cabo. Marco comenzó a girarse con la manos sobre la cara, poco a poco fue abriéndose paso por sus dígitos para mirarle.

 

Todos lo recuerdo de la noche le llegaron de pronto. Las muchas formas en que le hizo suyo, en como Ace se abrió para en tantas formas. Y sin embargo en ese momento sintió un hambre por él indescriptible.

 

Mordió su labio inferior en un vano intento de controlar su cuerpo pero no pudo.

 

Se arrastró como un gusanito, cuando estuvo cerca se levantó y le robó un beso a esa boca dormida que entrecerrada dejaba el paso perfecto a la lengua de Marco. Saboreó el interior pero no era divertido si Ace no estaba despierto.

 

Suspiró y le dejó en paz. Ace, a pesar, de todo no despertó.

 

Marco entonces se levantó y buscó el reloj que tenía en el velador al lado de la cama. Eran las diez y media de la mañana. Perfecto había dormido con suerte cuatro horas, si no es que menos.

 

Se sentó en el borde sin mirar a Ace. Estaba seguro que si se volteaba a mirarle no se aguantaría las ganas que tenía de tocarle.

 

Termino levantándose y cogiendo ropa del armario decidió que era hora de ir a darse una ducha helada, una para despertar y otra para bajar al amiguito que le saluda tan temprano. Se rio al recordar los días de su adolescencia cuando se encontraba en la misma situación después de haber soñado estupideces.

 

Fue justo esos tiempos cuando conoció a Ace, un muchachito algo huraño que siempre terminaba haciendo cosas bastante tiernas.

 

Nunca imaginó por esa época que llegaría a sentir algo por el muchachito, si cuando se dio cuenta, años después, que Ace comenzaba a interesarle más de lo que le convenía, sintió que se moría de miedo.

 

¿Qué hacía un idiota de veinte años mirando con otros ojos a un niñito de once?

 

De solo pensar en lo mal que la pasó por esos años le dolía el estómago.

 

No fue hasta el año siguiente que Ace comenzó a ser un poco más callado y tímido que se interesó completamente en el niño que de una extraña forma le fue encantando. Mientras el pecoso más entraba en la adolescencia más hermoso se ponía y más ganas le daban de tocarlo.

 

La forma en como cuando se quedaba dormido en cualquier parte de la casa, dejando expuesto un trocito de piel debajo de la sudadera, la forma en como sus labios se fruncían cuando me pedía ayuda con su tarea y no entendía, como hacía berrinche cuando lo retaba, sus abrazos repentinos o sus enormes sonrisas, todo se convirtió en gotas cayendo en un recipiente.

 

Sin embargo Marco se había prometido no hacerle nada y no dejar que el recipiente se llenara. Si veía que estaba por desbordase él mismo le hacía un pequeño agujero en la parte baja para que bajar considerablemente y luego tapaba a fuga.

 

Pero hubo algo que nunca esperó, su niño adorado se le confesó un caluroso día después de una discusión infantil.

 

¿Cómo debió reaccionar en ese momento?

 

A estas alturas del partido no tenía caso responderse. En el instante vio como alguien abría la llave haciendo que esta no solo desbordara el recipiente sino que también toda su existencia.

 

Por años se lamentó su negligencia, pero en esos momentos en que se metía a la ducha y dejaba que el agua fría cayera por su cuerpo no podía quejarse.

 

Amar a Ace era lo mejor que le pudo pasar. Ya entrado a la adultez como tal se sentía como un muchachito enamorado.

 

Sonrió como un idiota mientras chocaba ligeramente su cabeza contra los azulejos del baño, el agua le caía y resbalaba. Era como si estuviese siendo ungido con el aceite de algún dios que quería que fuese feliz. Era ridículo pero no importaba, su amor no correspondido tenía la posibilidad de serlo de nuevo.

 

¿Cómo no estar feliz por eso?

 

III

 

Prendió la cocina y dejó la tetera.

 

Sería mucho más cómodo comprar un hervidor, sin embargo Thatch se había negado siempre que él estaba a punto de hacerlo.

 

Se dejó caer en una silla mirando lo que había preparado para el desayuno pero cómo iban al parecer Ace no iba a despertar nunca, comenzó a balancearse en la silla despreocupadamente mientras miraba el techo.

 

Estaba pensando en es cuando el sujeto en cuestión se presentó en la cocina.

 

-          Buenos días… - Dijo con voz adormilada.

 

Marco se giró para mirarle, escuchar su voz le había sorprendido, pero más lo hizo verle ahí parado completamente desnudo y con todo ese cuerpo marcado por su propia lujuria. Casi se cayó de la silla.

 

-          A-Ace…

 

-          Oh… con razón olía tan bien… Hiciste el desayuno… - A Marco se le subieron los colores a la cara.

 

-          Bu-bueno… este…

 

-          Hey… ¿Qué te ocurre? pareces un tomate… - Dijo acercándose un poco, Marco se paralizó.

 

-          ¿N-no tienes frío? Po-porque no te vas a dar una ducha caliente te pones algo de ropa y vienes a comer…

 

-          ¿Eh? – En ese mismo momento Ace cayó en cuenta de lo que le pasaba a Marco, se sintió un idiota lento y es que se veía a las millas de distancia que el hombre estaba avergonzado aunque mantenía su cara de serenidad, pero con ese fuerte sonrojo quien se la creería.

 

Ace terminó con una carcajada ¿No le había hecho muchas cosas esa noche? ¿Qué importaba si ahora lo veía desnudo?

 

-          ¿De qué te ríes? – Dijo entrecerrando los ojos y apoyándose en la mesa. Ace pensó que era endemoniadamente tierna esa forma de disimular su vergüenza.

 

-          De nada, de nada… Está bien iré a darme una ducha… Dime ¿tú la tomaste? – Marco asintió lentamente – Bah… que lastima, nos la hubiésemos pasado bien… - Dijo haciendo un moflete. El sonrojo de Marco de acentuó si es que era posible haciendo que el pelinegro se riera de nuevo. Comprendió por unos segundos la manía que tenía Law en decirle a la gente cosas vergonzosas.

 

-          Ah, el baño es la puerta en frente a mi habitación… - Dijo antes de que Ace se fuera.

 

-          OK…- Dijo el pecoso cerradole un ojo y dandose la vuelta. Vaya que era divertido verle saltar nervioso.

 

Marco por su parte quedo solo de nuevo en la cocina.

 

Maldición… La visión de su formada espalda, su moldeado trasero, la forma en como sus hombros caen en una cintura estrecha que baja en forma recta por sus caderas torneándose un poco en sus piernas de atleta, esbeltas y largas. Le encantaba.

 

¿Qué debía hacer ahora?

 

Ace era un poco descarado; siempre lo había sabido, ni tampoco es que le moleste que el pelinegro ande así por el departamento, pero de todas formas debería dejar que su corazón se acostumbre a ello, después de todo ha sido mucho tiempo separados.

 

Terminó nuevamente mirando el techo y suspirando.

 

Esperaba con ansias el día en que Ace le dijera nuevamente que le quería, ¿Cuánto tiempo debía esperar? ¿Cuánto debía hacer? ¿Cómo debía avanzar?

 

Quizá estaba pensando demasiado la situación, quizá debía dejar que el mundo fluyera como lo había hecho hasta el momento.

 

Por su parte Ace paró a medio camino al baño y se golpeó la cabeza contra la pared más cercana.

 

¿¡Qué diablos estaba haciendo!?

 

Cuando despertó hace unos quince minutos y vio la cama vacía a su lado se sintió extrañamente solo al no ver a Marco, no le podía pasar lo mismo dos veces ¿No?

 

Se había levantado muy rápido que se olvidó de todo el ejercicio en la noche. No se pudo ni parar, cayó de rodillas al suelo temblando con todo el cuerpo adolorido.

 

Sentía un asfixiante dolor en el pecho que le hacía sentir tantas ansias. Eso hasta que sintió el olor a comida y café que llenaba el departamento ¿Estaba en la cocina?

 

Fue entonces que se guio hasta lo que parecía ser la cocina.

 

Al verle allí sentado mirando calmadamente al techo, balanceándose. Sintió como el corazón se le calmaba.

 

Maldita sea ¿Es que se le había olvidado todo? ¿Dónde quedó todo el odio?

 

Al parecer se había derretido con todas las cosas hermosas que poco a poco Marco iba urdiendo, cada detalle.

 

Hasta estaba creyendo en sus palabras, en cada te amo, en cada te quiero, en cada eres importante ¿Podía permitirse caer de esa forma en la trampa?

 

No estaba completamente seguro, pero no podía negar que le encantaba Marco.

 

Inclusive podría decir que le encantaba más ahora que cuando era un niño. En el pasado Marco era su ideal inalcanzable, aquel chico serio y tranquilo que siempre sonreía amablemente, aquel que no perdía la paciencia por cualquier cosa y que siempre creyó estaría con Luffy y con él.

 

Pero en el presente, Marco se había vuelto un hombre y se le notaba que estaba ya bastante grande, pero era tan cercano, tierno y humano.

 

Le encantaba como sus ojos parecían brillar, como su cara se sonrojaba, la forma en cómo se estremecía cuando Ace se le acercaba, como le escuchaba atentamente disfrutando de cada palabra.

 

Estaba creyendo en él.

 

Ace desenterró lentamente cada minuto en que sintió como su corazón se le aceleraba al ver la paz en los ojos de Marco, cada vez que le veía pasar y quería reinventarse y dejar de sentir eso por alguien que nunca le miraría.

 

¿Por dónde debía empezar a sentir por Marco? ¿Hasta dónde le era permitido quererlo?

 

Algo dentro, en los recovecos de su alma, pedía que le mundo ya parara, que dejara de girar sobre su eje y le diese un respiro. Algo quería tener la fuerza necesaria para atrapar el alma de pajarito del rubio y mantenerla en sus manos, cuidarle, tener el valor para ser especial. Algo quería que a historia de amor que cuando pequeño escucho se hiciese realidad en los labios de Marco.

 

Estaba comenzando a sentirse ansioso, y más que eso a sentir que en cualquier momento saldría corriendo se echaría al cuello del que le espera en la cocina y le perdonaría todas las malas prácticas del pasado.

 

Si durante la noche se quemó en los calderos del infierno, sintiendo la excitación de lo prohibido, perdiendo la cabeza en más de una ocasión. Maldición si hasta se llamó a sí mismo mujerzuela y sintió que casi se corría… ¡Mierda!

 

Comenzó a darse de cabezazos contra la pared. Era un idiota.

 

Entró en el baño con un hilito de sangre  cayéndole desde la frente. Era un idiota.

 

IV

 

Cuando salió, ya con el cabello mojado y fue a ponerse su ropa antes de salir de la habitación se quedó unos instantes en el umbral de la puerta preguntándose lo que debía hacer en esos momentos, en cómo debía tratara Marco. Seguir como hasta el momento era peligroso.

 

¿Quería que todo avanzara?

 

Marco estaba siendo una buena persona, siempre le pedía perdón por las cosas que le hizo, por la soledad, por el casi abuso, por todo.

 

Al final el estómago le reclamó. Terminó yendo hasta la cocina resignado.

 

Marco había puesto a calentar de nuevo el agua.

 

Ace se sentó sin mirarle. Aunque se sentía algo incómodo terminó comiendo todo lo que Marco había preparado.

 

Al final la conversación llegó junto con un café con leche que Ace no dejó pasar.

 

-          Todavía te gusta así el café – Dijo Marco con algo de melancolía en la voz.

 

-          Soy un tipo simple… Hay muchas cosas que siguen siendo como antes, como también he cambiado.

 

-          Ya veo… Como el hecho de que eres un glotón – Marco acercó lentamente la mano a la mejilla de Ace, tenía mermelada en ella. Ace sintió como su cuerpo se calentaba desde ese roce.

 

-          Bu-bueno… - Ace balbuceó, Marco le miró y se abstuvo de lamer la mermelada que le birló.

 

-          Es como eres, me gustas así… - Dijo con simpleza dándole un sorbo a su café bien cargado. Ace apretó los puños, maldición, eso era injusto.

 

-         

 

Se mantuvieron en silencio después de eso. Marco sin embargo sintió como su corazón era apretujado y comenzó a doler cuando latía. Por idiota esperó que el chico frente suyo le respondería.

 

-          Oh… es cierto… quería preguntarte… ¿Vives con un amigo? – Marco se sorprendió un poco.

 

-          Oh si, Thatch… ¿Por qué?

 

-          ¿Thatch? Oh, nada es que como en el baño hay dos de todo o supuse…

 

-          Ah… Bueno él es un excelente amigo debería decir… - Dijo con una sonrisa. Ace sintió un malestar que no supo describir del todo, o más bien no le quiso dar nombre.

 

-          Ya veo… - Marco miró a Ace y sonrió, tal vez no le contestaría, pero no podía negar que no estaba molesto.

 

-          Cuando llegué aquí… - Dijo tenuemente – No tenía ningún lugar al que ir. Thatch era un amigo que tenía cuando comencé la universidad. Me lo encontré de casualidad en un bar, no sé muy bien que es lo que pasó pero al parecer cuando estaba sin hogar él se estaba divorciando. Las cosas se dieron.

 

Por alguna razón Ace se sintió ridículo. Estaba aliviado y se sentía como un idiota.

 

-          Y… ¿Dónde está él?

 

-          Ah… pues estos días se los tomó libre en su trabajo y fue a ver a sus padres, o algo así…

 

-          Oh…

 

-          ¿Y tú?

 

-          ¿Eh?

 

-          Vives con Luffy ¿No?

 

-          Ah… si claro… Vivimos con un amigo de la escuela… Law… Trafalgar Law.

 

-          Oh… ¿Él? – Ace se asombró de que Marco conociera al idiota de Law.

 

-          ¿Le conoces?

 

-          Ah bueno… Si pues ¿No supiste de lo que hizo con el profesor de psicoanálisis?

 

-          No me digas que… - Ace ya estaba suponiendo lo peor

 

-          Lo humilló prácticamente frente a una de sus más grandes clases. Al parecer había sido invitado por el mismísimo profesor – Uff, menos mal que no era lo que había imaginado.

 

-          ¿Y que tenía que andar haciendo ese idiota allá?

 

-          Pues... no lo sé. Déjame decirte que tienes un amigo bastante temerario.

 

-          Ni que lo digas… Maldito Law ni me había contado.

 

-          Bueno pasó mucho antes incuso que nos encontráramos, recién había vuelto. Me sorprendió un montón el conocimiento que tenía a pesar de no estar en la carrera.

 

-          Ese idiota es un endemoniado superdotado, no te preocupes – Dijo Ace agitado la mano, cosa que le hizo un poco de gracia a Marco.

 

A final terminaron conversando de cosas de la vida, de la cotidianeidad. Ace aprendió bastante de Marco y viceversa, por ejemplo; como se llevaba con Shanks, como le iba con su doctorado, algunas cosas que hizo cuando estaba en el extranjero. Marco por su parte se enteró de los amigos que tenían en común con Luffy, como este se enfermó una vez porque se comió una especie de mondadientes y tuvieron que operarlo porque le iba a perforar el intestino*, entre otras cosas.

 

-          Y entonces Luffy… - Dijo entre carcajadas mientras Marco le miraba con una amable sonrisa. Ace se sonrojó un poco y calló.

 

-          ¿Uh? ¿Qué pasa?

 

-          Nada es que… solo sé hablar de Luffy… y de cosas bastante estúpidas – Marco se sorprendió un poco pero luego le sonrió más dulce.

 

-          No te preocupes… siempre has sido muy preocupado por Luffy, él es bastante especial. Además que es parte de tu vida.

 

-          Marco…

 

Eso sí que  había conmovido. Era la primera vez que una de las personas interesadas en él no se molestaba por toda la atención que le ponía a su hermanito. Las mujeres siempre le decían “¿Quién es más importante, él o yo?”, pregunta estúpida puesto que siempre terminarían perdiendo contra Luffy; mientras que los hombres decía “Yo no estoy de niñera ni mucho menos” y luego le dejaban.

 

Sin embargo Marco ya les conocía y Ace sabía que Luffy le tenía cariño, puesto que nunca le contó que era él la causa de tanto sufrimiento.

 

Entonces Marco vio una oportunidad en los ojos de Ace, se fue acercando lentamente, pasando de la loza en la mesa ya desocupada y sucia.

 

Ace se quedó quieto, a la espera de que Marco entrara en contacto. Sin embargo algo le hizo clic en la cabeza justo cuando ya solo quedaban unos cuantos centímetros a su boca.

 

-          ¡Mierda!

 

-          ¿Q-Qué? – Dijo Marco, completamente desconcertado.

 

-          No he llamado a Luffy… - Dijo como si hubiese encontrado la respuesta al porqué de la muerte.

 

Al rubio se le resbaló una gotita de sudor por la sien. Eso era tan típico de Ace.

 

El pecoso se levantó de la mesa  corrió a la habitación de Marco donde se encontraba su chaqueta.

 

El rubio moreno de extraño peinado se quedó mirando a donde el pelinegro había desaparecido, si hasta con los labios estirados se había quedado.

 

Se volvió a sentar en su sitio acatando que en ese momento no podía pedir más.

 

 

V

 

Ace volvió con el celular en a mano y lo miraba preocupado.

 

-          ¿Qué ocurre?

 

-          Es que… se me descargó el celular…

 

-          Mmm… Déjame ver la entrada – Marco estiró la mano pidiéndole el teléfono. Ace se lo entregó – Creo que Thatch tiene un cargador así… espérame.

 

Ace asintió y Marco fue el que esta vez salió de la cocina. Sin embargo volvió en menos de do minutos con el cable en la mano.

 

-          Este le sirve ¿No? – Dijo entregándole el cordón de goma. Ace lo probó y conectó al enchufe que tenía libre a lado del estante de especias. Cuando vio al teléfono brillar y aparecer una batería en la pantalla se le iluminó la cara.

 

-          Si le sirve… ¡Gracias!

 

-          De nada… - Marco casi queda ciego con el sol que se mostraba en el rostro del pelinegro.

 

Ace no tardó en encender el aparato que no hizo más que encontrar la señal y comenzó a vibrar y sonar como loco. El pecoso sintió que casi se le cae de las manos. Tenía como mínimo cuarenta llamadas perdidas, como cien mensajes entre los de texto y de voz.

 

Sintió como el mundo se le posicionaba encima de los hombros.

 

Casi todo era de Law peguntando donde carajos se había metido.

 

Era relativamente indiferente hasta que llegó al mensaje chorrocientos mil en el que Law le informaba que Luffy había pescado una especie de respirado.

 

¡Su hermanito estaba enfermo! Quizá que cosa le ocurrió durante su ausencia, su gran complejo de hermano se hizo presente en todo su esplendor.

 

Con la cara pálida se levantó y fue hasta la habitación de Marco, este último le siguió hasta la sala y de ahí vio cómo se paseaba de aquí allá buscando su cartera, la cual encontró tirada cerca de un mueblecito ¿Cómo había llegado hasta allí?

 

Bueno no importaba.

 

Iba dispuesto a salir del departamento pero antes de que llegara a la entrada principal Marco le detuvo.

 

-          Oye…

 

-          ¡Ah! Cierto… disculpa si te cause alguna molestia… pero debo irme ahora…

 

-          ¿Le ocurrió algo a Luffy? – ¿Tanto se le notaba?

 

-          Bueno… creo que si…

 

-          Mmm… ¿Es grave?

 

-          Un resfriado al parecer…

 

-          Ya veo…

 

-          Lo siento, pero debo irm… - No terminó la frase puesto que de un momento a otro sus labios se vieron sellados por los de Marco. 

 

Fue un roce dulce sin segundas intenciones, completamente casto como los que se le da a una preciada persona. Simple y lleno de sentimientos.

 

Ace pudo sentir el miedo pujando en su alma ¿Y si dejaba entrar a Marco a su corazón le volvería a dañar? Con ese pensamiento puso las manos en el pecho de Marco y en una fracción de segundo estaban separados, claro que a base de un fuerte empujón.

 

El rubio quedó perplejo. Ya sabía que Ace no lo aceptaba, ya sabía que el camino a recorrer era difícil y que aunque tenía su cuerpo no quería decir que también su corazón pero esta especie de rechazo dolía.

 

-          Y-yo…

 

-          Lo siento… - Interrumpió Marco antes que Ace dijera sus más temidas palabras. – Sé que no debería presionarte, no soy quien para hacerlo, lo siento no lo volveré a hacer hasta que me aceptes… Iré de a poco, lo prometo…

 

Ace abrió los ojos sorprendido, era la primea vez que veía tan desesperado. Marco se sentía estúpido, no quería que Ace le odiara, no en el momento que creía que había avanzado aunque sea un pasito.

 

El pecoso se dio la vuelta y no le miró, Marco creyó que el corazón se le caería de esa frágil cuerda floja en que había puesto a su corazón a hacer malabares.

 

Sin embargo antes de que abriera la boca para pedir una segunda oportunidad Ace habló.

 

-          Tal vez… para la próxima vez que salgamos tengas más suerte con eso…

 

-          ¿Eh?

 

-          So-solo digo que tal vez podría ocurrir… Si te esfuerzas claro…

 

El rubio sintió que los zapatos se le despegaban del suelo y flotaba entre nubes, que todo perdía su gravedad y todo el peso sobre sus hombros se esfumaba en un segundo.

 

Sonrió eufórico y abrazó a Ace tan fuerte que este sintió que sus huesos se romperían.

 

-          Me esforzaré para hacerte feliz… Ace… - El pecoso sentía las mejillas arder.

 

-          S-si, como digas… - Dijo tratando de alejarse un poco, el aroma de su cuerpo y su calor le estaban volviendo loco – Ahora suéltame, tengo que ir a ver a mi hermano…

 

-          Ah cierto… - Dijo soltándole poco a poco – entonces hasta luego… - Se sentía tan bien decir eso, era la oportunidad para convertirse nuevamente en la persona especial para Ace.

 

El pecoso por su parte sintió como el cuerpo se le estremecía a ver la cara tranquila de Marco. Por alguna razón sus ojos  flameaban en decisión, madurez y felicidad. Ni quería pensar en cómo se sentía porque terminaría consumido por el calor que se implantaba en su alma. Lindo… Marco era… perfecto.

 

Toda la tranquilidad que se reflejó en los espejos del alma de Marco le paralizó el cuerpo. Aquella paz le daba la ventaja, era ella la que  sin miedos se metía en las hendiduras de su corazón ya maltratado, volátil y sumisa, haciéndole saber los sentimientos ocultos detrás de un par de miradas.

 

Ace encontró una razón para acallar todas las preguntas en su cabeza.

 

-          Eh… si, hasta luego…

 

Entonces, dándose la vuelta atravesó el umbral de la puerta principal y se fue.

 

VI

 

El aire frío se arremolinaba a su alrededor, haciendo que su cabello danzara y soltara el olor del champú de Marco.

 

Sentía las mejillas tan calientes que ni las bajas temperaturas del medio día podrían amainar el calor que en ellas se escondía.

 

Podría sonar hasta ridículo pero se sentía extremadamente feliz.

 

Tal vez ya debía dejar de resistirse, Marco era medianamente bueno; pero quería ver hasta dónde llegaría, quería hacer que cada día fuese especial, quería conocer más de él, verle al filo de la espada y la pared, quería ver esa expresión de desesperación en su rostro de nuevo.

 

Tal vez era egoísta y caprichoso, tal vez era un maldito cerdo haciéndole sufrir. Pero no podía negar que le encantaba sentirse tan cercano a Marco, era como un sueño hecho realidad: su inalcanzable amor de adolescente era un humano común y corriente, uno que sentía, sufría y sucumbía a los deseos de su cuerpo.

 

Era demasiado pronto para dejar que el juego acabara. Además que lo que pedía Marco era imposible ¿Cómo olvidar lo que ocurrió? Eso era parte de su vida y aunque fuese doloroso no se arrepentía de nada en su vida, nunca lo había hecho realmente, no hasta que se encontró con el rubio de nuevo, sin embargo no era arrepentimiento el sentimiento que apretujaba en su pecho si no que el recuerdo aun latía en su piel, la cicatriz no duele pero tampoco es bonita.

 

Ace se encontró a si mismo en los cuarteles de su mente queriendo al Marco que ahora le presentaba la vida, no al que en su momento le abandonó, si no al que ahora le miraba con esos ojos de dolor, el que se perdía en amor, el que se derretía al verle en la cama, el que podía devorarlo de un bocado. Se encontró queriendo al lobo disfrazado de oveja, lo bueno es que ahora sabía a qué se atenía, después de todo no sentía esa cálida sensación en el alma por la piel lanuda, si no que era por aquel lobo voraz que aunque salvaje le daba total lealtad.

 

Ace sonrió mientras tomaba el autobús.

 

“Sé que me he vuelto a perder… Pero no quiero dejar atrás todo aquello que pasé. Quiero asustarme si te marchas, quiero escuchar tus sollozos y que el corazón se me rompa a pedazos, quiero poder besarte sin otra intensión que expresar que eres preciado, quiero ser envuelto en tu paz… Sorpréndeme Marco… atrévete a conquistarme”.

 

Como respuesta Marco se apoyaba en la mesa con otra taza de café en las manos y una amplia sonrisa en el rostro.

 

“Lo prometo, Ace… Tu corazón será mío de nuevo, y en ese momento sabrás que es lo que se siente ser amado con toda el alma. Tomaré tu mano y no la dejaré ir nunca más, caminaré contigo y luego en el sendero podrás ver mis pisadas junto a las tuyas. Y todo esto es porque te espero, porque te añoro, porque te amo…”

 

Notas finales:

OMG ES MUY TARDE YA... LAS SEIS DE A TARDE O.O

Pues así es la cosa...

SOY UNA MALDITA OSITA DE PELUCHE COME MIEL POR DIOS!!!!

Todas la veces que diga "Ay no soy tan cursi..." Es una mentira!!!

Bueno a veces depende... es que con un Ace tan caliente y un Marco tan malditamente tierno quien no verdad?

¿No creen que Marco se me fue totalmente del personaje desde hace varios capítulos?

BUENO NO IMPORTA!!!!

LO IMPORTANTE ES QUE HAY AMOR FLOTANDO ENTRE ESOS DOS :3

Por otro lado perdón por no subir tan seguido, pero es que me ha entrado esa cosita llamada "QUE EL MUNDO SE VAYA AL CARAJO" y no he podido escribir... ES QUE ME SENTÍA TAN MAL POR HACER ALGO ESCRITO COMO LAS REVERENDAS!!!

Ya saben que el Fic se acaba y este sea probablemente el ultimo capítulo de la historia entre Maco y Ace y aun asi no me puedo quedar conforme... Creo que ustedes tampoco...

En fin daré lo mejor de mi y trataré de no achacarme tanto... :3 

ESPERO QUE LE HAYA GUSTADO EL CAPÍTULO COMO A MI ESCIBIRLO!!!!

QUE TENGAN UN BONITO DÍA VIENDO YAOI HARD CON UN POTE DE HELADO AL LADO (YO ME COMO UNA CASATA SOLA HAHA XD) 

ESPERO SUS OPINIONES, TOMATAZOS Y LADRILLAZOS EN SUS HERMOSOS REVIEWS!!!!


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