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Solo me hace amarte más por devilasleep11

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Notas del capitulo:

LO SIENTO, LO SIENTO, LO SIENTO, LO SIENTO, LO SIENTO!!!!!!!

DE VERDAD PERDONENME POR DEMORAR TANTO EN ACTUALIZAR EL FIC Y ESCRIBIR POR FIN LOS ESPECIALES!!!!!!

Entra a la universidad, decian. Recien al segundo o tercer año sentiras la necesidad de estudiar, decían....

¿¿¡¡¡¡COMO MIERDA PUEDE ESTO DEJARME SIN TIEMPO ALGUNO!!!!??

Lo sé solo llevo unas cuantas semanas... pero mi Fic corrió un serio peligro... NI PENSABA EN SUBIR DURANTE DÍAS!!!!!

No es que me haya desanimado, inclusive siempre que iba en el metro compleamente lateada y apretujada, leyendo en mi celular una que otra cosita que me daba el lujo de descargar... ME DABA LA INSPIRACIÓN DE LA VIDA!!!

¿Pero qué hacía al volver a casa?

PUES ESTUDIAR Y PASAR EN LIMPIO LO QUE ESCRIBÍ TAN MAL EN UN CUADERNO BORRADOR QUE YA LLENÉ HASTA LA TAPA!!!!

Pero bueno pude terminar y si, está larguísimo....

ESPERO QUE LES GUSTE

QUE VENGA EL PRIMER ESPECIAL!!!!!

: : Especial uno | Detrás de la dulce mentira se esconde la caótica verdad

 

XXXXX

 

El sol golpea de tal forma mi ventana que casi me ciega como de iluminada que se ve mi habitación. Tal vez debería cambiar el color de las paredes, no los sé, algo más radical.

 

He estado pensando muchas cosas últimamente, debería tomarme las cosas mejor. Pero cada vez que lo pienso le veo a mi lado con esa sonrisa condescendiente que me toca en lo más profundo, amo sus sonrisas no lo puedo negar, pero cuando me las da solo para ocultarse me desespera, por decirlo de forma convencional.

 

Llevamos un año viéndonos.

 

Al principio todo era un mar de sensaciones inciertas que guardaba en lo más profundo de mi corazón para no asustarle. Luego vino aquella vez que su amigo nos encontró besándonos, creí que no había nadie en su departamento por lo que lo incité, pero resulto que el gusano era muy silencioso - que le diga gusano no quiere decir que lo odie - es solo que por “casualidad”, desde ese momento me ha arruinado buenos momentos.

 

Esa fue la única vez que no negó que me estaba viendo, al parecer el chico sabía algo sobre nosotros, de lo contrario, estoy seguro que le hubiese mentido descaradamente.

 

Y no es como si quisiese que me colgara un cartel en el cuello con letras grandes y llamativas “NOS ESTAMOS VIENDO”, pero, ¡por el infierno!, a veces hace como si ni siquiera me conociera.

 

No es como si le diese vergüenza que todos se enteren que somos hombres, he sabido que a él le iba lo que fuese. Tampoco es como si fuese problema nuestra diferencia de edad, es sabido que algunos de los profesores de la universidad se ven con chicas de hasta primer año.

 

El gran problema aquí es que él no quiere aceptarme. Por favor, si llevamos un año en donde ha pasado de todo entre nosotros y todavía ni andantes* somos. No sé qué pensar.

 

Me dije que quería ir de a poco, llevar en paz esta relación, después de todo pasé años alejado de él, esperar a que estuviese listo no sería ningún problema. Eso era antes de tenerle tan cerca, antes de saber que en los bares los tipos se le pegan como moscas a la mierda, eso era antes de saber que podría tener la oportunidad de ser cariñoso con él, de hacerle regalos sin tener que dar una excusa, de simplemente ser como siempre había querido.

 

Sin embargo, ya tengo treinta años, no puedo comportarme de esa forma infantil y hacerle reproches por cada cosa que pasa por mi mente posesiva, tengo miedo que de hacerlo se aleje, que retroceda lo que he avanzado después de todo el esfuerzo.

 

Así que cada vez que me entra la angustia; como hoy, a esta hora de la mañana acostado en la cama sabiendo que el verano y las vacaciones lleva a ese enorme y radiante sol a golpear mi ventana; simplemente la suprimo, hago desaparecer cualquier duda o indecisión y me levanto con el pensamiento de que hoy puedo avanzar un milímetro más.

 

Muchas veces se me dijo que era demasiado paciente, tal vez él solo esté esperando que dé el primer paso, pero no puedo dejar de sentir este ¿Miedo? No comprendo del todo el sentimiento pero si sé que es algo que no puedo manejar fácilmente.

 

Me canso de pensar en tonterías, no quiero terminar enfadándome de nuevo y tener que contenerme. No le hallo la razón para buscarle a quinta pata al gato cuando los sentimientos que en el crepúsculo mueren y al alba reverdecen como si nada, tan perfectos y puros, como si ninguna gota de maldad o duda les hubiesen bañado de rocío, aun les siento burbujear  en mi interior.

 

Me dirijo a la ducha en donde el agua caliente espera regarme el cuerpo con gotas traviesas.

 

Mi rutina diaria de vacaciones sigue como de costumbre, después de la ducha y de recordar a Ace un par de veces en situaciones subiditas de tono, que me hacen perder tiempo y obviamente agua que de seguro Thatch me echaría el reto encima luego, mis pasos se dirigen a la cocina en donde el olor del desayuno preparado por mi compañero de piso me despierta al fin las entrañas que comienzan a rugir.

 

Thatch me sonríe desde el lavamanos, prácticamente se me cae la baba frente a semejante banquete que ha preparado.

 

No demoro en sentarme a comer cuando él me lo pide, posteriormente es su turno de sentarse mientras se seca las manos. El sabor del café negro recién molido es un deleite que mi boca tiene el privilegio de probar primero.

 

La secuencia de bocados que vienen después me dejan encantado; el pan recién horneado, que se ha dado el lujo de hacer desde temprano supongo, la mantequilla que se derrite lentamente mientras humea, el olor debería estar prohibido porque provocar tanto a los sentidos no es humano, en esos momentos me da por creer que alguna entidad divina ha besado las manos del hombre que levanta despreocupadamente un periódico, con el codo apoyado en el borde de la mesa, asegurando de forma extraña la taza en su mano.

 

Ya en éste punto mi paladar sobre excitado entra en contacto con una media luna que he untado con un poco de mermelada casera de damasco. Entonces no puedo reprimir una especie de “mmm” que causa la sonrisa victoriosa de Thatch detrás de la sección del horóscopo y los puzles que a uno le da por rellenar de pura ociosidad sin sentido.

 

Al final termino casi comiéndomelo todo, si no fuese que mi compañero ha apartado cierta porción para sí mismo, creo que hubiese arrasado con la mesa.

 

En ese punto, como siempre, Thatch comienza con la conversación  trivial de la mañana. Este es también su día libre en su trabajo, al parecer un muchachito, con muy buenas habilidades por lo que pude concluir, había ido y él quedó desocupado igual que yo, de ahí el pomposo desayuno que hasta jugo y leche tenía servidos junto con una ronda de galletitas, no se le puede pedir a este idiota que descanse de lo que ama, nadie puede descansar de lo que le apasiona, lo sé muy bien.

 

-       Es extraño estar los dos juntos en el departamento, últimamente son pocas las veces que puedo conversar contigo, Marco…  - Dice doblando el diario y dejándolo a su lado atrapado por un vaso. Este acto es la llave que abre el cofre de las conversaciones triviales.

 

-       Ambos hemos estado muy ocupados. Después de todo este año he terminado al fin mi carrera… Además de que he estado de aquí para allá, con todo eso de mis opciones de trabajo, trámites, felicitaciones, etcétera… - Le miro jugueteando con una galletita solitaria que ha quedado en el plato ovalado y blanco que compró Thatch en una tienda de antigüedades, tenía en los bordes bonito diseño pintados a mano.

 

-       La universidad te ha pedido que sigas ayudando con las clases el próximo año ¿No?

 

-       ¿La universidad? Ha sido Shanks – Digo abanicando la mano tratando de que el gesto se vea ligeramente despectivo pero no lo logro, Thatch esboza un sonrisa algo burlesca.

 

Aun se me hace un poco extraño llamar por su nombre a uno de mis profesores, pero se me hizo imposible negarme a ello después de que me invitara unas copas terminara casi siendo un amigo de toda la vida. Me prohibió decirle profesor como siempre me dirigía a su persona, aunque en la intimidad de mis conversaciones ajenas podría seguir llamándolo de esa forma, es mejor irse acostumbrando.

 

-       ¿Aceptaras?

 

-       No lo sé… lo he pensado pero verdaderamente no lo sé, quiero conseguir mi propio destino, ya tu sabes… Además que Shanks no solo me invitó a sus clases sino que también a trabajar con él en su consulta… - Esta vez el gesto que hago es más propio de mí, he bajado lo hombros en señal de paz pero no de rendición, dejo en paz a galletita ya hecha añicos por mi constante picoteo.

 

-       Vaya el tipo te ha agarrado estima… - Dice mi compañero alegre apoyado sus codos en la mesa y en consecuencia a esto enterrando el cuello en los hombros como una extraña tortuga.

 

-       Lamentablemente no sé si eso es bueno o malo… - Digo luego de un resoplido, Thatch suelta su risa al contacto del viento mientras yo cierro los ojos que me pesan un poco, como si la pereza les hubiese vuelto a atacar. Sin embargo mi boca se curva felizmente.

 

-       ¡Pero alégrate, hombre! Son cosas que le ocurren a muy pocas personas, este mundo es una montaña rusa es mejor tomar las decisiones que te harán sentir en la cima por unos cuantos segundos.

 

-       Claro, para ver como todo al final decae… Que mal ejemplo si tu intención es animar a alguien.

 

-       Las fluctuaciones son parte de la vida, lo sabes tanto como yo ¿Qué gracia tiene la abundancia cuando no se ha conocido a miseria? ¿No sabe mejor un plato de comida después de haber sufrido de hambre y desesperación?

 

-       Que poeta te has levantado hoy… - Le digo fingiendo asombro, aunque en una cara neutra es algo difícil de pasmar.

 

-       Haaa… son los días soleados, amigo mío, la luminosidad del departamento me despierta mi lado extravagante… - Dice sacando los codos de la mesa y levantado las manos con las palmas hacia el techo aunque sus hombros no han bajado del todo su cuello comienza a aparecer poco a poco. Vuelvo a imaginármelo como una tortuga.

 

-       Extravagante eres todo el año, hoy estás sentimentalista…

 

-       ¡Oye! No me hablas así que estoy tratando de animarte maldito desconsiderado… - Me echo a reír al ver su cara de niño haciendo un berrinche.

 

Cuando me callo la conversación parece haber llegado a su fin puesto que un silencio quedo ha implantado sus planes entre nosotros como si estuviésemos debatiéndonos entre los diversos temas que podemos tocar.

 

Al final terminamos conversando de cosas triviales del día a día como siempre, nada que contar además de una anécdota alocada, algo sin sentido o demasiado sensacionalista que había salido en las noticias recientemente, los típicos temas que el subconsciente saca para rellenar el tiempo vacío entre una persona y uno mismo.

 

Thatch siempre ha sido un hombre amable, no solo conmigo si no que en general. Con solo decir que me dejó quedarme en su departamento cuando no tenía nada.

 

A decir verdad cuando volví del extranjero ni siquiera sabía que sería de mí, no sé ni porqué volví, pero lo hice y no puedo decir que me arrepiento.

 

En un comienzo era todo tan distinto la universidad era distinta, sus pasajes me lanzaban su aliento de años, de historia, de sueños, rotos y concretados, de miedos, de ansiedad, de alegrías y orgullo. Las mismas sensaciones que tuve cuando entré en un comienzo pero que al regresar  caminar por los rincones callados mientras los demás entraban a sus clases fue evidentemente distinto.

 

Thatch fue el único que me contuvo con sus sonrisas sin saberlo. Es mi mejor amigo, más que eso, es como un hermano y digo hermano porque no sé cómo decirlo realmente, creo que podría acercarse mucho a eso el sentimiento que tengo por él.

 

Es por ello que ocultarle que estoy viendo a mi niño especial me duele, no sé por qué no le he dicho que le veo, ni quien es, ni siquiera se conocen, aunque creo que sabe que veo a alguien pero él no se mete en esos temas, es problema mío en donde apuesto mi lujuria en una cama desordenada.

 

La vida me ha enseñado a ser discreto a cambio de sueños y temores, he aprendido a tener paciencia a punta de pistola, con las balas amenazando dentro de una pistola llamada sociedad, llamada vida. Creo que por ello Thatch no pregunta más que lo necesario aunque sé que puedo contar con él cada vez que lo requiera. Si hay alguien paciente y maduro en esta vida es él.

 

Claro que como yo  también la carrera que su cuerpo y su alma han llevado ha sido algo dura. A veces cuando me despertaba y el desayuno estaba listo como hoy me preguntaba qué clase de mujer pudo haberle dejado. La curiosidad muchas veces me cosquilleó en la lengua pero no pregunté. Si él no se metía en mis asuntos eso quería decir que yo tampoco podía meterme en los suyos.

 

Tal vez este es mi gran problema, me cuesta tomar la iniciativa en los temas importantes, como si fuese apocado cuando las cosas se ponen serias, pero en los temas triviales como lo son el trabajo, la interacción con las personas, los problemas insignificantes de la cotidianeidad, en esas cosas parecía alguien inteligente, seguro e íntegro.

 

Pero cuando se trata de inmiscuirme en las profundidades de alguien importante me corto como un imbécil. Me corto cuando hablo de mi vida personal.

 

Debe ser una forma de defensa, todos tienen su forma de defenderse en esta vida y la mía era la de callarme, esperar y observar. Sé que  a veces no lo pareciese, pero es culpa de este comportamiento sereno a pesar de todo, como si nada pudiese afectarme.

 

Digamos que yo también lo creía hasta que le conocí.

 

Mi mundo se desmorona cada vez que le veo, cada vez que sus ojos impávidos se abren y aletean mientras su océano de leche invadido por islas yermas se colorea, se enciende, se desordena, sus islas hierven bajo la lava en la que su leche de pronto se ha convertido.

 

El corazón golpetea cada vez que pienso en sus labios algo rosados y resecos, pero que al entrar en contacto con ellos, aunque solo sea por un segundo se me hacen los más duces y suaves que pueden existir, esponjosos y cálidos como si me esperasen desde siempre, como si desde el cielo le hubiese caído una estrella directo en esos labios de ensueño y que cuando me besa puedo probar el néctar y la infinidad del universo, como si pudiese probar un trocito del cielo nocturno y constelado.

 

Así podría seguir con sus ojos, su cuello, su clavícula, sus hombros, sus brazos y antebrazos, la palma de su mano y su dorso, sus dedos masculinos pero tan sutiles que me roban el aliento, su torso perfecto, su espalda… por dios su espalda… Es tan hermosa que no puedo evitar marcarla como mi propiedad, es que cuando entra en éxtasis cuando le tengo con los codos y rodillas apoyado sobre el mullido colchón sus omóplatos se levantan por sobre su piel y músculos como si las alas de ángel quisieran por fin liberarse.

 

Y si me doy más tiempo podría decir que me vuelve loco su estómago, su ombligo, el  césped tierno que le nace antes de su flor viril que me espera tan dispuesta y rígida como siempre, la forma en como las esferas que adornan por la parte posterior se tesan y apegan al cuerpo cuando deja que su semilla se esparza en cordones blanquecinos, sus muslos firmes, el interior suave de estos, sus piernas en general, como terminan en un abreviado tobillo, sus pies…

 

En fin físicamente me mata, me destroza la cabeza, me deja con los tornillos en el suelo, con los resortes que van de aquí a allá, con los engranajes corriendo a todo lo que da calentándose, haciendo que eche humo por las orejas.

 

No hablo de la parte interior porque podría estar mil años contando los aspectos sicológicos que me encantan todas las veces en que nos encontramos, me faltarían palabras, adjetivos, vocales y consonantes para describir como le quiero cada vez más con sus simples gestos, por cómo se comporta, por la forma en que ve la vida.

 

No es como si compartiera por completo su filosofía de vida, no lo hago, pero de todas formas si pudiese decir que me enamora pues… ¡ME ENAMORA!

 

Siempre hemos sido tan reacios a decir esa palabra, me niego a pronunciarla hasta en mis pensamientos, pero en estos momentos no me importa; me enamora Ace, siento que ya un simple te quiero no me basta, ni siquiera un te amo.

 

Sin darme cuenta estoy en mi habitación echado en mi cama con un grueso libro en mano. No sé como pero estoy aquí, tal vez actué como autómata mientras pensaba en Ace. No sé siquiera qué estoy leyendo hasta   que por fin puedo enfocar mi cerebro en la realidad. Las letras pasan de ser arañitas a conformar símbolos que tienen un significado fonético para los seres humanos que nos ayudan a comunicarnos.

 

Suspiro y cierro el libro. Llamo a Thatch un par de veces pero no hay respuesta. Vaya si estoy muy joven para desconectarme de la vida y hacer cosas sin conocimiento alguno.

 

Llamo de nuevo pero tampoco hay respuesta, al parecer no hay nadie en la casa. Perfecto, soy un idiota.

 

Me tiro en la cama suspirando de nuevo. Ni siquiera sé qué hora es.

 

A  veces me pregunto si es que a él le ocurrirá algo parecido, si es que piensa en mi a tal punto de no importarle nada más en la vida.

 

Como de feliz sería si es que fuese verdad, creo que mi pecho se inflaría como un globo, pero en cambio de helio que me haga flotar me llenaría de sangre para que el corazón una vez ya no de más se me reviente en euforia.

 

A mi lado el celular suena, miro que me ha llegado un mensaje de la compara haciendo promoción de sus grandes posibilidades que tenían en promoción para este verano. Borro la mierda de mensaje y tiro de nuevo el aparato sobre el colchón. El sol comienza a pegar fuerte.

 

Me ha dado la urgencia de escuchar su voz.

 

Pero si lo escucho me darán ganas de verlo, y si lo veo me darán ganas de tocarlo y si lo toco me darán ganas de besarlo, de fundirlo, de beberlo, de vaciarlo y llenarlo.

 

No puedo, él está con su hermano haciendo que sus días libres del trabajo valgan la pena con la persona más importante para él en el mundo entero. A veces me pregunto ¿Podría yo ser esa persona? ¿Podría ser más importante que nada en esta vida? Me respondo un milisegundo después que es obvio que no.

 

Nadie es más importante para Ace que Luffy, lo comprendo bien, es estúpido los celos que a veces me entran por el muchachito, por cómo me roba a veces tiempo con mi pecoso. Estas inmadureces son las que se tengo reprimir también, los pensamiento extraños sobre como a veces Luffy se vuelve el centro para Ace, su vértice, su eje, su todo. Tengo celos pero se esfuman con el tiempo, aunque siento temor de que en algún momento crea que no puedo más con los sentimientos que me hierven en los labios cuando luego de hacer el amor recibe una llamada de su hermano y sale  corriendo sin siquiera despedirse.

 

Obviamente yo me limito a sonreír y a decir que no importa que vaya donde su hermano que es parte de él que le quiero así, que estaré bien. Pero hemos pasado un año escondidos y aunque si es cierto que se me hace en parte tierno su preocupación por su hermanito me enardece que no pueda hacerse un tiempo para explicarle que nos vemos.

 

Pero no puedes presentarle a tu persona más importante a alguien con quien solo te acuestas de vez en cuando ¿Qué le dirías? “Oye sabes que este es el que me coge hasta el amanecer ¿Novio? Para nada, es solo el que pone el pene nada más…”. Claro que nadie en su sano juicio diría semejante tontería.

 

Entonces qué me queda… Callar… Esperar… Observar…

 

Al final termino agarrando el celular antes de que mis dedos de deshagan en añoranza.

 

Abro la aplicación de chat que tengo en el celular y busco su nombre entre los cerca de veinte o veinticinco nombres que adornan hacia abajo. Escribo rápidamente, tanto que las manos me tiemblan y fallo en varias palabras que borro hasta tres veces antes de que el mensaje quede grabado.

 

“Hola, ¿Estas ocupado?”

 

“Hola… estoy en el parque de atracciones con Luffy y sus amigos”

 

“Ah, ya veo”

 

“Aunque estoy en la fila para comprar helados, hace un calor insoportable”

 

“Tienes razón”

 

Veo la hora por fin, son cerca de la una de la tarde. Vaya que temprano.

 

“¿Qué pasa?”

 

Escribe él al cabo de un rato.

 

“No es nada, una tontería”

 

“Vamos, que no me escribes solo por una tontería”

 

“Solo pensaba que quería verte hoy… podríamos salir si te apetece”

 

 

El tiempo transcurre y no contesta, al parecer no le gustó la idea, tal vez hoy no, ni mañana, tal vez solo estoy siendo desconsiderado o simplemente le estaba dando demasiadas vueltas al asunto y él estaba comprando los helados. Otro suspiro se escapa de mi boca.

 

Cuando ya los minutos se hacen tantos me canso de espera, dejo el celular a un lado. Tal vez me vendría bueno comer algo o tomar algo. Me levanto de la cama y camino a la cocina, otra vez como un robot.

 

Efectivamente Thatch se había ido a sabe dios donde, dejó una notita pegada en el refrigerador

(Me llamaron del restaurant. Hay comida caliéntala si tienes hambre… Lo siento)

abro el aparato y veo que efectivamente había hecho el almuerzo antes de irse, o tal vez cuando hizo el desayuno… No lo sé bien, ni siquiera sé a qué hora se fue. Pero al parecer se dio cuenta de mi síndrome de sonambulismo de enamorado y me dejó ser.

 

Suelto un bufido ¿Cómo es posible que en la mañana me dé el manjar de los dioses y ahora tenga que calentarme la comida?

 

En la intimidad puedo ser tan ingrato como quiera, no hay nadie que me vaya a apuntar con el dedo, no hay nadie que me vea como el peor ser humano del mundo, puedo ser caprichoso en esta intimidad.

 

Tomo al final una botella de yogurt a la que le queda un poco aun.

 

Me la empino como si nada y cierro la puerta de refrigerador, vuelvo a mi habitación bostezando, y estirando un poco mis músculos dormidos. El celular en la cama me presenta mi realidad: Hoy no le veré.

 

Maldita sea, estoy tan desesperado que podrían explotar mis vísceras en cualquier momento.

 

Termino de empinar lo que queda de yogurt en la botella y me tiendo de nuevo. Genial, el plan de ese día quedarme en casa leyendo, pudriéndome en los amargos recuerdos de cada segundo a su lado que ahora no tengo.

 

Tal vez debería ir a correr, o a pasear, o a ver a alguien para pasar el rato, tal vez debería llamar al prof… a Shanks, tal vez no, debe estar pasando su tiempo libre con su amado.

 

Dejo la botella de yogurt al lado, luego cuando decida levantarme me la llevaré a la basura.

 

Para mirar la hora de nuevo prendo el celular, Ace me ha dejado un mensaje en el chat. Lo abro con el alma aferrándose al borde del abismo con las garras afiladas que nunca he sentido la necesidad de cortar, es en estos momentos en que me agradezco no cortarle las uñas a mi bestia interna.

 

Abro el mensaje y por un segundo  congelo.

 

“… Hoy Luffy se quedará en casa de Ussop y no creo que Law vuelva en la noche, no por lo que he entendido esta mañana, así que… Si quieres nos vemos en el parque de siempre”

 

Esas palabras me pegan una bofetada que me manda hasta la orilla de la cama con una sonrisa infantil.

 

Sé que en su mensaje hay baches, está lleno de quizá y más probable que te vea, sé que esta nueva visita a su departamento puede ser cancelada a último minuto, no me importa. Por alguna razón el que me haya considerado aunque sea por un momento me hace extremadamente feliz.

 

Hubo un tiempo en el que no era así, creo que antes tenía aunque sea un poquito de dignidad, pero ahora soy su esclavo, no puedo hacer más que terminar a sus pies lamerle la suela sin asco alguno, esperando que de sus manos caigan migajas de ternura que me devuelvan  la fe en todo esto que estoy sintiendo, que me dé una razón para seguir adelante cuando entre nosotros no hay nada seguro.

 

Camuflado, detrás de mis alegrías superficiales, sé que el interior mi corazón se estremece de miedo.

 

Ace… ¿Podrías darme un lugar seguro en que apoyar mi pie al caminar junto a ti?

 

XXXXX

 

Si miro sus ojos y estos luceros me devuelven destellos de múltiples colores que disuelven mis ansias y mis inmadureces al pensar que quizá en un mundo frío y distante, como en el que viví por mucho tiempo, no está interesado en lo que estoy siendo hervido, toda esta agua que me rodea me hace pensar que tal vez, solo tal vez, fura de lo común y lo extraordinario, podría quererme más de lo que creo y yo podría quererte más de lo que espero.

 

Mírenme ojos anhelantes, como me derrito, como me vuelvo líquido y me cuelo por los recovecos de su alma.

 

Su cuerpo infinito como el universo surcado por planetas desérticos en los cuales mis ojos saltan de uno a otro, en donde mis labios los alcanzan y les dan nombre en un beso, su cuerpo me hace delirar, hace que pierda la cabeza, ésta por la que tanto luché, por la que me enfrente a las malas miradas, a los que decían que no podía hacerlo, por dios me pierdo si su cuerpo se sonroja como lo está haciendo.

 

Lo beso lentamente desde su cuello, dejando que su latido me tranquilice las ansias de mi boca ansiosa. Las terminaciones de su cuerpo me piden que siga adelante, que lo devore, que le haga el amor hasta que la noche se canse de tener que tintinear con su millón de estrellas. Él quiere que lo tome.

 

Lo sé porque en mi pierna siento esa parte de su cuerpo pujándose para ser tocada, para ser acariciada aunque sea con un poquito de mí que destila locura y pasión.

 

Ay, si tan solo este cuerpo supiese cuanta hambre tengo de él cada día, si tan solo esta alma supiese cuanto me duele no poder divisarla a través de esos cristales transparentes, tan llenos de agua sin ser fuentes, tan lleno de sueños y esperanza. Si tan solo supiese… Por el infierno que me espera, que tendría la prueba definitiva de cuanto le quiero, de cuanto me muero segundo a segundo porque me diga que siente lo mismo.

 

Pero al parecer eso es imposible, tengo que conformarme con encontrar su cuerpo en la tenue luna que se cuela entre nosotros que hace brillar su piel como si fuese de plata, que hace a sus ojos negros como el carbón brillar como verdaderos diamantes. Tengo que conformarme con sus gemidos, y jadeos contra mi oído viciado.

 

Siento la codicia avanzarme por las manos que atrapan sus caderas, las sábanas desordenadas dejan que su cuerpo repose, que se contorsione extasiado por mis besos. Siento que me moriré en cualquier momento.

 

Estoy feliz y triste al mismo tiempo, estoy feliz de poder estar con él en su departamento, porque en donde poso su cuerpo de lado para darle la vuelta y dejarlo apoyado en sus rodillas con las manos en la cabecera de madera, esta es su habitación, esta es su cama, esta es su complexión, estoy feliz porque está a mi lado, porque es un honor poder recorrer entre besos desesperados sus hombros y desde ellos derivar hasta sus escápulas las cuales se sientes a través de la piel en mi lengua afiebrada.

 

Estoy feliz porque puedo caer en el surco de su espalda casi al llegar a su parte baja cuando su pecho trata de tocar el colchón en un ligero estremecimiento de placer.

 

Pero estoy triste, triste de que tenga que fingir que estoy feliz, que tenga que decir que me conforma, que tenga que decir que no doy más con la necesidad de verle como si fuese un preso y entre los barrotes de aquella ventana demasiado alta en mi calabozo no dejaran pasar los colores del cielo oscuro. Él es el cielo, y mi amor mi calabozo, y su cuerpo son los barrotes, y sus negativas mi dolor.

 

Subo de nuevo, derivándome sin miedos, como si trepara por un país desconocido aunque lo he recorrido tantas veces, siempre me maravilla como la primera vez, siempre me encana y asfixia, se me hace nuevo, se reinventa ante mis miradas encendidas en concupiscencia. Muerdo el inicio de su cuello desde los hombros, uno de sus huesos se marca en aquella zona puesto que su mentón se ha pegado al esternón gimiendo, mi mano tortura su miembro rígido.

 

Recuerdo el momento en que le vi entre las sombras del parque en donde habíamos quedado, después de todo no había declinado nuestra cita. Venía con esa camisa que tanto me gusta, aquella que se moldea a su cuerpo firme, con esos vaqueros que fuimos a comprar hace unas semanas, cuando se había quedado sin ningún panorama mejor, llamó a su comodín: Yo.

 

Él se subió conmigo en el auto de Thatch que pedí prestado al aire y una ve estacione en el subterráneo de su complejo de departamentos ascendimos al suyo en donde cenamos. La cálida noche nos abrazaba mientras nos robábamos miradas de vez en cuando. Hablamos de cosas triviales, él me contaba sobre su salida con Luffy al parque de diversiones.

 

Ace sonreía como siempre, con esos dientes perfectos, con esas mejillas ligeramente rosas, con esos ojos tan dulces, claro es de Luffy de quien estaba hablando. Lo comprendo, tengo que comprenderlo, soy más viejo no puedo darme el lujo de desarmarme, de desequilibrar esta relación (Si es que puedo llamarla relación) que se mantiene en pie de milagro.

 

Si tan solo pudiese hablar con Luffy, decirle cuanto amo a su hermano, que me perdone por haberle hecho sufrir durante tanto tiempo, que conocerlo es lo mejor que pudo haberme ocurrido, que no hay nadie como él. Si pudiese pedirle que me deje cuidarle… Si pudiese…

 

Mis manos hábiles encuentran su entrada palpitante, se pasean un poco sobre ella haciendo que mi dulce pecoso gima bajito, dulcemente, a la expectación de que los adentre en sus entrañas y le dé el placer que le estremece como hojita, que le hace perder un trocito de cordura antes de sumergirme todo el camino por su agujero. Estoy seguro que quiere succionarme, inclusive lo hace con el dedo que deslizo.

 

Pero mantengo mis jugueteos como tales, no concreto nada, su trasero se levanta un poco dándome a entender que quiere que los meta. Le miro algo preocupado, dubitativo.

 

-       Ma-Marco… - Susurra con la voz ronca mirándome por el rabillo del ojo, levanta su espalda y queda un tanto recto con las manos aun en la cabecera de la cama, los hoyuelos de venus se le marcan ligeramente. Qué imagen más tentadora, por el infierno, quiero lamerlo por completo.

 

Me ruega con la mirada y a la vez me interroga.

 

“¿Podrías imaginar que quería comerte desde el momento en que tu cabello negro se apareció frente a mí revoloteando con la brisa que se lleva los días de verano?”, pienso mientras las imágenes de cómo comenzamos a besarnos y terminamos en su cuarto vienen a mi mente.

 

Él me había mirado desde abajo, con esos ojos agrandados por la ternura, con esas mejillas encendidas, con esa boca húmeda porque solo unos instantes antes tu lengua traviesa se había paseado por ella. Me había tomado de la mano mientras nos sentábamos en el sillón entremedio de nuestra conversación, justo después de cenar. Sabías que necesitabas de mí, sabía que necesitaba de él, no nos vimos durante unos cuantos días, eso justificaba mi urgencia por sentirle.

 

Él comenzó con la ronda de besos coleccionistas de sueños, seguros, lentos sin intención de deshacernos en la inigualable pasión que nos desengrana ahora.

 

Ruego porque no me mire de esa forma que se me cosen los labios a su piel y poco a poco el hilo se va tirándome para que la toque con ellos.

 

Sin embargo freno mis ansias.

 

Entonces Ace suelta sus manos de la cabecera y tomándome por sorpresa se da la vuelta. Me tira a la cama, mi cabello queda colgando por el borde. Su cuerpo se tiende sobre el mío, su peso cae sin delicadeza, sus ojos se fijan en mí desafiándome, mis manos se aferran a su corpórea existencia para mantenerlo arriba. Yo mantengo mi cara de serenidad, aunque me muero por dentro de la inseguridad ¿Le habré aburrido? ¿Ahora?

 

-       Mierda… - Suspira hacia un lado cerrando los ojos. Su duro miembro se estremece contra el mío haciendo que un fuerte escalofrío me recorra la espalda. Como le deseo…

 

-      

 

-       ¿Acaso no sabes leer el ambiente?

 

-       ¿Qué quieres decir?

 

-       Es la primera vez que te quedas en la luna, Marco – Dice con una mueca y me vuelve a dirigir la mirada. Sus mejillas se colorean un poco, no comprendo nada, solo que Ace de pronto mueve sus caderas sobre las mías haciendo más evidente su peso en mi cuerpo – Voy a cogerte, Marco…

 

La profundidad en su voz, la forma en como sus ojos se encendieron en la lujuria cuando mete sus manos por nuestros cuerpos rápidamente y sin que me diese cuenta las desliza por el interior de mis muslos abriéndome, cayendo él y su miembro entre ellos.

 

Diablos… Está más duro que nunca, lo siento en mis pelotas mientras agarra mis piernas y las levanta, entonces no solo me percato de su miembro en mis testículos si no que lo apoya sobe mis nalgas que poco a poco dejan que ese mazo se escurra entremedio.

 

-       ¿¡Qué!? Espera, espera, espera… ¡NO!

 

Mi expresión cambia claramente, una sonrisa tira de un lado de la boca de  Ace al ver como la sorpresa me asalta las facciones.

 

-       Vamos Marco que no es algo tan terrible – Dice frotándose descaradamente mientras sujeta mis tobillos y yo me retuerzo debajo – No lo he hecho de esta forma desde que nos comenzamos a ver… Estoy algo oxidado… Pero prometo que te haré sentir bien… Eso creo…

 

La sonrisa juguetona y desvergonzada que tiene junto con esa lujuria desmedida me  hacen temblar. No esperaba que la historia tomara este rumbo.

 

-       No, definitivamente no… No lo hagas… - Digo lo más serio posible, sin embargo esto no hace más que alentarlo puesto que soltando uno de mis tobillos se arrastra por la cama hasta el velador. Es rápido, no me doy cuenta cuando ya tiene una botellita de lubricante siendo vertida es sus manos.

 

-       ¿Crees que me das miedo, Marco?

 

-       ¿Eh?

 

-       Bueno vengo pensando esto de un tiempo acá… - Muerde sus labios cuando tira de la única pierna que aún tiene agarrada con fuerza ladeándome un poco, siento como mi cara comienza a arder. Estoy a su merced, soy un maldito pez muerto, estoy paralizado por cómo me mira, por cómo se inclina ligeramente y me besa haciendo que mi pierna se estire de tal forma que duele.

 

Aunque trato de resistirme sus labios suaves me dejan como un idiota y acepto su dominación en cierto grado.

 

-       He querido hacértelo hace mucho… - Dice a mi oído, su voz está manchada por una insana lascivia, mete su lengua en mi oreja y siento como recorre con su mano lubricada mi miembro que gotea de un tiempo acá y que no se ha arrepentido a pesar de la amenaza de que me roben mi única virginidad, si es que se le puede decir de esa forma – Hace tanto….

 

Su mano masajea mis geniales engañándome, porque luego comienza su camino hacia mi entrada que no lo espera para nada. Me tenso al sentir le allí, aún más cuando levantándose un poco coloca mi pierna sobre su hombro y vierte lo que queda del contenido de la botella en aquel lugar tan prohibido… ¡Mierda que esta frío!

 

-       Dije que no… Ace… - Digo empujándolo. Sin embargo toma mis muñecas y con una fuerza de la que no creí que fuese capaz; me tira al colchón haciendo que mi espalda lo tocase por completo.

 

Siento como aprieta fuerte mis manos que tratan de zafarse, siento el lubricante algo cálido, sus manos están hechas de lava que me calcina la piel. Le miro más que sorprendido, Ace es peligroso y no me había dado cuenta.

 

-       ¿Crees que eres el único que puede divertirse, Marco?

 

-       ¿Qu...?

 

-       Antes de ti yo no era pasivo… - Dice con la mirada encendida – Quiero algo de diversión…

 

-       Pero…

 

-       Te lo prometo, Marco, la pasarás bien… Por favor…

 

Pone esa cara que odio, la del cachorrito abandonado pidiendo algo de comida. La odio porque no puedo negarme a ella, a pesar de que su tono de voz es como un adolecente que le dice a su novia “Solo la puntita” mientras la pincha con una gruesa, caliente y deseosa verga.

 

-       Por favor…

 

No lo digas mientras uno de tus dígitos se adentra lentamente.

 

-       ¿Puedo? Vamos di que sí...

 

No lo digas mientras te derivas por mi cuerpo regándome con tus besos tóxicos lamiendo mi pecho como si fuese cualquier pasivo que encuentras por ahí y te lo llevas a tu casa por unos cuantos billetes.

 

-       Marco… Dale… Déjame hacerte el amor…

 

¡No lo digas mientras mueves tu dedo dentro de mí!

 

Miro a Ace que baja aún más por mi piel, lamiendo mi estómago que se tensa al sentir como se mueve su dígito en mi estrechez. No puedo negarme así que simplemente me limito a sonrojarme y a apartar la cara cerrando los ojos fuertemente.

 

-       Haz lo que quieras…

 

Escucho como se ríe victorioso y me toca si vergüenza alguna.

 

Entonces los besos caen como lluvia cobre mi carne. A veces le siento succionar fuerte arrancándome jadeos, suspiros y gemidos ahogados; no puedo negar que sabe lo que hace.

 

Sus dedos eran mágicos. Hacen todo tipo de cosas impresionantes que me estremecían de pies a cabeza, al final termino gimiendo y retorciéndome en la cama. Siento como se detienen al igual que sus besos y caricias, los desliza, Ace se cierne sobre mi otra vez, apoyado en un brazo tembloroso.

 

-       Voy a entrar…. – Suspira mientras se presiona contra mí. Sentí el calor ceñirme como si mil manos y mil lenguas se aferraran a mi anatomía, pero lo que se aferraba eran sus manos, y lo que me saboreaba era su lengua.

 

No dije nada, solo tragué saliva ruidosamente. Aunque no hubo dolor si sentí una sensación de estiramiento que me asustó cuando se adentró un poco.

 

Ace me sonrió ¿Es que acaso es tan evidente que su sonrisa me encanta? Creo que lo sabe por eso se prenden sus ojos cuando me ve sonrojado, sé que lo estoy si la cara me arde como el infierno, además que su mano queriéndome no ayuda en nada.

 

Clavo mis dedos en la parte posterior de sus rodillas mientras él tira de mi pierna que aún mantenía en su hombro. Le sentí avanzando milímetro a milímetro, lentamente hasta que mi entrada puede acariciar su base.

 

Me encanta la cara de placer con la que me observa como si no hubiese nadie más en el mundo que nosotros dos ¿Se da cuenta que se estoy entregando todo en estos momentos? ¿Quiere decir esto que podemos avanzar, que será una nueva etapa?

 

Quiero esperanzarme porque es lo único que me queda, quiero abrazarlo porque es lo único que me anima, quiero besarlo porque es lo único que me da un poco de fuerza, quiero amarlo porque es lo único que sé hacer desde que lo conozco.

 

Dejo de pensar cuando advertí que se movería.

 

Ace es lento y cuidadoso, necesito de solo un par de minutos para aceptar que me quemase en el infierno, que me hiciese parte de él  como si fuese una extensión de su cuerpo firme y delicioso.

 

Mi corazón late en los músculos que envolvían el eje de Ace,  supe que había apretado demasiado porque mi pecoso cerró fuertemente los ojos arrugando la nariz mientras se empujaba con fuerza encontrando un delicioso punto que hizo que mi espalda se arqueara  y arañara las sábanas como si quisiera aferrarme al borde del risco antes de caer en lo que siempre supe sería mi perdición y adicción.

 

Soy adicto a Ace.

 

Mezo mi cuerpo contra sus caderas alentándolo a que lo haga más rudo, no me importa que me redujera a moléculas solitarias, quería volver a sentir aquel placer que quebrantó mi racionalidad.

 

-       AHH... Ace... Mn... kahhh... Ace... Haaa... Ha... - Me aferro a su espalda enterrando mis uñas en su carne.

 

-       Mmm... Marco... apretado... Haaa... demasiado... - Suelta incoerentemente cerca de mi oído.

 

Cuando uno se alimenta de deseo y lujuria no puede hacer más que ceder a esos impulsos, a las ganas de abrazar el placer en tus manos, domarlo, hacerlo tuyo, creyendo en la infinidad de posibilidades en donde tu corazón corre desbocado por un prado frondoso, orgulloso de cada maleza, de cada hierba de cada oruga que se desliza libre por suelo.

 

Me siento de esa forma, siento que soy uno con el universo con el mundo. Soy uno con ello porque es mi universo quien me toma gentilmente, es mi mundo el que me desordena el pasado, rearma mi presente e inventa mi futuro. Ace es mi mundo, Ace es mi universo.

 

Tal vez esta es mi primera experiencia religiosa e idealista. No lo sé, ni quiero saberlo, solo entiendo mi cuerpo hormiguea, se siente vivo y es parte de un todo maltrecho que me aguijonea los sentidos. Solo sé que él me crea a partir de su ir y venir de la extensión de su anatomía.

 

Ay, si supiese que me encanta, que a pesar de que a veces siento un dolorcito, como si ya abrir mas no se pudiese. A pesar de eso bebo del néctar sacro que él me da la posibilidad de tomar.

 

Noto que el final ya está cerca que hay algo que me reserva el cielo ¿Dios, diablo? ¿Cuál de los dos me invita la cena esta noche?

 

Acepto todo lo que quieran darme, ya sea de una mano divina o de una mano diabólica.

 

Fuese quien fuese, el sentir la cúspide del llegando me sorprende porque es un hecatombe de fantasmas, de dulcísimas notas que rociaron mi cuerpo, que cerraron mis pupilas dejando mi iris dilatado en su más hermoso esplendor. Sentí como la saliva se me mutaba en azúcar, como si hubiese explotado en mi boca el almíbar de pasión de su complexión trémula en mi entrada.

 

Sabrosos pinchazos torturaron cada poro de mi cuerpo, cada vello fue expuesto a una alta carga eléctrica. Me tenso como cuerda que sostiene algo pesado. Aprieto la mandíbula mientras de mi miembro saltaban dos cordones, es el fuego blanquecino saliendo de un tembloroso casi tímido espasmo.

 

Al parecer estrangulo de tal forma a Ace que éste se estremece con violencia, a sus ojos los tiene puestos en mí, con ellos saca las fotografías de mi cara y anatomía para guardarlas para siempre en su memoria. Amo sus ojos tan fijos mientras empuja fuerte en mí, aun sensible, interior.

 

Se corre con su visión concentrada en mi expresión de placer cuando siento el líquido golpear como bala ese punto tan dulce que me brindó la percepción del cielo, que me mostró la agonía del infierno, digo agonía porque creí que me moría, que en cualquier momento perdería la conciencia en ese mar de lujuria. Maravilloso pecado.

 

Ace se desploma a mi lado siendo víctima de espasmos y de una alterada respiración. Yo por mi parte estoy de la misma forma, todavía sentía algunas contracciones en mi parte baja que me hacían tiritar.

 

Mi pecoso se acurruca en mi pecho al cabo de un rato. La noche solo empieza pero por el momento esto era suficiente, tenerle a mi lado y sentir su calor era todo lo que quería. Beso su frente y la parte superior de su cabeza deleitándome con el olor a su champú y el sudor mezclados. Mis bocanadas de aire son un poco más clamadas.

 

-       Te quiero tanto… Tanto… - Susurro más para mí que para él, en el sentido de que pareciese que medito las palabras riquísimas que salen de mis labios, ellas son dueñas de mi boca porque es una forma primitiva y estúpida de intentar darle nombre o significado a todo lo que bulle dentro de mí.

 

Ace no contesta, pero su ligero estremecimiento, la forma en que se aferra a mí y me abraza fuerte besando piquito a piquito mi torso para luego esconder allí su cara me da una ambigua respuesta afirmativa. Sonrío.

 

Soy tuyo Ace… ¿No lo notas?

 

XXXXX

 

Me despierto con el sol dándome de lleno en la cara, como todos los días de verano. Mis ojos se abren perezosamente y arden en un principio.

 

Miro al maravilloso hombre que sueña desnudo al lado mío, durmiéndome el brazo con el peso de su cabeza. Su pecho sube y baja tan calmadamente que me da pena tener que despertarlo para sacar mi brazo pero de verdad ya ni siquiera tengo percepción espacial de él.

 

Suspiro viéndole así tan lindo y calmado, tan hallado en la espera  de un beso simple y sin segundas intensiones, con el alma pura y los ojos manchados.

 

Ay Ace… solo tu…

 

Mi héroe has salvado a tantos… ¿Me dejarías salvarte?

 

Mi ángel enemigo… has destrozado a tantos… ¿Me dejarías destruirte?

 

Observo estos destellos que se arremolinan a tu alrededor con esa libertad cautiva, esta misma que me tiene a mi atado a ti… Soy tan libre como el esclavo encadenado a un altar de algún dios del que nunca he oído hablar, quiero seguir adorando a mi dios pagano, aquel que se deleita por las noches, aquel que se incinera en la delicia del placer sin nombre… No quiero adorar a este dios que me muestra su cara angelical a la luz del sol mañanero. Pero no puedo evitarlo, sus filatélicos ventanales llenos de colores como caleidoscopio me desarman las rebeldías.

 

Termino sellando mi alabanza con un beso tímido en sus labios. Me cuesta la misma vida no gemir al sentirles esponjosos y suaves de tanto ser lamidos.

 

Con cuidado saco mi brazo. Ace siempre ha tenido el sueño pesado así que aunque un tren le pasas encima no se despertaría. Pero no puedes evitar tratar algo con sumo cuidado cuando es tan preciado.

 

Me duele la parte baja de la espalda… Me sonrojo al instante en que recuerdo a ese cuerpo malcriado tomándome sin mi pleno consentimiento. No es que no me haya gustado, pero fue todo tan repentino, ni siquiera me dio tiempo de mentalizarme contra algo tan importante.

 

Al levantarme me doy cuenta que no solo el muy idiota me tomó sino que también se corrió dentro. El líquido escurriendo se siente tan extraño… Diablos ¿Por qué a mí?

 

Corro como puedo hasta la ducha. Sin pensarme en llevar ropa interior.

 

Después de un exhaustivo y para nada pensado baño, digo para nada pensado porque de verdad no quería pensar en lo que estaba haciendo para quitarme hasta a última gota de su semilla dentro de mi cuerpo, salgo con una toalla enrollada en las caderas.

 

Aun no estoy totalmente seco pero un par de vueltas al enorme departamento terminan por secarme.

 

Me gusta ponerme a ver las fotos enmarcadas de Ace y Luffy por el lugar, me gusta la mullida alfombra roja en medio, me gusta el sillón moteado, me gusta el enorme plasma, la mesita de centro con un cenicero que nadie ha usado en mucho tiempo.

 

En fin me encanta pasearme y curiosear por aquí y allá, meter mis narices en donde no debo, ver los libros que lee Ace, o los que tiene tirados el estudiante de medicina… ¿Cómo se llamaba? ¿Trafal-no-sé-qué? Si creo que por ahí era… Bueno él…

 

Trafal-no-sé-qué es un buen sujeto por lo que puedo apreciar. Ha adecuado por completo el departamento para que tanto Ace como Luffy vivan cómodamente y de forma sencilla. Aunque estos dos son un torbellino andante siempre que vengo está relativamente ordenado.

 

Aunque una vez en la cocina me espantaba el enorme desastre. Los platos sucios y amontonados, las envolturas de la comida chatarra, una que otra tontería que no me di el tiempo de descifrar pero olía a rayos, si hasta ropa había por allí tirada. Con solo una toalla tapándome me dispuse a ordenar y limpiar un poco la cocina de esas personas, la cual una de ellas tendría que agradecerme con creces, después de pagarme lo de la noche anterior.

 

Comienzo lavando la loza y luego ordené y barrí. Aprovecho de hacerme un desayuno rápido y también para Ace. Me encanta como se le ilumina la cara cuando llego con una bandeja de comida levantándolo del sueño de Morfeo.

 

Ni siquiera me preocupo por la hora pero creo que era bastante tarde por la posición del sol afuera.

 

Cuando paso por la sala en dirección a  su habitación, con la comida ya en las manos, miro intranquilo a la puerta principal, escucho ruido… es una ruidosa conversación.

 

Mierda.

 

Me quedo con la bandeja poyada incómodamente en mi brazo derecho mientras oigo un par de voces al otro lado de la puerta. Alguien mete las llaves en la entrada y por  alguna razón mi cuerpo se paraliza. La he cagado…

 

-       Te he dicho que no me llames as…

 

-       Pero… Torao es Tora…

 

Mierda. Mierda. Mierda.

 

Ambos se quedan en el umbral mirándome sorprendidos… A que no se lo esperaban…

 

¿¡Quien se espera que al llegar a tu departamento te encuentras con un tipejo en medio de la sala tapado simplemente con una toalla!?

 

¡MIERDA!

 

Unos ojos grises me escudriñan con un descaro tal que hace que cierta vergüenza me suba a la cara, pero la vergüenza mayor es saberse en mis condiciones al frente del hermanito del tipo del que eres su peoresnada….

 

-       Tú… - Dice el moreno que tiene unas ojeras demasiado marcadas… Aquel a quien llamaba Trafalgar… ¿Ahora me acuerdo de su nombre? ¿En serio?

 

Aun así mi mirada no se centra en él si no en el muchachito que me contempla tan sorprendido que no puede ni creerlo…

 

Abre la boca pero luego la cierra, duda de lo que está a punto de decir.

 

-       ¿No es esta una extraña bienvenida? – Dice de nuevo el moreno haciendo que Luffy entre por completo y cerrado la puerta. Yo sigo con la bandeja en las manos y los músculos paralizados, como si por no moverme no estuviese allí.

 

-       Lo siento yo… - No sé qué decir… ¿existe algo que uno pueda decir en una situación como esta?

 

Mi mirada sigue fija en Luffy que al escuchar mi voz abre los ojos desmesuradamente como si hubiese encontrado la respuesta al porqué vivimos.

 

Su labio inferior tiembla cuando abre la boca para aspirar.

 

-       ¿Marco? – Dice escéptico.

 

Entonces desde el pasillo escucho unos pasos perezosos.

 

-       ¿Marco? ¿Qué haces allí parado? – Miro a Ace con la cara completamente pálida, él se extraña. Dios su cabello desarreglado se ve tan tierno.

 

Entonces antes que salga palabra alguna de mi boca es el moreno de ojos fríos quien camina hacia mí haciendo su total aparición. Se me acerca completamente desinteresado y saca unas tostadas de la bandeja en mi mano.

 

Ace al verlo casi se desmaya de la impresión, su cara tiene escrito lo mismo que la mía… “Mierda…”

 

-       ¡USTEDES…! – Exclama al ver también a Luffy que entra y me sigue mirando, fijamente. Por lo menos Ace tuvo la decencia de ponerse los pantalones de lo que parecía ser su pijama.

 

-       Ah… nos encontramos en la entrada… Luffy dijo que te había enviado un mensaje para que le abrieras, pero no fue necesario como ves… - Dice Trafagar tan despreocupadamente mientras se sienta en el sillón con una tostada en la boca y unas cuantas galletitas en las manos, yo aún no puedo hacer ni decir nada, simplemente me quedo con mi cara de neutralidad y calma, aunque juro que por dentro estoy gritando como un idiota – Ah, por cierto… - Dice esta vez dirigiéndose a mi mientras prende el televisor yo lo miro por mirar – Están buenas… - Levantó la última galletita robada y se la echó a la boca.

 

Es entonces cuando Ace parece estallar, sus nervios no esperaban este desenlace.

 

-       ¡ESAS ERAN MIS GALLETAS…! – Grita apuntándolo con su dedo índice, sin saber si quiera de lo que estaba hablando, al parecer todo lo ha confundido un montón.

 

-       Hey… no grites – Le dice Trafalgar haciendo zapping. Desde donde estoy se le puede ver por entremedio del chaleco negro, algo que solo ojos expertos pueden y es la marca de un rudo beso justo en la parte de posterior inferior del cuello.

 

Ace comienza a gritarle una sarta de tonterías que ni yo comprendo bien, me fijo que el moreno se ha percatado de mi descubrimiento, me sonríe socarrón y seductor al mismo tiempo. Algo en él me da mala espina, sé que es buena persona, pero algo en él me dice que es peligroso, incluso más que Ace.

 

Le aparto la mirada a tiempo antes que sus ojos gélidos me hipnoticen. Luffy aun sigue atento a mí con el ceño fruncido.

 

-       Eres Marco ¿verdad? – Vaya, cómo ha cambiado su voz, su complexión, sigue teniendo la misma cicatriz y el mismo aire inocentón, pero ha cambiado, no como Ace, a él no se le nota el cambio exteriormente, es a Luffy quien se le nota esa aura de surrealidad que no sabría describir, como si uno ya supiese que el muchachito será grande, no comprendo de qué forma, pero sería importante, sus ojos lo revelan.

 

Ace por su parte se ha encaramado arriba de Trafalgar tratando de que sus insultos y  reclamos hagan efecto, tratando de pasar desapercibido por todo, pero al escuchar a Luffy preguntarme mi nombre para su berrinche, espera la respuesta de mi boca.

 

No sé qué decir, verdaderamente no hay nada que uno pueda hacer en estos momento. Tal vez solo deba optar por ser honesto y no ocultarme.

 

Mierda, se me olvidaba que aún estoy con solo una toalla adornado mi cuerpo, aunque está bien aferrada no quiere decir que no esté desnudo debajo de ella y que eso haga más evidente algunos chupetones en mi cuerpo. Esto tenía escrito encima un “TENGO SEXO CON TU HERMANO” que no podía hacer frente así como así.

 

Suspiro exhausto. La cara de Ace me dice que no hable, que era mejor dejarlo así sin respuesta, pero no puedo.

 

Tomo aire, buscando desesperado la fuerza que siempre estuvo allí y nunca quise usar, dejo la bandeja en la mesita de centro al lado del sillón en donde el burlón moreno observa cada movimiento que hago evaluando mi cuerpo, podía ver los números que les dedicaba a cada uno de mis músculos.

 

Una vez más tranquilo y más seguro de mí mismo, como siempre debió ser, le hago frente a la persona más importante para Ace.

 

-       Ha pasado mucho tiempo... Luffy...

 

Al pequeñito se le iluminó el rostro en una sonrisa que compitió con el sol afuera en donde la vida seguía como si nada. Aunque al ver el brillo en la mirada del pequeñito al astro rey le dio algo de vergüenza y se escondió cobarde en una nube.

 

Luffy se abalanza en mi contra, siento los brazos del pequeñín rodeándome la cintura y su cabello haciéndome cosquillas en el pecho. Su sutil calor me conforta y me da la calma que necesitaba. Al final me estaba poniendo nervioso para nada.

 

-       ¡Marco! - apretuja todavía más - No creí volver a verte... - Suelta su típica carcajada a que dance con el oxígeno y busque mi oído desesperado.

 

Su anatomía dulce me embriaga. Dios Ace, debes tener tanto cuidado con que un lobo feroz se coma a ésta hermosa ovejita. No es como si tuviese una carga sexual sobre mí, pero hay algo en él que me hace querer corromperlo.

 

-       Luffy... - Escucho a Ace musitar desde su lugar al lado del sillón, aunque no me giro a mirarle puedo adivinar que tiene un brazo siendo aprisionado fuertemente por su mano y su cara tiene una expresión que mezcla el desconcierto con el alivio.

 

-       ¿¡Cómo te ha ido!? ¿¡Que haces aquí!? ¿¡Qué has estado haciendo!? ¿¡Como...!?

 

-       Espera, espera, espera pequeño... calma... - Digo tomándolo por los hombros y separándolo un poco de mi cuerpo.

 

-       Pero es que hace tanto que no te veo... - Sonríe dulcemente.

 

-       Lo entiendo yo también quiero contarte muchas cosas pero... no creo que éste... - Digo mirándome haciendo que él también lo haga - Sea el mejor momento...

 

-       Oh... Cierto... ¿Te quedaste aquí en la noche? - Siento como Ace se tensa, más bien su aura se tensa. De nuevo está el peso del mundo sobre mis hombros - ¿Eres amigo de Ace?

 

Trafalgar frena su constante cambio de canales y estalla en risas, no puedo evitar dirigirle mi atención. Al ver mi cara roja ríe aún más, aunque la expresión de Ace es inclusive peor que la mía. Si hasta a mí me da risa esa maraña de vergüenza, rabia, desesperación, sorpresa, optimismo y negatividad... y así podría estar medio año contando cada una de ellas que se unificaban en un solo sonrojo fuerte y abrumador.

 

-       ¡No es mi amigo! - Grita Ace.

 

Luffy lo mira con el ceño fruncido, luego su vista se dirigió al piso pensativo como si quisiera encontrar el último dígito de pi.

 

-       ¿Ya no son amigos? - Dice haciendo un moflete, el moreno sigue riendo.

 

-       Claro no es su amigo Luffy - Dice al fin Trafalgar entre carcajadas - Él no es su amigo.

 

-       Pero pasó la noche aquí... Utilizó nuestro baño... - Luffy parece debatirse en temas preocupantes que ni Ace ni yo logramos comprender del todo.

 

-       Lo que pasa es que... - Trato de excusarme, construir una buena razón para que me hayan encontrado en medio de su departamento con una bandeja de desayuno en las manos y semidesnudo.

 

-       Lo que pasa es que... - Me interrumpe el moreno levantándose del sillón pasando completamente de Ace que le mira enrabiado. Se dirige hacia Luffy con pasos calmados y lentos le pone una mano en el hombro y gira un poco para mirarme por el rabillo del ojo, hay una sonrisa malévola en ellos pero detrás también una de comprensión, más bien de camaradería, esa mirada dice que quiere ayudarme, pero, ¿en qué? - Lo que pasa Luffy... es que el caballero aquí presente no es un simple amigo de tu hermano mayor...

 

-       Law... no te atreverías... - La voz agravada de Ace nos llega como una estaca de hielo a ambos pero el moreno no parece tenerle miedo a la punta gélida amenazando con enterrarse en su corazón.

 

-       Él... - Ahora toma posición detrás de Luffy y hace que avance nuevamente hacia mi persona que ya está tan rígida que perfectamente podría ser una estatua.

 

Luffy es un tanto pequeño en comparación con nosotros por lo que alza su carita interesada. Trafalgar se agacha lo suficiente como para quedar cerca del oído del pequeño. Nos mira con sorna, no nos tiene miedo, ni nosotros a él, por lo menos eso es lo que quería creer...

 

-       Él es el novio de tu hermano ¿Comprendes?

 

¡BOOM!

 

Estalla la bomba atómica y somos los primeros en experimentar la desintegración de nuestros cuerpos.

 

Desde que las cosas se ponen demasiado locas. Logro comprender que Ace se abalanza contra Trafalgar en el último momento que Luffy me toma del brazo emocionado preguntando si es que era verdad; mientras el pecoso gritaba desde el suelo encima de un Trafalgar envuelto en las manos de una sonrisilla satisfecha y el pómulo ligeramente rojo. Trata de negarlo pero no puede. Yo por mi parte me debato entre la batalla campal entre Trafalgar y mi dulce pecoso convertido en una furia.

 

Eso resume más o menos lo que sucedió.

 

Bueno eso antes de darme cuenta que soy llevado por Ace hasta su dormitorio tomado de a mano cómo se lleva a un niño pequeño.

La vista de su espalda hace que algo dentro de mis pantalones reaccione, obviamente porque no soy ningún niño. Me encanta como su polera aunque no sea suelta se arruga justo en medio dejando ver aquel surco exquisito, aquel canal de aguas diáfanas y tormentosas en las que tantas veces mi boca ha navegado con maestría y algo de orgullo.

 

Sus hombros están tensos. Pero no puedo evitar recordarlos mientras tiemblan y se encogen y sus cuerdas bocales dejan escapar un gemido extasiado.

 

Mi lengua se mueve involuntaria dentro de mi boca, sintiendo la textura de mis dientes, la atrapo entre los colmillos, me enciendo con el dolor de apretujarla y luego al dejarla libre siento el calor abrazarme el cuerpo. Humedezco mis labios ya ardientes, impregnándolos con el rastro de su esencia que se conmuta en el aire.

 

No quiero ser recorrido con esta fuerte fiebre carnal que exalta mi material presencia. No es el momento para calentarse, Ace está echando humos de tan enfadado que está.

 

Una vez en la puerta de su habitación me tira con fuerza dentro. Doy gracias a que no soy para nada débil así que solo necesito equilibrarme un poco para no dejarme llevar por la inercia de su empujón.

 

-        ¿¡Por qué no te negaste!? - Sisea entre dientes mientras se estremece de ira.

 

-        ¿Negarme? ¿A qué debía negarme?

 

-        No te hagas el idiota conmigo... Por más que Luffy te preguntaba no te negabas a lo que dijo Law...

 

-        ¿Lo de ser novios?

 

-        ¡Bravo! ¿Y que tenemos aquí? Ah claro... El descubrimiento de américa señoras y señores - Dice teatralmente mientras extiende los brazos y se da la vuelta.

 

-        No tienes que enfadarte tanto...

 

-        ¿A no? - Vuelve a girarse, sus pupilas echan chispas - Luffy no tenía por qué saber que te veo... ¡No tiene por qué saber de lo nuestro…!

 

Ésta es la gota que derrama el vaso...

 

Lo has conseguido Portgas D. Ace, has acabado con mi paciencia, la has reducido a un lugar oscuro e infame en donde por tanto tiempo he escondido mi irracionalidad y mis deseos más impuros... Pero ahora son ellos los que salen a flote...

 

Lo has conseguido Ace... Me has herido.

 

Con un miserable pronóstico me despoja de su posible historia, quedando solo la zozobra de mi barco en su piel, de mis trayectos por sus tan concurridas carreteras que para mí eran una consternación cada día.

 

Su cuerpo queda como tantas veces pegado al mío, tanto que siento que pudiese fundirlo con mi calor. A esta hora del día el sol ayudaría mucho con eso. Su espalda toca la pared, mis brazos se encuentran a cada lado de su cabeza, cerrándole cualquier vía de escape. La sensación de su ropa contra mi piel sensible y desnuda me emboba por un par de segundos a pesar de todo, la ira no fue lo único que ha desatado.

 

Mi respiración agitada está cerca de su cara que me contempla conmocionada. Todas mis inmadureces se aglomeraron para verme sufrir... Su enfado no se compara con el mío, su dolor no se compara con esto que aflige mi alma. Es tan culpable de robar mi corazón y destrozarlo cuando se le plazca como lo es el que se encuentra con el cuchillo en las manos y la ropa llena de sangre mientras llora junto a un desintegrado cadáver.

 

Sé que le hice tanto daño, tanto que tal vez solo esté pagando mi cobardía, pero es que cada negación de mi persona, de nuestros encuentros cada noche en que la luna solamente conoce de nuestras dulces uniones, cada vez que se me escapa entre las manos va dejándome llagas por todo el pellejo. Ya me caigo a pedazos.

 

Esto duele...

 

-       Si no te gusta, ¿por qué no me dejas y ya?

 

¿Sabías que se dice que las cosas que uno pierde en el fuego son cosas que nunca volverán? ¿Qué hacer entonces cuando eres tú el fuego?

 

-       Marco...

 

-       Si no quieres esto conmigo simplemente miente, di que solo fue cosa de calentura que no tienes nada conmigo... Ah cierto, no estarías mintiendo...

 

-       ¡Yo no he dicho nada como eso! - Mi mirada se endurece y en consecuencia su cuerpo se estremece, siento cada onda a través de este contacto que no deja ninguna cabida a la intimidad.

 

Lo dejo ir, más por mi bien que por el suyo. No quiero perderme en el imposible.

 

Suspiro volviendo en calma, siento que las llagas se cierran y la furia de mis ojos que florecía pasa a ser la azulina tranquilidad detrás de mi oscuro iris.

 

Control por sobre todo, él parece confundido. No tengo idea por donde comenzar pero ya no importa. Por primera vez en mi vida dejo que mis labios se muevan solos, a ver hasta donde son capaces de llegar.

 

-       Ace... ¿Alguna vez me has visto perder el control sin ser tú la causa de ello?

 

Abre sus ojos y boca al mismo tiempo, aprieta los puños. Su silencio me confirma que ni una sola vez en todo este tiempo, mi paz solo se quebranta con él de por medio.

 

-       Hace mucho... Muchísimo que no me enfrentaba a algo como esto... Ace, te quiero más de lo que puedo entender... Tanto que no sé cómo controlarme, no sé cómo mantenerme a raya de tu cuerpo, como mantenerme alejado de un abrazo cálido, ya ni siquiera encuentro la manera de tenerte, de que me entregues tu corazón...

 

-       ...

 

-       No he perdido la esperanza, pero es eso lo que lo hace más desesperante cada día, es nefasto tener que encontrar una razón para seguir a tu lado día tras día mientras veo que te alejas... Te perdí una vez no te perderé de nuevo.

 

-       Yo de verdad...

 

-       Ace... - Digo interrumpiendo sus palabras.

 

Le miro con decisión, él se tiñe de rojo y se paraliza. Muerde su labio ligeramente y me pierdo de nuevo en el olvido de lo que sea que haya dicho o hecho. Sin embargo no puedo desahuciar mis intenciones; es ahora o nunca

 

-       Sal conmigo... Por favor... Se mi novio...

 

Él se queda allí en la puerta sin decir nada abriendo y cerrando la boca como un pez con los cachetes colorados, los labios húmedos por haber sido recientemente mordidos y saboreados. Otra vez siento que pierdo la calma.

 

Pero por más ganas que tenga de ir y abrazarlo, besarlo, fundir las yemas de mis dedos con su dulce carne tierna y suave, Ace no ha respondido.

 

Tal vez no responda.

 

XXXXX

 

Trafalgar me despide con la mejilla enrojecida y la cara-de-nada tan característica en él.

 

Fue con la mano yo también lo hago de la misma manera antes de que Luffy salga del departamento y casi me tirase al suelo al estamparse contra mis brazos. Me envuelve como un pulpo, fuerte y amoroso. Tiene los ojitos cerrados.

 

-       Vendrás de nuevo ¿Cierto? - Dice contra mi pecho, mi corazón da un salto; la ternura de Luffy siempre me pareció irresistible. Subo mi mano hasta su cabecita y la acaricio.

 

-       Claro, la próxima vez vendré con un enorme pastel solo para ti... - Le sonrío, el pequeño enciende mi día mostrándome sus dientes perfectos, mientras sus mejillas son atacadas por una capa rosa y sus ojos centellean. Me aprieta aún más fuerte contra su cuerpo.

 

-       Estoy tan feliz de que seas el novio de mi hermano... - Suspira haciéndome un poco de cosquillas.

 

Trafalgar frunce los labios al escucharlo y al verme, sabe que al parecer cometió un grave y doloroso error. Yo por mi parte también suspiro, pero contrario al suspiro de Luffy el mío es de resignación, de cansancio.

 

Miro a Trafalgar, trato de comunicarle que no debe sentirse culpable,  que en cierta forma comprendo lo que hizo y que aunque haya sido en parte jugarreta también quería que Ace por fin tomara la iniciativa y se dispusiese a salir conmigo.

 

Pero no fue así...

 

Hace un par de horas que le pregunté a Ace si quería ser mi novio y desde hace un par de horas que espero la respuesta.

 

¿Por qué entonces, si no me había contestado, Luffy seguía creyendo que éramos novios oficiales?

 

Pues simplemente porque ninguno de los dos lo negó ante el pequeño, que a estas alturas ya tenía dieciséis años.

 

Las cosas pasaron así; sin penas ni glorias, sin embargo se sentía en el aire que algo iba mal entre Ace y yo, por supuesto Trafalgar fue el único que se dio cuanta cuando nos sentamos en la mesa a conversar mientras me tomaba una congelada cerveza y Luffy comía helado junto al moreno quien me llenaba de preguntas, cada cual más insólita que la otra.

 

Por lo general hablamos de la universidad, doctorado, futuro, Trafalgar me ponía a prueba sacando conclusiones erradas sobre temas que si bien parecían tener una solución simple de tras fondo tenían una maraña de engaños que aunque me costaba identificar podía rebatir sus ideas y contraposiciones con facilidad.

 

Me gustaba tener ese tipo de conversaciones, por un lado estaba la efusión de Luffy y por otro la seriedad y suspicacia de Trafalgar.

 

En eso estábamos cuando creí que era mejor dejarles. Tenté mi suerte y resultó favorable, ellos ya estaban enganchados con mi personalidad como yo con la de ellos.

Luffy había cambiado tanto también, se le notaba estar más crecido su mentalidad estaba enfocada en una decisión la cual no pregunté, más que nada porque no era de mi incumbencia. Luffy era Luffy, no había otra respuesta, y estoy seguro que todos lo aceptaran tal cual.

 

Está de más decir que aun cuando me estoy despidiendo de su hermanito y que ya no queda nada para que salga por el umbral de la puerta de entrada y deje sus vidas tranquilas, Ace no pronuncia palabra, ni siquiera me dirige sus ojos caleidoscópicos dentro de un mar negro, profundo, en donde podía sumergirme por horas y horas, me faltaría tiempo para danzar, ahogarme, con los colores ocultos tras ese biombo de proezas y malas nuevas.

 

Solo cuando tomo el pomo de la puerta Ace dice bajito:

 

-       Espera que te voy a dejar al estacionamiento...

 

Cuando ambos cruzamos la puerta se creó el silencio incómodo que estaba tratando de obviar todo este tiempo.

 

Ay, Ace... Si comprendieras que tienes mi amor entre tus manos, que lo cargas por calles y callejones, y despacio, muy despacito, lo dejas ahí tirado a la vera del camino, a ver si la suerte se digna a mirarle aun sabiendo que eso no será así. Sigues tu camino indolentemente y luego, cuando accedes a volver, lo encuentras lleno de polvo, lleno de las malezas que han amenazado con ahogarle dentro de su vegetal crecimiento. Entonces, solo entonces, una veta de lástima te cruza los luceros y lo tomas de nuevo entre tus manos. Déjame decirte que en esos momentos mi amor se siente renovado y nutrido, mi amor se siente querido, consentido, consternado, hallado en los muros austeros de la desesperanza, se siente único y correspondido. Aunque luego haces lo mismo, aunque luego vuelva a sentirse decepcionado.

 

Mientras bajamos al estacionamiento donde el auto de Thatch nos espera - vale decir que mi compañero de piso también tiene una moto en la que se va al restaurante cuando necesita llegar temprano -, Ace no está consciente de que está bajando conmigo o por lo menos no quiere estarlo, porque aunque lo vigilo por el rabillo del ojo él no levanta el rostro ni un segundo, se mantiene mirando la punta de sus zapatos, de vez en cuando también las miro para saber qué carajos es lo que encuentra tan interesante en ellas para no querer observarme.

 

Nuestros pasos nos guían hasta el cacharro tan querido por mi amigo, es tanto su cariño que hasta yo mismo me contagio de él.

 

Ha llegado la hora de despedirme y sinceramente no quiero, no sé si Ace se atreverá a salir por ahí de nuevo conmigo, tal vez lo poco que avancé durante este año se cayó al piso en el momento en decidí decir la verdad y confirmar que soy quien Luffy creía que era. Parado al lado del auto me giro para pedirle que no me deje ir, él se empecina en no levantar su rostro

 

Tal vez sigamos con la farsa de que somos novios y terminaríamos siéndolo en realidad... No, ese era un camino demasiado soñado...

 

"Mantén la vista en la realidad no vaya a ser el día en que te estrelles contra ella", musité esperando encontrar el alivio a mi desdicha.

 

-       Adiós... - Digo abriendo el auto. No quiero verle, no ahora, no quiero que su alma indiferente me golpee las entrañas y me dejen solo con la esperanza nuevamente, esa maldita enemiga que en un principio era mi todo y ahora se ha convertido en la peor de las desgracias.

 

No hay nada peor que tener esperanza porque uno, como ser humano común y corriente, siempre está al filo de caer en la desesperación, en el anhelo. Solo los ignorantes de su situación pueden mantener la esperanza y apoyarse en ella para salir adelante en todo el camino que deben recorrer. La esperanza es lo último que se pierde y en verdad eso es una condena eterna.

 

Entonces siento que algo agarra mi brazo, algo me ha aferrado a quedarme unos segundos más.

 

Me giro y por supuesto ese algo es Ace que tiene su vista en el suelo mientras con ambas manos sujeta mi antebrazo. Su cara está roja como una frutilla, la vía láctea se vistió de gala y es un hermoso vestido rojo.

 

Por unos momentos me quedo conmovido por su visión, parece que su lagrimal está a punto de desbordarse, parece que el cuerpo es víctima del más violento y torpe terremoto, parece que los labios se los ha besado el frío porque tiritan, parece que... parece que... parece que...

 

Parece que le amo más de lo que creía hacerlo, aún más, tanto, tanto... tanto... por dios, si solo pudiese contabilizarlo... por dios, si solo pudiese explicarlo...

 

Ace abre la temblorosa boca, aun no levanta la vista.

 

-       Ma-Marco... - Su voz insegura me llega como el manjar más exquisito. Como dijo el poeta, su voz ha buscado el aire para tocar mi oído, ahora comprendo la sensación... Siendo la electricidad levantando los vellos de mi cuerpo, dándome escalofríos.

 

-       ¿Qué ocurre? - Le aliento a decirme lo que sea que quiera, ya sea por rastrojos de su indiferencia, ya sea los anhelos de los que soy preso cada vez que él se dispone a aferrarme a su lado. Ace soy tu esclavo por siempre lo seré.

 

Por fin la esperanza vuelve a ser una luz y no oscuridad, una luz inicua, malvada pero una luz al fin y al cabo. Me asombro de mi propia hipocresía.

 

-       Yo... - Me suelta al notar que no me iré. Su sonrojo ha bajado un poco - Su-supongamos que es verdad lo que me has dicho... Eso sobre que me quieres...

 

-       Yo no te quiero Ace... - Suelto de improviso, por estúpido quizá. Veo como la decepción atraviesa su rostro por unos segundos. No, no, no. No tienes que sentirte triste es bueno que no te quiera...

 

Mi mano avanza y llega hasta su mejilla, esta arde ante mi tacto. El acto le obliga a levantar por fin su rostro al mío. Entonces todas las emociones de mi alma se muestran en las únicas dos ventanas que ella tiene en mi cuerpo, las ventanas del alma de Ace brillan mostrándome que él también tiene cierta esperanza.

 

-       Yo no te quiero... Yo te amo... - Digo seguro de cada letra. Aunque no estoy seguro si un te amo puede abarcar todo esto, decirlo así de simple se siente como si compactara mis sentimientos que son demasiados. Pero en el idioma no hay una forma más fuerte, no hay una manera acertada de expresar los sentimientos, por lo que espero que los vea reflejados en los efluvios de mi espíritu que grita.

 

-       Yo... Si eso es verdad... Tú... quizá me gustes... más de lo que creía... solo quizá... - Dijo mirándome embelesado - Así que… Si todo esto es verdad por qué no ser novios... no pierdo nada con intentarlo.

 

¡Siento mi alma brincar!

 

Aunque tenía un quizá antes, es la primera vez que Ace dice que le gusto...

 

Para mi es suficiente con mirar sus ojos y decir que la verdad es que no es un quizá... que le gusto completamente, que su ser me ha aceptado con el pasado, el presente y el futuro.

Lo sé porque es imposible sentir esto tan grande sin ser correspondido por lo menos un poco, por lo menos dubitativamente aceptado.

 

Presa de la euforia, y como hace mucho tiempo no lo hacía, le estreché entre mis brazos con fuerza, con cariño desbordándome el corazón que saltaba como becerro.

 

Besé sus labios. Dulces… las cosas más deliciosamente dulces que he probado en toda mi vida. Suave... era como si estuviesen revestidos de seda...

 

Sentía el alma pujando por salirse del cuerpo, palpitando en cada músculo en cada rincón de mi anatomía infame y desdichada que por fin encontraba una razón para seguir adelante.

 

No importa que el futuro nos traiga desaciertos y tristezas sé que siempre podré amarte más... y que podrás algún día, tal vez remoto, tal vez cercano... sé que algún día Portgas D. Ace solo podrás amarme, amarme más... mucho más.

 

Confío en ello...

Notas finales:

Alguna vez escuché que la cursilería vende... Dejenme felicitar a la persona que haya dicho tan tamaña verdad hahaha xD

Ay esta calor me va a matar un día de estos.... Bueno he vuelto luego de estar mil años desaparecida por la universidad... estuve de cumpleaños (YA TENGO DIECIOCHO BITCHES) y mil tonterías más que ya me da la flojera contar ahahaha xD

ACE Y MARCO SON TAN LINDOS POR DIOS *^*

¿Saben? en un principio no iba a escribir este capítulo de esta manera, ni siquiera iba a hacer esto, pero la idea se me hizo tentadora mientras miraba melancólicamente el paisaje a través de las ventanas viciadas del metro... 

La vida es tan cruel a veces y luego te da su mano amiga como si nada hubiese pasado... ¿Pues que creían? ¿que Marco se iría con Ace a casarse clanestinamente y que terminarían comiendo pedices rodeados de mil niños adoptados por su enorme amor?

PUES NO!!!!uno

TENÍA QUE TENER EL MAMBO DE SIEMPRE!!!! LAS DUDAS DE SIEMPRE!!!! MI MALA FORMA DE EXPRESARME DE SIEMPRE!!! MI LOCURA DE SIEMPRE!!!!

Lo que pasa es que las cosas no nos tan simples como decir "voh dale no ma', si total ma' allá del suelo no llegai..."

NO!!! PUES QUE MARCO TENÍA QUE TENER SU MOMENTO DE PENA Y DESENCANTO Y TENÍA QUE TENER SU MOMENTO DE GLORIA (ay maldita piña... la amo <3<3<3)

Pues bueno sé que hay tantas cosas que más de alguna de ustedes cortaría irremediablemente... pero soy demasiado apegada... lo siento por tan largo capítulo... :3 pero creo que por ser el especial me lo pueden perdonar...

AMORES MIOS... PUES ESTO VA CON TODO MI AMOR (me doy cuenta que de verdad les quiero demasiado hahaha xD mi antiguo yo hubiese dejado todo tirado porque si :D) GRACIAS POR TODO EL APOYO QUE ME DIERON, DAN Y DARÁN... SON MI UNA FUENTE DE ENERGÍA INCREÍBLE Y QUE SEPAN QUE AUNQUE ME MUERA CON LA UNIVERSIDAD SEGUIRÉ ESCRIBIENDO!!! (Mi fantasma lo hará por mi hahah xD)

ESPERO QUE HAYA SIDO DE SU AGRADO ESTE ESPECAL Y QUE HAYA SACIADO AUNQUE SEA UN POQUITO SU VACÍO....(Ahora me doy cuenta de que MARCO FUE UKE... oopss!!! hahahahaha xD (^x^)) Y HAYAN DISFRUTADO TANTO COMO YO ESCRIBIENDO...

ESPERO SUS REVIEWS!!!!

<3<3<3<3<3<3<3

PD: si Cheka-Chan lee esto que sepa que volví hahahahaha xD Tarde pero lo hice...


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