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Solo me hace amarte más por devilasleep11

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Notas del capitulo:

Ñeeee~~~~~~

Se me van las vacaciones de invierno... Quiero decir... El tiempo no se puede volver atras y minuto a minuto me voy dando cuenta que se me va mi periodo legal de inmadurez... hhaha nah ¡¡¡seré así por siempre >O<!!!

En fin... La verdad es que este capítulo me costó un montón... No por el hecho de que fuera complicado, si no que  me he dado cuenta de que mi toque no sé si se fue a pasear o que, pero me siento un poco dura al escribir... No dura no... como que me falta alma, sentimiento... 

Si es que alguien lo siente así... Lo siento... Si es que no... Buno no hagan caso a las palabras de esta Diabla alocada e indecisa........

Sin aburrirlas más....

¡¡¡Espero que disfruten del capítulo!!!

Capítulo 2: "Recordarlo me hace estremecer" 

 

 

El fuerte sonido de algo cayéndose hizo que el moreno pegara un brinco y se despertara de inmediato.

 

-          L-Luffy… - Se escuchó la voz de su pecoso compañero de departamento que trataba sin logros de susurrar, las carcajadas arruinaban su propósito – Maldición ten cuidado que Law puede despertarse… - Error ya lo habían despertado.

 

-          Pero es que solo él deja los zapatos tirados en medio del camino… - Decía el moreno menor.

 

¿Había dejado los zapatos en el corredor? Ni se acordaba, no tenía buena memoria en las mañanas, era como si sus neuronas no se decidieran si despertar o no, solo lograba hacerlo con una taza de café, es por eso que siempre había sido regla tomarse una cada mañana.

 

Volvió a escuchar otro ruido, parecía que de un plato o un vaso, si ese era el caso era el último vaso de cristal en la casa, todos los demás eran de plástico. Medidas urgentes, se convenció.

 

Trafalgar Law pasó su mano por la cara, esto era cada sábado. Los hermanos D llegando a primeras horas de la mañana dando tumbos por toda la casa; más de alguna vez tuvo que levantarse e ir a callarlos. Malditos juerguistas, pensó.

 

Se sentó perezosamente en su cama se sentía cansado. De repente un agudo dolor le recorrió toda la espina dorsal, concentrándose en la parte baja. Por primera vez se percató de que estaba desnudo sobre una desarmada cama, solo tapado con un cobertor. Bajó su mano y se dio cuenta del porqué de su dolor. No pudo evitar que los ojos se le abrieran de par en par. ¿Qué mierda?

 

Las imágenes de lo pasado esa noche no tardaron en llegar. Recodó al pelirrojo, ese muchachito al que había recogido luego de su ardua batalla contra unos matones, aquel con el que solo se había topado y que luego de curarlo y que despertara de su inconciencia se lo tiró. Maldición soy un maldito abusador, esa frase se coló en su cabeza pero al instante su mente tratando de defenderse le mandó una escena.

 

“De seguro hay otras formas de pagarte”. Eso era lo que el muchachito había dicho y se le había acercado provocativamente ¿Cómo negarse a esos ojos ambarinos encendidos y juguetones? ¿Cómo negarse a esos labios sensuales?

 

“Si quieres pagarme de esa forma por lo menos e deberías decir tu nombre ¿No?”. Se llevó las manos a la cabeza y enteró sus dedos en el negro cabello, él también lo había provocado.

 

“¿Qué tal un trato?”

 

“¿Un trato?”

 

“Si esto vale la pena te diré mi nombre…”

 

¿Era eso lo que había ocurrido? Estaba un ochenta por ciento seguro de que había sido tal cual. Luego millones de escenas en donde degustaba esa piel tersa y blanca, recordaba haberle hecho un chupón en el lado izquierdo del cuello. Se miró el cuerpo, él también estaba lleno de marcas de besos. No se avergonzó, más bien se sintió indiferente. Las imágenes habían seguido disparando en su cabeza. Él desvistiéndolo, acariciándolo, siendo hasta delicado, mala cosa para un polvo. Para él era regla no hacer nada muy delicado ni especial con alguien que solo iba a pasar esa noche con él. Luego recordó la sensación de su lengua, el cuerpo le empezó a arder. Quiso detenerse pero seguían apareciendo las imágenes, haciendo que su cuerpo reaccionara.

 

El cómo ese muchachito le recorrió cada rincón, de como lo hizo sentir bien con esa lengua traviesa. Maldición, se había sentido tan placentero, el sentir su boca succionando su miembro, sus manos calcinando su piel. Había sido delicioso, más aun cuando después de una rápida preparación el pelirrojo se había adentrado en su cuerpo, dando al instante con ese punto que lo hizo perder la cabeza. Tan salvaje, tan ardiente, tan satisfactorio, tan malditamente delicioso.

 

Por un momento sintió como ya no solo el cuerpo le ardía si no que se le erizaba cada vello, se estremeció, aun sentía como las cálidas manos de su amante de noche le envolvían. Si solo eran imágenes ¿Cómo podían hacerle sentir que se derretía?

 

Se levantó de a poco, si bien se había sentido de maravilla, no podía negar que al muchachito se le había pasado la mano. Se puso un bóxer que estaba tirado por allí y sacó otros del cajón, todo esto a velocidad de un caracol. Salió del cuarto tratando de hacer el menor ruido posible, los hermanos D aún se encontraban en la cocina, sabe Dios qué haciendo, pero sabía que estaba allí a que se escuchaban claramente las risas tras un nada discreto ¡Shhh!

 

Abrió la puerta del baño y entró tan rápido como pudo. Agradeció por primera vez que el departamento era grande y la cocina estaba lejos. Le hecho el seguro a la puerta y se apoyó en ella. Maldición, maldición, maldición ¿Era esto lo que el karma le destinaba? Se rio de él mismo pensando en cosas en las que ni creía. Miró el bóxer en sus manos. “Puta calentura”. “Vamos Law si te gustó lo que el niñito te hizo”. Claro que le había gustado ¿A quién no le hubiese gustado? Ese muchacho tenía lo que algunos llaman jocosamente “magia en las manos”.

 

Se despegó de la puerta y se miró en el espejo. Allí frente a él estaban las marcas tan sensualmente decoradas en su cuerpo, aun así en ningún lugar que fueran visibles a no ser de que estuvieran muy cerca de él, cosa que solo Luffy hacía, pero como era un maldito despistado no se daría cuenta ni aunque se las mostrara y le dijera mira esto, seguro que diría algo como “¿Te picó un mosquito Law?”. Si lo había picado un mosquito, un mosquito hambriento y pelirrojo. Agradeció también por primera vez el atolondramiento pasado por “inocencia” de Luffy.

 

Por fin después de unos minutos, un par tal vez, se sacó el bóxer que se había puesto y se metió en la tina de pie, se pegaría una regada solamente para sacarse ese olor a “he tenido una noche salvaje, chicos”. Abrió el agua helada para que ningún recuerdo de lo que había hecho la noche anterior lo calentara y tuviera que patéticamente masturbarse en la ducha.

 

Pasado un tiempo bajo la regadera refrescando su cabeza, decidió que lo mejor era sentarse en la tina y cambiar la regadera por la llave y llenar con agua caliente, relajarse un poco, si seguí así de seguro agarraría algún resfriado, aunque no se había resfriado nunca, no quería tener que hacerlo justo ahora.

 

Así lo hizo, se terminó sentando en la tina con las rodillas pegadas al pecho, si bien la bañera era lo suficientemente grande como para que él estirara por completo sus piernas, esperó hasta que el agua llegara hasta un poco más debajo del pecho y se estiró.

 

El vapor no tardó en cubrir el aire del baño. De seguro que los dos morenos ya se habían dado cuanta que él se había despertado. Pero eso era lo de menos lo importante en ese momento para él era borrar las evidencias más fuertes de su encuentro nocturno con…

 

Ahora que lo pensaba el muchachito no le había dicho su nombre. O tal vez no lo recordaba, repasó fríamente sus recuerdos, pero nada. Definitivamente no le había dicho como se llamaba.

 

“Así que no fue tan bueno ¿Eh?” No pudo evitar que ese pensamiento le molestara. Ese pelirrojo engreído se sentía lo mejor del mundo, pero no era nada. De seguro había muchos otros mejores que él. Pero aun así no pudo evitar tener que morderse la mejilla por dentro. Maldito mocoso.

 

Terminó de lavarse y el agua poco a poco se fue enfriando. Salió de una vez y se secó con una toalla colgada en un clavo incrustado hasta la mitad en la pared verde agua, la otra mitad estaba doblada hacia arriba. Varias veces Law se había propuesto comprar uno ganchos o algo en donde poner las toallas, pero siempre se le olvidaba. No era algo que ocupara urgentemente su cabeza por lo que no le tomaba importancia a la hora de tener la oportunidad de hacerlo.

 

Se puso el bóxer limpio que había traído y se decidió salir e ir a vestirse, además de ordenar su ropa.

 

Se miró en al espejo y rogó por no tener que toparse con Ace o Luffy en el pasillo. Tener que explicar que había tenido una noche de sexo salvaje con un chico que no conocía y que se había traído para curarlo después de tener una pelea callejera no le apetecía. Además estaba el detalle de que el pelirrojo se había ido en medio de la noche sigiloso como un ladrón y teniendo por única prueba de que había estado allí era el enorme desorden de su habitación, los múltiples chupones y el ligero escozor en su parte baja.

 

Cuando salió, después de verificar que no hubiera moros en la costa, y entró en su habitación, suspiró un tanto aliviado. El sonido del celular fue el que lo sacó de su tranquilidad transitoria. Miró el número y cortó. No tenía ganas de salir por allí con sus amigos, que de seguro que le dirían “Hey, vamos a ver la película que salió ayer”. “Hey, vamos al parque de diversiones tengo x entradas”. “Hey, no entiendo tal tema de tal materia, ¿Me podrías ayudar?”. En ese momento no tenía ganas de apartar su culo de la cama mientras hacía zapping en la televisión de plasma que tenía en la pared frente a esta.

 

Sin embargo el constante sonido y vibración del aparato lo estaba volviendo loco se puso unos pantalones que estaban encima del buró. Tomó el teléfono móvil y observo la habitación. A otro lado la amplia ventana que daba a un pequeñito balcón, desde allí se podía ver una absurda panorámica de la ciudad, decir que estaban en el décimo piso esta demás, por otro lado mirar por allí tampoco es muy alentador, estar en pleno centro de la ciudad empañaba cualquier cosa hermosa que uno pudiera ver, todo lleno de gris y smog, lleno de autos y buses, lleno de gente correteando de aquí allá esperando llegar rápido a donde quiera que fueran.

 

A un par de pasos de la ventana estaba el armario un tanto gigante, ese que estaba lleno de ropa, hasta cosas que nunca se había puesto, otra de las muchas excentricidades de Doflamingo, ese hombre cubría hasta la más mínima de las necesidades. Un metro más allá se encontraba la flamante televisión de plasma, le encantaba a veces quedarse hasta muy tarde viendo una que otra cosita, mejor aún si daban una película de horror fuerte. Frente la televisión y el armario, se encontraba la cama de dos plazas, bastante cómoda. Al lado de esta se encontraba pegado a la pared y en donde en ese momento e moreno se apoyaba, el buró. Junto a este un pequeño puff moteado, siempre disfrutaba tirarse allí a leer, mientras tenía los auriculares puestos. También cerca de la puerta se encontraba su escritorio, encima el ordenador y uno que otro libro.

 

El bzzzzz del celular tiritando sobre la madera del mueble. Finalmente contestó.

-          Aló…

 

-          ¡Buenos días Law-chan! – Esa voz tan animada y a la vez familiar le retumbó en la cabeza como si estuviera sufriendo de una fuerte resaca. Debió de suponer que era él quien llamaba.

 

-          ¿No tienes otras cosas que hacer que estar llamándome? – Aunque trató de reprimir un bostezo.

 

-          Pero mi querido, estaba tan preocupado por ti hace tanto que no hablamos.

 

-          Por favor… Solo fueron un par de días no es para tanto – Comenzó a caminar por la habitación mientras hablaba y recogía una que otra prenda tirada en el piso. Hacía malabares para no tener que caerse con alguna que otra chuchería por allí tirada.

 

-          Pero para mí es una eternidad si no sé nada de ti… - A veces ese tipo lo exasperaba.

 

-          ¿Solo es eso…? - Dijo cortante.

 

-          Vamos no seas tan frío conmigo ¿Qué tiene de malo querer saber cómo le ha ido a mi lindo niño? – Ese hombre sabía cuánto odiaba que le llamara así, que se tomara ese tipo de confianzas. Law se plateó sinceramente colgarle - ¿Cómo te ha ido?

 

-          Como siempre – Contestó con un dije de burla en la voz – En estos dos días me la he pasado entre hombres y putas. No sabes lo cansado y harto que estoy, me duele cada chupetón en mi cuerpo. Pobre de mí ¿No? Así que como necesito descansar de mi vida errática iré a dormir… Adiós – Dicho esto colgó el celular, antes de tener que escuchar la mar de estupideces, advertencias, reclamos y amenazas de muerte. Un par de segundos después volvió a sonar en sus manos pero lo apagó.

 

Recorrió a habitación nuevamente para dejarlo donde lo había encontrado, sorteó su desorden y se quedó parado frente al mueble, ordenó un tanto el desastre encima de este.

 

Justo en el momento en que levantaba una chaqueta que tapaba una pila enorme de libros, un papel doblado cayó al suelo. Trafagar se le quedó viendo un buen rato mientras agarraba una que otra cosa y la ponía en su lugar.  Pensó que debía ser la cuenta de algo que había comprado pero se notaba que era demasiado grande como para tratarse de algo como eso. Después de que la superficie del mueble se viera más despejado se agachó para ver que era el papel que estaba a un metro de la cama  a un paso de un montículo de poleras y un par de calcetines que intentaban formar una figura redonda. Caminó hacia la cama ya con el papel en mano, se sentó y lo desdobló.

 

Tenía dos esquinas recortadas, de alguna parte había arrancado ese trozo, miró de inmediato a su pila de libros, sin embargó le pareció paranoico, total no tenía ningún trozo de texto.

 

En un fondo amarillento estaba escrito con letras rojas, grandes y desordenadas, repasadas un par de veces, un conjunto de letras que hicieron que la piel se le erizara y que no solo el corazón, sino que también el estómago le pegaran un vuelco. No se lo creía, repasó una mil veces las pobres dos palabras que estaban escritas, pobres dos palabras por las que se estaba quejando unos minutos atrás, pobres dos palabras que significaban todo y la vez nada, pobres dos palabras que se hicieron dulces en su boca y amargas en el corazón. Un simple “Eustass Kid”.

 

Se dejó caer hacia atrás, dejó que el cochón mullido le besara la espalda. Tenía una extraña sonrisita pintada en el rostro.

 

“Así que te gustó ¿No?”. Se relamió los labios y se dejó fundir en esa sensación de superioridad. Su ego había sido saciado, sentía que quería explotar en risa, esa típica sensación maliciosa de saber que has hecho las cosas bien y en cierto modo te hace sentir superior ¿A qué? ¿A quién? No hay respuesta concreta, pero es tan grato y extrañamente te hace querer reír del mundo y que este agache avergonzado la mirada. Se sintió un ganador.

 

“Espero que hayas delirado, niñato”. Torció nuevamente su boca. Se levantó y se dispuso a ir a ver qué era lo que estaban haciendo el par de tornados que habían llegado más que trasnochados. Además que hace algún tiempo que estaban muy callados, de seguro Ace había hecho algo de comida para que Luffy se entretuviera y no lo despertara.

 

Caminó a paso seguro burlándose de las calaveras que sus pies destrozaban, riéndose de las caras de odio y sufrimiento que se formaban en la superficie rígida. Era cómico como las cuencas vacías se entrecerraban un poco y esa sonrisa siniestra típico de ellas le daba un toque macabro y doloroso. Se sintió verdugo supremo.

 

Llegó a la sala en donde tal como había predicho estaba Luffy devorando un sándwich enorme en la cocina que desde allí se veía detrás de la barra que separaba esta de la sala. Ace leía una revista distraído mientras meneaba una soda con la mano derecha, estaba sentado en el suelo apoyado en la mesita de centro. Tenía el televisor encendido pero a bajo volumen, estaban dando una película animada que en su momento había sido muy popular pero que ya la había  repetido tanto que llegaba a perder la magia que en su momento tuvo.

 

-          Oh… ¿Qué es esa cara Trafalgar? ¿Primera vez que te veo en la mañana con una sonrisa como esa en el rostro? – Dijo el pecoso una vez vio aparecer la silueta del moreno en la sala. Si bien era cierto que era rara la vez que le veían feliz por la mañana, esta estaba realmente radiante.

 

-          Oh, bueno digamos que no fueron los únicos que tuvieron una gran noche… - Ambos se miraron cómplices de las palabras del moreno. Ace entendía y hasta sabía de sobra los gustos y rarezas de Law, por demás está decir que era bueno que se hubiera distraído un poco del estudio. Se escuchó un ruido en la mesa y los dos se giraron para mirar que es lo que había pasado. Luffy se había quedado dormido con un pequeño trocito del sándwich en una mano - ¿Estaba buena la fiesta parece?

 

-          Si la verdad  que fue bastante inten… - Ace no alcanzó a terminar y de improviso se quedó dormido. Law los miró un buen rato, ya hace mucho que había perdido la capacidad de asombro con esos dos, que si se quedaban dormidos en plena conversación, que si comía más que un regimiento, que si más de alguna vez le habían hecho pasar alguna vergüenza, todo cuando se hablaba de ese par era totalmente cotidiano.

 

No sin esfuerzo los llevó a los dos a su habitación correspondiente y luego se tiró en el sillón a dormir también. Las pocas horas que había dormido no habían sido para nada reparadoras.

 

Así entre sueños y lecturas interminables se le pasó el fin de semana. Todo después de eso había paso a la normalidad. Aunque solo había un ligero cambio, aun recordaba el toque fuerte y hasta a veces gentil del muchachito pelirrojo.

 

Si bien era cierto que no había sido nada serio sus ojos ambarinos, fieros y misteriosos se le habían quedado en la cabeza, era una fotografía fría e indolora que se colaba por su mente cuando menos lo esperaba, cuando menos lo deseaba. Esa voz tan ronca y devoradora, esa personalidad tan imponente que le había hecho tiritar, como pocos sabían hacer. Esta demás decir que había sido el mejor sexo que había tenido en muchísimo tiempo. Si bien es cierto que Trafalgar Law no era un niño bueno que iba por ahí solo acostándose con las personas con las que salía más de me un año, no le era común llegar y hacerlo con un muchachito que ni siquiera le había dicho en ese momento el nombre, aunque ya lo supiera no podía no seguir haciéndosele extraño. Por último hubieran tomado un par de copas ¿No?

 

En cierta forma no le dio importancia y siguió haciendo su vida como si nada hubiera pasado, a pesar de las imágenes esporádicas en su cabeza, todo era cotidiano.

 

Y así entre malabares de la mente por no caer en la desesperación de un recuerdo por fin llegó el preciado lunes por lo menos así podría meter su cabeza en otras cosas.

 

Luffy, que iba en el colegio aún salió raudo de la casa con la excusa de que tenía que llegar temprano porque había quedado con sus amigos a sabe Dios qué, Law no le había prestado atención a su parloteo en la once del día anterior. Ace por su parte estaba terminando de arreglar su mochila.

 

Law desde el corredor haca las habitaciones miró a Ace, siempre le había encontrado aunque sea un poco atractivo, esa espalda ancha, las pecas de su cara que hacían querer besarlas, esa mala costumbre de morderse el labio inferior mientras pensaba o de relamérselos. Si, en verdad el moreno pecoso era como un manjar para deleitarse a solo sentarse y mirar. Ni muerto se metería con él. Una cosa era sentirse atraído y otra muy distinta intentar algo con quien creía prácticamente un hermano.

 

Salieron los dos del departamento unos quince minutos antes de que las clases del moreno comenzaran. Permitió que el pecoso le llevara en la destartalada camioneta que tenía. Si bien Law también tenía un auto no lo llevaba a la universidad lo encontraba ridículo si solo eran unos veinte minutos caminando hasta ella, pero iban un tanto atrasados así que una ayudadita no estaba de más.

 

Mientras iban en la camioneta pasaron por fuera del colegio de Luffy que quedaba bastante cerca de la universidad, siempre que había tenido algún problema o si lo tenía Luffy y sus amigos podían ir allí por ayuda.

 

Ace dobló por una esquina y miró al moreno que estaba en el asiento del copiloto, este miraba por la ventana distraído. Cuando entraron por el costado de la universidad y siguieron por una calle que atravesaba el enorme campus, que daba justo en el estacionamiento igual de enorme que la universidad, en donde prácticamente estaban todas las facultades cada una con su propio edificio, en el centro había una pileta, y a lado un parquecito en donde todos se tiraban a conversar durante los recesos. Llegaron por fin al estacionamiento en donde Ace estacionó bruscamente haciendo que Law se girara con una cara un tanto molesta.

 

-          ¿Podrías tener un poco más de cuidado? – Al parecer el moreno volvía a ser el de siempre. Verle sonreír o mirar distraídamente un punto en la habitación o sus pirar mientras cambiaba la hoja de algún libro le estaba comenzando a dar miedo, era extraño que Trafalgar Law estuviera en las nubes por lo que sea que estaba, o que simplemente mirara por la ventana de su habitación y sonreír entre malicioso y divertido. Aquella vez que pasó por casualidad por fuera y estaba la puerta abierta mientras Law se apoyaba en el marco de la ventana gigante de su habitación mientras esbozaba una sonrisa mirando aquel paisaje que siempre había odiado.

 

-          Lo siento, lo siento… - No alcanzó a decir nada más puesto que Law había bajado y se había ya encaminado hacia su facultad. Resopló - ¿Te iras conmigo hoy? – Gritó, Trafalgar se dio la vuelta negando con la cabeza mientras caminaba en reversa sin chocar con una muchachita que acababa de bajarse de un mini escúter. Ace volvió a resoplar - Bueno cosa suya, a lo mejor se queda de nuevo en la biblioteca hasta que el sol caiga.

 

El pecoso miró el celular con detenimiento antes de apretar el único botón que este tenía al frente para ver la hora, aún quedaba mucho para que sus clases empezaran ese día. Decidió bajarse a tomar algo de desayunar, ya que con las prisas ni Luffy había desayunado como se debe. Se preocupó un poco por su hermanito pero se acordó de cierto rubio de chistosa ceja que siempre le daba de comer a Luffy en la escuela. Abrió la puerta y se bajó. Ese sería un largo día.

 

Por su parte Trafalgar caminaba dando largas zancadas, miró el reloj en su muñeca, tenía tiempo aun para calmar un poco el paso. Le encantaba el aire frío de las mañana pegarle en la cara congelándole las mejillas ligeramente. Suspiró hondamente.

 

Al llegar a la sala luego de subir un par de escaleras, pudo divisar en las filas inferiores a sus amigos. Bajó con parsimonia, el profesor aun no llegaba, dejó sus cosas en la mesa haciendo un poco de ruido. Los dos chicos que conversaban animadamente se dieron vuelta a mirarle.

 

Penguin y Shachi le miraron con ilusión en los ojos. Siempre habían sentido una gran admiración por Law, ya sea por su forma de actuar tan indiferente y genial, por las notas que sacaba, por lo popular que era… En fin el muchacho bajito y de gorra tapándole la mitad de la cara a igual que el otro que era un tanto más alto, siempre le había seguido desde que se conocieron y él lo aceptaba sin más, hasta les había agarrado cierto cariño.

 

-          Buenas… - Dijeron amos al unísono.

 

-          Hola – Ambos sonrieron al ver como Law miraba al frente. Esa forma de ser tan impersonal del moreno era tan habitual que ellos ya estaban muy acostumbrados.

 

-          Estábamos hablando sobre el fin de semana… ¿Cómo fue el tuyo?

 

Law sonrió sin querer al recordar el fin de semana, más bien aquel viernes después de recoger a cierto gatito pelirrojo y amenazante. Por otra parte recordar el papelito que había tirado para que ni Ace ni Luffy encontraran y tener que explicar lo que había pasado, volvió a sentirse en cierta forma algo superior. Miró a los muchachos que esperaban atentos su respuesta y claro que después de verle sonreír como un idiota no podía quedarse callado.

 

-          Digamos que me fue mejor de lo que esperaba… - El obvio doble sentido en la frase hizo que a Penguin y a Shachi se le subieran los colores a la cara. Justo en el momento que iban a decir algo llegó el profesor y ambos se pusieron tensos. Aquel sujeto era demasiado serio y esa mirada era intimidante.

 

Dracule Mihawk saludó a su clase quienes le miraron atentos como niños de primaria.

 

La clase pasó sin problemas al igual que el día. Trafalgar no se dio cuenta cuando estaba por entrar a la biblioteca. Escuchó su nombre a lo lejos. Antes de poner un pie en su recinto personal. Miró hacia la derecha acertando. A lo lejos se divisaba el cuerpo provocador y el cabello negro desordenado de Portgas D. Ace. Venía corriendo agitando el brazo.

 

Cuando llegó a su lado jadeaba un poco pero casi la nada, le sonrió con la misma sonrisa iluminadora que Luffy empleaba. Se sintió tan impuro ante el astro de luz que se había vuelto la cara de su amigo. Sin embargo descartó la idea de inmediato, si bien ambos podían tener esa sonrisa encantadora era muy obvio que en realidad la única sonrisa completamente sincera y pura era la de Luffy, Ace por su lado era un demonio disfrazado de ángel, el lobo con piel de oveja tratando de encontrar su momento para atacar, si el alma de Ace era casi o tan oscura como la suya.

 

-          Luffy me llamó. Dijo que con los chicos van a ir al restaurante de Sanji a pasar el rato… ¿Iras conmigo?

 

-          Prefiero una tarde tranquila, gracias – Dijo en tono frío Trafalgar haciendo que Ace se encogiera de hombros.

 

-          Entonces toma – Dijo pasándole sus llaves de departamento, Ace había perdido las suyas y usaba las de Trafagar en los días como esos ya que él llegaba tarde era generalmente el pecoso quien le abría la puerta. Menos los viernes o los feriados en donde era él quien las tenía, esas veces usaban las de Luffy – Bueno era solo eso… Igual quería que fueras pero…

 

Ace se despidió de Law, de seguro que ese día llegarían a la hora, después de todo el pequeño Luffy tenía que ir a la escuela, si fuera por Ace se la pasaría entre bares buscando alguien con quien coger.

 

El moreno entró en la estancia llena de libros y sacando un lugar tranquilo se dio cuenta que el lugar que siempre ocupaba estaba ya siendo usado. Se paseó por toda la biblioteca buscando, pero estaba casi repleta, casi porque había un par de lugares pero estaban junto a un grupo de desordenados que no hacían más que meter ruido.

 

Sacó los libros un par de libros, uno sin mirar siquiera el nombre y se fue indignado. Tal vez si debió ir con Ace y los chicos a comer algo y divertirse.

 

Caminó a casa a paso lento, el sol todavía reinaba en el cielo. Cuando pasó por fuera de su atajo lo pensó dos veces. Sin embargo de igual manera se encaminó por el oscuro pasadizo. Apuró el paso con el corazón en la mano.  Tenía la esperanza de verle.

 

Había sido un fin de semana normal pero en su cabeza los recuerdos vagos de unas manos pálidas y ardientes le estaban destrozando las ansias ¿Desde cuándo que no se sentía así con un polvo? Tal vez nunca se había sentido así con alguien, tal vez nunca una persona de una noche le había hecho delirar tanto en el placer. Era la primera vez en su vida que esperaba volver a ver a alguien con quien solo había pasado la noche.

 

Ya veía el final del callejón a unos cuantos pasos más así que aceleró el paso, el estómago se le acalambró y sintió los oídos un ligero zumbido acompañado del conjuro de un gruñido extasiado.

 

Ya casi, ya casi, ya casi… Nada.

 

Al llegar a final del callejón solo una ráfaga de viento helado lo recibió. Se sintió vacío y avergonzado, miró como una pila de basura le saludaba apoyada en un poste de luz obviamente dañado. Apretó los puños y dejó que ese sentimiento de ira que le invadió, ira consigo mismo por ser tan idiota, por comportarse como una chiquilla enamorada esperando ver a su ridículo príncipe azul. Se había emocionado por nada y eso lo hacía sentirse estúpido, demasiado estúpido.

 

Apretó el bolso contra sí y siguió caminando hasta llegar al complejo de departamentos en donde vivía. Sintió las mejillas arder.

 

Cuando entró ni siquiera saludo al conserje, cosa que siempre hacía por mera cortesía. Subió las escalera de dos en dos tratando de ese enojo desapareciera, pero era imposible, en cierta forma sentía una parte de su orgullo herida y lo que era más desesperante aun que él mismo se había infringido esa pequeña hendidura en su soberbia.

 

Sacó del bolsillo las llaves y entró, su esencia se borró del mundo como si fuera humo ascendiendo y perdiéndose en el aire. Una vez adentro arrojó lejos la mochila y se dirigió a la cocina en donde pateo un par de cosas, nada m uy grave y tirando fuerte de una de las sillas se sentó. Necesitaba calmarse, agradeció a un cielo perdido que los muchachos no estuvieran allí para ver su rabieta de niño pequeño.

 

Apoyó las manos en la mesa y ocultó su cara en ellas ¿Qué mierda era lo que estaba haciendo?

 

Se sorprendió de sí mismo. Él nunca actuaba de esa manera, nunca perdía los estribos por algo tan trivial, de verdad se sintió avergonzado. De verdad esperaba ver al demonio pelirrojo al final del callejón.

 

¿Y si hubiera estado? ¿Cómo hubiera reaccionado al ver esa cara de añoranza en su cara? La pena le invadió la cara, la sentía ardiente como nunca. No había pensado en eso, no se le había pasado por la cabeza que en el caso hipotético y hubiese visto ese cabello rojizo, ese cuerpo ágil y grácil contorsionase como el felino salvaje que era, lanzando golpes a diestra y siniestra,  Esos ojos electrizantes, sus manos paseándose por su cuerpo haciéndolo reaccionar, sus besos de miel que le habían embriagado. Sintió como el cuerpo se le estremecía con violencia.

 

¿Es que era idiota? No era nada importante, no para hacerle tener esas reacciones. Quizás había dejado que ese gran atractivo y le desordenara un poco, no lo permitió, nunca lo permitiría, él era dueño de sus sentimientos y de sus impulsos. A lo mejor nunca volvería a ver al chiquillo y conocerle el nombre no era nada. El pecho se le oprimió un poco.

 

Levantó la cabeza, dispuesto a tomarse una taza de café.

 

Luego con el brebaje preparado se sentó en el sillón con los libros que había sacado en la mano. Comenzó con el que había elegido al azar. Estuvo metido en la lectura hasta que sintió los parpados un poco pesados. Solo le quedaba un conchito de café, helado ya.

 

Miró el reloj en la pared y prendió perezosamente la televisión, el sol comenzaba a descender, debían quedar un par de horas para que los chicos llegaran.

 

Bostezó aburrido haciendo zapping.

 

Solo el constante golpeteo en la puerta la sacó de su ensoñación, quiso hacerse otro café pero prefirió ir a ver quién era que llamaba tan enérgicamente. Sus hombros se sentían pesados, pensó que tal vez a los chicos se les había olvidado la llave o algo así, después de todo con esa energética forma en que el moreno menor salió era un poco esperable que anduviera sin estas.

 

-          ¿Soy ama de llaves ahora? – Dijo abriendo la puerta con la mano derecha sobre el cuello, mirando al suelo. Esos zapatos no le eran conocidos.

 

-          Bueno si ese fuera el caso me encantaría una ama de llaves tan ardiente en mi casa también… - Esa voz profunda y seductora lo sorprendió, pegó un respigo.

 

Miró al dueño de esa voz ya teniendo una idea de quien era. Fue desde los pies pasando por ese cuerpo moldeado y envuelto en un desordenado uniforme manchado con tierra y un poco de sangre en el cuello blanco de la camisa. Abriendo los ojos de par en par siguió hasta llegar a esa cara pálida en donde una sonrisilla arrogante se formaba mientras unos ojos ambarinos le miraban descaradamente, sin ocultar siquiera sus instintos impuros. Ese cabello rojizo agarrado con una banda gris echándolo deliciosamente hacia atrás dándole un toque de rebeldía junto con las cadenas y las uñas pintadas de negro.

 

Mirándolo bien pudo ver en su mejilla izquierda un enorme moretón y del labio un hilo de sangre que caía por el mentón formando así la mancha de sangre en el cuello. Tenía un moretón enorme en la cien pasando a si ojo que estaba un poco rojo. La verdad que tenía una imagen bastante deplorable, además que se sostenía el brazo, cuando se fijó en éste vio como a rededor de la mano que lo sostenía se teñía de rojo manchando el uniforme de este.

 

-          ¿Qué mierda?

 

-          ¿Podrías ayudarme? – Dijo con una sonrisa forzada pero obviamente altanera. No terminó de decir eso cuando cayó al piso a causa de la pérdida de sangre de lo que sea que le había pasado en el brazo, dejando a un sorprendido Law en el umbral de la puerta.

 

-          ¡Hey!

Notas finales:

MUMUMUMUMUMUMMMMMU....

ODIENME....

SI, YO ME ODIARÍA POR DEJARLO AHÍ... Y POR NO HACER EL LEMON PERTINENTE...

NO, NO ME ODIEN... SOY UNA BUENA CHICA... (eso creo) LES PROMETO ALGO MÁS FOGOSO PARA LA PROXIMA... ^3^

En fin... Law tan lindo y baboso *^*  puede que no sea tan pegadito a lo que es Law y mientras la historia siga su curso se iran dando cuenta de ello... Pero es que bajo toda esa capa un tantito egoísta, fría y hasta de toques un poco vanidosos creo que es una perona más que normal... (A pesar de tener pinta de sicópata aburrido... hehehe :3)

¡Kid! ya te haré aparecer en todo tu explendor ten paciencia >O<!!!!!!!

Bueno... Creo que está bien así (KATIA MALA MUJER NO ME EDITASTE, si hay algún error culpenla a ella... me ilucionó y no lo hizo ¬3¬ hahahaha)

YA... ESPERO QUE HAYAN DISFRUTADO LEYENDO COMO YO ESCRIBIENDO!!!!

ESPERO ANSIOSA SUS REVIEW!!!!!!

(~*^*)~

 

 


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