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Rumor por Pookie

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Notas del capitulo:

Death note no me pertenece, es obra de Tsugumi Ōba y Takeshi Obata.

Basado en el doujinshi Childish, propiedad de Akane Kurosaki.

—¿Por qué tenía que tocarme contigo?

—Porque así lo quiso el maestro, Mello.

—A veces pienso que lo hacen a propósito—dijo mientras se acariciaba la sien. Estúpidos maestros.

—Es muy probable que lo hagan para que aprendamos a trabajar juntos, Mello.

—Sí, sí.

Ni todas las barras de chocolate del mundo alcanzarían para poder saciar la ansiedad que lo estaba comiendo vivo en ese momento. Habían estado horas en la biblioteca de Wammy’s house buscando algún tema sobre el cual hacer el reporte y el principal problema es que no podían ponerse de acuerdo sobre qué hacerlo. “¿Grandes mentes piensan igual?”, sí…claro.

El sol comenzaba a desaparecer por las colinas nevadas, dando paso al atardecer y a un color naranjo que bañaba toda la instancia. Mello bufó molesto, quería irse, lejos…muy lejos. Apoyó su mejilla y miró a su compañero, el cual leía velozmente el libro que había sacado. Mello no le prestó atención cuando le dijo el tema. Los cabellos blancos de Near reflejaban de manera graciosa el color del cielo, el rubio tuvo el impulso idiota de tocarlos.

—Mello.

—¿Qué? —preguntó sobresaltado. Dejó por un instante sus tontos pensamientos.

—Deberíamos hacerlo acerca de este tema, parece interesante y no creo que ningún otro grupo lo escriba.

Mello le hubiese respondido, si tan sólo le hubiera prestado atención cuando Near le dijo de qué se trataba el condenado libro.

—No—respondió. Haría cómo si de verdad supiese de lo que hablaba el albino—. No me gusta.

—¿No?

—No, así que buscaremos otro.

—Está bien.

A Near no le preocupaba, después de todo quería evitar cualquier conflicto. No tenía ánimos de discutir con el terco de Mello. Aunque al albino le dio la pequeña y efímera sensación de que el rubio lo había estado observando sin tomarle real atención mientras le explicaba el libro.

Mello sólo se paseaba por los distintos pasillos, sin nada que le llamase la atención. Suspiró y se recargó en uno de los estantes, estar en la misma habitación con Near lo cansaba mental y físicamente.

—Mello—escuchó la voz del albino entre los estantes.

—¿Qué? —Su voz salió irritada, su paciencia comenzaba a acabarse lentamente.

—Hagámoslo de este tema—Y salió de entre los estantes con un libro de psicología entre sus blancas manos. Mello bufó, odiaba que el de cabellos blancos le ordenara cosas.

—No lo haremos de algo que tú quieres.

—¿Ah?

—Siempre término haciendo lo que tú quieres, así que no—amenazó—. No lo haremos de eso, Near.

—Es el único tema  que…

Mello le quitó el libro de un golpe y lo tomó por el cuello del gran pijama. No obedecería a Near ni aunque su vida dependiese de eso, primero muerto.

—¡Ya te dije que no!

—Debemos hacerlo sobre algo y tú no aportas nada—contestó tranquilamente y agregó con voz burlona—: Tal vez si dejases de verme, podrías concentrarte.

El rubio abrió sus ojos y sintió como sus mejillas eran teñidas de color carmín. La vergüenza dio paso a la ira, Near sabía cómo jugar con él. Lo acercó más a su cuerpo y lo apuñalo con las penetrantes cuchillas que ahora eran sus ojos azules, lo odiaba. Odiaba a Near, maldito enano manipulador.

—No te estoy mirando, maldito idiota.

—Yo creo que sí lo hacías—contestó desinteresadamente mientras rizaba su mechón de cabello blanco favorito.

—¡Que no! —La voz le salía más aguda de lo que deseaba, ¿podían repetirle por qué estaba haciendo esto? Ah, sí… el proyecto.

—¿Crees que puedes engañarme, Mello? —cuestionó el más bajo, con una diminuta y socarrona sonrisa. Mello lo mataría, de la manera más cruel y lenta posible.

El rubio bufó molesto y apretó más el pijama bajo sus dedos, lo atrajo más hacia él. El espacio vital de ambos se vio reducido drásticamente, pero no era nada que no hubiese pasado antes. De hecho, con el correr del tiempo era más común que ambos estuviesen así de juntos. Mello lo hacía para intimidar al albino, a Near le gustaba provocar a Mello. Cualquier consecuencia era culpa del otro.

Ninguno desviaba la mirada, incluso eso para ellos era una batalla. Para Mello era un signo de debilidad desviar la mirada, y no quería que Near se sentirse superior, no si él podía evitarlo. Para el albino, simplemente era fascinante cómo Mello se molestaba con su mirada de indiferencia, oh, era tan fácil molestarlo. Debía estar prohibido, porque lo disfrutaba demasiado.

—Ahora me estás mirando, Mello.

—Cállate—susurró. Near podía sentir su aliento a chocolate muy cerca de su rostro. A él no le gustaba el chocolate, pero de alguna manera, su olor le atraía. O tal vez fuese el aliento de Mello que tantas veces se ha mezclado con su aire personal, el que le gustaba.

El albino sonrió levemente, viendo a Linda detrás del hombro de Mello.

—Cállame, Mello—dijo y esperó. Sabía que las cosas saldrían cómo él quería.

Mello sólo abrió sus ojos y acercó más al menor, casi con sus narices rozándose. Quería intimidarlo, amedrentarlo, asustarlo. Pero él jamás sintió la presencia de una extraña detrás de él.

—¡Mello está besando a Near!

El rubio soltó al albino como si sus ropas estuviesen ardiendo. Giró la cabeza, encontrando a una muy sonrojada Linda, tenía las manos en su cara. Mello podía jurar que veía humo saliendo de sus orejas, parecía que su cabeza iba a explotar, nunca había visto a nadie tan rojo. Claro, porque él no tenía un espejo.

Sentía su cara arder, las mejillas le dolían. ¿Por qué siempre le pasaban estas cosas?

—¡Linda! —gritó, acercándose a la niña de coletas.

—¡Lo estabas besando!

—No es lo que…—comenzó el rubio, pero la chica corrió y se perdió por el largo pasillo—…crees.

Se llevó una mano a su cabello, despeinándolo. De todas las personas que podían haberlos visto, tenía que ser precisamente Linda, la niña a la cual le contaría a todo el mundo. Probablemente lo dejaría como un pervertido que había besado al pobre e inofensivo de Near. Diablos.

Observó al albino, el cual estaba como si nada hubiese pasado.

—Volvamos al trabajo, Mello—Se agachó y recogió el libro que el rubio había tirado al piso—. Debemos entregarlo en dos días y no hemos decido el tema.

El rubio lo miró estupefacto. ¿Cómo podía preocuparse de esto en un momento así?

—¡Linda nos acaba de ver, Near!—dijo mientras se acercaba al menor—. Probablemente le diga a todo el mundo lo que ella cree que pasó. ¿No te molesta?

—No—respondió tranquilamente. Se sentó nuevamente en la silla, con Mello al frente.

—¡Pues a mí sí! —gritó, apoyando sus manos en la madera de la mesa—. Les dirá a todos que te besé y esparcirá ese rumor. ¿Te gustan los rumores?

—Su existencia me tiene sin cuidado, Mello.

—Yo los odio.

Near lo observó durante un instante, luego a todo el ambiente de la biblioteca. Estaban solos, su plan no podía salir mejor. Se levantó y tiró a Mello de la camisa negra que usaba. El rubio no tuvo ni tiempo para reaccionar, sólo pudo sentir el leve roce de los labios del albino sobre los suyos. Eran sorprendentemente cálidos.

El albino lo soltó tan rápido como lo había tomado y volvió a sentarse en la silla, en ningún momento desvió su mirada de la Mello.  Llevó uno de sus dedos a su cabello y comenzó a rizarlo, mentalmente contó los segundos que el rubio se demoró en reaccionar.

Cinco.

Diez.

Quince.

Veinte.

—¿Ah?

—El tema que podríamos hacer es…

—¡¿Qué mierda?! —gritó el rubio, alejándose torpemente. Sus mejillas volvían a ser víctimas del sonrojo— ¡¿Por qué hiciste eso?!

—¿Elegir el tema? —cuestionó. Jugar con Mello era definitivamente su juego favorito.

—¡No, idiota! —volvió a vociferar. No podía creer lo que había pasado, no podía—. ¡Me besaste! ¡¿Por qué?!

—Mello, sé menos ruidoso.

—Respóndeme.

—No te gustan los rumores, ¿no es así? —cuestionó, volviendo a torcer su cabello—. Pues ya no es un rumor.

El rubio se quedó congelado. Era lógico, no podía rebatir su argumento pero…lo había besado.

—Me besaste.

—Sí, Mello.

—Tú a mí.

—Sí, Mello—volvió a responder monocordemente—. ¿Podemos volver al trabajo? Creo que este tema va a interesarte.

El albino le tendió el  primer libro que había leído, ese libro al que Mello no había tomado atención. Entre torpes movimientos de sus manos lo tomó, el título decía “Rumores y su papel en la psicología social.”

Oh, golpearía a Near. Lo mataría de la manera más cruel posible. Levantó su vista y pudo ver una ligera sonrisa en el rostro del albino. El maldito lo había planeado, todo.

Sí, Near era hombre muerto.

 

Increíblemente el proyecto había salido mejor de lo que le gustaría admitir. Habían sacado la máxima puntuación y unas felicidades del maestro por el tema tan creativo que habían elegido. Mello quería llegar a su habitación y tirarse sobre la cama. Quedarse dormido y dejar de escuchar los “Mello, ¿es verdad que besaste a Near?” “Mello, ¿por qué lo hiciste?” “¿Lo amabas en secreto, verdad?”.

Abrió la puerta y Matt estaba como siempre en su cama, apretando los botones de su consola. Lo saludó con un ligero asentimiento de cabeza. El rubio caminó hasta su cama y dejó caer en ella.

—Mello—llamó el pelirrojo.

—¿Qué quieres, Matt?

—¿Es verdad que besaste a Near? —cuestionó con curiosidad.

—Muérete—dijo y le lanzó una almohada, haciendo que la consola cayera en su cara.

—¡Mello! ¡Estaba a punto de matar al jefe!

—Cállate, Matt.

Se dio vuelta, dándole la espalda a su compañero de habitación. Llevó sus dedos a sus labios y podía jurar que aún sentía el calor fantasmal del albino en su piel. Sonrió levemente, después de todo no le molestaría volver a trabajar con Near.

Notas finales:

¡Hola, hola!

Este oneshot es culpa de la maravillosa Akane, la cual con sus doujinshis y juegos, me ha inspirado un montón de veces.

Hace mucho tiempo que no escribía un oneshot y los echaba de menos, espero de todo corazón que les guste.

¡Nos leemos prontito, bonitas!


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