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Regresando al país de Nunca Jamás. por MagsKun

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Notas del capitulo:

¿Hola?

El pitido de la alarma del reloj en mi muñeca indica que ya es hora de comer. Suelto los papeles que estaba organizando, dejándolos sobre el escritorio, para tomar el recipiente de comida de mi locker y dirigirme hasta la puerta en el momento exacto en el que Jinki aparece en ella sonriente (como siempre que tiene comida).
-¿Vamos? -cuestiona, y asiento para luego comenzar a seguirlo-. ¿Qué comida bonita tienes hoy?
-Idiota -bufo, poniendo los ojos en blanco-. Creo que son onigiris, nada fuera de lo común.
-Aún no se le pasa la manía con la comida japonesa, ¿eh? -se mofa mi amigo, riendo socarrón-. Aunque debo admitir que envidio un poco eso, que tu novio te prepare el almuerzo... Changsun no sabe tan siquiera hervir el arroz.
-Tendrá que aprender si quiere mantenerte a su lado, ¿no? -me burlo yo esta vez, ganándome una mirada asesina del mayor. Suelto una risotada en lo que llegamos al comedor del edificio-. Búrlate todo lo que quieras, a mí me gusta que Taemin me mande comida "graciosa".
-A ti te gusta Taemin, déjalo así.
Pongo los ojos en blanco, de nuevo, pero no agrego nada más. En realidad, no es como si Jinki estuviera muy lejos de la verdad. La cosa es que a mí no me gusta Taemin.
Lo adoro con todo mi corazón.
Nos sentamos en la mesa de siempre y nos disponemos a comer. Pasamos un buen rato en silencio en lo que nos llenamos de nuestros respectivos almuerzos. Mientras disfruto de mi deliciosa y saludable bola de arroz rellena con atún un vago recuerdo de mí mismo en este lugar dos años atrás, cuando aún no conocía a Taemin, comiendo ramen instantáneo cada día pasa por mi mente, y no puedo evitar sonreír porque vaya que las cosas han cambiado desde entonces. Menos mal.
-Mañana es el último juicio de Han -comenta Jinki de repente-. Irás, ¿verdad?
-Claro que sí -respondo sin dudar, empleando un tono burlón-. No me perdería el juicio de mi querido jefe por nada en el mundo.
-Eh, que tu jefe es mi padre -me corrige, alzando una ceja-. ¿Sabes si su hijo irá?
-¿Sanghyuk? -pregunto como un idiota, porque obviamente está hablando de él. Sanghyuk es hijo único-. Seguro. Él y Hyunwoo no se han perdido de nada del caso desde que se involucraron.
-Lo han vivido muy de cerca -comenta Jinki en un susurro. Un escalofrío me recorre toda la espalda, aún no he olvidado las cosas que ha tenido que pasar Hyunwoo por haberse metido en esto-. ¿Cómo está Hyunwoo, por cierto?
Bufo automáticamente al pensar en el estúpido chico del café, ese extravagante y cínico niño, tan valiente como imbécil y atrevido. Luego de haber sido rescatado, y después de tomarse unas cuantas semanas para recuperarse de las cosas que le hicieron durante su secuestro, llegó un día de la mismísima nada a mi casa y me dijo: "quiero ser un abogado, hyung".
-Eh, vale, muy bien -le digo algo confundido luego de escuchar su afirmación-. Es... es algo muy bueno, Hyunwoo. Enhorabuena.
-Voy a meter a cada mafioso del mundo en la cárcel, ¿sabes? -agrega, haciendo un gesto de suficiencia-. Pero para eso necesito presenciar un juicio primero, ¿verdad?
-Bueno, no es estrictamente necesario pero podría servirte de ejemplo -respondo, encogiéndome de hombros-. "La ley y el orden" es un programa muy bueno, pero las cosas en la vida real no siempre son así.
-Por eso quería... pedirte un favor -confiesa, y entonces comprendo el motivo de su tan inesperada y rara visita. Siempre un as bajo la manga el maldito niño-. He hablado con Sanghyuk y me dijo que su padre entrará en juicio por todo el asunto... y quiero ir.
-Pero estos juicios son privados, Hyunwoo. Sólo pueden presenciarlos su familia, los testigos, los jueces... Bueno, los involucrados directos.
-Y yo soy uno, hyung -se apresura a decir-. Tengo muchas pruebas. Algunas incluso las llevaré tatuadas en la piel por el resto de mi vida.
Trago saliva, poniéndome nervioso con la mera mención del tema. La culpa todavía me atormenta por todo lo que ha tenido que pasar Hyunwoo por haberse metido en todo esto conmigo, y no puedo detener a mi mente de formarme una imagen del niño con un saco en la cabeza y las manos atadas a la espalda, el cuerpo herido y maltrecho.
-¿A qué quieres llegar con todo esto, mocoso sinvergüenza?
-Consígueme un permiso para ver los juicios, hyung -suelta, y por primera vez en mi vida, lo oigo pidiendo algo casi suplicante-. Por favor. Sé que puedes, y de verdad quiero estar ahí.
Maldito y estúpido manipulador chico del café.
-Ya está bien -logro pronunciar finalmente, tratando de ignorar el gusto amargo de la culpa en la boca (esa horrible sensación me invade todas las veces que pienso en Hyunwoo)-. Comenzará a estudiar abogacía el próximo semestre.
-Eso es fantástico -comenta Jinki, asintiendo sorprendido-. Como sea, una vez que terminen con Han, comenzarán con los juicios de Wang.
-A ese bastardo deberían tenerlo encerrado de por vida sin ofrecerle la posibilidad de un juicio -escupo, tensándome de inmediato como cada vez que pienso en esa asquerosa rata-. ¿Por qué siquiera lo hacen?
-¿Por la ley, el código penal, los derechos civiles y esas cosas? -dice el irónico idiota frente a mí-. Vamos, que será divertido ver cómo lo condenan.
Justo cuando abro la boca para responder con todas las groserias y vulgaridades que conozco, oigo que alguien llama por mi nombre desde los pasillos. Me volteo mirando a la puerta justo para encontrar a Jae Hwan sacudiendo una mano en la entrada del comedor.
-¿Qué sucede?
-Te llama el jefe -vocifera desde la puerta-, y dice que es urgente.
-¿Qué habré hecho ahora? -murmuro, poniéndome en pie-. Hyung, ¿sabes algo?
-No tengo idea -pronuncia Jinki, frunciendo el ceño-. Anda, apresúrate a ir. Luego me cuentas.
Extrañado, hago como Jinki me dice y me dirijo hasta la puerta después de guardar lo que quedaba de mi comida en el recipiente. Jae Hwan se va por donde vino y yo me pongo en camino a la oficina del señor Lee, tratando de averiguar de antemano para qué o por qué puede estar llamándome. Lo primero que se me ocurre es que me asignará un caso nuevo, y espero que sea uno mejor que el último que me entregó, un caso de un idiota que andaba robando pinturas y esculturas valiosas en iglesias y templos de distintos países, porque lo resolví en menos de una semana y no fue para nada interesante. Cuando me lo ponen tan fácil, no tiene chiste alguno. Vamos, que el muy estúpido dejaba todo un rastro de pruebas detrás de sí como Hansel y Gretel dejaban caramelos. Tan predecible, tan sencillo.
La puerta de la oficina está entreabierta en cuanto llego a ella. Golpeo de todos modos, y la voz del señor Lee invitándome a pasar se oye al instante.
-¿Me llamaba, señor? -pronuncio, adentrándome.
-Sí, Choi, te he llamado -responde él desde su enorme silla detrás del escritorio-. Tengo dos anuncios que hacerte.
-Soy todo oídos, señor.
-Toma asiento primero -dice, señalando la silla libre. Obedezco, comenzando a asustarme porque parece ser que va muy en serio-. No sé cómo tomarás esto, Choi...
-Sólo dígalo.
-Primero lo más suave -anuncia, extendiéndome un sobre sobre el escritorio-. Quiero que te hagas cargo de este caso. Al parecer este narcotraficante que viene escapando de Latinoamérica ha venido a parar a Corea, o eso se sospecha.
-Muy bien, señor -murmuro, tomando el sobre y sintiendo la determinación de siempre inundando mi sistema ante un nuevo caso-. ¿Cuál es el otro anuncio?
-Te asignaré a un nuevo compañero. Un aprendiz, si quieres decirle de ese modo.
Cierro los ojos con un suspiro de frustración. Trato de armarme de paciencia, pues mi relación con el hombre aún no ha mejorado mucho, pero eso no quita que sea mi jefe. Ya no tengo la confianza como para reclamarle y decirle que no quiero trabajar con un compañero, que prefiero ir solo, como podría haberlo hecho en el pasado. Nuevamente un recuerdo de hace dos años, cuando me anunció exactamente lo mismo, viene a mi mente. Me negué tan rotundamente sin saber lo que sucedería con aquel niño tonto y maleducado...
-¿Cuándo comenzaría mi aprendiz, señor? -logro preguntar con fastidio.
-Ahora mismo -dice una voz demasiado conocida a mi espalda. Me volteo en la silla con el ceño fruncido, encontrándolo ahí en la puerta, sonriendo con picardía-. ¿Sorpresa?
-T-Taemin.. -balbuceo como un idiota, parándome para quedar frente a él y olvidando al señor Lee por completo-. ¿Qué...? ¿Cómo...? Tú...
-Mi sobrino nunca dejó de ser un agente, Choi -me informa el olvidado señor Lee, parado detrás de mí-. Estaba de licencia por un problema de salud, y la licencia ya ha terminado.
-Y quería regresar -agrega Taemin, encogiéndose de hombros-. Así que, eso hice.
-¿Por qué no me dijiste nada? -cuestiono, levemente ofendido por enterarme de este modo.
-Porque sabía que te negarías -responde, sacándome la lengua-. Pero ya no te queda más remedio que aceptarlo ahora. Claro, a no ser que no me quieras de compañero. En ese caso, me iría con Jinki hyung, o Jonghyun hyung.
-Mocoso tramposo -farfullo, fulminándolo con la mirada-. Te quedas conmigo, eso no se discute.
-Espera, espera -dice, poniendo ambas manos entre su cuerpo y el mío-. Tengo que asegurarme de que eres bueno para ser mi compañero, Choi.
-¿Pero de qué hablas, Taemin? -suelto, molesto-. Ya hemos trabajado junt...
-Dime, Minho Choi -vocifera, interrumpiéndome-, y piensa muy bien qué dirás. ¿A quién prefieres? ¿Batman o Capitán América?
Una enorme sonrisa se forma en mis labios al escuchar su pregunta. Él me imita, enseñándome todos los dientes enmarcados por aquellos labios rosados y gruesos que tanto me gustan. Una oleada de cariño invade mi cuerpo, y Dios, creo que nunca voy a cansarme de esto. De él, de nosotros, de mí cuando estoy a su lado, del cariño demencial y ciego que siento por este niño adulto parado en frente de mí. De repente, desearía estar en nuestro hogar y no en la oficina de su tío. Siguiendo un impulso, me acerco más a él y coloco la mano nuevamente en su mejilla sin pellizcar, esta vez acariciando suavemente su piel blanca, tersa, perfecta ante mi tacto.
Las cosas no podrían estar mejor. Ha pasado tanto desde que conozco a Taemin, pero todo valió la pena. Estos fueron los dos años más locos de mi vida, y también los mejores. Con todo, lo bueno y lo malo, no cambiaría nada de lo vivido con Lee Taemin. No cambiaría a mi Lee Taemin por nada ni nadie. De una forma u otra, todo ha regresado a su curso natural, al punto de inicio. Sólo que esta vez, los problemas ya no existen, todo fue solucionado y podemos empezar desde cero. Todo está como tiene que estar, en su lugar. Taemin y yo vivimos juntos, y ahora trabajaremos juntos una vez más, con la diferencia abismal de que mi niño ya no está perdido, sino que está conmigo, en nuestro propio Nunca Jamás personal.
-A ti, Taemin, a ti siempre -finalmente respondo en un susurro para que sólo él me escuche-. Te prefiero a ti, mi Peter Pan.

Notas finales:

BUENO, HOLA! Volví de la muerte(?) no tengo una excusa por mi desaparición de un año. Pero hoy cumplo con mi deber de traerles después de mil siglos el final definitivo de este fanfic y esta serie de dos partes. 


Deseo con todo el corazón que quien lo lea lo disfrute y le guste cómo termina la historia. También espero que todas esas personitas bellas que lo leían antes, si aún están por estos lares(?, vean que al fin les traje el final. ¡De verdad lamento muchísimo la demora! Sinceramente, en un momento no supe cómo iba a terminar, pero luego me di cuenta de que el final era tan evidente, siempre estuvo ahí, palpable. Por eso hoy, aquí está. 


Debo admitir que me cuesta mucho despedirme de esta historia. Dios, fue mi primer trabajo del que estuve orgullosa haha, y luego de dos años juntos fue muy fuerte escribir el final definitivo. De alguna forma, al no terminarlo, era como si pudiera mantenerlo así. Pero no es justo, ¿verdad? No puedo hacer más que decir que realmente extrañé a Taemin Pan y a Hyunwoo y a todos... Ah, qué tristeza. 


Buenas noches, y muchísimas gracias por haber seguido esta historia. De nuevo, mil millones de trillones de disculpas por la demora. 


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