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Regresando al país de Nunca Jamás. por MagsKun

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Notas del capitulo:

ABAJO 

Las horas han pasado tan lentamente, que no puedo creer que al fin me encuentro conduciendo hasta la comisaría, pero así es. Hoy es, oficialmente, mi primer día como miembro de la Agencia de Policía Metropolitana de Seúl.
Asumo que mi puesto será el de un simple auxiliar, sin embargo esto no me desanima, sé que puedo subir de rango rápidamente porque tengo el prestigio y renombre de haber ingresado en la Interpol siendo un simple cadete, y de haberme ganado el puesto de Cabo 1º en tan sólo tres años. Aunque muchos lo atribuían a mi relación cercana con el hijo del jefe... Eso, aquí, no lo saben.
Aparco justo en frente de la comisaría y me dispongo a entrar, sintiéndome nervioso. No entiendo por qué estoy comportándome así tan de repente, como si fuera un novato de verdad y este fuera mi primer día ejerciendo como policía, pero no puedo evitar sentirme de esta forma luego de tanto tiempo sin haber hecho nada útil y de haber vivido como un parásito.
Entro en el edificio sin entender bien qué hacer. Han pasado tres años y medio desde la última vez que pisé una comisaría, y esta es bastante diferente a la pequeña de Incheon en la que solía trabajar. Claro que la Agencia Metropolitana es independiente de la Agencia Nacional, a la que yo pertenecía antes.
En la gran entrada sólo encuentro a un crío, un estudiante, sentado y suspirando, mirando alternativamente el techo y la suela de sus zapatos. De a ratos juega con un viejo gameboy, pero se le nota fastidiado y aburrido. Además de algunos pocos asientos, uno ocupado por él, y un escritorio con una computadora y un teléfono, no hay nada más en la sala. A unos pasos del chico hay un largo pasillo en el que puedo apreciar unas cuantas puertas, y eso es todo. No hay nadie más además del niño, así que asumo que es el único que puede ayudarme.
-Disculpa -digo, aclarándome la garganta. El chico levanta la vista y me observa sin interés-. ¿Dónde están los oficiales?
-Tomando café en el cuarto de atrás -informa, con un tono de irritación rayano en el sarcasmo-. ¿Qué quieres?
Que me hable de una manera tan informal me molesta un poco. Vamos, este niño debe tener 16 años como mucho. Está bien que yo no soy tan grande, hace tres meses cumplí 22, pero... sigo siendo mayor que él.
-Comenzar a trabajar.
Su rostro se pone serio de repente, y asumo que el hecho de que yo sea un oficial lo obliga a ser, como corresponde, educado conmigo. Tanto así que incluso se sienta erguido antes de responderme.
-Lo siento, señor -balbucea avergonzado, con una pequeña reverencia-. Debería ponerse el uniforme antes de que el Jefe Superintendente General salga de su oficina.
-¿Tendré problemas si no tengo puesto el uniforme? -cuestiono, alarmado-. Hoy es mi primer día, no tengo ningún uniforme...
-Porque te lo daré yo -dice una voz grave, la misma que me llamó para avisarme que obtuve el puesto, desde mi derecha-. Bienvenido.
Un hombre de aproximadamente 50 años se encamina hacia nosotros desde la segunda puerta del pasillo con un paquete en las manos. Una vez a nuestro lado, el niño se para como si algo le hubiera pinchado el trasero repentinamente.
-Descanse, soldado -ordena el hombre, tocando el hombro del niño cariñosamente. Luego, dirige su mirada hacia mí-. Choi, ¿verdad? El de la Interpol.
-Sí, señor -respondo, inclinándome en señal de respeto-. El mismo.
-Toma tu uniforme -dice, estirando el paquete para que lo tome. Así lo hago-. Espero que Sanghyuk se haya comportado como corresponde con usted.
El niño abre los ojos como platos, tal vez temiendo que yo delate su falta de modales inicial. No podría estar más equivado.
-Impecable, señor -miento-. Cuenta con una buena educación.
Casi oigo los latidos del corazón de Sanghyuk regularizarse luego de mi respuesta. No tardo en comprender que el niño es hijo del hombre que, por cierto, aún no se ha presentado. Casi como si hubiera leído mi mente, se inclina y vuelve a hablar.
-Soy el Jefe Superintendente General Han, o más simple, Jefe Han, como la mayoría me dice -se presenta, y luego se incorpora con naturalidad-. Acompáñeme, le enseñaré lo que tiene que hacer.
Obediente, sigo al hombre luego de inclinar un poco mi cabeza para despedirme de Sanghyuk. Por un momento, me mira con complicidad y casi esbozando una sonrisa. Asumo que luego de haberle salvado el pellejo me gané su confianza y simpatía.
El Jefe Han me lleva por el pasillo hasta la cuarta puerta, un vestidor con distintos casilleros pequeños.
-El suyo es el 17 -indica, señalando dicho casillero y dándome la llave-. Puede guardar todas sus cosas allí, y dejar el uniforme. Puede ponérselo una vez que llegue aquí, si así lo prefiere.
-Sí, señor.
-Ahora, lo que hará es simple. Estará en la entrada, en el escritorio que seguramente ya tuvo oportunidad de ver -se detiene, esperando una respuesta; yo asiento con la cabeza, dándole a entender que sé de qué está hablando-. Supongo que sabe cómo funciona la actividad en una comisaría, ¿no?
-Sí, trabajé en una.
-Pues que no se diga más; puede comenzar ahora mismo, oficial Choi -concluye, caminando hacia la puerta-. Cualquier duda que tenga, en las demás oficinas están sus compañeros. Ahora, buena suerte.
Sin decir nada más, sale por la puerta. Yo me dedico a cambiarme y ponerme mi nuevo uniforme: un pantalón negro, una camisa de un tono verde claro, y una gorra negra con un emblema que indica mi rango. Sin embargo, no conozco aún qué significa cada símbolo, pero si no me equivoco, el que tengo yo significa literalmente <Policía>. Es decir, no soy un auxiliar, sino un policía más. Un agente, asumo. O, como me dijo el señor Han, un oficial. Me basta con eso. Guardo mi ropa en el casillero 17 y regreso a la entrada, dispuesto a ocupar mi puesto en el escritorio. El señor Han se encuentra allí, aparentemente esperándome, junto a un Sanghyuk aún más irritado que antes. Su paciencia se ha agotado, debe querer irse en este mismo instante.
-Ya sabe, oficial, cualquier cosa que necesite... sus compañeros están allí -señala el pasillo-. Si me permite, me retiro.
Respondo con una reverencia, y el hombre y su hijo se marchan por la puerta.
Aprovechando mi soledad, decido investigar mi nuevo sector de trabajo. El escritorio es amplio y tiene tres cajones. La computadora parece bastante nueva, aunque tiene programas muy básicos. Finalmente, el teléfono... bueno, ¿cuánto puedo hablar de un teléfono? Tiene números y ya. Me siento frente a la pantalla y comienzo a revisar los cajones.
En el primero hay papeles, bolígrafos, cinta adhesiva, pisapapeles, agujereadoras, sellos y abrochadoras. En el segundo hay un manojo de llaves, asumo que de las celdas y las oficinas, y en el tercero hay una pequeña lista con nombres y rangos. Asumo que son todos mis compañeros. Por curiosidad, busco mi nombre, y lo encuentro en la sección de "turno nocturno". La lista está actualizada, aparentemente. "Pol. Choi, Min Ho. 22, Incheon. Policía (Policeman)". Esto confirma mis pensamientos de que no era un auxiliar, sino un oficial. El rango se llama meramente <Policía>. Además de mí hay unos 19 oficiales más, diez en cada turno, y antes figura un Auxiliar Lee. Luego, cinco nombres de cada turno tienen el rango de Policía Superior, dos Subinspector y un Inspector. Abajo de todo figura el nombre de Han, y debajo de este, un tal Park, el Comisionado General Adjunto (el rango más importante, el líder de toda la Agencia Metropolitana).
Guardo la lista en el momento exacto en el que una taza de café humeante se posa sobre mi escritorio. Mi vista pasa de la taza de café humeante a la mano que la colocó sobre la mesa, y de la mano que la colocó sobre la mesa al rostro dueño de aquella mano. Más precisamente, a los ojos marrones del rostro dueño de aquella mano. Es un chico realmente joven. Deberá tener la edad de Taemin, tal vez un año más. Lleva el cabello de un tono castaño casi anaranjado, obviamente teñido, corto y con un poco de gel para mentenerlo parado.
En cuanto su radiante mirada curiosa se encontró con la mía, sonrió con complicidad. Muy contrario a lo que haría normalmente, no pude evitar contagiarme del gesto, y pronto me encuentro sonriéndole casi con ternura. Es evidente que desde que estoy con Taemin se me ablandó el corazón, al menos con los niños. Primero, Sanghyuk, y ahora el chico del café.
-Eres nuevo -dice.
-¿Lo preguntas o lo afirmas?
-Lo intuyo.
-Sí, soy nuevo -cedo, sorprendido por la informalidad con la que me habla. ¿Ya nadie respeta a los mayores hoy en día?-. ¿Y tú eres...?
-Hyunwoo -responde, secamente, sin dar más información-. Yo también soy nuevo, empecé hace una semana.
-Ah... pero... ¿no eres muy joven?
-19 recién cumplidos, de hecho -contesta, sonando muy orgulloso de su edad-. Soy auxiliar. Me recibí hace poco...
-Fantástico -digo, sin saber bien cómo seguir la conversación-. Yo hace casi cuatro años.
-¡Ah, un sunbae! -exclama, aunque su tono suena algo irónico. Luego habla con más serenidad, casi indiferencia-. Cool.
Permanezco en silencio. Hyunwoo parece ser un chico bastante raro. Cambiante, al menos. Pasa de las sonrisitas a la indiferencia y de la indiferencia pasa a la ironía. Sin mencionar que le importó un rábano que yo sea mayor y un superior...
-¿Y qué haces normalmente?
-Mi papel se redujo a servir café -explica, sin darle importancia-. Pero no debería ser así. Debería estar en las calles o algo así. Da igual.
-¿No te molesta que te hayan puesto a servir café? -pregunto, imaginando la mirada horrorizada de Jinki ante la idea-. Quiero decir... ¿no quisieras hacer lo que te corresponde?
-Oye, me pagan bien para pasearme por toda la comisaría con una jarra de café. No es tan malo.
-Qué bien que lo veas de esa manera.
-Bueno, pero pruébalo -me invita-. Si te gusta el café, te harás adicto al que preparo yo.
-¿Ah, sí?
-Sí, nadie lo prepara mejor que yo -presume, y sonríe de manera ambiciosa-. Todos se han vuelto adictos aquí...
-Ya veremos.
Lo miro desafiante y levanto la taza. Sin despegar la vista de su mirada intensa y llena de confianza, bebo un sorbo.
-No está mal -digo, honestamente-. Nada mal.
-Gracias, primor -contesta, radiante, acariciando mi mejilla-. Vuelve pronto, la próxima va por la casa.
Con eso se aleja por el pasillo riendo por su propio chiste y lo pierdo de vista cuando entra por una de las puertas. Y entonces, sólo entonces, me permito pensar... ¿qué recontra rayos acaba de pasar? Una conclusión acude rápidamente a mí: el chico del café simplemente está loco. O intenta ser más casual de lo que debería. O, en el último de los casos, es realmente simpático y extrovertido. Al menos puedo decir que, incluso sabiendo que soy su superior en más de un sentido, fue muy poco educado. Casi llegando a la grosería. Y sin embargo... esa actitud rebelde no me molestó. Al contrario, me pareció algo... interesante.
Termino de beber el café y no puedo evitar querer más. La verdad es que sí es el mejor café que he probado. Espero que el chico del café pase más veces por aquí.

Notas finales:

ciel_2min, IvannaELF gracias por sus reviews y por seguir siendo lectoras fieles <3 espero que las demás regresen eventualmente D: 

ahora, ya se revelaron los otros dos personajes nuevos y misteriosos.. por si no saben x3 el pequeño es Hyuk, de VIXX, y el chico del café es Lee Hyunwoo, el actor, o.. Cha Eun Gyeol en To the beautiful you *wwwwwwww* tan hermosoo <3


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