-¿Qué tal este? -vuelve a preguntar Jinki, y comienza a leer en voz alta-. "Un baño, una habitación. Cocina ya instalada. Zona cómoda y segura". ¿Qué opinas?
-¿Dónde queda?
-Queda en.... olvídalo, no dije nada -sentencia, arrojando el anuncio a la basura, y asumo que es lejos de Seúl. Toma otro-. ¿Y qué tal este? "Monoambiente. Cocina instalada. Zona segura".
-Mmm...
-Queda en Seúl, ya me fijé.
-Ah, ya me harté -digo, arrojando todos los anuncios que tenía en la mano sin siquiera mirarlos-. Luego seguiremos buscando.
-Eres tan infantil...
-¡Ninguno me gusta, ninguno me sirve! -estallo, defendiéndome, y él se frota los ojos en señal de cansancio-. Oye, aprecio tu ayuda, pero esto es imposible. Los lugares que me gustan, son muy costosos. Los que son baratos, están muy lejos, en zonas horribles, o son basureros. Y los que están en Seúl... no existen, prácticamente. ¿Puede ser que esta idiotez cueste tanto? ¿Cómo encontré mi departamento anterior de todas formas?
-No lo sé, eres un idiota por haber renunciado a él -sentencia, y lo fulmino con la mirada-. Ya, de acuerdo. Seguimos más tarde si eso es lo que deseas. Para ser honesto, yo también me aburro buscando esto contigo, eres demasiado terco.
Agradezco que comprenda mi cansancio y que me permita descansar, ignorando su acusación para no recordarle que él es torpe, olvidadizo e idiota. Todo eso se lo diría con cariño, por supuesto. Me alejo de la pila de anuncios y me dejo caer en el sofá. Jinki suspira y se mete al baño. Está tan frustrado como yo, supongo.
Buscar un departamento no es nada fácil...
El teléfono suena. Un Jinki con pasta de dientes en toda la cara corre desde el baño para atenderlo, ya que yo no hice ningún esfuerzo por hacerlo. No es mi casa, dudo que sea para mí... Veo cómo el semblante de Jinki se torna serio de repente en cuanto oye quién es y comprendo que se trata de algo importante. ¿Algo sobre Taemin, tal vez? La posibilidad me pone la piel de gallina. Me preocupo mucho con todas las ideas que atraviesan mi mente (por ejemplo, "Taemin perdió todos los recuerdos al quedarse dormido" o "dejó de hablar de nuevo, no sabemos por qué" y cosas por el estilo). Cientos de catástrofes desfilan por mi cabeza en nada más unos segundos, y no puedo evitar querer oir la conversación que Jinki está manteniendo. Me desespero y siento que pasa una eternidad hasta que cuelga el condenado teléfono y me mira, implacable.
-¿Qué pasó?
-Era de la agencia.
Qué alivio. Me relajo al comprobar que no ha pasado nada con Taemin. Mi pulso y mi respiración se normalizan, supongo que mi piel retoma su color habitual. Suspiro con pesadez. De todos modos, aunque ya estoy tranquilo, una punzada de dolor me ataca al oir mencionar mi antiguo trabajo. Cada día me arrepiento un poco más por haber renunciado. La nostalgia me está matando... y sólo han pasado unos cuantos días desde mi renuncia.
-Un nuevo caso -continúa-. Me lo encargaron a mí, pero en realidad sería algo más propicio para ti...
-Ah... ya.
-Bueno, en realidad para ambos en conjunto -agrega, haciéndome sentir peor al recordar nuestro trabajo en equipo-. Al parecer un grupo de mafiosos chinos se están escondiendo aquí...
-¡Bromeas!
-Desearía hacerlo -dice, frustrado-. Estos casos son imposibles. No sabemos sus nombres verdaderos, no sabemos de dónde vienen, a dónde van, qué hacen, por qué están en Corea... en fin, es algo delicado.
-Nunca me toco vivir un caso de mafiosos en carne propia... mi caso más difícil ha sido Kim -explico, intentando sonar casual, aunque yo mismo noto la desesperación de mi voz-. Por la falta de pruebas, ya sabes.
-Pues aquí tampoco hay muchas pruebas que digamos -informa, sentándose y prendiéndose un cigarro, cosa que hace siempre que está irritado-, excepto el testimonio de personas que se quejan de que sus familiares han desaparecido luego de entablar negocios "turbios" y "misteriosos". Bueno, esa clase de idiotas que se meten a negociar en callejones, si me preguntas a mí se lo merecen.
-Un sólo testimonio puede ser suficiente -le digo yo, ignorando sus quejas y recordando cómo Kibum me ayudó a atrapar a su padre-. Como dijo tu padre... Key fue la llave, la clave del caso. Y sólo fue un testimonio.
-¿Por qué no intentas volver? -pregunta, de repente, cambiando radicalmente de tema-. Mi padre sabe que te necesita para este, y todos los casos posibles. No te dirá que no.
-Renuncié, hyung, no puedo volver.
-Soy el hijo del jefe, claro que puedes volver.
-Claro, porque quiero entrar por arreglo...
-¿Qué harás, sino?
-Ya tengo una comisaría en mente...
-¡Una comisaría! -exclama, indignado-. Ya pasaste de eso, Minho. No perteneces a una simple comisaría, lo sabes tan bien como yo.
-Por algo se empieza, hyung -me defiendo, intentando evadir lo que dice-. Ni que fuera una deshonra trabajar en una comisaría... tú también comenzaste en una.
-Pero ya pasé por eso -insiste-. No quiero volver a ser un idiota que sirve café o que acomoda papeles...
-Ya, tampoco es que tenga muchas opciones -le recuerdo, irritado-. Si quiero un lugar donde vivir y algo para comer, primero necesito un trabajo que me de dinero para pagar todo eso, ¿no crees?
-¿Por qué no regresas a la agencia? -vuelve a preguntar, ignorándome-. ¡Eres tan testarudo! ¡Sabes que yo puedo hacer que regreses!
-¡No quiero que me ayudes a volver! -exclamo y me levanto para finalizar la conversación-. Aprecio tu ayuda y tu preocupación pero quiero hacer esto por mi cuenta, como siempre lo he hecho.
-¿Y con eso me dices que estás dispuesto a ser el sirviente de algún comisario corrupto antes de aceptar mi ayuda?
-Sí, te estoy diciendo exactamente eso -respondo cansado, y él gira los ojos con una sonrisa irónica en los labios-. No quiero tomar un camino fácil. Yo no hago trampa, no dejo de lado mis valores. Con esfuerzo lograré lo que deseo. Tal vez me promuevan pronto, considerando que ya soy Cabo 1°.
-Suenas como un idiota -sentencia, y me arroja un vaso de plástico a la cara-. Si cambias de idea, sin embargo... estoy en el cuarto de al lado.
Se levanta y se aleja de mí, dirigiéndose a su cuarto. Sé que agoté su paciencia, pero él también agotó la mía. ¿No entiende que no deseo que me ayude a regresar a la agencia? ¿No entiende que tengo mi orgullo y no quiero vivir a costa suya, sin hacer nada con mi vida? ¿No entiende que me gustaba mi antigua independencia en donde sólo dependía de mí mismo? Rogar que me tomen de nuevo en la agencia sería lo mismo que dejar todo mi orgullo de lado y besarle los pies a su padre. ¿Y si el señor Lee quiere que me humille antes de volver? Es lo más probable. Mi último período trabajando allí, el tiempo que pasé con Taemin, llegué a perder su respeto y ganarme su rechazo absoluto. Estará saltando de alegría ahora que me fui, y si se entera en la situación en la que estoy... no, no quiero darle ese gusto. Si regreso a la agencia será porque el señor Lee me lo ruegue a mí, y no al revés.
¿Estaré siendo demasiado terco?
Sin darle importancia, me coloco una chaqueta y salgo del departamento de Jinki, ahora que aún estoy con la sangre hirviendo. Cuando tomo decisiones por impulsos suelo arrepentirme, pero también así, sin pensarlo, he tomado muchas buenas decisiones. Camino con prisa, me dirijo a la comisaría que le mencioné antes. Realmente no deseo volver a tener un trabajo de simple auxiliar, pero la necesidad de comenzar a trabajar es grande. De todos modos, sé que si no me anoto cuanto antes, perderé la determinación y me arrepentiré. Así que allá voy, rumbo a la comisaría del mal, cada vez caminando más rápido. Corro las últimas cuatro calles hasta llegar.
Y, dejando todos los prejuicios, tanto míos como de Jinki, entro. Ya no tengo excusas, ya estoy aquí y lo único que resta entonces es anotarme y rogar porque consideren mi rango y mis logros en la agencia para darme el puesto pronto. No lo dudo, yo me contrataría a mi mismo de poder hacerlo.
A veces ser demasiado terco tiene sus ventajas, claro.
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