Capítulo 11
Slow emotion
Él habla demasiado.
— Creo que con estas bebidas podríamos crear una buena armonía con el menú del restaurante.
Él frunce su entrecejo demasiado.
— Aunque, creo que el Cosmopolitan no va mucho con los fideos.
Él no deja de mover sus labios ni un segundo.
— ¿Tú qué opinas Jongin…?
Tan suaves… Simplemente…
— ¿Me estás escuchando…? ¿Jongin? — Alcé mi mano derecha y con mis dedos, tome los labios de Kyungsoo provocando que se pareciera a un pato, dándome risa.
Me encanta…
— Fuerte y claro. — Sonreí de oreja a oreja al ver sus reacciones; Kyungsoo trataba de soltarse de mi agarre, pero yo no lo permitía.
— Jo… ¡Jongin!... — Escuché como susurró entre mis dedos, y sin decir más, me acerqué a él y miré sus ojos.
Y una vez más encontré lo comprendí al perderme en sus ojos.
— Kyungsoo, no te estreses, encontraremos las bebidas perfectas para el bar que Chanyeol quiere abrir. — Suavemente solté sus labios y suspire profundamente al dejar de sentir la suavidad sobre la punta de mis dedos.
— No estoy estresado. — Resopló y sobo sus labios ante el agarre que previamente yo había mantenido.
Y evitaba mi mirada.
Me recosté un poco en el sofá a su costado y apoye mi codo sobre el respaldo del mueble mientras mantenía mi mirada fija sobre él.
— ¿Qué tanto miras? — Preguntó mientras permanecía mirando hacía la gran cantidad de recetas y apuntes sobre bebidas que entre ambos planeábamos presentar a Chanyeol. — Mejor ayúdame a seleccionar las mejores bebidas, así terminaremos pronto y podremos ir a descansar y…
— Mírame. — Murmuré acercándome un poco más a él sin borrar mi sonrisa. — Si no me miras siento que no me estás haciendo caso Kyungsoo.
Sentí como suspiró muy hondo y giro su rostro hacía mí rodando los ojos, mientras yo, le mostraba una gran sonrisa que provoco que sus mejillas se sonrojaran.
Mi reacción favorita.
— No me molestaría quedarme toda la noche buscando las bebidas adecuadas, tampoco me molestaría quedarme a dormir aquí, no tengo problemas con ello, ¿tú sí los tienes? — Alcé mis cejas y deje de sonreír un poco, esperando su respuesta.
— Por favor Jongin, vives frente a mi puerta. — Respondió con fastidio regresando su vista a los papeles que tenía frente a él sobre la mesa de centro de su sala.
— ¡No sabes lo que podría pasar de aquí a mi casa! — Traté de decir con un tono ofendido que no funcionó para nada, pues Kyungsoo regreso su concentración a lo que estaba haciendo, borrando por completo el sonrojo de su rostro.
Entrecerré mis ojos y me enderece en el sofá sin dejar de mirarlo, deseando que volviera hacía mí.
Mírame… Mírame.
Repetía en mi mente como una manda, mientras mis labios volvían a mostrar una gran sonrisa, relajando un poco los músculos de mi rostro, pues me encantaba ver como fingía estar concentrado en su tarea, mientras sabía que él esperaba que dejará de verlo.
— Jongin… — Mencionó mi nombre e hice un pequeño sonido para que se diera cuenta que le estaba prestando atención. — ¿Por qué me miras tanto?
Al fin.
— Realmente quieres saberlo, ¿cierto? — Respondí aumentando la sonrisa de mis labios, hasta el grado de sentir que la sonrisa se quedaría tatuada en mi rostro.
— Si no me interesará, no te estuviera… Preguntando… — Termino por decir mientras nuestras miradas se encontraron, haciendo que un escalofrió recorriera mi cuerpo. — ¿Por qué estás sonriendo así? — Su entrecejo se frunció y se notaba la frustración por no entenderme.
— Ya has hecho dos preguntas. — Alce un par de mis dedos, frente a él sin dejar de sonreír. — Pero las responderé.
Sin poder evitarlo, mordí mi labio inferior y me acerque un par de pulgadas a él, hasta lograr que nuestras ropas se rozaran, creando ansiedad en mí.
— ¿Jongin? — Dijo mi nombre con duda y yo quede encantado, pues poco a poco sentía como iba cediendo, como él dejaba que me acercará más a él, y no sólo en el aspecto físico.
— Porque me pareces alguien muy interesante Kyungsoo. — Respondí tratando de controlar mis respiraciones que poco a poco se iban agitando. — Me resultas fascinante de observar… Admirar y sonrío por cada uno de tus movimientos que llegan a resultarme sumamente… Atractivos, tú… ¿Crees que eso sea suficiente para satisfacer tu curiosidad? — Mi rostro quedo a tan sólo un par de centímetros de distancia de sus labios.
Y ante todas las respuestas que pude obtener en este mundo, tan sólo logre que sus ojos se abrieran de sobremanera.
Hermoso.
— Por dios Kyungsoo… — Reí suave y negué un poco mientras respiraba profundo, aspirando su aroma delicioso y fresco que despedía su cuerpo. — ¿Podrías decir algo? No creo que no te dieras cuenta.
— ¿De qué? — Suspiro alejándose un poco de mi rostro; sin embargo, mientras más el trataba de alejarse de mí, yo más me recorría hasta provocar que él se quedará entre el descansa brazos y mi cuerpo. — Tú… ¿Qué clase de tonterías empiezas a decir de la nada? — Complemento sus palabras al yo no responder su pregunta.
Sin vacilaciones me acerqué hasta su oído y reí con ligereza, mientras aclaraba mi voz.
— Nos gustamos. — Por un momento llegué a desconocer que mi voz pudiera llegar a sonar tan suave, pero tratándose de él, todo era posible. — Yo te guste desde que nos conocimos en el antro y tú me gustaste desde que vi tus ojos, así que si crees que eso podría considerarse como una tontería. Sí, lo es; es la tontería más grande del mundo y tú y yo somos los más grandes idiotas que pudieran existir.
Por primera vez en la noche, mis manos empezaron a sudar y a temblar de nerviosismo ante la espera de su reacción.
— Oh… — Ese simple sonido salió de sus labios, provocando que me alejará de su oído para ver su rostro; sonreír en automático fue una tarea difícil de evitar.
Kyungsoo miraba sus manos como si fueran la cosa más interesante de este mundo, mientras su rostro se mostraba rojo como un tomate, como una fresa, como una cereza, la cual, yo quería degustar.
Y no me negaría esa maravilla.
Al mantener Kyungsoo su mirada hacia abajo, resultaba imposible que nuestras miradas se cruzaran, por lo que baje del sofá hasta quedar de rodillas a un costado de este, buscando su mirada; cuando la encontré, no pude hacer otra cosa más que sonreírle.
Tal vez yo sí era un idiota por no dejar de sonreír.
— Si vas a decirme algo, solamente no vayas a decir que estoy loco y lo niegues, porque sé perfectamente que estoy en lo cierto… Tú también lo sabes… — Alcé un poco mi cuerpo, teniendo mi rostro mirando hacia arriba al mismo tiempo que Kyungsoo seguía mirando hacia abajo, pero ahora, nuestras miradas no se separaban. — Me gustas, y mucho.
— De nada sirve negar algo como eso que acabas de decir. — Sentí en cuestión de un segundo sus cálidas y temblorosas palmas rodear mis mejillas, mientras mis manos descansaban sobre sus rodillas. — Tengo que decir que odio que seas tan directo, odio que seas capaz de ver a través de mí y darte cuenta rápido de lo que me rodea antes de que yo lo haga… Odio esa autoconfianza que puedas tener a veces y odio tremendamente que sonrías de esa manera porque simplemente… Yo…
En cuestión de un segundo, alcé mi mano y atrape su cuello para atraerlo a mí y lograr que nuestros labios por fin se unieran.
La magia ha comenzado, dije para mis adentros al sentir como sus labios se movían en torpeza contra los míos, haciendo que mi corazón latiera con una fuerza infinita, simulando al temblor de un sismo o a la de una estampida de caballos en medio de un campo.
Perfecto… Perfecto.
Kyungsoo era simplemente perfecto para mí.
Es él indicado.
Confirme a mis adentros, llevando mis dos manos hasta su cintura para atraerlo hacía mí, logrando que él dejara de estar sentado en el sofá para terminar sentado sobre mis piernas, una vez que yo terminé reposando sobre el suelo, con mi espalda contra la mesa de centro.
Era como si estuviera bajo un hechizo, era como si estuviera siendo poseído, como si mi alma hiciera su voluntad y se uniera al alma de Kyungsoo las cuales hacían estragos con nuestras mentes, con nuestras palpitaciones incontrolables que ambos sentíamos al tener nuestros pechos en completo contacto.
Pero algo falta; susurre en mi mente con emoción al sentir las manos de Kyungsoo bajar por mi pecho, entregándome suaves caricias.
— Kyungsoo… — Murmuré sobre sus labios, una vez que la necesidad de tomar aire nos atacó. — Dilo… Dilo. — Musité mientras mi frente se unía a la de él, teniendo su respiración chocando contra mis labios, embriagándome completamente de él.
— ¿Cómo quieres que te diga algo que no puedo expresar en palabras…? — Respondió con una pregunta, posando su vista sobre mis labios. — Sólo deja que mis acciones lo digan… — Cerró sus ojos y sus labios se posaron sobre mi mentón, comenzando a dejar cariñosos besos sobre mi piel, haciendo que mi abrazó se intensificará y una sonrisa se esbozará en mis labios al haber notado su fuerte sonrojo y determinación en sus palabras.
Porque sólo había una respuesta a esto. Él tenía razón, sus acciones me demostraban lo que las palabras no podían expresar del todo.
Prefería mil veces más sus besos y caricias, que palabras torpes.
Aunque…
— Siendo tú, las palabras siempre demuestran lo correcto, tus palabras siempre me demuestran tus sentimientos, tus intensiones… — Lo abracé más y lleve mi cabeza hacia atrás al sentir sus gruesos, cálidos y húmedos labios llegar a mi cuello.
Perdiéndome por completo.
— Tonto… — Deje de sentir sus labios y reí mientras mis manos acariciaban su espalda con suavidad mientras miraba hacia él nuevamente, con la emoción en mi estómago al ver cuán avergonzado estaba Kyungsoo.
— Dos tontos, en esta habitación hay dos tontos. — Tome su rostro y lo alcé para que me mirara; en un instante sentí que toda la habitación se ilumino al ver la dulce sonrisa que tenía en sus labios. — Ah, ¿por qué eres así? — Pregunté sin esperar respuesta y en un instante, lo tome entre mis brazos y lo cargue con diversión notando como trataba de bajarse.
— ¡¿Qué demonios haces Kim Jongin?! — Lo sostuve con más fuerza, tratando de evitar las patadas voladoras que él lanzaba mientras caminaba. — ¡¿Qué?! ¿A dónde me estás llevando?
— ¡Hablas mucho! — Dije en respuesta y robe de sus labios un beso, mientras entraba a su habitación. — Dejemos todo el trabajo y durmamos de una vez; pero te lo advierto, yo, duermo sólo en ropa interior.
— ¿Qué estás diciendo? — Preguntó de repente provocando la risa en mí.
Al llegar a su habitación, lo tumbe sobre la cama con un gran sentimiento en mi pecho.