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Jeff por AllysterRaven

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El sonido de patitas con largas zarpas raspando contra el suelo de madera, y seguidamente un crash.
Un largo grito al son de “Jasdero”, acompañado por las alas del ave que seguía corriendo por el Arca, y de nuevo silencio.
Por supuesto, éste duró poco, y la misma voz chilló rabiosa mientras se desplazaba de un lado a otro. Luego volvió a exclamar:
– ¡¡Jasdero, coño!!

Por el largo y ancho pasillo, el adolescente de cabello negro perseguía la gallina de su hermano gemelo y ésta, asustada, se mantenía a una distancia prudente. Justo cuando estaba a un segundo de ser atrapada, cambiaba de dirección y se colaba entre las piernas del ser enorme que la acechaba, consiguiendo enrabiarlo aún más.
Poco tardó una nueva voz, mucho más disonante y extraña, en unirse a la fiesta. Su portador, el andrógino mellizo de Devitto, se acercó entonces corriendo desde el otro lado del pasillo.

– ¡Jeff, no seas mala! –Ordenó el rubio, hablándole a la gallina. Definitivamente, éste no tenía precisamente un don para los nombres, y no había tardado en entusiasmarse por uno masculino a pesar de ser ella una fémina. Ésta siguió corriendo hasta llegar al muchacho, el de los dos más agradable, y alzó el vuelo para subirse a su cabeza–. Jeff no debería molestar a Devi, Devi se enfada con facilidad.

Devitto frenó la marcha frente a su hermano, sin apartar sus ojos dorados del pájaro, éstos aún llenos de ira. Erguido, parecía tener ganas de devorar al animal con plumas y todo, pero a lo sumo sus puños prefirieron cerrarse sin hacer nada más. Seguidamente dichas orbes se desviaron hacia abajo, clavándose en las de Jasdero.

– Dero no esperaba que Jeff empezara a correr... –Se excusó el menor, agachando un poco la cabeza en lo que alzaba una de sus manos vendadas para acariciar las blancas plumas de su mascota. El que el moreno suspirara pareció tranquilizarle, pero no duró mucho.
– Jasdero... –Advirtió éste, frunciendo el ceño y hablando entre dientes–. Te dije que te deshacieras de ella.

El aludido levantó de nuevo la cabecita y lo miró con los ojos abiertos.

– Pero Dero quiere a Jeff... ¡Y Jeff quiere a Dero!
– Ya. Sin... –Empezó, y fue rápidamente interrumpido por el rubio.
– ¡Y Jeff también quiere a Devi!

Un resoplido agotado surgió de entre los labios del moreno y éste de nuevo miró a la gallina. Pronto rodó los ojos y asintió, accediendo una vez más a los deseos de su hermano, demasiado débil para esas enormes bolas cristalinas en el rostro de su gemelo.
Jasdero sonrió ámpliamente y se acercó a él, besando sus labios. Sin embargo, fue un beso poco satisfactorio para Devitto, pues el rubio presionó sus propios labios en piñón y le besó de forma fugaz.

– ¿Qué coño ha sido eso? –Preguntó enseguida, enarcando una ceja. La risita característica de Jasdero le respondió pronto, y su voz la siguió.
– ¡Un besito de Jeff!

Devitto parpadeó en confusión. ¿Un “Besito de Jeff”? ¿Hablaba de la gallina?
Por su parte y aprovechando la guardia baja de su hermano, el rubio dio media vuelta para quedar de espaldas a él, tomando al pollo en brazos sin que éste se revolviera ni una sola vez y empezando a caminar dando saltitos en lo que miraba al rostro del animal.
Para cuando Devitto se dio cuenta, Jasdero era una pequeña silueta al final del pasillo que canturreaba una canción al azar. Sus notas rebotaban en eco por las paredes, minutos antes cobijando éstas una batalla campal entre el mayor de los dos Noé y una gallina.
Empezó a caminar rápidamente con las manos en los bolsillos de su chaqueta, mirando al techo mientras su mente navegaba. Ciertamente, ¡se había estado peleando con una puta gallina! Y lo peor es que ésta había ganado.

Jasdero lo esperaba al final, en un cruce de pasillos al lado del salón donde a menudo se encontraba Tyki leyendo. Estaba sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared, jugando con las alas de Jeff, quien estaba acurrucada sin quejarse en su regazo.
Semejante escena hizo a Devitto arrugar la nariz, pues muchas veces acostumbraba a acostarse al lado de su hermano para usar sus muslos de almohada. ¿En qué momento había dejado que una sucia ave le robara el puesto? Y no una ave cualquiera, ojo: ¡una de las que encontraron en la ex-guarida de Cross!

– Al menos la habrás bañado, ¿no? –Preguntó asqueado el mayor, sentándose a un lado del rubio y procurando que éste fuera precisamente el que dejara a la gallina de espaldas a él.
– ¿Eh? –Lo miró extrañado su hermano, aún sin dejar de manipular al animal–. ¡Pero si Devi no deja a Jeff bañarse con Dero!
– ¡Porque yo me baño contigo, merluzo! –Respondió enseguida, señalándose a sí mismo–. ¿Es que no puedes bañarla sólo a ella?

Los ojos de Jasdero se abrieron como si le acabaran de descubrir una gran verdad, y una vez más el moreno no se podía creer que en serio hubiera necesitado que se lo dijeran. Pronto el ceño del otro se frunció en tristeza, y pasó de tirar de las alas del pollo a estrecharlo en un abrazo contra su pecho desnudo.

– No tienes ni idea de cómo hacer eso, ¿verdad? –Sonrió dulcemente el mayor de los dos, mirándole. El rubio negó con la cabeza y bajó la mirada, sintiéndose como un idiota.

Alzó uno de sus brazos y lo pasó tras sus hombros, abrazando a su hermano en lo que procuraba no tocar a la mascota de éste. Devitto besó su cabecita y de pronto susurró:

– Te ayudaré con una condición.
– ¿Mh? –Los ojos del rubio lo miraron de nuevo, curiosos.

Lo que Devi fuera a decir ya perdió interés, pues Jeff empezó a tratar de zafarse del abrazo de su amo y lo consiguió en cuestión de segundos.

– ¡Jeff! –Lo llamó el rubio, pero ésta voló hasta el suelo y salió corriendo.

Se levantó con rapidez, y a pesar de Devitto no tener ninguna gana de volver a ir tras el pollo, se sintió obligado y lo hizo también.
Durante varios minutos estuvieron persiguiendo al animal, constantemente el menor de los hermanos pidiéndole al otro que no le hiciera daño. Devitto, quien insistía en lanzar al pollo una bola de fuego y comérselo para cenar, sólo desistió cuando Jasdero arrinconó al animal y lo tranquilizó con lentos movimientos.
La gallina se dejó agarrar, y volvió a moverse con miedo en cuanto Devitto se acercó a ellos.

En su temor, algo chocó contra el suelo y se rompió. Los gemelos bajaron la mirada para encontrarse con un huevo estrellado, y sólo entonces Jasdero comprendió algo que Devi ya sabía:
– Creo que a Jeff no le gusta Devi...

El aludido alzó las manos al techo de forma sarcástica, y exclamó:
– ¡Pues Devi va a rociar a Jeff con una puta manguera!
– ¿Así es como se hace?

La confusión en el rostro de Devitto habría resultado hilarante para cualquiera que no fuera el rubio, quien se refería a la manera de lavar a la gallina. El mayor tardó un poco en entenderlo, pero cuando lo hizo sonrió de lado.

– Mejor lo haré yo.
– ¿Pero a Jeff no le va a molestar? ¡A Jeff le disgustará! –Se asustó Jasdero, quien soltó una risita de muletilla a pesar de su miedo.
– Jeff se puede quejar lo que le dé la gana, que yo no tendré un pollo sucio en la habitación –Explicó el moreno, dando por sentado que su mellizo no querría tener a la gallina lejos–. Por otro lado, no te preocupes. No le haré daño.

El otro suspiró en alivio, sonriéndole y acercándose de nuevo. Una vez más, Devitto se sintió engañado al sentir el mismo beso de antes.

– ¿Besito de Jeff...? –Preguntó con voz aburrida.
– ¡Besito de Jeff! –Rió en respuesta su hermano.

El moreno decidió pasarlo por alto por el momento y tomó aire profundamente. Alzó las manos lentamente hacia la gallina y Jasdero clavó sus dedos en el cuerpo de ésta para que no escapara por tercera vez, mientras Devitto esquivaba las afiladas uñas de Jeff. Consiguió tomarla, con dificultades debido a sus frenéticos intentos de huída, y seguido por Dero la llevó al baño.
Un circo era la mejor definición para lo que sucedió ahí dentro, con gritos aviares y chapoteos que terminaron con un Devi empapado de arriba a abajo.

– ¡Jeff está limpia! –Exclamó con felicidad el rubio, quien no atendía a la expresión agotada de su mellizo.
– No... Aún falta enjabonarla...

Y por sus cojones lo hizo. Fue una tarea titánica, una absoluta odisea, pero la completó con éxito. Jasdero atendía, consciente de que la siguiente vez lo tendría que hacer él –Devitto se lo repetía hasta la saciedad–, mientras su hermano sujetaba a la gallina y se llenaba los brazos de profundos arañazos.
Jeff salió corriendo del baño en cuanto las manos la soltaron, dejándolo todo perdido de agua y al son de un grito de Jasdero de “¡Quien encuentre a Jeff que no la cocine!”.
Interiormente el mayor deseaba que no hubieran escuchado la súplica de su hermano, pero sabía que no se iba a sentir bien cuando éste llorara.
Pasaron unos cuantos instantes en silencio, y al final éste se rompió de nuevo:
– Así que... –Jadeó el mayor, tirado en el empapado suelo de baldosas con la espalda semi-apoyada contra la bañera–, “Besito de Jeff”.
– ¡Sí! –Sonrió el otro, riendo.

El moreno se incorporó un poco, acercándose sin miedo ahora de ataques aviares. El rubio se acurrucó en su hombro, el brazo de Devitto tras su cintura.

– ¿Le das esos besos a Jeff? –En un retintín de celos, no le ayudó que Jasdero asintiera con orgullo.
– A Jeff le gustan. Pero a Dero le gustan más los labios de Devi.

Una sonrisa se esbozó en el rostro del mayor, quien con la mano libre tomó su mentón y lo giró para verle el rostro.
La risita de Jasdero se escapó de su pecho cuando Devitto le dio un beso fugaz en la mejilla, tratando de imitar los “besitos de Jeff”. Y, aprovechando la posición, susurró en su oído:
– Estos besos puedes dárselos a tu pollo... Pero yo soy tu otra mitad.

Sonrió victorioso en cuanto Dero se aferró con sus manos a la camiseta pegada al cuerpo de su hermano, sin lograr realmente a entender qué quería decir con eso.

– ¿A Devi no le gustan?
– A Devi le gustan los besos que sólo Dero puede darle a él –Subió y besó sus labios. Fue un beso distinto, insistente y profundo. Esa clase de besos que, cuando Devitto cortó el beso, dejaban a su rubio sin respiración–. Ahora hazlo tú.

Jasdero sonrió desde sus labios cosidos, ruborizado en lo que volvía a presionar sus labios contra los de su hermano, acostumbrado ya a esa clase de actos. Los dedos de Devitto acariciaron lentamente su cabello de oro, mientras su boca se fundía en la de él. Tras varios segundos, el beso se rompió.

– ¿Y bien? –Preguntó con una ceja enarcada el moreno, y su ruborizado hermano sonrió.
– Los besos de Jeff son para Jeff, y los besos de Devi son para Devi.

Ambos sonrieron, y ese momento fue pronto quebrado cuando la voz de Skin resonó furiosa desde el comedor:
– ¡¡Los huevos de este pollo no están nada dulces!!

Notas finales:

Y ya que acabas de terminar, ¿por qué no te pasas por el precioso apartado para dejar un comentario? Lo agradecería mucho y me ayudaría a seguir escribiendo según las críticas (positivas y negativas) de mis lectores.


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