Me contuve para no mirarle. La conversación iba en una dirección que no me gustaba. -nadie es perfecto. Y no finjo serlo. Era mentira y los dos lo sabíamos. Sehun era perfecto y yo me esforzaba por estar a su altura. Toda la cuidad sabía que estaba muy detrás de su brillante reputación. Kris dejo escapar una carcajada gélida.
-sí, tao, claro que lo finges. Me Estacione en la entrada en la casa de Nicole. Kris no se movió -esta inconsciente. Tendrás que ayudarla- susurre, temiendo que notara mi pena en el tono de mi voz.
-¿quieres que ayude una “puta” que se vomita encima?-pregunto, divertido. Suspire y me decidí a mirarlo. Me recordaba a un ángel caído, bajo la luz de la luna que hacia resplandecer su pelo rubio, aclara por el sol. Tiene los parpados mas caídos de lo habitual y sus espesas pestañas prácticamente ocultaban el color avellana de sus ojos.
-es tu novia. Ayúdala. Me arregle para sonar irritada. Cuando me permitía estudiar a kris tan cerca se me hacía difícil enojarme con él. Seguía viendo al que de niña había puesto en un pedestal. Nuestro pasado siempre estaría ahí, impidiendo que volviésemos a estar unidos.
-gracias por recodármelo-dijo, alargando la mano para abrir la puerta sin romper el contacto visual conmigo. Baje la mirada y me dispuse a observar atentamente mis propios brazos, que tenia, cruzados sobre el regazo. Nicole se revolvió con torpeza en el asiento trasero y la camioneta dio una leve sacudida que nos recordó que seguía ahí.
Después de unos instantes más de silencio, por fin bajo. Kris cargo con el cuerpo lacio de Nicole hasta la puerta y llamo. La puerta se abrió y desaparecieron dentro. Me pregunte quien habría abierto la puerta. ¿Habría sido la madre de Nicole? ¿Le preocupaba que su hija estuviese como una cuba? ¿Iba kris a quedarse con ella? ¿Dejaría que Kris la llevase a su habitación? ¿A meterse en la cama con ella y quedarse dormido? Kris reapareció en la entrada antes de que mi imaginación pudiese desatarse aun más.
Una vez ahí dentro del coche, arranque la camioneta en dirección al parque de caravanas donde vivía donde vivía.
-así que dime, tao ¿tu insistencia por llevar a casa al tío borracho y a la puta de su novia se debe a que eres el eterno chico bueno que ayuda a todo el mundo? Porque sé que no te gusta demasiado, así que siento curiosidad por saber que te impulsa a querer que llegue a casa sano y salvo.
-Kris, eres mi amigo. Claro que me gustas. Somos amigos desde cinco años. Es verdad que ya no salimos juntos, ni nos dedicamos a aterrorizar a los vecinos, pero me sigues importando.
-¿desde cuándo?
- desde cuándo que, ¿Qué?
-¿desde cuándo te importo?
-esa es una pregunta tonta, Kris. Sabes que siempre me has importado-respondí. Aunque sabía que no se conformaría con una respuesta tan vaga. La verdad era que ya no hablaba mucho con él. Normalmente, Nicole estaba colgada de alguna parte de su cuerpo. Y cuando me dirigía la palabra era para soltar algún comentario sarcástico. Se le escapo una risa.
-nos hemos sentado juntos en clases de historia durante todo el año y casi ni me has mirado. Durante la comida tampoco me miras y eso que nos sentamos en la misma mesa. Cada fin de semana nos encontramos en las mismas fiestas y si se te ocurre lanzar una mirada superioridad a mi dirección, siempre es con una expresión de asco. Así que me sorprende que me consideres tu amigo. El gran roble señalaba la entrada al parque de caravanas donde Kris había residido toda su vida.
La exuberante belleza del paisaje sureño al entrar en el camino de grava era engañosa. En cuanto rebasabas los altos arboles, el decorado cambiaba de forma drástica. Caravanas viejas, coches apoyados sobre ladrillos y juguetes rotos repartidos por los patios. A la falta de cristal, más de una ventana estaba cubierta con madera o de plástico. Pero no me quede embobado mirando a mí alrededor.
Tampoco me sorprendió ver a un hombre sentado en los peldaños de su porche, en ropa interior y con un cigarrillo colgando de sus labios. Conocía también el parque de caravanas. Formaba parte de mi infancia. Me detuve delante de la caravana de Kris. Me habría resultado más fácil creer que era el alcohol que el que hablaba, pero no era así. No habíamos estado a solas desde hace años. Desde que me convertí en el novio de sehun, nuestra relación cambio. Respire hondo y me volví para mirarlo.
-Nunca hablo con nadie en la clase, excepto con el maestro. Tú nunca me diriges la palabra durante la comida, así que no tengo motivos para mirarte. Llamarte la atención solo sirve para que te burles de mi. Y en las fiestas, no te miro con asco. Miro a Nicole con desagrado. Podrías encontrar a alguien mejor que ella. Puse el freno antes de que se me escapase algo más. Inclino la cabeza como si me estuviese examinando.
-Nicole no te gusta demasiado, ¿verdad? No tienes que preocuparte porque no esté colgada de sehun. Mi primo valora lo que tiene y no lo echara por la borda. Nicole no puede competir contigo.
¿A Nicole le gustaba sehun? Normalmente, acosaba a Kris. Nunca había notado su interés por sehun. Sabía que habían sido pareja durante un par de semanas cuando tenían 13 años, pero había sido hacia tiempo. Eso no contaba. Además, estaña con Kris. ¿Por qué iba a interesarle cualquier otro?
-No sabía que le gustase sehun- respondí, no del todo segura de creerlo. Sehun no era para nada su tipo.
-pareces sorprendido-contesto Kris.
- bueno, claro que lo estoy. Te tiene a ti. ¿Por qué va a querer a sehun? Sus labios dibujaron una sonrisa satisfecha, haciendo que se le iluminase los ojos de color avellana.
Me di cuenta de que acaba de soltar algo que Kris podía malinterpretar, justo como estaba haciendo en ese mismo momento. Alargo la mano hasta la manilla de la puerta, pero se detuvo y echo un vistazo rápido atrás.
-no sabía que mis bromas te molestaban, tao. No lo hare mas. No era la respuesta que esperaba. Sin saber que contestar, me quede ahí sentada sosteniéndole la mirada.
-traeré tu coche antes que padres vean mi camioneta en tu casa por la mañana. Salió de la camioneta y lo observe mientras caminada con el movimiento más sexy de la historia de la humanidad. Kris y yo necesitamos tener esa charla. A pesar de que, por mi culpa, mi imaginación cabalgaría desbocada durante una temporada.
Mi secreta atracción por el chico malo del pueblo tenía que seguir siendo secreta. A la mañana siguiente, encontré mi coche aparcado en la entrada, como había prometido, con una nota metida en el limpiaparabrisas. La cogí, y al leerla no puede evitar sonreír.
Decía:”gracias por lo de anoche. Te echaba de menos”. Había firmado simplemente con una K