14. Aunque inicialmente se veía bien.
Desde que empezó a ir al jardín, su presentación era impecable, no respondía mal, no se quejaba, no hablaba ni preguntaba mucho… descubrió que con ese comportamiento de obediencia obtenía absolutamente todo lo que pedía. Jamás en la vida se vio en la vergonzosa imagen de quien hace una rabieta para conseguir lo que quería, con tan solo sonreír y pedirlo por favor se lo daban. Incluso jugaba a ello con las chicas, desde los 12 años, cuando empezaron sus deseos sexuales, todas las niñas habían caído, incluso las de cursos mayores se rendían al poco tiempo. Al final desechaba a todas con lágrimas artificiales que solo lo hacían verse más perfecto e inocente… para su desgracia Anthony no había caído, es más, era él, Luka Beckett, quien se había enamorado y lo peor de todo era el hecho de que aquel contradictorio sentimiento había nacido en cuanto vio al mayor. El jueves se reunió con Anthony al final de las clases y este le dijo sonriendo “nada serio, solo placer”, dicho esto se citaron en las aulas vacías del edificio antiguo – dejado en desuso hace tiempo- a las 07:00pm del viernes.
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Caminó nervioso por los oscuros pasillos, conocía perfectamente el lugar pero era Anthony con quien se reuniría y eso lo tenía como loco.
Abrió la puerta del aula acordada y sonrió como un idiota al ver al peliteñido, este a su vez sonrió con malicia y un poco de lujuria para tiempo seguido incitar al menor a acercarse a él, a lo cual el enano obedeció en seguida.
-Comencemos con algo sencillo, ¿puedes dar una buena felación?- dijo relamiéndose los labios, Luka asintió tragando sonoramente y sonrojado genuinamente hasta las orejas- entonces demos inicio al juego…
El peliteñido bajó el cierre de su pantalón con una lentitud bastante alarmante para Luka, en cuanto el miembro semi erecto estuvo libre de obstrucciones a la vista, Luka se arrodilló frente a él y quedando con el falo rozando su mejilla inició su labor. Primero besó la punta, para luego tantear la forma con su lengua, con esta recorrió la extensión del miembro hasta los testículos, recibiendo como paga algunos gemido roncos por parte del mayor, en cuanto el miembro estuvo del todo duro lo metió en su boca e inició un lento y tortuoso vaivén para el otro chico, la lentitud lo enojaba por tanto tomó la cabeza del menor y empezó a marcar su propio ritmo, donde sus caderas y manos se movían en una armonía en que entraba y salía placenteramente de la boca del menor. Después de un buen rato, cuando sintió su eyaculación se acercaba llegó a la conclusión de no querer correrse en aquella boca, por tanto detuvo los movimientos bruscamente y puso al menos sobre la mesa de cuyo borde él se apoyaba momentos previos, con agilidad le retiró los pantalones y boxers al menor descubriendo la erección del chico, disfrutó de la vista unos momentos más decidió que lo más prudente será calmar su palpitante erección. Lamió sus dedos índice y medio y coló el primero por la entrada del ojimiel, este abrió mucho los ojos y soltó un ahogado gemido de dolor, la invasión fu dolorosa inicialmente más luego de algunos movimientos circulares por parte del mayor la sensación era placentera, luego de que tres dedos hubiera en su interior y los jadeos, suspiros y gemidos relativamente constantes, el mayor abrió sus piernas y lo penetró de una sola estocada sintiendo un electrificante golpe de placer. Por otro lado, el ojimiel sintió que se partía a la mitad con aquel rudo movimiento, en poco tiempo el dolor había pasado al olvido y rogaba en silencio que el otro empezara a embestirlo con fuerza, suplicas que fueron escuchadas por Anthony, quien casi desde el principio se movió con rudeza y rapidez al oír los embriagantes gemidos del chiquillo que se sentía en éxtasis por los golpes de placer que el otro le brindaba. Luego de que ambos culminaran se vistieron y salieron del lugar sin cruzar palabra alguna, en la mente del agotado Luka tan solo había una frase “si la lujuria es la que domina un solo lado, no se siente particularmente nada…”. Suspiró pesadamente cuando entró a la ducha de su habitación, se sentía como una repugnante ramera y sabía que ni el agua tibia le quitaría aquella sensación de suciedad.
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Iba corriendo hacia su habitación, había olvidado su teléfono celular y no sobreviviría sin él, una vez que lo encontró, salió a paso lento del edificio recibiendo los agradables rayos de sol calentar su cuerpo, toda la cálida sensación se perdió en cuanto miró a su derecha y quedó petrificado ante la imagen de un sonriente Anthony que segundos después aprisionó con ferocidad los labios de una chica con cara de idiota, en cuanto el peliteñido se percató de su presencia le lanzó un guiño que desató el mar de lágrimas en los ojos del menor, con un rápido y ágil movimiento regresó por donde llegó y se encerró a llorar como idiota en su habitación hasta quedarse dormido.
La sensación de estar sucio lo hacía darse asco de sí mismo, ahora era parte del juego de Anthony y no podría salir de él ¿o sí?
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Por otro lado el peliteñido sonreía con satisfacción recordando aquel inocente rostro bañado en lágrimas, una mínima punzada de culpa lo invadía, pero la ignoró fácilmente con su ego de imbécil. Amaba ver llorando a sus presas, más que todo esas que se veían tan puras e inocentes, como era el caso de Luka, haría sufrir a este niñito hasta el cansancio… ¿verdad?