16. porque somos amigos
Habían pasado dos semanas desde que Luka entró al juego del peliteñido, aunque se había empeñado en mostrarse como era a diario, la depresión por la sensación de suciedad hacia que todo intento por fingir estar bien fracasasen. Gwen había tratado desesperadamente de ignorar el comportamiento de su amigo, después de todo Luka odiaba que se metieran en sus asuntos, más el ojiazul presentía que si no ayudaba al cuatro ojos no podía declararse como su verdadero amigo. Acudió a la primera persona en quien podía darse el lujo de confiar en aquella escuela: Edward.
-… Anthony…- murmuró el rubio con nerviosismo, Gwen lo miró confundido como esperando una respuesta clara por su parte-… a juzgar por cómo está Luka en este momento, y a sabiendas de su primer encuentro, puedo asegurarte que Anthony lo tiene entre su juego… suerte con ello Gwen.
***
Aquella información mantuvo pensativo al pequeño por un buen tiempo, para cuando decidió confrontar a su amigo, era el jueves de la segunda semana. No habló en todo el dia, estaba demasiado nervioso ¿y si Luka ya había caído? ¿Y si se enojaba porque se estaba entrometiendo?... se mantuvo con muchos temores hasta que entró a la habitación junto a Luka y la determinación, que solo el enano cuatro ojos conocía, dejó ver cuando cerró la puerta-aunque tan distraído como siempre que estaba nervioso la dejó abierta-.
-Luka- dijo llamando la atención del ojimiel- sé que me dirás “entrometido”, “no importa” o “no es nada” pero sé que algo te pasa, tú comportamiento durante los últimos días lo demuestra así que quiero respuestas por mucho que duela o lo que sea.
-No te incumbe- masculló el más bajo evadiendo la mirada del pelinegro, al instante Gwen se le paró enfrente y tomó su cara entre sus manos con la delicadeza con que siempre atesoraba al chico. Los ojos de los chicos se conectaron.
-No mientas…. No a mí- dijo dolido el ojiazul- ¿Qué te hizo?
-¿D… De qué estás hablando?-preguntó el castaño claro muy nervioso y sintiendo una punzada en su pecho por el rostro que el otro chico puso.
-Anthony! ¿De quién más hablaría? ¿Qué te hizo él Luka?-los ojos dl más bajo se abrieron en seguida y las lágrimas traicioneras como siempre, no tardaron en descender por su mejillas.
-S… Soy un idiota!-rió con tristeza, el pelinegro lo abrazó al instante, Gwen se aferraba a su amigo con el “instinto maternal” a flote.
-Lo mataré…- pensó el pelinegro en voz alta.
-Me gusta…- soltó entonces su amigo, ambos se sentaron en el borde de la cama y se miraron a los ojos- ¿tal vez porque no puedo alcanzarlo?
El ojiazul pegó su frente a la de Luka mirándolo con el ceño fruncido.
-A mí no me vengas con esas estupideces de “inalcanzable”- dijo con seriedad-Tú eres Luka Beckett y TÚ! no pierdes jamás.
»Comportarte como perdedor por un simple desequilibrio emocional no es digno de ti, si él está jugando contigo deja de ser su peón y vuélvete el rey del otro lado del tablero, sólo tú puedes hacer un jaque mate pulcro y perfecto Luka, haz que le salga el tiro por la culata… qué sé yo…
Casi al final del discurso del ojiazul, Ed había entrado a la habitación dispuesto a preguntarle algunas cosas al pelinegro, esto pasó a segundo plano en cuanto vio la comprometedora –y tierna- posición de los dos menores, quienes ni notaron su presencia.
Cuando Gwen terminó de hablar, los ojos de Luka brillaron con esperanzas renovadas, su amigo era en definitiva el ser más importante de su vida, hasta el amor quedaba en segundo plano cuando de Gwen se trataba. Una sonrisa pícara curvó sus labios al percatarse de la presencia del mayor, enseguida besó en los labios al distraído pelinegro, quien abrió los ojos como platos y lo observó en shock por unos segundos, esto antes de reaccionar apartándolo con brusquedad y mirándolo con odio, cosa que quedó olvidada por un momento al notar el petrificado semblante del rubio que hasta ahora había sido ignorado. Por otro lado –Edward-, una extraña mezcla de confusión, dolor y celos dejaron al rubio peor que después de una golpiza, no comprendía nada de lo que ocurría más su única reacción fue salir de la habitación con el poco orgullo que le quedaba.
-Tu príncipe huyó- rió a carcajadas Luka con su rehabilitada personalidad.
-Cállate- dijo Gwen mirándolo con odio y con la mandíbula tensa.
-Igual te amo- dijo el bajito sonriendo con picardía mientras abrazaba a su amigo por la espalda.
-Si como sea- rió Gwen- si vuelves a besarme te empujo por la ventana o escaleras más cercanas.
Dicho aquello, el pelinegro salió corriendo de la habitación dejando tras de sí al sonriente cuatro ojos, quien tan solo pensaba en cuan afortunado era por tener a Gwen, un amigo con paquete de madre en estos días era una rareza, tenerlo a su total disposición lo hizo reír con ternura. De seguro moriría sin ese chico.