24 aunque es arriesgado no hay opción
Los días pasaron y ya iban a mitad de octubre cuando Luka decidió que era hora de ser más activo en el juego, con el pulso acelerado y las manos sudorosas, esperó a Anthony fuera de su habitación en cuanto las clases terminaron. Para que su plan de hablar con el peliteñido fuera un éxito, Gwen le prometió que mantendría alejado a Edward de la habitación. Tan metido en sus pensamientos estaba el chiquillo que sin notarlo había acabado sentado frente a la puerta con su cabeza girada hacia un lado profundamente dormido, esto por ende le hizo ganarse más de una sonrisa de enternecimiento por parte de los chicos que atravesaban el pasillo rumbo a sus habitaciones.
-¿Luka?- preguntó la inconfundible voz de Anthony despertando al menor precipitadamente quien en cuanto se despabiló notó que el mayor se encontraba en cuclillas frente a él, el mayor abrazaba sus piernas y lo miraba con suma curiosidad-¿Qué haces aquí?¿Se acabó la ley del hielo?
Esto último lo dijo con una, aparentemente amable, sonrisa burlona.
-Necesito hablar contigo…- masculló evitando la mirada del otro-¿Podemos entrar?
-¿Y si llega Ed
-Ya me encargué de él, ¿Si podemos?- interrumpió el enano poniéndose en pie.
-De acurdo-suspiró el más alto imitando los movimientos del otro para tiempo seguido entrar a la habitación seguido por el cuatro ojos. Una vez dentro, y ubicados frente a frente sentados en una cama cada uno, ambos se mantuvieron en silencio y mirándose a los ojos con el ceño fruncido, las manos apoyadas en las rodillas y una línea perfecta creada por la inexpresión de sus labios; el primero en romper el sepulcral silencio fue Anthony dando un largo suspiro mientras masajeaba el puente de su nariz.
-Entonces… ¿De qué quieres hablar enano?-dijo creando un nuevo contacto visual con el menor.
-Si… Y… Yo-dijo el chico nervioso, sus mejillas empezaron a colorearse poco a poco y terminó mirando al suelo buscando calmar los nervios que aquellos ojos verde esmeralda le daban-d… Desde que era muy pequeño siempre hice las cosas que los adultos consideraban bien, no me quejaba, no lloraba y no hacía preguntas de curiosidad totalmente innecesarias para ellos… esta obediencia me dio la libertad de hacer, comprar, leer, jugar, pensar u obtener lo que quisiera y cuando lo quisiera.
-¿Y eso que conmigo?-le interrumpió el peliteñido con frialdad.
-A… A eso voy- masculló el menor subiendo los pies a la cama mientras abrazaba sus rodillas-bueno… desde que entré al internado, mis libertades aumentaron, y cuando… empezaron mis deseos sexuales…-lo último casi lo susurró con cierta vergüenza- rápidamente aprendía tener a todas las chicas rápidamente, además salía rápidamente de esas relaciones sin manchar mi aparente aura de ángel- dicho aquello suspiró con una sonrisa irónica poco conocida en él por todo el mundo exceptuando a Gwen-casi a finales del año escolar pasado me sentía hastiado de las chicas y sus estupideces de “quiero formalizar nuestra relación” y todo eso así que… empecé a interactuar más con los chicos y valla… fue… un nuevo mundo… bueno ( volviendo al punto), con todo el revuelo de la llegada de Gwen-el ojimiel sonrió con cariño y nostalgia en aquel momento en tanto Anthony sentía una punzada en su pecho. Luka suspiró-… con eso terminé apegándome de nuevo a él como cuando éramos unos niños.
»Cuando una mañana nos reunimos con ustedes, en especial cuando te vi, hubo muchos encuentros conflictivos en mi interior, incluso luego de nuestro…encuentros… algo seguía raro conmigo respecto a ti, esto por ende me transformó en un grandísimo idiota-rió negando repetidas veces con su cabeza- finalmente y gracias a Gwen (que es prácticamente mi todo cuando necesito ayuda…)
-¿Viniste a confesarme que amas a tu mejor amigo? Porque si es así ya puedes ir…-la frase amargada de Anthony se vio interrumpida por las sonoras carcajadas del castaño claro ¿Amar a Gwen? ¿De dónde sacaba el idiota de Anthony esa clase de conclusiones?
-¡Claro que no!-dijo aun entre risas-(d… disfrutará de esta historia…) a lo que vine es a decirte que… q…
En aquel momento las risas pararon y Luka se sonrojó como un tomate hasta las orejas.
-Decirme que…-lo incitó Anthony exasperado con movimientos exagerados de sus manos.
-Decir que… que t… tú-el chico se trabó de nuevo con sus palabras mientras Anthony perdía su paciencia totalmente ajeno a las reacciones del menor.
-¡Habla ya!- espetó el peliteñido levantándose de la cama con la intención de salir de la habitación, en un impulso de valentía y terror porque se fuera, el menor le abrazó y enterró la cabeza en la espalda del otro.
-¡Tú me gustas!- gritó apretando los ojos-Tu maldita y retorcida personalidad, tu rostro, tu cabello, tu aroma, INCLUSO EL SEXO QUE ME HACE SENTIR COMO RAMERA!... M… Me enamoré de ti… en serio te quiero…
El mayor palideció sorprendido mientras sus ojos se abrían como platos y ninguna palabra salía por sus labios por unos segundos que para el acobardado enano parecían siglos, luego de unos momento, en un rápido y ágil movimiento, el mayor se giró y en posición de quien le pide matrimonio a su pareja besó los nudillos del más chico y le sonrió con el aspecto de un príncipe rodeado de flores y feromonas.-Es una confesión bastante peculiar- dijo en tono burlón, el ojimiel evadió su mirada aún más sonrojado si es que no había llegado a su límite-la verdad… bien… probablemente me gustes, eso es algo que ignoro, porque como dijiste: mi personalidad es la de un maldito bastardo que no valora nada-rió un poco para ponerse serio de nuevo-por ahora lo único que está claro aquí-señaló su pecho, específicamente la zona en donde teóricamente estaba su corazón-solo hay deseo y lujuria, ¿Qué pretendes hacer con algo tan superficial como mis emociones?
-Moldearlo- contestó el chiquillo con seguridad mientras una sonrisita de picardía iluminaba su rostro.
-Eso quiero experimentarlo-rió el mayor para tiempo seguido ponerse en pie y sostener la mirada del enano.
-Claro que lo harás, lograré que me ames hasta que llegues al punto que no puedas separarte de mí-sonrió con arrogancia el castaño claro mientras tomaba al mayor por el cuello de la camisa, cerrando con rapidez la gran distancia que les separaba por la diferencia de estatura.
-Mira como me haces temblar-se burló el mayor tomando la barbilla de Luka mientras la elevaba un poco más de lo que ya estaba.
-¿Quieres apostar?- sonrió de lado el cuatro ojos con el brillo de la competitividad en sus ojos mientras de a poco se empezaba a embriagar con el mentolado aliento del mayor.
-¿Tú que crees?- rió en un susurro ronco y seductor para luego reducir a nada el espacio entre sus labios y los del menor devorándolos con ese deseo y aquella lujuria que alardeaba era lo único que sentía por el chico frente a él. En cuanto se vieron obligados a separarse para darle un poco de aire a sus pulmones sus labios se unían por un fino hilo de saliva sin contar el hecho de que como un koala el menor se aferraba con sus brazos al cuello de Anthony y con sus piernas a la cintura del mismo mientras este le sostenía con una mano en sus glúteos y la otra en su nuca.
-Será un placer hacer negocios contigo- sonrió con altanería el menor para tiempo seguido volverse a perder en los labios del otro.