38. Amenazas, malentendidos, ya es normal ¿no?
Hubo sexo, lo disfruto… bueno, lo disfrutaron, pero ¿ahora qué? Edward tenía el ceño fruncido todo el tiempo, esto ¿gracias a quién? Oh! Por supuesto, ¡gracias a Theodore Moore, quien por segunda vez le jodía la existencia a Patrick prometiendo hacer largo el sufrimiento! ¡Era frustrante!, ¡injusto!, ¡era terrible! A los ojos de Gwen, Patrick era una persona reservada pero a fin de cuentas se preocupaba por el resto y su personalidad lo hacía interesante, alguien como él no se merecía un trato tan ruin como el de Theodore, pero claro! “El amor es ciego” como el azabache bien sabía. Y saliendo del tema de Patrick para de nuevo entrar al propio ¿Dónde carajos estaba Edward?
Su supuesta noche romántica se había hecho añicos, más aun sabiendo que si quería seguir junto a Ed debía actuar lo más rápido posible, esto tomando en cuenta que en poco un nuevo matrimonio entre él y alguna chica adinerada se formalizaría y allí ya no habría nada que hacer, en ese momento se sentía celoso de Patrick, puesto que él se hallaba en el seno de una familia con el suficiente dinero, poder y número de hijos para ser libremente homosexual.
***
El pelinegro iba caminando sin rumbo por los alrededores de la escuela, su vida era una broma de mal gusto para este momento, se sentía más presionado, enojado y deprimido que antes tras haber recibido la poco gratificante llamada de su madre hace unas horas, quien le avisaba con emoción que se había acordado un encuentro con su prometida para el siguiente fin de semana, saber que el día anterior había reprobado un examen y no encontrar al idiota de Edward con quien supuestamente se había puesto de acuerdo para desayunar pero que ni pistas había dejado de sí por ningún lado.
Las clases ya estaban por empezar, así que con paso vacilante se encaminó al imponente edificio principal de la escuela hasta que sin haberlo deseado se encontró con la repugnante escena de Theodore acorralando a una paliducha pelirroja contra un muro mientras la besaba con frenesí. Rápidamente la rabia se fue adueñando de sus acciones y con un carraspeo impaciente llamó la atención de la pareja.
-lárgate esperpento- le dijo con desdén a la chica mientras observaba con asco al chico más alto, la chica entre ofendida y dolida se alejó con rapidez, en eso ambos chicos seguían en su lucha de miradas desafiantes, la cual Theo cortó bufando haciendo el ademan de irse, esto sin esperarse el seguro y sorprendentemente doloroso agarre de Gwen en su muñeca-¿Cómo pudiste hacerle algo tan despreciable a Patrick?-preguntó observándolo con rencor.
-No sé de qué hablas, y si lo supiese no es algo que te incumba-respondió el mayor a la defensiva.
-Pongámoslo más sencillo Moore-dijo Gwen con altanería- soluciona tus estúpidos problemas de orgullo con rapidez porque te juro que por muy tonto y débil que pueda verme, tengo la capacidad de golpearte sin remordimientos si continuas dañando con actos tan infantiles a Patrick- dicho aquello el menor dejó de observar al shockeado Theodore y se alejó unos pasos antes de detenerse y girar el rostro con una sonrisa de burla-por cierto, si lo intentas a reemplazar, al menos que sea alguien a su nivel, no una ramera de tres pesos.
Como si su cuerpo pesase demasiado, Theodore se quedó plantado en el mismo lugar con los sentidos alerta y el ceño fruncido, su mente estaba hecha un caos.
***
No se hallaba con ganas de nada realmente, el sándwich frente a él parecía tener los secretos del universo o algo por el estilo puesto que lo observaba con tal detenimiento que para algunos que pasaban parecía una estatua, el sabor amargo de los celos impregnaba cada una de sus papilas gustativas pero el orgullo hacía de las suyas con su mente y simplemente se atacaba a sí mismo o culpaba de cosas incoherentes al ausente Patrick, suspiró apesadumbrado buscando ignorar las innumerables voces a su alrededor provenientes de todos los presentes en la cafetería.
-¡Theodore!-resonó de pronto en la estancia, con rapidez distinguió la voz de sus ruidosos amigos que a su parecer debían estar en alguna de sus crisis extrañas después de haber leído algún libro o algo por el estilo.
-¿Qué?-preguntó de mala gana cuando ambos se apegaron a cada lado de él con teatrales y sobreactuados rostros de pánico al igual que llantos fingidos e infantiles, el malhumor de Theodore lo hacía impaciente y el par de chicos tan solo seguían lloriqueando como niñas-¡HABLEN DE UNA MALDITA VEZ!
-Debió ser tan duro para ti-chillaron con exagerado sentimiento.
-De que carajos habl…
-¡Los traumas!
-¡Los problemas!
-¡Los secretos!
-¡Las mentiras!
-¡D.E Q.U.E C.A.R.A.J.O.S M.E E.S.T.A.N H.A.B.L.A.N.D.O P.A.R D.E M.A.R.U.J.A.S!-explotó Theodore dejando callados a todos los presentes en la cafetería.
-De Rockbell, por supuesto-razonó Fred en un susurró, Theo palideció y con desconfianza y algo de nerviosismo se llevó al par de chicos a un lugar más privado de la escuela.
-¿Qué es lo que saben?-preguntó con un filo peligroso en la voz y un semblante tirando más a enfadado que a neutral, sus amigos se miraron entre sí preguntándose en silencio quien sería el que hablaría, Derek fue el elegido para ello.
-Hace un rato vimos a Rockbell junto al profesor… Adrian, el de música, apegados el uno al otro de una forma bastante… confianzuda-respondió con un semblante neutral el chico. El desconcierto se vio reflejado en el rostro de Theodore, quien primero movió la cabeza de un lado a otro negándose a creer en una situación tan ficticia para luego caer al suelo con una sonrisa de resignación sintiéndose un completo idiota. Ah claro! Como ya hubo sexo, Patrick fue a buscar otro a quien abrirle las piernas! Theodore rio forzado mientras sentía como su corazón acelerado le oprimía el pecho creando un nudo en su garganta y unas ganas de llorar abominables.
-T… ¿Theodore?-preguntó Fred dudoso al ver los leves temblores en las tensionadas extremidades de su amigo, se dio una mirada de confusión con Derek empezando a dudar de si fue lo correcto contarle aquello a Theo.
-Era de esperarse de otro engreído de esa familia-murmuró el castaño con una mezcla de voz herida y orgullo roto, luego de ello se levantó del suelo y sin darle ni una mirada a sus amigos se despidió con la mano encaminándose con rapidez hacia su habitación.
Una vez allí, toda su pantalla de orgullo se desmoronó en cuestión de segundos mientras sintiéndose aturdido caía de rodillas al suelo una vez más en ese día y dejaba salir un estrepitoso grito de desahogo junto a unas pocas lagrimas que sin su permiso le echaron en cara lo que había causado, porque sí, sabía perfectamente lo que estaba causando en el ojigris y era eso lo que más presión hacía en la herida que la reciente noticia había agrandado por el hecho de que simplemente no sabía cómo podría solucionarlo.