40. Nueva Prometida
Era sábado en la mañana, se había despertado muy temprano y luego de desayunar había ido a su habitación para alistarse y poder salir del internado.
Justo ahora, Gwen se miraba al espejo dubitativo, tenía un pantalón bota tubo negro, una camisa cuello v blanca, Converse negras y una chaqueta gris con la cremallera abierta. Personalmente no se sentía bastante seguro de cómo vestir ese día pero siendo franco, tampoco tenía mucha ropa. Sin mucho ánimo peinó un poco su cabello y se guardó la billetera en el bolsillo trasero del pantalón.
-¿Vas a una cita? -preguntó de pronto Luka, quien recién llegaba a la habitación tras haber desayunado con Anthony, Gwen se sobresaltó por un momento y se giró con un suspiro para posteriormente asentir.
Su amigo sonrió como un gato y lo abrazó por la espalda, Gwen intentó sonreír y al no lograrlo se separó de su amigo y lo miró a los ojos.
-No será con Edward, es una cita que organizaron mis padres para conocer a mi nueva prometida-habló pausado y sin ápice de emoción en la voz.
-Se lo contaste a él? -preguntó su amigo en un gesto de preocupación.
El pelinegro negó y con una sonrisa triste se encaminó hacia la puerta.
-No es algo que discutas con alguien que aparentemente solo tuvo cuento de una noche contigo Luka, ya veré que hacer más adelante y con la cabeza fría -dijo con pesar antes de salir de la habitación.
Caminó por la zona verde del internado con paso inseguro, realmente no se sentía muy dispuesto a conocer a aquella con quien debía casarse, que para matar el cuento, era un año mayor que él y probablemente más alta.
Un taxi le esperaba en la vía frente a la escuela, lo había pedido mientras se vestía. El hombre en el timón le saludó con un asentimiento y Gwen le indicó ir a la entrada de la estación central de metros de Zúrich.
Una vez allí, el chico pagó y se dirigió a la plataforma 22, en donde estaba planeada la llegada del tren de su prometida.
Pasaron diez minutos hasta que el tren llegase, y otros diez en que la plataforma se despejó del alboroto de gente que debía, probablemente, tomar otro tren.
-Eres Gwen? -escuchó a sus espaldas en un acento extraño, se giró y asintió mientras analizaba un poco a la chica que ahora tenía en frente.
En efecto, era unos centímetros más alta que él, llevaba el cabello ondulado suelto, era castaña y tenía unos cuantos mechones tinturados de violeta; su rostro era ovalado y su piel un poco tostada, los ojos verde oliva y los labios rosa con un poco de brillo labial; llevaba puestos unos vaqueros desgastados y un esqueleto gris más largo en la espalda. Gwen se forzó a sonreírle.
-Eres Carlota? -preguntó educado, la interpelada asintió.
-Por favor llámame Charlie-habló la chica en un fluido italiano, el pelinegro la miró desconcertado, esto tomando en cuenta que ahora no estaba muy familiarizado con el idioma al no haberlo puesto en práctica desde los diez años cuando murió su abuela, quien se lo había enseñado-¿Entiendes italiano? No soy muy buena hablando alemán... o francés...
-Sí, disculpa-respondió el azabache también en italiano luego de reaccionar-solo estoy algo desacostumbrado al idioma.
-Vale-sonrió la morena-¿y... que quieres hacer?
El chico sonrió y dio un suspiro de resignación.
-No tengo idea, realmente no tenía un itinerario planeado así que ¿qué quieres hacer tú? -respondió aun con la débil sonrisa y las manos en los bolsillos del pantalón.
-bien... opto por ir a comer pizza y luego a los videojuegos-sonrió como un gato la castaña, Gwen se echó a reír y ambos salieron de la estación directo a una pizzería.
Siendo franco, ambos habían congeniado bastante bien, opinaba el pelinegro, Carlota era una persona explosiva y de igual forma madura. Ambos tenían gustos parecidos en los videojuegos, los libros y la comida, tenían un mejor amigo que los arrastraba a actuar de maneras poco confiables y tenían bastantes anécdotas para reír juntos. Por ello, al finalizar el día, ambos habían intercambiado número de teléfono y redes sociales. Para ese momento se encontraban frente a una pequeña fuente sentados en una banca hablando de trivialidades en lo que se cumplía el tiempo límite para la llegada y partida del tren en que la mayor se iría.
-Siento que es un desperdicio que debamos casarnos por conveniencia de nuestras familias y no por amor-refunfuño la castaña haciendo un mohín, Gwen soltó una carcajada mientras alzaba una ceja viendo a la chica a los ojos.
-¿Acaso tenías a alguien en mente? -preguntó el azabache con un deje de curiosidad en sus palabras.
-Claro que lo tengo-se rio ella-es un chico con quien me criaron, pero es a quien más quiero.
-y... ¿es recíproco? -preguntó el menor bastante interesado en el tema, la chica asintió, Gwen suspiró de nuevo y murmuró:-tienes suerte Charlie.
-también tienes a alguien -afirmó la chica con una sonrisa traviesa, Gwen se sonrojó y revolvió sus negros cabellos -Es molesto pensar que familias como los Rockbell o incluso los Folks tienen integrantes que no DEBEN casarse con alguien, es demasiado injusto ¿No crees?
-me gusta el hijo mayor de los Folks-soltó el menor en seguida, la castaña abrió los ojos como platos mientras repetía en su mente las previas palabras.
-¿Eres gay? -preguntó sin rodeos, Gwen lo pensó un momento y luego asintió -debe ser duro... digo, me refiero al hecho de que no es fácil de contar y eso...
-no te preocupes-rio el menor, luego de ello miró el reloj de su teléfono -tu tren saldrá en poco, deberíamos ir yendo no?
La fémina asintió y ambos caminaron en silencio rumbo a la estación y paulatinamente a la plataforma de la cual partía el tren de la chica.
***
Para cuando llegó la noche, Gwen se encontraba en la cafetería comiendo solo, no le avisó a nadie la hora a la que llegó, si bien se encontró con Theodore cuando iba entrando a la cafetería, el mayor lo había mirado mal durante los escasos diez segundos en que hicieron contacto visual, y Gwen tan agotado como se sentía, ni atención le prestó.
A eso de las 11pm se coló disimuladamente en su habitación mientras revisaba su bandeja de entrada de SMS del celular, hace un rato lo había sentido vibrar y quería saber quién le había enviado un mensaje a tales horas.
DE: Carlota
Lo he estado pensando y opino que debes contarle sobre nosotros a Folks, tal vez ambos puedan buscar una solución a esto ¿no te parece? Porque siento que cada vez se formaliza más nuestro compromiso Gwen.
Eso era todo...
Duerme bien.
-A él no le importo tontita-murmuró el menor antes de quitarse la ropa de calle y ponerse un pijama para prontamente echarse a dormir.
De nuevo tenía miedo de hablar con Ed.
Si bien sabía perfectamente que había cosas de las cuales debían discutir tarde o temprano.