6. De cómo las deudas son útiles y los matrimonios cancelados.
Se levantó con sigilo y puso la cabeza de Edward en la almohada, el chico dormía como si fuera un oso hibernando así que aprovechó esto para poder regresar a su habitación.
Como se esperaba, no durmió en lo que quedaba de la noche así que la nívea piel bajo sus ojos tenia las marcas oscuras que delataban su insomnio. En cuanto se puso los zapatos notó que el compañero de cuarto de su amigo lo miraba extrañado, lo ignoró y salió de la habitación dejando al peliteñido totalmente desubicado.
Los muros blancos lo hacía sentirse acorralado e indefenso pero como pudo llegó a su cuarto encontrándose con la figura dormida de Theodore iluminada por la luz de la mañana que llegaba por la ventana. Tenía el entrecejo fruncido y el cabello desordenado, Pat disfrutó de la vista por unos minutos antes de recordar que debía cambiarse e ir a buscar a Amanda para dar por concluido su trabajo. Se bañó con agua tibia y amarró su cabello en una coleta, necesitaba urgentemente cortarlo. Decidió posponerlo hasta el fin de semana.
Se puso el pantalón del uniforme con la mayor delicadeza posible para no arruinar el planchado, odiaba cuando eso ocurría. Buscó la camisa por todos los cajones pero al no encontrar una limpia se resignó a salir del vestidor para sacar una del paquete de la lavandería que había llegado el dia anterior. Abrió la puerta e ignorando a su compañero -quien ahora despertaba- rasgó la bolsa de papel que había sobre su escritorio.
En un mundo distinto, Theo observó la espalda del más bajo con la misma curiosidad que tenía la noche anterior, ¿A dónde habrá ido? Se preguntó analizando la delicadeza con que el ojigris tanteaba en la bolsa. Sin darle mucha importancia analizó centímetro a centímetro de la espalda del más bajo encontrándose con algo parecido a un tatuaje circular con una pequeña inscripción que no podría entender si no invadía el espacio personal chico, el circulo se encontraba al lado derecho de la espalda baja del ojigris y si aguzaba un poco más los ojos podía ver el color más pálido y un poco brillante de una cicatriz que era cubierta en su mayoría por el tatuaje. En cuanto Pat sacó la camisa se dirigió de nuevo al vestidor y con suma delicadeza se puso la ropa que le hacía falta, al salir se encontró con Theo, quien sentado sobre la cama bostezaba estirando los brazos.
-ammm… buenos días- dijo Theodore con una sonrisa incomoda por la situación, Patrick asintió con un semblante neutral (moría de asombro en su interior al notar que el ojiverde no estaba tratando de matarlo con la mirada), tomó su mochila y se dirigió a la cafetería sin cruzar más palabras con el castaño.
Llegó a la cafetería a las 07:00am y como siempre tomó un plátano y diez muffins, se dirigía hacia una mesa vacía cuando oyó algo interesante.
- Escuché que Theo irá a la fiesta del presi y su novia el viernes- chilló con alegría una chica-... ¿Quién crees? Theodore Moore por supuesto.
Pat buscó en seguida la ubicación de Amanda Lake, cuando la encontró se dirigió hacia ella en seguida.
-Amanda- dijo silenciando a los ocupantes de la mesa, la chica se disculpó y lo siguió a un lugar más apartado- ya sé que quiero.
-dilo- respondió al instante la rubia.
-llévame a la fiesta del viernes- dijo el chico con decisión.
***
Edward despertó solo en la cama, rió sabiendo que Patrick había sido tan sigiloso como siempre.
-Ammm… Ed- dijo Anthony, su peliteñido compañero de habitación. El rubio lo miró con toda su atención puesta en él-… quien era el chico que salió hace rato de la habitación?
Ed rió notando la incomodidad de su compañero y dio un suspiro.
- ES mi… amigo de infancia… mejor amigo?-dijo con desinterés-… es como mi hermano…. Acostúmbrate, creo que vendrá por más noches…
-oh ya veo- sonrió el otro, Ed le devolvió la sonrisa y se dirigió al baño para poder cambiarse. Hoy no tendría tiempo para desayunar.
En cuanto salió de su habitación, con una galleta a medio comer, su teléfono celular empezó a timbrar con el inconfundible tono que decía que su madre lo llamaba.
- ¿hola?- dijo caminando rápido.
- hola amor- dijo la mujer con la ternura que solo utilizaba cuando algo malo pasaba- tienes donde sentarte cerca?
-…no?- dijo el chico alargando la palabra.
-búscalo, espero en línea- el chico obedeció y se ubicó en los muebles del recibidor de los dormitorios.
-hecho- dijo en cuanto se desplomó en el mueble.
- ¿recuerdas a Gwen Colbert?- dijo la mujer nerviosa.
- ¿mi prometida?- preguntó él, como olvidar aquella tierna fotografía que le habían mostrado tiempo atrás.
-si… Esto – dudó la madre- se muda al internado.
-¿QUÉ?- preguntó el chico alarmado.
-si… va dos años por debajo de ti y… se disolvió el compromiso…
-bromeas…- casi rió el chico incrédulo, después de todo su madre fantaseaba siempre con ese compromiso- ¿por qué?
- lo sabrás cuando llegue, tienes el permiso de recogerle en la entrada así que corre, te llamará en cuanto su auto este allí… adiós- dicho eso, la mujer rió nerviosa y colgó el teléfono.
Aun sin tragarse el cuento, Edward caminó hacia la entrada con rapidez, estaba curioso por saber la razón de que se disolviese el compromiso, en cuanto llegó el vigilante lo miró con fastidio.
- ¿eres Folks?- preguntó mirando al rubio con frialdad.
- sí, soy yo- dijo Ed mostrándole su identificación de estudiante, el hombre la leyó y se la entregó con brusquedad.
Ed se sentó en una banca junto a la entrada peatonal, no tuvo que esperar mucho antes de que su teléfono timbrara con un número desconocido en la pantalla.
-h… Hola- dijo una angelical voz que Ed consideró un poco más grave de lo que esperaba.
-hola… ¿eres Gwen?-respondió con amabilidad.
-s… Si, tú debes ser Edward- dijo con timidez.
-En efecto- rió el rubio- llegaste?
-Sí, mi auto está en la entrada- dicho esto, Gwen colgó y Ed salió a su encuentro.
Del auto salió un chico delgado que no media más de 160cm,su piel era pálida, los ojos azules, el cabello negro y una tímida sonrisa acompañada por un visible rubor iluminando su rostro.
-H… Hola Edward, soy Gwen Colbert- dijo estrechando la mano de un anonadado y pálido Ed.