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¿Bailamos? por Hanabi Angel

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Notas del capitulo:

No pensaba hacer una continuación, pero quería escribir un fic donde hayato y yamamoto bailaran un lento (mis caprichos locos) y entonces me pareció conveniente colocarlo en ¿Bailemos? así que lo escribí basándome en eso jojojo

música que me inspiraba mientras escribía:   "Ella Fitzgerald and Louis Armstrong - Summertime" y "Blue moon-Ella  Fitzgerald"

Agradecimientos a Nata por su apoyo

Solo tú

Yamamoto se abrió paso entre la multitud de personas que circulaban aquel elegante salón. Jamás se acostumbraría a esas fiestas a las que debía acompañar a Tsuna, incluso había sido un alivio haber dejado de asistir por el hecho de rechazar cuanta invitación a bailar recibía. Pero eso había quedado atrás, era un guardián y debía resguardar la espalda de su amigo.

Gokudera se lo había dejado claro, las libertades habían quedado años atrás, con sus juegos y despreocupaciones. Sonrió.

No le importó perder todo aquello cuando el peliplata se ofreció a enseñarle a bailar. Aun podía recordar su cálido y suave tacto, sus verdes esmeraldas haciendo contacto con sus ojos en todo momento, sus sonrojadas mejillas y su ceño fruncido cuando demostró que podía aprender realmente rápido como para guiar los pasos contrarios en vez de ser guiado. El mal humor de la tormenta luego de eso, había durado lo suficiente como para rogar por perdón una semana completa, aun así no se arrepentía. Realmente deseaba volver a bailar con él. Incluso si ahora mismo estuviera escapando de las garras de esas mujeres que le pedían otra pieza.

Suspiró triunfante cuando llego a la puerta- ventana que conducía a la terraza de aquel lujoso hotel. Agradeció profundamente al pelicastaño que le había ayudado a disimular su huida cuando la  orquesta al fin dejo de tocar.

Ahora podía disfrutar de la suave y algo fría brisa nocturna, pero lo más importante era quien se encontraba delante, apoyado sobre la barandilla, mientras el humo de su cigarrillo se alejaba sutilmente.

Admiró por unos segundos su fina silueta, envuelta en un caro traje, que no hacia justicia a lo que era en realidad aquel cuerpo de porcelana desnudo. Sus ojos no dejaban de brillar a cada paso que daba disminuyendo la distancia del otro. La iluminación no podía ser más perfecta, sin excesos, simplemente la luz de la piscina reflejándose hacia arriba y golpeando aquel pálido rostro de una manera que le hacia resaltar aun más. La combinación de colores junto a las delicadas ondas del agua, hacían la vista aun más hermosa.

No se contuvo y le abrazó por la espalda, hundiendo su rostro en su cabello y respirando profundo. Nada podía oler mejor. Sabía que se ganaría una furiosa protesta, el tenso cuerpo contrario se lo advertía, pero no le importaba. Estaba cansado de tantos bailes sin sentido, solo una persona le había dejado la sensación de querer danzar por siempre, la misma que ahora le daba un feroz manotazo  alejándolo y frunciéndole el ceño por solo haber depositado un imperceptible beso detrás de su oreja, mientras le acariciaba dulcemente la mejilla.

Se carcajeó, apoyando su espalda en la baranda  en tanto se tocaba la zona adolorida. Miró hacia el cielo sin dejar de sonreír; las vistas que ofrecía el hotel eran grandiosas, pero nada se comparaba a aquella noche estrellada y serena. Mentía, nada se comparaba con ver al italiano sin interrupción alguna, sobre todo cuando estaba molesto y el sonrojo adornaba  su rostro.

-Estas helado, Gokudera…-Dijo al colocar nuevamente sus dedos en la mejilla del aludido cuando este retomo su posición original- ¿Quieres que te cubra con mi chaqueta? O mejor… ¿Qué te abrace para entrar en calor?

El bombardero le apartó con una mueca  de fastidio impresa en su cara. El pelinegro solo rió.

-Jodete, idiota…- Escupió, apagando su cigarrillo y observándole de reojo-¿Qué diablos haces aquí de todos modos? ¿No deberías estar bailando con esas estúpidas mujeres y acompañando al Decimo?

-Vamos…- Respondió en un suave susurro. No podía dejar de sonreír. Aquel tono irritado sonaba a celos, aunque definitivamente el otro jamás lo admitiría. Lo que le causaba aun mas gracia- La única razón por la que bailo con ellas es porque tú me advertiste que debía hacerlo. Tú me enseñaste.

Gokudera chasqueó la lengua, atenuando su ceño fruncido.

-Además Tsuna me ayudo a escapar de ellas, le dije que ya no quería bailar…bueno, que solo quería bailar con una persona en especial…

Yamamoto amplió su sonrisa, la música había comenzado a sonar de nuevo y a pesar de estar en el exterior, con la puerta cerrada, podía oírse claramente, suave y lenta.

-Entonces vete de una maldita vez, maniático…-Gruñó el ojiverde, desviando la mirada ya más que irritado; pero un jalón a su mano le hizo volver a conectar miradas con el más alto.

Sus ojos se abrieron sorprendidos cuando este le atrajo en un rápido movimiento y rodeó su cintura con las manos. Iniciando un suave vaivén, acorde a la melodía.

 Sin quererlo, la tormenta vio sus pies moverse en sintonía con los del otro. Apretó los dientes, volvía a dejarse guiar, siguiendo los pasos de un idiota que apenas si sabia lo que hacia.

Bufó y esta vez, dejo que todo se fuera al diablo. Rodeando  con sus brazos el cuello del moreno, observando su reflejo en los risueños ojos miel. Una fugaz sonrisa se dibujo en sus labios, mientras se maldecía mentalmente por dejarse llevar por tales estupideces.

-Ámame, Hayato…- Susurró la lluvia, acortando la distancia y estrechándolo con mayor intensidad.

-Idiota…-Chistó ante la risilla ajena. Yamamoto se inclinó ligeramente, al punto en que sus bocas se encontraron, fundiéndose en un lento beso, como si sus labios siguieran de igual modo el ritmo de la música que inundaba sus sentidos mientras se movían…

Fin


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