"Moon River Waltz"
-No tenías porqué - Alzó la cabeza hasta que la luz de la luna creciente diera de lleno en su perfil, haciéndole ver como un tierno ángel en espera de volver al cielo. Sus delgados dedos se afianzaron más a mi palma y cuando me miró con sus ojos levemente maquillados sentía que una parte de mi alma volvía a mi cuerpo. Extrañamente mágico y hermoso.
-No quería que fueras solo - su nariz se pegó a la mía en fracción de segundos, haciéndome cerrar los ojos e inundarme de su fresco aroma. Una persona normal no podría ser tan bella, pero vaya que había grandes excepciones. Podía escuchar las canciones desde la distancia en la que estábamos; la fiesta del pueblo se llevaba a cabo con todos los jóvenes bailando al son de Paul Anka, seguramente pegándose más de lo debido mientras los mayores no les observaban. -Caminemos -Ambos nos habíamos escapado de la fiesta sin ser notados, simplemente para caminar por el sendero verde del río Nakdong. Su mano con la mía se veía tan irreal que tuve que apretarla para convencerme de que esto era real y que nosotros nos amábamos.
-Oye, te amo -Me sonrió, con ese par de labios brillosos por el labial. Me daban tantas ganas de besarle allí mismo y contemplar el hermoso colorar de sus mejillas alzadas.
Todo era maravilloso. Me gustaba observar como la luna nos acompañaba en nuestra pequeña caminata, siendo testigo de cuán enamorado estaba.
Sus zapatillas descansaban sobre mis hombros mientras su brazo se enroscaba en el mío. Ambos descalzos, disfrutando del pasto entre nuestros dedos.
-Bailemos -acepté rendido; no había nada que negarle a mi ángel. Colocó su cabeza sobre mi hombro y se acomodó a mi cuerpo de una manera tan magnífica que el rodearle la pequeña cintura me daba miedo. Su cabello negro caía elegantemente sobre su espalda, meciéndose con el poco viento y con nuestros movimientos. No había música, pero nuestras mentes encontraron el ritmo perfecto para bailar como lo que éramos: una pareja.
-Eres tan hermoso Kibum - sus labios besaron cariñosamente mi mejilla al momento en que dábamos una pequeña vuelta.
-Halágame más, y podré creérmelo. -Escondió su rostro entre mi cuello -Este vestido me está matando, la peluca me pica y los tacones son una tortura. -Era mi ángel, el chico que decidió vestirse de chica para pasar una noche de fiesta conmigo. El que arriesgó el desprecio a su persona si me vieran con él. Ambos hombres, enamorados. No era de asustarse que el pueblo estuviera en contra.
Era por eso que lo tenía decidido. Le llevaría conmigo a mi personal mundo de alegría. Nadie podría reñirnos o señalarnos porque nuestro amor era verdadero. Esto que sentía era amor.
Amor al chico que con solo una mirada hizo mi corazón suyo.
-Si ya te arrepentiste, es momento de que me dejes en casa -Le miré sorprendido y negué furtivamente. Sus ojos marrones me miraban expectativos. No podría dejar una mirada así sin sentirme arrepentido por toda la vida.
-Jamás me alejaré de tu lado. Ante la luz de la hermosa luna -le tomé de la cintura y mi derecha acunó su delicado mentón -te prometo amarte por siempre.
Nunca había hecho esto porque me consideraba a mí mismo un caballero, pero haberle besado, haber probado sus labios por fin eran como volar y sentarse en una nube del paraíso. Era más que perfecto.
Entrelacé nuestras manos de nuevo, regalándole un beso en su frente. Nunca despertaría de este sueño. Nunca dejaría de amarle. Y me permitiría bailar con él toda mi vida bajo la luz de la luna.
Este vals de amor.