Caminando por las calles de su ciudad, Elizabeth estaba pensando en la oportunidad que se le había presentado, no era raro para la alta pelirroja desviarse del camino a casa, no era realmente un sitio en el que fuera “bienvenida”, pero ese era el único lugar con un techo y una cama donde podía sentirse tranquila de pasar la noche.
Si bien no le agradaba mucho la ide de estar en la calle tarde, prefería eso a soportar los maltratos de sus “hermanos” además no tenía ninguna obligación con aquellas personas, simplemente necesitaba que le firmaran aquella hoja y listo no tendrían por qué saber más de ella.
Al llegar a su casa ya daban alrededor de las 10:30 pm. era Miércoles por la noche, lo que significaba que todos se habían ido a cenar obviamente sin importar que la chica estuviera o no bien, así que simplemente entró en la casa sin hacer ruido, y subió a su cuarto mientras buscaba entre sus cosas documentos firmados por sus tutores encontró el acta de “adopción” donde estaba la firma de ambos, y sin tiempo a perder comenzó a practicar ambas firmas hasta que le salieran idénticas, claro que les diría acerca de lo que había ocurrido, pero, obviamente, prefería no hacerlo tan directamente.
a la mañana siguiente la chica se levantó primera que todos los demás, era jueves tendría tiempo de sobra para hacer sus arreglos, y posiblemente podría asegurarse de que aquella academia realmente existía, digo es bastante raro que por resolver un cubo tan sencillo seas aceptado en una academia tan prestigiosa ¿no?.
-Bueno solo me falta una cosa- decía para sí misma la pelirroja mientras terminaba de preparar su mochila con sus escasas cosas, las cuales eran, un poco de ropa, la carta que fue dejada con ella de bebé, unos libros, sólo los favoritos, los demas solo harían bulto, también metió el cubo que le fue entregado por la señora Andrea, después de todo nunca tuvo uno propio, siempre los tomaba prestados y solo era por un momento, ahora ese era suyo.
La chica se arregló lo más rápido que pudo, y por último tomó la carta dada por Andrea, para que fuese firmada por sus tutores, y una pequeña carta escrita por la pelirroja, donde explicaba todo lo que había ocurrido y el motivo de su ausencia, no faltaba más así que como ese día no tendría clases por lo menos no hasta que dieran las 11:00 am. la chica se dirigió a la biblioteca en donde sacó la misiva que tendrían que firmar a modo de autorización y ella misma la firmó, sorprendiendose de lo idénticas que habían quedado las firmas, guardó la misma en su mochila y para hacer tiempo decidió buscar un libro.
al dar las once de la mañana decidió tomar sus pertenencias y se dirigió a sus clases, pasando su día normal exceptuando que no prestaba atención para nada a las clases, se la paso todo el día imaginando cómo sería su vida en esa academia, imaginando a las personas que posiblemente se encontraría ahí, había tenido tiempo de sobra en la biblioteca, lo cual le sirvió para confirmar que sí, si existe tal academia, y que aparte de todo, es bastante ortodoxa, por eso su examen de admisión prácticamente había sido resolver el cubo.
llegada la hora de salida, Elizabeth dirigió sus pasos hasta la dirección de su escuela, necesitaba hablar con Andrea, su nueva directora, para que fuese a por ella, al entrar la secretaria le dijo que tomase asiento, y tras unos minutos la cabeza de una joven mujer se asomó por la puerta, seguida por la de una señora, Andrea.
-Disculpe… eh, ¿srta. Andrea?- la chica estaba dudosa de cómo dirigirse a la señora Andrea, pero prefería evitar algún problema por eso. -¿qué hace usted aquí? -pregunto de manera directa como solo ella podía.
-Vine a ver a mi hija- la señora le sonrió a la directora de su actual escuela dando a entender a la pelirroja, que su hija era esta persona. -Cierto, nadie te lo había dicho ¿no?- soltando una pequeña risa, la señora volteó a ver a su hija y esta solo ingresó en silencio a su oficina.
-No, nadie me dijo, justo venia a verla porque quería contactar con usted- Elizabeth sostenia el cubo en las manos mientras lo jugaba al parecer algo ansiosa -Verá, aquí tengo la carta firmada por mis tutores, y traigo mis cosas conmigo, creí que no habría inconveniente si decidía irme con usted inmediatamente.- Elizabeth hablaba atropelladamente, y le costaba un poco respirar, los nervios se la comían por dentro.
Entregando la nota a la señora, esperó a que esta dijese algo, ya fuera una negativa o simplemente le dijera que esperara al día siguiente, pero no fue así.
-Bien, si tienes todas tus pertenencias contigo me parece que no hay inconveniente- sonriendo tomó su celular enviando un mensaje. -Vienen por nosotras en 5 minutos, supongo que tienes pasaporte y todo eso ¿no?-
-si, soy extranjera, italiana para ser exactos, pero me crié aquí, así que, sí, tengo visa, pasaporte y todos esos documentos- a Elizabeth le costaba calmarse, por eso hablaba de más, pero parecía que esos detalles no tenían importancia, pues a la señora Andrea no parecía ni notarlo.
tomando todas sus cosas y siguiendo a su nueva directora, la pelirroja llegó a un pequeño mini cooper, de un color negro bastante formal, ambas entraron en el y el chofer se dirigió hacia el aeropuerto, al llegar ayudó a bajar las cosas de ambas, para ser un vuelo internacional ninguna de las dos llevaba más de dos maletas, así que fue fácil para el sujeto tomarlas todas el mismo y llevarlas a dentro del recinto, dejándolas con sus dueñas y marchándose casi de inmediato.
Andrea, la directora de la dichosa academia, había ido a comprar los boletos del vuelo, y Elizabeth por su parte había sacado su celular y se había puesto los audífonos, para escuchar su música sin molestar a nadie.
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