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La cocina verde por Naghi Tan

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Resumen Doceavo Drabble: El rubio sintió un nudo en el estómago, eso era imposible, Zoro tenía la misma edad que él, debía haber estado con ella antes de los diecisiete para poder tener un niño de cuatro años.

Universo: AU, Donde Zoro es un hombre casado y no le dice nada a Sanji de su esposa y dos hijos, este descubre el engaño y con el orgullo que le caracteriza, se marcha sin decir adiós...

Número de palabras: 1517

Comunidades: Retos a la carta y Reto diario.

Número y Nombre del reto: 03. Tormenta

Categoría: PG-17

Notas de Autor: Hay LuSan, así que ya avisé, vuelvo a escribirlo pero en mayúscula ¡LUSAN! Dejo el link de la canción con la que me inspiré: www punto naghi-tan punto livejournal punto com/46420 punto html.

 

 

 

Parte 2 de 5

 

 

 

 

 

“Estoy de pie junto al horizonte

Quiero atravesarlo contigo

Pero cuando el sol está tan abajo

Todo está frio,

En la línea del horizonte

 

Ven a mí…

Oh no vendrás a mí…

Ven a mí…

Oh no vendrás a mí.

—Stand on the horizon—Franz Ferdinand

 

 

 

­­

 

 

Sanji se sentía estúpido, herido y traicionado, todo era tan perfecto para ser cierto, debió hacerle caso a Robin quien en su momento ella le había dicho que tuviera cuidado con Zoro, que no sabía nada de él, pero había confiado en el marimo, parecía el tipo de persona que no mentiría sobre algo tan grande. ¿Cómo había sido que se había enterado, si con Zoro llevaba más de siete meses de relación? Fue cosa del destino, algo pequeño, como llevarle el almuerzo a Luffy, quien vivía del otro lado de la Ciudad como Zoro.

Vio a Zoro junto a una mujer y dos niños, uno de aparente cuatro años que se parecía absolutamente a Zoro y el otro era un bebé, al verlos rezó porque fuera su hermana y esos niños sus sobrinos… el destino era cruel.

—Zoro, ¿Volverás a salir este fin de semana con tus amigos?—La mujer le preguntó, mirándolo con enojo—Siempre te quedas hasta el Lunes y ya me cansé de estar sola cuidando a los niños, son tan bien tus hijos.

El rubio sintió un nudo en el estómago, eso era imposible, Zoro tenía la misma edad que él, debía haber estado con ella antes de los diecisiete para poder tener un niño de cuatro años.

—¡Mierda!—Quiso vomitar, apretó fuertemente las bolsas donde llevaba el almuerzo de Luffy, todo eso era una putada, él era el maldito colado en esa ecuación, era la puta, pero por Dios que eso no había sido su intención, no había querido involucrarse en una familia, que de sobra se veía que ya llevaban su tiempo, quiso darse la vuelta y salir huyendo, pero el niño de cabellos verdes se les había soltado a sus papas y había cruzado la calle, no sería tan malo si un camión no se dirigiera a toda velocidad en esa calle, sin soltar las bolsas y viendo que el marimo y su esposa se habían puesto a discutir y no se habían dado cuenta del escape del pequeño, se lanzó hacia la dirección del niño y corrió tan rápido para empujar al pequeño y esperar que tuviera la suerte de no ser embestido por el camión.

Un grito alertó a los padres del pequeño, quienes vieron como el rubio estaba tirado cerca de la acera con el niño en brazos, el cerebro de Sanji le decía que se levantara y se fuera rápidamente de aquel lugar, pero su orgullo le decía que no era él el que tenía que esconderse, no era él el que tenía que avergonzarse, si la persona que había fallado había sido Zoro.

Pero el dolor en el pecho era enorme, aun no se había levantado del suelo, quería hacerse un ovillo y llorar por el dolor que la traición le ocasionaba.

—¿Está bien, señor?—el niño preguntó, abrazándolo fuertemente, porque la tristeza de Sanji era palpable.

—No—admitió, sintiéndose sucio y ruin, él había estado acostándose con el padre del niño, él no había preguntado si tenía una familia y su corazón se había contraído ante la pregunta inocente del niño, no, no estaba bien, estaba herido y quizás jamás se recuperaría de la traición, porque se había enamorado completamente del cabeza de musgo—, lo siento tanto.

El pequeño le abrazó más fuerte, sus padres aun no llegaban hacia donde estaban ellos, pero algo en el interior del menor le decía que el hombre sufría por otra cosa.

—Yo tampoco estoy bien—el niño le susurró—, mis padres diario se pelean y mamá ya no me presta atención, dice que mi padre quizás la esté engañando, que por eso es distante con ella—sintió el apretón que el mayor puso en el abrazo—, no me importa que padre haga lo que haga, solo ya quiero que dejen de pelear…

—¡Koishiro!—la mujer gritó asustada, arrodillándose alado de los dos y quitándole al niño bruscamente—¿Estás bien?

Sanji no escuchó la respuesta, se levantó rápidamente y procedió a darse la vuelta para poder marcharse de ahí, pero la mujer lo detuvo tomándolo de la mano, no, eso no podía estar pasando.

—¿Sanji?—La voz de Zoro le hizo dar un respingo, no le había dicho un apodo, él le había llamado por su nombre.

—Zoro—respondió, dándose lentamente la vuelta, grave error, porque vio en la cara del espadachín el miedo y la angustia del hombre, quiso sonreír pero no podía, simplemente evitó la mirada de Zoro— No me habías dicho que tenías una hermosa esposa y un par de niños tan encantadores.

Y ahí se dijo que jamás lo perdonaría.

 

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.

 

.

 

Había llegado a la casa de Luffy, después de haber inventado que iba hacia su restaurante, nunca pensó que huiría como un cobarde, cuando Luffy le abrió la puerta, Sanji se lanzó a abrazar al menor, quien desde que él había llegado al grupo le había dicho que le quería, ese chico nunca se había rendido, diario le decía que lo quería a su lado.

—¿Qué tienes Sanji?—Luffy correspondió el abrazo y sintió una humedad en su hombro, el moreno se metió a su casa junto con Sanji y cerró la puerta tras de ellos, no indagaría, si Sanji quería decírselo él lo escucharía—¿Sanji?

El rubio agarró el rostro del menor y se inclinó para besarle, sabía que aquello era malo, que no debía de darle esperanzas a Luffy, pero él era el que tenía a su alcance y ahora necesitaba sentir afecto, aunque fuese fugaz, necesitaba sentir el cariño de otra persona y Luffy estaba dispuesto a darle ese calor que necesitaba.

Todo con el menor era tan dulce y brusco, se había dejado someter por el líder de aquel grupo de amigos, dejó que Luffy demostrara su afecto con el cuerpo, sintió dolor y angustia por parte del menor, sintió el amor y adoración que el menor sentía para con él.

—¿Quieres ir a Francia conmigo?—Luffy le preguntó entre los movimientos de caderas y oscilaciones para sentir en plenitud el cuerpo de su cocinero, todo en el rubio pedía a gritos desaparecer de ahí y Luffy se lo cumpliría, no por nada era la persona que los protegía, sabía las necesidades de sus nakama, sabía sin que Sanji se lo hubiese dicho que había tenido sus encuentros con Zoro, que se había dado cuenta de que era casado, le dolía en el pecho que su nakama estuviera tan dolido, y a pesar de que estaba dentro de él, aun no sería suyo, porque aquello era sexo de desquite, de dolor, de despecho.

—Donde tú me quieras llevar, capitán—Sanji arqueó la espalda cuando sintió que Luffy había golpeado su próstata, gimió audiblemente—Donde quieras.

El celular de Luffy resonó por la habitación y sin dejar de moverse Luffy lo tomó, leyó en la pantalla el nombre de su mano derecha y sin que Sanji pudiese hacer algo, contestó la llamada.

—¡Al habla Monkey D. Luffy, el hombre que se convertirá en el señor del bajo mundo! ¿Con quién hablo?—Luffy se acercó al rostro de Sanji y le besó posesivamente.

“Soy yo, Zoro” la voz del espadachín era de angustia “¿Has visto a Sanji?

—¿A Sanji?—Luffy embistió más fuerte y con más rapidez—No, no lo he visto ¿Es que ha ocurrido algo?

“No, nada… ¿Qué está pasando ahí?” un gemido por parte de Sanji se había colado entre los labios del cocinero.

—Estoy viendo una película, ¿Enserio no ha pasado nada entre ustedes?—insistió, le quería dar una oportunidad a su nakama y si este le respondía que no, esa semana se llevaría a Sanji.

“No, no es importante…”

Luffy colgó, si no era importante entonces no necesitaba sentirse mal.

—Deja tus cosas resueltas—susurró Luffy, masturbando al cocinero—, nos iremos la próxima semana.

 

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Zoro estaba desesperado, Sanji no contestaba su teléfono y el All Blue negaba el paradero del rubio, hasta que un día se enteró por la boca de Nami de algo que jamás pensó que pasaría.

—Luffy se llevó a Sanji a Francia—la pelirroja harta de tantas preguntas por parte de Zoro, le había dado por fin el paradero del rubio—, dijo que Sanji quería aprender más de cocina, y que se alojarían con Shanks, si fueron con él, lo más seguro es que se recorran toda Europa.

No, eso debía de ser mentira, Luffy nunca le había dicho sobre ese viaje, había discutido con Kuina durante toda esa semana por la falta de atención a su familia, pero no podía pensar si no sabía nada del cocinero, ahora con el paradero del rubio, sabía que él se había ido por el dolor de la traición.

Y nada podía hacer, tenía a su esposa y no podía abandonar a su familia.

 

 

 

 


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