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La cocina verde por Naghi Tan

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Notas del capitulo:

Resumen Vigésimo segundo Drabble: Sanji se rió al recordar la última vez que ambos se habían visto, era una imagen aterradora, ver a un rubio caminar deprisa por las calles oscuras de Inglaterra mientras se reía sin cesar.

Universo: AU, donde Sanji es un cantante de rock de veinticinco años y Zoro un estudiante de preparatoria de dieciséis años quien acompaña a Luffy a uno de los conciertos del rubio.

Número de palabras: 1521

Comunidades: Reto diario

Número y Nombre del reto: Tabla de Conjuntos Numéricos, 10. Complejos

Categoría: PG-17

Notas de Naghi Tan: Simple mención de algunas canciones como: Take on me de A-Ha y Demons de Imagine Dragons estamos en el punto de vista de Sanji y se revela quien es el hombre que le hace tanto mal…

Aviso: Puede que se vuelva long fic, lo digo porque en verdad va para largo.

“Oh, las cosas que tú dices

¿Crees que esto es vida, o un simple juego,

Qué mis penas no cuentan para nada?

Eres todas las cosas importantes

Que he de recordar siempre…

 

Me esquivas…

En fin, algún día

Te buscaré de todos modos.”

—Take on me— A-ha

 

 

 

 

Sanji caminaba de prisa, eran las tres de la madrugada y el clima era helado, había salido sin abrigarse bien, estaba confundido y molesto, entendía la preocupación que sus amigos tenían para con él, pero no era un niño, sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, sabía que no era bueno para él dejarse llevar por las palabras de ese hombre, pero ya había llegado a una situación donde la costumbre hacía que regresase a él, con su supuesto amigo, con la persona que lo acompañó por más de diez años.

La reunión que tuvieron los miembros de la banda después de que los amigos del hermano de Ace se hubieran marchado había sido dura, Kid se había contenido demasiado, lo vio apretando los nudillos, sabía que cada uno de ellos no toleraba a esa persona, que lo odiaban con todo su ser, lo repudiaban.

¿Y por qué no odiarlo? Si había intentado matarlo infinidad de veces, había logrado traspasar la mente de Sanji, lo había manipulado al punto de que el mismo Sanji ya no pudiese consigo mismo, que necesitara aunque sea escuchar su voz.

Sanji se rió al recordar la última vez que ambos se habían visto, era una imagen aterradora, ver a un rubio caminar deprisa por las calles oscuras de Inglaterra mientras se reía sin cesar, porque su amigo lo había amordazado, lo había golpeado, humillado y violado, mientras le susurraba que todo era su culpa, que nadie debía haberle conocido, que era tan magnifico que nadie debió haber escuchado su voz, visto su cuerpo y anhelarlo, que solo él podía juzgarle, que solo su aprobación valía, no la de los demás. Y Sanji le había creído, había creído cada palabra que le había dicho.

El último encuentro había ocurrido tres años atrás, Ace había sido el que lo había encontrado, y no en una favorable situación, Sanji cerró los ojos al recordar que Ace había entrado y empujado al hombre, para después llevárselo al hospital, tenía dos costillas rotas, había perdido mucha sangre, y uno de sus tendones había sufrido un desgarro… Sus amigos no se habían quedado con los brazos cruzados, habían buscado al hombre y lo habían hecho arrestar, pero en esos tiempos no eran tan famosos, la banda aun no era muy conocida y se enfrentaban con una ley corrupta, sobra decir que no pudieron meter a la cárcel al hombre.

Y a pesar de haber sufrido daño, Sanji lo había perdonado, más no lo volvería a ver, sus amigos se encargarían de ello y lo habían hecho bien, tanto que Sanji por tres años no había vuelto a saber de él.

Law le había ayudado siquiátricamente, le había hecho que volviera a ser el mismo, porque en más de seis meses Sanji se había intentado escapar para ver al hombre de nuevo, para escucharle, para sentir sus caricias toscas y sus nudillos golpeándole fuertemente, para que le absorbiera.

Sanji comenzó a tararear una canción, una que había escrito en una servilleta, mientras estaba en la fiesta.

“Cuando los día son fríos

Y todas las cartas han sido jugadas

Y los santos que vemos están

Hechos de oro.

Ese día debía de ser uno genial, uno donde celebrarían que habían iniciado la gira, pero esa sombra del pasado había regresado justo antes de que Sanji subiera al escenario y le hiciera recordar que estaba solo.

Pero una persona le había llamado la atención, una de cabellos verdes y de ceño fruncido, al ver que llevaba uniforme de preparatoria pudo saber que era un menor de edad, ese mismo día supo su nombre: Zoro.

Ese chico lo había tratado como un igual, como una persona que no estaba enferma y rota, y por él esa canción había nacido.

Cuando tus sueños se han arruinado

Y aquello a los que alabamos

Son los peores de todos

Y la sangre está corriendo apestosa.

¿Cómo se llamaría la canción? El nombre lo tenía, más debía de pulir la letra, Demons sería el nombre de la canción aun no acabada de terminar.

Quiero esconder la verdad

Quiero protegerte

Pero con la bestia dentro

No hay lugar donde

Podamos escondernos.”

Se rió más fuerte, Zoro no podía ser de él, no podía tomar a una persona tan pura, tan joven, no podía amarlo a como quería, aunque sonase ridículo, porque apenas lo había conocido, pero había sentido lo que hace más de diez años sintió al ver al hombre que lo había arruinado, sintió que el mundo podría ser un lugar mejor.

Con las peleas que tuvieron en esa mini fiesta, sintió una conexión, que él sería el indicado. Pero no podía ser, él era una persona sucia, asquerosa, que no merecía absolutamente nada de amor por parte de ese chico, porque se dio cuenta de que Zoro se había mostrado interesado en él.

Pero ¿Quién querría a un hombre qué había escapado de la casa de sus amigos para ver a la persona que le hacía tanto daño?

Había llegado a su destino, releyó el mensaje que contenía la dirección de ese hombre, y seguro de sí mismo, tocó el timbre para después sentir que unas manos le jalaban hacia dentro de la casa a la cual había llegado.

 

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Zoro se había puesto los auriculares para poder escuchar los álbumes de la banda de Ace, mientras leía las diversas entrevistas que venían en aquellas revistas tan voluminosas, una en especial le hizo dejar la lectura, miró la pantalla de su portátil y leyó el nombre: Take on me.

“Seguimos hablando

Sin detenernos

Ya ni sé de qué cosa discutimos.

 

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Las manos comenzaron a recorrer su cuerpo, Sanji simplemente jadeaba ante aquel tacto tosco y gimió cuando una mordida le perforó el hombro.

 

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La canción tenía un ritmo pegadizo, pero la letra era más bien triste, revisó el año en que había sido lanzada, había sido de hace tres años, pero esa canción le estaba erizando la piel, le ponía los nervios de punta.

Oh, mejor buscaré tu amor en otra ocasión,

¿Te parece bien?

 

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Sintió la lengua rodear la marca que había dejado la mordida, se escuchó así mismo rogando porque le tocase más duramente, porque le tratase mal.

 

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Trataba de leer entre líneas lo que la canción decía, porque sus sentidos se habían puesto en alerta cuando había escuchado especialmente esa canción.

Llévame presente

(Llévame en ti)

No me olvides

(Llévame en ti)

Yo me iré…

En un día o dos.

 

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Ahora estaba recostado en una cama, siendo atado de nueva cuenta y acariciado tiernamente, mientras el hombre le decía que le había extrañado demasiado.

 

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Y se dio cuenta de lo que estaba buscando, que esa canción hablaba de sus constantes caídas y que de todos modos iría de nuevo hacía aquella persona…

Así que sobra decir que

Estoy hecho pedazos y acabado,

Pero ese soy yo

Tropezando continuamente.

Eso era una alerta, una que decía que estaba roto y perdido, pero que aun así seguiría intentándolo.

Aprendiendo poco a poco

Que la vida es así

Dirás después de mí

Que no fue esa la mejor decisión,

Pero la más segura que arrepentirse.”

Y Zoro cerró los ojos, no le importaba nada del pasado de Sanji, no, porque él haría un futuro mejor para el rubio, porque él sería su futuro.

 

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—¿Ves cómo me extrañaste?—el tono burlón de ese hombre le calaba los huesos, pero necesitaba más de eso, más de ese trato tan brutal y de aquél suero que le solía dar en sus encuentros—¿Qué necesitas Sanji?

—Te necesito—dijo sin pensarlo, porque cuando él le inyectaba el líquido blancuzco, su cerebro ya no funcionaba y su boca decía lo que el hombre quería escuchar.

—Eso dices ahora—el hombre estaba recostando encima de él, moviendo sus caderas para hacer que los miembros de ambos se rozasen—, pero te has alejado de mí por tres años, te marcharas y de nueva cuenta me olvidarás.

—Sabes que siempre regreso—Sanji gimió sonoramente al sentir que el miembro del hombre se adentraba a él sin haber sido preparado previamente, ese dolor… ese dolor era lo que había estado necesitando por todo ese tiempo.

—No has dicho mi nombre—el hombre se movió con más fuerza, haciendo que Sanji arquease la espalda de placer—, dilo—ordenó.

—Cro…—esa droga era lo que más necesitaba, porque si no estaba con él entonces no podría inyectársela—Crocodile.

Porque no era amor, no era aprecio, lo que Sanji necesitaba era la droga que ese hombre le daba en sus encuentros, una de difícil acceso, una que solo Crocodile le podía otorgar, con el precio de su cuerpo.

—Al fin y acabo, siempre regresaré a tu lado.

 

 

 

  

 

 


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