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La cocina verde por Naghi Tan

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Notas del capitulo:

Resumen Vigésimo Sexto Drabble: El Universitario maldijo por lo bajo, usualmente aquella mujer solo estaba en horas tempranas en aquel bar.

Universo: AU. Donde Sanji es un hombre de la vida galante (prostituto) y Zoro es uno de sus clientes.

Número de palabras: 1039

Comunidades: Reto diario

Número y Nombre del reto: Tabla de Primavera. 007. Arcoíris

Categoría: R

 

Parte 2

 

 

 

 

“Ella guarda Moet y Chandon

En su armario bonito,

‘Déjalos comer el pastel’ ella dice

Simplemente como María Antonieta.

 

Una construcción en efecto

Para Khushcev y Kennedy,

Y cuando quieras una invitación

Que no puedes rechazar.”

—Killer Queen— Queen.

 

 

 

 

 

 

 

 

Zoro salió tarde de la Universidad, el profesor Beckman le había puesto a dar la clase de ese día y como no sabía nada sobre ese tema se le dejó que impartiera la clase de dos horas que tenía el Lunes por la mañana. Miró la hora y chistó con molestia cuando escuchó el timbre de su celular, era Ace.

—¿Bueno?—dijo mientras trataba de balancear la pila de libros que Beckman le había dado para preparar la clase, tenía que ir a su departamento para dejar eso y cambiarse de ropa.

—¿Dónde estás?—Ace era uno de sus amigos de la infancia, al igual que de parranda, era un buen tipo, sociable por naturaleza y desertor de la Universidad porque había preferido trabajar de traga humos en el bosque que estar enfrascado en libros de contabilidad—Ya estamos saliendo de la casa de Marco.

—Tendrán que ir al Bar de La Reina sin mí—evadió con gracia un enorme charco de agua, y se fijó que las calles nuevamente habían cambiado, eso era jodidamente malo, odiaba eso—, tengo que dejar unas cosas y después iré hacia el Bar.

—Entonces puede que llegues al final de la reunión—se burló Ace—, pobre de ti, no podrás ver a la rubia en todo su esplendor, pero como soy un buen amigo le tomaré una foto para ti.

El Universitario maldijo por lo bajo, usualmente aquella mujer solo estaba en horas tempranas en aquel bar, su grupo de amigos y él llegaban temprano para verla aunque fuese de lejos, habían hecho apuestas de quién de ellos podría llevársela a la cama, hasta el momento el más cercano de casi lograrlo había sido Ace, pero se había quedado dormido cuando la mujer le había sonreído y se había levantado para irse con él.

Ace se lamentaba desde aquel día el tener Narcolepsia y sus amigos se burlaban de su mala suerte. Pero gracias a eso pudieron comprobar que la mujer era la que elegía con quien irse y no al contrario.

Zoro se despidió de Ace y siguió su camino, era muy tarde y sabía que no lograría llegar a tiempo con sus amigos, pero haría el intento.

 

.

 

.

 

.

 

Ya era la una de la mañana y Zoro chistó molesto, las calles de nueva cuenta habían cambiado de lugar, no hacía dos horas atrás que Ace le había mandado una foto de la rubia, a esas horas ella ya no estaría en aquel bar y aquello le irritó, aunque sabía que con ella no tendría ninguna oportunidad, porque al parecer solo elegía a hombres que parecían sumamente poderosos.

La foto que Ace le había mandado mostraba a la rubia acompañada de Doflamingo, alado de ese hombre la mujer parecía minúscula, podía decir que una de las manos del rubio abarcaba la cabeza de ella y hasta le sobraba. Vio que la rubia sonreía hacia el que tomaba la foto, como si fuera consciente de que Ace le captaba con su celular, el estómago de Zoro se había hecho un nudo al contemplar la sonrisa, era cálida y la hacía ver más hermosa de lo que era, nunca había creído que cayera por una mujer, menos una de ese tipo.

Mandó un mensaje para Ace avisando que ya no llegaría y guardó su celular en uno de los bolsillos de su pantalón, se iría a su departamento a dormir y después haría la planificación de la clase que tendría que dar. Pasó una calle vacía donde un vehículo estaba estacionado, Zoro no le dio importancia, hasta que pasó cerca del coche.

Vio a dos personas moviéndose frenéticamente dentro del vehículo, pero lo que más le llamó la atención fue reconocer a la mujer, quien estaba montada encima de un hombre que reconoció era Doflamingo, aquello era tan caliente, verla con el ojo visible entrecerrado y sonrojada, desnuda…

“¿¡Pero que rayos!?”  Pensó al ver a Doflamingo masturbándola, ahí se dio cuenta que ella no era una mujer, aquella rubia era un hombre.

 

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.

 

Sanji saboreó la boca de aquel hombre, Doflamingo era uno de sus clientes habituales y sabía lo que al rubio le gustaba, al hombre le deleitaba hacerlo en sus diversos vehículos y esa noche no había sido la excepción.

La primera vez que lo habían hecho, a Sanji le había sorprendido que Doflamingo no dijera nada cuando descubrió que era hombre, el rubio solo había sonreído y negado con la cabeza.

—Pensaba que te tenía que tratar como al cristal—le había dicho—, pero me gusta más que seas chico.

Y no había mentido, cada que el hombre solicitaba sus servicios Sanji sabía que esa noche solo sería un cliente que tendría, porque Doflamingo acaparaba toda su atención, y no era malo, en verdad, Doflamingo le pagaba una noche completa y más.

Dejó de pensar cuando el hombre le mordió el hombro y le apretó las nalgas con fuerza, aquello era malditamente bueno, se sentía tan caliente al ser dominado de esa manera, podría decir que solo se prostituía para pagar las cuantiosas facturas del hospital, pero también le estaba tomando el gusto. Echó su cabeza hacia atrás al sentir la lengua de Doflamingo sobre sus pezones, el vestido había sido arrojado en los asientos delanteros, sus gafas, guantes y demás accesorios estarían en algún lugar, eso era lo de menos.

Estaban en los asientos traseros del auto, Doflamingo sentado agarrando fuertemente la cintura de Sanji y este se encontraba en su regazo, el mayor solo con la cremallera abajo y Sanji completamente desnudo, moviéndose de arriba abajo, aferrándose con fuerza y gimiendo sonoramente sin miedo a ser descubierto, porque eso era más erótico.

—Muévete más rápido, Blackleg—le susurró el hombre y Sanji obedeció, sintiendo la mano de Doflamingo masturbándole, fue cuando entre abrió los ojos y pudo ver a un espectador, se relamió los labios y le guiñó un ojo, sin siquiera detener lo que estaba haciendo. Eso era el cielo.  

 

 

  

 


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