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La cocina verde por Naghi Tan

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Notas del capitulo:

Resumen Vigésimo Séptimo Drabble: El crujido de las ramas bajo sus pies era lo único que se oía en la oscuridad de aquel bosque, chistó por lo bajo al ver que aquel lugar aparentemente no tenía salida.

Universo: AU. Donde Zoro es un Rey elfo y Sanji es un humano que busca alimento para el pueblo donde vive.

Número de palabras: 1150

Comunidades: Minutitos

Número y Nombre del reto: Tabla Básica. 003. Cabello

Categoría: PG-13

Notas Naghi Tan: Dedicado a Luky Megune (RainInMyMind) quien me solicitó este drabble por medio de facebook, y que ahora yo los empujo lectores a decirme que es lo que quieren leer de este par, si no quieren que sepan que pidieron, pueden ir a mi Tumblr (naghitan punto tumblr punto com) y solicitarlo anónimamente.  

Parte 1 de 5

 

 

 

 

“Él va y se enreda con su pátina

Con su elegancia neodiplomática

No atina a ver cuál es mi táctica

Sí me la como o no.”

—Bambú—Miguel Bosé y Ricky Martin

 

 

 

 

 

 

 

 

El crujido de las ramas bajo sus pies era lo único que se oía en la oscuridad de aquel bosque, chistó por lo bajo al ver que aquel lugar aparentemente no tenía salida, “vaya intento de elfo” se reprendió mentalmente dado que esos seres estaban en contacto con la naturaleza y era ridículo que uno se perdiera en un bosque de pequeño tamaño.

Escuchó un fuerte ruido y oportunamente se hizo a un lado al ver pasar a un reno que corría hacia su dirección, vio que el reno se escondía incorrectamente detrás de un inmenso árbol, y negó con la cabeza, tenía que enseñarle a ese animal a como esconderse correctamente, el crujir de las ramas se hizo más fuerte y el elfo vio venir una flecha, la cual atrapó antes de que hiciera contacto con el animal.

Se giró rápidamente para ver a tres humanos, dos de ellos tenían el cabello negro, uno liso y el otro rizado, parecían ser muy jóvenes, ambos eran morenos y demasiado delgados, los jóvenes llevaban un par de dagas; fijó su mirada al mayor de los tres y parpadeó de sorpresa, aquel humano era rubio, de piel clara y delgado, pero el tipo de ropa que llevaba le dejaba ver que estaba en plena forma, su ojos visible —el izquierdo estaba cubierto por un mechón de cabello— era de un azul profundo, no pudo evitar mirar hacia sus orejas y se desilusionó al ver que no eran puntiagudas como las de él.

Distinguió que el rubio aguardaba el arco que llevaba, el elfo arqueó su ceja derecha, así que ellos estaban dando caza al reno.

—No pueden cazar en este bosque—dijo con voz grave.

—¿Quién eres tú para prohibirnos la caza?—replicó el rubio, quien mostraba el ceño fruncido, el elfo le vio tensarse.

—Soy Roronoa Zoro, el Rey de los elfos y este bosque es parte de mis territorios—no pudo evitar mostrar un aire petulante, sabía que los humanos le temían a los seres mágicos, pero se desconcertó al oír las sonoras carcajadas del rubio y Zoro apretó los dientes con molestia—¿Qué te parece tan gracioso?

Observó como el rubio se doblaba de la risa y posaba una de sus manos en el hombro de uno de los chicos que le acompañaban, pudo ver que el joven tenía una nariz fuera de lo común y este se mostraba nervioso al ver al elfo molesto.

—¿Escuchaste eso Usopp?—el rubio no podía controlar su risa—¿Cómo un hombre de tez morena y de cabellos verdes puede ser un rey? ¡Y más de los elfos!

El rubio se lo había buscado, a Zoro no le gustaba que se burlasen de su condición, suficiente tenía con las burlas de su padre, quien le había cedido el trono no hace menos de dos años, desenfundó una de las katanas que llevaba siempre consigo y corrió hacia aquel estúpido humano, grande fue su sorpresa al ver que el rubio paraba el sablazo con su pierna.

—Parece ser que no sabes quién soy—el rubio tenía las manos detrás de su espalda y parecía que no le costaba trabajo el resistir aquel poderoso ataque, sonrió prepotente, cosa que irritó aún más al elfo.

—No debes de ser alguien fuerte si ni siquiera sé de ti—dijo burlonamente y de repente sintió un fuerte dolor en su abdomen, aquel hombre le había dado una fuerte patada que le hizo trastabillar, aquello era imposible, nunca nadie le hizo sentir dolor y eso le gustó, había encontrado a alguien que podía ser de su nivel.

—Abre bien los oídos y escucha con atención—el rubio se había colocado un cigarro en la boca y le señaló—, soy Blackleg Sanji, protector del pueblo Fucsia y mientras yo cuidé de aquel lugar… ¡Nadie pasará hambre!

Lo último lo había gritado lo que ocasionó que el  bosque hiciera eco de sus palabras, Zoro se mostró sorprendido, no había conocido a nadie que digiera con orgullo que nadie pasaría hambre mientras estuviese a cargo.

—Y tú te estás interponiendo entre la cena de las mujeres y niños de nuestro pueblo—dijo con severidad—, hazte a un lado Rey Elfo.

—No puedes cazar a ese reno—Zoro se plantó frente a Sanji—, el me pertenece.

Vio como la pupila del rubio se dilató, quizás de furia, a Zoro le importaba poco que los humanos pasaran hambre, inclusive lo veía como un justo castigo, dado que los humanos arrasaban con la naturaleza, donde quiera que iban siempre dejaban desolación.

—Luffy, Usopp—el rubio se dio la vuelta—, vámonos.

Zoro no podía creer lo que escuchaba, ¿aquel hombre se estaba rindiendo fácilmente? Vio que los morenos asentían e igualmente se daban la vuelta para irse.

—Solo una cosa—el rubio se detuvo, mientras sus acompañantes seguían caminando—, creerás que con mi marcha tu ganaste, pero no es así, sé el límite de fuerza que tiene mi pueblo y no puedo malgastar mi tiempo luchando por aquel animal, mientras yo estoy de caza mi gente se queda indefensa. No volveré a venir a este bosque, es tuyo, lo has dicho. Nos dicen egoístas, Rey Elfo, ustedes no son más que seres hipócritas, que se regodean llenándose la boca de los buenos seres que son, pura basura.

Zoro quiso replicar pero Sanji había continuado su camino, por alguna razón sintió culpa, pero no podía darle al reno, aquel animal, ha como había dicho, era suyo, había sido un regalo de su hermana y él cuidaba demasiado de aquel animal.

Pero, ¿Por qué aquel humano decía aquello de los elfos? Sus palabras habían quedado grabadas en su cabeza.

 

.

 

.

 

.

 

—Sanji—Luffy se puso delante del rubio y con la mirada triste le dijo—, tengo hambre.

El rubio le miró y apretó los dientes, aquel día estaba siendo uno muy malo, lo único que llevaban cazado eran pequeñas aves y habían logrado recolectar huevos de lagartijas, se habían ido del bosque donde el elfo habitaba y habían llegado a uno donde no había casi nada que comer.

—Vamos a casa, chicos—dijo resignado, con algunas plantas y con las aves y huevos podría hacer una sopa espesa, aunque fuese para engañar el estómago de los habitantes del pueblo en el que vivían.

Y tendrían que recorrer más de cinco kilómetros para llegar, porque tan desesperada era la situación que no había nada cerca de donde vivían, solo un arroyo donde los peces no querían ni pasar por ahí.

—Les prometo que esta noche comerán lo sopa más sabrosa que jamás hayan probado—les sonrió, mientras en sus adentros se lamentaba, no podían seguir así.

 


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